[Campamento Mestizo] ¡Presenten armas! (S5 de Mayo)

31 de Mayo - A 21 días del Solsticio...


Cada jefe de cabaña hizo llamar a los suyos y les explicó las últimas reglas.

- Nuestro grupo son los rojos - dijo Mistral pasándoles un peto a cada miembro de su cabaña - Tenéis la etiqueta del dorsal atrás para que se sepa a que cabaña pertenecéis. El que se cambie de dorsal con otro miembro será sancionado severamente. Esta vez nos toca la vanguardia. - Tesse bufó - El que tenga miedo que se aguante. Vamos a dejar el listón bien alto.

- ... Cada uno cuenta con un arma al principio. - comunicaba Griffon a los de Hefesto. Se había puesto el peto azul que contrastaba con el color de su pelo - Se nos ha avisado de que quedaremos en retaguardia, protegiendo nuestro estandarte. Con suerte será una captura de la bandera bastante tranquila.

- ... Vamos a encargarnos de ponerles las cosas difíciles a los rojos - explicaba Tyger a los novatos - Escaramuzas, trampas, todas esas cosas. Recordad que podemos robarle las armas al enemigo - se oyeron gritos de júbilo - Intentad no presentar combate abierto. De eso ya se encargarán los de Ares.

- ... ¡La captura de la bandera es nuestra! - se oía decir a Clarisse dando ánimos a los suyos - Vamos a destrozar a esos rojos. ¡Qué corra la sangre!

- ... Nos vamos de avanzada junto a Hermes - explicaba Dean a los de Apolo - Espero que tengáis vuestros arcos bien tensados. Lisa, Penny y Louis recorrerán nuestra zona buscando heridos.

- ... Nos toca defender el fuerte - comentó Camille al resto de sus hermanos - Que no se diga que los chicos de Démeter no tenemos espíritu de lucha. Contamos con el apoyo de las Cazadoras, Némesis y Dioniso.

- ... Nuestro objetivo es bloquear el avance de la cabaña de Ares - resumió Malcom de la cabaña de Atenea - Hécate e Iris van a por la bandera. Asclepio puede cubrirles y tratar las bajas.

- ... En resumidas cuentas, no tenemos plan. Propongo que hagamos lo que mejor sabemos hacer: estorbar - sugirió Pauline al resto de la cabaña de Eris.

Cora asintió a la explicación de Griffon. Ahora que iba en el equipo de Ares le preocupaba un poco menos acabar muerta, pero nunca se sabía.

Además, tenía ganas de probar su arma, muchas ganas. Estaba orgullosa de su idea, seguro que nadie tenía nada tan molón. Y tenía ideas.

- Entonces, ¿vamos?

- Uf, no sé si podré hacerlo - dijo con cara de pena.- Prefiero ver cómo se pegan tontamente y luego ya si eso meterme de por medio si la cosa pinta aburrida.

Sabrina se desperezó y caminó hacia fuera. Por no importarle, no le importaba ni en qué equipo estaba... ¿Azul, Rojo? ¿Acaso no eran los mismos tontos luchando por conseguir un pedazo de tela atado a un palo?

La vanguardia... Alida prefería la retaguardia, pero ya no había mucho que pudiera hacer al respecto. Esperó que a Cora le hubiera tocado la vanguardia también, para no tener que enfrentarse a ella, aunque recordaba que la chica le había dicho que la buscaría en caso de que estuvieran en equipos distintos, como finalmente había ocurrido.

Alida se puso el peto, agarró con fuerza la cerbatana, aseguró la bolsa de dardos en el cinturón y siguió a sus hermanos. Iría con ellos, al menos al principio. Y luego ya decidiría si robaba la bandera o si no.

Madre mía, madre mía... Conforme escuchaba a Tyger se iba preocupando cada vez más: ¿escaramuzas?,¿trampas?. No estaba en mala forma física pero de ahí a combatir, poner trampas, ¿robar armas? había un trecho muy, muy grande.
Al menos se alegró de estar en el mismo grupo de Coralie, no tenía ni idea de si ella sabía o no combatir - aunque por lo poquito que la conocía parecía más de maquillarse que de afilar armas - pero al menos no estaba sola en el equipo y, además, según habían indicado los de Ares se iban a ocupar del combate así que ella simplemente pues... Bueno, haría lo que pudiera contra quien pudiera, tenía entendido que la gente se tomaba aquello muy en serio pero ella no tenía pensado ir a la enfermería por intentar capturar un trozo de tela,¡eso lo tenía muy claro!.

Se movió un poco buscando a Coralie con la mirada y la saludó con la mano, aunque no se separó de los de la cabaña de Hermes; no sabía si ya se podía separar del grupo o no.
Al moverse y mirar alrededor vió a Alida, también la saludó con una sonrisa - le caía bien - aunque ésta se disipó un poco al verla colocándose el peto de color rojo; el suyo era azul.

Spoiler:

Spoiler:

Los campistas empezaron a moverse hacia sus posiciones. No pasó desapercibido para nadie del equipo azul que Clarisse había cogido bruscamente a Griffon, el jefe de la cabaña nueve, de un brazo, exigiéndole atención:

- Me da igual lo que diga el borracho violáceo o vuestro amigo el caballito. Nuestra alianza es temporal. Como descubra que nos habéis tracionado o habéis dejado la bandera indefensa, os daré más dolor y desdicha de la que podríais soportar, ¿estamos?

Griffon replicó que no creía necesario aquello pero Clarisse apretó más fuerte el brazo, haciéndole que el otro se contrajera de dolor.

- Está bien, De la Rue. Es una alianza temporal, sabemos responder a eso. - cuando los de Ares se fueron, Griffon se volvió hacia los suyos. Aun tenía cierto gesto de dolor en la cara por mucho que intentara disimularlo - Ya lo habéis oído. No quiero tonterías. Nos jugamos mucho en esto. - miró con severidad a Coralie - También va por ti.

Con la ansiedad de la competición y la responsabilidad que tenía ser líder de los suyos, el pelirrojo había perdido todo rastro amistoso. De hecho, parecía un desconocido.

Mientras Raven y los otros colocaban sus utensilios cerca de la bandera, Griffon se quedó inmóvil a un lado, con la mirada sombría puesta más allá de los árboles que les rodeaban. La bandera del equipo azul estaba en mitad del bosque, entre árboles tan altos que el cielo parecía oscurecido.

- Nada de fuegos, ni charlas. - masculló el pelirrojo - Quiero un perímetro de protección en torno a la bandera. Raven, Hannah, esos hechizos son para hoy. Es posible que el equipo rojo no juegue limpio y ya esté muy cerca de aquí.

- Pero capturar la bandera antes de que suene el cuerno sigue siendo ilegal, ¿no?

- La legalidad es para quienes vivan bajo las reglas, Rubens. En la guerra, las reglas importan poco.

- Entonces, ¿por qué seguir las instrucciones de Clarisse? - replicó el otro, tozudo - Coralie tenía un buen plan. ¿Por qué no mandamos a la mierda a Ares y el resto y les enseñamos quién manda aquí?

Griffon frunció el ceño.

- ¿Es qué no escuchas cuando hablo? He dicho que vamos a proteger la bandera y eso es lo que vamos a hacer. Lo que digan los demás no importa, pero lo que diga yo sí, ¿estamos? - Griffon prendió uno de sus dedos - No voy a consentir que nuestra unidad se rompa por un plan absurdo. Sí, Coralie, era absurdo. Vivimos en armonía aunque no te lo creas. Si no te gusta cómo somos o lo que hacemos, puedes volver a hacer tu macuto y volver a casa. - Griffon volvió a observar su mano. Ahora toda ella estaba en llamas - Tal vez quieras saber por qué el Señor D trazó todo esto. Adivina quién fue a contarle lo que pensabas hacer. Y lo hice porque no estoy dispuesto a que el Campamento se desintegre. Tu idea podría ser buena en cierto modo, pero necesitamos a los dioses de igual forma que ellos nos necesitan a nosotros. Enemistándonos con ellos solo lograremos que mucha gente salga herida.

*

En otro lado del bosque, Mistral chistaba a los suyos.

- He dicho silencio. Jack, guarda eso. Melinda, deja de pincharle a Tesse. Roger... ¿Se puede saber dónde se ha metido ese chico? - la morena miró a su alrededor pero terminó por darse por vencida pronto. Muchas cosas podían salir mal y de ella dependía que fueran las menos posibles - Alida, cuento contigo para que agarres esa bandera y salgas corriendo. Tu habilidad para desaparecer nos va a ser muy útil hoy. Cuando estemos a menos de quinientos metros de su base, te volverás invisible, te infiltrarás y agarrarás el mástil. Si no se hace invisible también no importa. El simple hecho de que vean flotar su bandera les confundirá lo suficiente como para que podamos dejarles fuera de combate. Tesse, recuerda a quién tienes que paralizar. No estoy segura de quién habrá quedado cuidando su base. Si son los de Hermes, tendrás que buscar al cabra loca de Tyger. Si al final ha quedado Ares, Clarisse es mucho más peligrosa que cualquiera de sus hermanos. También es más reconocible; solo tendrás unos segundos para conseguirlo, así que más te vale estar atenta.

- Demasiada presión - declaró la otra - No me estreses. Sé lo que tengo que hacer.

- Jack, hoy quiero que te esfuerces más que en ninguna competición. Y Melinda, por favor, deja de reírte.

- Lo siento, no puedo evitarlo. Cuando estoy nerviosa me pasa siempre.

- Encomiéndate a alguno de los de arriba, pero para ya. - Mistral ocultaba su inseguridad con nuevas ordenanzas. Ningún jefe quería ser responsable de la derrota de su equipo.

*

Tyger y los suyos esperaban con sus trajes de camuflaje bien dispuestos. El peto de cada campista de la cabaña había sido rociado con un líquido que les confundía con el paisaje. Tyger se había decorado la cabeza con ramitas de arbusto y para cualquiera que quisiera descubrirle era un matorral más entre los árboles. Clod, con su alegría natural, repasaba su trampa. Al ver que Hécate estaba a punto de pisarla le chistó:

- ¡Eh! ¡Novata! Como me fastidies el lazo te pasas toda la mañana colgada del árbol.

El resto de los reunidos eran más sociables, no paraban de gastarse bromas. Otro compañero cercano a Hécate lucía sus "ramas", haciendo llover agujas de pino, mientras otros se tumbaban imitando troncos caídos o rocas. Se oyó un silbido que hizo desperezarse a Tyger. Eran los campistas de Apolo que avisaban de que estaban cerca.

- Solo queda esperar. - dijo Tyger a los suyos - Los rojos tienen que pasar por aquí, es el camino más corto y accesible hacia nuestra bandera. Así que, permaneced bien atentos. Cuando Dean y los suyos imiten el ulular de un búho sabremos que ya están aquí.

*

Pauline le había hecho una seña a Pate.

- Nuestra nueva hermana tiene planes más interesantes, me parece. Quiero que la sigas.

- ¿Y si no me apetece? - gruñó el otro, poniéndole a prueba.

- ¿Quieres que te vuelva a obligar a clavarle un puñal a otro? - Pate tragó saliva - Eso me parecía. Esa chica está involucrada en algo turbio, lo presiento.

- ¿Y qué? ¿Eso qué tiene que ver con nosotros?

- Oye, ¿alguna vez usas esa cabecita tan bonita que tienes, Patroclus Nixon? No hay un nosotros en la ecuación. He dicho que la sigas y es lo que vas a hacer.

Pate apretó la mandíbula, molesto.

- Y luego ¿qué? ¿Se supone que tengo que venir a contarte si ha estado meando en unos arbustos o si ha grabado su nombre en un árbol?

- Efectivamente. Sin perder detalle. Ya sabes lo chismosa que soy.

- A veces me pregunto como fue que obtuviste la jefatura de la cabaña - replicó Pate poniéndose en camino.

- Porque soy la única chica y mamá me prefiere a cualquiera de vosotros.

- Ahora ya no eres la única chica, Pau. - la sonrisilla con la que el muchacho se despidió de su hermana no tenía nada de tranquilizadora.

*

La competición estaba expuesta de la siguiente forma: Dos banderas, una para cada equipo, situadas en cada extremo del bosque. Los jefes de cabaña habían predispuesto a los grupos y transmitido sus órdenes tal y como habían acordado entre ellos en la última reunión. Sin embargo, nada de eso obligaba a los demás a seguirlas. Lejos de sus ojos, cada uno podría hacer lo que se le antojara. El peto era lo único que reflejaba su identidad como grupo. Los jugadores eran libres de hacer alianzas con otros compañeros o discurrir nuevos planes para lograr su objetivo.

El cuerno de Quirón sonó en la lejanía y todos los campistas supieron que la competición había empezado. A partir de ahora, sus acciones repercutirían en el resultado. De cada uno dependería que la balanza se decantara hacia un lado u otro.

Ojalá pudiera hacer con la tela lo que hacía con el metal. Le haría a Griffon una bolita tan compacta que podría metérsela por el culo si tanto le interesaba protegerla. Es lo que Cora pensaba cuando oyó que su plan era absurdo. Pero cuando supo de la traición de Griffon le dolió. Y aunque su única reacción fue pestañear muy despacio y por una vez mantuvo la boca cerrada, le dolió. Sin esperar a más se dio media vuelta y se internó en el bosque, quitándose el mono azul y quedándose en shorts y camiseta blanca. Dudó un momento antes de tirar también el látigo de color bronce que con tanta ilusión había diseñado. Quedó todo tras ella, porque quería dejarlo todo atrás. Le habían dicho que si no le gustaba podía irse. Que nadie pensara que no era capaz de hacerlo porque eso era exactamente lo que iba a suceder. A la mierda el Campamento Mestizo. A la mierda Griffon, los Dioses y su puta madre. A tomar por culo todos.

Piper, de la cabaña diez, examinó una vez más la hoja de su puñal dorado. El reflejo le devolvió un intento de mirada confiada y la chica apartó de inmediato su atención de la hoja.

- ¿Alguien necesita repasar de nuevo el plan? - preguntó a su grupo - Recordad, a la menor señal de peligro, Gerard y Julia aparecerán con los pegasos cuando se les avise. Quiero que Alisa, Susan y Prometeo tanteen el territorio. Alisa, no olvides tu mirada asustada y tus gritos de socorro cuando veas a alguien del otro grupo. El cambio de color es necesario - dijo a los tres pasándoles unos petos de color azul - si no os descubrirán. No nos importa que nos descalifiquen, solo necesitamos que Hécate consiga la bandera. Prometeo, se te dio muy bien Clarisse De la Rue, quiero que la busques y la noquees. Eres el único de los nuestros con suficiente valentía como para enfrentarte a ella. Los jefes del equipo rojo estamos seguros de que será quién lleve la iniciativa para tomar nuestra bandera.

*

Raven se quedó mirando a Griffon estupefacto.

- ¿Qué has hecho? ¿Cómo se te ha ocurrido...?

- ¡Silencio! - el pelirrojo parecía a punto de perder los papeles - Ella se lo buscó. Solo la he advertido...

- Es nuestra hermana - protestó Rubens - No puedes tratarla así. Solo quería dar lo mejor.

- Está muy equivocada si cree que ese es el camino. Si tiene valor para enfrentarse ella sola a todos los peligros que le rodean es que es más estúpida de lo que pensaba.

- ¡No es estúpida! - le defendió Raven - Nos ha ayudado mucho. De no ser por ella no tendríamos las máquinas terminadas para hoy. ¡Y se lo pagas así!

- ¡Ya está bien! - Griffon era ya una fogata andante - Al que vuelva a recriminarme cómo hago las cosas le envío con las arpías. Y no es una broma. - sus hermanos se mordieron la lengua pero en sus caras aun se leía que no estaban para nada de acuerdo con la forma de proceder de Griffon. - Ya sé que ha hecho cosas buenas y sé que no ha sido mi mejor actuación. He sido muy brusco, lo sé. Pero es que nos jugamos mucho. Por una vez podemos lograr que nuestra cabaña esté en lo más arriba. ¿Eso no os importa? ¿Qué nuestro padre esté orgulloso de nosotros? - Raven perdió parte de su mirada desafiante - Solo intentaba hacerle entender que no podemos hacer enfadar a los dioses, dependemos de ellos. Y bueno, ellos no se lo han tomado tan mal, ¿no? ¿Le han hecho algo a Coralie a pesar del posible disgusto? No. El Señor D no la ha castigado ni nada. Así que en el fondo todo ha salido bien. - Rubens asintió, dubitativo - Mirad, solo ha sufrido una rabieta al sentirse traicionada. Cuando regrese le pediré disculpas, la escucharé y llegaremos a un acuerdo.

- ¿Y si no regresa? - replicó Hannah que hasta ahora se había mantenido observando en silencio - Daba la impresión de no querer hacerlo.

- Porque está enfadada. Cuando lo piense más fríamente me dará la razón. - intentaba convencerse el chico.

*

Pate caminaba perezosamente esquivando árboles y arbustos. Odiaba aquel lugar y odiaba la misión que su hermana le había encomendado. ¿Cómo le dejaba a él reconocer que estaba siguiendo las órdenes de otro? Intentaba no pensar demasiado en ello mientras seguía de lejos la cabellera rubia de Sabrina. Por un instante supuso que la otra era consciente de que la seguían porque la vio caminar más deprisa y caminar en zigzag entre la arboleda. Pate no puso mucho interés en seguirla y, al cabo de cinco minutos, se convenció de que la había perdido. Pues nada, ya volvía a estar libre para hacer su voluntad. Pau tendría que conformarse con eso y si no le gustaba, que se atreviera a liársela una vez más.
Pensaba en como contraatacar las voluntades de su jefa de cabaña cuando escuchó un ligero ruido a cincuenta metros de donde estaba él. ¿Un campista o un animal? No estaba seguro. Supuestamente los animales no merodeaban por el bosque durante las competiciones, aun así... Entonces lo vio. Una figura salía corriendo de entre la maleza. Pate juró haberla oído llorar. Buscó su peto y descubrió que simplemente llevaba una camisa blanca.

- ¡Un desertor! ¡Hoy es mi día de suerte! - salió corriendo tras la figura e hizo sonar su silbato para avisar a las arpías.

Y allí estaba Sabrina con un peto azul bostezando. ¿Cuándo empezarían las risas que tanto ansiaba?, quería ver a esos tontos peleando.

Sus hermanos estaban hablando y ella no tenía la menor intención de seguir escuchándoles.

El cuerno sonó, la batalla comenzó.

Maller decidió que se iba a dejar llevar por sus instintos y confiaba que ellos le llevasen a un buen sitio lleno de las cosas que más le gustaban, odio y rencor.

Sabrina avanzó por el bosque oteando el entorno y andando con la despreocupación que le caracterizaba en busca de signos de lucha. No tardó mucho en darse cuenta que había un olor cargado que no hacía más que perseguirla, era una mezcla de odio y ligera envidia.
Al principio Sabrina pensó que estaba en el ambiente pero tras oír unos pasos detrás de ella se dio cuenta que no era así, la estaban siguiendo... ¿Por qué?, No lo sabía...¿Quién? En eso si que tenía algo de idea.

Sabrina incrementó la marcha y se propuso despistar a su perseguidor internándose más en el bosque. Unas cuantas vueltas de despiste y ya había dejado atrás aquel "olor" tan persistente.

A lo lejos creyó oír un silbato y voces dispersas. ¿Sería de la persona que le seguía?, Sabrina sintió la tentación de ir a ver qué ocurría exactamente pero percibió otras emociones aproximándose.

Alida asintió casi sin prestar atención a Mistral. Ya sabía lo que se esperaba de ella, ¡claro que lo sabía! Aunque no estaba segura de querer hacerlo, pero no era momento de molestar a Mistral con esas cosas. Dejó que sus hermanos discutieran y aceptaran la estrategia y se centró en mirar a su alrededor. Le interesaba saber dónde estaba y cómo era el bosque. Se había dado cuenta de que cuando era invisible y perdía la noción de todo lo demás, si el sitio era conocido su cuerpo se movía solo. Y eso le interesaba durante la captura, por si su entrenamiento fallaba por los nervios.

También buscó a Roger. Siempre desaparecía y a todos les parecía muy normal o les irritaba. A Alida, sin embargo, le preocupaba lo huidizo que era su hermano. ¿Qué habría pasado en esta ocasión? No podía centrar su atención en buscarlo, pero se apuntó mentalmente que no debía dejar de hacerlo mientras seguía su cometido.

Cuando el grupo empezó a moverse, Alida se dejó llevar. No necesitaba hacerse invisible para pasar desapercibida. Muchos campistas ni siquiera sabían de quién era hija o si llevaba mucho tiempo en el campamento. Y pensaba aprovecharse de eso.

Spoiler:

No le gustaba lo que iba a hacer, pero no era un general, un strategos pero esa táctica apestaba.

No es mala tactica, pero creo que se podría mejorar, tienes razón Clarisse me conoce así que estará en guardia contra mí, sin embargo porque me conoce.... puede que no sospeche si decido cambiar de bando, sabe que apenas he hecho amistades, podría tratar de convencerla de que prefiero estar en el bango ganador, y que lo considero el suyo y que los conducirá hacía la bandera, puede que tengamos que sacrificar a lgunos, yo mismo voy a arriesgarme, pero creo que podemos vencer de esa manera, y la verdad creo que eso es lo importante

No dijo nada de la conversación con Hera, le convenía.

¿Novata?, ¿tanto le costaba aprenderse el nombre de la gente nueva?, tampoco es que llegaran a centenares... Vaya estúpida la tal Clod...
Se alejó de la trampa que aún ni había visto puesto que estaba segura que de verdad la dejarían allí colgada todo el santo día si tenía la mala suerte de caer en ella. Por supuesto, a partir de ese momento, comenzó a prestar más atención a todo lo que había alrededor, se moviera o estuviese quieto; había sonado la señal y se suponía que ahora todo era algo así como una guerra... De todos modos no sabía si los de su equipo lo sabían pero habiendo en el otro bando una chica que se podía hacer invisible, ¿qué posibilidades tenían de ganar?, más bien pocas...

Avanzaba a zancadas decididas a través del bosque, en la dirección que creía correcta para llegar a las cabañas. El plan; hacer las maletas, abandonar el campamento, llegar a Nueva York y coger el primer vuelo a París. Pobre del que intentara impedírselo.

No pudo avanzar mucho hasta que un chico con un silbato se puso a armar jaleo gritando que había encontrado a un desertor. Cuándo lo vio llegar hasta ella le escoció la mano de ganas de arrearle en plena cara hasta que se tragara el pitito y se callara. Se colocó delante del muchacho con los puños apretados junto a las caderas, alzándose en toda su estatura y con los ojos brillantes de furia. Apenas se contenía, pero habló con voz calmada y suave.

- O dejas de hacer el gilipollas o te doy tal paliza que te dejo con la cabeza abierta y sangrando en el suelo. Tú decides.

Las Chassier no se andaban con tonterías.

- ¡Genio y figura! - comentó Pate a quien la situación le hacía mucha gracia - Yo te conozco, eres la nueva de Hefesto. Si te ha molestado que te haya descubierto lo siento mucho. - torció el labio para adoptar una de sus sonrisas ladinas - ¡Nah! A ti no te engaño, ¿eh? En fin, no eres muy silenciosa, si pretendías que nadie te descubriera y avisara a las arpías has fallado estrepitosamente.

Examinó con interés las manos vacías de Chassier. Intuía que aquella muchacha no era de las que lanzaban una amenaza semejante; eso era más propio de los de Ares. Debía andarse con cuidado porque seguro que se guardaba algo, tal vez una técnica letal, y aun así no podía evitarlo. Los campistas enfadados siempre habían sido su pasatiempo favorito.

*

- Saben que somos hijos de Afrodita. Ninguno necesitamos llevar peto para ella, en realidad. - Gerard se volvió hacia su jefa de cabaña - Prometeo ha sido demasiado suave. La idea es pésima. Nos conocen de sobra y han visto un montón de veces está técnica. Nada más abrir la boca se lanzarán a por nosotros y no escucharán nada que les digamos.

- Pero es lo que se espera de nosotros - arguyó Piper con tono dubitativo - Malcom insistió en que...

- Los de Atenea quieren que seamos carne de cañón, nos desprecian - insistió Gerard - Prometeo tiene razón. Hay que buscar una salida diferente. Dejémonos de lloros y súplicas, subamos a esos pegasos y carguemos contra el enemigo. O, mejor, capturemos nosotros mismos la bandera. Volando seremos inalcanzables para cualquiera del otro bando.

- Te olvidas de los de la siete y sus flechas.

- Esquivémosles.

- Eso sería fácil si supiéramos donde están. - protestó Piper.

- Que nos protejan los de la catorce - sugirió entonces un moreno de ojos claros y rostro angelical al que llamaban Owen.

- ¿Los de Eros? ¡Bah! Esos mejor que se queden donde están. Nosotros solos nos bastamos. Si confiamos en nosotros mismos seremos lo suficientemente fuertes como para...

- ¡Basta ya! - los ojos claros de Piper se oscurecieron de repente y Gerard y Owen enmudecieron. Al ver que había causado demasiado efecto, la morena dulcificó un poco la mirada y el tono - Seguro que todos tenemos un plan magnífico con el que ganar pero os recuerdo que este es un deporte de equipo en que debemos contar con las otras cabañas.

- ¿Un deporte? ¿Qué tiene esto de deporte? - protestó Susan arreglándose por tercera vez en menos de cinco minutos su coleta rubia - Nada que tenga que ver con espadas, sangre y lágrimas puede ser considerado un deporte.

- Los dioses son unos trogloditas que quieren vernos pelear entre nosotros y les damos lo que quieren.

Había sonado el cuerno pero los chicos de la diez estaban tan enzarzados en su discusión que no llegaron a enterarse. Algo vibró en el bolsillo de Prometeo y el chico juró durante un instante haber sentido un susurro cercano a su oído que le dijo: "Muéstrales el camino, príncipe de Troya. ¡Sé su líder!"

*

Jack caminaba agazapado, escondiéndose detrás de cada árbol, rebuscando en cada arbusto y roca que le salía al paso. Le seguía su hermana Melinda y una Tesse mohína que arrastraba los pies. Mistral se había quedado rezagada junto a Alida.

- ¿Todo bien? - preguntó la jefa de la cabaña 21 lanzándole una mirada preocupada - A veces me da la impresión de que te exijo mucho. Siento decirte que la decisión sobre la invisibilidad la han tomado los demás. Intenté sustituirte pero Malcom y Butch insistían en que tu poder provocaría un mayor efecto. Y luego se les sumaron Camille, Hank y Sammus. - carraspeó - Pero no estás obligada a hacerlo si no quieres. De veras que no. Jack ha dicho que él se encargaría perfectamente mientras tú buscas a Roger. No se le ha vuelto a ver desde ayer y empiezo a sospechar que hayan podido secuestrarle - Mistral se paró de golpe, agachándose para revisar una huella del suelo y Alida se dio cuenta entonces de que no había abierto la boca en ningún momento. Era su voz la que resonaba en su cabeza - Guarda la compostura, como si no pasara nada. Eso es, tranquila. Tal vez nos estén espiando. Si ahora desapareces, es difícil que puedan seguirte la pista. Necesito que te pongas a buscar a Roger. Serás mucho más útil porque él te tiene mayor confianza. Seguro que puedes dar con él mejor que cualquiera de nosotros.

*

Tyger escuchó el silbido, alto y claro.

- Preparaos, chicos. La avanzadilla de los rojos ya está aquí.

Unos segundos después un chasquido cortó el aire seguido de una rama al caerse y un sonoro gemido. Hécate escuchó gritos y maldiciones desde donde estaba. Cuando el enemigo estaba a diez metros de distancia, los chicos de Hermes no pudieron aguantar más y salieron de sus escondites, chillando. Era difícil ser consciente de haber presenciado un caos mayor. Los gemelos Stole parecían multiplicados por siete y no paraban de lanzar piedras con sus hondas, mientras Tyger, Clod y los demás hostigaban a los recién llegados con sus lanzas y espadas aunque sin demasiada coordinación. Repuestos de la sorpresa inicial, el enemigo frenó su arrojo y se dedicó a atacar desde atrás, lanzando diversos proyectiles. A Hécate le cayó algo similar a una cagada en la frente. Olía tan mal que a punto estuvo de desmayarse.

- ¡Bombas fétidas de las cazadoras! - gritó alguien. - ¡Tapaos la nariz!

Tyger aconsejó a los suyos que se retiraran hacia atrás. Por su flanco izquierdo llegaron corriendo diez muchachos cargados con arcos y flechas que, parándose a una distancia prudencial, apuntaron y dispararon hacia el enemigo.

- ¡Flechas solares! ¡Flechas solares!

Las cazadoras de Artemisa se refugiaron tras los árboles para escapar de los proyectiles. Una flecha llameante se clavó en el tronco de una secuoya y prendió la madera. Le siguieron quince o veinte hermanas en llamas. Las cazadoras protestaron pero los chicos de Apolo siguieron disparando otro tanto de flechas flamígeras. Tyger azuzó a los suyos entonces para que siguieran sembrando el caos.

- ¡No las dejéis avanzar! ¡Qué no pasen del tronco caído!

Hizo una seña hacia donde se encontraba Hécate, justo delante del límite. La chica de pronto sintió que algo le hacía perder el equilibro y cayó al suelo. Encima de ella, una adolescente que no pasaría de los catorce años, le miraba con expresión desafiante. Chorros de saliva verde le corrían por las comisuras de la boca.

- ¡Mira qué tenemos aquí! ¡Una chinita!

Cora entrecerró los ojos ante la nueva provocación, pero una pelea con ese chico irritante era perder tiempo, aunque no le faltaban ganas. Sin pensárselo mucho y más por desahogarse que por hacer daño le dio una patada en la espinilla.

-Gracias. -dijo dándose echando a correr en la dirección por la que había venido hasta ver el montón que formaban el mono y el látigo de bronce. El chico le había hecho ver lo malo de su idea al abandonar sus cosas.

Se puso el peto apresuradamente y aferró su arma. En sus manos, el látigo cobraba vida y ondulaba como si estuviera vivo. Ahora sí. Ahora podría largarse a casa sin que nadie se lo impidiera.

Alida asintió, pero no dijo nada. Estaba sorprendida y preocupada. Sorprendida porque en el tiempo que llevaba allí no había estado lo suficientemente atenta como para descubrir el poder de su hermana. Preocupada porque si Mistral podía pensar que alguien había secuestrado a Roger...

Un escalofrío recorrió a Alida que se desapareció al instante. Antes de irse dio un apretón a Mistral en el hombro, procurando que no pudiera apreciarse en las arrugas de su chaqueta, para que supiera que pensaba hacerle caso y luego se fue.

Con cuidado, para que nadie notara que alguien del equipo se alejaba de la zona, Alida salió de allí y se puso a buscar a Roger.

Roger... era cierto que nadie lo había visto desde el día anterior, pero estaba tan acostumbrada a no verlo que no había caído en... ¿y si era verdad que le había pasado algo? Alida empezó a asustarse y, si todavía tenía en mente la captura de la bandera, eso hizo que la olvidara del todo. Allí se quedaran las banderas, los dioses y los campistas. ¡Que lo pasaran bien! Ella tenía algo más importante que hacer: encontrar a su hermano.

Sabrina no tenía suerte, parecía que estaba sola. No había nadie pese que sabía que se estaba desarrollando la batalla, más aburrida que desilusionada se dejó caer en el tronco de un árbol y decidió quedarse sentada hasta que pasase algo interesante.

Empezó a tararear mentalmente una canción de Ida Maria, Bad Karma, que era una de sus preferidas para matar el tiempo.

Se había cansado de andar sin encontrar a nadie, lo más sencillo es que acabasen pasando por delante de ella.

hermanos de nosotros esperan los chicos de Ares poco valor, seriamso ideales para escoger el color ideal para camuflarnos en un bosque de pinos en otoño, pero para la lucha como que no, pero a mi me han visto que le echado eso que me he enfrentado a Clarisse y que se defenderme, si me dejan hablar estoy seguro de que podré convencerles de que me conviene más ser su amigo, de los chicos de Ares, que no de los pusilánimes de las chicas de mama. Además estoy seguro que no esperaran esa treta por parte de nosotros. Vamos a hacerlo caer, vamos eliminar a los chicos de Ares y les daremos una lección a ellos, a su grupo, al nuestro y a nosotros mismos. Prometeo hizo una pausa Las cosas cada vez pintan peor, llevo poco tiempo aquí pero las historias de los monstruos son cada vez más terribles, tenemos que saber defendernos todos. Piper busca un sitio para la emboscada os poneis todos y si teneis que darme a mi también, pues me dais, yo estoy dispuesto a sacrificarme. ¿vamos?. Por Afrodita, por sus hijos, por nosotros.

Tendría tiempo de pensar las palabras que le diría a Clarisse, pero más o menos ya las tenía decididas.

Pate no cubrió a tiempo sus partes delicadas y se dobló por la mitad al sentir el golpe. El dolor era una mezcla entre la humillación y ver las estrellas. Con un quejido llamó a sus hermanos Jeremiah y Waldo. El espigardo hispanoasiático llegó primero y le ayudó a levantarse.

- ¿A qué esperáis para ir detrás de esa hija de puta? - bufó Pate cuando recobró el aliento y la gallardía - Quiero que la dejéis presentable para las arpías.

El mastodonte negro y su hermano corrieron campo a través siguiendo las huellas que había dejado Coralie. Les sacaba clara ventaja pero seguramente ellos conocían mejor el terreno.


Presa de la furia que sentía, Coralie estuvo a punto de darse dos veces de bruces contra los árboles que le salían al paso. El látigo se mantenía a buen recaudo a un costado y el peto azul reflejaba los pocos rayos de sol que se filtraban entre la inmensa arboleda. Aquel bosque parecía no tener fin aunque desde lejos pareciera más pequeño. Escuchó un aleteo cercano a ella, una pareja de cuervos elevaba el vuelo al oírla llegar; ¿o era por aquella nube de humo que subía de entre los árboles?

Nadie parecía seguirla esta vez.

Continuó corriendo sin parar con la mente bulléndole a toda prisa cuando descubrió por casualidad la procedencia del humo. Delante de sus narices se estaba desarrollando una batalla campal entre chicos y chicas de peto rojo y azul. La captura de la bandera seguía. Una flecha pasó rozándole el pelo y estrellándose contra las raíces de un árbol en una explosión de niebla. Acto seguido, aparecieron dos críos de la nada que la esquivaron corriendo con sus armas en la mano. Huían de las llamas y de una jauría de chicas rabiosas de peto rojo armadas con arcos y lanzas.

*

El plan de Prometeo saldría adelante gracias a la votación improvisada de Gerard, Julia y Owen. Piper aceptó la orden a regañadientes mientras Susan preguntaba una y otra vez si aquellos nuevos planes le permitirían cansarse menos.

- Es que sufro de asma - arguyó con sonrisa triste - Y el médico me ha pedido que no sufra demasiado. Ya tuve un hermano que murió de sobreesfuerzo y soy la única esperanza de mi papá. Seguro que mamá lo entenderá.

Piper puso los ojos en blanco e insistió a los demás para que se dieran prisa. Ya iban muy rezagados. Tardar más podría significar la derrota para el equipo rojo.

*

Mientras tanto, Sabrina se había parado a descansar, en un intento por vencer el frustramiento que sentía. A pocos metros de su espalda, un par de chicos permanecían escondidos entre los arbustos señalándola como objetivo. Tuvo la mala fortuna (para ellos, que no para Sabrina) que uno estornudara, delatando su posición.

*

Alida sabía que tenía alrededor de diez minutos, quince si los hados le eran favorables, de invisibilidad. En ese tiempo debería quitarse de en medio para que no la tacharan de desertora y buscar a su hermano. Mistral debería haberle sugerido quién habría podido hacerle aquello a Roger. Lo cierto es que no sabía por donde empezar. Una cosa era que el chico se hubiera escapado, como tantas otras veces, y otra bien distinta que alguien le hubiera raptado. ¿Quién y por qué? Alida no entendía nada. Le vino a la mente la cara de Roger, siempre sonriente con ella, enseñándole la imagen de su madre dos años atrás en el lago. Aquel lugar se había convertido en su zona de encuentro por excelencia pero Alida no creía que pudiera encontrarlo allí aquella vez. Sin embargo, algo en aquel recuerdo le acababa de brindar una buena idea.

No podía seguir así. Dando tumbos y palos de ciego no iba a encontrar a su hermano, así que Alida se apartó tanto como pudo de la batalla para no ser descubierta y buscó una zona escondida entre los árboles que le permitiera volverse visible sin peligro.

En cuanto pudo descansar de la pesada carga de ser invisible a la vez que consciente, pudo pensar con claridad. El lago... la imagen de su madre... y el dracma. La chica sacó el dracma que Roger le había dado en aquella lejana ocasión con algo de nostalgia. Era para ella como un amuleto y siempre lo llevaba encima. Se planteó si usarlo. Pero quizás... tal vez... Finalmente, Alida desechó la idea. El sentimiento arraigado a aquella moneda era demasiado fuerte como para usarlo a la ligera. Debía agotar todas las demás alternativas antes.

Por eso, la chica buscó en su otro bolsillo uno de los dracmas que había ido acumulando en sus dos años en el campamento. Ahora solo necesitaba... agua.

Alida cogió aire, como para darse energía para volver a ser invisible el tiempo suficiente y buscó la parte del río más alejada de la captura. Una vez allí, y procurando no volverse visible para evitar posibles ojos indiscretos, buscó la zona donde más daba el sol y levantó el agua para provocar un arco iris al que lanzar el dracma. Una vez hecho eso, pronunció el nombre de su hermano.

- Roger Warwick -dijo, casi con miedo y cerrando los ojos con fuerza, como si eso fuera a provocar que funcionara. Alida tenía claro que solo se volvería visible si era para hablar con Roger.

Prometeo se adelantó Iré yo sólo, vosotros colocaros en vuestras posiciones, si no vuelvo con ellos, ir al hospital a verme. ¿Alguien sabe donde están más o menos los chicos de Ares?

Le costó un poco localizarlos, pero los encontró finalmente, ahora llegaba e momento decisivo. Se la jugaba todo a una carta.

Eh, chicos de Ares, soy Prometeó NIké y quiero hablar con Clarisse, no llevo armas, podeis comprobarlo Avanzó con l manos en alto bien eparadas, y cada tres o cuatro pasos se daba la vuelta lentamente para mostrar que no llevaba nada oculto.

Quiero cambiarme de bando, quiero ayudaros. En breve se va a armar la gorda, los monstruos están cada vez más peligrosos y creo que me irá mejor con los chicos de Ares, al fin y al cabo sois los hijos del dios de la guerra, me podeis enseñar, me podeis enseñar. Estoy seguro que me irá mucho mejor que mis hermanos, a los que apenas conozco, si fuera para eleguir la ropa que mejor me quedara para un sábado por la noche, serían ideales, pero para estos temas de supervivncia, son unos blandengues quejicas. Creo que ya demostré mi valor la semana pasada, y para demostrar mis intenciones, que prefiero estar con vosotros que con ellos....os llevaré por un camino seguro hacía nuestra bandera y antes de que lo digais, sé que me pasará, estaré rodeado de vosotros....
HAbía utilizado todo su poder de convicción, esperaba que funcionase, si no tendría que confiar en que fuera más rápido tras abrirse camino a puñetazos y... sería mejor que se lo creyesen.

Los hijos de Ares prorrumpieron en carcajadas cuando escucharon las palabras del rubio.

- ¿Tú? ¿Un mequetrefe como tú quiere hablar con Clarisse? ¿Para qué vamos a dejarle el placer de darte una tunda?

- Patéale el culo, George. - replicó uno. - Es una victoria fácil.

- Mírate ese peto rojo que llevas. Te queda grande - rió el tal George.

- Dejadle pasar - bramó el vozarrón de Clarisse haciéndose oír entre sus hermanos.

George y los otros rezongaron pero terminaron por obedecer. Prometeo caminó veinte pasos hasta la hija de Ares soportando miradas insidiosas y malévolas. Nadie hizo nada, por suerte, y cuando llegó ante Clarisse esta le esperaba con una mueca de fastidio. Vestía un protector de metal para el abdomen con un jabalí de plata estampado en el pecho. El casco, en tanto, lucía sin ningún adorno, con el penacho azul del equipo al que representaba. Vestida con la armadura intimidaba muchísimo más que con el pañuelo y los pantalones de camuflaje.

- Así que quieres hablar, ¿eh? ¿Te has dado cuenta de que los chicos de Afrodita no tenéis nada que hacer? Al menos eres listo. Pero antes que nada, quiero mi casco de vuelta. Ese será tu pago por entrar. Ese y que no sea todo una mentira para que tu cabaña gane tiempo porque te romperé la cara y serás pasto de los peces. Me importa una mierda el acuerdo que nuestros padres se traigan allá arriba. No sería la primera vez que los de Afrodita hacéis vuestro hechizo ese de embelesar durante la captura.

Por unos momentos se sintió acojonado, las amenazas iban en aumento, así como las posibilidades de que su salud menguase. En ese momento la voz de Clarisse le salvó

Bonito jabalí. ¿es un simbolo de Ares?, aún tengo que aprender mucho sobre los dioses.... Se calló en el momento en que empezó a hablar. cuando le dijo que no tenía posibilidades asintió con la cabeza. No hay ningún problema. Te lo daré, lo juro por lo más sagrado. Por mi madre, por todo el Olimpo si hace falta, incluso con sangre En ese momento adelantó una mano con la palma extendida hacía adelante juro que te devolveré el casco, puedes cortar si quieres. Cumpliría su palabra. Estaré en medio de decenas de chicos de Ares, sé lo que me pasará si os fallo...¿tenemos ese hechizo?, malditos bastardos, me lo podían haber dicho, y yo que pensaba que... se lo han callado y no me han contado nada, desde luego parece que los cojones que demostré contigo no les han gustado y no me han contado cosas, panda de... pusilanimes. En ese momento Prometeo escupió al suelo Que les jodan, os llevaré a la bandera

La suerte estaba echada. Si aceptaban les conduciría a la trampa y en el momento en que empezará tendría que abrirse camino a golpes para tratar de alcanzar un lugar seguro, aunque lo m´s probable es que tuviera que peler allí.

- El jabalí y el perro son los animales de Ares, sí. - Clarisse parecía más relajada ahora que Prometeo había aceptado las condiciones del pacto - Seguramente el hechizo de embelesamiento ya lo usaste alguna vez y no te diste cuenta. No es raro en vosotros. Por eso os soléis salir con la vuestra. Pregúntale a Piper si no. - los chicos de Ares comenzaron a moverse con Prometeo entre ellos - Bueno, ya que te has cambiado de bando no te importará contarme el plan del equipo rojo, ¿no? ¿Quiénes custodian la bandera?

Por precaución, detrás de Clarisse y Prometeo caminaban cerca un par de chicos armados, aunque para la hija de Ares aquello estuviera de más, pues ya contaba con su lanza eléctrica y su espada para atajar cualquier imprevisto de su nuevo aliado.

Aunque Clarisse y su acompañante se mantenían entre las filas de vanguardia, tenían delante de ellos un buen número de hijos de Ares que vigilaban y les protegían de cualquier amenaza latente. De pronto la fila de delante se paró y se oyó una voz de alarma.

- Signos de lucha. - dijo uno.

Efectivamente el terreno presentaba huellas de una batalla. Había espadas, escudos y flechas por el suelo, algún que otro casco y varios chicos en posición fetal o tirados por tierra con heridas más o menos graves. También había algún que otro arbusto y tronco vecino chamuscado.Varios de los del suelo, entre ellos un pilluelo de Hermes que Prometeo había conocido durante su estancia en la cabaña once, les suplicaron ayuda.

- ¿Contra quienes habéis peleado? - inquirió saber Clarisse a los heridos.

Estos, que pensaron que era el precio que debían pagar porque les atendieran, respondieron sin medicación.

- Las chicas de Artemisa y Némesis.

- ¿Un atajo de crías os ha dejado en este estado? - George se echó a reír.

- ¿Y vuestros apoyos? - preguntó de nuevo Clarisse, ignorando a propósito las palabras de su hermano - ¿Dónde están los de Apolo?

- Cuando vieron que les superaban en número, huyeron a por refuerzos. Nosotros hemos quedado atrás. - respondió el de Hermes.

- Cuando capturemos la bandera ya le pediré a Dean y Tyger que rindan cuentas - Clarisse no parecía nada contenta con las decisiones que habían tomado los otros jefes de cabaña - Vais a tener que esperar a que vengan otros a ayudaros. Nosotros tenemos que avanzar.

La muchacha pidió a los suyos que continuaran a pesar de las protestas y súplicas de los heridos.

- Esto es lo que pasa cuando se deja luchar a aficionados. - le dijo a Prometeo. No había ni rastro de compasión en aquella mirada.

*

La superficie del agua más cercana a ella se aclaró ligeramente para dar paso a la imagen de un reflejo. Había árboles que atravesaban aquel arcoiris, árboles del mismo bosque. Tal vez eso quisiera decir que su hermano andaba también por allí, en alguna parte. Unos segundos después, el arcoiris le devolvió el rostro de Roger. Aquellos ojos grises buscaban algo o a alguien y entonces se toparon con el reflejo de Alida.

- ¡Hola! - saludó Roger con alegría - ¿Estáis... progre... sando?

También se oyó un chasquido y una voz femenina que decía.

- ¿Con quién hablas, Roger?

La imagen se desenfocó y apareció en escena un rostro femenino. Alida consideró que era alguien que le resultaba muy familiar. Roger no respondió pero siguió sonriendo al reflejo de su hermana. Alida vio como la otra fruncía el ceño de un modo tan similiar al gesto que ponía su hermana Mistral a la hora de concentrarse. Aquello no podía ser porque su hermana le había enviado a por Roger, era imposible que estuviera con él. No tenía sentido alguno.

- Es uno de tus hermanos, ¿no? - dijo entonces la muchacha.

Roger siguió sin decir nada pero su sonrisa se ensanchó aun más. La otra le devolvió la sonrisa. Desde luego que aquella no podía ser Mistral. Tenía una sonrisa completamente diferente aunque aun le recordara a ella. Se fijó entonces en el peto rojo que llevaba, el arco y las flechas que le colgaban del hombro; el resto de rasgos físicos delataban que debía tener tres o cuatro años menos que la líder de la cabaña 21.

- ¡Roger! -gritó Alida al ver a su hermano, pero cuando apareció la otra chica se turbó un poco.- ¿Roger...? ¿Dónde estás? Y... ¿quién es esa chica? ¡Roger! Necesitamos estar unidos para la captura de la bandera, ¿recuerdas? Dime dónde estás. Iré enseguida y podremos buscar a Mistral para seguir con la captura -dijo en un intento desesperado de hacerse con la atención completa de su hermano.