[El campamento] Un par de conversaciones

Desde que su plan de rebeldía había tomado una forma definitiva en su mente, había dos cosas que no dejaban en paz a Cora. La primera, no haber dicho nada a sus hermanos. La segunda, no haber dicho nada a Butch. Tanto los unos como el otro se habían comprometido a ayudarla y defenderla de la cabaña 4, y poner en marcha el plan sin decirles nada no solo le parecía traicionero sino peligroso para ellos. No le gustaba que nadie se metiera en problemas por las decisiones que ella había tomado. Pero ¿y si se lo contaba y la delataban? No sabía qué hacer.

Le daba vueltas al tema mientras hacía unas piezas que Griffon le había encargado. Su mesa de trabajo era la más limpia y tranquila de todas. Nada de martillazos ni manchas de grasa, ni siquiera herramientas. Solo algún plano y algunos bocetos y una ordenada hilera de lingotes metálicos. Y su caja de prácticas, regalo de su madre.

Estaba un poco cansada y le dolían los brazos del ejercicio de aquella mañana con Butch, pero se sentía más fuerte. También le dolía un poco la cabeza del esfuerzo de hacer las piezas, pero cada día podía trabajar más tiempo y con piezas más grandes, aunque se lo tomaba con calma para no hacerse daño. Pasó un rato hasta que terminó la última y las ordenó en una bandeja para llevárselas a Griffon. También puso un objeto pequeño envuelto en papel kraft arrugado. Con la bandeja en las manos se alejó de su banco de trabajo con cuidado de no tropezar con nada hasta el jefe de su cabaña.

- Griffon... ¡GRIFFON! - gritó para que la oyerá por encima del ruido.- Tengo las piezas.

El pelirrojo estaba trabajando en su cuarto equipado con los cascos contra el ruido y muy concentrado en la pieza que tenía delante. Coralie tuvo que plantarse a su lado para que se diera cuenta de su presencia.

- ¿Ya? Cada día vas más rápido - le felicitó Griffon. Hizo un gesto con la mano para que colocara la bandeja cerca mientras él descansaba el brazo de la cortadora de metal que había estado utilizando - Con suerte tendremos los pegasos listos para antes de la captura de la bandera. Deberíamos probarlos antes para no llevarnos un susto pero creo que con una jornada intensiva bastará. ¿Qué te parece? No está quedando mal, ¿eh?

Ya tenía toda la estructura metálica armada y las piezas de la cabeza y las patas formadas aunque sin embellecer. Raven, que era el que había hecho el diseño, había dado diferentes estilos a cada animal. Iban a ser cuatro pegasos en total, suficientes para una cuádriga. El que Griffon tenía delante era el más complicado, copiando la forma de un semental difícil de domar. Era completamente negro, con las crines blancas y los ojos de color sangre. El chico le había apodado Fantasma y aseguraba que iba a ser la sensación de aquella competición.

Al ver a su hermana mirar por encima al animal con el rostro más serio de lo habitual, Griffon se dio cuenta de que no era la Coralie animosa de siempre.

- ¿Te pasa algo? - se secó el sudor de la cara y las manos con un paño y le rodeó los hombros con su brazo - ¿Estás nerviosa? Sabes que no tienes nada que temer. No vamos a dejar que los chicos de la cinco te pongan un dedo encima. Ares va a tener que tragarse sus amenazas y fanfarronadas.

- ¡Es que no está bien! - explotó, por fin.- ¿Por qué tenemos que pelearnos? ¿Solo por vivir en una cabaña con un número tenemos que odiar a los que viven en otras? - gesticulaba mientras hablaba casi a gritos. -No está bien. ¡Y no me da la gana hacer las cosas de esa manera solo porque sea lo normal aquí! Pienso cambiarlo, les voy a demostrar a todos que son unas normas estúpidas.

Ahora que se había desahogado, sabía que era el momento de contar a Griffon su plan. De repente le dio una vergüenza terrible y pensó que su hermano lo consideraría una chiquillada y una estupidez. Pero era tarde para echarse atrás. Cora no cambiaba de opinión. Nunca. Miró a los ojos al grandote pelirrojo y se lanzó a confesar con la cara roja.

- He reunido un grupo de gente que piensa como yo. Para la captura de la bandera... solo que en vez de una bandera... -bajó la voz a un [color=#991153]tono casi inaudible mirando al suelo.-... vamos a capturar las dos.

Se mordió el labio mirándose las sandalias.

- Así demostraremos que no nos gustan las normas que en vez de hacer que todos seamos un equipo dispuesto a defendernos de los monstruos hacen que nos intentemos matar los unos a los otros.

Griffon dejó de mirar por completo su obra para centrarse en Coralie y su argumentación. Según hablaba, su gesto se tornaba más y más preocupado. Un par de veces tuvo ganas de interrumpirla pero al final la dejó terminar.
La mano que se posó sobre el hombro de Coralie tenía polvo de hollín pero curiosamente no presentaba ninguna abrasión o quemadura. Destacaba mucho `ara ser un chico que realizaba muchos trabajos con las manos.

- Coralie... - la voz del pelirrojo presentaba más preocupación que su mirada - Creo que... lo de Ares te ha... - ¿trastornado era la palabra correcta? - Esto no es un campo de concentración ni nada de eso. Sí, a veces nos hacemos daño y nos proferimos insultos unos a otros pero... no es para tanto. De verdad. Tal vez es porque estemos acostumbrados y tu aun tengas que aclimatarte. Mira, lo de Ares... no te puedo decir que no tengan ganas de matarte pero no estoy seguro de que Clarisse quiera llegar más allá de una rotura de brazo o algo así. Un poco de sangre, para limpiar su orgullo. Nada más. No puedo prometerlo por el río Estigia pero hasta ahora todos los que le han plantado cara, han sobrevivido. No deja de ser nuestra prima, una prima muy lejana, pero familia al fin y al cabo. Y los dioses respetan la familia. O eso intentan. - meneó la cabeza - Capturar las dos banderas es un desafío en regla. ¿Sabes cómo han terminado todos los humanos que les han desafiado? La muerte en ese caso sería prácticamente una bendición. No te pondrás por enemigo solo a Ares. Estarías enemistándote con el resto de Olímpicos de aquí a mucho tiempo. Son muy rencorosos, Coralie. La eternidad les vuelve neuróticos y soberbios. Un desafío así es un ataque tan directo que como poco desearían hacerte más daño del que pudieras soportar.

Los ojos verdosos de Griffon se veían ahora apagados y tristes e incluso el color de su pelo languideció.

- No sé, creo que habría que pensar muy bien en ese plan para que saliera adelante. Además, hacer eso significa dejar aun en peor lugar a Hefesto, sobre el que recaerán una buena parte de las culpas. Hasta es posible que quisieran dejarle como creador del plan, lo que haría muy feliz a Ares y su madre. Este tipo de cosas tienen unas consecuencias muy gordas. Yo sé que quieres lo mejor para nosotros; tienes un gran espíritu de lucha y se te ve muy sacrificada y entregada. Pero aun llevas poco tiempo aquí. Además, ¿y si esos miembros del grupo en quienes tu confías te traicionan? ¿Puedes confiar plenamente en ellos?

- Es mi decisión, y seguiré adelante con ella.- respondió. Estaba totalmente convencida. Completamente convencida. Del todo convencida. Las palabras llenas de sentido común y de advertencias sensatas de Griffon no la harían entrar en razón. ¡Ni de coña! -Solo quería decírtelo para que no te sientas responsable de mi.

Sentir la decepción de su medio hermano no era sencillo. Le había cogido mucho cariño. Pero una Chassier no se echaba atrás.

Con voz un poco temblorosa, le dio las gracias y salió de la cabaña. Ahora, buscaría a Butch. Preguntó por él a un par de chicos de Iris que se encontró y le indicaron dónde se encontraba.

- Eh Butch.- saludó

Griffon siguió golpeando el hierro con su martillo, con la mente puesta en la conversación que acababa de tener con Coralie. Le preocupaba que su hermana se lo tomara todo tan a la tremenda. Una decisión así le podía cobrar un disgusto mayúsculo. ¿Por qué desafiar a los dioses de aquella manera? ¿Es que no conocía el final de aquellos mitos en que los mortales tomaban aquella desgraciada decisión? Y fue entonces cuando se le ocurrió una idea. Con fuerzas renovadas, siguió golpeando el metal. A lo mejor, Coralie tendría más suerte de la prevista.
Con nuevos pensamientos más prometedores en la cabeza, comenzó a silbar.



Butch estaba jugando al frisby con un par de chicos de Apolo cuando Coralie le llamó. Se giró en seco para saludarla, con tan mala fortuna que el disco volador le golpeó al pasar. Butch se acercó a la chica dolorido, frotándose la cabeza.

- Hola, Cora. ¿Qué tal te va? - había advertido su semblante preocupado - ¿Qué sucede?

- ¡Cuidado! - intentó advertir sin éxito. - Jo, lo siento. ¿Te duele mucho?

Intentó sonreír pero estaba claro que algo pasaba. Estaba nerviosa por hablar con Butch, estaba segura de que le iba a decir que era una idea horrible, igual que Griffon pero sentía que no contárselo era traicionar su confianza. "Mejor no le des vueltas"

- ¿Te importa acompañarme a dar un paseo? Quiero hablarte de algo... de hecho, mejor si vamos a donde no puedan oírnos, porque es algo... privado. - explicó Cora. Esperaba no asustarlo, pero no podía arriesgarse.