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[Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
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[Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
No los mires y no te verán.
No les hables y no te oirán.
No los huelas, no los toques.
No te acerques a ellos.
Pasa desapercibida.
Como una oración, se lo repetía todos los días. Hasta el último. La retahíla había sido lo último que le había dicho... Y luego pasó a ser una niña huérfana.
Pero nunca estuvo sola. Nunca dejaron que lo estuviera, porque una niña no puede cuidarse sola. Alida pasó de mano en mano, de casa de acogida en casa de acogida. De padre en padre, de madre en madre... aunque daba demasiados problemas para que alguien se decidiera a adoptarla. Quererla era una carga demasiado pesada. Nadie quiere una hija que se pasa los días viendo fantasmas. Huyendo de ellos. Solo que no eran fantasmas.
Si lo hubieran sido, Alida habría podido vivir con ello. Porque por lo menos sabría qué eran. Pero no lo sabía, solo sabía que debía pasar desapercibida. Seguir el único consejo que le habían dado antes de abandonarla... y lo único que sabía que iba a mantenerla con vida siempre. Porque, aunque nunca habían intentado hacerle daño, aunque siempre había conseguido ser invisible para ellos... Alida sabía que eran peligrosos. Que podían hacerla desaparecer en menos de un suspiro.
Por eso, había aprendido a no fiarse de los sentidos. No se fiaba de la vista, que era lo que más le engañaba. Ni del oído traicionero. Ni del olfato, que solo con resfriarse fallaba... Ni usaba el gusto ni el tacto para saber si algo era seguro. Se fiaba de su instinto y de los presentimientos. De lo que nunca le había fallado. Y por eso había sabido siendo muy pequeña que el hombre que había subido al metro era alguien a quien no se tenía que acercar. Que los caramelos que le había ofrecido aquella mujer no los tenía que coger... Y que su nuevo compañero de clase no era humano.
Sin embargo, ¿cómo podía no serlo? Y sobretodo, ¿qué era entonces? ¿Por qué nadie más lo notaba? A Alida no le importaba que hubiera cosas a su alrededor que fueran “sobrenaturales”. Le preocupaba no saber qué eran... y ser la única que los veía.
Al principio había pensado que la gente la engañaba. Que sí que los veían pero no se lo querían decir. Hasta que llegó aquella frase “no los mires y no te verán”.
Primero no la entendió. Y luego se dio cuenta de que era así: la gente no los miraba, la gente no los veía. Y ellos no veían a la gente. Era una suerte para ellos, pero no para Alida.
A sus catorce años, Alida había aprendido a vivir con miedo... ocultando ese miedo. Pero hasta llegar a ese punto, Alida había sido tratada como a una niña temerosa del mundo. En su primera casa de acogida lo achacaron al abandono de sus padres. En la segunda, a que todavía no había superado el trauma. En la tercera pensaron que conseguirían hacerla sonreír. Y en la cuarta intentaron dejarla vivir en su mundo, por si así era feliz. Pero en ninguna de esas casas pudieron soportar el grado de ausencia que podía llegar a asumir Alida cuando quería ser invisible. Y no podían comprenderlo. Cuando Alida intentaba explicar por qué se iba, por qué era peligroso mirar, hablar, escuchar... llegaban a la conclusión de que estaba loca. Y después de eso era cuestión de semanas el que la sacaran de esa casa.
Por eso en la última casa de acogida no dijo nada. Ocultó el miedo y fingió ver y escuchar. Intentó parecer cuerda para los demás. Y creyó conseguirlo hasta que se dio cuenta de que había dejado de ser invisible del todo.
Fue consciente de ello cuando llegó a clase el chico nuevo. Enseguida supo que no era humano, pero no se preocupó. Sabía lo que tenía que hacer. No los mires y no te verán. Y Alida no miró. Pero aún así el chico la vio a ella. No les hables y no te oirán. Pero el chico estaba pendiente de todo lo que ella decía, y no podía quedarse muda todo el tiempo... no quería volver a perder a una familia. No los huelas. Cuando él pasaba por su lado no respiraba. No los toques. Evitaba siempre cualquier roce. No te acerques a ellos. Se mantenía tan lejos como el aula le permitía... Pasa desapercibida. Pero no pasaba desapercibida. El día que él se acercó a saludarla supo que aquéllo no funcionaba. Que tenía que huir. La habían encontrado. Quien fuera que se entretuviera buscándola la había encontrado y aquello era peligroso. Algo le decía que lo era y su instinto nunca le había engañado. Así que una noche cogió una mochila y puso en ella las pocas cosas de valor que conservaba de su infancia. Metió algo de comida y agua y dejó una nota en la nevera despidiéndose y agradeciendo a la familia la consideración que habían tenido con ella y el cariño que le habían ofrecido. Y se marchó amparada por la oscuridad de la noche.
No funcionó. Pocas horas después sintió que la seguían. Y luego descubrió quién lo hacía: su nuevo compañero... ¿cómo había sabido dónde estaba? Empezó entonces una persecución sin tregua que duró varios días, en los que durmió lo imprescindible cuando ya no podía más. En los que apenas comió, apenas bebió. Y no compró más comida ni agua cuando se le acabaron los víveres.
Huía por bosques y montañas. Evitaba las carreteras. Se escondía en recovecos, cuevas, árboles... pero todo era en vano. El chico siempre llegaba hasta ella. Las primeras veces intentó hablarle, pero consiguió ignorarlo. Las últimas se limitaba a acercarse a ella. En algunos momentos sintió que la estaba guiando a algún sitio, pero descartó la idea porque le aterraba demasiado pensar que esa huida la estaba conduciendo a la boca del lobo.
Y un día, después de tantos que había perdido la cuenta, llegó a una cima presidida por un pino y se desplomó. Exhausta, perdió el conocimiento por el cansancio, la falta de comida y la deshidratación; y se abandonó a un sueño del que creyó que nunca despertaría.
Entre pesadillas, escuchó a alguien defenderse, casi a la desesperada.
- ¡Huía de mí! ¿Qué iba a hacer? ¡Era la única manera de traerla!
Y supo quién hablaba. Y también supo lo que tenía que hacer. Era la única manera de volver a desaparecer.
No los mires y no te verán.
No les hables y no te oirán...
No los mires y no te verán.
No les hables y no te oirán.
No los huelas, no los toques.
No te acerques a ellos.
Pasa desapercibida.
Como una oración, se lo repetía todos los días. Hasta el último. La retahíla había sido lo último que le había dicho... Y luego pasó a ser una niña huérfana.
Pero nunca estuvo sola. Nunca dejaron que lo estuviera, porque una niña no puede cuidarse sola. Alida pasó de mano en mano, de casa de acogida en casa de acogida. De padre en padre, de madre en madre... aunque daba demasiados problemas para que alguien se decidiera a adoptarla. Quererla era una carga demasiado pesada. Nadie quiere una hija que se pasa los días viendo fantasmas. Huyendo de ellos. Solo que no eran fantasmas.
Si lo hubieran sido, Alida habría podido vivir con ello. Porque por lo menos sabría qué eran. Pero no lo sabía, solo sabía que debía pasar desapercibida. Seguir el único consejo que le habían dado antes de abandonarla... y lo único que sabía que iba a mantenerla con vida siempre. Porque, aunque nunca habían intentado hacerle daño, aunque siempre había conseguido ser invisible para ellos... Alida sabía que eran peligrosos. Que podían hacerla desaparecer en menos de un suspiro.
Por eso, había aprendido a no fiarse de los sentidos. No se fiaba de la vista, que era lo que más le engañaba. Ni del oído traicionero. Ni del olfato, que solo con resfriarse fallaba... Ni usaba el gusto ni el tacto para saber si algo era seguro. Se fiaba de su instinto y de los presentimientos. De lo que nunca le había fallado. Y por eso había sabido siendo muy pequeña que el hombre que había subido al metro era alguien a quien no se tenía que acercar. Que los caramelos que le había ofrecido aquella mujer no los tenía que coger... Y que su nuevo compañero de clase no era humano.
Sin embargo, ¿cómo podía no serlo? Y sobretodo, ¿qué era entonces? ¿Por qué nadie más lo notaba? A Alida no le importaba que hubiera cosas a su alrededor que fueran “sobrenaturales”. Le preocupaba no saber qué eran... y ser la única que los veía.
Al principio había pensado que la gente la engañaba. Que sí que los veían pero no se lo querían decir. Hasta que llegó aquella frase “no los mires y no te verán”.
Primero no la entendió. Y luego se dio cuenta de que era así: la gente no los miraba, la gente no los veía. Y ellos no veían a la gente. Era una suerte para ellos, pero no para Alida.
A sus catorce años, Alida había aprendido a vivir con miedo... ocultando ese miedo. Pero hasta llegar a ese punto, Alida había sido tratada como a una niña temerosa del mundo. En su primera casa de acogida lo achacaron al abandono de sus padres. En la segunda, a que todavía no había superado el trauma. En la tercera pensaron que conseguirían hacerla sonreír. Y en la cuarta intentaron dejarla vivir en su mundo, por si así era feliz. Pero en ninguna de esas casas pudieron soportar el grado de ausencia que podía llegar a asumir Alida cuando quería ser invisible. Y no podían comprenderlo. Cuando Alida intentaba explicar por qué se iba, por qué era peligroso mirar, hablar, escuchar... llegaban a la conclusión de que estaba loca. Y después de eso era cuestión de semanas el que la sacaran de esa casa.
Por eso en la última casa de acogida no dijo nada. Ocultó el miedo y fingió ver y escuchar. Intentó parecer cuerda para los demás. Y creyó conseguirlo hasta que se dio cuenta de que había dejado de ser invisible del todo.
Fue consciente de ello cuando llegó a clase el chico nuevo. Enseguida supo que no era humano, pero no se preocupó. Sabía lo que tenía que hacer. No los mires y no te verán. Y Alida no miró. Pero aún así el chico la vio a ella. No les hables y no te oirán. Pero el chico estaba pendiente de todo lo que ella decía, y no podía quedarse muda todo el tiempo... no quería volver a perder a una familia. No los huelas. Cuando él pasaba por su lado no respiraba. No los toques. Evitaba siempre cualquier roce. No te acerques a ellos. Se mantenía tan lejos como el aula le permitía... Pasa desapercibida. Pero no pasaba desapercibida. El día que él se acercó a saludarla supo que aquéllo no funcionaba. Que tenía que huir. La habían encontrado. Quien fuera que se entretuviera buscándola la había encontrado y aquello era peligroso. Algo le decía que lo era y su instinto nunca le había engañado. Así que una noche cogió una mochila y puso en ella las pocas cosas de valor que conservaba de su infancia. Metió algo de comida y agua y dejó una nota en la nevera despidiéndose y agradeciendo a la familia la consideración que habían tenido con ella y el cariño que le habían ofrecido. Y se marchó amparada por la oscuridad de la noche.
No funcionó. Pocas horas después sintió que la seguían. Y luego descubrió quién lo hacía: su nuevo compañero... ¿cómo había sabido dónde estaba? Empezó entonces una persecución sin tregua que duró varios días, en los que durmió lo imprescindible cuando ya no podía más. En los que apenas comió, apenas bebió. Y no compró más comida ni agua cuando se le acabaron los víveres.
Huía por bosques y montañas. Evitaba las carreteras. Se escondía en recovecos, cuevas, árboles... pero todo era en vano. El chico siempre llegaba hasta ella. Las primeras veces intentó hablarle, pero consiguió ignorarlo. Las últimas se limitaba a acercarse a ella. En algunos momentos sintió que la estaba guiando a algún sitio, pero descartó la idea porque le aterraba demasiado pensar que esa huida la estaba conduciendo a la boca del lobo.
Y un día, después de tantos que había perdido la cuenta, llegó a una cima presidida por un pino y se desplomó. Exhausta, perdió el conocimiento por el cansancio, la falta de comida y la deshidratación; y se abandonó a un sueño del que creyó que nunca despertaría.
Entre pesadillas, escuchó a alguien defenderse, casi a la desesperada.
- ¡Huía de mí! ¿Qué iba a hacer? ¡Era la única manera de traerla!
Y supo quién hablaba. Y también supo lo que tenía que hacer. Era la única manera de volver a desaparecer.
No los mires y no te verán.
No les hables y no te oirán...
Alida- Inmortales
- Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 18/06/2012
Edad : 36
Localización : Cabaña 21
Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
OMEGA
Cuando la chica volvió en sí, una muchacha le estaba poniendo un paño húmedo sobre la frente. Al verla reaccionar con miedo, le susurró para que se calmase.
- Tranquila. Estás a salvo. Aquí nadie te va a hacer daño.
La enfermería estaba semiluminada por la poca luz que entraba por las ventanas. Alida se dio cuenta de que debía de estar en un hospital o una enfermería. A su alrededor había muchas camas y en algunas de ellas también se encontraba gente en su misma situación. Varios enfermeros iban de un lado para otro atendiéndoles y/o transportando equipo médico. Uno de ellos, que llevaba unas vendas para ponérselas a un paciente, tropezó por la escasa luz y éstas se le cayeron al suelo. El chico soltó un exabrupto.
- ¡Qué alguien llame a alguno de la cabaña 21 para que encienda las velas! - dijo enfadado.
La muchacha siguió humedeciendo la frente de Alida hasta que notó el paño algo más caliente.
- Parece que aun tienes fiebre - le informó - Te traeré un poco de ambrosía para bajártela. Ya verás como te encuentras mejor.
Y se fue tras dejar el paño en una palangana sobre la mesilla. Alida volvió a quedarse sola, pero por poco tiempo. Enseguida volvió el enfermero de antes, el que se había quejado, acompañado de un chico. Éste se reía por lo bajini, aunque el otro podía oírle y entonces se enfadaba aun más.
- Hazme el favor, enciende las velas y no juegues con las mechas - el otro se encogió de hombros - Los chicos de Hécate tenéis una manía de jugar con lo que no se debe jugar...
Se fue, hablando aun entre dientes. Parecía bastante ocupado. El otro comenzó a encender las velas y la habitación empezó a iluminarse poco a poco. Ahora Alida podía verle mejor. Era mucho más pequeño que ella y tenía el pelo bastante oscuro. Posiblemente tuviera cinco años menos pero como le daba la espalda no podía determinarlo con exactitud. Con las tres cuartas partes de las velas de la habitación encendidas, el chico pareció cansarse y empezó a jugar. A Alida le dio la impresión de que hacía malabares con las velas pero era muy extraño, porque no veía al chico manipularlas, solo hacerlas flotar.
Al cabo de un rato, cuando el espectáculo estaba en su máximo apogeo, volvió la enfermera de Alida.
- Roger, he oído a Sammus como te advertía sobre jugar con las mechas. ¿Cuándo vas a entender que eso no debe hacerse aquí? - le regañó - En tu cabaña podéis hacer lo que queráis, como si queréis prenderla fuego, pero en la enfermería no, ¿entendido?
Se volvió hacia Alida con un cucharón grande en el que acababa de verter un líquido anaranjado y espeso.
- Tienes que tomarte esto. Es la medicina para la fiebre. - Roger seguía encendiendo las velas, esta vez sin jugar. Alida vio, de pronto, como su vela se encendía sola. La otra muchacha captó su sorpresa - ¡Oh! Creí que ya lo sabías, los chicos de la cabaña 21 encienden la iluminación del Campamento de esa manera tan peculiar. Otras veces usamos las técnicas de los de Hefesto pero por lo visto ahora no podemos molestarles porque están trabajando todos en un proyecto super secreto - Acercó la cucharilla a la boca de Alida para que se tomara aquello - Enseguida notarás como baja la fiebre y no sabe ni tan mal, ¿a que no? Pero la ingestión de ambrosía está muy controlada y si se toma mucha de golpe, bueno... En ese caso es peor el remedio que la enfermedad.
Cuando la chica volvió en sí, una muchacha le estaba poniendo un paño húmedo sobre la frente. Al verla reaccionar con miedo, le susurró para que se calmase.
- Tranquila. Estás a salvo. Aquí nadie te va a hacer daño.
La enfermería estaba semiluminada por la poca luz que entraba por las ventanas. Alida se dio cuenta de que debía de estar en un hospital o una enfermería. A su alrededor había muchas camas y en algunas de ellas también se encontraba gente en su misma situación. Varios enfermeros iban de un lado para otro atendiéndoles y/o transportando equipo médico. Uno de ellos, que llevaba unas vendas para ponérselas a un paciente, tropezó por la escasa luz y éstas se le cayeron al suelo. El chico soltó un exabrupto.
- ¡Qué alguien llame a alguno de la cabaña 21 para que encienda las velas! - dijo enfadado.
La muchacha siguió humedeciendo la frente de Alida hasta que notó el paño algo más caliente.
- Parece que aun tienes fiebre - le informó - Te traeré un poco de ambrosía para bajártela. Ya verás como te encuentras mejor.
Y se fue tras dejar el paño en una palangana sobre la mesilla. Alida volvió a quedarse sola, pero por poco tiempo. Enseguida volvió el enfermero de antes, el que se había quejado, acompañado de un chico. Éste se reía por lo bajini, aunque el otro podía oírle y entonces se enfadaba aun más.
- Hazme el favor, enciende las velas y no juegues con las mechas - el otro se encogió de hombros - Los chicos de Hécate tenéis una manía de jugar con lo que no se debe jugar...
Se fue, hablando aun entre dientes. Parecía bastante ocupado. El otro comenzó a encender las velas y la habitación empezó a iluminarse poco a poco. Ahora Alida podía verle mejor. Era mucho más pequeño que ella y tenía el pelo bastante oscuro. Posiblemente tuviera cinco años menos pero como le daba la espalda no podía determinarlo con exactitud. Con las tres cuartas partes de las velas de la habitación encendidas, el chico pareció cansarse y empezó a jugar. A Alida le dio la impresión de que hacía malabares con las velas pero era muy extraño, porque no veía al chico manipularlas, solo hacerlas flotar.
Al cabo de un rato, cuando el espectáculo estaba en su máximo apogeo, volvió la enfermera de Alida.
- Roger, he oído a Sammus como te advertía sobre jugar con las mechas. ¿Cuándo vas a entender que eso no debe hacerse aquí? - le regañó - En tu cabaña podéis hacer lo que queráis, como si queréis prenderla fuego, pero en la enfermería no, ¿entendido?
Se volvió hacia Alida con un cucharón grande en el que acababa de verter un líquido anaranjado y espeso.
- Tienes que tomarte esto. Es la medicina para la fiebre. - Roger seguía encendiendo las velas, esta vez sin jugar. Alida vio, de pronto, como su vela se encendía sola. La otra muchacha captó su sorpresa - ¡Oh! Creí que ya lo sabías, los chicos de la cabaña 21 encienden la iluminación del Campamento de esa manera tan peculiar. Otras veces usamos las técnicas de los de Hefesto pero por lo visto ahora no podemos molestarles porque están trabajando todos en un proyecto super secreto - Acercó la cucharilla a la boca de Alida para que se tomara aquello - Enseguida notarás como baja la fiebre y no sabe ni tan mal, ¿a que no? Pero la ingestión de ambrosía está muy controlada y si se toma mucha de golpe, bueno... En ese caso es peor el remedio que la enfermedad.
Alida- Inmortales
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Fecha de inscripción : 18/06/2012
Edad : 36
Localización : Cabaña 21
Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
¿Por qué no podía pasar desapercibida? ¡Siempre funcionaba! ¿Por qué ahora no?
Lo sabía: estaba mirando. En verdad estaba mirando y era imposible no hacerlo con tanta sorpresa una tras otra. Todavía no había conseguido descubrir qué había de sobrenatural en todo eso. Se sentía demasiado cansada para analizar quién no era humano. Pero sabía que había algo, bastaba ver al chico de las velas para saberlo. Bueno no, lo había sabido antes.
Alida se sintió incómoda. Estaba desamparada, en manos de extraños... de los extraños de los que siempre había huido. Y, para rematar la faena, se sentía segura y a salvo. ¿Cómo podía sentirse segura y a salvo si estaba rodeada de todo aquello que siempre había evitado?
Pensar esas cosas hizo que se mareara y no se diera cuenta de que aparecía la enfermera y le acercaba una cucharilla a la boca. Reaccionó justo a tiempo para cerrarla y mirar a la enfermera con desconfianza. Luego lo recordó: no los mires y no te verán... Al instante, Alida apartó la vista, sin llegar a mover la cabeza. Una cosa era sentirse segura... la otra ser tonta y aceptar cualquier cosa que le dieran. ¿Qué le había dicho que era? ¿ambrosía? ¿qué demonios se suponía que era la ambrosía? No iba a probarlo. La misma enfermera había dicho que... No los oigas... no, debía desconectar. Tal vez todo era un sueño. Tal vez podría desaparecer...
OMEGA
La chica pegó un grito y parte de la ambrosía de la cuchara cayó al colchón de Alida.
- ¡Sammus! ¡Sammus! ¡Ven, corre!
Todos se volvieron a mirar. La enfermera se veía histérica mientras esperaba a que su compañero acudiera.
- ¿Qué sucede?
- La chica, la chica que estaba aquí... Le estaba atendiendo y de pronto... ha desaparecido.
- ¡Cielos, Monik! Pensé que había pasado algo de verdad.
- ¿Algo de verdad? - se ofendió la otra.
- Claro, joder. Aquí el que no desaparece, quema las sábanas o nos inunda la enfermería. ¿Todavía te sorprende? - Sammus negó con la cabeza. - Siempre es igual con los nuevos. ¿Qué tal se encontraba?
- Tenía fiebre. Iba a darle la ambrosía cuando se ha desvanecido.
- No creo que ande muy lejos y con fiebre no podrá aguantar demasiado. Déjala tranquila. Cuando nos necesite, volverá. Es mejor no presionarles...
Monik no parecía muy convencida pero tampoco podía hacer nada más que esperar. Recogió la cuchara e intentó limpiar la mancha de ambrosía de las sábanas. Cuando terminó aun quedaba un rastro pegajoso pero ya no era tan evidente. Tendrían que cambiar las sábanas de todas formas pero, como no estaba segura de si Alida estaba aun sentada en ellas, no quiso quitarlas aun.
El chico de Hécate, Roger, que no había perdido detalle de nada, terminó de encender todas las velas en un santiamén y cuando la enfermera se marchó, se sentó sobre la cama de Alida. Sin llegar a decir nada, empezó a abrir y cerrar la mano. La vela que estaba más cerca se encendía y apagaba siguiendo el ritmo que le marcaba el niño.
¿Por qué no podía pasar desapercibida? ¡Siempre funcionaba! ¿Por qué ahora no?
Lo sabía: estaba mirando. En verdad estaba mirando y era imposible no hacerlo con tanta sorpresa una tras otra. Todavía no había conseguido descubrir qué había de sobrenatural en todo eso. Se sentía demasiado cansada para analizar quién no era humano. Pero sabía que había algo, bastaba ver al chico de las velas para saberlo. Bueno no, lo había sabido antes.
Alida se sintió incómoda. Estaba desamparada, en manos de extraños... de los extraños de los que siempre había huido. Y, para rematar la faena, se sentía segura y a salvo. ¿Cómo podía sentirse segura y a salvo si estaba rodeada de todo aquello que siempre había evitado?
Pensar esas cosas hizo que se mareara y no se diera cuenta de que aparecía la enfermera y le acercaba una cucharilla a la boca. Reaccionó justo a tiempo para cerrarla y mirar a la enfermera con desconfianza. Luego lo recordó: no los mires y no te verán... Al instante, Alida apartó la vista, sin llegar a mover la cabeza. Una cosa era sentirse segura... la otra ser tonta y aceptar cualquier cosa que le dieran. ¿Qué le había dicho que era? ¿ambrosía? ¿qué demonios se suponía que era la ambrosía? No iba a probarlo. La misma enfermera había dicho que... No los oigas... no, debía desconectar. Tal vez todo era un sueño. Tal vez podría desaparecer...
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La chica pegó un grito y parte de la ambrosía de la cuchara cayó al colchón de Alida.
- ¡Sammus! ¡Sammus! ¡Ven, corre!
Todos se volvieron a mirar. La enfermera se veía histérica mientras esperaba a que su compañero acudiera.
- ¿Qué sucede?
- La chica, la chica que estaba aquí... Le estaba atendiendo y de pronto... ha desaparecido.
- ¡Cielos, Monik! Pensé que había pasado algo de verdad.
- ¿Algo de verdad? - se ofendió la otra.
- Claro, joder. Aquí el que no desaparece, quema las sábanas o nos inunda la enfermería. ¿Todavía te sorprende? - Sammus negó con la cabeza. - Siempre es igual con los nuevos. ¿Qué tal se encontraba?
- Tenía fiebre. Iba a darle la ambrosía cuando se ha desvanecido.
- No creo que ande muy lejos y con fiebre no podrá aguantar demasiado. Déjala tranquila. Cuando nos necesite, volverá. Es mejor no presionarles...
Monik no parecía muy convencida pero tampoco podía hacer nada más que esperar. Recogió la cuchara e intentó limpiar la mancha de ambrosía de las sábanas. Cuando terminó aun quedaba un rastro pegajoso pero ya no era tan evidente. Tendrían que cambiar las sábanas de todas formas pero, como no estaba segura de si Alida estaba aun sentada en ellas, no quiso quitarlas aun.
El chico de Hécate, Roger, que no había perdido detalle de nada, terminó de encender todas las velas en un santiamén y cuando la enfermera se marchó, se sentó sobre la cama de Alida. Sin llegar a decir nada, empezó a abrir y cerrar la mano. La vela que estaba más cerca se encendía y apagaba siguiendo el ritmo que le marcaba el niño.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
¿Desaparecer? Alida estaba atónita. ¿Había desaparecido de verdad?
¡No escuches! ¡No escuches! dijo una voz en su cabeza, recordándole que ser consciente de su alrededor podía hacer que los demás se fijaran en ella. Y se esforzó por mantenerse ausente.
El inconveniente, sin embargo, es que ausentarse del mundo era algo cansado y Alida estaba exhausta. Y el otro inconveniente era que, a pesar de todo, tenía curiosidad. Así que cuando llevaba ya un rato sin sentir que los ojos de nadie estaban posados en ella, se relajó y volvió a mirar a su alrededor. Volvió a querer saber qué pasaba allí.
Y entonces vio al chico. Abría y cerraba la mano, ¿por qué? Alida miró a su alrededor y entonces lo descubrió: una vela se encendía y se apagaba a la vez que el chico hacía lo propio con su mano. Era... curioso. Y no parecía peligroso.
Como estaba cansada, Alida se limitó a mirar al chico con curiosidad. No veía razones para esconderse de él, aunque hiciera cosas raras. Al fin y al cabo... de todas las cosas raras que había visto a lo largo de su vida, era la más inofensiva. El chico incluso parecía ser humano...
OMEGA
A Roger no le hizo falta volverse para saber que Alida volvía a ser visible. Hizo como que ignoraba el hecho y siguió jugando con la vela. Unos segundos después, cambió de gesto. Alida pudo ver que la vela se elevaba unos centímetros antes de desaparecer. ¿Dónde había ido?
Roger se bajó de la cama justo cuando Monik volvía con una maraña de vendas usadas. La chica se fijó en que Alida volvía a estar allí pero prefirió ignorarla, por si no se sentía cómoda.
- Gracias por lo de las velas, Roger - le dijo al niño - Pero no debes molestar a los otros pacientes. La enfermería no es una zona de juego.
Roger asintió, contrito, y salió sin decir nada. En el umbral de la puerta se volvió a mirar. Sonrió a Alida, hizo un gesto de despedida con la mano y se fue.
Monik se había desecho de las vendas y volvía hacia la cama de Alida. Siguió sin decir nada, pero dejó en la mesilla un vasito con otro poco de sustancia naranja dentro, deseando que la chica fuera sensata y se lo tomara. Por alguna razón, Alida notó de pronto algo fuera de lugar. No era el silencio de Monik, ni que hubiera descubierto que cuando quería desaparecer en realidad lo hacía, aunque fuera por unos segundos... Removió las manos, inquieta, y fue entonces cuando se dio cuenta. Junto a su mano izquierda estaba la vela que Roger había hecho desaparecer.
ALIDA
Alida se quedó mirando la vela y no pudo evitar sonreír. Con un movimiento imperceptible la cogió y la apretó con fuerza. Quizás no todo fuera tan malo entre lo sobrenatural, al fin y al cabo... Pero no. No debía sucumbir. Si había huido durante tanto tiempo había sido por una razón, ¿no?
Y sin embargo, su instinto, que siempre le había dicho que debía esconderse, hacía que sintiera que allí estaba a salvo... pero, ¿allí dónde? ¡Si ni siquiera sabía dónde estaba! ¿Cómo podía estar a salvo si ni siquiera sabía dónde estaba? ¿Quién era toda esa gente? ¿Cómo había acabado allí? No lo recordaba. Todo era confuso en su cabeza. Recordaba haber escapado de casa y haber huido... pero no recordaba nada más. Y ahora ni siquiera podía volver a casa. No la querrían después de haber escapado. Tendría que encontrar una casa nueva... una familia nueva... solo que no sería su familia. Alida estaba cansada de no pertenecer a ninguna de las familias con las que vivía.
Pensar en todo eso hizo que le entraran ganas de llorar. Pero no podía. No era seguro. Bueno, podía volver a desaparecer y llorar entonces, si había funcionado una vez... ¿por qué no una segunda? Pero tenía miedo de que no funcionara y la enfermera la viera llorar. Si pasaba eso seguro que le hacía más preguntas.
Para despejar su mente y que se le fuera la angustia, Alida se dedicó a observar su alrededor. No se había dado cuenta antes, pero había más gente allí. Se preguntó qué problema tendrían, aunque no le importaba demasiado. Luego vio el vaso con aquello naranja. ¿Debería beberlo?
No seas estúpida, se dijo a sí misma. Una cosa es que te sientas a salvo y otra que lo estés de verdad...
Alida se preguntó si debería vaciar el vaso y fingir que se había tomado el brebaje, pero descartó la idea porque, en realidad, tampoco tenía fuerzas para moverse demasiado. Al final se recostó más en la cama y se escondió bajo las mantas, como había hecho cuando era niña, cuando todavía no estaba sola, para fingir que desaparecía. Y se quedó así un rato, intentando dormir, deseando despertar y que todo fuera más fácil.
¿Desaparecer? Alida estaba atónita. ¿Había desaparecido de verdad?
¡No escuches! ¡No escuches! dijo una voz en su cabeza, recordándole que ser consciente de su alrededor podía hacer que los demás se fijaran en ella. Y se esforzó por mantenerse ausente.
El inconveniente, sin embargo, es que ausentarse del mundo era algo cansado y Alida estaba exhausta. Y el otro inconveniente era que, a pesar de todo, tenía curiosidad. Así que cuando llevaba ya un rato sin sentir que los ojos de nadie estaban posados en ella, se relajó y volvió a mirar a su alrededor. Volvió a querer saber qué pasaba allí.
Y entonces vio al chico. Abría y cerraba la mano, ¿por qué? Alida miró a su alrededor y entonces lo descubrió: una vela se encendía y se apagaba a la vez que el chico hacía lo propio con su mano. Era... curioso. Y no parecía peligroso.
Como estaba cansada, Alida se limitó a mirar al chico con curiosidad. No veía razones para esconderse de él, aunque hiciera cosas raras. Al fin y al cabo... de todas las cosas raras que había visto a lo largo de su vida, era la más inofensiva. El chico incluso parecía ser humano...
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A Roger no le hizo falta volverse para saber que Alida volvía a ser visible. Hizo como que ignoraba el hecho y siguió jugando con la vela. Unos segundos después, cambió de gesto. Alida pudo ver que la vela se elevaba unos centímetros antes de desaparecer. ¿Dónde había ido?
Roger se bajó de la cama justo cuando Monik volvía con una maraña de vendas usadas. La chica se fijó en que Alida volvía a estar allí pero prefirió ignorarla, por si no se sentía cómoda.
- Gracias por lo de las velas, Roger - le dijo al niño - Pero no debes molestar a los otros pacientes. La enfermería no es una zona de juego.
Roger asintió, contrito, y salió sin decir nada. En el umbral de la puerta se volvió a mirar. Sonrió a Alida, hizo un gesto de despedida con la mano y se fue.
Monik se había desecho de las vendas y volvía hacia la cama de Alida. Siguió sin decir nada, pero dejó en la mesilla un vasito con otro poco de sustancia naranja dentro, deseando que la chica fuera sensata y se lo tomara. Por alguna razón, Alida notó de pronto algo fuera de lugar. No era el silencio de Monik, ni que hubiera descubierto que cuando quería desaparecer en realidad lo hacía, aunque fuera por unos segundos... Removió las manos, inquieta, y fue entonces cuando se dio cuenta. Junto a su mano izquierda estaba la vela que Roger había hecho desaparecer.
ALIDA
Alida se quedó mirando la vela y no pudo evitar sonreír. Con un movimiento imperceptible la cogió y la apretó con fuerza. Quizás no todo fuera tan malo entre lo sobrenatural, al fin y al cabo... Pero no. No debía sucumbir. Si había huido durante tanto tiempo había sido por una razón, ¿no?
Y sin embargo, su instinto, que siempre le había dicho que debía esconderse, hacía que sintiera que allí estaba a salvo... pero, ¿allí dónde? ¡Si ni siquiera sabía dónde estaba! ¿Cómo podía estar a salvo si ni siquiera sabía dónde estaba? ¿Quién era toda esa gente? ¿Cómo había acabado allí? No lo recordaba. Todo era confuso en su cabeza. Recordaba haber escapado de casa y haber huido... pero no recordaba nada más. Y ahora ni siquiera podía volver a casa. No la querrían después de haber escapado. Tendría que encontrar una casa nueva... una familia nueva... solo que no sería su familia. Alida estaba cansada de no pertenecer a ninguna de las familias con las que vivía.
Pensar en todo eso hizo que le entraran ganas de llorar. Pero no podía. No era seguro. Bueno, podía volver a desaparecer y llorar entonces, si había funcionado una vez... ¿por qué no una segunda? Pero tenía miedo de que no funcionara y la enfermera la viera llorar. Si pasaba eso seguro que le hacía más preguntas.
Para despejar su mente y que se le fuera la angustia, Alida se dedicó a observar su alrededor. No se había dado cuenta antes, pero había más gente allí. Se preguntó qué problema tendrían, aunque no le importaba demasiado. Luego vio el vaso con aquello naranja. ¿Debería beberlo?
No seas estúpida, se dijo a sí misma. Una cosa es que te sientas a salvo y otra que lo estés de verdad...
Alida se preguntó si debería vaciar el vaso y fingir que se había tomado el brebaje, pero descartó la idea porque, en realidad, tampoco tenía fuerzas para moverse demasiado. Al final se recostó más en la cama y se escondió bajo las mantas, como había hecho cuando era niña, cuando todavía no estaba sola, para fingir que desaparecía. Y se quedó así un rato, intentando dormir, deseando despertar y que todo fuera más fácil.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
OMEGA
La crispación era evidente. La reunión acordada se había convertido en una batalla campal de insultos y frases groseras. Dos de las mujeres, que seguían en silencio, negaron casi a la vez con la cabeza.
- ¿Quién tuvo la gran idea de invitarla? - preguntó la rubia a la otra, refiriéndose a una tercera mujer que también permanecía en silencio y sonreía abiertamente.
- Bueno, es una de los nuestros.
- No, no lo es. - replicó la rubia, mordaz. - Y esto era de esperar.
- No es una Olímpica, Némesis. Y de acuerdo que a muchos no nos guste compartir el espacio con ella pero no podemos esperar a invitar al resto y dejarla a ella fuera.
Némesis, la de la melena rubia y los ojos rojos, frunció el ceño.
- Seguro que es idea de los otros. Saben que así nunca nos pondremos de acuerdo y los planes fracasarán por iniciativa propia.
- ¿Por qué quieres ver un acto de venganza en todo? Simplemente no la quieren con ellos por la misma razón que no la queremos nosotros en nuestro grupo, porque es insoportable.
- Pues es parte de su familia.
- Pero se lo pueden permitir.
- ¿Ves? Esa es una de las cuestiones que deberían cambiar. ¿Por qué pueden hacer lo que les de la gana sin que podamos oponernos a ello? ¿Por qué tienen que mandar ellos?
- Némesis...
- ¡No! ¡Estoy harta! Es un sistema injusto y hay que cambiarlo. ¡Ya basta de tanta opresión! No voy a condenarme más años a que hagan de mí lo que quieran.
- Se supone que por eso nos hemos reunido... - respondió la otra.
- Y alguien ha decidido echarlo todo por tierra invitándole a ella. - Némesis volvió a señalar a la otra diosa con un movimiento de cabeza.
- Lo que no podemos hacer es dividirnos porque no queramos coincidir con según quiénes. Si queremos hacer justicia necesitamos estar la mayor parte unidos, aunque no traguemos a algunos. Si no, ¿cómo vamos a ser una fuerza a tener en cuenta?
- Hacer planes con Eris es un suicidio y lo sabes, Hécate.
- Claro que lo sé.
- Eres una maldita idealista. - dijo entonces la rubia a modo de reproche - Unidad, tolerancia... Cada día te pareces más a Hestia. Y ya ves cuan en cuenta le tiene su familia.
- Me da igual Hestia y me da igual si soy idealista. Tu también lo eres, Némesis. Hablas de justicia todo el rato y sabes lo difícil que es imponerla. El sistema ha sido siempre corrupto, ¿qué te hace pensar que eso puede cambiar?
- La humanidad puede cambiar. ¿Por qué nosotros no?
- Los mortales no es que tengan un buen sistema judicial, precisamente. Están igual o incluso peores a veces que nosotros. Algunos ni siquiera saben que la palabra justicia existe.
- Vale. Así que yo también soy una idealista. ¿Contenta? - los ojos de la rubia echaban chispas - Esta reunión ha sido un fracaso desde el principio. No sé por qué creí que podría ser diferente a las otras.
Némesis echó a andar. La otra prefirió quedarse y respondió desde la distancia.
- Porque tienes esperanza.
Cuando Alida despertó, unos segundos después, supo que acababa de ver algo importante. Aun necesitaba situarse, muchas cosas se escapaban de su comprensión, pero algo le decía que aquello no podía simplemente habérselo inventado. Todo se veía muy real aunque diera la impresión de que lo viera a través de los ojos de otra persona. En cuanto a las voces que había escuchado, no estaba del todo segura pero una de ellas se oía familiar.
Miró a su alrededor. Volvía a ser de día, las velas de nuevo estaban apagadas, pero no parecía que hubiera mucho movimiento. Aun debía de ser temprano. Al mirar hacia la derecha, vio de nuevo el vaso con el líquido naranja. No le había vuelto a hacer caso desde ayer. Sintió un pequeño pinchazo en la cabeza. Le dolía y, al tocarse la frente, a ella misma le dio la impresión de que la fiebre le había vuelto a subir. Ni siquiera sentía que hubiera descansado en el rato que había estado dormida.
ALIDA
El sueño la había dejado medio tonta. Y... ¿de quién sería la voz conocida? Por más que intentaba recordarlo, no podía. Solo conseguía que le doliera más la cabeza... que ya de por sí le dolía más de lo que podía soportar. Y encima, no sentía haber descansado a pesar de haber dormido... ¿desde cuándo no descansaba cuando dormía? Preguntarse eso hizo que asomara una sonrisa amarga... eran muchas las veces que había dormido sin descansar.
Alida miró de nuevo el vaso. Parecía que estuviera esperando a que ella lo bebiera. ¡Pero no! ¡Debía mantenerse firme! Aunque, se encontraba tan mal... y la enfermera había dicho que ayudaría... bueno, si es que eso era una enfermera de verdad. La chica alargó el brazo, cogió el vaso y lo acercó a su nariz, para oler el contenido. No solía fiarse de su olfato, pero su instinto no parecía funcionar muy bien desde que había despertado en esa enfermería... No supo muy bien a qué olía y estuvo a punto de probar el contenido. Pero no lo hizo y volvió a dejar el vaso en su sitio.
Alida volvió a mirar a su alrededor. Por lo menos, a la luz del día la enfermería parecía más agradable que a la luz de las tétricas velas...
OMEGA
El chico del día anterior, el tal Sammus, parecía estar haciendo la ronda. Veía a cada paciente, les preguntaba si les dolía algo y a alguno le cambiaba las vendas o le ofrecía la medicación. Cuando llegó a la altura de Alida, no pasó por alto que la chica no se había tomado la ambrosía.
- Buenos días. ¿Qué tal has dormido? - preguntó acercándose al cabezal de la cama - No es por nada pero tienes a tu enfermera, Monik, bastante preocupada, ¿sabes? Dice que no te tomas la medicina y no entiende por qué. Yo creo que sí lo sé pero ella acaba de empezar a trabajar con nosotros y no tiene tanta experiencia. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿Por qué crees que queremos hacerte daño? Nosotros curamos a la gente. Mira - señaló a un paciente dos camas más allá - ¿Ves a ese chico de ahí? Se llama Brad. Le clavaron una lanza envenenada de lestrigón. Casi no lo cuenta pero se está curando. ¿Y ese de su derecha? Es Clarisse, de la cabaña cinco. Le metieron una cuchillada en la espalda hace un par de días. También se está recuperando. ¿Crees que nos gusta hacer daño a la gente herida? Nosotros somos como tú. Hemos visto cosas, cosas horribles. Pero no nos aprovechamos de nuestros semejantes. Mira, no sé dónde habrás estado pero es posible que sí sepa por lo que has pasado. Y aunque no lo supiera, la ambrosía en tu estado no puede matarte. Tendrías que tomar tres veces esa cantidad para que se te empezaran a achicharrar las orejas, créeme.
El chico, que debía de ser tres años mayor que ella, tenía los ojos de un azul eléctrico y el pelo negro como la noche. Mientras hablaba, mantenía el rostro en expresión seria aunque cordial.
- Me llamo Sammus, por cierto. Y no voy a obligarte a tomar la ambrosía si no quieres pero hay algo que debes saber, en menos de tres días, te seleccionarán para una cabaña. No lo haré yo, ni Quirón ni ningún otro. Será tu padre o tu madre. El o ella sabe que estás aquí, sabe por lo que estás pasando, y te vigila. A los dioses no les gusta la gente débil, no les gusta las llamadas de atención de esa índole. No vas a recibir ningún regalo suyo si te pasas el rato en esta cama y no vas a salir de aquí hasta que no te cures. Tu verás pero, si yo fuera tú, no me gustaría decepcionar a mis padres.
Dejó de insistir y siguió visitando y atendiendo al resto de enfermos.
ALIDA
¿Lanzas envenenadas? ¿Cuchilladas en la espalda? ¡¿Y el chico todavía se preguntaba por qué creía que iban a hacerle daño?! Alida estaba escandalizada. Lo único bueno que había sacado de lo que le había dicho el chico era que hacía falta el triple de cantidad de medicina para matarla... aunque claro, eso era lo que él decía, faltaba que fuera verdad.
Y luego estaba lo otro... ¿cabañas? ¿dioses? ¿Y quién demonios era Quirón? Pero sobretodo... ¿qué había dicho de los padres? ¡Sus padres la habían abandonado hacía años! Primero uno y luego el otro... ¿y ahora pretendían hacerle regalos? ¿Querían que fuera fuerte? ¡Ellos no lo habían sido para cuidar de ella! ¿Por qué tendría que serlo ella ahora?
Sin embargo, el chico parecía de fiar y no muy interesado en hacerle daño. Y ella seguía encontrándose muy mal. Alida pensó que probar la famosa medicina no tenía por qué ser tan malo. ¿Ambrosía, habían dicho que se llamaba? Se ocuparía de informarse sobre ella en cuanto pudiera levantarse de la cama y desaparecer de allí, por si las moscas. Pero ahora podía tomarla... de todas formas, no había tanta diferencia entre estar muerta y estar como estaba...
Alida cogió el vaso y lo bebió de un trago. Luego volvió a dejarlo donde estaba. Pensó en hacerlo de forma discreta para evitar otra conversación, pero a última hora cambió de opinión y dio un golpe sonoro con él al dejarlo caer sobre la mesilla. Ahora la mayoría de las miradas de la habitación debían de haberse centrado en ella, pero se esforzó por mantenerse visible... aunque solo fuera temporalmente.
La crispación era evidente. La reunión acordada se había convertido en una batalla campal de insultos y frases groseras. Dos de las mujeres, que seguían en silencio, negaron casi a la vez con la cabeza.
- ¿Quién tuvo la gran idea de invitarla? - preguntó la rubia a la otra, refiriéndose a una tercera mujer que también permanecía en silencio y sonreía abiertamente.
- Bueno, es una de los nuestros.
- No, no lo es. - replicó la rubia, mordaz. - Y esto era de esperar.
- No es una Olímpica, Némesis. Y de acuerdo que a muchos no nos guste compartir el espacio con ella pero no podemos esperar a invitar al resto y dejarla a ella fuera.
Némesis, la de la melena rubia y los ojos rojos, frunció el ceño.
- Seguro que es idea de los otros. Saben que así nunca nos pondremos de acuerdo y los planes fracasarán por iniciativa propia.
- ¿Por qué quieres ver un acto de venganza en todo? Simplemente no la quieren con ellos por la misma razón que no la queremos nosotros en nuestro grupo, porque es insoportable.
- Pues es parte de su familia.
- Pero se lo pueden permitir.
- ¿Ves? Esa es una de las cuestiones que deberían cambiar. ¿Por qué pueden hacer lo que les de la gana sin que podamos oponernos a ello? ¿Por qué tienen que mandar ellos?
- Némesis...
- ¡No! ¡Estoy harta! Es un sistema injusto y hay que cambiarlo. ¡Ya basta de tanta opresión! No voy a condenarme más años a que hagan de mí lo que quieran.
- Se supone que por eso nos hemos reunido... - respondió la otra.
- Y alguien ha decidido echarlo todo por tierra invitándole a ella. - Némesis volvió a señalar a la otra diosa con un movimiento de cabeza.
- Lo que no podemos hacer es dividirnos porque no queramos coincidir con según quiénes. Si queremos hacer justicia necesitamos estar la mayor parte unidos, aunque no traguemos a algunos. Si no, ¿cómo vamos a ser una fuerza a tener en cuenta?
- Hacer planes con Eris es un suicidio y lo sabes, Hécate.
- Claro que lo sé.
- Eres una maldita idealista. - dijo entonces la rubia a modo de reproche - Unidad, tolerancia... Cada día te pareces más a Hestia. Y ya ves cuan en cuenta le tiene su familia.
- Me da igual Hestia y me da igual si soy idealista. Tu también lo eres, Némesis. Hablas de justicia todo el rato y sabes lo difícil que es imponerla. El sistema ha sido siempre corrupto, ¿qué te hace pensar que eso puede cambiar?
- La humanidad puede cambiar. ¿Por qué nosotros no?
- Los mortales no es que tengan un buen sistema judicial, precisamente. Están igual o incluso peores a veces que nosotros. Algunos ni siquiera saben que la palabra justicia existe.
- Vale. Así que yo también soy una idealista. ¿Contenta? - los ojos de la rubia echaban chispas - Esta reunión ha sido un fracaso desde el principio. No sé por qué creí que podría ser diferente a las otras.
Némesis echó a andar. La otra prefirió quedarse y respondió desde la distancia.
- Porque tienes esperanza.
Cuando Alida despertó, unos segundos después, supo que acababa de ver algo importante. Aun necesitaba situarse, muchas cosas se escapaban de su comprensión, pero algo le decía que aquello no podía simplemente habérselo inventado. Todo se veía muy real aunque diera la impresión de que lo viera a través de los ojos de otra persona. En cuanto a las voces que había escuchado, no estaba del todo segura pero una de ellas se oía familiar.
Miró a su alrededor. Volvía a ser de día, las velas de nuevo estaban apagadas, pero no parecía que hubiera mucho movimiento. Aun debía de ser temprano. Al mirar hacia la derecha, vio de nuevo el vaso con el líquido naranja. No le había vuelto a hacer caso desde ayer. Sintió un pequeño pinchazo en la cabeza. Le dolía y, al tocarse la frente, a ella misma le dio la impresión de que la fiebre le había vuelto a subir. Ni siquiera sentía que hubiera descansado en el rato que había estado dormida.
ALIDA
El sueño la había dejado medio tonta. Y... ¿de quién sería la voz conocida? Por más que intentaba recordarlo, no podía. Solo conseguía que le doliera más la cabeza... que ya de por sí le dolía más de lo que podía soportar. Y encima, no sentía haber descansado a pesar de haber dormido... ¿desde cuándo no descansaba cuando dormía? Preguntarse eso hizo que asomara una sonrisa amarga... eran muchas las veces que había dormido sin descansar.
Alida miró de nuevo el vaso. Parecía que estuviera esperando a que ella lo bebiera. ¡Pero no! ¡Debía mantenerse firme! Aunque, se encontraba tan mal... y la enfermera había dicho que ayudaría... bueno, si es que eso era una enfermera de verdad. La chica alargó el brazo, cogió el vaso y lo acercó a su nariz, para oler el contenido. No solía fiarse de su olfato, pero su instinto no parecía funcionar muy bien desde que había despertado en esa enfermería... No supo muy bien a qué olía y estuvo a punto de probar el contenido. Pero no lo hizo y volvió a dejar el vaso en su sitio.
Alida volvió a mirar a su alrededor. Por lo menos, a la luz del día la enfermería parecía más agradable que a la luz de las tétricas velas...
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El chico del día anterior, el tal Sammus, parecía estar haciendo la ronda. Veía a cada paciente, les preguntaba si les dolía algo y a alguno le cambiaba las vendas o le ofrecía la medicación. Cuando llegó a la altura de Alida, no pasó por alto que la chica no se había tomado la ambrosía.
- Buenos días. ¿Qué tal has dormido? - preguntó acercándose al cabezal de la cama - No es por nada pero tienes a tu enfermera, Monik, bastante preocupada, ¿sabes? Dice que no te tomas la medicina y no entiende por qué. Yo creo que sí lo sé pero ella acaba de empezar a trabajar con nosotros y no tiene tanta experiencia. ¿Qué es lo que te da miedo? ¿Por qué crees que queremos hacerte daño? Nosotros curamos a la gente. Mira - señaló a un paciente dos camas más allá - ¿Ves a ese chico de ahí? Se llama Brad. Le clavaron una lanza envenenada de lestrigón. Casi no lo cuenta pero se está curando. ¿Y ese de su derecha? Es Clarisse, de la cabaña cinco. Le metieron una cuchillada en la espalda hace un par de días. También se está recuperando. ¿Crees que nos gusta hacer daño a la gente herida? Nosotros somos como tú. Hemos visto cosas, cosas horribles. Pero no nos aprovechamos de nuestros semejantes. Mira, no sé dónde habrás estado pero es posible que sí sepa por lo que has pasado. Y aunque no lo supiera, la ambrosía en tu estado no puede matarte. Tendrías que tomar tres veces esa cantidad para que se te empezaran a achicharrar las orejas, créeme.
El chico, que debía de ser tres años mayor que ella, tenía los ojos de un azul eléctrico y el pelo negro como la noche. Mientras hablaba, mantenía el rostro en expresión seria aunque cordial.
- Me llamo Sammus, por cierto. Y no voy a obligarte a tomar la ambrosía si no quieres pero hay algo que debes saber, en menos de tres días, te seleccionarán para una cabaña. No lo haré yo, ni Quirón ni ningún otro. Será tu padre o tu madre. El o ella sabe que estás aquí, sabe por lo que estás pasando, y te vigila. A los dioses no les gusta la gente débil, no les gusta las llamadas de atención de esa índole. No vas a recibir ningún regalo suyo si te pasas el rato en esta cama y no vas a salir de aquí hasta que no te cures. Tu verás pero, si yo fuera tú, no me gustaría decepcionar a mis padres.
Dejó de insistir y siguió visitando y atendiendo al resto de enfermos.
ALIDA
¿Lanzas envenenadas? ¿Cuchilladas en la espalda? ¡¿Y el chico todavía se preguntaba por qué creía que iban a hacerle daño?! Alida estaba escandalizada. Lo único bueno que había sacado de lo que le había dicho el chico era que hacía falta el triple de cantidad de medicina para matarla... aunque claro, eso era lo que él decía, faltaba que fuera verdad.
Y luego estaba lo otro... ¿cabañas? ¿dioses? ¿Y quién demonios era Quirón? Pero sobretodo... ¿qué había dicho de los padres? ¡Sus padres la habían abandonado hacía años! Primero uno y luego el otro... ¿y ahora pretendían hacerle regalos? ¿Querían que fuera fuerte? ¡Ellos no lo habían sido para cuidar de ella! ¿Por qué tendría que serlo ella ahora?
Sin embargo, el chico parecía de fiar y no muy interesado en hacerle daño. Y ella seguía encontrándose muy mal. Alida pensó que probar la famosa medicina no tenía por qué ser tan malo. ¿Ambrosía, habían dicho que se llamaba? Se ocuparía de informarse sobre ella en cuanto pudiera levantarse de la cama y desaparecer de allí, por si las moscas. Pero ahora podía tomarla... de todas formas, no había tanta diferencia entre estar muerta y estar como estaba...
Alida cogió el vaso y lo bebió de un trago. Luego volvió a dejarlo donde estaba. Pensó en hacerlo de forma discreta para evitar otra conversación, pero a última hora cambió de opinión y dio un golpe sonoro con él al dejarlo caer sobre la mesilla. Ahora la mayoría de las miradas de la habitación debían de haberse centrado en ella, pero se esforzó por mantenerse visible... aunque solo fuera temporalmente.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
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A la chica le sorprendió el sabor de la ambrosía. Era totalmente diferente a cualquier cosa que hubiera probado y aun así el aroma le resultaba vagamente familiar, como si comiera algo conocido de lo que siempre le gustaba repetir. De pronto, sintió un calor en el interior del estómago que enseguida se extendió a otras partes del cuerpo. Aquello no solo sabía bien sino que le hacía sentir aun mejor. Enseguida notó que el dolor de cabeza había desaparecido, junto con la fiebre y la debilidad muscular. Alida se sentía preparada para salir de la cama.
Ni corta ni perezosa, la muchacha volvió a intentar la técnica de desaparecerse ahora que sabía que no era simplemente una sensación, que realmente ocurría. Sin mirar a nadie, para evitar perder la concentración y ser descubierta, salió de la cama dando un salto. La enfermería tenía dos entradas, una que daba a un pasillo por el que posiblemente atravesara el piso inferior de la Casa Grande (aunque esto Alida no lo sabía) y otro que daba al exterior. Alida decidió salir al aire libre y explorar qué otras cosas podía encontrar allí.
Durante el camino hacia ninguna parte en particular, vio a diferentes campistas haciendo cabriolas, bromas o simplemente corriendo. Alida puso toda su intención en no chocar con ninguno de ellos, no mirar a ninguno de ellos a los ojos y, sobretodo, no interponerse en su camino.
Todo llamaba su atención. Aquel sitio rebosaba de vida y, a la vez, remarcaba su autenticidad. Parecía un campamento de verano pero daba la impresión de que eso solo fuera la punta del iceberg, que aun tenía mucho más.
Pasando por los establos, le vio.
Roger jugaba a esconder las riendas de un caballo a un chico que parecía el instructor de equitación. Como éste no sabía que fuera Roger, se volvía como loco buscándolas mientras el niño reía en silencio. Alida se acercó un poco más para mirar. Roger había sido el único que no le había atosigado el día anterior, que se veía cercano y, curiosamente, aun no le había oído hablar. Cuando el chico se cansó de aquel juego, dio media vuelta en su dirección. Alida confiaba en que no pudiera verle pero, a pocos metros, Roger saludó a la nada y sonrió al pasar por su lado. ¿Realmente sabía que estaba allí? ¿Había vuelto a aparecerse y no se había dado cuenta?
ALIDA
Su primer intento por llamar la atención no había funcionado. ¡Para una vez que quería hablar con alguien! Pero había sacado algo bueno de aquello: por lo menos ya no estaba en la enfermería.
Alida no cabía en sí de asombro. Todo lo que había allí era tan... tan... extrañamente natural. No acababa de entender como un sitio lleno de cosas sobrenaturales podía resultarle tan natural y agradable... pero ya que era así, ¿qué había de malo en aprovecharlo e investigar un poquito más?
Ante el extraño saludo de Roger, Alida reaccionó por fin. ¿Qué había sido? ¿Un error suyo o una capacidad sobrenatural de él? ¿Es que además de encender y apagar velas, de hacerlas aparecer y desaparecer, también podía ver a la gente que desaparecía? ¡Tenía que saberlo! ¡No podía quedarse con la duda!
Sin pensarlo, en un acto casi instintivo, Alida se adelantó al chico para obligarlo a volver a pasar por delante de ella... a ver qué pasaba.
OMEGA
Roger vislumbró por el rabillo del ojo el movimiento de Alida. ¿A qué jugaba? La esquivó sin dificultad haciéndose a un lado. La segunda vez que ella intentó plantarse delante se quedó estático en su sitio. No entendía nada. Hasta que cayó en la cuenta, estaba pasando como ayer, que había vuelto a desaparecerse. ¿Era porque él podía verle? Debía ser eso.
El chico volvió a sonreír para desconcierto de Alida. Era una sonrisa carente de malicia o burla, la más pura expresión de felicidad. Tendió una mano hacia la chica.
ALIDA
Alida se sonrojó ante la sonrisa del chico y miró la mano. ¿Se la estaba ofreciendo? ¿a ella?
Con timidez, Alida acercó la mano a Roger, para cogérsela. Ya no estaba preocupada por si la veían o no.
OMEGA
Roger se la estrechó con energía y para cuando le soltó la mano, Alida sintió algo en la palma. ¿Una moneda dorada? El chico volvió a reírse, muerto de felicidad, e hizo otro gesto con la mano izquierda. La moneda había vuelto a desaparecer y ahora estaba en aquella mano. Se la volvió a tender, para que se la quedara. Sin duda aquellos juegos de manos eran uno de sus hobbies.
Roger volvió a tenderle la mano pero esta vez venía a significar algo parecido a un "Sígueme". ¿Y qué podía hacer Alida? ¿Seguirle? ¿O debía negarse? No conocía a Roger, realmente. ¿Y si malinterpretaba todo aquello? Lo que le sorprendía ahora mismo es que no necesitaba hablar para hacerse entender. Pero ¿por qué no lo hacía, en verdad? ¿Estaba impedido? ¿Era por decisión propia? Roger ya había echado a andar en dirección opuesta.
ALIDA
¿Huir de allí o seguir al chico? Lo lógico habría sido huir. Ella siempre huía. Pero... seguía sin encontrar dónde exactamente estaba el peligro de aquel lugar tan extraño y además Roger era la primera persona que conocía que no necesitaba hablar para hacerse entender. Y eso le gustaba, porque a ella tampoco le entusiasmaba demasiado la idea de parlotear.
Así pues, se limitó a seguir al chico, deseando que sus sentidos no estuvieran engañándola y que su instinto siguiera funcionando.
OMEGA
Roger la llevó campo a través, dejando las casas atrás e internándose en el bosque. Parecía conocerse bien la zona y sabía donde había que pisar y que sitios evitar. Se cruzaron con un par de sátiros que dormían la siesta a la sombra de un gran roble. Roger siguió caminando, haciendo una señal a Alida mientras cruzaban para que se mantuviera en silencio.
Llegaron a un pequeño lago. No era el canal Long Island, solo una pequeña balsa en la que se agrupaban partes de las aguas del río, pero por lo visto era lo que Roger estaba buscando. Le hizo una seña a la chica para que se acercara y empezó a mover un dedo sobre el aire. Cuando Alida se pudo dar cuenta de lo que el niño estaba haciendo, vio una serie de letras dibujadas sobre la superficie del lago. R-O-G... y Alida supo entonces que el niño se estaba presentando. Cuando Roger escribió su nombre completo hizo una pausa, miró a la chica con interés y dibujó una gran interrogación sobre el agua. ¿Le estaba preguntando su nombre?
ALIDA
Le gustaba la manera que tenía Roger de comunicarse, aunque se preguntaba por qué lo haría así... ¿no podría hablar? Oír sí oía, porque en la enfermería había hecho lo que se le pedía. Aunque... bueno, en realidad solo podía saber que entendía lo que se le pedía, pero...
Alida se descubrió queriendo saber muchas cosas más sobre aquel niño. Por eso, aunque no le gustaba demasiado hablar, decidió que le diría su nombre en voz alta, porque si el chico sabía escribir también sabía leer, pero... ¿podría oír su voz? Sin embargo, cuando estaba a punto de pronunciar nada recordó cómo Roger le había pedido silencio. ¿Había sido solo por los sátiros durmiendo? ¿O ese lago era su secreto y no quería que nadie los oyera allí?
Por si acaso, porque no quería que nada estropeara el momento, Alida buscó un palo entre los árboles y se acercó a la orilla de la balsa, a una zona de barro. Allí, con letra clara y con mayúsculas, escribió su nombre y miró con timidez a Roger.
OMEGA
Roger sonrió más abiertamente que antes. Comenzó a escribir el nombre de la chica también sobre el lago. Se vio vacilar unos segundos al escribir la última letra y entonces añadió una Y para después concluir con su propio nombre. El nombre se mantuvo unos segundos más antes de disolverse entre las aguas. Ahora Roger sacó una moneda como la que le había dado a Alida y la tiró al lago. La muchacha le pareció que movía los labios imperceptiblemente. La moneda se hundió entre las aguas azules del lago pero eso no fue lo único que sucedió. El Sol del mediodía y las aguas al moverse formaron un pequeño arco iris, y de ese arco iris surgió una imagen. Era una mujer con el cabello negro como el ébano y los ojos igual de oscuros que la noche. No les estaba mirando. Ni siquiera parecía saber que ellos podían verla, simplemente caminaba. A Alida le parecía familiar y por lo visto Roger la conocía muy bien porque miraba embelesado como se movía.
El hechizo o lo que fuera que el niño había producido comenzaba a desvanecerse y medio minuto después, la mujer se apagó junto con el arcoiris. Entonces el niño soltó un hipido, con los ojos ahora enrojecidos.
Alida no estaba segura de si debía consolarle porque tampoco estaba segura de que aquello se debiera a la pena y no a cualquier otra cosa. Roger captó el sentimiento de lástima que desprendía y, seguramente por la vergüenza, salió corriendo, dejando a la chica más confusa y preocupada a los pies del lago.
A la chica le sorprendió el sabor de la ambrosía. Era totalmente diferente a cualquier cosa que hubiera probado y aun así el aroma le resultaba vagamente familiar, como si comiera algo conocido de lo que siempre le gustaba repetir. De pronto, sintió un calor en el interior del estómago que enseguida se extendió a otras partes del cuerpo. Aquello no solo sabía bien sino que le hacía sentir aun mejor. Enseguida notó que el dolor de cabeza había desaparecido, junto con la fiebre y la debilidad muscular. Alida se sentía preparada para salir de la cama.
Ni corta ni perezosa, la muchacha volvió a intentar la técnica de desaparecerse ahora que sabía que no era simplemente una sensación, que realmente ocurría. Sin mirar a nadie, para evitar perder la concentración y ser descubierta, salió de la cama dando un salto. La enfermería tenía dos entradas, una que daba a un pasillo por el que posiblemente atravesara el piso inferior de la Casa Grande (aunque esto Alida no lo sabía) y otro que daba al exterior. Alida decidió salir al aire libre y explorar qué otras cosas podía encontrar allí.
Durante el camino hacia ninguna parte en particular, vio a diferentes campistas haciendo cabriolas, bromas o simplemente corriendo. Alida puso toda su intención en no chocar con ninguno de ellos, no mirar a ninguno de ellos a los ojos y, sobretodo, no interponerse en su camino.
Todo llamaba su atención. Aquel sitio rebosaba de vida y, a la vez, remarcaba su autenticidad. Parecía un campamento de verano pero daba la impresión de que eso solo fuera la punta del iceberg, que aun tenía mucho más.
Pasando por los establos, le vio.
Roger jugaba a esconder las riendas de un caballo a un chico que parecía el instructor de equitación. Como éste no sabía que fuera Roger, se volvía como loco buscándolas mientras el niño reía en silencio. Alida se acercó un poco más para mirar. Roger había sido el único que no le había atosigado el día anterior, que se veía cercano y, curiosamente, aun no le había oído hablar. Cuando el chico se cansó de aquel juego, dio media vuelta en su dirección. Alida confiaba en que no pudiera verle pero, a pocos metros, Roger saludó a la nada y sonrió al pasar por su lado. ¿Realmente sabía que estaba allí? ¿Había vuelto a aparecerse y no se había dado cuenta?
ALIDA
Su primer intento por llamar la atención no había funcionado. ¡Para una vez que quería hablar con alguien! Pero había sacado algo bueno de aquello: por lo menos ya no estaba en la enfermería.
Alida no cabía en sí de asombro. Todo lo que había allí era tan... tan... extrañamente natural. No acababa de entender como un sitio lleno de cosas sobrenaturales podía resultarle tan natural y agradable... pero ya que era así, ¿qué había de malo en aprovecharlo e investigar un poquito más?
Ante el extraño saludo de Roger, Alida reaccionó por fin. ¿Qué había sido? ¿Un error suyo o una capacidad sobrenatural de él? ¿Es que además de encender y apagar velas, de hacerlas aparecer y desaparecer, también podía ver a la gente que desaparecía? ¡Tenía que saberlo! ¡No podía quedarse con la duda!
Sin pensarlo, en un acto casi instintivo, Alida se adelantó al chico para obligarlo a volver a pasar por delante de ella... a ver qué pasaba.
OMEGA
Roger vislumbró por el rabillo del ojo el movimiento de Alida. ¿A qué jugaba? La esquivó sin dificultad haciéndose a un lado. La segunda vez que ella intentó plantarse delante se quedó estático en su sitio. No entendía nada. Hasta que cayó en la cuenta, estaba pasando como ayer, que había vuelto a desaparecerse. ¿Era porque él podía verle? Debía ser eso.
El chico volvió a sonreír para desconcierto de Alida. Era una sonrisa carente de malicia o burla, la más pura expresión de felicidad. Tendió una mano hacia la chica.
ALIDA
Alida se sonrojó ante la sonrisa del chico y miró la mano. ¿Se la estaba ofreciendo? ¿a ella?
Con timidez, Alida acercó la mano a Roger, para cogérsela. Ya no estaba preocupada por si la veían o no.
OMEGA
Roger se la estrechó con energía y para cuando le soltó la mano, Alida sintió algo en la palma. ¿Una moneda dorada? El chico volvió a reírse, muerto de felicidad, e hizo otro gesto con la mano izquierda. La moneda había vuelto a desaparecer y ahora estaba en aquella mano. Se la volvió a tender, para que se la quedara. Sin duda aquellos juegos de manos eran uno de sus hobbies.
Roger volvió a tenderle la mano pero esta vez venía a significar algo parecido a un "Sígueme". ¿Y qué podía hacer Alida? ¿Seguirle? ¿O debía negarse? No conocía a Roger, realmente. ¿Y si malinterpretaba todo aquello? Lo que le sorprendía ahora mismo es que no necesitaba hablar para hacerse entender. Pero ¿por qué no lo hacía, en verdad? ¿Estaba impedido? ¿Era por decisión propia? Roger ya había echado a andar en dirección opuesta.
ALIDA
¿Huir de allí o seguir al chico? Lo lógico habría sido huir. Ella siempre huía. Pero... seguía sin encontrar dónde exactamente estaba el peligro de aquel lugar tan extraño y además Roger era la primera persona que conocía que no necesitaba hablar para hacerse entender. Y eso le gustaba, porque a ella tampoco le entusiasmaba demasiado la idea de parlotear.
Así pues, se limitó a seguir al chico, deseando que sus sentidos no estuvieran engañándola y que su instinto siguiera funcionando.
OMEGA
Roger la llevó campo a través, dejando las casas atrás e internándose en el bosque. Parecía conocerse bien la zona y sabía donde había que pisar y que sitios evitar. Se cruzaron con un par de sátiros que dormían la siesta a la sombra de un gran roble. Roger siguió caminando, haciendo una señal a Alida mientras cruzaban para que se mantuviera en silencio.
Llegaron a un pequeño lago. No era el canal Long Island, solo una pequeña balsa en la que se agrupaban partes de las aguas del río, pero por lo visto era lo que Roger estaba buscando. Le hizo una seña a la chica para que se acercara y empezó a mover un dedo sobre el aire. Cuando Alida se pudo dar cuenta de lo que el niño estaba haciendo, vio una serie de letras dibujadas sobre la superficie del lago. R-O-G... y Alida supo entonces que el niño se estaba presentando. Cuando Roger escribió su nombre completo hizo una pausa, miró a la chica con interés y dibujó una gran interrogación sobre el agua. ¿Le estaba preguntando su nombre?
ALIDA
Le gustaba la manera que tenía Roger de comunicarse, aunque se preguntaba por qué lo haría así... ¿no podría hablar? Oír sí oía, porque en la enfermería había hecho lo que se le pedía. Aunque... bueno, en realidad solo podía saber que entendía lo que se le pedía, pero...
Alida se descubrió queriendo saber muchas cosas más sobre aquel niño. Por eso, aunque no le gustaba demasiado hablar, decidió que le diría su nombre en voz alta, porque si el chico sabía escribir también sabía leer, pero... ¿podría oír su voz? Sin embargo, cuando estaba a punto de pronunciar nada recordó cómo Roger le había pedido silencio. ¿Había sido solo por los sátiros durmiendo? ¿O ese lago era su secreto y no quería que nadie los oyera allí?
Por si acaso, porque no quería que nada estropeara el momento, Alida buscó un palo entre los árboles y se acercó a la orilla de la balsa, a una zona de barro. Allí, con letra clara y con mayúsculas, escribió su nombre y miró con timidez a Roger.
OMEGA
Roger sonrió más abiertamente que antes. Comenzó a escribir el nombre de la chica también sobre el lago. Se vio vacilar unos segundos al escribir la última letra y entonces añadió una Y para después concluir con su propio nombre. El nombre se mantuvo unos segundos más antes de disolverse entre las aguas. Ahora Roger sacó una moneda como la que le había dado a Alida y la tiró al lago. La muchacha le pareció que movía los labios imperceptiblemente. La moneda se hundió entre las aguas azules del lago pero eso no fue lo único que sucedió. El Sol del mediodía y las aguas al moverse formaron un pequeño arco iris, y de ese arco iris surgió una imagen. Era una mujer con el cabello negro como el ébano y los ojos igual de oscuros que la noche. No les estaba mirando. Ni siquiera parecía saber que ellos podían verla, simplemente caminaba. A Alida le parecía familiar y por lo visto Roger la conocía muy bien porque miraba embelesado como se movía.
El hechizo o lo que fuera que el niño había producido comenzaba a desvanecerse y medio minuto después, la mujer se apagó junto con el arcoiris. Entonces el niño soltó un hipido, con los ojos ahora enrojecidos.
Alida no estaba segura de si debía consolarle porque tampoco estaba segura de que aquello se debiera a la pena y no a cualquier otra cosa. Roger captó el sentimiento de lástima que desprendía y, seguramente por la vergüenza, salió corriendo, dejando a la chica más confusa y preocupada a los pies del lago.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
¡Eh! ¡No! ¡No te vayas! habría querido gritar, pero llevaba tanto tiempo sin hablar que la voz no le salió a tiempo. ¡Mierda!. Alida empezó a caminar en la misma dirección en que se había ido Roger. No corrió porque era inútil, era muy lenta corriendo e igual no iba a alcanzarlo, y todavía no estaba lo suficientemente recuperada como para querer gastar energías inútilmente. ¿Por qué se habría ido? ¡A ella no le importaba que estuviera triste! ¿Y quién sería la mujer que había aparecido?
Todo aquello era muy confuso: magia en el agua, imágenes en el aire... Alida no hacía más que pensar que debería haberse ido de allí tan pronto pudo ponerse en pie... pero ahora estaba demasiado preocupada por el chico como para hacerlo. Se puso la mano en el bolsillo donde guardaba la vela y la moneda, y las apretó con fuerza. Se iría más tarde, en cuanto supiera que él estaba bien.
OMEGA
El chico parecía haberse desvanecido en el aire. No había rastro de él cerca de las cabañas, ni a lo largo del río, ni siquiera cuando volvió a husmear alrededor de la Casa Grande. Nada. Donde fuera que hubiese ido, estaba claro que Roger conocía mucho mejor aquel sitio y sabía ocultarse de miradas indiscretas. Ella tenía la posibilidad de desaparecerse... ¿Y si tal vez Roger también pudiera hacerlo? Si había logrado ocultar velas y monedas, ¿por qué no a sí mismo?
Unos segundos después se oyó el ruido de una campana a lo lejos. Parecía proceder de la Casa Grande. Muchos campistas salieron de las cabañas en aquella dirección, otros corrían desde la Arena o los establos. Se iba a organizar un punto de encuentro. Alida tuvo que apartarse un par de veces del camino para evitar ser atropellada por otros adolescentes. No, era evidente que no podían traspasarla. El primer golpe con uno de ellos se lo hizo ver. ¿Y entonces? ¿Seguía siendo invisible o simplemente ellos andaban a lo loco sin preocuparse por donde pisaban?
Debía ser la hora de comer. Al olisquear el aire, Alida sintió los rugidos de la tripa. Tenía que comer algo, pero ¿dónde? ¿Iba a entrar con todos aquellos chicos? ¿Le darían de comer también a ella? No se había preocupado de preguntar nada en la enfermería. A lo mejor tenía que pagar algo para poder entrar. O simplemente no sería bienvenida hiciera lo que hiciera. ¿Le habría echado en falta Monik aquella mañana? ¿Se habría quejado Sammus?
ALIDA
Pensar en Monik le revolvió todavía más el estómago. No había querido confiar en ella, aunque la enfermera se había preocupado de que ella estuviera bien. Y luego se había marchado sin despedirse. ¿Estaría ella también donde iban todos los demás? Si estaba, podía darle las gracias... Tal vez también estuviera Roger y, en cualquier caso, por lo que olía habría comida y necesitaba desesperadamente comer algo.
Pero no iba a arriesgarse demasiado. Alida se esforzó por mantenerse invisible y fue con mucho cuidado al lugar donde iban todos, asegurándose de que no se volvía visible en ningún momento. El esfuerzo hizo que tuviera todavía más hambre, así que Alida deseó con todas sus fuerzas que valiera la pena. Si su instinto no fallaba, el lugar al que se dirigía debía ser un comedor, así que decidió que entraría y miraría si estaban Roger o Monink. Si los encontraba se disculparía con ellos por haberles hecho pasar un mal rato. Y si no... si no cogería algo de comida sin que nadie la viera. Con el estómago lleno ya decidiría si seguía buscando a los otros dos, o si se iba de ese lugar tan extraño definitivamente.
OMEGA
No había rastro de Monik ni tampoco de Roger. El comedor se estaba llenando, cada vez entraba más gente, pero nadie le prestaba atención. Los campistas cogían las bandejas y se echaban ensalada en el plato, después los cocineros les llenaban otros platos y cada uno se sentaba en su mesa asignada. Alida se dio cuenta de que muchas de ellas tenían un ocupamiento muy desigual. La mesa con los números uno y dos estaban vacías, la mesa cinco estaba llena de tiarrones con cara desagradable, la once estaba repleta de chavales y en la veinte comía un solitario de rostro pálido.
Si iba a seguir desaparecida no tenía sentido coger una bandeja pero si no tomar más que ensalada porque los primeros platos estaban cubiertos por una mampara y tendría que atravesar un estrecho pasillo y esquivar a los cocineros. No iba a ser fácil pero ¿y entonces? Tenía que decidirse pronto antes de que la ristra de campistas acabaran con la comida. Y a ese ritmo, no tardarían mucho.
ALIDA
Tenía demasiada hambre para comer solo ensalada, así que Alida decidió dejar de ser invisible. Se haría pasar por uno de ellos. Total, había pasado desapercibida toda su vida, podía hacerlo también ahora. Se fue a una esquina del recinto y deseó volverse visible. Luego, hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para aparentar normalidad y así poder pasar desapercibida y se incorporó a la fila como si fuera uno más. Cuando tuviera la bandeja, ya pensaría dónde se sentaba.
OMEGA
El cocinero debió de verla raquítica porque le echó más porción de sopa con pescado que al resto. El olor no era especialmente bueno pero no tenía mala pinta. Y era comida. Alida cogió también una lata de refresco y buscó un sitio para sentarse.
La mesa cuatro jugaba con los platos de ensalada. Algunos de los campistas allí sentados hacían crecer las hojas de lechuga o les daban más color. En la veintidós hacían algo similar, pero a las hojas de lechuga les crecían flores. En el resto, comían y chalaban. ¿Y ella? ¿Dónde iba a sentarse? Había veinticuatro mesas pero parecía que existía un orden que desconocía. ¿Pasaría algo si se mentaba en una mesa solitaria o sería mejor estar junto a otra gente con la que pasaría más desapercibida?
ALIDA
¡La gente, busca a la gente! se dijo Alida. Aunque no había nada que le incomodara más que la gente, sobretodo cuando había mucho, la experiencia le había enseñado que las personas se fijaban poco en los individuos de los grupos grandes. Si una mesa estaba vacía, seguro que era por algo. Y seguro que si se sentaba ella todos lo notaban. Pero entre un grupo de gente grande... ahí era más difícil que notaran su presencia.
Alida buscó la mesa más llena, eligió un hueco libre y bajó la cabeza para permitir que su pelo escondiera su cara. Luego empezó a comer aparentando normalidad.
Pero se dio cuenta de que, aunque estaba haciendo lo que había hecho siempre, ahora tenía una dificultad añadida: siempre había hecho eso deseando desaparecer... y ahora no quería hacerlo. No quería, porque sabía que si desaparecía de verdad podían darse cuenta... ¿desaparecería la comida también? ¿los cubiertos? ¿vería la gente un plato que se va vaciando poco a poco? No podía arriesgarse... y por eso, esta vez le estaba resultando más difícil que nunca aparentar normalidad. Sé normal, pasa desapercibida... pero no desaparezcas...
¡Qué difícil le resultaba! Sobretodo teniendo en cuenta que era más que evidente que allí nadie era normal... Empezaba incluso a pensar que un plato al que le desaparece comida no sería sospechoso allí... pero no, no podía arriesgarse. La mejor opción era la que siempre había usado. Seguro. Por supuesto. No había otra...
OMEGA
Sus compañeros de mesa no le prestaron atención al sentarse ni tampoco cuando se puso a comer. Aquella zona parecía acostumbrada a recibir a extraños y no sorprenderse por ello. Alida intentaba por todos los medios contener su habilidad ahora que no era necesaria y lo logró, al menos parcialmente. Todavía era corpórea solo que daba la impresión de ser un holograma. Fue entonces cuando su compañero de enfrente se dio cuenta y pegó un silbido.
- ¡Anda! ¡Un fantasma! ¡Cómo mola! ¡Hola, fantasma! - y le lanzó un trozo de pan para ver cómo le atravesaba. El pan rebotó en el cuerpo de Alida y el chico quedó algo chafado - ¡Ah! Pues no eres un fantasma. ¿Entonces qué eres?
Curiosamente que hubiera sido un fantasma no le asustaba, pero sí la incertidumbre. El pulso del joven comenzó a temblar y las palabras se le atragantaron en la boca cuando uno de los brazos de la joven desapareció por completo.
- ¿Que... que haces? ¿Que... que... quieres?
Como si pudieran oler su miedo, los otros chicos de su alrededor, que hasta ahora habían estado bromeando entre sí, se volvieron para mirar, y el hecho de ver una cabeza flotante sobre el asiento no les tranquilizó en absoluto. Enseguida comenzaron los gritos y los campistas más cercanos echaron a correr bien lejos de Alida.
ALIDA
Cuando el chico de delante empezó a decir que era un fantasma, Alida se asustó. ¿Qué estaría pasando para que él creyer que era un fantasma? Y entonces se miró las manos y lo comprendió. Había conseguido no desaparecer... pero no lo había conseguido del todo. ¡Era todo demasiado difícil y cansado! Y ahora... ahora los demás la temían como ella había temido durante toda su vida a lo sobrenatural... y le dolió. Le dolió que se alejaran de ella cuando ella no iba a hacerles daño. Había querido pasar desapercibida, pero ahora que todos huian de ella descubría que también había querido estar integrada en el grupo. Aunque no hubiera podido hablar con nadie, durante unos momentos se había sentido acompañada. Por primera vez en mucho tiempo había estado con gente y no se había sentido sola...
¡No! ¡No os vayáis! quiso gritar, pero llevaba tanto tiempo sin hablar que la voz, de nuevo, no le salió lo suficientemente rápido. Cuando quiso darse cuenta el comedor era un caos de gente señalándola y huyendo. Y entonces no pudo hacer otra cosa que desaparecer.
Pero una vez desaparecida no se movió. Se quedó allí, en el mismo lugar donde había estado sentada, esperando a que los demás se calmaran y huyeran de ella. Subió las piernas al banco donde estaba sentada y se abrazó a ellas, y luego notó como las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas.
Ella era desconfiada, lo sabía. Pero... había visto muchas cosas sobrenaturales en ese lugar, y había sentido otras tantas que no había llegado a ver. De algún modo, su intuición le había dicho que ahí podía encontrar un hogar, y por eso había estado buscando a Roger y a Monik en vez de irse corriendo. Pero... después de ver cómo todos se asustaban al verla y huían de ella... toda esperanza de encajar allí se desvaneció. ¿Es que era incluso demasiado rara para estar allí? ¿Es que nunca iba a encontrar su lugar?
Alida estuvo un rato llorando en el mismo sitio y luego se durmió. Aunque la medicina que le habían dado en la enfermería había sido efectiva, seguía cansada por el día anterior y por todo lo que había pasado en lo que llevaba de día. Y, sobretodo, quería desaparecer, olvidar... despertar y que nada de todo eso hubiera pasado. Por eso no hizo nada, tampoco se preocupó de si los demás podían verla al completo, no podían verla en absoluto o si la veían como un fantasma. En realidad, si iban a huir de ella al verla poco le importaba ser visible o no.
OMEGA
La mujer del lago volvía a estar en sus sueños pero Alida no sintió ningún miedo. Se veía demasiado cansada como para asustarse. La sentía muy cerca de ella, aunque con cada paso que dara, su imagen siguiera a la misma distancia. Era extraño pero no menos que todo lo que le había pasado en los últimos días.
- Siento que hayas sufrido tanto, mi niña - sabía que se refería a ella, sentía como aquellos ojos negros traspasaban hasta lo más profundo de su ser - De verdad que lo siento. Ya es difícil vivir con un único padre, aun más en varias familias de acogida. Ellos no entienden lo que realmente sucede, no pueden prepararte ni protegerte para nada de esto. Ojalá Thomas hubiera aguantado un poco más... Era tan buen hombre... - la mujer suspiró y Alida sintió su aliento tan cerca que le hacía cosquillas. Lo curioso es que la oía pero ella no movía la boca. Le miraba fijamente, con una sonrisa triste dibujada en el rostro - No te rindas, pequeña. No dejes que los demás te influyan en las decisiones que tomes. No te dejes convencer, sigue tu propio rumbo, por difícil que sea. Siempre será mejor ser libre, aunque sea un camino duro, que vivir esclavizado en pos de las decisiones e intereses de otros.
La melena ondulada y oscura de la mujer se confundía con la negrura de la noche. Tanto que daba la impresión de formar parte de ella. Alida no podía distinguir el color de sus ojos, solo la palidez de su rostro y los destellos de su vestido vaporoso que recordaba al color del atardecer.
- Pronto se iniciará una guerra y os obligarán a tomar partido salvo que en realidad ninguno de vosotros estáis obligados a elegir. No es vuestra guerra. Quiero que escuches tu propia voz interior. Siempre será tu mejor consejera. Cuando tengas miedo o dudas, busca un lugar tranquilo, aléjate del mundo, y déjate que ella sea tu brújula. - la mujer volvió su rostro unos segundos y para entonces su expresión había cambiado por completo - No puedo quedarme mucho más a tu lado. Necesito asegurarme de que comprendes lo que te digo. Espero que entre tus nuevos hermanos encuentres la familia que deberías haber tenido desde el principio. Cuídate, hija mía.
El sueño terminó y Alida comenzó a abrir poco a poco los ojos. Ya había anochecido y la luna creciente se asomaba por el cristal de las ventanas. Nadie había recaído en su presencia o simplemente habían preferido dejarla tranquila. Sin embargo, una tosecilla le indicó que no estaba sola. Roger, el miembro más joven de la cabaña 21, estaba a su lado y sonreía de oreja a oreja tras comprobar el surco que se había formado en el suelo alrededor de la joven: una media luna.
ALIDA
Al ver a Roger, Alida sonrió por fin. Con él se sentía acompañada.
- Hola Roger... -dijo, aunque tuvo que carraspear un par de veces para poder hacerlo. Y entonces se dio cuenta de que era la primera vez que le dirigía la palabra, y aun así no quería dejar de hablar con Roger. Necesitaba compañía.- No encajo en este lugar, Roger. Ni siquiera sé qué hago aquí... y la gente me tiene miedo. Tú no te asustaste, pero los demás sí... Tal vez seas la persona más valiente de aquí... Y he tenido un sueño muy raro, ¿sabes? He soñado que tenía madre... pero claro, a ti esto no te sorprenderá porque no me conoces. No tengo. Ni madre ni padre. Se fueron cuando era muy pequeña... y ahora sueño que tengo madre. ¡No es justo! Pensaba que lo había superado ya... ¡me abandonó! No es justo que siga deseando conocerla... Aunque ha sido extraño, porque se parecía mucho a la mujer que me enseñaste en el lago y... no sé, todo es muy confuso... quizá debería irme de aquí. Pensaba que tal vez aquí encontraría un hogar... pero... no sé, igual este tampoco es mi sitio. Me estoy acostumbrando a que ninguno lo sea...
Mientras hablaba Alida recordó la mención de su sueño a sus hermanos, ¿qué nuevos hermanos? ¿es que iba a poder volver a su última casa de acogida? Allí tenía dos... pero claro, esos no eran nuevos... La chica no entendía nada.
OMEGA
Roger seguía sonriendo pero no dijo nada. Le hizo una seña a Alida, que esperaba que entendiera como un "ahora vengo" y se refugió en la negrura de la noche.
Cuando Alida empezaba a sospechar que le había vuelto a abandonar, llegó acompañado de una chica que le venía preguntando por el camino a qué venía tanto misterio. Fue cuando entró en el comedor y vio a Alida encima de la luna dibujada en el suelo en forma decreciente cuando empezó a encajar las piezas.
- Así que tú eres la que apareces y desapareces por el Campamento, ¿no? Soy Mistral, jefa de la cabaña 21. - se acercó lentamente, como si temiera que Alida se fuera a desvanecer en el aire - Veo que Hécate te ha reconocido como hija suya. ¿Cómo te llamas?
El tono de la muchacha era sosegado, intentando infundir calma en su interlocutor.
ALIDA
La reacción natural de Alida fue querer desaparecer. ¡No lo hagas! pensó a tiempo, y deseó haber sido lo suficiente rápida como para controlar el extraño poder que la traía de cabeza. En el poco tiempo que llevaba allí, a Alida le había dado tiempo a comprobar dos cosas: que la gente no solía querer hacerle daño, y que Roger era de fiar. Por eso, dedujo que podía fiarse de alguien a quien había traído Roger, aunque no entendía nada de lo que pasaba.
- Me llamo Alida... -dijo, y se quedó mirando a Mistral a la espera de que explicara más cosas.- ¿Hécate? ¿Quién...? -empezó a preguntar, confusa. Pero entonces se le ocurrió algo y dirigió su mirada a Roger.- ¿Hécate es la mujer del lago? -¿la misma que en el sueño me llamaba hija? habría querido añadir, pero era demasiado embarazoso mostrar tan pronto a los demás lo desesperada que estaba por tener una madre, que hasta soñaba con quitársela a los demás... porque debía ser la madre de Roger, ¿o no?
OMEGA
Mistral no pasó por alto que las manos de Alida habían desaparecido por un segundo. De hecho se la veía bastante impresionada. Roger asintió, sin necesidad de decir nada más.
- ¡Vaya! No cabe duda de que perteneces a la cabaña 21. - dijo la joven morena cuando se recuperó de la impresión - Hécate es nuestra madre, la diosa de la magia. ¿Estas familiarizada con los dioses, ¿Alida? - le hizo una seña para que no se moviera mientras ella tomaba asiento. Al ver que la chica dudaba con su respuesta, siguió con la explicación - [b]Cada uno de los que formamos parte de este campamento somos hijos de un dios o de una diosa. Zeus, Apolo, Hefesto, Atenea... ¿Te suenan esos nombres? A veces se presentan a nuestros padres mortales como son, otras veces no llegan a contarles nada porque creen que no podrán asimilarlo. ¿Qué me dices de tu padre? ¿No te dijo nada al respecto?
¡Eh! ¡No! ¡No te vayas! habría querido gritar, pero llevaba tanto tiempo sin hablar que la voz no le salió a tiempo. ¡Mierda!. Alida empezó a caminar en la misma dirección en que se había ido Roger. No corrió porque era inútil, era muy lenta corriendo e igual no iba a alcanzarlo, y todavía no estaba lo suficientemente recuperada como para querer gastar energías inútilmente. ¿Por qué se habría ido? ¡A ella no le importaba que estuviera triste! ¿Y quién sería la mujer que había aparecido?
Todo aquello era muy confuso: magia en el agua, imágenes en el aire... Alida no hacía más que pensar que debería haberse ido de allí tan pronto pudo ponerse en pie... pero ahora estaba demasiado preocupada por el chico como para hacerlo. Se puso la mano en el bolsillo donde guardaba la vela y la moneda, y las apretó con fuerza. Se iría más tarde, en cuanto supiera que él estaba bien.
OMEGA
El chico parecía haberse desvanecido en el aire. No había rastro de él cerca de las cabañas, ni a lo largo del río, ni siquiera cuando volvió a husmear alrededor de la Casa Grande. Nada. Donde fuera que hubiese ido, estaba claro que Roger conocía mucho mejor aquel sitio y sabía ocultarse de miradas indiscretas. Ella tenía la posibilidad de desaparecerse... ¿Y si tal vez Roger también pudiera hacerlo? Si había logrado ocultar velas y monedas, ¿por qué no a sí mismo?
Unos segundos después se oyó el ruido de una campana a lo lejos. Parecía proceder de la Casa Grande. Muchos campistas salieron de las cabañas en aquella dirección, otros corrían desde la Arena o los establos. Se iba a organizar un punto de encuentro. Alida tuvo que apartarse un par de veces del camino para evitar ser atropellada por otros adolescentes. No, era evidente que no podían traspasarla. El primer golpe con uno de ellos se lo hizo ver. ¿Y entonces? ¿Seguía siendo invisible o simplemente ellos andaban a lo loco sin preocuparse por donde pisaban?
Debía ser la hora de comer. Al olisquear el aire, Alida sintió los rugidos de la tripa. Tenía que comer algo, pero ¿dónde? ¿Iba a entrar con todos aquellos chicos? ¿Le darían de comer también a ella? No se había preocupado de preguntar nada en la enfermería. A lo mejor tenía que pagar algo para poder entrar. O simplemente no sería bienvenida hiciera lo que hiciera. ¿Le habría echado en falta Monik aquella mañana? ¿Se habría quejado Sammus?
ALIDA
Pensar en Monik le revolvió todavía más el estómago. No había querido confiar en ella, aunque la enfermera se había preocupado de que ella estuviera bien. Y luego se había marchado sin despedirse. ¿Estaría ella también donde iban todos los demás? Si estaba, podía darle las gracias... Tal vez también estuviera Roger y, en cualquier caso, por lo que olía habría comida y necesitaba desesperadamente comer algo.
Pero no iba a arriesgarse demasiado. Alida se esforzó por mantenerse invisible y fue con mucho cuidado al lugar donde iban todos, asegurándose de que no se volvía visible en ningún momento. El esfuerzo hizo que tuviera todavía más hambre, así que Alida deseó con todas sus fuerzas que valiera la pena. Si su instinto no fallaba, el lugar al que se dirigía debía ser un comedor, así que decidió que entraría y miraría si estaban Roger o Monink. Si los encontraba se disculparía con ellos por haberles hecho pasar un mal rato. Y si no... si no cogería algo de comida sin que nadie la viera. Con el estómago lleno ya decidiría si seguía buscando a los otros dos, o si se iba de ese lugar tan extraño definitivamente.
OMEGA
No había rastro de Monik ni tampoco de Roger. El comedor se estaba llenando, cada vez entraba más gente, pero nadie le prestaba atención. Los campistas cogían las bandejas y se echaban ensalada en el plato, después los cocineros les llenaban otros platos y cada uno se sentaba en su mesa asignada. Alida se dio cuenta de que muchas de ellas tenían un ocupamiento muy desigual. La mesa con los números uno y dos estaban vacías, la mesa cinco estaba llena de tiarrones con cara desagradable, la once estaba repleta de chavales y en la veinte comía un solitario de rostro pálido.
Si iba a seguir desaparecida no tenía sentido coger una bandeja pero si no tomar más que ensalada porque los primeros platos estaban cubiertos por una mampara y tendría que atravesar un estrecho pasillo y esquivar a los cocineros. No iba a ser fácil pero ¿y entonces? Tenía que decidirse pronto antes de que la ristra de campistas acabaran con la comida. Y a ese ritmo, no tardarían mucho.
ALIDA
Tenía demasiada hambre para comer solo ensalada, así que Alida decidió dejar de ser invisible. Se haría pasar por uno de ellos. Total, había pasado desapercibida toda su vida, podía hacerlo también ahora. Se fue a una esquina del recinto y deseó volverse visible. Luego, hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para aparentar normalidad y así poder pasar desapercibida y se incorporó a la fila como si fuera uno más. Cuando tuviera la bandeja, ya pensaría dónde se sentaba.
OMEGA
El cocinero debió de verla raquítica porque le echó más porción de sopa con pescado que al resto. El olor no era especialmente bueno pero no tenía mala pinta. Y era comida. Alida cogió también una lata de refresco y buscó un sitio para sentarse.
La mesa cuatro jugaba con los platos de ensalada. Algunos de los campistas allí sentados hacían crecer las hojas de lechuga o les daban más color. En la veintidós hacían algo similar, pero a las hojas de lechuga les crecían flores. En el resto, comían y chalaban. ¿Y ella? ¿Dónde iba a sentarse? Había veinticuatro mesas pero parecía que existía un orden que desconocía. ¿Pasaría algo si se mentaba en una mesa solitaria o sería mejor estar junto a otra gente con la que pasaría más desapercibida?
ALIDA
¡La gente, busca a la gente! se dijo Alida. Aunque no había nada que le incomodara más que la gente, sobretodo cuando había mucho, la experiencia le había enseñado que las personas se fijaban poco en los individuos de los grupos grandes. Si una mesa estaba vacía, seguro que era por algo. Y seguro que si se sentaba ella todos lo notaban. Pero entre un grupo de gente grande... ahí era más difícil que notaran su presencia.
Alida buscó la mesa más llena, eligió un hueco libre y bajó la cabeza para permitir que su pelo escondiera su cara. Luego empezó a comer aparentando normalidad.
Pero se dio cuenta de que, aunque estaba haciendo lo que había hecho siempre, ahora tenía una dificultad añadida: siempre había hecho eso deseando desaparecer... y ahora no quería hacerlo. No quería, porque sabía que si desaparecía de verdad podían darse cuenta... ¿desaparecería la comida también? ¿los cubiertos? ¿vería la gente un plato que se va vaciando poco a poco? No podía arriesgarse... y por eso, esta vez le estaba resultando más difícil que nunca aparentar normalidad. Sé normal, pasa desapercibida... pero no desaparezcas...
¡Qué difícil le resultaba! Sobretodo teniendo en cuenta que era más que evidente que allí nadie era normal... Empezaba incluso a pensar que un plato al que le desaparece comida no sería sospechoso allí... pero no, no podía arriesgarse. La mejor opción era la que siempre había usado. Seguro. Por supuesto. No había otra...
OMEGA
Sus compañeros de mesa no le prestaron atención al sentarse ni tampoco cuando se puso a comer. Aquella zona parecía acostumbrada a recibir a extraños y no sorprenderse por ello. Alida intentaba por todos los medios contener su habilidad ahora que no era necesaria y lo logró, al menos parcialmente. Todavía era corpórea solo que daba la impresión de ser un holograma. Fue entonces cuando su compañero de enfrente se dio cuenta y pegó un silbido.
- ¡Anda! ¡Un fantasma! ¡Cómo mola! ¡Hola, fantasma! - y le lanzó un trozo de pan para ver cómo le atravesaba. El pan rebotó en el cuerpo de Alida y el chico quedó algo chafado - ¡Ah! Pues no eres un fantasma. ¿Entonces qué eres?
Curiosamente que hubiera sido un fantasma no le asustaba, pero sí la incertidumbre. El pulso del joven comenzó a temblar y las palabras se le atragantaron en la boca cuando uno de los brazos de la joven desapareció por completo.
- ¿Que... que haces? ¿Que... que... quieres?
Como si pudieran oler su miedo, los otros chicos de su alrededor, que hasta ahora habían estado bromeando entre sí, se volvieron para mirar, y el hecho de ver una cabeza flotante sobre el asiento no les tranquilizó en absoluto. Enseguida comenzaron los gritos y los campistas más cercanos echaron a correr bien lejos de Alida.
ALIDA
Cuando el chico de delante empezó a decir que era un fantasma, Alida se asustó. ¿Qué estaría pasando para que él creyer que era un fantasma? Y entonces se miró las manos y lo comprendió. Había conseguido no desaparecer... pero no lo había conseguido del todo. ¡Era todo demasiado difícil y cansado! Y ahora... ahora los demás la temían como ella había temido durante toda su vida a lo sobrenatural... y le dolió. Le dolió que se alejaran de ella cuando ella no iba a hacerles daño. Había querido pasar desapercibida, pero ahora que todos huian de ella descubría que también había querido estar integrada en el grupo. Aunque no hubiera podido hablar con nadie, durante unos momentos se había sentido acompañada. Por primera vez en mucho tiempo había estado con gente y no se había sentido sola...
¡No! ¡No os vayáis! quiso gritar, pero llevaba tanto tiempo sin hablar que la voz, de nuevo, no le salió lo suficientemente rápido. Cuando quiso darse cuenta el comedor era un caos de gente señalándola y huyendo. Y entonces no pudo hacer otra cosa que desaparecer.
Pero una vez desaparecida no se movió. Se quedó allí, en el mismo lugar donde había estado sentada, esperando a que los demás se calmaran y huyeran de ella. Subió las piernas al banco donde estaba sentada y se abrazó a ellas, y luego notó como las lágrimas empezaban a caer por sus mejillas.
Ella era desconfiada, lo sabía. Pero... había visto muchas cosas sobrenaturales en ese lugar, y había sentido otras tantas que no había llegado a ver. De algún modo, su intuición le había dicho que ahí podía encontrar un hogar, y por eso había estado buscando a Roger y a Monik en vez de irse corriendo. Pero... después de ver cómo todos se asustaban al verla y huían de ella... toda esperanza de encajar allí se desvaneció. ¿Es que era incluso demasiado rara para estar allí? ¿Es que nunca iba a encontrar su lugar?
Alida estuvo un rato llorando en el mismo sitio y luego se durmió. Aunque la medicina que le habían dado en la enfermería había sido efectiva, seguía cansada por el día anterior y por todo lo que había pasado en lo que llevaba de día. Y, sobretodo, quería desaparecer, olvidar... despertar y que nada de todo eso hubiera pasado. Por eso no hizo nada, tampoco se preocupó de si los demás podían verla al completo, no podían verla en absoluto o si la veían como un fantasma. En realidad, si iban a huir de ella al verla poco le importaba ser visible o no.
OMEGA
La mujer del lago volvía a estar en sus sueños pero Alida no sintió ningún miedo. Se veía demasiado cansada como para asustarse. La sentía muy cerca de ella, aunque con cada paso que dara, su imagen siguiera a la misma distancia. Era extraño pero no menos que todo lo que le había pasado en los últimos días.
- Siento que hayas sufrido tanto, mi niña - sabía que se refería a ella, sentía como aquellos ojos negros traspasaban hasta lo más profundo de su ser - De verdad que lo siento. Ya es difícil vivir con un único padre, aun más en varias familias de acogida. Ellos no entienden lo que realmente sucede, no pueden prepararte ni protegerte para nada de esto. Ojalá Thomas hubiera aguantado un poco más... Era tan buen hombre... - la mujer suspiró y Alida sintió su aliento tan cerca que le hacía cosquillas. Lo curioso es que la oía pero ella no movía la boca. Le miraba fijamente, con una sonrisa triste dibujada en el rostro - No te rindas, pequeña. No dejes que los demás te influyan en las decisiones que tomes. No te dejes convencer, sigue tu propio rumbo, por difícil que sea. Siempre será mejor ser libre, aunque sea un camino duro, que vivir esclavizado en pos de las decisiones e intereses de otros.
La melena ondulada y oscura de la mujer se confundía con la negrura de la noche. Tanto que daba la impresión de formar parte de ella. Alida no podía distinguir el color de sus ojos, solo la palidez de su rostro y los destellos de su vestido vaporoso que recordaba al color del atardecer.
- Pronto se iniciará una guerra y os obligarán a tomar partido salvo que en realidad ninguno de vosotros estáis obligados a elegir. No es vuestra guerra. Quiero que escuches tu propia voz interior. Siempre será tu mejor consejera. Cuando tengas miedo o dudas, busca un lugar tranquilo, aléjate del mundo, y déjate que ella sea tu brújula. - la mujer volvió su rostro unos segundos y para entonces su expresión había cambiado por completo - No puedo quedarme mucho más a tu lado. Necesito asegurarme de que comprendes lo que te digo. Espero que entre tus nuevos hermanos encuentres la familia que deberías haber tenido desde el principio. Cuídate, hija mía.
El sueño terminó y Alida comenzó a abrir poco a poco los ojos. Ya había anochecido y la luna creciente se asomaba por el cristal de las ventanas. Nadie había recaído en su presencia o simplemente habían preferido dejarla tranquila. Sin embargo, una tosecilla le indicó que no estaba sola. Roger, el miembro más joven de la cabaña 21, estaba a su lado y sonreía de oreja a oreja tras comprobar el surco que se había formado en el suelo alrededor de la joven: una media luna.
ALIDA
Al ver a Roger, Alida sonrió por fin. Con él se sentía acompañada.
- Hola Roger... -dijo, aunque tuvo que carraspear un par de veces para poder hacerlo. Y entonces se dio cuenta de que era la primera vez que le dirigía la palabra, y aun así no quería dejar de hablar con Roger. Necesitaba compañía.- No encajo en este lugar, Roger. Ni siquiera sé qué hago aquí... y la gente me tiene miedo. Tú no te asustaste, pero los demás sí... Tal vez seas la persona más valiente de aquí... Y he tenido un sueño muy raro, ¿sabes? He soñado que tenía madre... pero claro, a ti esto no te sorprenderá porque no me conoces. No tengo. Ni madre ni padre. Se fueron cuando era muy pequeña... y ahora sueño que tengo madre. ¡No es justo! Pensaba que lo había superado ya... ¡me abandonó! No es justo que siga deseando conocerla... Aunque ha sido extraño, porque se parecía mucho a la mujer que me enseñaste en el lago y... no sé, todo es muy confuso... quizá debería irme de aquí. Pensaba que tal vez aquí encontraría un hogar... pero... no sé, igual este tampoco es mi sitio. Me estoy acostumbrando a que ninguno lo sea...
Mientras hablaba Alida recordó la mención de su sueño a sus hermanos, ¿qué nuevos hermanos? ¿es que iba a poder volver a su última casa de acogida? Allí tenía dos... pero claro, esos no eran nuevos... La chica no entendía nada.
OMEGA
Roger seguía sonriendo pero no dijo nada. Le hizo una seña a Alida, que esperaba que entendiera como un "ahora vengo" y se refugió en la negrura de la noche.
Cuando Alida empezaba a sospechar que le había vuelto a abandonar, llegó acompañado de una chica que le venía preguntando por el camino a qué venía tanto misterio. Fue cuando entró en el comedor y vio a Alida encima de la luna dibujada en el suelo en forma decreciente cuando empezó a encajar las piezas.
- Así que tú eres la que apareces y desapareces por el Campamento, ¿no? Soy Mistral, jefa de la cabaña 21. - se acercó lentamente, como si temiera que Alida se fuera a desvanecer en el aire - Veo que Hécate te ha reconocido como hija suya. ¿Cómo te llamas?
El tono de la muchacha era sosegado, intentando infundir calma en su interlocutor.
ALIDA
La reacción natural de Alida fue querer desaparecer. ¡No lo hagas! pensó a tiempo, y deseó haber sido lo suficiente rápida como para controlar el extraño poder que la traía de cabeza. En el poco tiempo que llevaba allí, a Alida le había dado tiempo a comprobar dos cosas: que la gente no solía querer hacerle daño, y que Roger era de fiar. Por eso, dedujo que podía fiarse de alguien a quien había traído Roger, aunque no entendía nada de lo que pasaba.
- Me llamo Alida... -dijo, y se quedó mirando a Mistral a la espera de que explicara más cosas.- ¿Hécate? ¿Quién...? -empezó a preguntar, confusa. Pero entonces se le ocurrió algo y dirigió su mirada a Roger.- ¿Hécate es la mujer del lago? -¿la misma que en el sueño me llamaba hija? habría querido añadir, pero era demasiado embarazoso mostrar tan pronto a los demás lo desesperada que estaba por tener una madre, que hasta soñaba con quitársela a los demás... porque debía ser la madre de Roger, ¿o no?
OMEGA
Mistral no pasó por alto que las manos de Alida habían desaparecido por un segundo. De hecho se la veía bastante impresionada. Roger asintió, sin necesidad de decir nada más.
- ¡Vaya! No cabe duda de que perteneces a la cabaña 21. - dijo la joven morena cuando se recuperó de la impresión - Hécate es nuestra madre, la diosa de la magia. ¿Estas familiarizada con los dioses, ¿Alida? - le hizo una seña para que no se moviera mientras ella tomaba asiento. Al ver que la chica dudaba con su respuesta, siguió con la explicación - [b]Cada uno de los que formamos parte de este campamento somos hijos de un dios o de una diosa. Zeus, Apolo, Hefesto, Atenea... ¿Te suenan esos nombres? A veces se presentan a nuestros padres mortales como son, otras veces no llegan a contarles nada porque creen que no podrán asimilarlo. ¿Qué me dices de tu padre? ¿No te dijo nada al respecto?
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
Qué fue lo que hizo que Alida no desapareciera al instante y se alejara de ese lugar tan extraño después una explicación como la que le acababan de dar, que incluía a dioses, la chica nunca llegó a saberlo. Pero el caso es que sintió que no estaban jugando con ella, que nadie intentaba engañarla... y que de repente tanto caos sobrenatural en su vida empezaba a cobrar sentido. Si los dioses existían... no era extraño que existiera todo lo demás. Y al revés, todo lo demás existía claramente, Alida lo sabía demasiado bien... no había nada que demostrara que los dioses no.
Por eso, la chica escuchó con atención a la única persona que parecía dispuesta a explicarle dónde estaba... hasta que su padre fue mencionado.
- Mi padre... no me dijo nada... -dijo evitando mirar a Mistral mientras ella se iba enfadando más y más con su padre. Si lo que la chica le contaba, la del sueño había sido su madre. Y si eso era cierto, había hablado de su padre... había dicho que era un buen hombre... Pero Alida no creía que lo fuera: un buen hombre no abandona a su hija en un mundo lleno de monstruos limitándose a decirle que pase desapercibida del mundo. Y al pensar eso, Alida cayó en la cuenta de que aunque Mistral había dicho que muchos padres no sabían nada... él sí lo sabía.- Pero lo sabía -dijo con una rabia que pocas veces había sentido. Estaba claro que no le habría dicho que se escondiera si no lo hubiera sabido.
OMEGA
- A veces actúan como los dioses. Creen que si no hablan del asunto, podrán evitarte nuevos problemas. Intentan sobreprotegerte y no se dan cuenta de su error hasta muy tarde. Bueno, hablo de mi caso particular. Mi padre no me contó nada sobre mi naturaleza hasta el día anterior al que vine aquí; y lo hice obligada, no te creas. Me costaba creerle. Si no fuera por los monstruos... - la chica había dejado de mirar a Alida unos segundos pero enseguida se recuperó - En fin, me da la impresión de que has congeniado con Roger. Es un buen chico. Poco hablador o casi nada, pero sabe hacerse entender - el niño sonrió, azorado, aunque en la oscuridad no se notaba el rubor de las mejillas - Te podría seguir contándote cosas pero me da la impresión de que será más cómodo si lo tratamos dentro de nuestra cabaña. Ahora no hay ningún impedimento para que entres en ella.
Mistral le hizo una seña para que le siguiera y Roger volvió a tenderle la mano.
- Puedo preguntarte ¿cómo llegaste hasta aquí?
ALIDA
Estaba un poco harta de ese banco y de vagar sin rumbo, así que aceptó la mano de Roger y siguió a Mistral.
- Pues... bueno... -era un poco embarazoso para Alida hablar del tema, pero sentía que debía algo a la única chica que se había dignado a esclarecer lo que le estaba pasando.- Mi padre se fue cuando yo era pequeña y la única indicación que me dejó fue que me escondiera de las cosas que no fueran... normales -¿de verdad era normales la palabra adecuada?-. Y yo... bueno, le hice caso. Pero hace unos días apareció en mi nuevo instituto alguien... o algo, no lo sé. Sé que no era humano. Y... me escondí. Pero no... no funcionó. Lo que funcionaba con todos, con él no funcionaba. Así que... huí. Pero me perseguía... y así, huyendo de él, he estado los últimos días, creo. No sé exactamente cuánto tiempo he pasado huyendo de eso... pero al final llegué a una colina con un árbol y... lo siguiente que recuerdo es vuestra enfermería.
Alida dio por finalizada la explicación, pero antes de que Mistral pudiera contestar recordó algo.
- Es... extraño. Porque yo huía de él...eso pero... bueno, se supone que algo que es malo debería haber intentado hacerme daño... y lo cierto es que no lo hizo. A veces pienso que intentaba guiarme hasta aquí...
Ahora que empezaba a aprender que no todo lo sobrenatural era malo, puesto que ella misma era más sobrenatural de lo que pensaba... caía en la cuenta de que tal vez quien la había perseguido no había pretendido asustarla...
OMEGA
Mistral reflexionó sobre las palabras de la otra.
- Cierto. Los monstruos no son nada pacientes por definición. Podría ser un guardián, posiblemente un sátiro. Son los que nos suelen traer hasta aquí.
Salieron de la Casa Grande y comenzaron a caminar hacia su cabaña. Había refrescado y el cielo, limpio, dejaba ver una luna creciente sobre un fondo salpicado de estrellas. Nadie salvo ellos caminaba por allí. Todo estaba en silencio.
- No voy a enjuiciar a tu padre, Alida. No soy quién para hacerlo. Lo que sí te puedo decir es que de alguna manera nuestra madre cuida de nosotros. A los dioses no les está permitido interaccionar directamente con sus hijos mortales. Una ley estúpida de Zeus, en mi opinión, que tiene que ver con todo eso de que si se ocuparan de la familia no tendrían tiempo para otras cosas. La cuestión es que Hécate, nuestra madre, no tiene hijos para luego despreocuparse de ellos. Aunque sus acciones son limitadas, suele poner un ojo en todos nosotros. Antes no lo entendía. No comprendía por qué si una persona te quiere, no se da a conocer hasta tan tarde. Luego entendí que en realidad espera el momento oportuno. Si lo hace demasiado pronto, puede añadirte nuevos problemas. - la brisa de la noche agitaba las ropas de los chicos. Se veía cercana una hoguera que chisporroteaba y daba luz - ¿Entiendo entonces que se te ha manifestado? Hécate, quiero decir.
ALIDA
A Alida todo eso le sonaba a cuentos para niños...
- Un... ¿sátiro? ¿Eso no son los bichos con cuernos y patas de cabra? No... no le vi las patas de cabra, si lo era...
Aunque tampoco era raro, no había querido mirarlo. Cuanto escuchó la última pregunta, Alida reflexionó.
- Bueno... Yo... no lo sé. Me ha... -Alida no sabía cómo explicarlo.- Ha sido un sueño, o eso creo. La mujer del lago... -dijo mirando a Roger, él debía saber quién era-, la mujer del lago, en el sueño, me hablaba. Y se disculpaba por lo mal que lo había pasado y me llamaba "hija mía"... y después de eso, he despertado con Roger y la marca esa de la luna que os ha impresionado a los dos...
OMEGA
El efecto de la hoguera en el ambiente producía una atracción magnética. La luz del fuego iluminó al pasar por su lado el perfil derecho de Mistral, mostrando una marca en la cara que a Alida no le dio a averiguar si era un tatuaje o una cicatriz.
- Tal vez porque los sátiros tienden a ocultar su condición a los demás. Imagina alguien con las patas de cabra caminando por el metro. Sembraría el pánico. - respondió la joven, resolutiva - Los monstruos tienen más facilidad para metamorfosearse, los sátiros no disponen de esa capacidad.
Cruzaron el círculo de la cabaña hasta llegar a aquella en la que tenía el letrero 21 marcado en el dintel.
- Tendrías que verlo en luna nueva - dijo refiriéndose al letrero - Mientras mengua, va brillando cada día un poco más. Cuando no hay luna, los números son de un azul de eléctrico imposible de ocultar. Lo conseguimos gracias a un hechizo.
Mistral se paró en el dintel y atrajo a Roger hacia él. Tras decirles unas palabras al oído, Roger se despidió con una mano y se adentró en la casa.
- A Roger le encanta ver a mamá constantemente. - dijo la joven con mirada triste una vez que el chico se fue - Es imposible frenar esa obsesión. Supongo que le hace creer que está más cerca de ella pero la verdad es que es un problema. Si los otros dioses descubrieran que hacemos un uso anormal de los mensajes iris, seguramente nos dejarían incomunicados. Hemos intentado que Roger lo entienda pero... no creo que esté dando buen resultado. Al menos te ha servido para saber que estabas viendo a Hécate, pero intenta no darle alas la próxima vez.
Tras la advertencia, Mistral le ofreció el paso.
- Y ya que hablamos de Roger, te habrás dado cuenta de que no es de muchas palabras, ¿verdad? - evidentemente susurraba para que el resto de habitantes de la cabaña no pudiera oírles - Es tartamudo. Le da mucho coraje que la gente le conozca así por lo que intenta todo el rato explicarse de cualquier forma que no sea hablando. Ahí sí que le entiendo. Tiene que ser odioso que la gente se ría de ti por algo que no has provocado.
ALIDA
A Alida le costaba seguir la conversación de Mistral.
Hechizos... mirar el letrero en luna nueva... ver a mamá... ¿mamá? Todavía le costaba asumir que eso fuera verdad, pero la chica no parecía tener muchas razones para engañarla...
- Claro. Sátiros en el metro... no tendría sentido -dijo Alida, solo por decir algo, mientras pensaba que ni siquiera tenía sentido verlos allí.- ¿Por qué sería un problema que... qué son los mensajes iris? ¿Son eso que ha hecho Roger con la moneda? ¿Por qué los dioses -de verdad estaba ella hablando de dioses- nos dejarían incomunicados?
Alida entró cuando Mistral le cedió el paso, pero una vez dentro de la cabaña no avanzó. No sabía adónde ir y, de todas formas, había todavía demasiadas cosas que no entendía. Lo de Roger, sin embargo, sí lo entendía.
- No entiendo por qué la gente debería burlarse de alguien por ser tartamudo... Roger es un buen chico, y me ha ayudado mucho. Siento que tenga que pasar por eso... Pero si él está más tranquilo, a mí no me importa que no hable. Es... divertido. -Llegados a este punto, Alida se llenó de coraje para preguntar lo que realmente le intrigaba.- Oye, Mistral... era así, ¿verdad? No te ofendas, pero... no estoy entendiendo la mayoría de cosas que me estás contando. Yo... -vengo del mundo real, ¿sabes? habría querido decir- no sé dónde estoy, ni cómo va esto, ni... por qué estoy aquí o por qué me has traído a esta cabaña. Dices que mi madre es... Hécate, ¿no? que es... ¿diosa? -era totalmente surrealista- y yo te creo. Eso sí lo hago porque he visto demasiadas cosas raras a lo largo de mi vida como para no hacerlo. Y... creo que me estás dando a entender que somos... ¿hermanas? Y de Roger también, supongo. Pero... quizás sea porque ha sido un día muy largo -de verdad lo había sido-, pero hay muchas cosas que no estoy entendiendo. Tal vez podrías... ¿empezar por el principio?
OMEGA
Mistral empujó levemente el hombro de Alida para que le siguiera.
- Vamos a la sala principal.
Estaba vacía y ligeramente desordenada. La jefa de la cabaña retiró un par de prendas usadas de un sillón y le indicó a la otra que se sentara allí, mientras ella tomaba asiento al otro lado.
- Los semidioses no podemos usar las vías de comunicación tradicionales. O mejor dicho, no debemos usarlas. Resultan un amplificador para que los monstruos nos detecten y es muy peligroso. En su defecto usamos los mensajes iris. Formas un pequeño espectro de luz blanca que logre proyectar un pequeño arcoiris. Arrojas una moneda a través de él como ofrenda a la diosa Iris, mensajera de los dioses, y comunicas con quién quieres hablar. Creo que Roger ya te hizo una demostración antes. Si Zeus y los otros olímpicos ven que su uso es indiscriminado y no estrictamente urgente, podrían cerrarnos también esa vía. Como te dije, Zeus no es partidario de que los dioses se relacionen demasiado con los mortales.
Acabada la explicación sobre las comunicaciones, Mistral pausó su conversación para ver si la otra seguía teniendo dudas.
- Estás en el Campamento Mestizo, el lugar más seguro para nosotros, los semidioses. Dentro de las protecciones que los dioses nos han ofrecido, estamos seguros y resguardados de todos los monstruos. Nunca podrán cruzar la entrada, aunque ha habido casos, especialmente cuando el poder de los dioses se debilita, que sí ha sido así. Pero por ahora no debes preocuparte, aquí estás segura.
Mistral alargó un brazo para estrechar el hombro de la recién llegada. Se la veía desamparada y temerosa y eso le inspiraba un profundo cariño hacia ella.
- Puedes considerarnos hermanos o hermanastros. Nuestra madre es la misma para todos los chicos de la cabaña 21. Por eso se le llama también la cabaña de Hécate. Cuando tu madre te reconoce, como ha sido el caso de hoy, vienes a formar parte de ella. De alguna forma u otra, todos nosotros podemos hacer hechizos o conjuros con los que esconder, desaparecer, encender... o simplemente hacer magia, como comúnmente se denomina. Porque como ya te dije antes, nuestra madre es la diosa de la magia y nosotros disponemos de una pequeña parte de sus capacidades. Al principio cuesta asimilar porque hace bastante que los dioses griegos quedaron para la literatura y otras artes, escondidas sus creencias porque se impusieron otras. A ellos no les importa tanto como pudiera parecernos, siguen haciendo lo que les corresponde.
Mientras hablaba jugueteaba con los dedos haciendo formas con las manos y proyectando sombras en la pared. Las sombras parecían cobrar vida y se movían por su cuenta. Mistral proyectó un conejo que cruzó de un lado a otro de la pared dando saltos.
- Muchos somos refugiados. Algunos cuentan con la suerte de disponer de un padre o una madre mortal que les protege o les cuenta qué sucede. Otros no tienen tanta suerte y dan tumbos por la vida hasta que llegan hasta aquí. Tu tienes una habilidad especial y has sido reconocida. Créeme, eres una privilegiada. Otros campistas jamás averiguan quienes son sus padres y viven de por vida en la cabaña once.
Qué fue lo que hizo que Alida no desapareciera al instante y se alejara de ese lugar tan extraño después una explicación como la que le acababan de dar, que incluía a dioses, la chica nunca llegó a saberlo. Pero el caso es que sintió que no estaban jugando con ella, que nadie intentaba engañarla... y que de repente tanto caos sobrenatural en su vida empezaba a cobrar sentido. Si los dioses existían... no era extraño que existiera todo lo demás. Y al revés, todo lo demás existía claramente, Alida lo sabía demasiado bien... no había nada que demostrara que los dioses no.
Por eso, la chica escuchó con atención a la única persona que parecía dispuesta a explicarle dónde estaba... hasta que su padre fue mencionado.
- Mi padre... no me dijo nada... -dijo evitando mirar a Mistral mientras ella se iba enfadando más y más con su padre. Si lo que la chica le contaba, la del sueño había sido su madre. Y si eso era cierto, había hablado de su padre... había dicho que era un buen hombre... Pero Alida no creía que lo fuera: un buen hombre no abandona a su hija en un mundo lleno de monstruos limitándose a decirle que pase desapercibida del mundo. Y al pensar eso, Alida cayó en la cuenta de que aunque Mistral había dicho que muchos padres no sabían nada... él sí lo sabía.- Pero lo sabía -dijo con una rabia que pocas veces había sentido. Estaba claro que no le habría dicho que se escondiera si no lo hubiera sabido.
OMEGA
- A veces actúan como los dioses. Creen que si no hablan del asunto, podrán evitarte nuevos problemas. Intentan sobreprotegerte y no se dan cuenta de su error hasta muy tarde. Bueno, hablo de mi caso particular. Mi padre no me contó nada sobre mi naturaleza hasta el día anterior al que vine aquí; y lo hice obligada, no te creas. Me costaba creerle. Si no fuera por los monstruos... - la chica había dejado de mirar a Alida unos segundos pero enseguida se recuperó - En fin, me da la impresión de que has congeniado con Roger. Es un buen chico. Poco hablador o casi nada, pero sabe hacerse entender - el niño sonrió, azorado, aunque en la oscuridad no se notaba el rubor de las mejillas - Te podría seguir contándote cosas pero me da la impresión de que será más cómodo si lo tratamos dentro de nuestra cabaña. Ahora no hay ningún impedimento para que entres en ella.
Mistral le hizo una seña para que le siguiera y Roger volvió a tenderle la mano.
- Puedo preguntarte ¿cómo llegaste hasta aquí?
ALIDA
Estaba un poco harta de ese banco y de vagar sin rumbo, así que aceptó la mano de Roger y siguió a Mistral.
- Pues... bueno... -era un poco embarazoso para Alida hablar del tema, pero sentía que debía algo a la única chica que se había dignado a esclarecer lo que le estaba pasando.- Mi padre se fue cuando yo era pequeña y la única indicación que me dejó fue que me escondiera de las cosas que no fueran... normales -¿de verdad era normales la palabra adecuada?-. Y yo... bueno, le hice caso. Pero hace unos días apareció en mi nuevo instituto alguien... o algo, no lo sé. Sé que no era humano. Y... me escondí. Pero no... no funcionó. Lo que funcionaba con todos, con él no funcionaba. Así que... huí. Pero me perseguía... y así, huyendo de él, he estado los últimos días, creo. No sé exactamente cuánto tiempo he pasado huyendo de eso... pero al final llegué a una colina con un árbol y... lo siguiente que recuerdo es vuestra enfermería.
Alida dio por finalizada la explicación, pero antes de que Mistral pudiera contestar recordó algo.
- Es... extraño. Porque yo huía de él...eso pero... bueno, se supone que algo que es malo debería haber intentado hacerme daño... y lo cierto es que no lo hizo. A veces pienso que intentaba guiarme hasta aquí...
Ahora que empezaba a aprender que no todo lo sobrenatural era malo, puesto que ella misma era más sobrenatural de lo que pensaba... caía en la cuenta de que tal vez quien la había perseguido no había pretendido asustarla...
OMEGA
Mistral reflexionó sobre las palabras de la otra.
- Cierto. Los monstruos no son nada pacientes por definición. Podría ser un guardián, posiblemente un sátiro. Son los que nos suelen traer hasta aquí.
Salieron de la Casa Grande y comenzaron a caminar hacia su cabaña. Había refrescado y el cielo, limpio, dejaba ver una luna creciente sobre un fondo salpicado de estrellas. Nadie salvo ellos caminaba por allí. Todo estaba en silencio.
- No voy a enjuiciar a tu padre, Alida. No soy quién para hacerlo. Lo que sí te puedo decir es que de alguna manera nuestra madre cuida de nosotros. A los dioses no les está permitido interaccionar directamente con sus hijos mortales. Una ley estúpida de Zeus, en mi opinión, que tiene que ver con todo eso de que si se ocuparan de la familia no tendrían tiempo para otras cosas. La cuestión es que Hécate, nuestra madre, no tiene hijos para luego despreocuparse de ellos. Aunque sus acciones son limitadas, suele poner un ojo en todos nosotros. Antes no lo entendía. No comprendía por qué si una persona te quiere, no se da a conocer hasta tan tarde. Luego entendí que en realidad espera el momento oportuno. Si lo hace demasiado pronto, puede añadirte nuevos problemas. - la brisa de la noche agitaba las ropas de los chicos. Se veía cercana una hoguera que chisporroteaba y daba luz - ¿Entiendo entonces que se te ha manifestado? Hécate, quiero decir.
ALIDA
A Alida todo eso le sonaba a cuentos para niños...
- Un... ¿sátiro? ¿Eso no son los bichos con cuernos y patas de cabra? No... no le vi las patas de cabra, si lo era...
Aunque tampoco era raro, no había querido mirarlo. Cuanto escuchó la última pregunta, Alida reflexionó.
- Bueno... Yo... no lo sé. Me ha... -Alida no sabía cómo explicarlo.- Ha sido un sueño, o eso creo. La mujer del lago... -dijo mirando a Roger, él debía saber quién era-, la mujer del lago, en el sueño, me hablaba. Y se disculpaba por lo mal que lo había pasado y me llamaba "hija mía"... y después de eso, he despertado con Roger y la marca esa de la luna que os ha impresionado a los dos...
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El efecto de la hoguera en el ambiente producía una atracción magnética. La luz del fuego iluminó al pasar por su lado el perfil derecho de Mistral, mostrando una marca en la cara que a Alida no le dio a averiguar si era un tatuaje o una cicatriz.
- Tal vez porque los sátiros tienden a ocultar su condición a los demás. Imagina alguien con las patas de cabra caminando por el metro. Sembraría el pánico. - respondió la joven, resolutiva - Los monstruos tienen más facilidad para metamorfosearse, los sátiros no disponen de esa capacidad.
Cruzaron el círculo de la cabaña hasta llegar a aquella en la que tenía el letrero 21 marcado en el dintel.
- Tendrías que verlo en luna nueva - dijo refiriéndose al letrero - Mientras mengua, va brillando cada día un poco más. Cuando no hay luna, los números son de un azul de eléctrico imposible de ocultar. Lo conseguimos gracias a un hechizo.
Mistral se paró en el dintel y atrajo a Roger hacia él. Tras decirles unas palabras al oído, Roger se despidió con una mano y se adentró en la casa.
- A Roger le encanta ver a mamá constantemente. - dijo la joven con mirada triste una vez que el chico se fue - Es imposible frenar esa obsesión. Supongo que le hace creer que está más cerca de ella pero la verdad es que es un problema. Si los otros dioses descubrieran que hacemos un uso anormal de los mensajes iris, seguramente nos dejarían incomunicados. Hemos intentado que Roger lo entienda pero... no creo que esté dando buen resultado. Al menos te ha servido para saber que estabas viendo a Hécate, pero intenta no darle alas la próxima vez.
Tras la advertencia, Mistral le ofreció el paso.
- Y ya que hablamos de Roger, te habrás dado cuenta de que no es de muchas palabras, ¿verdad? - evidentemente susurraba para que el resto de habitantes de la cabaña no pudiera oírles - Es tartamudo. Le da mucho coraje que la gente le conozca así por lo que intenta todo el rato explicarse de cualquier forma que no sea hablando. Ahí sí que le entiendo. Tiene que ser odioso que la gente se ría de ti por algo que no has provocado.
ALIDA
A Alida le costaba seguir la conversación de Mistral.
Hechizos... mirar el letrero en luna nueva... ver a mamá... ¿mamá? Todavía le costaba asumir que eso fuera verdad, pero la chica no parecía tener muchas razones para engañarla...
- Claro. Sátiros en el metro... no tendría sentido -dijo Alida, solo por decir algo, mientras pensaba que ni siquiera tenía sentido verlos allí.- ¿Por qué sería un problema que... qué son los mensajes iris? ¿Son eso que ha hecho Roger con la moneda? ¿Por qué los dioses -de verdad estaba ella hablando de dioses- nos dejarían incomunicados?
Alida entró cuando Mistral le cedió el paso, pero una vez dentro de la cabaña no avanzó. No sabía adónde ir y, de todas formas, había todavía demasiadas cosas que no entendía. Lo de Roger, sin embargo, sí lo entendía.
- No entiendo por qué la gente debería burlarse de alguien por ser tartamudo... Roger es un buen chico, y me ha ayudado mucho. Siento que tenga que pasar por eso... Pero si él está más tranquilo, a mí no me importa que no hable. Es... divertido. -Llegados a este punto, Alida se llenó de coraje para preguntar lo que realmente le intrigaba.- Oye, Mistral... era así, ¿verdad? No te ofendas, pero... no estoy entendiendo la mayoría de cosas que me estás contando. Yo... -vengo del mundo real, ¿sabes? habría querido decir- no sé dónde estoy, ni cómo va esto, ni... por qué estoy aquí o por qué me has traído a esta cabaña. Dices que mi madre es... Hécate, ¿no? que es... ¿diosa? -era totalmente surrealista- y yo te creo. Eso sí lo hago porque he visto demasiadas cosas raras a lo largo de mi vida como para no hacerlo. Y... creo que me estás dando a entender que somos... ¿hermanas? Y de Roger también, supongo. Pero... quizás sea porque ha sido un día muy largo -de verdad lo había sido-, pero hay muchas cosas que no estoy entendiendo. Tal vez podrías... ¿empezar por el principio?
OMEGA
Mistral empujó levemente el hombro de Alida para que le siguiera.
- Vamos a la sala principal.
Estaba vacía y ligeramente desordenada. La jefa de la cabaña retiró un par de prendas usadas de un sillón y le indicó a la otra que se sentara allí, mientras ella tomaba asiento al otro lado.
- Los semidioses no podemos usar las vías de comunicación tradicionales. O mejor dicho, no debemos usarlas. Resultan un amplificador para que los monstruos nos detecten y es muy peligroso. En su defecto usamos los mensajes iris. Formas un pequeño espectro de luz blanca que logre proyectar un pequeño arcoiris. Arrojas una moneda a través de él como ofrenda a la diosa Iris, mensajera de los dioses, y comunicas con quién quieres hablar. Creo que Roger ya te hizo una demostración antes. Si Zeus y los otros olímpicos ven que su uso es indiscriminado y no estrictamente urgente, podrían cerrarnos también esa vía. Como te dije, Zeus no es partidario de que los dioses se relacionen demasiado con los mortales.
Acabada la explicación sobre las comunicaciones, Mistral pausó su conversación para ver si la otra seguía teniendo dudas.
- Estás en el Campamento Mestizo, el lugar más seguro para nosotros, los semidioses. Dentro de las protecciones que los dioses nos han ofrecido, estamos seguros y resguardados de todos los monstruos. Nunca podrán cruzar la entrada, aunque ha habido casos, especialmente cuando el poder de los dioses se debilita, que sí ha sido así. Pero por ahora no debes preocuparte, aquí estás segura.
Mistral alargó un brazo para estrechar el hombro de la recién llegada. Se la veía desamparada y temerosa y eso le inspiraba un profundo cariño hacia ella.
- Puedes considerarnos hermanos o hermanastros. Nuestra madre es la misma para todos los chicos de la cabaña 21. Por eso se le llama también la cabaña de Hécate. Cuando tu madre te reconoce, como ha sido el caso de hoy, vienes a formar parte de ella. De alguna forma u otra, todos nosotros podemos hacer hechizos o conjuros con los que esconder, desaparecer, encender... o simplemente hacer magia, como comúnmente se denomina. Porque como ya te dije antes, nuestra madre es la diosa de la magia y nosotros disponemos de una pequeña parte de sus capacidades. Al principio cuesta asimilar porque hace bastante que los dioses griegos quedaron para la literatura y otras artes, escondidas sus creencias porque se impusieron otras. A ellos no les importa tanto como pudiera parecernos, siguen haciendo lo que les corresponde.
Mientras hablaba jugueteaba con los dedos haciendo formas con las manos y proyectando sombras en la pared. Las sombras parecían cobrar vida y se movían por su cuenta. Mistral proyectó un conejo que cruzó de un lado a otro de la pared dando saltos.
- Muchos somos refugiados. Algunos cuentan con la suerte de disponer de un padre o una madre mortal que les protege o les cuenta qué sucede. Otros no tienen tanta suerte y dan tumbos por la vida hasta que llegan hasta aquí. Tu tienes una habilidad especial y has sido reconocida. Créeme, eres una privilegiada. Otros campistas jamás averiguan quienes son sus padres y viven de por vida en la cabaña once.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
ALIDA
- Ah... entiendo, gracias -y era verdad. Alida agradecía tenerlo todo un poquito más claro.- Bueno, yo no tengo nadie con quien volver... así que supongo que ha sido una suerte encontrar este lugar... y me alegro de haber encontrado hermanos... -mientras hablaba, Alida miraba la sombra del conejo, completamente asombrada. Luego recordó lo último que había dicho Mistral.- Pero, ¿por qué se quedan en la cabaña once?
OMEGA
- La cabaña once o cabaña de Hermes es el lugar al que van sus hijos o los niños que todavía no han sido reconocidos. Ahora que lo pienso, tal vez debieras recoger tus cosas de allí, ¿no? Bueno, ya es tarde, podemos pasarnos mañana. Tendrás todo lo que necesitas para dormir aquí hoy.
La sombra del conejo se esfumó y al contraluz solo quedaron Alida y Mistral. Esta última volvió a sonreír a la otra.
- Tenemos dos camas libres. Puedes elegir la que más te guste. Ven, te enseñaré donde está nuestro cuarto. Todos dormimos en la misma habitación. - se levantó del asiento y le tendió una mano - No te asustes si algún día desaparece tu almohada y vuelve a aparecer al cabo de dos noches. Es bastante habitual aquí. Las cosas cambian de sitio continuamente, y no es que lo provoquemos ninguno de nosotros. - pasaron un cuarto oscuro del que no se veía nada y llegaron al final del pasillo. Allí estaban, seis camas, tres frente a otras tres; un grupo ya ocupado con gente dormida - Roger cree que mamá lo considera un juego pero a mi me da la impresión de que tenemos algún que otro espíritu gracioso que se aburre. En fin, otra cosa que verás desaparecer a menudo es el busto de mamá. Nunca está en el mismo sitio. A Melinda se le apareció una mañana sobre la cama. ¡Menudo susto!
En lugar de encender una vela, Mistral chasqueó los dedos y de ellos brotaron unas llamas azuladas que despejaron un poco las sombras de su alrededor. Alida vio a Roger durmiendo en la cama más cercana a la ventana.
ALIDA
- No... no he llegado a estar en la cabaña de Hermes. Yo traía una mochila... -Alida se dio cuenta entonces que al salir de la enfermería no la había cogido- que no sé dónde está... debo de habérmela dejado en la enfermería.
Al escuchar lo de que las cosas desaparecían de su sitio Alida sonrió, por alguna razón le parecía divertido. Miró las dos camas que quedaban libres y eligió la que estaba más cerca de la de Roger para sentirse más acompañada. Se sentía a gusto con Mistral, pero la pérdida de sus pertenencias todavía le incomodaba.
- Oye, Mistral... ¿Crees que podré recuperar mis cosas? No tengo mucho, pero... bueno... ya sabes -Alida no sabía cómo decirlo, pero en esa mochila estaba lo único que se había mantenido constante a lo largo de su vida. No quería perderlo y no entendía cómo había podido olvidarlo.
OMEGA
- Tranquila. Me pasaré por allí mientras hago la ronda de esta noche. Seguro que la han recogido y están esperando a que aparezca su dueño. - le dijo Mistral sin entrar del todo en la habitación - Espero que descanses bien. Nos veremos mañana por la tarde pero me pasaré antes para devolverte tus cosas. Buenas noches, Alida.
Antes de terminar de irse del todo se dio ligeramente la vuelta y le advirtió:
- Se me olvidó decirte antes, no te asustes si algunos de tus sueños son un tanto vívidos. Muchas veces vemos sucesos que tienen relación con nosotros pero que acontecen lejos de aquí. Son advertencias para los semidioses, para que sepan qué puede acontecerles y estén prevenidos. Posiblemente en algunos aparezca Hécate, pero ella no sepa que la estás viendo. No pretendo asustarte. Aquí con nosotros estás a salvo. Pídele a Roger, a Melinda o a cualquiera de estos que te enseñen el Campamento mañana. A mí no me importaría pero con la guardia de esta noche acabaré reventada. Lo dicho, buenas noches y bienvenida al Campamento Mestizo.
ALIDA
- De acuerdo, muchas gracias Mistral -dijo Alida con una sonrisa tímida. Luego se acostó y se durmió al instante. Había sido un día muy largo.
Cuando despertó a la mañana siguiente, comprobó contenta que sus cosas estaban junto a su cama. Abrió la mochila y se aseguró de que estuviera todo, y suspiró con alivio al comprobar que era así. Luego miró a su alrededor: no había nadie. Debía ser tarde, y su reloj debía de haber dejado de funcionar en alguna de las caídas de la huida, porque tenía el segundero parado. Alida se levantó y exploró la casa, o cabaña según decían, esperando encontrarse a alguien que pudiera enseñarle el campamento. Tuvo suerte, y en la sala donde Mistral le había estado explicando todo la noche anterior, encontró gente. No se habían dado cuenta de que estaba, y el primer instinto de Alida fue alejarse u ocultarse. Pero se sobrepuso a él y carraspeó.
- Ho... hola -dijo tímidamente para llamar la atención.
- Ah... entiendo, gracias -y era verdad. Alida agradecía tenerlo todo un poquito más claro.- Bueno, yo no tengo nadie con quien volver... así que supongo que ha sido una suerte encontrar este lugar... y me alegro de haber encontrado hermanos... -mientras hablaba, Alida miraba la sombra del conejo, completamente asombrada. Luego recordó lo último que había dicho Mistral.- Pero, ¿por qué se quedan en la cabaña once?
OMEGA
- La cabaña once o cabaña de Hermes es el lugar al que van sus hijos o los niños que todavía no han sido reconocidos. Ahora que lo pienso, tal vez debieras recoger tus cosas de allí, ¿no? Bueno, ya es tarde, podemos pasarnos mañana. Tendrás todo lo que necesitas para dormir aquí hoy.
La sombra del conejo se esfumó y al contraluz solo quedaron Alida y Mistral. Esta última volvió a sonreír a la otra.
- Tenemos dos camas libres. Puedes elegir la que más te guste. Ven, te enseñaré donde está nuestro cuarto. Todos dormimos en la misma habitación. - se levantó del asiento y le tendió una mano - No te asustes si algún día desaparece tu almohada y vuelve a aparecer al cabo de dos noches. Es bastante habitual aquí. Las cosas cambian de sitio continuamente, y no es que lo provoquemos ninguno de nosotros. - pasaron un cuarto oscuro del que no se veía nada y llegaron al final del pasillo. Allí estaban, seis camas, tres frente a otras tres; un grupo ya ocupado con gente dormida - Roger cree que mamá lo considera un juego pero a mi me da la impresión de que tenemos algún que otro espíritu gracioso que se aburre. En fin, otra cosa que verás desaparecer a menudo es el busto de mamá. Nunca está en el mismo sitio. A Melinda se le apareció una mañana sobre la cama. ¡Menudo susto!
En lugar de encender una vela, Mistral chasqueó los dedos y de ellos brotaron unas llamas azuladas que despejaron un poco las sombras de su alrededor. Alida vio a Roger durmiendo en la cama más cercana a la ventana.
ALIDA
- No... no he llegado a estar en la cabaña de Hermes. Yo traía una mochila... -Alida se dio cuenta entonces que al salir de la enfermería no la había cogido- que no sé dónde está... debo de habérmela dejado en la enfermería.
Al escuchar lo de que las cosas desaparecían de su sitio Alida sonrió, por alguna razón le parecía divertido. Miró las dos camas que quedaban libres y eligió la que estaba más cerca de la de Roger para sentirse más acompañada. Se sentía a gusto con Mistral, pero la pérdida de sus pertenencias todavía le incomodaba.
- Oye, Mistral... ¿Crees que podré recuperar mis cosas? No tengo mucho, pero... bueno... ya sabes -Alida no sabía cómo decirlo, pero en esa mochila estaba lo único que se había mantenido constante a lo largo de su vida. No quería perderlo y no entendía cómo había podido olvidarlo.
OMEGA
- Tranquila. Me pasaré por allí mientras hago la ronda de esta noche. Seguro que la han recogido y están esperando a que aparezca su dueño. - le dijo Mistral sin entrar del todo en la habitación - Espero que descanses bien. Nos veremos mañana por la tarde pero me pasaré antes para devolverte tus cosas. Buenas noches, Alida.
Antes de terminar de irse del todo se dio ligeramente la vuelta y le advirtió:
- Se me olvidó decirte antes, no te asustes si algunos de tus sueños son un tanto vívidos. Muchas veces vemos sucesos que tienen relación con nosotros pero que acontecen lejos de aquí. Son advertencias para los semidioses, para que sepan qué puede acontecerles y estén prevenidos. Posiblemente en algunos aparezca Hécate, pero ella no sepa que la estás viendo. No pretendo asustarte. Aquí con nosotros estás a salvo. Pídele a Roger, a Melinda o a cualquiera de estos que te enseñen el Campamento mañana. A mí no me importaría pero con la guardia de esta noche acabaré reventada. Lo dicho, buenas noches y bienvenida al Campamento Mestizo.
ALIDA
- De acuerdo, muchas gracias Mistral -dijo Alida con una sonrisa tímida. Luego se acostó y se durmió al instante. Había sido un día muy largo.
Cuando despertó a la mañana siguiente, comprobó contenta que sus cosas estaban junto a su cama. Abrió la mochila y se aseguró de que estuviera todo, y suspiró con alivio al comprobar que era así. Luego miró a su alrededor: no había nadie. Debía ser tarde, y su reloj debía de haber dejado de funcionar en alguna de las caídas de la huida, porque tenía el segundero parado. Alida se levantó y exploró la casa, o cabaña según decían, esperando encontrarse a alguien que pudiera enseñarle el campamento. Tuvo suerte, y en la sala donde Mistral le había estado explicando todo la noche anterior, encontró gente. No se habían dado cuenta de que estaba, y el primer instinto de Alida fue alejarse u ocultarse. Pero se sobrepuso a él y carraspeó.
- Ho... hola -dijo tímidamente para llamar la atención.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
Un par de chicas estaban charlando sobre cosas banales cuando Alida entró y saludó. Enseguida se volvieron a ver a la recién llegada.
- Hola. - respondieron ambas al saludo. Se la quedaron mirando porque como era evidente, no la conocían y les sorprendía encontrársela allí. Una de las dos, más espabilada, supo transcribir con palabras amables su curiosidad - Yo soy Melinda. Ella es Tesse. ¿Has llegado por la noche? Es que no te habíamos visto antes.
- Hola. - respondieron ambas al saludo. Se la quedaron mirando porque como era evidente, no la conocían y les sorprendía encontrársela allí. Una de las dos, más espabilada, supo transcribir con palabras amables su curiosidad - Yo soy Melinda. Ella es Tesse. ¿Has llegado por la noche? Es que no te habíamos visto antes.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- Sí, llegué ayer... anoche, a la cabaña. Me llamo Alida -la chica se esforzó por ser amable. Si estaban allí, y según lo que le había explicado Mistral... ¿Esas chicas eran sus hermanas? Eso se le hacía muy raro. Alida echó un vistazo a la habitación, por lo visto Roger no estaba.- Mistral me trajo a la cabaña. Y Roger... ¿no está ahora? Había pensado que podría enseñarme todo esto... esta vez sin huir -lo último lo dijo en un hilo de voz, como si no quisiera que la oyeran las demás chicas. Podría haberles pedido a ellas que le enseñaran el lugar, pero le incomodaba pedir favores, y de todas formas no las conocía... Se preguntó si podría encontrar a Monik y, tras pedirle disculpas por su huida sin avisar, conseguir que ella le dijera dónde estaban las cosas. Todo apuntaba a que iba a tener que quedarse allí, más le valía conocerlo todo.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- ¿Roger? - la voz de Tesse era indudablemente incrédula.
- No lo sabemos - Melinda también parecía sorprendida porque alguien preguntara por el chico pero supo disimular mejor - Pero en cualquier caso, ¿no se supone que eso es tarea de Mistral? Aunque cualquiera de nosotras podríamos ayudarte.
- Roger no va a saber explicarte nada - replicó Tesse con mordacidad pero dejó de hablar en cuanto su hermana le reprochó con la mirada.
Los ojos azules de Melinda, que hasta ahora se veían amables, cambiaron levemente de color.
- Tal vez le encuentres en la Casa Grande si está desayunando. La verdad es que Roger no resulta fácil de encontrar. Tiende a desaparecer todo el rato. De todas formas, necesitarás desayunar tú también. ¿Quieres que te acompañemos? Nosotras ya hemos desayunado pero ya que eres de los nuestros podríamos conocernos mejor por el camino. Es importante que los hermanos se conozcan bien.
Tesse negó con la cabeza. Por lo visto ser amable nunca entraba en sus planes. Melinda tuvo que darle un pisotón para hacerla recapacitar.
- No lo sabemos - Melinda también parecía sorprendida porque alguien preguntara por el chico pero supo disimular mejor - Pero en cualquier caso, ¿no se supone que eso es tarea de Mistral? Aunque cualquiera de nosotras podríamos ayudarte.
- Roger no va a saber explicarte nada - replicó Tesse con mordacidad pero dejó de hablar en cuanto su hermana le reprochó con la mirada.
Los ojos azules de Melinda, que hasta ahora se veían amables, cambiaron levemente de color.
- Tal vez le encuentres en la Casa Grande si está desayunando. La verdad es que Roger no resulta fácil de encontrar. Tiende a desaparecer todo el rato. De todas formas, necesitarás desayunar tú también. ¿Quieres que te acompañemos? Nosotras ya hemos desayunado pero ya que eres de los nuestros podríamos conocernos mejor por el camino. Es importante que los hermanos se conozcan bien.
Tesse negó con la cabeza. Por lo visto ser amable nunca entraba en sus planes. Melinda tuvo que darle un pisotón para hacerla recapacitar.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- ¡Claro!
Alida se animó al ver que había gente amable como Melinda en la cabaña. ¡A lo mejor incluso la gente de la cabaña podía convertirse en su familia! La actitud de Tesse le incomodaba un poco, pero... estaba segura de que podría vivir con ello. Por alguna razón, esa mañana Alida se sentía optimista.
- Sois muy amables al acompañarme... -Alida se forzó a hablar. Sabía que si ella no lo hacía, nadie querría conocerla.- Supongo que estará bien... lo de tener hermanos, digo. Yo nunca he tenido...
Alida se animó al ver que había gente amable como Melinda en la cabaña. ¡A lo mejor incluso la gente de la cabaña podía convertirse en su familia! La actitud de Tesse le incomodaba un poco, pero... estaba segura de que podría vivir con ello. Por alguna razón, esa mañana Alida se sentía optimista.
- Sois muy amables al acompañarme... -Alida se forzó a hablar. Sabía que si ella no lo hacía, nadie querría conocerla.- Supongo que estará bien... lo de tener hermanos, digo. Yo nunca he tenido...
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- Yo tengo un hermano mayor - le confió Melinda - Bueno, medio hermano. Mi padre tuvo un escarceo amoroso con Hécate y de ahí salí yo. A mamá no le hizo ninguna gracia. Y bueno, le llamó mamá porque es ella la que me ha cuidado. De Hécate no he vuelto a saber nada desde que me reconoció. Ni mi padre sabía que era hija de una diosa. Imagínate qué susto cuando se lo demostré.
Salieron de la cabaña y comenzaron a caminar hacia la Casa Grande. A Alida aquel sendero empezaba resultarle familiar. Recordaba como si hubiera sido hace un momento, los guijarros del camino iluminados por la luna y las estrellas y la gran hoguera central, ahora apagada, que le había acogido como un anfitrión más. A su lado, Melinda seguía hablando:
- Reconozco que vosotros sois más divertidos que Alan. Al ver que podía hacer volar a las pajaritas de papel no quiso volver a compartir habitación conmigo nunca más. Una pena, Alan tenía muchos juguetes guays. - Tesse sonrió - ¿Y tú qué? ¿Habías visto a Hécate antes?
Salieron de la cabaña y comenzaron a caminar hacia la Casa Grande. A Alida aquel sendero empezaba resultarle familiar. Recordaba como si hubiera sido hace un momento, los guijarros del camino iluminados por la luna y las estrellas y la gran hoguera central, ahora apagada, que le había acogido como un anfitrión más. A su lado, Melinda seguía hablando:
- Reconozco que vosotros sois más divertidos que Alan. Al ver que podía hacer volar a las pajaritas de papel no quiso volver a compartir habitación conmigo nunca más. Una pena, Alan tenía muchos juguetes guays. - Tesse sonrió - ¿Y tú qué? ¿Habías visto a Hécate antes?
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
Alida sintió una punzada de celos al escuchar a su recién conocida hermana. A pesar de todo lo que pudiera decir, ella tenía una familia...
- Yo... no -confesó Alida.- ¿Debería haberla visto? No la vi hasta que me la enseñó Roger... o soñé con ella. No recuerdo qué fue primero. En cualquier caso no pasó antes de que llegara al campamento -Alida lo dijo como si hiciera mucho de eso y se sintió extraña al caer en la cuenta de que no hacía más de dos días que estaba allí.
- Yo... no -confesó Alida.- ¿Debería haberla visto? No la vi hasta que me la enseñó Roger... o soñé con ella. No recuerdo qué fue primero. En cualquier caso no pasó antes de que llegara al campamento -Alida lo dijo como si hiciera mucho de eso y se sintió extraña al caer en la cuenta de que no hacía más de dos días que estaba allí.
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- No, solo tenía curiosidad. Se supone que Hecate es una diosa bastante esquiva, por eso me preguntaba si ya la habrías visto. Así como hay algunos que les gusta manifestarse pronto y proclamar a los cuatro vientos que eres hijo suyo, nuestra madre es más de meternos debajo del felpudo a ver si criamos pelusa. - era evidente que Melinda estaba bromeando. Aun así, Alida notó cierto resentimiento en el tono. - A Tesse se le presentó el año pasado, ¿verdad? ¿Y como fue, Tesse?
La morena no tenía mucho interés en hablar del tema pero sabía que Melinda no le iba a dejar de atosigar hasta que lo hiciera, así que tras un bufido, comenzó a relatar su parte.
- Dos semanas antes del plenilunio de diciembre, la vi en el espejo de mi habitación. Me dio un susto de muerte y Toby no paró de ladrar y arañar el marco de la puerta hasta que ella se fue. Resultó bastante horripilante y doy las gracias de que no se me haya vuelto a presentar.
- Es que Tesse tiene miedo a la oscuridad - explicó Melinda y se ganó con eso una colleja - Y ahí Hecate no estuvo muy acertada. Vale que sea la diosa de la hechicería y que por las noches tenga más poder que por el día pero... no deja de ser gore...
- Fue muy gore - masculló Tesse exasperada - Y luego está esa maldita estatua apareciéndose todo el rato por las noches. Ya no soy capaz de ir al cuarto de baño sin tener el corazón en la garganta por si le da por aparecer.
- Roger lo encuentra muy divertido. - terció a decir Melinda a la chica nueva - Pero te aseguro que la primera vez que te encuentras su busto en la cama no te hace ni pizca de gracia.
La morena no tenía mucho interés en hablar del tema pero sabía que Melinda no le iba a dejar de atosigar hasta que lo hiciera, así que tras un bufido, comenzó a relatar su parte.
- Dos semanas antes del plenilunio de diciembre, la vi en el espejo de mi habitación. Me dio un susto de muerte y Toby no paró de ladrar y arañar el marco de la puerta hasta que ella se fue. Resultó bastante horripilante y doy las gracias de que no se me haya vuelto a presentar.
- Es que Tesse tiene miedo a la oscuridad - explicó Melinda y se ganó con eso una colleja - Y ahí Hecate no estuvo muy acertada. Vale que sea la diosa de la hechicería y que por las noches tenga más poder que por el día pero... no deja de ser gore...
- Fue muy gore - masculló Tesse exasperada - Y luego está esa maldita estatua apareciéndose todo el rato por las noches. Ya no soy capaz de ir al cuarto de baño sin tener el corazón en la garganta por si le da por aparecer.
- Roger lo encuentra muy divertido. - terció a decir Melinda a la chica nueva - Pero te aseguro que la primera vez que te encuentras su busto en la cama no te hace ni pizca de gracia.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- Vaya. Supongo que entonces tengo suerte de que me haya reconocido ya... Aunque... es raro. Descubrir que es mi madre, quiero decir. Yo nunca he tenido una, y ahora resulta que es una diosa. Y que me conoce... pero yo a ella no, claro. ¿Podría haber aparecido antes, no? Cuando mi padre me abandonó, por ejemplo, habría sido un buen momento... -Alida se dio cuenta de que empezaba a hablar con cierto resquemor y calló de repente. Estaba hablando con chicas que también eran hijas de Hécate... que eran sus hermanas. Todavía no estaba segura de poder hablar así, aunque no pudo evitar hacer un último comentario.- ¡Una madre no debería olvidarse de sus hijos de ese modo! Y... ¡debería haber sabido que tenías miedo a la oscuridad como para no aparecerse así delante de ti! -dijo mirando a Tesse. Luego se dio cuenta de que quizás había hablado demasiado y calló, enrojeciendo de repente.- Pero bueno, yo no soy quién, para... en fin, gracias por contarme esas cosas... tendré cuidado con la estatua. Aunque supongo que al final una se acostumbra a estas cosas, ¿no?
Mientras hablaba, Alida recordó algo que había dicho Mistral el día anterior. Seguía pensando que no tenía derecho a preguntar más cosas a las dos chicas, que se habían portado muy bien con ella, pero eran las únicas a las que se veía capaz de recurrir en ese momento.
- Y... bueno... me han dicho que la gente llega aquí guiados por sátiros. ¿A vosotras también os pasó eso?
Mientras hablaba, Alida recordó algo que había dicho Mistral el día anterior. Seguía pensando que no tenía derecho a preguntar más cosas a las dos chicas, que se habían portado muy bien con ella, pero eran las únicas a las que se veía capaz de recurrir en ese momento.
- Y... bueno... me han dicho que la gente llega aquí guiados por sátiros. ¿A vosotras también os pasó eso?
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- ¡Ah! Los dioses aparecen cuando lo creen necesario. Por lo visto no se rigen por el mismo patrón que nosotros. Son caprichosos. Posiblemente cuando creas que la ocasión lo merece, no estarán. Y cuando creas que te han olvidado, aparecerán. Nadie sabe porque actúan como actúan, aunque muchos pensemos que los que les gusta es llamar la atención con ese tipo de comportamiento - explicó Melinda - Yo ya me he acostumbrado a eso, si bien solo he visto a nuestra madre en dos ocasiones. Las dos veces mientras dormía. Lo que sí te puedo asegurar es que no puedes escapar de ellos. Tanto si reniegas como si no, no te van a dejar en paz. Y Hécate viene a ser tan caprichosa como un hechizo mágico. Nunca sabes por donde puede salir pero tengo oído que es mejor tenerla de amiga que de enemiga. Sí, claro, a ningún dios lo quieres de enemigo, ¿no? Todos parecen terribles y coléricos. Hécate no tiene leyendas al respecto. Por lo visto no cree que eso sirva para nada.
- Paparruchas. ¿Dónde se ha oído que nuestra madre haya matado a nadie por no darle los buenos días? - replicó Tesse.
- A eso me refiero. No se preocupa de esas estupideces. Pero si la ofendes, ya puedes ir diciendo adiós...
- Mira que te gusta meter miedo a la gente.
- No es eso. - se defendió la otra - Solo la prevengo de que no se confíe porque no tenga un par de cuentos para asustar a los niños. No te convertirá en ciervo ni te dará de comer a sus perros o te pasarás la eternidad tejiendo telas de araña pero es a lo desconocido a lo que debes temer. Porque no es una santa, solo actúa de forma diferente.
Tesse ignoró a su compañera y atendió la última pregunta de Alida.
- Sí, claro. ¿Cómo íbamos a llegar aquí si no? Los sátiros nos indican el camino, son nuestros guías.
- Paparruchas. ¿Dónde se ha oído que nuestra madre haya matado a nadie por no darle los buenos días? - replicó Tesse.
- A eso me refiero. No se preocupa de esas estupideces. Pero si la ofendes, ya puedes ir diciendo adiós...
- Mira que te gusta meter miedo a la gente.
- No es eso. - se defendió la otra - Solo la prevengo de que no se confíe porque no tenga un par de cuentos para asustar a los niños. No te convertirá en ciervo ni te dará de comer a sus perros o te pasarás la eternidad tejiendo telas de araña pero es a lo desconocido a lo que debes temer. Porque no es una santa, solo actúa de forma diferente.
Tesse ignoró a su compañera y atendió la última pregunta de Alida.
- Sí, claro. ¿Cómo íbamos a llegar aquí si no? Los sátiros nos indican el camino, son nuestros guías.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
Ante lo que le estaban diciendo, Alida tuvo que reprimir las ganas de echar a correr y desaparecer de allí. ¿Cómo podía ser que tuviera que tener miedo de su propia madre? ¡Se había pasado la vida escondiéndose de desconocidos! ¿Y ahora se tenía que esconder de su recién encontrada madre? Claro que no era una madre normal, era una diosa... pero de ahí a...
Alida casi había perdido de vista su entorno cuando escuchó el comentario de Tesse sobre los sátiros. Y entonces volvió a la realidad de golpe.
- Sí, eh... es que yo llegué aquí huyendo de alguien... o de algo. Pero no me atacó, así que no creo que fuera un monstruo. Incluso parecía querer ayudarme en algunos momentos... Creo... creo que huí del sátiro que pretendía ayudarme a a llegar aquí... Tal vez... ¿viven aquí? Creo que tal vez debería ir a pedirle disculpas... me da la impresión de que no lo pasó demasiado bien...
Alida casi había perdido de vista su entorno cuando escuchó el comentario de Tesse sobre los sátiros. Y entonces volvió a la realidad de golpe.
- Sí, eh... es que yo llegué aquí huyendo de alguien... o de algo. Pero no me atacó, así que no creo que fuera un monstruo. Incluso parecía querer ayudarme en algunos momentos... Creo... creo que huí del sátiro que pretendía ayudarme a a llegar aquí... Tal vez... ¿viven aquí? Creo que tal vez debería ir a pedirle disculpas... me da la impresión de que no lo pasó demasiado bien...
Alida- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- Tiene pinta de ser un sátiro, sí. - reconoció Melinda - Hay unos cuantos por el campamento. Se refugian en la cabaña 22. La han construido recientemente en honor a Pan, el dios sátiro.
Tesse mantuvo el ceño fruncido al hablar.
- Hay una cosa que no entiendo. Si era tu sátiro, es decir, tu guía, ¿por qué no se presentó como tal? Le hubiera sido más sencillo y seguro que así no habrías huido de él.
Tenían la Casa Grande a diez metros con su portón principal abierto de par en par y la madera blanca salpicada de mariposas que revoloteaban por las terrazas en busca de flores que libar.
- ¿Entramos? - preguntó la chica castaña - Aun es hora del desayuno.
Tesse mantuvo el ceño fruncido al hablar.
- Hay una cosa que no entiendo. Si era tu sátiro, es decir, tu guía, ¿por qué no se presentó como tal? Le hubiera sido más sencillo y seguro que así no habrías huido de él.
Tenían la Casa Grande a diez metros con su portón principal abierto de par en par y la madera blanca salpicada de mariposas que revoloteaban por las terrazas en busca de flores que libar.
- ¿Entramos? - preguntó la chica castaña - Aun es hora del desayuno.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
Ante la pregunta de Tesse, Alida enrojeció un poco.
- Bueno... eso... eso también es culpa mía. Cuando llegó al instituto supe enseguida que no era humano... no sé por qué, pero siempre he sabido esas cosas... y siempre he huido de ellas. Por eso, cuando intentó hablar conmigo pues... bueno, le ignoré. Se acercó a mí más de una vez, ahora creo que sería para hablar conmigo y explicarme todo eso, pero yo siempre me iba antes de que tuviera oportunidad...
Alida se sentía un poco culpable ahora que sabía más cosas de la situación que le había tocado vivir. Por una vez se daba cuenta de que todo habría más fácil si no hubiera huido. Tal vez debía dejar de tener la huida y la desaparición como las primeras opciones. Y al pensar en la desaparición cayó en la cuenta de que siempre se había sentido observada por el supuesto sátiro, incluso cuando sabía que pasaba desapercibida para los demás. Ahora que sabía que podía desaparecer se preguntaba cómo había sido eso posible.
- Sí, entremos. Tengo hambre -las palabras de la chica la habían sacado de su ensoñación, y su estómago le recordó lo hambrienta que estaba. Todo lo demás podía esperar un poco.
- Bueno... eso... eso también es culpa mía. Cuando llegó al instituto supe enseguida que no era humano... no sé por qué, pero siempre he sabido esas cosas... y siempre he huido de ellas. Por eso, cuando intentó hablar conmigo pues... bueno, le ignoré. Se acercó a mí más de una vez, ahora creo que sería para hablar conmigo y explicarme todo eso, pero yo siempre me iba antes de que tuviera oportunidad...
Alida se sentía un poco culpable ahora que sabía más cosas de la situación que le había tocado vivir. Por una vez se daba cuenta de que todo habría más fácil si no hubiera huido. Tal vez debía dejar de tener la huida y la desaparición como las primeras opciones. Y al pensar en la desaparición cayó en la cuenta de que siempre se había sentido observada por el supuesto sátiro, incluso cuando sabía que pasaba desapercibida para los demás. Ahora que sabía que podía desaparecer se preguntaba cómo había sido eso posible.
- Sí, entremos. Tengo hambre -las palabras de la chica la habían sacado de su ensoñación, y su estómago le recordó lo hambrienta que estaba. Todo lo demás podía esperar un poco.
Alida- Inmortales
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Fecha de inscripción : 18/06/2012
Edad : 36
Localización : Cabaña 21
Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
El Comedor tenía algunas mesas ocupadas con campistas pero en general se veía bastante vacío. Tesse y Melinda se unieron a un chico rubio que tomaba una taza de cacao en la mesa 21. Roger no estaba allí. Sin embargo, Alida reconoció uno de los rostros de la mesa de al lado. Se trataba de un chico algo más alto que ella de rizos castaños y piel pecosa. Éste no la había visto, y proseguía charlando con sus compañeros de mesa, todos ellos con los cuartos traseros peludos y acabados en pezuñas.
- ¡Herbert! ¿Qué has hecho con la miel? - le increpó el sátiro de aspecto más mayor. El conocido de Alida se disculpó y le tendió la jarra. - ¡Maldito goloso! - continuó refunfuñando el otro.
Alida desconocía hasta ese momento el nombre de quién le había estado "persiguiendo" hasta el campamento. Herbert en compañía de los suyos se veía relajado y feliz. Si lo que Melinda y Tesse le habían dicho era cierto había sido una ilusa al creer que un tipo así podría desear hacerle daño.
- ¡Herbert! ¿Qué has hecho con la miel? - le increpó el sátiro de aspecto más mayor. El conocido de Alida se disculpó y le tendió la jarra. - ¡Maldito goloso! - continuó refunfuñando el otro.
Alida desconocía hasta ese momento el nombre de quién le había estado "persiguiendo" hasta el campamento. Herbert en compañía de los suyos se veía relajado y feliz. Si lo que Melinda y Tesse le habían dicho era cierto había sido una ilusa al creer que un tipo así podría desear hacerle daño.
Omega- Inmortales
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Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
Alida ni siquiera llegó a darse cuenta de que Tesse y Melinda ya no estaban a su lado y se habían sentado. Primero se quedó mirando al chico -bueno, al sátiro- que la había perseguido, esperando que el otro captara su mirada. Como no fue así, hizo acopio de todo su autocontrol y toda su fuerza de voluntad para dirigirse a la mesa donde estaban los sátiros.
- Hola...
Toda la decisión con la que había ido hasta la mesa se desvaneció al estar frente al sátiro. Antes de que nadie llegara a reaccionar ante su tímido saludo, Alida sintió la conocida sensación de querer estar en cualquier parte del mundo excepto ahí. La necesidad de desaparecer...
- Hola...
Toda la decisión con la que había ido hasta la mesa se desvaneció al estar frente al sátiro. Antes de que nadie llegara a reaccionar ante su tímido saludo, Alida sintió la conocida sensación de querer estar en cualquier parte del mundo excepto ahí. La necesidad de desaparecer...
Alida- Inmortales
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Edad : 36
Localización : Cabaña 21
Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
El sátiro que estaba a su lado le hizo una seña a Herbert para que se volviera. Éste se atragantó cuando vio quién estaba allí.
- Ho... hola - respondió sin saber donde meterse - ¿Qué tal? Yo... - Alida pudo ver como sus orejas enrojecían cuando sus compañeros empezaron a reírse disimuladamente - Me preguntaba esta mañana si podía ir a verte a la enfermería pero pensé que con lo sucedido aun era un poco pronto.
Parecía que se estuviera disculpando pero lo cierto es que, lo hiciera o no, era incapaz de mirar a la chica a la cara.
- Ho... hola - respondió sin saber donde meterse - ¿Qué tal? Yo... - Alida pudo ver como sus orejas enrojecían cuando sus compañeros empezaron a reírse disimuladamente - Me preguntaba esta mañana si podía ir a verte a la enfermería pero pensé que con lo sucedido aun era un poco pronto.
Parecía que se estuviera disculpando pero lo cierto es que, lo hiciera o no, era incapaz de mirar a la chica a la cara.
Omega- Inmortales
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Fecha de inscripción : 18/06/2012
Re: [Campamento Mestizo]No los mires y no te verán (hace 2 años)
- Ya estoy mejor... -dijo Alida intentando sonar tranquila y agradable.- Me... me han contado que los sátiros venís a buscarnos para ayudarnos y yo... Yo quería pedirte disculpas por haber huido de ti. No... no sabía... tenía miedo. Yo... lo siento. Creo que te hice pasar un mal rato -después de decirlo, Alida volvió a bajar la mirada, avergonzada. Se daba cuenta de que Herbert era un buen chico y le dolía haber huido de él.
Alida- Inmortales
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