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[Campamento Mestizo] La Llegada

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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Lun Jun 18, 2012 11:54 pm

Conjuntamente escrito todo por; Omega y Sabrina Maller


1. Muchas preguntas, pocas respuestas.



- ¡JHON!- gritó. ¿Era un sueño? Si había estado soñando era muy vívido todo.
Cuando se despertó sobresaltada estaba en una cama, pero no era la de su cuarto, esa no era su habitación, estaba en un sito muy extraño. Sabrina empezaba a pensar que seguía durmiendo, que se encontraba sumergida en uno de esos sueños dentro de otros sueños. Era eso, o es que podía viajar al pasado, puesto que la habitación en la que se encontraba miraras a donde mirases todo parecía del medievo.

<< Joder tía, si sueñas algo decente haberte ido a los 50's, no a la mierda siglo de los caballeritos y las princesitas>> Se reprochó a si misma.

- ¿Hola? ¿Hay alguien?- Sabrina empezó a tocar el suave dórsel de su cama.- ¿Alguien me puede decir en qué siglo estamos exactamente y en dónde estoy?. - << En tu sueño, estás en tu jodido sueño.>> Si se trataba de su imaginación, podía esperar cualquier de bicho raro y estar en cualquier lugar más raro aún, sus sueños tendían ser así.

- No hace falta gritar. - dijo una voz.

Una mano retiró el dosel y la luz que se filtraba por las ventanas de la habitación inundó la cama de Sabrina.

- Estás en la enfermería del Campamento Mestizo. - dijo la misma voz. Provenía de un chico de estatura media y ojos azul cielo. - El documento de identidad dice que eres Sabrina Maller. Te encontraron desmayada en los límites del campamento y te trajeron aquí. ¿Qué tal te encuentras? ¿Te duele algo?

El chico miró por encima los tatuajes que se veían por los brazos de la chica. Comenzó a repartir un suave líquido verde de un tarro en una gasa. Luego, dejó el tarro sobre la mesilla al lado de la cama de Sabrina.

- Tengo que desinfectarte las heridas de los brazos y la cara. - anunció con voz modulada. Acercó lentamente la gasa con la pomada a los brazos de la chica - Extiéndelos - pidió.

Sabrina se quedó algo descolocada. ¿Dónde decía que estaba?. << Sabrina, estás como una cabra>> se dijo a si misma. El tipo que le hablaba no estaba mal, un poco bajo para su gusto, los prefería más altos, igual si lo imaginaba más alto crecía.

¿Qué si le dolía algo? Era un maldito sueño, no le do...

Hasta que no le dijo que extendiera los brazos no comprobó que realmente estaba herida.

- Joder - dijo extendiéndolos, no para que se los curasen, sino para ver sus heridas. <<Soy una puta sádica>>. Si era la continuación de su anterior sueño, al menos tenía sentido. Con todos esos cristales volando a su alrededor y Jhon....

- Tranquila - dijo el chico al ver aparecer angustia en sus ojos - Lo peor fue ayer y por suerte estabas desmayada para sentir como te retirábamos los cristales que tenías incrustados. - cogió con delicadeza uno de los brazos tatuados de ella y empezó a extenderle la pomada a lo largo del mismo - ¿Te rompiste una botella encima? No nos lo explicábamos, no había rastro de vidrio donde estabas, solo los que tenías en los brazos y la cara. Bonitos tatuajes, por cierto. Intenta no moverte mucho, esto puede escocerte un poco pero te aliviará. Ya verás.

El chico sonrió, intentando trasmitirle confianza. Llevaba puesta una camiseta naranja con una especie de caballo alado de color marrón y debajo de él se podía leer "Campamento Mestizo". Sus gestos eran rápidos y efectivos. Parecía tener práctica en aquellas cosas.

Sabrina empezaba a sospechar que aquello no era un sueño. No se dio cuenta por sus heridas, fue por la camiseta del chico. Le sonaba de algo, y ya sabía de qué. Había visto ese logo en la cama, no le había conferido mucha importancia hasta que el joven le había dicho que estaba en un campamento. Sabrina no tenía tanta imaginación como para idear un logo y que encima estuviera en camisetas y en sábanas. Realmente podía estar en un campamento... pero eso implicaba que su sueño era verdad... Que había estado un día entero durmiendo... Y no sabía como había llegado desde el JJ hasta allí... Y si aquello era verdad....

- ¡Jhon! - gritó - ¡TU PADRE! - gimió cuando le aplicó la pomada verde- ¡¿Qué mierda es esa?! ¿Un poco nada más eh? - Le dolía, y mucho, ese dolor la hubiera despertado de cualquier clase de sueño... definitivamente volvió a la realidad.- ¿Tú de veras piensas que esto es de una botella?.- <<¿Qué clase de tarado...?>> Sabrina dio un pisotón en el suelo para contenerse de dárselo al otro.- ¿Estaba sola? ¿No había un chico también conmigo?, es dos veces tú, rubio, ojos verdes, y con mas músculos que sesos.- Parecía asimilar poco a poco la verdad... pero aún tenía bloqueos.

- Es ambrosía líquida, para sanar las heridas. Se usa con fines médicos en los semidioses. - explicó el chico mientras sujetaba el brazo de la otra con más fuerza para que no lo moviera - Hay que tener cuidado con su aplicación. La sobredosis, incluso por vía cutánea, es mortal.

Cuando quedó satisfecho con la capa que le había aplicado dejó la gasa también sobre la mesilla, junto a la botella.

- Yo no creo nada. Solo sé lo que me han contado. Yo no estaba allí cuando te recogieron ni aquí cuando te extrajeron los cristales. No trabajo en turno de noche. Pero que yo sepa, no estabas junto a nadie. Aquí en la enfermería no hay ningún chico que responda a esa descripción. - respondió mirándole atentamente a los ojos. Tenía algo en ellos que le resultaba inquietante, perturbador - Pero en el campamento sí hay unos cuantos parecidos, aunque no entiendo entonces por qué no te trajeron ninguno de ellos. Sería lo más lógico, ¿no?

El muchacho retrocedió unos pasos. Además de los ojos azul cielo, tenía el cabello corto y negro como la noche. Llevaba al cuello un collar con seis cuentas de madera. Éstas parecían estar grabadas con una serie de símbolos pero desde la cama era imposible verlos con nitidez.

- Será mejor que sigas descansando. Puedes volverme a llamar si necesitas cualquier cosa. Iré a decirle a Quirón que has despertado. Imagino que querrá hacerte algunas preguntas. Comprueba mientras tanto que las heridas se van cerrando y no sufres más molestias. - cogió la botella y la gasa usada y se dispuso a marchar - ¡Ah! Y recuerda, no estás sola aquí. Intenta no gritar. Los demás enfermos también necesitan descansar. El cordón que cuelga del techo y tienes a un lado - señaló a cual - servirá para llamarnos. Buenos días, señorita Maller, y bienvenida al Campamento Mestizo.

Sabrina se perdió cuando dijo lo de los semidioses. Le habría entendido mal, seguramente había escuchado algo que no era. El caso era que mierda verde funcionaba, le estaba calmando el dolor y le estaba entrando mucho sueño.

- ¿Esto es una enfermería? - preguntó. Igual quien le había traído hasta allí fuera Jhon... pero era demasiado extraño... ¿Por qué iba a llevarla a ese sitio en vez de un hospital?. El chico ese le miraba fijamente, y Sabrina sólo pensaba en aguantar la mirada. Era todo muy raro.

Sabrina se sentía un poco atontada en esos momentos, no sabía si era por el dolor punzante de las heridas, o por el hecho de tener ganas de dormir un rato largo y tendido.

- ¿Quirón?.- Sabrina tenía muchas preguntas que hacerle y muy pocas respuestas. Primero, ¿Quién demonios le había puesto esa ropa que ahora llevaba?, por que no era la que traía . Segundo, ¿No la habrían violado?, Tercero, ¿Quién la trajo hasta aquí?, cuarto, ¿Dónde cojones está Jhon?. Y así se sucedían un millar de preguntas más, sin embargo tan sólo pudo preguntar por Quirón antes de caer rendida del cansancio.

Las preguntas siguieron rondando en su cabeza aún dormida, no paraba de ver la cara de Jhon gritándole ¡Cuidado!, luego se veía a ella, gimiendo patéticamente el nombre de este... y luego...




Última edición por Sabrina Maller el Mar Jun 19, 2012 12:30 am, editado 1 vez
Sabrina Maller
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:01 am


2. ¿Pero qué cojones?.




Cuando Sabrina volvió a despertar, tenía frente a la cama a un hombre sentado en una silla de ruedas. Parecía uno de esos heavys que les gusta conducir motos, con la melena castaña y rizada cayéndole sobre los hombros y una enmarañada barba de meses. Estaba mirando a Sabrina con atención y sonrió al verla abrir los ojos. Las facciones de su rostro se poblaron de arrugas.

- Buenos días, señorita Maller. ¿Qué tal se encuentra? Soy Quirón, segundo al mando del Campamento - acercó la silla a la cama haciendo girar las ruedas con las manos. Sorprendía que un hombre impedido tuviera un cuerpo tan musculado - Me dijeron que la encontraron ayer desmayada en el suelo, bastante herida. Agnus me ha dicho también que ha preguntado por un chico pero nadie del campamento asegura conoceros. ¿Habíais oído hablar de este sitio anteriormente?


- ¡Arpía! - gritó. Luego se tapó la boca con la mano, asustada, miró a su alrededor para ver si alguien la había oído. Efectivamente, allí había un hombre en silla de ruedas con un aspecto que le molaba un motón a Sabrina y parecía haber llegado en el momento oportuno. Seguro que tenía tatuajes molones. Sabrina dejó un momento de lado los tatuajes e intentó incorporarse.

- Disculpe por lo de antes- dijo Sabrina refiriéndose a su grito de antes.- Había oído hablar de usted hace un rato.- Sabrina se apoyó en la almohada, no sabía cuanto tiempo llevaba dormida.- así que es usted el famoso Quirón que me quiere hacer unas preguntillas.- Hizo una pausa para desarroparse.- Bien, creo que no hace falta que me presente ya que conoce mi nombre.

¿Haría ejercicio? ¿O tendría los brazos tan desarrollados de hacer rodar la silla?. Angus, así se llamaba el chaval.

- No, no he oído hablar de este sitio.- dijo Sabrina mirando al hombre, si le fueran los maduritos, él caería seguro, le gustaba mucho el timbre de su voz.- Pero agradezco su hospitalidad, el que me estén cuidando y todo eso, pero no tengo pasta, y, la verdad, me gustaría irme cuanto antes a casa. Se preguntarán donde estoy - En verdad, no, y en realidad, a ella le importaba bien poco.


-Vuestro padre creo que se puede hacer una idea de donde habéis podido ir a parar - respondió Quirón - Y aunque la ambrosía actúa rápido, no creo que sea conveniente que os levantéis ya de la cama. Creo que aun estáis en shock tras el accidente. ¿Recordáis algo del mismo?

Sonrió más ampliamente al verla preocupada por los costes.

- No solemos cobrar a los semidioses. ¿Acaso una familia cobra a sus hijos por estar en su casa? Creo que os merecéis una buena explicación de por qué os encontráis aquí - dijo al ver de nuevo confusión en su rostro por lo que acababa de escuchar - Pero antes, de entre todos esos tatuajes que tenéis por el cuerpo, ¿existe una marca que os haya aparecido en la piel, algún símbolo del que no sepáis su procedencia?


Sabrina miró a los lados, le parecía confuso. ¿A quien más estaba hablando? Ahí sólo estaba ella... no entendía por qué le hablaba en plural.

- No lo creo porque ni yo sé dónde está él. - No sabía nada de su padre hacía años- La que se va a preocupar es mi querida tía, y a la vez madrastra, y su cariñoso esposo y padrastro mio- repuso con una falsa sonrisa- ¿Me habéis drogado? ¿Es esto un secuestro? Por que si es un secuestro, os recomiendo atarme y esas cosas antes, para que no me escape.- estaba bromeando, lógicamente.- Recuerdo algo sí... pero me gustaría hablar con quien me recogió, para completar detalles.

Dos veces había escuchado esa palabra, y empezaba a sospechar algo.

- Mire, mire, creo que ya entiendo lo que está pasando.- todo empezaba a tener sentido. Sabrina rió.- Si usáis esa palabra, "semidioses" para hablar de los "locos", he de deciros que yo no estoy chalada. - esto le traía recuerdos terribles del pasado.- Mire, yo no sé lo que pasó después del accidente, ni lo que pude hacer o decir después, pero si me han traído a este "Campamento" - o Sanatorio mental- ha sido por error, no estoy pirada, doctor.

Le extrañó terriblemente que le dijera lo de la marca, porque sí tenía una, en la espalda.


- Tranquila, Sabrina. Nadie te está tomando por chalada. Vamos a ir resolviendo tus dudas por partes, seguro que tienes muchas - dijo Quirón juntando las yemas de los dedos - Eres una semidiosa, de eso no hay duda, porque nadie que no lo sea puede entrar aquí. Lo puedes creer o no, pero no puedes negar lo que eres. Tus padres, uno de ellos, es un dios. Por eso estás aquí. ¿Has visto algún monstruo últimamente? - no necesitaba oír la respuesta para saberlo. Le bastaba con lo que había escuchado cuando se despertó - Te persiguen porque dejas un rastro muy apetitoso. Monstruos mitológicos, sí, esos que dicen que solo existen en los cuentos. Persiguen a los semidioses a lo largo de toda su vida. Muchos mueren a causa de ello y otros, si mejoran sus capacidades para la supervivencia, pueden vivir una vida medianamente aceptable.

Tomó aire, sabiendo lo deprimente que debía sonar aquella última declaración para un adolescente.

- Vosotros, los semidioses, habéis adquirido una serie de capacidades de vuestros padres, que os serán bastante útiles y marcarán la diferencia entre vivir y morir. Por eso te preguntaba lo de la marca. El progenitor divino reconoce con ella a sus hijos y les ofrece su protección. No siempre lo hacen; hay veces que se olvidan o se avergüenzan de lo que han engendrado.

El hombre volvió a mover la silla de manera automática. Parecía acostumbrado a dar aquel discurso todos los días.

- No tienes por qué quedarte si no quieres, Sabrina, pero te aseguro que éste es el único sitio que encontrarás libre de monstruos. No tenemos ni idea de quién te ha traído, no hemos sido nosotros, pero ya que estás aquí, podemos cuidarte y enseñarte una serie de habilidades, potenciar las que ya tienes e instruirte sobre lo que eres y lo que te deparará el futuro.


Sabrina arqueó una ceja. Por primera vez en su vida no sabía qué contestar.

- Mire- se podía saber cuando se estaba poniendo realmente nerviosa por la cantidad de "mire" y "A ver" que dijera.- yo dejé hace mucho tiempo de tratar con loqueros, estoy curada, ya no veo monstruos. Suficiente tengo ya con vivir rodeada de miserables seres humanos.- Sabrina cerró los ojos cansada.
>> A ver, usted qué diría si yo le digo que es el hijo de Elvis Presley, el cual si que era un dios, y que sus fans le persiguen como locas porque se lo quieren comer.- se le olvidaba algo- Ah, y que si no entrena la guitarra puede que le maten- Sabrina sonrió- No tiene sentido ¿Verdad?. Si mis papis dioses me hubieran querido proteger estarían conmigo, y yo ni estaría aquí, ni estaría viviendo con mi tía Sam.

Sabrina sacó sus piernas de la cama.

- Así que tomo nota de su palabra - Sabrina empezó a buscar sus zapatos de tacón. No los tuvo que buscar mucho, estaban al pie de su cama en una silla de madera junto a su ropa.- Y lo dicho, muchas gracias por curarme y vuestra hospitalidad, pero creo que aquí acaba nuestra entrevista.- Sabrina cogió la ropa y los tacones- si me permite me gustaría cambiarme entre estas preciosas cortinas de la cama. Ha sido un placer, doctor Quirón.- dijo cerrando el dosel delante de la cara de Quirón.


- Si cada dios se hiciera cargo de sus hijos, el mundo sería un caos. ¿Quién gobernaría los mares? ¿Quién cuidaría que el amor no se extinguiera como los dodos? Las familias quitan mucho tiempo. - se encogió de hombros - Eso dijo Zeus cuando impuso la ley de que los dioses no podrían cuidar a sus hijos mortales. Y aun así, hay padres y madres divinos que se la suelen saltar dos o tres veces al año pero los reyes del Olimpo hacen la vista gorda para evitarse mayores complicaciones.

Ante la mención de Presley, Quirón soltó una grata carcajada. De nuevo, las arrugas de su rostro se marcaron y le dieron una apariencia antiquísima y a la vez, poderosa.

- Elvis Presley no era un dios, pero era hijo de Apolo, lo que le coloca en tu misma categoría. Estuvo un año por aquí, ha dejado marcada la que fuera su cama con un mondadientes. Podrías verlo tu misma si pudieras entrar a la cabaña siete pero como aun no sabemos quien es tu madre o tu padre divino, mejor no correremos ese riesgo.

Suspiró ante la determinación de Sabrina. Había jugado a no tener que hacer ese numerito pero al final todos los nuevos querían pruebas. Normal, si vives durante trece o catorce años creyendo que eres el único que ves esas monstruosidades, terminas por concienciarte de que eso equivale a la locura y es mejor ocultarlo.

- Veo que lo tiene bastante claro, señorita Maller. Permítame que le acompañe hasta la salida.

Hizo girar la silla de ruedas a la salida y la esperó fuera. Cuando salió, Quirón no estaba en la silla, sino mirándola desde una altura elevada. Ahora Sabrina le llegaba con dificultad a la cintura, de la que partía el cuerpo de un caballo pardo.

- Yo no soy un monstruo, aunque algunos me consideren como tal, pero tal vez mi verdadera apariencia te ayude a tomar la decisión más sensata. - dijo el centauro - ¿Estas segura de que quieres irte? Es posible que no vuelvas a tener mejor suerte.


- Pues me parece genial y estupendo, pero si lo tienes, lo cuidas, y si no, no lo tengas. Eso es lo que me decía mi tía de los perros, y es en lo único que le doy la razón. - Zeus, dioses, Olimpo... ese hombre no paraba

Sabrina desechó la idea de ponerse la blusa, estaba igual de rajada que sus brazos. Era su favorita, suspiró y se puso los shorts, que parecían no estar cortados, sin embargo sus piernas sí.

- Eh, eh, eh- le dijo en tono amenazante mientras se ponía los tacones.- Cuidado a ver qué dices de Elvis.- Sabrina puso cara de incredulidad.- Ya claro...- eso no era nada más que un cebo, y ella no era un pescado. No se había tragado lo de que era una semidiosa, ni que aquello era un campamento, tan solo porque veía monstruos, pues no. Los monstruos no existían, y no la encerrarían en ese manicomio ni en ningún otro, no otra vez.

Sabrina sonrió satisfecha cuando le dijo que le acompañara a la salida.

Ambos salieron de la supuesta enfermería y comprobó lo grande y lujosa que podía ser.

Sin muchos más miramientos llegaron a la entrada y salida principal.

- ¡¿Pero qué cojo...?!- Sabrina retrocedió y casi cae al suelo.- nes... ¿Un centrípetro? - sabía que no era esa la palabra, pero por el susto es la única que se le podía acercar.- ¿Qué no eres un monstruo?, entonces yo soy Dita Von Teese, y no me digas que es hija de Afrodita.- Era una de las pocas diosas que conocía, y si lo hacía, era por la discoteca con su nombre.- Ah... son las drogas esas que me habéis metido...- pero parecía muy real todo. Sabrina lo miró con suspicacia.- ¿Puedo... tocar?- dijo mirando con descaro sus cuartos traseros.

- ¡Ah! Los mortales os creéis cualquier cosa con tal de no creer, ¡qué graciosa paradoja! - sonrió Quirón. - Puedes tocar, sí, pero cuidado con las crines de la cola. Son bastante sensibles.

Siguió con la mirada lo que ella hacía sin perder la sonrisa. Un par de chicos que iban hacia la enfermería, se quedaron sorprendidos al ver al centauro plantado en mitad de la puerta, aunque saludaron y buscaron una entrada alternativa.

- Mmm, Sabrina, si no te importa, es mejor que sigamos nuestra conversación en otro lugar. Aquí estamos obstruyendo la entrada. - Quirón esperó a que la chica le siguiera. - No es por pecar de modesto, pero aunque a mí no me importe que me llamen monstruo, hay híbridos que sí les molesta y te pueden hacer daño si les ofendes. Es mejor que llames a las cosas por su nombre. Yo soy un centauro, si tienes la oportunidad de encontrarte con un tipo con cien manos es mejor que le llames hecatónquiro y a los de un solo ojo les llames cíclopes. Aunque bueno, sobre esos últimos, casi mejor que no les trates y salgas corriendo. Tienen mucha facilidad para dar con el garrote.

Sabrina con una sonrisa e ignorando a las demás personas le pegó un pellizco bien fuerte, seguramente con el lomo y la piel curtida tampoco lo iba sentir mucho.

- Lo siento, tenía que comprobar si era real y no una ilusión.- le dijo al ver que vibraba la zona que le había pellizcado, no sería más molesto que un mordisco de mosca. La conclusión que sacó era que parecía real.

Llevaba años intentando sacar a los monstruos de su vida, ella quería ser normal, pero los monstruos nunca la dejarían en paz. ¿Sería cierto lo que decía aquel c... Centauro?!, (Sabía que era eso).

Sabrina se mordió el labio inferior y siguió al centauro, más bien inconscientemente por estar pensando en qué hacer.

- De ser cierto, ¡oh!, me gustaría saber qué paso con Jhon.- Era una arpía, había sido una arpía, ella lo sabía bien, porque ella ya las había visto antes.- ¿Habría alguna forma de...? - Jhon... pobre.- De ser cierto... mi única condición para quedarme es ver la cama de Elvis..- Sabrina empezó a ser menos incrédula, nada en ese campamento parecía normal, y lo menos normal de allí era ella.

- Jhon... - repitió Quirón pensativo - Necesitaremos una dirección y una pareja de sátiros se acercarán para averiguar qué ha pasado. En cuanto a lo de la cama de Elvis... Dean te la enseñará. Creo que si no me equivoco duerme en ella. Pero tendréis que hacerle una ofrenda a Apolo antes y comprobar que os da permiso. Los dioses se ponen nerviosos con las visitas ajenas. Ven, te llevaré a la entrada principal para que te den una camiseta del Campamento. Estarás mejor que con esa blusa de hospital. Allí esperarás a Dean.

Y echó a andar, por delante de Sabrina. Durante el trayecto no estuvo muy conversador. Solo saludaba a los campistas con los que se encontraba. Les llamaba por su nombre o asentía y respondía a lo que le decían. Todos le trataban con evidente respeto y parecían admirarle, como si fuera una estrella del rock o algo parecido. Quirón saludó a un par de hermanos que se divertían haciendo bailar a las flores con una flauta dulce en el jardín.

- ¿Sabéis donde está Dean? - dijo después - La señorita Maller quiere ver la cama de Elvis.

Los hermanos se miraron y sonrieron. Uno de ellos fue a buscar al jefe de su cabaña mientras el otro seguía con su actividad lúdica.

- No me negaste que tuvieras una marca de origen desconocido - dijo el centauro a Sabrina cuando volvieron a quedarse solos - Me da la impresión de que ya lo sabías, aunque posiblemente no entiendas qué significa. Si vas a quedarte, y aun no lo doy por hecho, tienes que saber que esa marca determina la cabaña en la que te alojarás. Es curioso, los dioses no suelen reconocer a sus hijos antes de que pisen el Campamento Mestizo. Algunos lo hacen, es cierto, pero entonces sus hijos están al corriente de que sus progenitores son divinos. ¡Ah, ahí viene Dean!

El chico del que había hablado Quirón era muy moreno y menudo y traía una sonrisa de oreja a oreja. ¿En aquel lugar todo el mundo estaba extrañamente contento? Venga ya, se tenían que chutar algo.
Dean saludó a Quirón y miró con interés a la chica. El centauro le explicó para qué le requería y el moreno tomó al instante el relevo.
Primero se encaminaron a la lavandería para que le prestaran una camiseta del Campamento.

- ¿Un encuentro monstruoso? - dijo a raíz de las heridas de las piernas - Tengo entendido que ya has visitado la enfermería. Casi siempre es el primer lugar que solemos conocer cuando somos nuevos. Recuerdo cuando entré por primera vez en mi cabaña. Entonces la cama de Elvis pertenecía a Lissandra. Nos metió el bulo de que cuando dormías en ella, el propio Elvis te visitaba y te sugería canciones. - miró a su interlocutor por el rabillo del ojo y sonrió - No, no es cierto y, la verdad, mal que me pese, la cama de Elvis no es tan fascinante como uno podría creer. Pero bueno, fue su cama por lo que dicen las marcas y, queda constancia de que no pertenecía a ningún otro Elvis, por las fotos de la Sala de Recuerdos de la Casa Grande. Es él, no hay duda.

Dean parecía fácil de tratar. Siempre sonriente, alegre e inspirando confianza.

Sabrina no había dicho que se iba a quedar.

- ¿Sátiros?- Sabrina ya de poco se extrañaba.- Es igual, no quiero saberlo, el sitio es el Juicy Juices en la calle Salisbury Street esquina David Street, New Bedford.- Claro que tampoco ella sabía a qué distancia estaba ese campamento de su casa.- ¿Ofrenda?, como no le guste las camisetas con esquirlas de cristal dudo que pueda darle nada, todo está en mi casa... por si no lo recuerda, he aparecido en la enfermería con cristales por todos lados. En fin, si van a mi casa a ver cómo están mis tíos me quedaría más tranquila... en mi carné de biblioteca viene su dirección- para ella ya pocas cosas tenían sentido en su vida. Resignada al ver que empezaba a caminar lo siguió.

Fueron muy callados todo el camino, y a Sabrina le comenzaron a entrar ganas de potar. Todo era muy alegre, aquello parecía Disneyland. ¿Sería producto de la Ambrosía? Sabrina empezó a acumular puntos negativos para quedarse en este antro. Cada cabaña era más ostentosa o extraña que la anterior, por no hablar de los jardines.

El centauro llamó a al jefe de la cabaña y siguió con la charla.

- No- dijo- pero tampoco lo afirmé.- En realidad un poco sí estaba dando por sentado el que ella se iba a quedar, la estaba llevando a ver la cama de Elvis, y ella todavía no había dicho que sí- Sí, tengo uno, en la espalda - dijo Sabrina - La verdad que no sé que significado tiene, pero sí tiene mucha importancia para mí...- La marca apareció cuando perdió la pista a su padre y consiguió que la sacaran del manicomio.- A partir de ella me ido tatuando cada cosa relevante en mi vida, y bueno, otros tatuajes están por gusto, como la geisha- dijo enseñándole el brazo derecho- Yo no sabía que....- Sabrina se calló cuando llamó al otro muchacho y dejó de prestarle atención.

¿Los hacían a todos pequeños ahí, o simplemente encogían?, Sabrina pensó eso al ver al tal Dean

Sabrina estaba cansada de ver tantas sonrisas, ya le empezaban a doler a ella los carrillos y eso que no había sonreído en un buen rato. Compuso una mueca de aburrimiento cuando el chico la miraba, y aún más aburrida cuando el centauro le contaba su movida.

Llegaron a la lavandería. Genial, ropa de segunda mano.

- ¿Tenéis una roja? - fue la única sonrisa sincera que le hizo a la chica que estaba allí con la ropa.- No, mejor XL- pensaba hacerse un vestido y quitarle las mangas.- Gracias.

Sin prestar mucha atención al chico se quitó la blusa. Si antes no lo hizo delante del centauro era porque no llevaba su sujetador y no quería enseñarle los pechos al doctor Quirón, ahora ya que lo tenía puesto no había nada que temer.

Aún así Sabrina se dio la vuelta y le dio la espalda. Al quitarse la blusa del hospital mostró momentáneamente al chico un círculo que tenía dentro una K, era su marca, la cual le apareció extrañamente a raíz de salir de aquel manicomio.

Sabrina no se dio cuenta hasta que se puso la camisa que le quedaba bastante grande.

- Em, sí, una arpía, o eso creo. Pero no sé que pasó.- Cuando oyó de nuevo lo de Elvis miró directamente a los ojos al chico- Seguro que es igual de fascinante que él...¡Fotos?!- parecía un poco fan histérica, pero es que se trataba del grande!- ¡Oye! Apuesto lo que quieras que está vivo y coleando disfrutando de la vida.- Estaba segura de que era mentira lo de su muerte, estaba segura de que vivía.

Si no fuera por la permanente sonrisa del chico, Sabrina le podría encontrar algo de atractivo.

Dean empezó a tararear una vieja canción de campamento mientras la chica se cambiaba de espaldas a él.

- Dicen lo mismo de Michael Jackson pero si es verdad, se han tenido que hacer una cirugía estética del carajo porque nadie les ha vuelto a ver. Si les ven pasa como los OVNIs y el monstruo escocés ese, que no hay pruebas o son de dudosa procedencia. Vamos primero a hacerle una ofrenda a mi padre para que te deje entrar. - dijo saliendo de la lavandería - Oye, ¿ya sabes quién es tu padre o madre divino? Seguro que estás harta de que te lo pregunten. Yo supe que mi padre era Apolo una semana después de llegar. Te dan un don, ¿sabes? Yo puedo imitar cualquier voz, como los cíclopes. ¿Quieres que te lo enseñe? Pero solo de las voces que he escuchado. Esos gigantones de un solo ojo pueden imitar cualquier cosa siempre y cuando sepan quién es la persona que más te importa.


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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:04 am


3. Elvis.




Las cabañas estaban cerca. Dean se acercó a la que tenía el número siete. Se reconocía porque era la única que tenía un coro de niños cantando canciones en el porche mientras una chica mayor tocaba la guitarra.
Dean les saludó y anunció que Sabrina venía a ver la cama de Elvis. Los niños se contagiaron del entusiasmo y empezaron a hablar sobre el viejo Elvis pero la chica miró primero a Sabrina y luego a Dean con el rostro ceñudo. No tenía intención de ocultar el disgusto.

- Los chicos de fuera no pueden entrar, Dean, ya lo sabes. - rasgaba las cuerdas de la guitarra de forma aleatoria, arrancando curiosos sonidos.

- Por eso vamos a hacerle una ofrenda a Padre.

- Padre no está ahora para ofrendas - respondió la chica.

Sabrina se fijó en que la muchacha era mucho mayor que el chico. De hecho, se veía bastante mayor que todos los campistas con los que se había encontrado. Llevaba el cabello castaño recogido en una coleta y sus ojos marrones eran claramente hostiles.

- ¿Y eso cómo lo sabes?

- No puede entrar, Dean. - insistió la otra.

- Eso lo decido yo.

- Eso lo decide Apolo.

- ¿Acaso has sufrido una profecía al respecto?

- Puedo profetizar que no es bienvenida. - dijo mordaz - ¿Es que estás ciego? ¿Te has fijado bien en ella? Apesta a discordia. Nadie de esas características debe cruzar el umbral.

- Nosotros no somos prejuiciosos, Lisa. No es mi problema cómo sea ella. Quiere ver la cama de Elvis y si Apolo se lo permite, la verá.

- Estás cometiendo una equivocación mayúscula, pero bueno, allá tú.

La chica se cansó de la discusión y se alejó de allí con la guitarra al hombro. El resto de niños del coro le siguieron. Cuando pasaron cerca de Sabrina, le miraron sin disimular su curiosidad. Algunos hicieron cuchicheos al pasar sobre lo que su compañera había dicho antes, otros saludaron con cordialidad.

- Disculpa a Lisa - dijo Dean a Sabrina cuando todos se hubieron alejado y solo quedaban ellos dos - A veces es demasiado estricta pero es buena compañera.


- Vaya - dijo con desgana. <<O como mis padres, de los cuales no tengo pruebas o son de dudosa procedencia>> añadió ella en su cabeza.- No, no sé quien es.- dijo.- y tampoco sé si quiero saberlo.- Sabrina se le quedó mirando con el cejo levantado. ¿Un don? ¿Tenía ella un don?- ¿Como los loros?- El chico podía imitar voces como los loros.- me muero de ganas de que me lo enseñes.- en realidad no.

Al ver a todos esos chicos reunidos al rededor de la chica de la guitarra Sabrina pensó en el coro de cristianos de su colegio, aquellos freaks que cantaban canciones de Jesús y presumían de su falsa castidad ante todo el mundo.

Sabrina empezó a sentir algo parecido a la felicidad en cuanto vio en la que parecía la cabecilla del grupo el rechazo reflejado en su cara.

Y se sintió aún mejor cuando empezaron a discutir por su culpa. Parecía que la chica se la quería subir a la chepa.

- En realidad apesto a hospital.- dijo con ua leve sonrisa. Sabrina tenía más ganas de ver la cama que antes, mucho más, aunque tan solo fuera una cama. Odiaba que le dijeran donde sí y dónde no podía entrar.

Sabrina contempló como se alejaba, y estaba feliz, por fin en todo el rato que había pasado allí había visto algo entretenido.

- Oh, no, no hay nada de qué disculparse- <<Al contrario>>- ha sido un placer conocerla.




Dean indicó a Sabrina que esperara en el dintel de la puerta mientras él hacía la ofrenda a su padre. Allí no había altar, pero el chico colocó un ramillete de flores sobre un cuenco a los pies del ciprés de mármol sobre el que la estatua de Apolo descansaba. Después entonó algo parecido a una oración en un idioma que obviamente no era inglés y, sin embargo, Sabrina entendió a la perfección.

¡Oh, dios del Sol, acepta mi ofrenda!
Tú que puedes ver a través de las sombras
que eres guía para los hombres
dame tu beneplácito.
Que en tu clarividencia
quede constancia
de que no reniegas del oprimido
ni marginas al forastero.
Que sea verdad que desde Éfeso,
Delos, Delfos y hasta Olimpia
igual que tus hazañas se cantan,
sea tu bondad magnánima.


Tras esto prendió fuego al cuenco. La cabaña se inundó de un denso humo blanco y el aire quedó impregnado del aroma de la lavanda y el romero ligeramente quemados. Cinco minutos después, Dean salió de la cabaña con el cuenco en las manos y se lo enseñó a Sabrina.

- He aquí la señal. - las plantas aromáticas habían quedado reducidas a cenizas negruzcas - Apolo da su aprobación. Puedes entrar, pero tápate un poco la nariz para que no te haga daño el humo.

Era el problema de quemar cosas en una cabaña con poca ventilación, que había peligro de asfixia. A Dean no parecía molestarle mucho o es que ya estaba acostumbrado. Tiró las cenizas al césped y volvió a entrar. Después se encaminó al fondo de la cabaña, pasando al lado de literas y un mural artístico que no distaba mucho de las obras de arte que se colgaban en un museo.

- Aquí tienes, la cama de Elvis. Si te fijas bien, hay dos inscripciones. Una aquí - señaló un extremo del cabecero de la cama - y otra más abajo, con su nombre completo. Pero para ver esta última tendrás que agacharte, porque queda justo debajo del colchón, en el bordillo de la pared. Tendrás que utilizar una linterna, ten.

Mientras la chica miraba, el chico se puso a cantar en voz baja "Anyplace Is Paradise".


Sabrina se quedó en la entrada. Miró lo que estaba haciendo y flipó con la parrafada que acababa de soltar que misteriosamente había comprendido.

- Genial- dijo cuando el chico trajo el cuenco humeante.- esperemos que no me coloque.- aquel olor le recordaba a iglesia. Sabrina se tapó la boca y la nariz con ambas manos.

Aquel sitio rezumaba arte mirases a donde mirases, había cuadros dentro de cuadros, y cuadros en paredes que ya estaban pintadas.

El chico le condujo por toda la cabaña, si es que se le podía llamar así, hasta llegar a las literas del final.

Sabrina descubrió lo que pensaba, era una cama como cualquier otra, salvando las marcas que decían haber pertenecido a Elvis. Pero para ella tenía otro significado, había supuesto entrar en un sito al que le habían dicho que no podía pasar... y lo había hecho.

- Sí, está claro...- Dijo Sabrina mientras le escuchaba.- Mi paraíso está en el Juicy Juices- Sabrina se levantó al comprobar la segunda marca.- Muchas gracias, ya he visto lo que quería ver...- dijo mirando al chico- ha sido un interesante paseo, pero me temo que tengo que ir a ver al Doc Quirón, a ver qué ha pasado con Jhon- Sabrina se encaminó a la salida.- Por cierto, cantas guay, pero ni de lejos como Elvis.


- Si hubiera conocido a Elvis en persona, supongo que podría imitarle mejor. No es lo mismo solo con escucharle a través de grabaciones. - se sentó sobre la cama que acababa de enseñarle en alguna postura que probablemente fuera de yoga - No sé quién es ese Jhon pero, buena suerte. Lo siento por tu bar, desde luego que debía ser bonito antes de la catástrofe. Pero tienes buen gusto por el diseño, creo que sabrás darle un toque aun mejor si lo intentas.

Y se unió al silencio de la cabaña después de emular otra de sus deslumbrantes sonrisas.

Sabrina se encogió de hombros.

- Confío en que tan sólo esté los ventanales rotos, el JJ tiene un estilo propio y mola.- Sabrina no confiaba en su diseño, pero sí en su buen gusto.- espero que el tío Ted no me eche mucho la peta por faltar al curro...

Y dicho esto, alzó la mano y a modo de despedida levantó los dedos como diciendo <<Paz>> y salió de lo que llamaban cabaña de Apolo. Este gesto quedaba a matacaballo entre un <<Que te den>> y un paz, ya que Sabrina había entrenado para levantar levemente aún más el dedo corazón, una minúscula parte, de tal forma que; si eras mal pensado, sabías que te estaba diciendo <<Que te den>>, sin embargo, si era al contrario, era un <<Paz>> normal y corriente. Una sutileza de la que ella sí se daría cuenta.

Sabrina oprimió sus instintos de rascarse la pierna, las costrillas de los cortes aún estaban, y si se rascaba, las levantaría y sangraría.
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:08 am


4. Camino de Cabras.




Volvió al "Loquero" como ella lo llamaba o La Casa Grande, como la conocían los campistas, en busca del Doc Quirón.

Estimó oportuno no acercarse a unas chicas risueñas de rosadas mejillas y tiernos labios rosos cual carmín por miedo a enzarzarse en una pelea, ya que la estaban mirando, y eso no le molaba. Optó por preguntar a un chico que estaba de espaldas.

El chico se dio la vuelta, y Sabrina se sorprendió. Era el mismo chico que le había atendido en la supuesta enfermería, el chico de ojos azules y de pelo negro... el demasiado bajito para su gusto. Por más que quería no conseguía recordar su nombre...

- Hola - dijo Sabrina- ¿Ya has acabado tu turno?- La verdad que no le interesaba lo más mínimo.- He venido a ver al Doctor Quirón Centauro- añadió.- Vengo a ver si saben algo de Jhon.- <<Y del JJ>>.

Cuando Sabrina volvió a la Casa Grande, creía encontrarse ante Angus, el chico que le atendió por primera vez. Pero no era Angus quien tenía delante.

- No. Y no sé quién eres ni quién es ese Jhon. Quirón no está ahora aquí, y no, no sé donde está. Si quieres información, pregúntale a un sátiro. Cabaña 22 o perdidos por el bosque buscando ninfas.

Y dicho esto se dio la vuelta, abrió su cabina y empezó a rebuscar entre sus cosas.

- Date prisa, Sammus. - le dijo otra chica que andaba cerca - El de la cabaña doce tiene gastroenteritis y lo está poniendo todo perdido.

- Ya va, ya va. - el tal Sammus dio un portazo a su cabina, que se cerró con un chasquido, y se dirigió a donde lo llamaban pero tenía a Sabrina cerrándole el paso - ¿Te importa? Tengo que tratar a otros campistas...

Sabrina compuso en su boca una perfecta "U", mordiéndose el carrillo para contener su ira. <<Gemelos>> pensó, ese Sammus no era el otro que le había atendido, se mordía el labio porque no le gustaba el tono que estaba empleando con ella.

No le gustaba su modo de hablarle, pero le había dado información que necesitaba. De momento no sabía quién era ella, pero se iba a encargar de que lo supiera.

Se contuvo y con una de sus mejores sonrisas, la de "mira por dónde andas", mezclada con la de "te veo luego" le dejó pasar.

Sus aires, definitivamente eran sus aires de importante lo que no aguantaba.

- Deberías contagiarte de la simpatía de tu hermano- dijo Sabrina- sabe tratar mejor a los enfermos que tú.- dijo Sabrina yéndose aparentando una cojera que no tenía, lo suficientemente como para hacer ver las heridas de su pierna.

Sammus le miró alzando una ceja.

- Eso dicen. - el muchacho la esquivó sin darle demasiada importancia y entró en la enfermería.

Una vez que salió empezó a buscar esa cabaña. <<Sátiros...>> ¿Habría hadas y duendes?, Sabrina no confiaba mucho si sabía en lo que era un sátiro, y menos cómo sería en la realidad... pero no pensaba preguntar a nadie más a no ser que fuera estrictamente necesario.

Tenía su orgullo y no le gustaba que nadie se creyera más importante que ella.

Sabrina se fijó, y aunque al principio observó que no había una numeración numérica, comprobó, para su asombro que había unas letras, que, sin saber muy bien por qué, ella sabía que eran una numeración. Así pues, se vio plantada delante de una cabaña muy extraña que le recordaba a la casita de paja de los tres cerditos.

- ¿Hola? - dijo Sabrina sin llegar al umbral de la cabaña- ¿Quirón?

Curiosamente, en la cabaña 22 se oía el cri-cri de los grillos. Pero aun no era de noche. No parecía que hubiera nadie allí. Hasta que se oyó un sonoro eructo y el canto de los grillos terminó en un grito repentino.

- ¡Eh! ¡Eh! No te calles. No te me mueras ahora. - dijo alguien dentro de la cabaña. - Vamos, que me has salido por treinta dracmas de oro. No puede ser una estafa. No...

A la luz del mediodía salió un hombre, o debiera decirse un medio hombre. La mitad de su cuerpo, de torso para arriba, era la de un varón humano cualquiera, pero de cintura para abajo parecía una cabra. Desde luego era peluda y tenía pezuñas. El híbrido tenía en la mano una jaulita de alambre que sostenía con los dedos índice y pulgar de un extremo. Seguía rezongando y quejándose hasta que se topó con Sabrina.

- ¡Ah! ¡Tú no habrás visto por casualidad a uno de esos malditos niños de Hermes! ¡Les pienso denunciar ante el Consejo! ¡Ya está bien de tanta mala baba! Supuestamente me regalan un grillo que convirtió Circe y que es capaz de cantar por las mañanas. Treinta dracmas. Y ahora mira, muerto. - agitó la jaula donde se encontraba el bicho, inerte - No hay derecho.

Sabrina no se encontró al menor de los tres cerditos, pero casi. Era una cabra medio humana, sí, eran como suponía. Se había confundido de cuento, aquello era la casa de los siete Cabritillos.

Sabrina no se molestó en cambiar su cara de sorpresa, aunque no la pillaba desprevenida, acababa de ver un Centauro... y... bueno, aquellos monstruos... no eran divagaciones de una loca... ni pesadillas... por lo que a ella refería eran verdad... o es que la droga era muy buena allí.

- Nop, no he visto a nadie... una pena- dijo por el grillo.- ¿Y tú no sabrás dónde está el Doc Quirón verdad?.- Fuera un medio cabra, medio cerdo, o medio sirena, Sabrina iba a poner la mayor naturalidad de su parte al tratar con ellos.- Espero noticias sobre un amigo....-

- ¿Buscas a ese ponie? Pues te acompaño. Tal vez él me haga caso. Aunque es demasiado blando con los campistas, me parece a mí. - daba por hecho que la muchacha no sería un pillastre de Hermes, de lo contrario no estaría tomándola por un aliado - Tiene que estar rondando la Casa Grande y si no, en el Lago de las Canoas. Le gusta mirarse su propio reflejo, cual Narciso. O tal vez esté en el Anfiteatro, no sé. Puede estar en cualquier maldito lado de este maldito campamento.

El sátiro, que presentaba una barriga prominente y peluda, cerró la puerta de cañas y miró a su alrededor antes de echar a andar.

- ¿De qué cabaña eres? - preguntó mientras caminaban - Llevas poco aquí, me parece a mí. ¿Cual de mis chicos te trajo aquí? Herbert intuyo que no, que lleva varios días desaparecido. Seguro que está persiguiendo ninfas o cazadoras... Me llamo Fill, por cierto.

Sabrina puso los ojos en blanco, aquello iba a ser un suplicio.... ¿Había en algún sitio dónde no tuvieran que mirar? Se replanteó la idea de decirle que quería ir sola... pero ella no sabía dónde mirar, así que calló. Sabrina era orgullosa pero no tonta.

- Vamos, que no tienes ni idea.- dijo cruzándose de brazos.- No soy de ninguna, ni pienso serlo, llevo aquí el tiempo justo para querer irme - en verdad no sabía cuanto tiempo llevaba, se levantó en la enfermería, no sabía ni a qué fecha estaban- busco al Doc Quirón para que me de una información y poder pirarme.- <<Mi sitio no es este... es el JJ>> pensó- Ninguno de tus chicos me trajo hasta aquí... a no ser que uno de ellos fuera un tal Sammus.- Aquel nombre no se le iba a olvidar.- Coraline, por cierto - dijo sin dudar, ya lo había hecho otras veces. El por qué no dijo su nombre era sencillo, no le gustaba que lo supiera gente que no merecía su confianza, si los otros sabían de él era tan sólo porque lo habían visto en su identificación.

Sabrina comenzó entonces a andar.

- ¿Y bien...? ¿Por dónde empezamos la búsqueda?.- dijo mientras miraba la jaula con el grillo muerto.

- Que no lo sabes, vale, pero que eres de alguna, eso tenlo por seguro. Nadie que no sea de alguna de ellas puede pisar por aquí, ¿sabes? Hasta los sátiros tenemos cabaña ahora. ¡Ja! Antes no apostaban por nosotros, nos llamaban perdedores y tal... ¡y míranos ahora! - dio una vuelta sobre sí mismo, pavoneándose - Ahora hasta los olímpicos nos quieren. Esos pijoteros sabelotodo... A mí no me asustan con sus amenazas de que me caiga un rayo sobre la cabeza.

Parecía que el pronóstico iba a cumplirse porque las nubes empezaron a tornarse más y más negras con cada minuto que pasaba.

- ¿Ves? Ya están con esos malos humos. ¡Relax, chicos, que estáis en el Olimpo!

Se volvió hacia Sabrina entonces.

- ¿Has mirado ya por la Casa Grande? Si es así, no vamos a perder el tiempo buscándole allí. - ella asintió con la cabeza y Fill interpretó que sí había mirado por allí - Vayamos al Lago de las Canoas entonces.

Mientras caminaban se puso a silbar una canción desenfadada hasta que se aburrió y retomó la conversación.

- ¿Y quién es ese novio sobre el que te preocupas tanto? ¿Otro campista?

- Llevo toda la maña oyendo la misma serenata- dijo con desdén al escuchar lo de la cabaña- Me alegro por ti, hermano.- Sabrina contempló a la cabra convertida en un pavo hinchado, no sabía de qué se sentía tan orgulloso.

El cielo se empezó a encapotar, aquel tipo era un pájaro de mal agüero. Genial, lo que le faltaba ahora... lluvia.

- Vengo de allí, me han dicho que no estaba, pero, sinceramente, no me fío de mi fuente de información, no tenía muchas ganas de cooperar, igual en el tiempo que hemos estado aquí, ya haya vuelto.- el hombre aún así decidió que era mejor ir al Lago de las Canoas.

El hombre, bueno, la cabra empezó a silvar, y aquello le molestaba tremendamente a Sabrina.

No pudo reprimir una risa algo seca cuando dijo eso.

- ¿Jhon?- lejos de enfadarse encontró sumamente divertido ese hecho. ¿Ella y Jhon? no, ni en un millón de años- Creo haberte dicho que era un amigo. Si me preocupo tanto es porque creo que me salvó...- <<Y eso si que es importante para mi>>- Lo mínimo que puedo es saber cómo se encuentra... y cómo no lo sé...- dijo Sabrina encogiéndose de hombros- será mejor que tenga mis respuestas, o iré yo mismas a buscarlas.- de una forma u otra iba a hacerlo.

Ya se podía ver la superficie del lago, azul y lisa como una tabla. El sátiro caminaba despreocupado, mirando de reojo a su acompañante. Era una chica extraña y por como olía, no le gustaba en absoluto.

- Me huele a preocupación sentimental - respondió el sátiro, impertérrito. - Las niñas de vuestra edad sois todas iguales. ¡Ah! Mira, el Señor D... - señaló a un hombre tendido sobre una toalla que parecía tomar el sol a orillas del lago.

Fill corrió hacia él, dando saltitos con sus patas de cabra. Ya a su altura, le enseñó la jaula que había llevado hasta allí pero era evidente que aquel hombre le estaba ignorando. Cuando señaló hacia Sabrina, el rubio de vestimenta veraniega, miró en esa dirección. Fill le hizo una seña para que se acercara.

Sabrina notaba que su acompañante se sentía algo incómodo con ella, pero no sabía por qué. A veces pasaba, ya estaba acostumbrada, lo que le indignaba era que ella caminaba con una media cabra-hombre y se lo tomaba con total naturalidad.

- Y a mi me huele a cabra - respondió ácida.- Sí, todas las cabras huelen igual. - Sabrina miró al tal señor D, respantingado en una toalla.- Espero que él sepa dónde esta Doc.- <<Ya me estoy cansando>> pensó.

Sabrina echó la cabeza hacia atrás y resopló. No se había dado cuenta hasta ahora, pero estaba muerta de hambre. Se llevó el brazo a la cintura y la otra mano a la sien y se acercó a la extraña pareja.
El Señor D rara vez tenía cara de buenos amigos, pero tratar con los campistas era lo que le ponía de peor humor. Tenía una melena rubia, los ojos claros y una nariz ligeramente hundida en la punta, como si le hubieran golpeado en un combate de boxeo. La piel se veía bronceada y cuidada aunque disponía de un gusto estrafalario por la vestimenta, con unas bermudas atigradas y una camiseta floral que desentonaban de forma llamativa. Miró a Sabrina de arriba a abajo y algo de ella no le gustó porque no ocultó su desagrado, o es que sencillamente era así de grosero.

- ¿Y bien? ¿Se puede saber para qué me molestáis?

Fill prefirió hablar antes que la chica, pensando que eso tal vez ayudaría.

- Buscamos a Quirón. Tenemos que comentarle un par de cosas.

- Y creéis que soy su secretaria, ¿no? ¿Que le apunto las citas y tomo nota de las peticiones o algo así? - el sátiro palideció - ¿Por quién narices me habéis tomado? ¿Quién está al mando de esto: Quirón o yo? ¿Qué cojones me importa donde esté ese maldito caballo? Id a preguntarle al resto de dioses, a ver si alguno de ellos es su mayordomo.

Hasta el mas idiota podría captar las malas vibraciones de aquel tipo. Sus iris violáceos se habían oscurecido con la interrupción, haciéndole parecer mucho más siniestro de lo que parecía en un principio. Fill tragó saliva, se hizo a un lado y dejó el turno a Sabrina, si es que tenía algo que decir.

¿Hostilidad? Mucho mejor que una sonrisa. Aquel tipo no la miraba bien, pero no era ella la que llevaba una camisa horrenda, y unas zapatillas aún peor. Sabrina le sonrrió de oreja a oreja.

¿Aquel tipo estaba al mando de esta locura...? Eso explicaba muchas cosas.

Notaba furia, y eso a Sabrina le encantaba, era muy intensa, mucho. Se abría quedado ahí, para ver hasta cuanto podía aguantar desquiciando a ese pintoresco Señor D con su sola presencia, pero se había cansado.

- Esto es una pérdida de tiempo - aquel tipo no le servía, no sabía donde estaba el caballo. Sabrina se dio la vuelta y echó a andar hasta la Casa Grande cerrando fuertemente sus puños.

Estaba cansada, tenía hambre y se estaba enfadando, la poca paciencia que tenía se le había acabado.
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:13 am


5. El día de la Marmota.




Sabrina volvió a la Casa Grande con peor humor que antes. Nadie parecía servirle de ayuda y le daba la impresión de que cualquiera que manejara el destino se estaba asegurando de que no pudiera salir de allí, razón de más para que deseara hacerlo.

Era casi la hora de comer cuando alcanzó de nuevo la entrada principal. Muchos campistas hacían cola para entrar al que debía ser el comedor. No había otra entrada, no visible, al menos. Sabrina distinguió a Lisa, la campista de la casa de Apolo, entre la multitud. Ésta parecía no haberle visto aun. También estaban uno de los gemelos pero no estaba muy segura de si aquel sería Angus o Sammus. Aun no era capaz de distinguirlos. Más alejados, había un grupito de tres chicos: uno negro y enorme con una bandana en la cabeza, otro más escuálido y pálido y un tercero alto y de mirada fría y calculadora que debía ser el jefe del grupo. Por lo visto señalaban a un grupito de niños más pequeños que ellos y se reían. Al ver a Sabrina se quedaron quietos un momento, como si intentaran ubicarla dentro de algún grupo que conocían, pero entonces el más pequeño señaló a una niña pecosa que llevaba aparato dental y el trío prorrumpió en carcajadas olvidándose de la nueva.


Estaba perdiendo el tiempo jugando al gato y el ratón, y ese juego ya la estaba consumiendo poco a poco.

Su estómago rugía, y exigía que lo saciasen, ahora. Pero Sabrina estaba lo suficientemente enfadada como para olvidarlo un rato hasta que se pasase su otro tipo de hambre.

Decidió ir a ese sitio, había mucha gente, y, aunque odiaba preguntar y aborrecía las filas, más odiaba no encontrar lo que andaba buscando.

Sabrina persiguió al gemelo, no sabía si era Angus o Sammus, pero lo sabría pronto. ¿Por qué él? Por que con esa tal Lisa no quería ni cruzar una palabra, y más valía un enemigo conocido que uno por conocer. Si era Angus, bien, si era Sammus.... la cosa cambiaba.

- ¿Para qué tanta cola?- dijo tensa desde la espalda de este una vez lo hubo alcanzado. <<Detesto cada segundo esto aún más>> Estar rodeada de tanta gente no le producía ninguna comodidad.

- Vaya, pero si eres la de esta mañana - dijo el chico cuando se volvió hacia el que le hablaba. - Veo que ya tienes fuerzas para moverte por tu cuenta.

Parecía ser Angus, porque su gesto al reconocerla no se veía salpicado de indiferencia.

- ¿Qué tal te encuentras? ¿Ya hablaste con Quirón? Estamos esperando a que abran el comedor. Dentro de unos minutos servirán la comida. ¿Tienes hambre? - algo en la expresión de la muchacha le delataba - ¿Ya sabes en qué mesa te toca sentarte? No tienes pinta de ser de la dieciocho. - parecía más animado que aquella mañana y también se le veía afectuoso con las caras conocidas - A lo mejor me tengo que tragar mis propias palabras pero no creo que llegue a importarme demasiado.

Fuera de la enfermería era hasta risueño, percibió Sabrina, un fuerte contraste con su otro hermano, tan seco y hosco.
Los tres chicos de antes volvían a reírse, todavía más fuerte y con más aspavientos. Angus se volvió a mirarles y negó con la cabeza.

- Ese Pate Nixon es peor que un dolor de muelas. Sigo sin entender por qué los dioses permitieron una cabaña a Eris...

- Estoy hecha toda una campeona.- dijo con desgana.

Por su tono de voz podría dilucidar que no era el hermano impertinente, una lástima, Sabrina tenía ganas de expresar su ira sólo si le daban un buen motivo para hacerlo.

- Sí, pero no hemos acabado de hablar. De hecho, le estoy buscando ahora. Supongo, que al igual que el resto, no tendrás ni puta idea de dónde se encuentra.- Aquel no era Sammus, eso estaba claro. - Tengo hambre, pero no me gusta abusar de la hospitalidad, no quiero sentirme en deuda con nadie más.- Ya tenía suficiente con Jhon.- Si vuelvo a decir un gracias más durante mi estancia en Loquilandia, no sé lo que podría llegar a hacer.

Sabrina notó algo en su interior cuando pronunció ese nombre, y enseguida lo achacó al hambre y su enfado.

- Bien, si no sabes donde está Quirón- dijo Sabrina.- mi tiempo contigo ha finalizado.

Sabrina ignoró al chico y aún más a los tipos que se reían. Por un momento sintió que se desequilibraba, y casi se tropieza con sus tacones cuando emprendió su marcha. La cabeza le latía, y todo su cuerpo le pesaba.

Se alejó lo más que pudo de la gente, y una vez se encontraba alejada del gentío, las fuerzas se le fueron de su lado, dejándola tirada al lado de un banco de piedra.

Acababa de salir de la enfermería, en unas condiciones no muy óptimas, y el hambre no ayudó, se había desmayado.



- Eres una muchacha difícil, ¿eh? - al abrir los ojos vio que Angus volvía a encontrarse a su lado aunque esta vez estaban en la enfermería - No hay forma de que te dejes ayudar.

Sus ojos parecían afectados por aquello o tal vez fuera parte de la actuación de todo enfermero. El muchacho mantenía un paño mojado sobre la frente de Sabrina que volvía a humedecer en un barreño cuando se secaba.

- Lamento decirte que Quirón tuvo que marcharse poco después de hablar contigo. Parece ser que le surgió algo urgente. Pero ha dejado notificación de que cuando los sátiros que envió sepan algo, irán a contártelo. - parecía hablar de carrerilla, habiéndose aprendido la lista a recitar - También añadió que no piensa retenerte contra tu voluntad y que eres libre de irte ya mismo si lo deseas, aunque yo preferiría que lo hicieras cuando estés totalmente recuperada. Dijo que los sátiros sabrán encontrarte donde sea que estés. Eso sí, añadió que tuvieras cuidado. Una arpía no será lo único que se interponga en tu camino.

Otra vez en la enfermería, otra vez se había desmayado, otra vez con el chico ese, aquello parecía el día de la marmota.

- Bueno, es normal que no me guste, no me gusta la amabilidad, y aún menos que me ayuden, siento como que le debo luego un favor, y eso me gusta menos aún.

Sabrina dejó escapar una tímida carcajada, que luego se tornó más sonora.

- Es absurdo, todo es tan absurdo.- Su vida había tomado un cáliz muy raro desde pequeña, pero a partir de lo del JJ ya no tenía nada sentido. Caballos medio hombre, Dioses antiguos, semidioses, cabras, ambrosía.... arpías. Lo mejor de todo era lo se ser hija de una diosa... era completamente ridículo, a quien se lo contases no se lo creía.

- No sé por qué, pero no sientes mucho que me tenga que quedar aquí, ni que Quirón se haya tenido que ir - Aquello parecía una conspiración - Supongo que no me queda más remedio que esperar las noticias ¿no? .- Entre sus planes no entraba desmayarse otra vez. Tampoco quería irse sin hablar con las cabras- Me entristece que no se me ponga impedimentos, de otra forma no hubiera sido nada agradable para quien se pusiera en mi camino.- Sabrina se incorporó en la antigua cama.- Cambiando de tema... - dijo haciendo una pausa dramática.- ¿Se puede saber dónde cojones estamos?

- Yo solo te informo - respondió Angus, algo molesto por tanta bordería - No soy quién para decirte dónde debes estar. Lo más sensato sería quedarse. Para nosotros cualquier sitio es un peligro constante. Solo aquí estamos a salvo. Pero tú eres más un espíritu libre, ¿no? Y yo no soy tu padre ni tu madre. Haz lo que creas conveniente.

Se aseguró de que la frente de la chica siguiera húmeda antes de responder.

- Creí que ya te lo había dicho la primera vez que nos vimos. Estás en la enfermería del Campamento Mestizo. Lo mejor que puedes hacer ahora es hidratarte. Bebe un poco de agua, anda.

El chico echó un vaso de líquido transparente de una botella de vidrio y se lo tendió.

- Que alguien sea amable contigo no significa que le debas nada. La gente es amable porque quiere. Algunos puede que lo sean por interés pero eso es problema suyo. Lamento que pienses así, la verdad.

Sabrina se puso los brazos detrás de la cabeza y suspiró lánguidamente mientras se acomodaba.

- Así me gusta - dijo con una sonrisa.- libre como un pajarillo.- hizo un gesto con una mano, leveteando todos sus dedos.- No te lo tomes a mal, soy así.

El chico le comprobó la temperatura, o algo así, Sabrina no era médica, ella se dejaba hacer. Sabrina observó que el chaval tenía unas manos bonitas.

- ¿Crees que estoy sorda?, pues claro que sé que estamos en el departamento de enfermos mentales de Campi Loqui.- Cerró los ojos y volvió a abrirlos.- Me refiero en dónde se sitúa, en el mapa, si es que no hay algún royo raro de dioses que hace que haya que entrar por el culo de un mono o algo así.- Con ellos no sabías a qué atenerte.

Sabrina cogió el vaso y lo miró con suspicacia.

- Yo no lo lamento- le dijo con total sinceridad - Las personas que son verdaderamente son amables y creen que en principio no tienen pretensión alguna ni interés para contigo, y en verdad sí. O bien quieren ser amables para sentirse bien consigo mismo, o lo hacen para que te lleves una buena sensación de ellas, todo inconscientemente. Sus corazones son tan buenos que piensan que ellos son amables por naturaleza, y eso es la mayor hipocresía - dejó el vaso en la mesilla.- No soy enfermera, Dios me libre - Sabrina sonrió.- pero si me he desmayado es por que no he comido nada y ya siento como mis tripas se están comiendo entre sí.

Si esos sátiros no venían pronto, Sabrina no se iba a quedar quieta postrada esperando noticias.

- Deberías escucharte - repuso Angus terminando de atenderla - Lo tuyo sí que es para que te lo traten. El Campamento se encuentra en Rhode Island y no, no es necesario entrar por el culo de un mono. - le pareció divertido el símil y echó una leve carcajada - La gente tan poco agradable solo consigue que todo vaya a peor gracias a ese comportamiento. Pero aun estás lejos de Pauline Wan o Pate Nixon. Esos sí que son un verdadero dolor de cabeza.

Angus era diferente a su hermano. Mientras que éste hubiera ignorado a la chica y la hubiera tratado sin más, él estaba realmente interesado en averiguar el motivo por el que la chica era tan desagradable. Tal vez no estuviera tan lejos de saberlo.

- Creo que si te diera de comer te sentirías en deuda conmigo y eso no te gustaría, ¿no? ¿Por qué te fuiste del comedor si tenías tanta hambre entonces?

- Vaya, qué decepción.- dijo Sabrina.- Te he hecho reír - Su intención no era divertir.- ¿Rhode Island?- Pero si eso estaba por lo menos a noventa y picos kilómetros. Aquello iba a ser chungo de cojones, sin pasta, y tan lejos de casa - Entonces deberé esforzarme más para ser una jaqueca de cabeza....- Sabrina hizo una pausa.- ¿Qué te pasa con Pate?, parece que estés coladito por él - Sabrina pestañeó un par de veces poniendo carita de enamorada.- ¿Era ese renacuajo que se reía de todos con su cohorte de patanes ?

- Nah...- dijo ayudándose de un gesto de dejadez para remarcar su "Nah"- no te debería un favor... si bien creo conocerte por lo poco que he visto, es más bien una obligación para ti, tu trabajo, o como quieras llamarlo, el cuidar de una pobre enfermita.- tosió dramáticamente para luego ponerse seria.- Me fui por que necesito esa información, como te he dicho, no me gusta devolver favores, y por culpa de uno ya debo muchos otros.- <<Entre ellos que me este aquí>> pero eso no lo dijo, ella no sabía cómo había llegado allí, no lo había pedido, no era de decisión propia, por tanto, no tenía otra elección que estar allí.

- ¡Uy! ¡Te has dado cuenta! Que chica más perspicaz - contestó el otro siguiéndole el juego. - Sí, si no recuerdo mal era el más alto. Pero creo que es más de tu tipo. Te lo presentaría si no me sacara tanto de quicio.

Sabía que le estaba probando, que evidentemente no tenían muchos puntos en común, pero Angus no era tan idiota como para proporcionarle lo que quería. Con una buena dosis de paciencia, rectificó un posible ataque de ira y respondió de forma calmada.

- ¿Mi trabajo? No, no. Yo no trabajo aquí, no me pagan. Solo colaboro. - se cruzó de brazos - Realmente me gustaría ayudarte pero no puedo seguirte el juego. No es que seas rara, simplemente intentas llamar la atención a toda costa. Destacar, solo que de una forma que aparente lo contrario. Y tus justificaciones son muy malas. Lo siento, chica, tendrás que pagarla con otro.

Angus volvió a ponerse en movimiento, buscando otros pacientes a los que atender.

- Si estaba rodeado de renacuajos que se ríen de todo dice mucho de su mentalidad.... sea alto o no- Sabrina le molestó que le dijera lo del tipo de gente que le gustaba.- ¿Y cómo sabes tú cual es mi tipo...? ¿Eh? - dijo apuntándole con el dedo en el pecho.- ¿Y si no quiero conocerlo? Igual me gustan más los de ojos azules.... aunque le falten altura...- Sabrina le miró de arriba a bajo- pero no te preocupes, me gusta más Sammus, tiene más altura y una personalidad más interesante

Por un momento atisbió un gesto de la cara de su hermano, aunque eran hermanos, y gemelos además, sus personalidades eran diferentes, eso estaba claro, pero eso no evitó ver por un instante a Sammus reflejado en la cara de Angus.

- Oh - dijo poniendo una cara de sorpresa y llevándose una mano a la boca.- Ahora me has pillado tú a mi.... No lo puedo remediar, siempre quiero ser el centro de atención en las fiestas.- Estaban jugando a un juego muy peligroso, el de sacar conclusiones sin conocer.- Vete, y habrás reconocido mi victoria.- El chico se fue, una pena, el único entretenimiento de Sabrina se acababa de marchar, tendría que encontrar otro o se aburriría mucho. Si lo que quería el chico era que se quedara para que se recuperase antes, ahora puede que hubiese cambiado de idea.

Miró a los lados y vio la cuerda que colgaba del techo. Sabrina tiró de ella con fuerza.
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Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:16 am


6. La manzana envenenada.




Al sonido de una campana que sonó en un extremo de la habitación le siguió un grito.

- ¡Angus! ¡La quinta cama!

El muchacho ni siquiera se giró.

- Es la de la que se desmayó.

- Pues atiéndela - replicó esa voz.

- Solo quiere molestar un rato.

Se oyeron unos pasos y Sabrina vio por el rabillo del ojo como Sammus se acercaba a su hermano.

- ¿Tengo que hacerlo todo yo? - después caminó en dirección a la cama de la rubia y se plantó delante - ¿Necesitas algo?



Sabrina reprimió una risa cuando oyó a Angus, ciertamente empezaba a calarla.

Y el chico que se acercaba a ella era...... Samus, era Sammus.

- Al menos uno de los dos hermanos tiene cabeza...- Dijo Sabrina refiriéndose claramente a Sammus- me he desmayado por hambre y tu hermano tan sólo me ha dado un vaso de agua... y yo no soy ningún pez. - Ciertamente parecía más alto que Angus.- No estoy deshidratada, estoy desnutrida. - Sabrina se recostó en la cama mirándole directamente a sus azules ojos.


- Hasta los que no son peces tienen que beber. Es bien sabido que si tuvieras problemas tomando agua, te las verías aun peor ingiriendo algo más sólido. Por eso te han dado de beber. Ahora te traerán algo para comer. Te conviene ser paciente.

Esa fue la respuesta de Sammus. Contundente, como era propio en él. Sin florituras o sonrisas. Él no era el hermano que necesitaba demostrar nada. Cumplía con su trabajo y su mayor efectividad estaba en solucionar los problemas prácticos, no los emocionales.

Unos minutos más tarde se acercó otra chica a la cama de Sabrina con una bandeja. Cuando fue a ayudarla para incorporarse, Sammus intervino:

- Déjala. Puede ella sola. - la chica se debatió unos segundos pero siguió la orden de su superior. - Creo que mi hermano ya te ha informado de que los sátiros vendrán cuando tengan respuestas. Si aun estás convaleciente antes de que lleguen, espero que te comportes. Porque si no, no tendré ningún problema en abandonarte fuera del Campamento a tu suerte, ¿entendido?



- Ya, la diferencia es que no tengo problemas gastrointestinales, pero sí hambre.- ¿Qué fuera paciente? ¿Qué fuera paciente? Cuando oyó esa palabra creyó saltar de la cama directamente a su yugular- Creo, creo que estoy dando demasiado de mí. Estoy siendo MUY paciente, tanto, que me voy a atragantar de tanta paciencia.- Sabrina no se lo creía.- me estoy cortando mucho, pero tengo un límite, así que, boca bonita, no me hables de paciencia si no quieres ver a la verdadera Sabrina, la impaciente

Aquel tipo quería fiesta con ella, y Sabrina no rechaza un baile nunca.

Sabrina iba a decirle que no hacía falta que le incorporase, que no estaba paralítica, pero el chico se le adelantó- También tengo una jodida boca para hablar - dijo seca. ¿De qué iba ese tipo? ¿Qué coño se creía?- Estoy en una cama, cansada y hambrienta.- Sabrina se incorporó violentamente.- y tienes mucha suerte por ello- Sabrina le miró directamente a los ojos.- a mi nadie me amenaza, y aún menos me dice como debo o no debo comportarme- su mirada era penetrante, y cargada de ira. Por un instante sus azules ojos se tornaron verdes intensos.- ¿Entendido?

Sammus siguió ahí plantado, impertérrito.

- Muy bien. Come, levántate y sal de aquí. Es lo que quieres, ¿no? ¿Irte? Pues márchate. No queremos a gente que no sabe cómo debe comportarse. Los sátiros te encontrarán. Vamos.

- Yo creo que si está cansada es normal que...

- ¡Monik! ¡Lárgate de aquí! - bufó el otro - Nadie ha pedido tu opinión.

La muchacha se calló de inmediato, dolida y asustada.

- Vamos, Sammus, déjala - se unió su hermano refiriéndose a Sabrina - No es más que otra chica perdida. Siempre están un poco nerviosos al venir, no saben qué pasa, quieren las respuestas demasiado rápido...

- No, Angus. Esto no es así. Se trata de disciplina. ¿No saben cómo comportarse y encima debes tratarles como si les debieras algo? Nosotros no la hemos traído, ni queremos su soberbia barata. Que se vaya por donde ha venido. Este Campamento tiene unas normas. Varios campistas ya me han hablado de sus desaires. ¿Crees que no sé de quién es hija? Solo había que verle su espalda para darse cuenta.

Angus se acercó más a su mellizo para que le escuchara al bajar su voz.

- Precisamente por eso, porque sabemos de quién es hija, tenemos que tener mucho cuidado. También ella tiene que tener cabida aquí. Los dioses así lo quieren...

- Mira, esto no va a ser una nueva Troya. Me niego. Y si alguien tiene que decir basta y mandarla a la mierda, pues se hace y punto.

- Pero...

- ¡Ya basta, Angus! ¿Quieres ser de alguna ayuda? Llévate a Monik de aquí. Yo me quedaré con ella...

- Sammus, te advierto de que...

- Sí, ya lo sé. Pero he tratado con sus hermanos. Sé a qué atenerme. Y no va a tener a nadie más a quién manipular.

Al ver a su hermano tan convencido, Angus se mordió la lengua y siguió a su compañera hacia la salida.
Ahora Sammus y Sabrina estaban solos. El moreno se buscó una silla y se sentó en ella, mirando con atención a la rubia.


Sabrina iba contestarle enfadada, pero vio como perdía los estribos y prefirió contemplar alegre todo.

Cuando acabaron y se quedó a solas con Sammus, Sabrina aplaudió lentamente- B R A V O !- digo llevándose las manos al pecho y mordiéndose el labio inferior.- Qué bonito es el amor fraternal.- Sabrina rió, encantada de ver el espectáculo que acababa de presenciar- ¿Hablas de Soberbia? A ti te sobra por todos lados.- Sabrina frunció una media sonrisa.- ¿Has visto el dolor que le has causado a la pobre Monik con tus palabras?, tu manera de tratar a todos, como si tuvieras más razón que nadie.- Negó con la cabeza.- No eres mejor que yo, Sammus, eres peor, yo no juzgo a la gente antes de conocerla....aunque eso lo hacéis mucho por aquí.- Sabrina cogió la bandeja con total naturalidad.- Si tu hermano tiene razón, ¿Quién eres tú para cuestionar los designios de los Dioses?.- Sabrina se introdujo una cucharada del puré que había en su plato.- No está mal.- Aquello era más divertido de lo que esperaba.- Bueno, si quieres te doy una foto mía, te durará más.- le dijo al ver que se ponía a mirarla tan fijamente.

Parecía otra Sabrina, más contenta y alegre que la de hace dos segundos, cuando estaba tan enfadada por culpa de Sammus.

- No voy a darte más explicaciones de las necesarias, hija de Eris. Sé cómo soy y sé de qué padezco. A veces hay que ser un autócrata con personas como vosotros, no queda otro remedio. Pero no te equivoques, probablemente hayas provocado tú más que yo. Es tu aura la que nos desquicia. La prueba de ello es como nos manejas, como si fuéramos tus marionetas. Por eso no te queremos junto a nosotros. ¿Por qué tendríamos que ocultarlo? Ya que tú juegas con nosotros, podemos dejar claro que no nos interesa jugar contigo ni tratarte. Lo siento, chica, es lo que hay.

Dicho esto volvió a quedarse en silencio, ensimismado viendo como la chica se metía una cucharada tras otra. Si algo tenía claro es que la otra iba a alargar aquella agonía lo máximo que fuera posible.

Aquel chico era muy simple. Aún así tenía entretenimiento gratuito, y le servía para olvidarse de la prisa que tenía por salir de allí.

- Qué bonito, echando las culpas a los demás de tus actos. Yo no he sido la que ha gritado a Monik, yo no he sido quien la ha menospreciado, ¿Se merecía ella tu autocracia?.- Sabrina rió- si quisiera jugar con vosotros no os enteraríais de que lo estoy haciendo.- Sabrina se encogió de hombros.- Una verdadera lástima que esté aquí, y que tengas que tratarme.- Sabrina siguió comiendo.- Si esta es tu justificación de por qué tratarme así, cariño, déjalo. No te escudes en banas afirmaciones, aquí sois algunos un tanto racistas, esa es la verdadera razón de por qué me tratas así. - Sabrina sostuvo entre sus manos una roja manzana - Suponiendo que esa tal Eris sea mi madre, cosa que dudo, ya que ese cuento chino de dioses no me lo trago, no creo que tenga mucho que ver con ella. Como bien has dicho, yo sé cómo soy, y de qué padezco, y soy consecuente con mis actos, no con lo de los demás. - dijo partiendo de cuajo por una perfecta mitad la manzana.- ¿Quieres? - dijo ella. No supo bien qué le impulsó a hacerlo... quizá fuera porque la miraba extraño cuando la tenía en la mano.

- Sí, sí. Ya sé que sois especialistas en darle la vuelta a las tortillas. Me tiene sin cuidado que creas o dejes de creer en dioses. Estás aquí, he visto lo que he visto, y por mucho que quieras negarlo, eres hija de tu puñeterísima madre. Esa que inició la guerra de Troya. Esa que tiene a sus padres peleados por los siglos de los siglos. Esa que cada vez que toca limpieza de cabañas se arma un jaleo de mil pares de demonios. - Sammus negó con la cabeza ante el ofrecimiento y siguió con los brazos cruzados - Me parece perfecto que no creas en ella. Tanto mejor, así puede probar de su propia medicina. Pero eres crispante como tu madre y tus hermanos lo son, ni más ni menos. Igual que yo y mi hermano somos hábiles curando por ser hijos de Asclepio o que un chico de Poseidón sea más rápido nadando que ningún otro. Es así y ya está. Eso no vas a cambiarlo por mucho que te lo niegues a ti misma.

Sabrina resopló mofándose de él.

- ¡Me alegra y sorprende que estemos de acuerdo en algo!- dijo con emoción.- A mi también me importa una puta mierda cada palabra que sueltas por esa boquita de piñón. - Su expresión era inmutable e inexpresiva.- ¿Hermanos? - aquella idea era más ridícula que la de la de su madre.- Supongo que sois también muy cabezotas vosotros, los hijos de Asco qué?....- Sabrina se encogió de hombros y se llevó la manzana a la boca.- De una escala del uno al diez... ¿Cómo de crispante soy?

Sabrina jugó con el rabillo de la manzana en su boca y la sacó en la lengua con un perfecto nudo.

- No el tiempo suficiente como para que merezcas ninguna valoración - dijo Sammus echándose a reír. Cuando paró, después de enjugarse las lágrimas, se explicó - De verdad que no creí que fueras tan ingenua. Supongo que no conté el hecho de que estuvieras tan hambrienta.

Se sacó del bolsillo un botecito de plástico que tenía un líquido incoloro.

- Sí, ese que tu llamas "Asco qué" es el dios de la medicina y los venenos. Adivina qué cosita iba en ese puré - al ver la expresión de incredulidad de la otra, volvió a sonreír - Estate tranquila. No pensaba envenenarte. No somos tan crueles por aquí. Solo dormirás un poco. Al somnífero le quedarán unos minutos. Dos, como mucho. Y luego, como nueva, a seguir molestando fuera de este Campamento. Lo mismo hasta creerás que lo has soñado todo.

Ese no era hijo de Asclepio, ese era un hijo de puta.

- Serás hijo de...- Y Sabrina quedó roque, con un pensamiento rodándole la mente. "Matar a Sammus","Matar a Sammus"


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Mensaje por Sabrina Maller Mar Jun 19, 2012 12:17 am



7. Cabaña número 13.



Amaneció de nuevo para Sabrina. Seguía de nuevo sobre una cama aunque aquello no parecía la enfermería. La habitación era más pequeña y no había tantas camas. Apenas un par de literas y otra cama a su lado de sábanas color salmón y una manta amarilla. En frente, tenía un manzano joven que aun no tocaba el techo, justo en medio de la habitación.
Escuchó voces a su alrededor que indicaban que no estaba sola. Al mirar hacia la puerta entreabierta, tres pares de ojos le observaban. Sus dueños cuchicheaban entre ellos, evidentemente sobre ella.

- ¡Sammus! Hijo de la gran put...- dijo Sabrina encendida por la ira al escuchar unas voces. Sabrina parpadeó, no estaba en la enfermería, estaba rsiendo observada por un trío de personas.- ¿Qué coño pasa ahora, dónde cojones me ha llevado ese joputa de Sammus? ¡ cuando vea a esa rata inmunda....- le iba a dejar bonito.- ¿Queréis una foto? - dijo al ver que la miraban tanto.

Ese sitio parecía una de esas supestas cabañas, salvando que esta parecía más modesta y menos ostentosa que la de Apolo, era más sencilla, con menos camas, y más simple, lo suficiente como para que lo que destacase de ella fuera el manzano y las personas que lo habitaban.

Sabrina se levantó de la cama, para no sentirse tan inútil y se acercó con paso firme hacia sus mirones particulares.
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Mensaje por Omega Sáb Jun 23, 2012 12:56 pm

- ¿Ese ojito azules te la ha liado, eh?

El que había hablado era el chico más alto de los tres, el que se hacía conocer como Pate Nixon. La sonrisa de su boca era desagradable y provocadora. Tampoco su mirada resultaba mucho más cálida.

- Tienes muchos tatuajes - observó Pate - ¿Son para ocultar la marca de mamá o para hacerle homenaje? Pronto descubrirás que a ella le importamos una mierda. Aunque este sitio no está tan mal. Hay mucha gente divertida por aquí.

Volvió a sonreír, de manera más pronunciada. Los otros dos chicos seguían en silencio. El más pequeño de los tres, de rasgos asiáticos, era nervudo y se le veía bastante frágil. Con su mirada inquieta recorría el cuerpo de la muchacha sin ningún tipo de reparo. El otro era un afroamericano bastante corpulento. Vestía un chaleco sin nada debajo y unos vaqueros gastados y mantenía los brazos cruzados, como un buen guardaespaldas. El pelo, trenzado y negro, le caía por la espalda. Pate les señaló a modo de presentación.

- Waldo Chang y Jeremiah Martins. Yo soy Patroclus Nixon. Y tu eres, según tengo entendido, Sabrina Maller. Si dijera que me alegra conocerte, te estaría mintiendo. Esta cabaña no es como el resto y estamos bien orgullosos de ello. Aquí no hay por qué llevarse bien por norma ni decirte estupideces del pelo hermanito o hermanita. Sobra y si eres de ese perfil, sobras aquí. Pero nos da igual, porque si eres hija de Eris tendremos que soportarte. Así que date por bienvenida y todo eso.
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Mensaje por Sabrina Maller Sáb Jun 23, 2012 2:27 pm

- Ese cabrón va a desear no haberme hecho lo que me ha hecho.- Ya tenía un verdadero motivo por el cual quedarse en el campamento: Venganza.

- Me alegro, más a mi favor, a mi me importa un culo ella también. - Sabrina miró al elenco de personajes que tenía delante.- ¡Puff! le da a todo... - les miró detenidamente- tenemos al negro, el chino y los dos caucásicos- Sabrina rió- ¡Qué internacionales!

- A ti te conozco, Angus, o Sammus, uno de los dos dijo que eras insoportable y que no sabía cómo podían permitir una cabaña a Eris.- Sabrina sonrió profundamente con cada palabra que decía.- ¡Qué alivio!- dijo a modo de sarcasmo.- No pensaba llamaros "hermanos"- dijo haciendo unas comillas con los dedos- no pienso trataros como tal, y no me pienso quedar aquí para conoceros.- Sabrina rodeó a Pate y se encaminó a la salida, y antes de salir les dijo al grupo.- Ya sabéis, el roce hace el odio.

Cuanto más tiempo se quedara ahí, más tardaría en tener ganas de irse, el odio a Sammus aumentaba por segundos, y ya había empezado a planear la venganza. Luego estaba el asunto de los sátiros, los cuales aún no habían ido a verla, y eso la escamaba mucho.
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Mensaje por Omega Sáb Jun 23, 2012 7:22 pm

- Será que no es racista, que no se puede decir de otros dioses. - confirmó Pate. - Sí que eres una de los nuestros, ¿eh? Tuve un momento de incredulidad cuando te vi caerte al suelo el otro día pero ya da igual. Dos tercios de este campamento dicen por activa y por pasiva que Eris no es bien recibida. Como si nosotros tuviéramos algo que hacer al respecto. El otro tercio es tan subnormal que no es capaz de asimilarlo. Me es indiferente lo que digan esos idiotas de la enfermería. Ellos no pueden echarme. Nadie puede.

Puso una mueca de burla al oír el último comentario.

- Miradla, se cree graciosa. Adiós, chica bromista. Suerte en tu intento por fastidiar al ojitos bonitos. - se volvió hacia Waldo - ¿Cuánto crees que tardará en darse cuenta de que al ser rubia no tiene nada que hacer?
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Mensaje por Sabrina Maller Sáb Jun 23, 2012 8:44 pm

Sabrina se atusó el pelo y se puso a andar hacia el lago, con la esperanza de estar sola.
Por primera vez en su vida, no sabía qué hacer, odiaba no poder tener el control sobre su vida y tener que esperar a oír algo sobre Jhon, se sentía atrapada, y eso, lejos de enfadarla, la ponía triste, y eso era peor.

Impotente, esa era la palabra, Sabrina se encontraba impotente, estaba en un sito en medio de la nada, no sabía cómo llegar a casa, ese era en esencia el principal motivo por el cual no acababa de irse de allí.

Sabrina suspiró, intentaba autocontrolarse, como había aprendido a hacer, como le habían enseñado.
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Mensaje por Omega Dom Jun 24, 2012 12:00 am

Bajo un árbol cercano al lago un muchacho regordete roncaba a pierna suelta. No había rastro de nadie más y el muchacho no sintió en ningún momento la presencia de la chica.

La brisa de la mañana hacía pequeñas olas sobre la superficie del lago, que reflejaba un cielo azul y limpio. También era visible el fondo, lleno de cantos y algo de vegetación acuática. A Sabrina le pareció ver alguna sombra moverse por ahí abajo pero era tan rápida que no llegaba a verlo bien. ¿Serían peces o algo más?

De pronto, el muchacho pegó un ronquido tan fuerte que del susto unos cuantos pájaros del árbol cercano levantaron el vuelo. Un conjunto de burbujas ascendieron a la superficie y a Sabrina no le cupo ninguna duda de que algo vivo se movía ahí abajo. Sospechaba que fuera lo que fuera aquello, le hacía mucha gracia la situación.
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Mensaje por Sabrina Maller Lun Jun 25, 2012 2:43 pm

Sabrina se quedó a una distancia prudencial del chico que estaba roncando como cien elefantes juntos, y no se acercó al agua, ya que había algo vivo, moviéndose, y no era fan de los peces. Lo suficientemente lejos como para no oír los bramidos del hipopótamo que dormía.

A veces, lo mejor para estar en calma, y no pensar en los problemas, pese a lo que piense la gente es no hacer nada, y a Sabrina eso le funcionaba. Se abstraía con tonterías, <<Qué alto está el césped>>,<< Este pincha menos que el de mi piscina>>, <<Ahí hay una hormiga>><<¡Adiós hormiga!>> <<Ya no hay hormiga>>.

Sabrina se sentó en el césped, cerró los ojos, e intentó apartar el molesto ruido del ser que dormitaba emitiendo sonidos guturales desagradables.
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Mensaje por Omega Mar Jun 26, 2012 12:14 pm

Las cigarras cantaban, el sol pegaba fuerte y la brisa del lago era insuficiente aun para refrescar el ambiente. Sabrina echó de menos la sombra de aquel árbol pero acercarse significaba escuchar aun más cerca los ronquidos de aquella "bestia" así que prefirió dejarlo estar. Al cabo de diez minutos notó la piel empapada por el sudor.
Fue también entonces cuando sintió algo golpear el suelo. Al principio lo consideró fortuito, tal vez una rama del árbol que caía como consecuencia de la gravedad. De ser así, no tuvo la suerte de golpear y espabilar al otro. El golpe se repitió y Sabrina lo notó mas cerca que antes. Tuvo que abrir los ojos para inspeccionar su alrededor. Como antes, nada parecía estar fuera de su sitio. Segundos después, le resultó absolutamente evidente de que algo o alguien estaba jugando con ella. Un nuevo chasquido seguido de un aullido de dolor cortó el ambiente como un cuchillo.
No había ronquidos, ni nadie debajo del árbol. El agua del lago estaba absolutamente quieta.

Cuando volvió a escuchar el grito supo enseguida a quién pertenecía la voz.

- ¡Jhon!

No era su voz quién lo había gritado, sino una tercera persona; alguien que si no era ella se parecía mucho. De pronto sintió como si pudiera verse en tercera persona. Un nuevo grito que no salía de sus labios imprimió de mayor fatalismo la escena y la arpía que había comenzado aquella pesadilla se lanzaba a por ella.
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Mensaje por Sabrina Maller Miér Jun 27, 2012 9:40 pm

Sabrina estaba muy confusa, no sabía que acababa de suceder. De un salto se puso de pie, preparada para darle una patada en las costillas al bicho. Si era la misma zorra que los atacó no iba a salir bien parada, la Arpía, claro está.

Sabrina sintió la ira contenida, empezaban a aflorar todo el odio que tenía dentro y lo concentró en la tensión de su brazo, en su puño. Aquella iba a pagar duro por todo lo que hizo. Iba a ayudarse a sí misma, como si fuera Jhon, de hecho, estaba viendo todo desde su punto de vista.

Corriendo se abalanzó sin pensar en las consecuencias contra el bicho.
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Mensaje por Omega Jue Jun 28, 2012 1:05 pm

Al chocar contra Sabrina, el monstruo se deshizo en un polvo negro, pero los gritos airados siguieron resonando. Dos nuevas sombras surcaron el cielo y se abalanzaron sobre la joven rubia, corriendo la misma suerte final que su hermana. Sabrina seguía sin entender nada pero parecía que, hicieran lo que hicieran, aquellas bestias no le harían daño. ¿Era ella? ¿Tenía ese poder? Un grito diferente le hizo girarse.

- ¡Idiotas! ¡Es una campista! ¡Es una de los nuestros! ¡Salid de aquí!

Las otras arpías que les sobrevolaban obedecieron, no sin antes emitir unos cuantos chillidos molestos. Sabrina siguió buscando quien había dado aquella voz pero allí no había nadie. Cuando las bestias desaparecieron, la misma quietud de antes volvió a impregnarlo todo. El árbol cercano revolvía sus ramas, inquieto, y un par de ramitas se quebraron y cayeron. Así que no había solo algo vivo en el agua...
Lo que escuchó ahora le puso los pelos aun más de punta, si es que eso era posible. La risa de Jhon, una carcajada genuina y agradable, procedía de ese mismo árbol.
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Mensaje por Sabrina Maller Jue Jun 28, 2012 5:07 pm

Drogas, ¿Nuevamente? ¿Esta vez de verdad?¿ Se estaba volviendo loca?

Sabrina ya no sabía qué esperar de ese sitio de locos. Se figuró que el culpable era el manatí durmiente, ya que la risa de Jhon procedía de ahí, así que Sabrina fue corriendo hasta él. Más le valía no ser el culpable o le iba a patear el culo.
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Mensaje por Omega Lun Jul 09, 2012 6:43 pm

La voz de Jhon volvió a resonar aunque aquella vez no era la única que le hablaba. Había muchas otras, todas ellas provenientes del árbol. Sabrina necesitaba acercarse más a él para entender lo que le decían.

- Sabrina Maller, tu búsqueda ha fracasado. Jhon no está aquí y los sátiros no podrán encontrarle. - a Sabrina no pareció sorprenderle que aquel árbol supiera lo que estaba buscando - Ahora mismo cruza el río Estigia junto a Caronte para unirse a las almas desdichadas del Inframundo. Una víctima más de la guerra que libra el Olimpo...

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Mensaje por Sabrina Maller Lun Jul 09, 2012 9:42 pm

Había visto de todo esos últimos días, si es que no llevaba meses incosciente, y lo del árbol parlante se llevaba la palma.

Algo en su interior le decía que no debía acercarse al árbol, y no pensaba hacerlo.
No sabía muy bien, pero por lo que había dicho el árbol, ella entendía que Jhon había muerto. Si aquello era cierto ahora tendría que vengar su muerte, su meta había cambiado completamente. ¿Qué guerra? Otra vez los malditos dioses, estaba ya muy cansada de esas cosas

Muerto o no Jhon, quería saber lo que había pasado, y por que un árbol le dijera cuatro cosas no tenía que confiar en él. ¿Desde cuándo hablan las plantas? Aunque bueno si se preguntaba eso... ¿Desde cuándo hay centauros? ¿Desde cuándo hay dioses? ¿Cómo va a ser ella una semidiosa?.

Sabrina sólo sabía que no sabía nada. Enfurruñada se llevó la mano a la sien y empezó alejarse del árbol, no quería que le entrara dolor de cabeza.
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Omega Vie Jul 13, 2012 10:51 am

Las voces del árbol prorrumpieron en una sonora carcajada cuando Sabrina rectificó el rumbo. Poco a poco fueron desvaneciéndose hasta que solo se oía la risa de una mujer.

- ¿A dónde crees que vas, Sabrina Maller? - dijo la voz cuando terminó de reír - ¿Acaso crees que puedes parar todo esto tu sola? Limita tu orgullo cuando la ocasión lo merezca. Hazte fuerte entre los otros, hazles creer que estás con ellos. Solo así tendrás alguna posibilidad.

El cielo se seguía oscuriendo hasta el punto que ya parecía de nuevo de noche. Las hojas del árbol brillaban en el atardecer. Sabrina se fijó que eran doradas.
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Sabrina Maller Lun Jul 16, 2012 12:41 am

Sabrina se volvió enfadada al árbol ¿Qué se creía ese maldito arbusto parlanchín?.

- ¡Eso me gustaría saber a mi! ¿A dónde cojones voy?- A ningún lado - ¿Sabes qué? Por lo menos sé a qué dos sitios ya no puedo ir por vuestras putas mierdas.- Se sentía algo tonta hablándole a una planta.- ¡A la Realidad y a mi casa! ¡Si es que esos lugares existen de verdad!- Infiltrase entre los demás, hacerse fuerte.- ¿Acaso me queda otra elección? - dijo indignada extendiendo sus brazos violentamente hacia atrás.

No, no le quedaba otra elección, y lo sabía. Por eso mismo estaba tan enfadada.

- ¿Quién coño eres tú? - preguntó intrigada arqueando una ceja.
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[Campamento Mestizo] La Llegada Empty Re: [Campamento Mestizo] La Llegada

Mensaje por Omega Lun Jul 16, 2012 11:22 am

Al menos la voz tuvo la delicadeza de no volver a reír. En su lugar, entonó un quejido lastimero.

- De alguien a otro alguien a quién se lo han arrebatado todo, créeme, ya me gustaría estar ahí arriba haciendo y deshaciendo mis propios entuertos. En su lugar, me paso de sueño en sueño, como quien pide limosna, intentando haceros entender que los dioses no son esas almas compasivas y cariñosas que os venden en las leyendas.

Al árbol parecían haberle surgido dos ojos rojos que la miraban. La chica sentía como esa mirada le traspasaba por completo.

- Siempre hay elección, Sabrina Maller. Tu puedes seguir con los pedazos que te han dejado de tu vida, intentando recomponerla y pasar de todo, puedes luchar al lado de tu madre y los otros dioses, haciéndote creer que te deben algo y te lo pagarán cuando todo termine o, siendo consciente del egoísmo de tus ancestros, buscar la forma de que te lo paguen ya.

El color de las hojas del árbol volvió a cambiar. El dorado volvía a ser un verde primaveral y el cielo volvía a estar despejado. El árbol siguió hablando.

- Quiero que me devuelvan lo que me pertenece. Yo cree todo esto, lo que lleváis pisando vosotros mortales toda vuestra vida. ¿Qué me han dado a cambio? ¡Un sueño eterno! - bramó el árbol. Parecía que el sonido surgía de la raíz y retumbaba por el suelo - Cuando despierte del todo, voy a imponer de nuevo las leyes naturales, esas que tanto miedo provocan en los señores divinos de arriba. ¿Quienes son para regirnos y ordenar lo que debe hacerse? Lo que esté en el Cielo deberá gobernar en el Cielo y la Tierra dejárselo para quién la dio vida. ¡Malditos vástagos de Urano!
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Mensaje por Sabrina Maller Mar Jul 31, 2012 11:36 pm

A Sabrina le dio mala espina desde un principio aquel ser o criatura que desprendía odio y rencor por doquier.
Lo que le incomodaba era el gusto salvaje e incontrolable de odio que le dejaba en la boca. Era superior a ella, y lo notaba. La aparición de unos ojos ficticios que la atravesaban no ayudan en absoluto.

Era cierto, Sabrina haría lo que más le convenía: Mirar por ella.

- Es jodido que te quiten lo que es tuyo, lo siento macho, sé por lo que estás pasando- dijo asintiendo con la cabeza- así que también entenderás que yo también quiera hacer lo mismo.- Sabrina intentó mirar a los ojos del árbol pero no pudo.

No se le olvidaba que ella le había preguntado por su nombre y este no había respondido.- ¿Quién eres? - preguntó nuevamente

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Mensaje por Omega Miér Ago 01, 2012 12:36 am

Parecía ignorar a propósito el darle una respuesta directa. En lugar de eso, le ofrecía otro acertijo.

- Yo di vida a todo esto, Sabrina Maller. Yo lo construí. Tarde o temprano despertaré. Si aun te queda algo por lo que luchar, hazlo a mi lado, demuéstrales a esos diosecillos que jamás han decidido por nosotros. De lo contrario, sufrirás las consecuencias. Aquellos que me den la espalda recibirán algo más que una muerte dolorosa - el árbol no rió pero los ojos rojizos sí. Irradiaban tanta maldad y tanto odio que incluso al más mezquino de los vivos le haría replantearse su villanía - Yo siempre cumplo lo prometido. Pregunta a los tuyos. Yo siempre...

Una voz diferente le llegó desde lejos, interrumpiendo al "árbol".

- ¿Cuántas lágrimas de Hipnos tenía...?

- ... Ellos mataron a tu Jhon. - seguía diciendo aquel ser - Yo te ofrezco la oportunidad de vengarte. Piénsalo, Sabrina Maller. No volverás a tener mejor oportunidad.

Y tras esto, sintió una bofetada en la cara y un calor extraño se apoderó de sus mejillas. Al abrir los ojos de nuevo, Sabrina había regresado a la enfermería. Las mejillas le ardían.

- Así mejor - sentado a un lado de la cara se encontraba uno de los gemelos. - Tuve que abofetearte para que Angus se tranquilizara.

- Se ha pasado un día durmiendo, Sammus - le recriminó su hermano - Echaste demasiado somnífero al puré.

- No iba a morir, cabeza de chorlito. Solo estaba sedada. - Sammus señaló con la cabeza hacia un lado mientras Sabrina se recuperaba de la vuelta a la realidad - Los sátiros ya están aquí y te traen noticias. Imagino que querrás oírlas lo antes posible, ¿no?
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Mensaje por Sabrina Maller Miér Ago 01, 2012 12:53 am

Sabrina se quedó mirando en el infinito a los ojos que le hablaban, aquel odio, su maldad, realmente había demasiada, ella misma sabía que había que tener unos límites, y ese ser no los conocía, no le hacía falta suponer que cumpliría su palabra.

Sabrina iba a hablar, pero en ese mismo instante un dolor y calor repentino punzante en su mejilla le hizo volver a la realidad.

Los ojos propios de Sabrina bien pudieron convertirse en brasas en ese momento cuando recibió la bofetada. <<No, no se ha atrevido a pegarme no lo ha... ¡SAMMUS!>> gritó interiormente. Se encontraba algo aletargada y atontada por el efecto del sedante, lo suficiente como para no partirle la cara a Sammus, aunque las ganas no le faltasen.

Sabrina concentró sus fuerzas para intentar mover el dedo de su pie, dejando que los hermanos se preocuparan un poco intentando articular palabras. ¡Un día entero! En serio se empezaba a preocupar, igual había pasado un año y no se había enterado.

- Sí por supuesto que quiero escuchar - dijo incorporándose y tomando el control de su cuerpo - Después de que te mate - dijo saltando como una tigresa hacia él agarrándole por el cuello de su camiseta del campamento.- Desearás haberte pasado con el somnífero.- La mirada de Sabrina era intensa, y a la vez le recordaba al ser que acababa de ver, sabía que no era un sueño, era real, aquella maldad no era normal, y jamás la sentiría tanto en un sueño. Era furia cargada preparada para saltar.
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