Tentación (3 de Mayo) (+18)

Lo que va a ocurrir en este hilo es ante todo repugnante y, desde luego, no representa a ninguno de los dos jugadores que vamos a escribir aquí. En ningún caso pretendemos hacer apología de lo que aquí se representa y quien lo lea debe hacerlo bajo su propia responsabilidad. Pueden herirse sensibilidades. :

El aeropuerto de Gatwick era el que se encontraba más al sur de todos con los que contaba Londres. Era una selección extraña ya que no era el más cercano a la casa de Goodwin; pero Phill sabía que su compañero no solía hacer las cosas de forma fortuita.
El viaje hasta el aeropuerto debían hacerlo por separado, Goodwin había insistido especialmente en aquel detalle. Algo se traía entre manos...

Justo antes de subir al avión, el fornido hombre tuvo una acalorada discusión con alguien por teléfono. Al parecer se trataba de un tercer "colega" que quería acompañar a Phil y el anfitrión a su viaje por el Caribe. Las negativas de Goodwin fueron cada vez más agresivas hasta que, sin más, Goodwin estrelló el teléfono contra el suelo. Las personas se miraron los unos a los otros, sin comprender el por qué de la reacción del hombre, no obstante eran británicos... no eran famosos por su curiosidad.

Goodwin y Phill subieron al avión con asientos separados y no se dirigieron la palabra hasta tocar tierra. Pero menuda tierra...


Isla Mujeres era el primer destino de tantos. Se encontraba a 13 km de Cancún, punto en el que la particular pareja abandonó su avión. No obstante, ya habían descansado lo suficiente durante el recorrido del avión. Goodwin estaba muy ansioso por comenzar a disfrutar las mieles que México tenía que ofrecerle...

-¿Estás preparado, pichafloja?- comentó mientras se frotaba las manos y miraba a su alrededor. Cada poco tiempo miraba con impaciencia el reloj, al parecer su contacto tardaba demasiado. -Como ese puto espalda mojada me la esté jugando, se va a acordar de mí...- la mirada de Goodwin estaba agitada, sus pupilas dilatadas y su respiración acelerada. Parecía un perro de presa... ERA un perro de presa al que le estaban negando su derecho a cazar.

Isla Mujeres, menudo nombrecito. No sabía que estaba más fuera de lugar, si el cartel que indicaba como habían bautizado aquella paradisíaca tierra y ellos dos. Ya habían sido advertidos en el avión de que las temperaturas en su destino posiblemente doblaban la que habían dejado en Londres. Allí se encontraban los dos, con camisas hawaianas (aún a pesar de lo lejos que quedaba Hawaii), pantalones por encima de las rodillas y sandalías con calcetines. Sudando como cerdos y con un cartel luminoso que brillaba sobre sus cabezas con la palabra "TURISTAS" forjada a fuego.

- Muy bonito, si. - Philip miraba a su alrededor con gesto de sorpresa, aunque algo camuflado por las gafas de sol que llevaba. Se había retorcado la barba por petición de Goodwin, y también llevaba el pelo algo más corto. El irlandés no quería ir por ahí con un tipo que tenía aspecto de no haberse lavado en meses. - Y ese tipo... ¿Te esperaba aquí?

Para su gusto, allí hacía demasiado sol. Llevaba años sin estar tanto tiempo expuesto al sol, y aquel era especialmente candente. Su piel estaba pálida y poco acostumbrada, pero ya llevaba en su equipaje un buen cargamento de protección solar; hacía muchos años, al poco de casarse con Ellie, habían viajado en un crucero por el Mediterráneo. Ya sabía lo que el sol veraniego podía hacer con él.

- Mira, si no va a... - Se quedó mudo, mientras seguía con la mirada el caminar de dos mujeres de piel oscura y brillante, vestidas con algún rollo tribal azteca o vete tú a saber cuál, que recibían a los turistas con sonrisas y, básicamente, se encargaban de decorar un poco todo aquello. Gracias a las gafas de sol no notarían que prácticamente las estaba atravesando con la mirada, aunque su movimiento de cabeza al seguirlas no fue en absoluto disimulado. - ...eh... si no va a aparecer, podemos ir por nuestra cuenta. Si algo se sabe de estos mexicanos es que poco les importa lo que a un "gringo" le pueda pasar. Y eso que nosotros no somos yankees. - Volvió a callarse cuando una de las mujeres habló en voz alta para recibir a otros turistas, parloteando en español. - Y también que tienen un idioma raro de cojones.

Goodwin observaba su alrededor con el gesto de un depredador observando las presas disponibles en su reino. La voz de Phillip resonaba de fondo más aguda y molesta de lo normal. Le dedicó una furtiva mirada que trató disimular como una muestra de atención pero que en realidad era una forma de desahogar su frustración sin ejercer violencia física.

-Claro que podemos irnos nosotros solos; pero me gustaría irme de México sin romperle las piernas a ningún hijo de puta y ambos sabemos que eso es exactamente lo que pasará si ese desgraciado no aparece.- masticaba cada palabra haciendo que sonaran en un tono grave y muy intimidatorio. Phill estaba muy acostumbrado a ese tipo de cosas; aún no entendía cómo Lund continuaba trabajando en el cuerpo... o era muy buen actor o las cosas empeoraban cada vez más en las administraciones públicas. Tras pensarlo unos instantes concluyó que era mucho más probable la segunda opción.

-Vamos hacia aquella palmera.- señaló mientras caminaba hacia el imponente árbol que proporcionaba una placentera protección frente a los rayos del sol. Goodwin sudaba notablemente y su respiración estaba agitada como si acabara de realizar un esfuerzo físico atroz.
-Más vale que tengan aire acondicionado en el tugurio, o me follaré a la chavala dentro de la nevera.- se echó a reír mientras sacaba un cigarrillo del pantalón.

En ese mismo instante, dos chicas con un bañador pasaron conversando a lo que Goodwin atendió congelando su posición y siguiéndolas con la mirada. Las chicas debían tener unos veinte años, la edad perfecta para que su anatomía se expusiera bien desarrollada y desafiante a la tan temida gravedad. El irlandés se apoyó contra la palmera y sonrió ampliamente con el cigarrillo en la comisura.

Las chicas se percataron y lo miraron de reojo a lo que él respondió agarrándose el falo, el cual se intuía claramente bajo la fina tela del pantalón. Las muchachas miraron para otro lado y avanzaron más deprisa.

-¡SÍ! ¡CORRED PAR DE ZORRAS! Sé perfectamente que queréis un buen trozo... como todas.- los gritos iniciales se tornaron en murmullos mientras las chavalas se alejaban.
El cigarrillo volvía a reposar sobre el labio del policía mientras éste buscaba su mechero.

Una mano amiga encendió el cigarrillo por él.


No se fatigue, colega.- dijo el hombre en un inglés muy pobre. -Aquí todas son iguales. Visten ropa escasa y apretada y luego se sorprenden cuando nosotros lo comentamos.

Se hizo el silencio y Goodwin aspiró del cigarrillo para después mirar a Phill y finalmente de nuevo al recién llegado.

-¿SMS?- dijo tajante.

-El mismo.- dijo el hombre sonriendo. Goodwin se incorporó y agarró la boquilla del cigarrillo con tres dedos. - Lamento la tardanza, pero ha habido un par de problemas con el último envío. Por aquí por favor.- dijo el hombre señalando hacia la playa. Pasó entonces junto a Phill y extendió la mano. -Mucho gusto.

Philip intentó no llamar demasiado la atención y hacer como que no veía lo que hacía su compañero. Nunca se le había dado bien tratar con la gente y si precisamente había acabado haciendo lo que hacía a través del ordenador era precisametne por eso. Siempre era más fácil tratar con gente, en este caso con chicas, a través de una pantalla. Luego todo era algo más fácil, pero una cosa no quitaba la otra. Se mantuvo en silencio y fingiendo mirar algo importante en el móvil, mientras escuchaba al irlandés berrear cosas que ninguna de las mujeres entendía.

La interrupción de aquel nuevo individuo lo hizo despegarse del teléfono, y lo inspeccionó desde detrás de las oscuras lentes. Mayor, espigado, no tenía una apariencia que inspirase confianza pero pocos lo tenían para él. Se pasó una de las manos por el pelo, repeinándolo hacia atrás ayudado por el sudor, y con la otra estrechó rápidamente la del tal "SMS", tímidamente. Le costaba entenderle, pero era bueno escuchar algo en cristiano.

- "Buenos días"... - Respondió en un burdo español, de lo poco que sabía. SMS no pareció entenderle del todo bien, y se ganó una mirada entre sorprendida e inquisitiva de Goodwin. Volvió a meter las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones cortos, y lanzó miradas a su alrededor. Estaba algo inquieto, lo sabía, y tenía que intentar tranquilizarse o al menos mostrarse más calmado. El asunto de su hija aún lo mantenía en vilo, pero bien sabía que no podía hacer absolutamente nada.

Por ahora.

- Sí, eh... hola. - Decidió decir finalmente en su idioma, para no dar más la nota.