[A50] Camino a ninguna parte [S4 Prometeo]

PROMETEO

Prometeo asintió, se fiaba, opr ahora, de Herbert, aunque eso fuera una temeridad.

Está bien haré lo que dices, ten cuidado. Algo seguro que se me ocurrirá

Lo de la maleta estaba descartado, podía levantar sospechas y el no era precisamente una silfide, y lo de tratar de seducir, podía ser interesante pero...bueno puede que algo parecido no fuera una mala idea

Prometeo salió de la sala y empezó a buscar a alguna de las azafatas de la compañía en la que iban a volar. Despues de unos momentos por fin consiguio localizar a un pequeño grupo y a otra que estaba solitaria a unos metros, era bastante más joven que el resto. Decidió actuar sobre ella.

Disculpe señorita, yo....yo...yo, perdone pero me he perdido en sus ojos si me disculpa son los mas bonitos que he visto en mi vida, casi me olvido de lo que venía a decirle Prometeo trató de colocar una sonrisa entre culpable y abochornada en su rostro Se que los asientos no son numerados, pero volar no me sienta demasiado bien, la única posibilidad de no estar pidiendole todo el tiempo bolsas para el mareo es colocarme en la parte central del avión, en el pasillo. Si fuera en otra circunstancia no me importaría tener que ir vomitando todo el camino, pero al llegar tengo que ir a ver a mi abuela, no creen que pase de mañana y Su cara poco a poco se había ido entristeciendo, dió un sorbeton como si estuviera intentando contener las lágrimas me gustaría que me viese, tal vez por última vez, habiendo vomitado cincuenta veces por el acamino y aún verde. ¿podría ayudarme?, tal vez si pudiera subir y montarme....me da igual el sitio mientras esté en el ala y en el pasillo, si alguien protesta me moveré, se lo prometo, no la comprometeré, alguien con esos increibles ojos no me puede decir que no, ¿verdad?

Confiaba en que esto le ayudara, no se le había ocurrido otra manera, había dado lo mejor de sí para tratar de convencerla.

OMEGA

Herbert salió primero y comenzó a chillar y a dar saltos.

- ¡UNA RATA! ¡UNA RATA! ¡HAY UNA RATA EN EL PASILLO!

Sabía que tenía la mirada suspicaz de la limpiadora en el cogote pero eso no importaba. Necesitaba que la multitud comenzara a dispersarse para que Prometeo pudiera huir entre ellos. Y lo consiguió. Enseguida se formó una marabunta histérica que corría y se movía entre aspavientos, sin pararse a pensar si aquello no era más que un simulacro.

Prometeo se alejó de la sala de espera y entró en los pasillos de embarque. Bridgeport solo tenía cuatro salidas y solo un avión se había colocado en posición así que solo uno de los pasillos estaba abierto. Por él estaban accediendo el grupo de auxiliares de vuelo. Prometeo ni siquiera se preocupó de dar una explicación de por qué estaba allí antes de tiempo. Tampoco la azafata a la que abordó hizo preguntas al respecto. Se veía empática y comprensiva con la situación que el chico le exponía. Tanto que estuvo a punto de echarse a llorar.

- Tu abuela es muy afortunada de tener tan buen nieto - dijo la mujer enjugándose las lágrimas de los ojos - Creo que valdrá la pena correr el riesgo. Sígueme, te harás pasar por mi sobrino. ¿Cómo te llamas?

Le colocó una mano protectora por los hombros para que le siguiera. Una de sus compañeras miró a la pareja caminar y le extrañó el hecho pero no hizo ningún comentario en voz alta.

PROMETEO


Prometeo oyó el caos organizado por Herbert, desde luego, tenía que admitidlo, era bueno organiazndo distracciones.

Mis amigos me llaman Prom, tía, y no te preocupes estaré calladito todo el vuelo.

Por un momento se preguntó si Herbert podría embarcar, confiaa eb que si, si no tendría que arreglarselas en la Gran Manzana para llegar al Empire State, bueno al menos era un edifico alto y distingible.

OMEGA

La azafata habló con uno de los copilotos que, sin ocultar su mirada huraña hacia Prometeo, hizo jurar al chico que no daría problemas durante el vuelo.

- Esto es una empresa seria - dijo - Tu tía y el resto de trabajadores nos jugamos nuestro puesto. Haz el favor de estarte calladito y no molestar.

Eso hizo. Desde que montó hasta que el segundo al mando dio la instrucción de abrocharse los cinturones, Prometeo no se inmutó ni se movió de su asiento. Ya podía sentir el cosquilleo del comienzo de una nueva aventura. ¡Iba a ir a New York! ¿Tendrían en el Empire State una pista sobre el paradero de su madre? ¿Podría comprobar por sí mismo cuanto se parecían? Se acordó de Herbert. Al sátiro no se le veía en el avión. Ninguna pata peluda asomaba entre los pantalones de los pasajeros del pasillo. Ninguna gorra amarilla chillona. Posiblemente no hubiera tenido suerte pero esperaba que no se hubiera metido en problemas.

Llevaban veinte minutos de vuelo cuando una azafata se acercó a preguntarle si quería tomar algo. ¿Por qué no? ¿No debía comportarse de forma natural? Buscó a su "tía" con la mirada, que se veía atendiendo a otra pareja. El pasajero que tenía al lado, un viejo canoso que estaba leyendo el periódico, le miró extrañado cuando respondió a la mujer.

- ¿De dónde vienes? - preguntó sin ocultar su asombro.

Prometeo se fijó cómo la azafata corría a servirle. Aquel perfil le resultaba conocido pero ¿dónde lo había visto antes?

PROMETEO

Prometeo aisntió

Por supuesto señor, no daré problemas

Se sentó en el centro del avión, en el pasillo, se abrochó el cinturón y se dispuso a esperar. El vuelo estaba siendo placido, el despegue había sido suave y eso lo agradecían los pasajeros.

Me tomaré una cocacola zero, muchas gracías

Su compañero, el anciano se interesó subítamente por él.

Discullpe señor no le entiendo, voy a Nueva York, ¿y usted?

bueno conversar podía ser una buena manera de pasar el rato, aunque tendría que ser cuidadoso. sobretodo con la forma de tratarlo.

La verdad es que está siendo un buen vuelo. ¿cree que llegaremos pronto?

En ese momento llegó la azafata.

Muchas gracias

OMEGA

El hombre se estaba recuperando de la sorpresa al ver con la naturalidad con la que se desenvolvía el chico.

- Pero además de inglés sabes hablar otro idioma, ¿no? ¿Qué era? ¿Ruso? - insistió. Luego negó enseguida para sí - No, claro, no puede ser ruso. Eso no sonaba como en el cine. ¿Árabe?

Otra azafata le entregó la bebida que el hombre había pedido y éste bebió un sorbito antes de seguir respondiendo al joven.

- Hora y media, me dijeron cuando facturé. Pero puede que lleguemos antes. Otra cosa será lo que tardemos en desembarcar. Seguro que nos hacen esperar media hora en pista hasta que den paso al avión. Como cuando fui a Miami...

La azafata de Prometeo volvía a aparecer con la bebida de Prometeo en las manos. Venía removiéndola y sonriendo aunque en la sonrisa se traslucía algo más que puro protocolo. ¿De qué le sonaba aquella cara?

- ¡Ah! Milwaukee contrata a Jockins. - proseguía el anciano, mirando de nuevo el periódico - Ya era hora. A ver si ahora hacen algo más que perder partidos.

Fue antes de llevarse la bebida a la boca cuando Prometeo se dio cuenta. Aquellos ojos eran inconfundibles aunque con las cejas menos espesas y la nariz más perfilada le había costado encontrarle el parecido. ¡La azafata era la limpiadora de la sala de espera!

PROMETEO

No le convenía ser desagradable, eso podía llamar la atención, pero tampoco podía dar demasiados datos.

Hablo griego, desde luego que tiene muy buen oido

desde luego que tenía que tenerlo, era poco más que un niño cuando llegó a Estados Unidos, y ahora nadie notaba el acento, bueno, tal vez el de las ciudades por las que había pasado.

Bueno, ante eso poco podemos hacer, tendremso que esperar

Por fin le sonaba la cara de la azafata. Iba a tener problemas, y lo peor es que no podía liarla so pena de verse cuando bajara rodeado de polis. desde lo de las torres no se andan con chiquitas a la hora de pasajeros coñazo o peligrosos. Tenía pocas posibilidades a menos que...el refresco, si esa era la solución.

Prometeó se levantó y fue hacía su tía, cuando estaba a su altura bajó el tono de voz para que solo le oyera ella.

Perdona tía, has sido tan amable conmigo que quiero agradeceroslo. La azafata esa.. señalo a la azafata a la que le había servido Me ha dado el refresco ya abierto y agitandolo, se uqe me puedo ganar su cólera si sabe que os lo he dicho, pero os puede causar muchos problemas, si le pasa algo a lguien en l vuelo, más de uno sería capaz de contratar un abogado y demandaros por haberle intentado envenenar o algo así, ya que no le habeis dado la bebida cerrada. Se que me la puedo ganar con ella, y que a lo peor intenta vengarse de mí, pero os lo digo por vuesrto bien, os habeis portado todos tan bien conmigo que quería corresponderos y evitaros problemas

Puede que fuera una buena jugada, si le salía bien, la tripulación se encargaría de ponerlo a salvo.

Me voy a mi asiento, no te quiero mlestar más, muchas gracias, tía, eres la mejor

Puso su mejor sonrisa
 

OMEGA

- Pues no sabía que teníamos azafatas griegas. Se supone que es obligatorio que hablen en inglés - dijo el anciano. Parecía molesto por aquello pero la bronca no iba referida al joven.

La mujer se sintió confusa cuando Prometeo la abordó y tardó unos segundos en comprender de qué le estaba hablando.

- De acuerdo, joven, vuelvase a su asiento. Yo le traeré otro refresco.

Antes de eso se marchó a amonestar a su compañera. Prometeo podía verlas discutir desde su asiento. Algo no iba bien. No solo la otra no se tomaba a bien lo que le decía su compañera sino que le dio un cabezazo para demostrar sus intenciones.

- ¡Ya me he hartado de todo esto! - siseó con voz airada. Los pasajeros de su alrededor se veían sorprendidos y confundidos y les costaba reaccionar. Además, ninguno de los presentes entendía el griego antiguo así que no podían saber a qué se refería - ¡Se acabó el juego, mortal! ¡Acabaré contigo ahora!

Y dicho esto, tiró de la blusa y dejó al descubierto un torso lleno de escamas. Las medias de las piernas se rompieron sonoramente y los miembros inferiores se le juntaron en uno solo, formando un tronco robusto y flexible de reptil, como un cocodrilo. La falsa azafata se deshizo del resto de las ropas y serpenteó vertiginosamente en dirección al chico. De su cabello habían surgido multitud de serpientes que siseaban furiosas mirando a Prometeo. La pareja de guardias de seguridad, que se habían asomado a mirar a qué venía el estruendo, quedaron paralizados de horror. El anciano, el de al lado de Prometeo, también quedó petrificado nada más mirarla.
 

PROMETEO

Cuando terminó de hablar con su tía un pensamiento ¿griego?, que le se diera cuenta había hablado en inglés.

Ese pensamiento cruzó su mente hasta que vió el cabezazo que le daban a su tía

Pero que demonios esta pasando aquí, esto es...

LAs palabras que estaban en su boca murieron ante la parrafada de la mujer. Se dió cuenta que el resto de resto de pasajeron no reaccionaba, de que no entendían, y descubrió que la mujer hablaba en griego, pero no muchos griegos la hubieran entendido, era algo que no se había oido mucho en los últimos dos mil años.

Mierda

Fue lo único que se le ocurrió ante la fealdad que se tranformó la azafata. Por fin lo habían localizado, pero si esa mujer viperina pensaba que se iba a entregar facilmente es que no conocía la hijo de su padre, esa serpiente no sería rival. Su madre muerta no iba a ayudarle, tendría que ser lo aprendido estos años.

El cuchillo estaba descartado, en los aviones actuales el canto de los folios cortaban más que los cuchillos que daban las compañias aereas.

tal vez los vigilanes llevaran armas pro en estos momentos estaban paralizados

Los de seguridad, joder, actuar, a que estais esperando

Si no reaccionan tendría que tratar de conseguir un arma por el mismo, aunque mientras tanto iba a empezar a lanzar objetos a la cosa, con un poco de suerte alguno le daba en la cabeza y la dejaba sin sentido, o incapacitada.

Vamos, teneis que despertad y actuad, esta puta azafata me va a matar

Le lanzo lo primero que tengo un café hirviendo que espero que la frene, por si no es así le lanzo, sin apenas pausa una lata de refresco llena, sin abrir que tenía el pasajero de su derecha en la bandeja, mientras sigue retrocediendo.

Actuad, que alguien me ayude, por favor, me quiere matar, por favor un poco de ayuda, lo que sea, ayudadme. Los de seguridad, haced algo ya

Se dirigió hacía la cosa

Si piensas que me veas a coger, estás equivocada, además ¿qué coño eres?, ¿por qué me persigues? ¿qué te he hecho yo?, yo soy inocente

Puede que eso la distrajera el tiempo suficiente para que reaccionaran el resto y librarse, pero lo iba a pasar crudo

OMEGA

TIRADA: OCULTAR
Uso de Convencer+Engañar
Omega tiró un dado de 12 caras:



Éxito>8


POR SI NO SALE SALIÓ UN 4

OMEGA

La gorgona se abrió paso entre un grupo de butacas tras darles un violentísimo golpe con su cola. ¿Cómo era posible que pudiera moverse con semejante rapidez sin piernas?

- Eres un semidiós muy charlatán - le repuso tras sonreírle con malicia - Pero ahora la palabra no te salvará. Además, no me gusta jugar con la comida.

Le lanzó un zarpazo con sus uñas afiladas, fallando por poco y desgarrándole la camisa. ¡Menuda suerte! Pero el monstruo estaba muy furioso. No había espacio suficiente que pudiera poner entre ambos antes de que el avión aterrizara.
Mientras tanto, los guardias de seguridad empezaron a reaccionar, muy lentamente. Necesitaban asimilar todo lo que estaba pasando y no era fácil, porque además del guirigay que tenían montados Prometeo y la gorgona, había que sumarle la Niebla, que les engañaba sobre lo que veían. De tal forma que solo eran capaces de escuchar a dos personas hablándose en un idioma extraño y lanzándose cosas, así que adoptaron la lógica más probable.

- ¡Tenemos terroristas en el avión! - dijo un guardia por su walkie-talkie. Este no había llegado a mirar a la gorgona a los ojos y se había librado de la parálisis, no así los otros dos compañeros que tenía en frente. - Repito, terroristas en el avión. Código de emergencia 3. Intentaremos reducirlos.

Prometeo trastabillaba y saltaba por el pasillo, esquivando auxiliares de vuelo, pasajeros y guardias medio o completamente paralizados. Otro de los de seguridad salió del aseo y le apuntó con la pistola pero al mirar a la "mujer" el arma se le cayó al suelo y se convirtió en piedra de inmediato. El rubio era completamente consciente de que no debía mirar a la otra a los ojos si no quería que le pasara algo similar.

- ¡Alto! ¡Alto! - gritaban los guardias de atrás pero la falsa mujer no tenía intención de abandonar ahora a su presa y los hombres, viendo que las órdenes no surtían efecto, comenzaron a disparar. Las balas rebotaban contra la piel pétrea de la gorgona y chocaban contra las paredes o la funda de los asientos.

Los pasajeros que no habían sido petrificados (y ya quedaban pocos) no paraban de gritar fruto de la histeria. Muchos se refugiaban en sus asientos, haciéndose una bola y diciéndose sonoramente que todo iba a salir bien. Prometeo no tenía tiempo de consolarles aunque quisiera. Bastante tenía con lo que tenía.
Estaban a punto de llegar al final de la cámara de asientos. ¿Quién podría ayudarle ahora? Se oían golpes que rebotaban contra la pared del fondo, posiblemente asientos o pasaje de mano que caían por las embestidas del monstruo. Pero... si venían del fondo, ¿cómo podrían ser asientos? ¿Entonces, qué otra cosa podía ser?

PROMETEO

Esa tía es de Al-Qaeda, ESA TIA ES DE AL-QAEDA

Habló en un perfecto inglés, quería que todos se pusieran de su parte, mientras tanto seguía retrocediendo. Tenía que ponerse fuera del alcance de esas malditas zarpas. Siguió tirándole cosas puede que alguna, con mucha, mucha suerte, le hiciera daño, además si iba a morir sería peleando, no se iría al cielo tranquilamente....al cielo...al cielo...si eso era.

Si estaba cerca de una de las puertas de emergencia podría tratar de abrirla, se acordaba de la explicación de la azafata y tratar de salvarse.

En ese momento oyó los sonidos detrás y se permitió girarse un segundo, podría tratarse de un amigo o de un nuevo monstruo. Si se trataba de lo último estaba perdido, pero aún puede que se tratase de Herbert. Fuera lo que fuera no se iba a ir sin luchar, y si podía se llevaría al monstruo por delante.
 

OMEGA

Las palabras de Prometeo hicieron reaccionar un poco a los otros guardias que tenía detrás. Por lo menos daba la impresión de que toda su atención se centraba ahora en la falsa mujer y no en él. Ahora solo tenía que preocuparse de las balas cuando rebotaban en la piel de reptil de la otra, aunque su prioridad era precisamente escapar de sus garras y su mirada.

No tuvo ningún impedimento a la hora de forzar una de las salidas de emergencia, aunque la más cercana precisamente estaba atorada. Ni siquiera los inspectores de vuelo sabían hacer bien su trabajo. ¡Genial! Los golpes eran cada vez más fuertes y ahora venían acompañados de chillidos, pero no podía distinguir cuantas voces diferentes eran porque la pared del compartimento los ahogaba. Debía de ser habitáculo de los equipajes. Había una pequeña puerta de emergencia que comunicaba con esa parte. ¿Qué estaba al otro lado? ¿Más monstruos sedientos de sangre? Con una tenía suficiente.

Si las balas no hacían efecto en la gorgona, ¿qué otra arma podría usar contra ella? Carecía de experiencia en aquellos casos, lo suyo era huir. Una carrera contrarreloj por la supervivencia, sin metros de separación entre el monstruo y él...
La segunda puerta de emergencia cedió y el aire de fuera inundó la cabina de pasajeros. Enseguida saltaron las mascarillas y algunos viajeros, aun conscientes, tuvieron la suficiente cabeza fría como para ponérselas. La corriente de aire estaba desestabilizando el avión, ya de por sí tocado con el vaivén de aquel monstruo. Se oían los gritos airados desde los altavoces del comandante del avión: ¡CIERREN LAS COMPUERTAS! ¡MANTENGAN LA CALMA! Pero era inútil, porque la calma ya se había perdido hace mucho y las compuertas eran ahora la única salida de escape frente al monstruo.

Prometeo estaba preparado para el golpe de aire pero ya tenía los nudillos blancos de aferrarse a una manilla y no estaba seguro de cuanto podría aguantar antes de que la presión y la falta de oxígeno le derribaran. Una suerte que la gorgona tampoco estuviera acostumbrada a volar. El golpe de viento la echó hacia atrás y ya no se veía tan interesada en cazarle como en mantener su posición. Pero no le perdía de vista, rugiendo y maldiciéndole a él y a todos los dioses.

PROMETEO

Prometeo se dio cuenta que no había sido demasiada buena idea, pansaba que estarían a menos altura, pero con un poco de suerte aún podría salvarse.

Se sentó en el asiento que estaba junto a la puerta, que suele ser en el que se sientan las azafatas y trató de colocarse el cinturón. Con un poco de suerte podría sobrevivir, pero antes.

PUTA TERRORISTA NO HAREIS LO MISMO QUE EN EL WORLD TRADE CENTER si sobrevivían, esa tía se iba a llevar todas las papeleta para un viaje y estancia gratuitos en Guantanamo SOMOS AMERICANOS, RECORDAMOS A LOS HEROES DEL VUELO 93.

Prometeo se colocó la mascarilla, quería sobrevivir

OMEGA

La histeria inundaba la cabina de pasajeros y las palabras de Prometeo solo lograban que se produjera mayor caos y creciera el miedo. Los de seguridad debían haber perdido a su lider porque les costaba ahora tomar decisiones en grupo y cada uno actuaba como creía conveniente. La gorgona estaba ahora peleándose con dos de ellos que le apuntaban con la pistola a la cabeza. Sus serpientes le sacaron los ojos a uno y le mordieron la mano a otro, obligándole a tirar la pistola. Después, con las uñas de una sola mano, le rajó el cuello.
Cuando los guardas decidieron que aquella misión era inútil, la gorgona se volvió hacia el muchacho.

- ¡Puñetero crío! ¡Antes iba a matarte pero ahora...! ¡Ahora vas a morir lentamente entre espasmos y gritos! ¡Me encargaré personalmente de ello!

El viento le impedía avanzar tan rápido como quisiera pero no se veía afectada por la falta de oxígeno. Volvía a estar a pocos metros del semidios, que no lograba localizar los paracaídas.
Una de las balas había abierto un agujero con la zona de equipaje y a Prometeo le sorprendió escuchar más nítidamente los chillidos de Herbert al otro lado.

- ¡Niño idiota! ¡Ábreme, vamos! Deja los experimentos para luego. - dio un golpe más fuerte contra la puerta, por si no era evidente de que había más gente allí - Ábreme y reza. ¡Reza a los dioses! ¡Vamos!

PROMETEO

Prometeo se levantó y se dirigió hacía la puerta, tenía que ayudar a Herbert, al menos le debía eso por lo que le había ayudado. Además puede que en esa zona hubiera paracaídas.

Trató de abrir el compartimento de equipajes.

Herbert, espera voy a ayudarte, ¿hay paracaídas ahí? ¿Algún arma contra gorgonas?

al fin y al cabo había reconocido al mosntruo, gracias [i]ira de titanes[/color]

Continuó lanzando objetos al monstruo apuntando a la cabeza, esperando la ayuda de Herbert, la que pudiera prestarle.

U S A U S A TRIUNFAREMOS NO PODRAS CON LOS PASAJEROS DE ESTE AVIÓN SUCIA TERRORISTA

OMEGA

- ¿Te crees que soy McGyver? Bastante que he conseguido meterme en una maleta - protestó Herbert.

El sátiro dio un último empujón y, con la ayuda de Prometeo, lograron hacer ceder la puerta. Un montón de maletas salieron despedidas mientras el sátiro llegaba a la altura del semidiós, algunas saltando al vacío. Herbert había perdido su gorra amarilla chillona y mostraba un par de cuernos sobresaliendo por el cabello castaño.

- He dicho que reces, no que repitas consignas de patriota. ¿Por qué no me haces caso en lo que te digo? ¡Necesitamos ayuda de los dioses! Estamos a mil pies de altura. No vamos a salir con vida de aquí si no nos echan un cable. - se llevó una mascarilla a la nariz y sorbió - ¡Dioses! ¡Me van a estallar los tímpanos! Lo dicho, encárgate de rezar, yo me ocupo del monstruo.

Dicho y hecho, sin mirarle a los ojos, repitió lo que Prometeo había hecho con los accesorios del avión. La gorgona se puso aun más furiosa.

- ¡Tú también acabarás en mi vientre, cabra asquerosa! - espetó el monstruo preso de rabia.

- ¿Te has visto tú, belleza? - el sátiro, agarrado a una butaca y con la mascarilla aun puesta lanzó una patada hacia uno de los carritos de la azafata que salió despedido y derribó al monstruo - ¡Eres más fea que las parcas!

Y la gorgona entró en frenesí. Por lo visto el tema del atractivo era uno de sus puntos débiles. Herbert se había puesto con dificultad sobre el asiento y rebuscaba entre los compartimentos de arriba.

- Date prisa, Prometeo. Se me están acabando las ideas.

Los paracaídas no se veían por ningún lado. ¿Cómo podía ser? Las compañías de vuelo lo deberían tener accesibles para casos como aquel (tal vez no exactamente para vuelos tripulados por monstruos pero...). Prometeo vio, con el rabillo del ojo, moverse algo fuera del avión. Con la falta de oxígeno y la histeria, le costaba diferenciar si sabía lo que estaba viendo o no. Porque aunque aquello tuviera alas, no era un pájaro, pero tampoco podía ser Superman, ¿verdad? Porque Superman no tiene alas, sino una capa roja...

PROMETEO

Pensaba que lo de rezar no era literal, pero si es así.... desde luego que no iba a despreciar ninguna ayuda Dioses necesito vuestra ayuda a menos que la próxima vez que nos veamos sea en los Elíseos Bueno estaba esa parte y solo faltaba una más personal Mami, ya me abandonaste a mi suerte al poco de nacer. ¿Vas a volver a hacerlo ahora?

Puede que no fueran muy buenos rezos, pero es que tampoco estaba acostumbrado.

Esos gritos nos han ayudado hasta ahora, han hecho reaccionar a los guardias y al pasaje y han retrasado a esa cosa repugnante y horrible ¿no lo has pensado

Lo del carrito había sido una buena idea, pero les había quitado algunos de los proyectiles.

Herbert, mira eso de fuera. ¿Amigo o enemigo?

Si era lo primero aún podría salvarse, si era la último... bueno al menos morirían luchando y se daría un último gusto.

Eh, tu cosa, tu no eres capaz de ligar ni en una fiesta de ciegos presidarios ¿no?

Lanzó una última lata de refresco.

Por un momento sopesó la posibilidad de saltar, ya no estaban a demasiada altura y podría sobrevivir a la caída, si lo hacía en el agua, claro.
 

OMEGA

- No vamos a discutir ahora, chico.

Herbert se había vuelto mínimamente para mirarle y, en su descuido, el monstruo acortó la distancia y le arañó la cara. El sátiro intentó zafarse pero como no podía mirar quién le cogía, le resultaba difícil.

- ¡Salta, chico! ¡Esto va a estrellarse! ¡Sálvate tú!

Se oyó un golpe en la chapa. Provenía del ala pero cuando Prometeo miró por la ventanilla no vio nada. Mientras tanto, la gorgona parecía ahora llevar ventaja. Herbert se estaba poniendo azul mientras las manos verdosas del monstruo le oprimían el cuello.

- ¿No eres lo suficientemente valiente para mirarme a los ojos, eh? - se mofaba ella - ¿Ya no tienes nada que decirme?
 

PROMETEO

Debería quedarse y pelear contra la cosa, pero sabía que era inútil, si lo hacía lo único que conseguirían es que muriesen los dos.

Saltaría y con un poco de suerte podría sobrevivir al choque.

Muchas gracias Herbert, no te olvidaré ni lo que has hecho por mi, lo que siento es mueras ante una cosa que además de fea es tonta

Prometeo comenzó a tomar impulso para saltar por la puerta.

OMEGA

Herbert no pudo responder al mensaje de despedida de Prometeo porque se estaba asfixiando y bastante esfuerzo le costaba poder siquiera respirar. Pataleó con sus patas de cabra el tronco reptiliano de la gorgona y de su garganta salió un gañido débil. Ya está, esa sería su adiós. El monstruo tampoco quiso añadir nada más. Se había concentrado tanto en el sátiro que se olvidó del verdadero motivo por el que estaba allí. Demasiado tarde, cuando el chico saltó al vacío, fue cuando se dio cuenta de su error. Rugió, presa de furia, y tiró al sátiro a un lado, maldiciendo a los dioses y a sus vástagos.

Ya en el aire, Prometeo calculó que le quedaban unos segundos antes de estamparse contra el suelo. Tal vez aquella no había sido una buena idea, pero morir devorado por una mujer con cabellos de serpiente tampoco es que le tentara más. Así al menos podía fastidiarle un poco.

El aire se escapaba de sus pulmones sin que pudiera remediarlo. Sería el pánico de los últimos momentos de vida, o que a aquella altura el aire no era respirable; por más que abría la boca para coger oxígeno, notaba que se ahogaba más y más. Quizás era lo mejor, caer al suelo y morir inconsciente.
De nuevo sintió una sombra acercarse, esta vez por su izquierda. Venía acompañada de un aleteo. Prometeo no estaba seguro de querer girarse para ver la nueva amenaza. Sin embargo, no le quedó más remedio porque aquella sombra le dio la vuelta y le obligó a mirar.

No era ningún monstruo. En realidad, se veía bastante humano e, incluso, atractivo. La criatura le cogió de un brazo y le obligó a flotar. Dos alas blancas se extendían a su espalda, dos alas con las que podía volar. Eso era, pensó Prometeo, eso es lo que vi en el avión. Lo único que se le ocurría es que fuera un ángel. ¿Qué otra cosa si no?
El ángel le tenía retenido junto a él.

- Respira, Prometeo. - le dijo casi en un susurro - Tienes que respirar, aunque te cueste. Expande tus pulmones, sé que puedes.

¿Se estaba muriendo? ¿Era eso? ¿Por eso podía verle? No había ninguna luz allí. Seguía a la misma altura, un poco más bajo que el avión, que aun avanzaba a velocidad vertiginosa. Nada había cambiado. Entonces, ¿qué estaba pasando?
 

PROMETEO

El aire pronto le azotó la cara caía sin control hacía el distante suelo.

Le costaba respirar, le costaba hasta mirar, incluso estaba empezando a tener alucinaciones auditivas y visuales, le parecía escuchar un aleteo cercano y después vio una figura alada.

Aunque puede que no sea tan extraño, viajaba en compañía de un sátiro y se estaba enfrentando a una medusa...

Trató de volver a respirar, de meter otra vez aire en sus vacios pulmones.

Cuando por fin lo consiguío apenas un boqueo, gastó su primer aliento rápidamente

Gracias.....salvar Herbert...gorgona

Un pensamiento cruzó por su mente, no podía ser un ángel, no tenía la cara...ni el cuerpo de Adriana Lima, que sí que era una ángel...¿Sería que al final su madre había decidido que tenía un hijo y estaba ayudándolo?.

Bueno lo descubriría en breve.

¿Quién eres?

OMEGA

Poco después de que el chico boqueara para decir unas cuantas palabras sin aparente conexión, otro ser alado les pasó rozando para internarse en el avión.

- Tranquilo, es mejor que no hables. Dedica toda tu atención a respirar - contestó el "ángel", ignorando la pregunta del otro. - Vamos a terminar este viaje que empezaste.

Y tras decir esto, aleteó con fuerza mientras le mantenía agarrado por la cintura, avanzando unos cuantos metros. Prometeo tenía todo el cuerpo tenso, seguramente por el miedo y por la postura antinatural de viaje. El ángel le acercó un poco más contra su cuerpo. Tenía el torso de arriba desnudo y sin vello alguno, como si se tratara de un modelo de revista. Las alas blancas se veían majestuosas y de cintura para abajo llevaba una tela de lino que tapaba sus partes pudendas. ¡Toda una suerte!

- Tenemos que viajar más o menos a esta altura hasta que estemos cerca del Campamento. Espero que tus oídos no se resientan demasiado.

El viento frío pegaba con fuerza y hacía a Prometeo tiritar. Parecía mentira que un hombre semidesnudo pudiera volar con resolución en aquellas condiciones. Su gesto era serio pero tenía un ligero brillo emotivo en sus ojos castaños.

PROMETEO

Tuvo que callar, no podía hacer otra cosa que seguir el consejo de su salvador.

De acuerdo

Puede que le dolieran los oídos, pero desde luego era mucho mejor que estar muerto, y desde luego el frío era preferible a las garras de la gorgona.

Gracias por salvarme

Nunca se le había dado demasiado bien seguir las normas.

¿Campamento?
 

OMEGA

- El Campamento Mestizo, donde tu madre quiere alojarte. - respondió el ángel sin facilitar ninguna otra clase de información.

Comenzaron a descender al cabo de media hora. Para entonces, el cuerpo de Prometeo estaba completamente entumecido. El hombre alado mantenía extendidas sus alas, planeando y ayudándose con las corrientes de aire. Se acercaban hacia la costa, pues se veía un bancal de agua lamiendo la tierra a través de las olas.

- Espero que no te importe mojarte. Las náyades te llevarán hacia la orilla.

Dicho esto aflojó la presión que ejercía con su cuerpo, dándole a entender que la inmersión estaba cerca. Unos metros más abajo, el chico podía sentir la fuerza del viento sobre el agua formando nuevas olas.

- Buena suerte, Prometeo. ¡Qué los dioses te amparen y protejan!

Le obligó a soltarse y se mantuvo sobre su cabeza hasta que le vio surgir de nuevo en la superficie. Unos segundos después, ya no había ningún ser alado por encima de él. Prometeo sintió una ligera fuerza que le empujaba hacia la costa. Un murmullo de agua se instaló alrededor de su cuerpo y tiró de él. Al chico le dio la impresión de que aquellas corrientes, visionadas a través de las burbujas y el movimiento de la arena, tenían ojos. Pero estas, a diferencia de la gorgona, no tenían ninguna intención de hacerle daño.