[A50] Camino a ninguna parte [S4 Prometeo]

OMEGA

Prometeo estaba comiendo pastel de mora mientras su autobús repostaba en una gasolinera. La chofer, que hacía tiempo mientras leía interesada el periódico del día anterior, se ocultaba entre las páginas de éste al lado de la barra. Desde donde Prometeo se encontraba, podía leer perfectamente el titular: "Jóvenes desaparecidos en las últimas 24 horas en tres estados. La policía cree que han participado grupos mafiosos".
Antes de que pudiera impedirlo, una mujer desconocida se sentó en el asiento de enfrente.

- Hola, Prometeo. No ha sido fácil dar contigo.

El chico parecía impresionado. ¿Le conocía? ¿De qué? Hizo ademán de huir, como casi siempre que se sentía en peligro.

- ¿Cuántos monstruos has visto en los últimos días? - dijo la mujer entonces sin inmutarse.

Tenía el cabello muy oscuro, unos ojos bonitos y las facciones redondeadas y suaves. Su mirada rezumaba inteligencia.

- De los monstruos se puede escapar pero no durante toda la vida. Debes estar preparado para eso y, desde luego, dar tumbos y más tumbos no te servirá. Nada de lo que has aprendido hasta ahora te va a servir contra ellos. - una camarera se acercó con lo que había pedido la mujer. - Gracias. Se suponía que tu padre debía ponerte a salvo, pero bueno, está feo culpar a los muertos. - dio un sorbo a su café mientras miraba con atención al chico - ¿Estás asustado? No deberías. Yo no voy a hacerte daño. No soy uno de ellos - hizo un gesto con la cabeza en dirección a la chofer ahora que no les prestaba atención, esperando que el chico entendiera - Me han enviado para advertirte. No subas al autobús. No sé a donde crees que vas pero ese autobús ha cambiado de destino durante la última parada. Antes de que tu chofer se dé cuenta, sal por la salida de emergencia sin que te vean y cruza la carretera. Estás a media hora de Tygart Lake. Allí te espera Herbert. Lo reconocerás por su gorra amarilla y sus patas peludas. Él te llevará a un sitio seguro.

Cuando le llamaron por su nombre se sorprendió, no se lo esperaba, lo más probable es que se tratara de un poli o un detective o... casi mejor que lo mejor sería hacer mutis por el foro o como se diga.

Creo que se confunde yo me llamo James y...

Mosntruos, el tema le hizo paralizarse, súbitamente interesado en lo que podía contarle. Lo primero es que ella no lo era y lo segundo que si ás gente los veía...

Por ahora no me ha ido mal, he sobrevivido, ¿no?. Mi padre murió hace bastante tiempo, pero jamás me dijo nada, aunque al final tampoco es que hablara mucho entre tajada y tajada. Prometeo se encogió de hombros Si fueras uno de ellos yo ya estaría cerca de Alaska, puedo garantizartelo. Sonaba interesante, pero también podía ser peligroso, auqnue si ya sabían su nombre, lo de su padre....le tenían fichado y localizado, además podía ser interesante. Está bien lo haré, ¿tego que decirle algo o el también me reconocerá?, por cierto será mejor que pagues esto, no me gustaría que ademá de todos empiece a perseguirme la camarera..
 

 

OMEGA

- Te pareces mucho a tu madre, James - sonrió la mujer siguiéndole el juego - Quédate tranquilo, ya pagué tu cena antes de sentarme a tu lado. Y en cuanto a Herbert, igual que tu chofer, también puede reconocer de quién se tiene que hacer cargo - rebuscó en su bolso y sacó unas monedas con una cara de perfil grabadas en ellas. Parecían revestidas en oro - Te recomiendo que si llevas un teléfono móvil encima, lo tires a la basura. Los monstruos pueden rastrearlo y seguirte. Y nunca, nunca, uses las cabinas a menos que sea estrictamente necesario. Si quieres comunicarte con nosotros, utiliza esto para los mensajes iris. - señaló las monedas que había dejado sobre la mesa y luego se puso en pie - Yo me tengo que ir, o tu chofer se va a oler algo si sigo aquí. No son muy espabilados pero tienen un olfato bastante fino. - se levantó y le tendió una mano - Cuídate, James. Seguramente nos volvamos a ver.

La mujer misteriosa se encaminó hacia la puerta y se perdió en la noche mientras la conductora de autobús miraba de reojo. Enseguida retornó su atención al periódico. Prometeo volvió a quedarse solo. ¿Tenía sentido la propuesta de aquella mujer? ¿Era una "amiga" o solo deseaba confundirle y meterle en la boca del lobo?

Entonces se dio cuenta que junto a las monedas había dejado una tarjeta de visita. Aglaya. 600 del Empire State. New York.

PROMETEO

Un momento. ¿conocía a su madre?, siempre le había dicho que era su vivo retrato, pero entonces... ¿la muy seguía viva?, tendría que averiguarlo.

LAs instrucciones eran claras, además poco le afectaban, los telefonos que solía utilizar era de tarjeta prepago, y cada vez que tenía que cambiar de sitio...bueno hay que cambiar de movil de vez en cuando y lo de las cabinas...a quién coño iba a llamar si estaba huyendo o escapando.

¿Qué es un mensaje Iris? ¿Algún nuevo programa opara el movil o una nueva red social?, además, ¿donde quería que metiese la monedita?.

Bueno la verdad es que esa mujer era rara, le había dado una tarjetita ocn una dirección, bueno siempre podría usarla, aunque tal vez podría ir por su cuenta a Nueva York, hacía ya demasiado tiempo que no la visitaba y el edificio era bonito, lástima que no se pudiera escupir a la calle.

Prometeó salió del local sigilosamente y cruzó la carretera, era un sitio tan bueno como cualquier otro, y puede que encontrara algún modo de desplazarse, aunque la última frase sore Herbert..tendría que tener cuidado también con él, si es que finalmente se decidía a buscarlo

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Prometeo echó a andar por el margen de la carretera. Mientras salía de la zona de servicio sintió un poco de pánico. ¿Cómo iba a encontrar nada en la oscuridad? Pero la luna y las estrellas alumbraban suficiente y, cuando acostumbró la vista, podía ver igual de bien que si llevara una linterna. Los sonidos de la noche no eran nuevos para el chico: el canto de los grillos, la brisa rozando la maleza y las rocas... La carretera se veía vacía aunque en cualquier momento la conductora podría aparecer buscándole con su autobús. No le sería difícil arrinconarle, de ser así. Tal vez sería más conveniente caminar al otro lado del guardarail.

Deseaba que la mujer no se hubiera equivocado con la situación y el tiempo que tardaría en llegar hasta el lago Tygart. También se preguntaba si habría algún desvío antes de llegar, si estaría el camino bien señalizado, si le buscarían otras personas y por qué no habría venido Herbert hasta allí a buscarle, en lugar de tener que ir él. ¿No le habría sido más fácil y más seguro? Cada vez tenía más sentido que aquella mujer fuera una mentirosa y le hubiera conducido hasta una trampa.

Llevaba un cuarto de hora caminando, siguiendo la carretera. Nada decía que estuviera más cerca de Tygart Lake que cuando comenzó a andar. De hecho, las señales no anunciaban ningún lago. ¿Y entonces? ¿Se habría equivocado de sentido? De pronto sintió un lejano retumbar. Miró al frente, escudriñando la oscuridad. Parecía que se acercaba algo. ¿Un coche? Daba esa impresión, aunque por el sonido que hacía al acercarse, no debía ser un turismo. ¿Tal vez un autobús? A lo mejor podía hacer autostop, olvidarse de Herbert y de la mujer, y seguir buscando un lugar seguro por su cuenta. Los focos del automóvil se acercaban más y más. Desde luego, era más grande que un coche normal. Pensó que tal vez se tratara de un autobús. Le quedaban pocos segundos hasta que llegara a su altura. Aun estaba a tiempo de hacerle parar.

PROMETEO


Prometeó se apartó de la carretera y vió como pasaba el vehículo.

Si realmente le estaban buscando sería peligroso seguir acercandose al tal Herbert, puede que lo estuveran vigilando o...aquello en parte olía mal, ¿podía confiar en la mujer?, sabía bastantes cosas sobre él y le habñia dejado amrchar, puede que lo mejor fuera evitar aquel lago e ir directamente a la civiización.

Si, esa era la mejor opción, haría autostop hasta Nueva York, o caminaría o a lo mejor hasta podría conseguir algún vehículo.

Nueva York, preparate, Prometeó Niké estará pronto allí

Una sonrisa de dientes perlados apareció en su rostro

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Prometeo dejó pasar aquel coche y siguió caminando. Para asegurarse de no dar con quien narices fuera Herbert, sabía que tenía que alejarse de la ruta de Tygart Lake, pero como tampoco estaba seguro de si estaba yendo hacia el lugar indicado, no le quedaba otra que caminar hasta encontrar un desvío y rezar porque ese no llevara al mismo sitio del que pensaba huir.

Después de una hora caminando en la noche, llegó a una bifurcación. Al fin. La carretera federal número 50 tenía un desvío a la 119 hacia Philippi. 12 millas, ponía la señal. Si seguía por la 50 le quedaban 20 millas hasta Bridgeport. ¿Cuál le vendría mejor para ir a donde quería ir? En ambos sitios tendrían alguna estación de transportes, seguramente.También podría seguir caminando y probar con el autostop cuando pasara algún vehículo. Tal vez alguno le pudiera dejar más cerca de su objetivo. Pero era un plan más arriesgado, sobretodo por la noche.

PROMETEO

Estaba cansado y ambos destinos estaban demasiado lejos para alcanzarlos antes de la mañana y no se fiaba demasiado de quién podía parar para llevarlo, aunque el primer caso paras sospechar sería que parara.

Lo mejor sería descansar un poco antes de proseguir. Se apartó unos metros del camino y buscó un claro, Se acomodó la mochila a modo de almohada y se acurrucó.

La mañana llegó con su claridad, consiguiendo despertarle. Se estiró un poco y volvió a la carretera. Se decidió a ir a Phillipi, era lo más cercano y Bridgeport sonaba a puerto y no le convenía montarse en un barco, la gente o llegaba o salía no estaba de paso, no le convenía, su destino sería Phillipi que además le rtaia recuerdos de su infancia.

De todas maneras por el camino intentaría coger un coche, puede que hubiera suerte, mucha gente va a la gran manzana, como él, a ver a su madre enferma.

OMEGA

Prometeo se levantó entumecido. Dormir a la intemperie, aunque fuera a mitad de Mayo, pasaba factura. Había caído una ligera helada y el suelo a su alrededor estaba mojado, igual que su pelo y su ropa. Menos mal que el Sol ya había comenzado a salir y pronto se calentaría. No sería justo escapar de tanto monstruo si luego iba a morir de una hipotermia.

También tendría que comer algo. El camino de por la noche y el que le quedaba, hasta que encontrara quien le llevara, le estaba dando hambre.
Con la mochila de nuevo al hombro, volvió a la carretera. Si los cálculos no le engañaban, serían unas cuatro horas y algo de caminata. Sobre las siete, le llegó a lo lejos el sonido del motor de un coche. Iba en la misma dirección que él. ¿A este debía dejarle pasar por si acaso o probaba suerte?

Cuando estaba ya cerca, se dio cuenta de que el coche empezó a aminorar la marcha. Sin que tuviera que hacer nada, el conductor bajó la ventanilla

- ¿Te llevo?

Debía dirigirse a él porque allí no había nadie más.
 

PROMETEO

Lo primero que hizo fue inclinarse por la ventanilla para ver al conductor, no quería sorpresas.

Muchas gracias, se lo agradecería

Prometeo se montó en el coche y le tendió la mano.

Me llamo John Smith. ¿hacía donde va?, yo voy a Nueva York, si le pilla cerca.....aunque puede que con acercarme un poco sea suficiente.

Prometeo se colocó el cinturón de seguridad, no quería que los polis la tomaran con el por eso.

desde luego que hace una buena mañana

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El conductor, un hombre de mediana edad que conducía un 4x4, quitó el seguro.

- ¡Anda! Como el colono británico. Yo voy a Weston. No estoy seguro de que pueda dejarte cerca pero de todas formas estás yendo en sentido equivocado. Para ir a New York, deberías buscar un camino que te lleve a las interestatales. No eres de aquí, ¿verdad? Bueno, si quieres, puedo dejarte en Weston. Estarás en un punto más cómodo para buscar transporte hasta New York. Si hubiera ido a Bridgeport lo tendrías mejor, porque allí tienen helipuerto. Aunque en Philippi también tienen. Tal vez prefieras bajarte ahí, tienes media hora para pensártelo, lo que tardemos en llegar.

Al ver que el chico se subía, el conductor soltó el freno de mano y volvió a arrancar el coche.

- Vámonos.

Recordó entonces que el chico se había presentado.

- Soy Ben. Como el viejo Benjamin Franklin. - y rió - ¿Te gusta la música country? A mí me encanta. Siempre que voy por aquí me pongo country. John Carson, Gene Autry... Unos clásicos. ¿Te importa si pongo la cassette? Ya verás, el country es lo mejor que han logrado los Estados Confederados en toda su puñetera historia. - encendió la radio. Antes de que pusiera la cassette estaban dando el último parte de noticias de la mañana. Ben puso atención mientras seguía mirando la carretera - ¡Ah, sí! Lo de los muchachos desaparecidos. Espero que lleves tu documentación encima, John, porque la poli está como loca pidiendo la identificación a todos los jóvenes que cruzan la frontera de cada Estado. Lo dijeron ayer en el programa de McKellen y cuando fui al bar. ¿Has oído hablar de los jóvenes desaparecidos? Está en todas las noticias. En menos de cinco días han desaparecido cinco, uno de cada estado. Y no se sabe si es obra de una organización de asesinos, la mafia o los comunistas, pero todo apunta a que hoy desaparece otro. Espero que no seas tú, chico.

El noticiario terminó y Ben accionó el radiocassete, un viejo trasto de los 80. Empezó a sonar un banjo y luego la voz de una mujer. Ben cantó a su vez, con voz rasgada pero curiosamente afinada. Iba moviendo la cabeza al compás de la música y sonreía. Parecía un hombre feliz.

Estaban ya muy cerca de Phillipi, decían los carteles con los que cruzaban. Ben se volvió a mirar al chico.

- ¿Qué me dices, John? ¿Te dejo en Phillipi o seguimos hasta Weston?

PROMETEO

Jajajaja, es la primera vez que me dicen eso, generalmente me comparan con la marca de deportes.

No le gustó aquella información, pero no iba a pedir que se parara y bajarse en ese punto, hubiera odido desperar sospechas, lo mejro sería que continuase hasta Phillipi, además el nombre tenía cierta resonancia, le recordaba a su niñez y las conversaciones con su padre.

Creo que me quedaré en Phillipi, si tengo que hacer el camino inverso cuanto más me aleje, peor

La verdad es que no tenía demasiada idea de música country, pero...

La verdad es que no he oido mucho, pero me gusta, alguna canción de las Dixie Chick

Realmente lo único que había visto eran algunos videos y más que nada porque estaban buenas.

Pues no he oido nada, la verdad es que tampoco veo mucho la tela, y la radio generalmente suelo escuchar música...LA verdad es que es una pena, espero que esten bien y por supuesto espero no ser el siguiente

Si estaban pidiendo documentación la cosa se podía complicar, tenía la suya, pero a su proio nombre y si se topaban con un guardia, la cosa podía complicarse, si lo mejor sería separarse lo antes posible y tal vez...

¿Ben es usted de aquí?, me han dicho que hay por aquí un lago, Tigull Lake, creo con buenas vistas, ¿sabe donde está?, si está cerca a lo mejor lo visito....

Puede que lo hiciera o puede que si alguien le preguntara a Ben se encontrara en una pista falsa
 

- ¿El lago Tygart? Hemos pasado el desvío hace veinte minutos - respondió Ben - Hay buses desde Phillipe. Es una zona muy turística. Si quieres verlo, te puedo dejar en la estación de autobuses para que compres el billete. Pero creí que te interesaba llegar a New York cuanto antes. Y, perdona si soy indiscreto pero, ¿eres de allí? No te noto acento neoyorkino. Los de la costa este tienen un acento muy reconocible.

Acababan de entrar en la ciudad. Parecían formar parte de algún evento porque tenían carteles colgados.

- El fin de semana se va a llenar esto, chico. Si no te gustan las aglomeraciones más te vale que no estés por entonces. En fin, John, ¿dónde prefieres que te deje? Yo tengo que seguir la 119 hasta I79.

PROMETEO


Dejeme en la estación, la verdad es que me gustaría conocerlo, y la verdad tampoco es que tenga demasiada prisa, Nueva York es el destino, pero a veces es más importante el camino, o al menos es lo que decían mis tios, me crié con ellos, iban en carvana recorriedo el país, y algo de eso me ha quedado.

Se bajó del coche en la estación de autobuses.

Muchas gracias por el paseo, Ben, ha sido muy agradable

Se diriguió a la estación, empezó a rebuscar en su bolsillo para encontrar un par de billetes pequeños y algunas monedas

Un billete para el lago Tygart, en el próximo autobús. ¿a que hora sale?

Se dispuso a esperar al autobus, con un poco de suerte su contacto aún seguiría por allí y si no, bueno tenía que tomar esa dirección para ir a la Gran Manzana y allí podría tomar otro autobús o acloparse a alguien.
 

OMEGA

Prometeo no tuvo ningún problema para hacerse con un billete al lago. Consiguió pasaje para un autobús que salía en media hora. Al subir, se dio cuenta de que no iba a ser un viaje muy concurrido. Solo eran cuatro personas en todo el pasaje, contando al anciano del libro, la pareja de novios que no paraban de besuquearse y él, claro.

El conductor no se parecía en nada a la chofer del autobús del día anterior. Sin embargo, Prometeo le miró de arriba a abajo varias veces para asegurarse de que no era peligroso. No tenía aspecto de monstruo pero algunos de ellos sabían camuflar bastante bien su auténtica naturaleza así que el chico no podía estar seguro de que estuviera fuera de todo peligro.
El autobús llegó al lago cercano al mediodía. Había ido más lento que el cuatro por cuatro de Ben y el motor parecía quejarse cuesta arriba, por lo que el conductor se vió obligado a disminuir la velocidad. A Prometeo le dio la impresión de que no llegaría nunca.

Cuando salió del vehículo, el Sol alumbraba con fuerza y el cielo se veía completamente despejado. Tal vez debiera de haber pedido crema protectora a la pareja de novios que ahora mismo utilizaban el uno sobre el otro, pero a lo mejor se molestaban si interrumpía su arrullo así que ni siquiera lo intentó. No pensó que el lago fuera a ser tan grande. Cuando posó la vista sobre la masa de agua tranquila daba la impresión de no tener fin. A derecha e izquierda solo se veía agua y lo mismo pasaba si intentaba encontrar el límite más allá del horizonte. Y entonces, si era tan grande y parecía que tardaría más de un día en rodearlo, ¿cómo narices iba a encontrarse con Herbert? Pero media hora después salió de dudas. Por la descripción que le había prestado la mujer la noche anterior, el tipo con la gorra amarilla a lo Bob Marley que pescaba con una caña de madera debía ser Herbert. O eso o era muy común encontrar en el lago Tygart a gente con gorra amarilla y piernas que ya no necesitaban una depilación sino un trasquilado. ¿Y que era eso? ¿Pezuñas de cabra?
El curioso hombrecillo había lanzado la caña por vigesimo quinta vez en lo que llevaba de mañana y refunfuñaba. Prometeo se acercó con cuidado. ¿Aun confiaba en que esa persona no fuera a hacerle daño? ¿Debía acercarse más? Aun parecía no haberle visto. Todavía podía marcharse de allí y volver por donde había venido.
 

PROMETEO

Prometeo pagó el billete y se sentó a esperar el rato que le quedaba para coger el bus. Había un periodico del día anterior y lo utilizó para enterarse de las noticias sobre las desapariciones.

Ojalá me hubiera traido el periodico, al menos tendría algo que hacer, el paisaje es bonito pero a esta velocidad hasta te cansas de eso

Hacía calor, el sol estaba en todo lo alto, lo mejor sería comenzar a buscar al Herbert ese. Puede que hubiea sido una buena idea un poco de crema protectora, el colorado pollo no le viene bien con su color de ojos, podría pedirle un poco de crema a los novios, pero a lo mejor acababa con un rojo sangre en la nariz.

Se quitó los zapatos y comenzó a andar por la orilla las olas acariciando sus pies, al igual que la arena. Desde luego que era un buen sitio.

No podía tratarse de otro, la descripción se ajustaba, pero era un poco extraño. Durante un rato lo estuvo observando, parecía que la pesca no se le daba bien. Tendría que decidirse pronto, o confiaba en la mujer que le había encontrado, sabía quién era, quién era su madre y que le había pasado a su padre o traar de encontrarla en Nueva York o seguir en la ruta, con los peligros que eso podía representar, los controles, los chicos desapariciendo....

Finalmente el poder conocer a su madre fue lo que le decidió, quería mirar a los ojos a esa mujer y pedirle explicaciones sobre por qué le había abandonado.

Parece que no pican, ¿no?. Tu debes de ser Herbert, ¿no?, siento el retraso, pero me confundí de camino y acabé dando un rodeo. ¿Donde vas a llevarme?

Compuso su mejor sonrisa mientrs se acercaba y le tendía la mano.
 

OMEGA

El periódico parecía de lo más sensacionalista. Tenía una imagen de los cinco chicos desaparecidos, excepto el último, y daba a entender que el motivo de las desapariciones era por causa de familias desestructuradas. Todos los chicos vivían con su padre o su madre y eran hijos únicos. En todos los casos, pasaban mucho tiempo a solas, les costaba relacionarse con su entorno y habían sufrido casos de abuso escolar. Curiosamente, todos ellos tuvieron que cambiarse de centro en más de una ocasión a lo largo del último año.

Nada más. Las investigaciones de la policía no se sabían. Solo se sospechaba que o bien se trataba de una red de tráfico de niños que hubiera contactado con estos a través de internet y les hubiera chantajeado, o bien habían huido por voluntad propia. Entre los desaparecidos se encontraba el hijo ilegítimo de un exsenador demócrata del estado de New Jersey, Alfred Jameson. Precisamente esa era la foto que faltaba y, por lo que se decía en la prensa, se le había visto tomando un autobús en la estación de Sicklerville.



Herbert se volvió a mirar hacia el que le llamaba. Al ver que era Prometeo, dio un brinco de alegría.

- Menos mal, chico. Pensé que iba a echar raíces aquí. Me dijeron que no fuera a buscarte directamente, que un contacto externo te encontraría y te diría mi posición. Y aquí andaba, buscando latas de los años cincuenta en el fondo del lago. ¡Viejas reliquias del demonio! Si no fuera porque odio bañarme, me hubiera zambullido a cogerlas con las manos. Este anzuelo imantado no funciona.

El sátiro aceptó la mano. Efectivamente se notaba por el olor que le daba miedo mojarse. Se hizo con los pantalones que había dejado a un lado y empezó a ponérselos.

- ¿Sabes conducir? He logrado hacerme con un coche para venir aquí. Lo puenteé pero creo que será mejor que conduzcas tú si sabes usarlo porque no quiero más accidentes. Si no, podemos hacer dedo hasta Bridgeport y luego allí coger un avión. Tengo dinero así que comprar el billete no será problema. Lo difícil será pasar los controles del aeropuerto. El FBI se está poniendo nervioso solo de pensar que pueda desaparecer un adolescente más. Si ellos supieran...

Cuando terminó de ponerse los pantalones, cogió un par de muletas que tenía debajo y empezó a caminar cojeando hacia el parking de la entrada. Estaban empezando a llegar autobuses con turistas de otros lugares de la zona y el lago se iba llenando de gente que posaba o hacía fotos a cualquier cosa.
 

prometeo

¿Latas?, ¿para que quieres latas?, Si las coleccionas las del fonde del lago no creo que estén en buen estado, deben de estar medio oxidadas. La verdad es que hace calor, tal vez si quieres podría darme un baño......

y puede que quedara agradecido y consiguiera él algún beneficio, nunca se sabía, más si tenía dinero.

Se conducir, aunque no lo he podido hacer demasiado. ¿accidente? ¿has tenido un accidente?. Bueno en ese caso será mejor que conduzca yo y vayamos donde decíass, creo que lo mejor es evitar los aeropuertos, no es que me desagrade volar, pero tampoco me gustan los polis que husmean demasiado. Lo malo será si nos para la policía con un coche "prestado", aunque si respetamos las normas no tienen por qué pararnos.

Se dirigió hacía el aparcamiento.

¿cuál es tu coche?

Una vez ya en la salida, Prometeo detuvo el coche

¿En que dirección? ¿está muy lejos?. Por cierto ¿sabes mi nombre?
 

OMEGA

- Yo como latas, amigo mío. Y las latas clásicas son una delicatessen. - y dicho esto se llevo a la boca una lata que había tirada en el cesped. Mordió a placer, haciendo un ruido notable al desintegrar la hojalata con los dientes, y llamando la atención de los turistas - No tenemos tiempo para baños. Ya vamos retrasados.

Ante la pregunta del accidente, Herbert se llevó la mano hacia la cintura, dónde se había lastimado al chocar.

- Nada, un pequeño accidente de nada, una abolladura en la chapa. Es que resulta difícil conducir si tienes patas de cabra, ¿sabes? - se justificó - Pero no quiero llamar la atención más de la cuenta.

Aunque iba a ser difícil no llamar la atención con ese morro abollado. Una suerte que el golpe no hubiera afectado al motor.
No mencionó nada sobre que se había dado a la fuga cuando el otro piloto con el que había chocado el coche salía del coche a increparle.

- ¡Ah! Eres uno de esos chicos que le dan miedo las alturas, ¿eh? A mí no me engañas. Bueno, si fueras hijo de Zeus sería un problema pero, como no lo eres, puedes sobrevivir con eso. Venga, vamos, tengo el coche aparcado ahí. Es el Subaru azul oscuro de la izquierda.

Abrió la portezuela del copiloto y se puso el cinturón. El coche estaba algo recalentado por el Sol y Herbert abrió la ventanilla para contrarrestar el calor.

- Prometeo Niké, ¿no? No creo que me esté equivocando de muchacho. Me dijeron, un rubiales bien parecido que no para de hacer preguntas. Vamos, chico, no tenemos todo el día, pisa ese acelerador. - buscó una revista que estaba tirada en el suelo y la usó a modo de abanico - Lástima que el coche tenga estropeado el aire acondicionado. Pues mira, si no quieres avión, podemos probar el tren. Yo no me atrevo a cambiar de estado con un coche robado, menos con la de controles que tendrán en las interestatales. Solo con ver a un chico rubio se pondrán rabiosos. Bueno, ¿a qué esperas? Vamos hacia Morgantown, a la estación de tren. Estará señalizado. Tu sigue ahora en dirección a Grafton. Sé que está por ahí - se llevó a la boca otra lata de su mochila, previamente vaciada en el césped - Bueno, ¿te importa si te pregunto con quién te encontraste? Es que tengo curiosidad... ¿Era una ninfa? ¿Un guardián? ¿Algún diosecillo?
 

PROMETEO

Bueno, la suerte estaba echada, conocía su nombre.

No, no le tengo miedo a las alturas, lo único que pasa es que...hace tiempo que escapé de mi último hogar de acogida, aunque si las cosas estan como están...lo mejor será ir lo más rápido posible, no creoq ue me busquen, así que lo mejor será tirar para el aeropuerto, a menos que seas tú el que tendría problemas para pasar, ¿o vas a ir tu de otro modo?

Bueno dentro de lo que había visto esta cosa no era la más rara y parecía amigable.

Ni idea, no parecía rara. ¿como se distinguen?
 

OMEGA

- Que yo sepa las patas de cabra no pitan en la puerta metálica, ¿no? En ese caso no habrá problemas. Yo tengo mis papeles en regla.

Indicó a Prometeo donde tenía que girar mientras seguía mascando latas.

- Pues no lo sé. Supongo que por el aura. Igual que tu dejas a las claras que eres un semidios, ellos huelen a lo que huelen. ¿No captas el olor? Es como un perfume, una seña de identidad. ¿Tampoco te dijo su nombre?

La última lata estaba un poco roñosa así que la tiró por la ventanilla, lo que le valió la crítica airada del conductor de atrás tras llevarse un buen susto.

- Entonces recuérdame a donde vamos que me mareo. ¿Al final coges el avión o qué?

PROMETEO

¿aura?, jamás he visto ninguna y sobre oler...bueno no tenía un olor especial

Prometeo pensó durante un momento...la tarjeta, si puede que ese fuera el nobre, además tenía curiosidad por conocer más datos

Agaliya, Agualiya Aglaia o algo similar, ¿puede ser?

Se acordaba perfectamente del nombre pero le estaba probando.

Prometeo aceleró el coche y dió un volantazo en sentido contrario al que había venido esta mañana en el autobus.

Vamos en avión, por supuesto. Si te descubren ¿qué haremos?
 

OMEGA

- Pues entonces vamos a Bridgeport y desde allí volando hacia Nueva York. Tiene que haber algún avión para esta tarde. - escuchó el nombre del contacto de Prometeo y silbó - ¿En serio? ¿Aglaya? ¡Wala! Eres un chico con suerte. Te ha ido a visitar una Gracia. Eso no pasa todos los días. Creo que le gustas mucho a alguien de arriba. No puede ser de otra forma.

Con el volantazo, el sátiro tuvo que agarrarse al mango de la puerta para evitar otro golpe. ¿Era buena idea dejar a un adolescente conducir? No, pero ¿contaba con mejores ideas?

- Si me descubren tendremos que ir por piernas. O puedo distraerles yo y tu escapar. Se me da bien, ya lo he hecho con otros campistas. Y en ese caso, otro te enseñaría el camino. No te preocupes, ya no hay nada que temer. Excepto que le caiga un rayo al avión en cuyo caso... - rió al pensarlo aun sabiendo que aquello distaba de tener gracia - ¡Bah! Después de todo, no podemos tener tan mala suerte.


Tras media hora de camino en la que Herbert se terminó todo su suministro de latas, llegaron al aeropuerto de Bridgeport. Estaba a las afueras de la ciudad y daba la impresión de ser de juguete. Aun así, Herbert encontró un vuelo para dentro de una hora en la que, por suerte, quedaban dos plazas libres. El aeropuerto no era grande, como ya se veía en la lejanía, y los pasajeros se veían hacinados en una sala de espera reducida. Además, había un equipo de limpieza trabajando en una fila de butacas por lo que muchos debían quedarse de pie mientras esperaban. Herbert se disculpó de Prometeo arguyendo que iba a comprar más latas en la máquina expendedora. Solo serían unos segundos, llegaría a tiempo para el embarque, prometió al chico.

Cinco minutos después, Prometeo terminó por darse cuenta de que una de las mujeres de la limpieza le miraba demasiado. Cuando pensaba en demasiado se refería a que no le quitaba la vista de encima.

PROMETEO

¿has dicho una Gracia o una García?, no parecía hispana, así que me imagino que sería la primero. ¿por qué dices eso de que le gusto a alguién de ahí arriba?

Prometeó vió a la mujer, no le quedaba ojo de encima, podría haber cien razones inocentes para eso, como que le gustara su aspecto, pero también

Herbert, esa mujer de la limpieza....no para de mirarme, puede que no sea nada pero... ¿alguna idea?, tal vez pueda ir a la policía y como deber patriotíco hablar de una conversación que he oido mientras estaba en el baño, que lo más probable es que no sea nada, pero que decían que iban a montar una que lo del Atta se iba a quedar en pañales...o tal vez pasar cerca de ella rozarme y empezar a montar un pollo acusandola de acoso sexual por cogerme el culo, con tanta atención nos tendría que deajr rtanquilos si fuera algo, aunque atraeríamos mucho la atención.... auqnue siempre podemos pnernos ya en la cola para embarcar y estar atentos....

Prometeo puso su cara de mayor inocencia

OMEGA

Herbert estaba abriendo una lata y comiéndose la hebilla de apertura cuando Prometeo acudió a buscarle y le contó sus preocupaciones.

- ¿Una mujer? ¿Que no para de mirarte? A lo mejor es que ha caído rendida a tus encantos.

Herbert echó un vistazo en la dirección que el chico le pedía. Parecía una mujer de unos cuarenta y pocos años, de pelo negro greñudo y rasgos hispanos. Efectivamente les miraba sin ningún disimulo y, lo que era aun más llamativo, ni siquiera había sacado la fregona del cubo. La tenía aparcada en un rincón sin hacerla caso. "No puede ser cierto. ¿Ya han llegado aquí?" pensó el sátiro tragando saliva. Empujó al chico hacia una habitación restringida que, por suerte, no tenía la puerta echada.

- Óyeme bien, Prometeo. No sé muy bien que es esa cosa, pero no es una limpiadora de aeropuertos. Te ha olido y posiblemente se esté relamiendo de solo pensar en hincarte el diente. No se te ocurra acercarte a ella, ¿de acuerdo? Tienes que poner la mayor tierra de por medio. Intentaré distraerla mientras tú subes a ese avión. Tendrás que utilizar todo tu potencial para poder subir antes de tiempo. No sé, prueba a seducir a una azafata o meterte en una maleta. Lo que sea, pero súbete a ese avión, ¡ya!