[Campamento Mestizo] Los principios siempre son difíciles (S4 Mayo-abierto)

Desde que había dejado la cabaña "teléfonica" había pasado por lo menos una hora, una hora en la que se había dedicado , básicamente, a deambular por aquel lugar.
Había mucha gente allí pero le llamó la atención que todos eran jóvenes ¿cómo podía ser?. Inevitablemente pensó en lo peor ¿es que todos morían antes de llegar a los 30, o qué? ¡No seas tonta!, no se van a quedar aquí por siempre como el pringado ese, aprenderán lo que tengan que aprender y luego se irán... Sí, debía ser eso.

La verdad es que aquél lugar era el sitio ideal para unas vacaciones, rodeado por los campos de fresas que había visto nada más llegar; pero algo le decía que allí no iba a poder descansar mucho. Veía a jóvenes con todo tipo de armas, armas que ella no había visto en su vida y cascos con penachos de colores. Miró con interés a un chico al que realmente le hacía falta un buen cocido, le llamó la atención porque a pesar de eso llevaba un escudo enorme en el brazo derecho y parecía hablar con su amigo de algo relacionado con una pelea...
Madre mía, lo que le faltaba. Hecate no había llamado mucho la atención en nada, excepto nadando o tocando la guitarra que se le daba más que bien, pero no se imaginaba con espadas, escudos y esas cosas... ¡Ah, la guitarra!. Se acababa de acordar de que, lógicamente, estaba en casa. Volvió a echar de menos a su madre, junto a su casa, junto a la guitarra, junto a la tranquilidad de no saber que existían los sátiros, dioses, centauros... Pero sacudió la cabeza, aquello era un pensamiento infantil, realmente prefería saber la verdad por increíble que fuera. Bueno, en todos los campamentos hay alguien con una guitarra... Sí, siempre, siempre siempre siempre, incluso en las películas malas donde todos los adolescentes morían había siempre una hoguera y una guitarra en el campamento de verano; aquello la animó un poco.

La mayoría de la gente llevaba números en las camisetas, no sabía bien qué significaban pero esperaba descubrirlo pronto.
Caminando caminando llegó a una zona llena de cabañas Vale, pues a ver cuál será la mía... Se dio cuenta de que estaban numeradas, supuso entonces que los números de las camisetas y de las cabañas tendrían algo que ver, pero vete tú a saber cómo funciona la mente de los dioses para organizar las cosas. Se puso a recorrer aquél sitio, cabaña a cabaña, fijándose bien en la entrada y en el número que tenía cada una de ellas.

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Estaba paseando por el campamento, tratando de adaptarse, de conocerlo, ver cual podía ser su cabaña, si encontraba a alguien parecido a él que udiera reconocer como un hermano, como un mediohermano.

Estaba un poco ensimismado cuando casi tropieza con una chica. Parecía medioasiatíca, no sabía en un principio que hubiera por aquí, aunque en parte era lógico, los dioses también tenían sus propios gustos.

Perdona, iba distraido, soy Prometeo Niké, nuevo. ¿y tú?

Había mucha gente, sí, pero sin embargo todo el mundo parecía tener claro a dónde iba porque nadie parecía estar tan perdido como ella...
Las cabañas eran muy bonitas, cada una diferente a las demás y con una construcción que les daba, en cierto modo, una personalidad diferente al resto. Pudo confirmar que, efectivamente, el número de cabaña y el de las camisetas estaban relacionados porque a las tres o cuatro personas que había visto entrar en las cabañas siempre lo hacían con el número que coincidía con su camiseta; bueno, al menos ya sabía algo...

Estaba fijándose con detenimiento en una cabaña que parecía estar cerrada a cal y canto cuando algo por la derecha vio algo que casi choca con ella. Ese algo resultó ser un chico, un tal Prometeo, ¡y también era nuevo!, estaba bien eso de no ser la única que no se enteraba de nada.

- No importa - hizo un gesto con la mano como para tranquilizarlo - ¿Así que también eres nuevo?, yo he llegado hoy mismo y la verdad es que estoy buscando a alguien que me ayude pero no encuentro a Quirón y bueno, no sé ni dónde tengo que pasar la noche... - se encogió de hombros mientras lo miraba, quizá él pudiera ayudarla, y si no era así pues podrían buscar a alguien que lo hiciera los dos juntos.

Bueno, yo llegue hace un par de días, y acabo de salir de la enfermería, así que estoy en la cabaña once, que es en la que están los hijos de Hermes y todos aquellos a los que sus padres no han reconocido, al padre divino me refiero, yo por ahora estoy allí...mi madre me abandonó al nacer y no se quién era. ¿Tu sabes de quién eres hija?, si no es así ven conmigo y te buscaré una cama y algunos consejos....como no fiarte de nadie, en esa cabaña la propiedad privada es un concepto abstracto....

Prometeo se dispuso a acompañarla.

- ¿Qué te ha pasado? - preguntó cuando escuchó aquello de la enfermería. Aunque segundos después no le extrañó teniendo en cuenta lo que le había perseguido por las calles hace sólo unas pocas horas...

Negó con la cabeza - No, aún no sé quién mi padre... - De eso sí que estaba segura, al menos, de que era padre y no madre... - Entonces supongo que me puedes buscar una cama sí - le sonrió, siempre era agradable que alguien te ayudara, aunque realmente sonaba raro eso de pedirle a un desconocido que te buscara una cama...
El chico comenzó a caminar y ella lo siguió mientras lo escuchaba con interés - ¿Así que hay ladrones en el campamento? ¡pues vaya seguridad tenemos aquí!. De todos modos me da igual porque sólo tengo lo que ves, tuve que tirarme al río y bueno, obviamente no pude traer muchas cosas conmigo - no estaba segura de si recordaba dónde estaba exactamente la cabaña once. -Oye sabes... ¿Sabes cuándo nos enteraremos de quienes son nuestros padres? -

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¡Una... dos... y tres! pensó Alida mientras cerraba con fuerza los ojos y se olvidaba de su alrededor para hacerse invisible. Y luego llegó el proceso de reconocimiento del entorno. Tenía que conseguirlo...

Y lo consiguió. Durante unos instantes, fue consciente de todo lo que había a su alrededor a la vez que sabía que nadie más podía verla. Y se fijó en Prometeo, que se acercaba hacia donde estaba ella con alguien más que no recordaba haber visto por allí. Me acercaré a ellos, a ver hasta cuándo consigo que no me vean, pensó. No le hacía mucha gracia que todo el campamento se enterara de lo que podía hacer, pero ya había sido un secreto a voces al llegar ella y no podía practicar si no había más gente mirando para asegurarse de si estaba a la vista o si no. Y bueno, Herbert parecía confiar en el chico...

Pensar en los pros y los contras de ir hacia la pareja hizo que Alida se olvidara de centrarse en el entorno. Para cuando se quiso dar cuenta, había chocado contra algo.

- ¡Ay! ¡Lo siento! -dijo a la vez que abría los ojos. Se encontraba frente a la chica que había visto con Prometeo y, por la cara de ésta, estaba claro que ella podía verla. Pero, ¿la habría visto acercarse también? Alida sospechaba que no y, como tampoco había cumplido su objetivo de entrenamiento, no le hacía mucha gracia el haber chocado mientras estaba desaparecida. Intentó parecer normal y quitarle hierro al asunto, quizás la otra había ido despistada y no se había fijado en que había chocado contra un obstáculo invisible.- Lo siento, estaba distraída y no miraba por dónde andaba... espero no haberte hecho daño... ¡anda Prometeo! -Alida hablaba sin parar para no dejarles tiempo de reaccionar y que no hicieran preguntas.- No te había visto ya desde el día que llegaste... ¿has podido instalarte bien? ¿sigues en la cabaña de Hermes?

Bueno, Hermes era patrón de caminantes banqueros y ladrones, por lo que la propiedad privada tiene un sentido laxo para esta gente... bueno ya tienes más cosas qe yo, aparte de que no tenía muchas cosas de por si, al tener que tirarme del avión en marcha po la Gorgna que me quería matar dentro, pues no tuve tiempo de recoger el equipaje, mi ropa quedo destroazda por la caida, así que lo único que tengo es ropa prestada.... Prometep se encogió de hombros Dicen que tarda unos días pero eso depende del padre, algunos ya los han reconocido al llegar, otros es a las pocas horas, en cambio algunos tardamos algunos días..... simplemente toca esperar y hacer amistades mientras tanto

Entonces apareció Alida, le caía bien la chica, a pesar de la timidez.

Hombre, Alida, cuanto tiempo, la verdad es que mi madre aún no me ha reconocido, sigo allí. Por cierto dejame que te presente a Hécate, es nueva y acaba de llegar, esta es Alida, hija de Hécate, diosa de la magia

Por lo visto el chico se había tenido que tirar desde un avión ¡en pleno vuelo!.Hécate se quedó unos segundos alucinada pero luego pensó que aquello sería lo más normal:tirarse al Hudson y aparecer a muchísimas millas de distancia, lanzarse de un avión en pleno vuelo y sobrevivir... Aquello debía ser lo "normal" en ese sitio.

- Ya veo, pero no, no tengo más cosas que tú - lo corrigió, en parte para animarlo - esta ropa también es prestada y no tengo nada más; así que los hijos de Hermes poco tendrán que robarme. Así que banqueros y ladrones, no me sorprende... En cuanto a lo de mi padre pues bueno, no me importará esperar un par de días siempre que no se alargue mucho más la cosa; estoy un poco perdida, la verdad... -

Iba a continuar hablando pero parecía que se había chocado con algo, aunque no había nada allí.
De repente una chica delgaducha apareció de la nada, lo que hizo que Hécate retrocediera un paso hacia atrás instintivamente. Por lo visto había chocado contra ella porque le pidió perdón en seguida, aquella chica no paraba de hablar pero ella sólo pensaba en que había aparecido de repente; aún no estaba del todo acostumbrada al campamento ni a ese tipo de cosas.
Prometeo las presentó, la tal Alida era hija de Hécate, qué casualidad.

- Ho... Hola - dijo mientras se recomponía del susto, sólo le costó un par de segundos - Sí, sé que Hécate es la diosa de la magia, sería grave que no lo supiera llamándome como ella - sonrió a la chica mientras le tendía la mano - Yo he llegado esta mañana, así que aún no sé de quién soy hija, aunque por lo visto eso aquí es más normal de lo que parece ¿no? -

- Encantada, Hécate -dijo Alida sonriendo. Se ahorró el comentario de que se llamaba igual que su madre porque lo había hecho ella sola.- Sí, es bastante normal. Y es raro que lo siga siendo porque hace unos años se llegó a un acuerdo con los dioses para que no tardaran tanto... no sé qué debe haber pasado, habrán vuelto a hacer algún trato que les deja en mal lugar si reconocen a todo el mundo.

Alida hablaba como si no le importara, y en verdad le importaba poco lo que los dioses hicieran o deshicieran.

- Yo tuve suerte, mi madre me reconoció al segundo día de llegar aquí. Aunque teniendo en cuenta cómo llegué habría sido muy incómodo que tardara más todavía... -dijo, y mientras lo hacía le vino a la mente todo lo que había pasado desde que había visto a Herbert en su colegio por primera vez. Alida sacudió la cabeza como para espantar los recuerdos y volvió a centrar la atención en la pareja que tenía delante.- Y, ¿qué hacíais? ¿Puedo ayudaros en algo? Será mi manera de compensar el golpe que te he dado... -dijo mirando a Hécate algo avergonzada.

- Bueno, yo aún no puedo quejarme porque acabo de llegar así que supongo que sólo me queda esperar mientras me voy adaptando al sitio... - se encogió de hombros mirando a la chica, que por lo que había dicho también llegó de una manera extraña allí, probablemente como todos - Ya me han dicho que casi todos llegamos huyendo de monstruos raros y todo eso... Todo esto sería más fáciles si ellos fueran un poco más responsables y al menos nos avisaran antes de que nos persiguieran bichos extraños para asesinarnos; eso es lo que harían unos buenos padres -

A pesar de todo lo que le había dicho el centauro ella no podía entender como se preocupaban tan poco por ellos, ella podría haber muerto aquél mismo día y quizá hasta sus padres mortales también si hubieran estado con ella en ese momento. Sus padres siempre habían sido unas personas muy responsables así que le costaba llamar padre a alguien que no se había preocupado por ella en toda su vida.

- No hacíamos nada en concreto, Prometeo me estaba guiando un poco por aquí y me iba a enseñar dónde dormir porque por lo visto cada uno duerme en su cabaña pero yo aún no sé cuál es la mía, así que me toca dormir en esa donde siempre están robando; pero no me importa porque sólo tengo esta ropa ¡jajaja!. - Había que tomarse las cosas con humor... - No te preocupes, no me has hecho daño Alida - era imposible con lo delgaducha que estaba, parecía algo más joven que Hécate pero aún así allí estaba, en el Campamento. - Puedes venir con nosotros si quieres, dos guías siempre son mejor que uno ¿no? y a mi aún me queda mucho que aprender aquí -

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- Sí, huyendo de monstruos raros... -repitió Alida murmurando mientras se planteaba qué pensaría Herbert de lo que acababan de presuponer de él, y no pudo evitar sonreír.- Sí, bueno. Entonces... entonces cabaña once: Hermes, ¿no? No os preocupéis, aunque los de Hermes no tengan muy claro lo que es la propiedad privada la mayoría de los que viven allí de forma temporal tienen buenos recuerdos -dijo por fin, intentando reaccionar y que no se notara que se había perdido en sus recuerdos.- Pero de eso sabrá más Prometeo que yo. Yo la verdad es que no puedo opinar mucho porque no llegué a alojarme en ella... pero conozco a un par de chicos de Hermes que pasan el año entero aquí y son buena gente. Sobretodo si no tenéis nada que perder... -mientras hablaba, Alida empezó a caminar hacia la zona de las cabañas.- Y bueno, lo cierto es que hay gente a quien sí llegan a avisar de que les hagan daño, pero es verdad que son...mos -se corrigió, recordando que a ella no llegaron a atacarla los monstruos- minoría. Entonces, Hécate... ¿deduzco que has entrado por la enfermería, como hacemos la mayoría? ¿quién te perseguía a ti? ¿y qué sátiro te recogió?

Aunque sus acompañantes no lo notaran, Alida estaba haciendo un gran esfuerzo para no dejar de hablar. Sabía que a la gente le resultaban incómodos los silencios y se esforzaba por no dejar que se formara ninguno entre los tres, pero al mismo tiempo se encontraba ya mirando a los lados, en busca de alguna cara conocida que la ayudara a cargar con el peso de la conversación.

Le llamó la atención que ella nunca se hubiera quedado en la cabaña de Hermes - ¿Nunca te alojaste en ella? - repitió - ¿Ya sabías quién era tu padre...O madre cuando llegaste? - vaya, si era así era una chica afortunada; por lo visto la mayoría tenían que esperar para saber de quién eran hijos... Ni siquiera ella misma sabía quién leches era su padre Gorra de marinero, psé...

Se quedó unos segundos pensativa ante su autocorrección, se ve que a ella tampoco habían llegado a atacarla; sí, definitivamente era una chica con suerte... Aunque Hécate sabía que ella también lo era, sólo por hecho de no haber entrado por la enfermería, como había dicho Alida

- Pues se ve que tuve suerte porque aún no he pisado la enfermería - le sonrió sin poder evitar sentir algo de alivio - No sé exactamente qué me perseguía, Quirón me dijo el nombre pero... - se encogió de hombros, no recordaba bien qué palabreja había utilizado para definir aquella cosa - El caso es que me empezó a perseguir y me tiré al Hudson y bueno... Aparecí aquí... Aún así debería situarme y aprender dónde está la enfermería porque seguro que antes o después la necesitaré, sobre todo teniendo en cuenta que me han dicho que nos enseñarán a luchar y eso... -

Le daba la impresión de que no sería la mejor del mundo en aquello, aunque Alida había sobrevivido y parecía demasiado delgaducha como para poder levantar un arma; quizá tuviera otras habilidades a parte de ser invisible.

- Puedo acompañarte luego hasta la enfermería, si quieres. Viviendo aquí es importante saber dónde está. Hay quien pasa más tiempo allí que en su propia cabaña -comentó Alida.- Yo... no me alojé en la cabaña de Hermes porque la primera noche de estar aquí me alojé en la enfermería, y para la segunda noche mi madre me reconoció ya y pude dormir en mi cabaña -contó de su historia, no le apetecía dar muchos más datos a alguien que acababa de conocer.- Pero es una suerte que tú hayas podido llegar hasta aquí sin tener que pasar por la enfermería. ¡Puedes considerarte muy afortunada! Yo también lo habría sido si hubiera escuchado a Herbert, pero como no lo hice acabé desnutrida en una cama al cuidado de Monik -Alida sonrió, al final se le habían escapado más datos.- Y, entonces... ¿qué sátiro has dicho que te recogió?

- Pues te lo agradecería mucho, Alida - sonrió mientras asentía. Bueno, no se podía quejar, en general la gente parecía amable con los nuevos; suponía que porque se acordaban de lo perdidos que estaban también ellos cuando llegaron.

- Qué suerte, te reconoció bastante rápido entonces... - Ojalá ella tuviera esa suerte, la verdad es que estaba deseando enterarse de quién era de una vez - Me han dicho que lo normal es tener que esperar unos tres o cuatro días, así que intentaré tener paciencia mientras duermo en la cabaña de Hermes - se encogió de hombros, resignada.
No se le había escapado el detalle de la enfermería, algo que no entendía puesto que le había dicho que a ella no le había perseguido ningún monstruo, pero prefirió no preguntar.
Sin embargo cuando la chica siguió hablando sobre ello ya no pudo aguantarse - ¿Desnutrida?, vaya, lo siento mucho... - Aunque no hubiera tenido que luchar con ningún monstruo aquello tampoco parecía una situación muy agradable. Se dió prisa en contestar a la pregunta, más que nada porque no sabía cómo continuar con el tema de su llegada - No me recogió ningún sátiro, he llegado aquí sola y bastante perdida, sin entender nada... Parece ser que la guía de un sátiro es de gran ayuda en estos casos,¿no?. -
Sin duda así lo parecía, aunque la verdad es que por otra parte parecía mejor enfrentarse a todo aquello así, de golpe.

- ¿No te recogió ningún sátiro? -aquello pareció sorprender a Alida.- Bueno... lo habitual es que los sátiros nos encuentren antes que los monstruos, o al mismo tiempo, y nos ayuden a llegar hasta aquí. Es su trabajo. En una situación idílica, aquél que viene con sátiro no debería pasar por la enfermería... pero ya ves, a Prometeo lo recogió Herbert, que es bastante bueno, y tuvo problemas. Y tú, que has llegado hasta aquí sola, no has tenido que pasar por allí... Puede que las cosas estén cambiando. Tal vez así les daremos un respiro a los sátiros, que parece que andan sobrecargados.

Alida dejó de hablar y miró el cielo, como para relajarse. Luego se acordó de que le quedaban preguntas por responder y volvió a centrar su atención en Hécate.

- Mi madre me reconoció pronto, sí. Pero yo creo que fue porque no le quedaba otro remedio. Iba dando tumbos por el campamento sin que nadie fuera capaz de saber dónde estaba... o ni siquiera si seguía en el campamento. Solo Roger, mi hermano, parecía ser capaz de dar conmigo. Pero entonces yo ni siquiera sabía que era mi hermano... no he llegado a preguntarle si él lo supo desde el principio. Es curioso. No quería venir al campamento y no quería quedarme cuando llegué. Y el caso es que en dos años que llevo aquí todavía no he salido... Pero no te preocupes, mi caso no es el habitual. Normalmente la gente pasa aquí el verano y vuelve a casa durante el curso.

Alida sonrió a Hécate, esperaba no estar asustándola demasiado.

- En cuanto a lo de que te reconozcan... -ahí se paró, el tema era delicado.- Mira, hubo un tiempo en que algunos dioses ni siquiera se preocupaban por reconocer a sus hijos y la cabaña de Hermes estaba siempre a rebosar de gente. Por suerte desde hace un tiempo los dioses se comprometieron a reconocernos a los pocos días de llegar al campamento. Y es lo que ha estado pasando hasta ahora... Pero... bueno... -Alida miró al cielo, como disculpándose de antemano por lo que iba a decir para evitar represalias-. No me hagas mucho caso, pero diría que últimamente vuelven a tardar cada vez más en reconocer a los nuevos... Espero que no sea tu caso.

No sabía qué pensar ante lo que Alida le estaba diciendo, por lo visto ni siquiera había sido normal su llegada al campamento - dentro del concepto de normal que se puede entender teniendo en cuenta las circunstancias - así que simplemente se encogió de hombros - Bueno, yo me alegro de haber llegado de una pieza, con sátiro o sin él.Además ahora mismo, gracias a lo que me estás contando sobre la enfermería, me siento mucho más afortunada... - le sonrió asintiendo.

Su interlocutora entonces pareció pensar en otras cosas, miró al cielo antes de parecer darse cuenta de que Hécate seguía allí. Ella no lo vio extraño, ¿qué podría ver extraño aquí ya?. Le sorprendió mucho que llevara dos años sin salir de allí, sin embargo la expresión de su cara no reflejó tal cosa; sin duda eso era parte de su mitad japonesa y no divina...
- Vaya... No me había planteado lo de salir de aquí hasta que lo has dicho, no sabía que eran campamentos de verano, yo... - Le encantaría volver a casa, abrazar a su madre y fingir durante todo el curso que nada había pasado pero, ¿qué pasaría si volvieran los monstruos?. Había tenido mucha suerte estando sola en casa, quizá no volviera a ser tan afortunada la próxima vez. Sacudió la cabeza un poco para alejar aquello de su mente - En fin, no sé, una cosa tras otra Alida: ahora me centraré en adaptarme y, llegado el momento, supongo que volveré a casa. -

Al contrario de lo que había parecido inicialmente aquella chica hablaba con soltura, de hecho Hécate se estaba enterando gracias a ella de muchas cosas que no sabía. Sin embargo aquello último no le gustó demasiado, ¿de verdad los dioses los tenían ahí metidos sin siquiera decirle de quién eran hijos?.
- Ya veo entonces que la palabra de un dios no vale nada - al contrario que Alida ella aún no les tenía tanto respeto... Bueno sí se lo tenía, pero su indignación podía más que el hecho de saber que alguien allí arriba la estaría escuchando, quizá así incluso ese alguien se diera por aludido y la reconociera de una vez - Yo también espero que no sea mi caso, aunque una vez lo sepa no tengo muy claro si cambiará mi estancia aquí. No creo que pueda contar con él como si fuera un verdadero padre... - Se cayó antes de parecer más idiota, por supuesto que quien quiera que fuera su padre no iba a ejercer de padre, ¿es que no estaba claro que se dedicaban a sembrar su semilla por ahí y poco más?, si hasta tardaban en reconocer a sus hijos.
Ya tenía suficientes tema "divino" hasta la cena, así que se le ocurrió preguntarle a Alida sobre algo completamente diferente y que sin duda la interesaba - ¿Y con quién debería hablar para salir de aquí unos días?,¿hay que pedir un permiso especial o algo así? -

- No creo que sea eso -dijo Alida a Prometeo.- Lo más probable es que simplemente piense que tiene cosas mejores que hacer -dijo Alida encogiéndose de hombros.

Para contestar a Hécate, Alida se tomó su tiempo.

- Bueno... a ver... Lo cierto es que para quedarse todo el curso como hago yo sí hace falta un permiso especial, porque lo habitual es que la gente se vaya. Aquí aprendemos a defendernos así que es poco... bueno, supuestamente poco probable que nos ataquen los monstruos. Pero si lo que quieres es salir durante el verano... buff -al bufar, Alida se apartó un poco el pelo de la cara, pero volvió a caerle en el mismo sitio al instante.- Veamos, para salir durante el verano podrías pedirle permiso a Quirón... porque el Señor D no creo que te lo dé. Pero... bueno, Quirón tampoco... Lo más fácil es tener una misión. Los que tienen una misión salen sin problemas del campamento. Aunque claro, los problemas suelen venir luego...

Sonrió ante lo que había dicho el chico, desde luego la historia de la mayoría de los jóvenes del campamento serían para ser contadas en la gran pantalla pero no se imaginaba hablando sobre eso, en primera persona, con alguien ¡pensarían que está loca!, y con razón...

Aunque aún no lo conocía mucho se sintió un poco aliviada por Prometeo cuando Alida dijo que seguramente su madre no estaría enfadada con él, ya era duro llegar allí sin saber quien era tu progenitor como para que encima estuvieran enfadados contigo.
La chica continuó hablando y Hecate sintió como un gran peso desaparecía en su pecho, por lo visto durante el año podrían hacer vida normal Menos mal, menos mal... el tema de los ataques no ayudaría mucho pero al menos estaría con sus padres. Por lo visto tendría que esperar a que se terminara el verano porque ahora sería casi imposible salir

- Bien mirado creo que sería mejor que me quedara aquí, acabo de llegar y la verdad es que no tengo ni idea de nada, no sé cómo podría defenderme de ningún ataque así que es más seguro que me quede... - se encogió de hombros - es sólo que me gustaría conseguir una guitarra y no creo que aquí la gente tenga tiempo para tocar una... Pensé en ir a la ciudad pero ya lo he descartado - sonrió tristemente a Alida - Gracias de todos modos por la información, nos estás ayudando mucho,¿toda la gente por aquí es como tú? - si ese fuera el caso sería fácil vivir allí, de momento sólo se había encontrado con gente amable y con ganas de ayudar.

- ¿Todos como yo? -Alida sonrió con tristeza. Se había animado con el halago, pero tenía claro que la realidad era otra.- No, que va. La gente suele ser más simpática y animada. Yo soy la chica que desaparece -literalmente, pensó- cuando se junta demasiada gente en el mismo sitio. Y bueno, también los hay peores que yo... no sé, por lo menos intento no pelearme con nadie. Los de la cabaña de Ares, en cambio, siempre están buscando pelea... Pero bueno, simplemente recuerdo lo que es ser nueva aquí e intento ayudar. Me esfuerzo en ello -dijo sonriendo.- Guitarras en el campamento no sé quién puede tener, Hécate. Tal vez en la cabaña de Apolo... son ellos los que se hacen con todos los instrumentos siempre. Y en cuanto a lo del cine... no estoy segura de que a los dioses les hiciera gracia, pero te aseguro que de aquí salen misiones mucho más peligrosas e interesantes que las películas que suelen hacer en el cine. O que solían hacer cuando estaba fuera de aquí. Hace tiempo que no veo ninguna...