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[Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
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Ethos :: :: Reino de Arnor
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[Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
La noche anterior había vuelto a llover y la senda embarrada empezaba a ponerse impracticable. Si no hubiera sido por la plaga, Gurtrun hubiera tomado el Camino verde, mucho más amplio y transitable. Pero eso hubiera supuesto pasar por las inmediaciones de Bree, algo que la anciana no estaba dispuesta a hacer. No había logrado pasar la sesentena para exponerse ahora sin motivo a que la muerte se la llevara. Por suerte, antes de la tormenta tuvo tiempo de poner algunas trampas y se hizo con un par de liebres gordas que le darían alimento varios días. Mientras se entretenía pensando en si las asaría con hierbas aromáticas o si sería mejor un guiso no se dio cuenta de que el barro se hacía más profundo, pues el camino bajaba hacia una hondonada. Antes de que pudiera lanzar siquiera una maldición, la carreta se detuvo de golpe. Afortunado dejó de estirar y se giró para mirar con expresión cansina a su dueña. Agitó una oreja como pidiendo ser desatado, pues poco había que se pudiera hacer.
- No me mires así, poney. - gruño la vieja. - ¡Malditas sean estas lluvias que nos calan los huesos y embarrancan nuestro carro!
Saltó alzándose las faldas hasta las rodillas huesudas, de manera que no se ensuciaran, y dejando ver unas recias botas de piel. De esa guisa dio una vuelta al carromato examinando la situación. Suspiró y escupió a un lado presa de la contrariedad. Sería un trabajo duro.
- Pero no vamos a quedarnos aquí hasta el fin de los dias, ¿verdad Afortunado? - concluyó la vieja.
- No me mires así, poney. - gruño la vieja. - ¡Malditas sean estas lluvias que nos calan los huesos y embarrancan nuestro carro!
Saltó alzándose las faldas hasta las rodillas huesudas, de manera que no se ensuciaran, y dejando ver unas recias botas de piel. De esa guisa dio una vuelta al carromato examinando la situación. Suspiró y escupió a un lado presa de la contrariedad. Sería un trabajo duro.
- Pero no vamos a quedarnos aquí hasta el fin de los dias, ¿verdad Afortunado? - concluyó la vieja.
Gurtrun- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : Itinerante
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Éothain permanecía sentado sobre la enorme piedra, con la capucha de la capa echada sobre la cabeza, contemplando el corcho que flotaba sobre la superficie del rio.
— Ni un solo pez — se lamentaba Gared — ¿Por qué no pica ni uno?
— Debe ser porque el agua baja muy revuelta por las lluvias — replicó Sam — Y parece que volverá a llover pronto — añadió alzando la cabeza para mirar el cielo encapotado por oscuras nubes.
Éothain no les prestó la más mínima atención como, aunque lo pareciese, no estaba prestándole atención al sedal. Sus pensamientos estaban ocupados en Nara. Hacía dos días que no sabía nada de ella y, aunque se negara a creerlo, aquello hacia que no fuese capaz de pensar en otra cosa.
Hassen bufó a su espalda, pero ante la poca atención recibida por parte de los tres jóvenes, volvió a su tarea de comerse la húmeda hierba que cubría la orilla del Gwathló. No se habían alejado demasiado de la ciudad, pero Éothain aprovechaba aquellas ocasiones para sacar a Hassen de las cuadras para que pudiera estirar las patas y tomar un poco de aire fresco.
Éothain se puso en pie y le dio la espalda al rio. Observó un momento a Hassen y después alzó la mirada hacia el cielo.
— Va a volver a llover — dijo casi para sí.
— Eso acabo de decir, si — replicó Sam con tono burlón — ¿Se puede saber qué te pasa, Éothain? No has dicho una palabra desde que salimos de la ciudad y tienes la misma cara que los peces que no está pescando Gared.
La única repuesta de Éothain fue una leve mirada a Samward y una lenta negación con la cabeza.
— Déjalo tranquilo, Sam — dijo Gared — Es por esa chica, Nara.
— ¿Por Nara? — preguntó Sam mirando a Gared — ¿La prima de Rossberd? — volvió a mirar a Éothain — Deja de preocuparte por ella, amigo. No vale la pena — dijo extendiendo los brazos y mostrándole una sonrisa — No vale la pena — repitió — No es más que una fulana que…
La sonrisa de Sam se heló en su rostro una decima de segundo antes de notar el puño de Éothain. La ira se había apoderado del joven cuando su amigo había llamado fulana a Nara, tanto que fue incapaz de darse cuenta de lo que había hecho hasta que vio a Sam tumbado de espaldas en el suelo sangrando por la nariz.
— ¿Te has vuelto loco? — exclamó Sam sin el menor indicio de querer ponerse en pie.
Éothain, todavía preso de la ira, lo miró desde arriba, deseando patearlo. Miró entonces a Gared, que le devolvió la mirada llena de sorpresa y preocupación. Sin decir una palabra se encaminó hasta donde estaba Hassen, que observaba la escena sin comprender. Montó sobre él y lo espoleó para alejarse de allí sin rumbo alguno.
El viento producido por la velocidad del caballo pronto echó la capucha hacia atrás, dejando a la vista el turbado rostro de Éothain. La rabia todavía inundaba su cuerpo, pero ya era consciente de lo que había hecho y, en lo más profundo, bajo muchas capas de ira, sentía arrepentimiento. Tal era la rabia que le consumía, que le había supuesto un autentico esfuerzo alejarse de Sam para evitar seguir propinándole golpes.
Y tal y como habían pronosticado, no tardó en ponerse a llover. Hassen seguía galopando. La ira de Éothain venia rauda, pero era lenta para marcharse y, al parecer, cabalgar sin rumbo y sin más compañía que la de Hassen, conseguía calmarlo finalmente.
Pasó casi una hora hasta que Éothain permitió que su caballo aminorase el ritmo. Ambos estaban empapados, aunque las ropas de Éothain habían sido protegidas ligeramente por la capa que ahora caía pesadamente sobre la grupa de Hassen. El joven estaba mucho más calmado, la ira había desaparecido y el arrepentimiento había salido por completo a la superficie. A pesar de todo, ahora veía que Sam lo había dicho para animarle.
Estaba a punto de dar la vuelta para volver a Tharbad cuando una extraña forma en el camino llamó su atención. De lejos le había parecido una caseta de algún campesino, pero conforme se acercaba, la forma del carromato se hacia mucho más evidente, asi como la de la pequeña bestia que tiraba de ella. Presa de la curiosidad, hizo que Hassen se acercara con paso lento. Estaba a menos de veinte metros cuando la menuda figura surgió del interior del carro maldiciendo.
— Estos no son caminos para un carro como el vuestro, anciana — dijo Éothain haciendo que el caballo avanzara — Ni siquiera si el clima fuese propicio — bajó la mirada a las ruedas, que se hundían más de un palmo en el húmedo fango — Mucho menos con una bestia de tiro tan desvalida como este desafortunado poney. ¿Estáis sola? — preguntó desmontando — Los caminos nos son seguros para viajar en… — cayó de pronto en lo irónico de sus palabras, pero continuó de todos modos — solitario. Os ayudaré a sacar el carro de ahí.
— Ni un solo pez — se lamentaba Gared — ¿Por qué no pica ni uno?
— Debe ser porque el agua baja muy revuelta por las lluvias — replicó Sam — Y parece que volverá a llover pronto — añadió alzando la cabeza para mirar el cielo encapotado por oscuras nubes.
Éothain no les prestó la más mínima atención como, aunque lo pareciese, no estaba prestándole atención al sedal. Sus pensamientos estaban ocupados en Nara. Hacía dos días que no sabía nada de ella y, aunque se negara a creerlo, aquello hacia que no fuese capaz de pensar en otra cosa.
Hassen bufó a su espalda, pero ante la poca atención recibida por parte de los tres jóvenes, volvió a su tarea de comerse la húmeda hierba que cubría la orilla del Gwathló. No se habían alejado demasiado de la ciudad, pero Éothain aprovechaba aquellas ocasiones para sacar a Hassen de las cuadras para que pudiera estirar las patas y tomar un poco de aire fresco.
Éothain se puso en pie y le dio la espalda al rio. Observó un momento a Hassen y después alzó la mirada hacia el cielo.
— Va a volver a llover — dijo casi para sí.
— Eso acabo de decir, si — replicó Sam con tono burlón — ¿Se puede saber qué te pasa, Éothain? No has dicho una palabra desde que salimos de la ciudad y tienes la misma cara que los peces que no está pescando Gared.
La única repuesta de Éothain fue una leve mirada a Samward y una lenta negación con la cabeza.
— Déjalo tranquilo, Sam — dijo Gared — Es por esa chica, Nara.
— ¿Por Nara? — preguntó Sam mirando a Gared — ¿La prima de Rossberd? — volvió a mirar a Éothain — Deja de preocuparte por ella, amigo. No vale la pena — dijo extendiendo los brazos y mostrándole una sonrisa — No vale la pena — repitió — No es más que una fulana que…
La sonrisa de Sam se heló en su rostro una decima de segundo antes de notar el puño de Éothain. La ira se había apoderado del joven cuando su amigo había llamado fulana a Nara, tanto que fue incapaz de darse cuenta de lo que había hecho hasta que vio a Sam tumbado de espaldas en el suelo sangrando por la nariz.
— ¿Te has vuelto loco? — exclamó Sam sin el menor indicio de querer ponerse en pie.
Éothain, todavía preso de la ira, lo miró desde arriba, deseando patearlo. Miró entonces a Gared, que le devolvió la mirada llena de sorpresa y preocupación. Sin decir una palabra se encaminó hasta donde estaba Hassen, que observaba la escena sin comprender. Montó sobre él y lo espoleó para alejarse de allí sin rumbo alguno.
El viento producido por la velocidad del caballo pronto echó la capucha hacia atrás, dejando a la vista el turbado rostro de Éothain. La rabia todavía inundaba su cuerpo, pero ya era consciente de lo que había hecho y, en lo más profundo, bajo muchas capas de ira, sentía arrepentimiento. Tal era la rabia que le consumía, que le había supuesto un autentico esfuerzo alejarse de Sam para evitar seguir propinándole golpes.
Y tal y como habían pronosticado, no tardó en ponerse a llover. Hassen seguía galopando. La ira de Éothain venia rauda, pero era lenta para marcharse y, al parecer, cabalgar sin rumbo y sin más compañía que la de Hassen, conseguía calmarlo finalmente.
Pasó casi una hora hasta que Éothain permitió que su caballo aminorase el ritmo. Ambos estaban empapados, aunque las ropas de Éothain habían sido protegidas ligeramente por la capa que ahora caía pesadamente sobre la grupa de Hassen. El joven estaba mucho más calmado, la ira había desaparecido y el arrepentimiento había salido por completo a la superficie. A pesar de todo, ahora veía que Sam lo había dicho para animarle.
Estaba a punto de dar la vuelta para volver a Tharbad cuando una extraña forma en el camino llamó su atención. De lejos le había parecido una caseta de algún campesino, pero conforme se acercaba, la forma del carromato se hacia mucho más evidente, asi como la de la pequeña bestia que tiraba de ella. Presa de la curiosidad, hizo que Hassen se acercara con paso lento. Estaba a menos de veinte metros cuando la menuda figura surgió del interior del carro maldiciendo.
— Estos no son caminos para un carro como el vuestro, anciana — dijo Éothain haciendo que el caballo avanzara — Ni siquiera si el clima fuese propicio — bajó la mirada a las ruedas, que se hundían más de un palmo en el húmedo fango — Mucho menos con una bestia de tiro tan desvalida como este desafortunado poney. ¿Estáis sola? — preguntó desmontando — Los caminos nos son seguros para viajar en… — cayó de pronto en lo irónico de sus palabras, pero continuó de todos modos — solitario. Os ayudaré a sacar el carro de ahí.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Resopló irritada. Ultimamente todo aquel que se encontraba le decía lo que no debía hacer. ¿No se daban cuenta de que era más vieja que ellos? Los jóvenes siempre regalan sus consejos, los viejos nos los guardamos para nosotros. pensó.
- Bienhallado seas, mozalbete. - dijo con una sonrisa torcida y medio desdentada. - Sabias son tus palabras, pero esta vieja no puede comprar un carro mejor, ni una bestia de tiro mejor y mucho menos pavimentar los caminos o cambiar el tiempo. ¡Es una desgracia! Pero veo que tu llegada es en cambio una bendición de los dioses.
Se acercó a la parte trasera de la caravana y volvió al poco con cuatro tablas de madera.
- Me llamo Gurtrun. ¿Has sacado del lodo un carro alguna vez? Tienes que poner una de éstas delante de cada rueda. Pones tu caballo junto a mi poney y tu empujarás desde atrás mientras yo animo al rocín. ¿Lo tienes claro? Pues vamos.
Se arremangó y fue colocando las tablas de una en una delante de las ruedas mientras el chico añadía su montura al frente de carro. Tomo la vieja entonces a ambos animales de las riendas.
- ¡A la de tres, muchachos! -gritó.- ¡Una, dos y tres! Empuja con todas tus ganas, como cuando estás dentro de alguna moza. - animó Gurtrun, entre carcajadas.
Poco a poco el carro comenzó a moverse y consiguieron hacerlo avanzar hasta la parte más alta del camino, que estaba más seca.
- ¡Ahí lo tenemos! ¡Bien hecho muchachos! - exclamó felicitando a chico y bestias por igual. - Chico, esta anciana te da su agradecimiento y ha de pedirte un último favor. ¡Pero no temas! Habrá recompensa.
Miró entonces con detenimiento al joven. Era bien plantado, muy joven y con aspecto de estar enamorado de sí mismo.
- Bienhallado seas, mozalbete. - dijo con una sonrisa torcida y medio desdentada. - Sabias son tus palabras, pero esta vieja no puede comprar un carro mejor, ni una bestia de tiro mejor y mucho menos pavimentar los caminos o cambiar el tiempo. ¡Es una desgracia! Pero veo que tu llegada es en cambio una bendición de los dioses.
Se acercó a la parte trasera de la caravana y volvió al poco con cuatro tablas de madera.
- Me llamo Gurtrun. ¿Has sacado del lodo un carro alguna vez? Tienes que poner una de éstas delante de cada rueda. Pones tu caballo junto a mi poney y tu empujarás desde atrás mientras yo animo al rocín. ¿Lo tienes claro? Pues vamos.
Se arremangó y fue colocando las tablas de una en una delante de las ruedas mientras el chico añadía su montura al frente de carro. Tomo la vieja entonces a ambos animales de las riendas.
- ¡A la de tres, muchachos! -gritó.- ¡Una, dos y tres! Empuja con todas tus ganas, como cuando estás dentro de alguna moza. - animó Gurtrun, entre carcajadas.
Poco a poco el carro comenzó a moverse y consiguieron hacerlo avanzar hasta la parte más alta del camino, que estaba más seca.
- ¡Ahí lo tenemos! ¡Bien hecho muchachos! - exclamó felicitando a chico y bestias por igual. - Chico, esta anciana te da su agradecimiento y ha de pedirte un último favor. ¡Pero no temas! Habrá recompensa.
Miró entonces con detenimiento al joven. Era bien plantado, muy joven y con aspecto de estar enamorado de sí mismo.
Gurtrun- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : Itinerante
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
“Pero podéis elegir mejores caminos” pensó. No dijo nada, pues no pretendía irritarla todavía más y había aprendido con su abuela, que a los ancianos no les gusta que le quiten la razón, aunque no la tengan.
— Ningún dios me ha traído aquí, anciana — replicó Éothain — Solo mi estupidez y mi juventud — añadió en un tono mucho más bajo, sin saber si Gurtrun había podido escucharlo — Yo soy Éothain, hijo de Phioden, y si, lamentablemente he tenido que sacar algún carro del fango — replicó tomando las correas que la anciana le tendía.
Se dirigió entonces hacia la parte delantera con las viejas correas que tenia la anciana y colocó a Hassen frente al poney, colocando las correas de modo que toda la presión se repartiera contra el pecho del animal y su cuello no sufriera con el peso del carro.
— Tened cuidado con él, un suelen gustarle los des… — las palabras de Éothain se silenciaron y sus cejas se arquearon de pura sorpresa cuando Hassen bajó la cabeza ante la anciana — … conocidos.
Se colocó entonces detrás del carro, hundiendo los pies en el fango mientras miraba sus botas con gesto de fastidio. Al menos llevaba unas botas de media caña, de otro modo se había manchado hasta los pantalones. Apoyó ambas manos contra los maderos de la parte trasera del carro y esperó las instrucciones de Gurtrun. Escuchó la cuenta atrás y se dispuso a empujar… pero las palabras de la vieja hicieron que asomase la cabeza por el lado del carro y la contemplase completamente perplejo. Aquella anciana no se parecía absolutamente en nada a su abuela.
En cuanto pasó la sorpresa comenzó a empujar. Al principio notó como los pies se le hundían todavía más en el barro y se deslizaba ligeramente hacia atrás, pero de pronto, el carro comenzó a ceder y las ruedas comenzaron a girar muy lentamente con un húmedo y desagradable sonido.
Pasada la resistencia inicial, el carro avanzó recuperando poco a poco la normalidad hasta que lo detuvieron en una zona menos embarrada. Éothain se acercó a una enorme roca que había a un lado del camino y comenzó a darle patadas para que el barro de sus botas comenzara a desprenderse. Asintió ante los animos de la vieja, aunque sus animos estaban igual de machados que sus botas. Cuando la anciana nombro el “último favor”, Éothain la miró con curiosidad, cuando habló de la recompensa, arqueó una ceja algo confuso.
— ¿De qué se trata, Gurtrun? — preguntó acercándose a Hassen para retirarle las correas.
Su mirada se centró entonces en la lona, observando un detalle que habia pasado inadvertido debido a la humedad de la tela. Observó un momento la desgastada mano que decoraba el lateral del carro y su mirada se clavó de nuevo en la vieja, llena de desconfianza.
— Ningún dios me ha traído aquí, anciana — replicó Éothain — Solo mi estupidez y mi juventud — añadió en un tono mucho más bajo, sin saber si Gurtrun había podido escucharlo — Yo soy Éothain, hijo de Phioden, y si, lamentablemente he tenido que sacar algún carro del fango — replicó tomando las correas que la anciana le tendía.
Se dirigió entonces hacia la parte delantera con las viejas correas que tenia la anciana y colocó a Hassen frente al poney, colocando las correas de modo que toda la presión se repartiera contra el pecho del animal y su cuello no sufriera con el peso del carro.
— Tened cuidado con él, un suelen gustarle los des… — las palabras de Éothain se silenciaron y sus cejas se arquearon de pura sorpresa cuando Hassen bajó la cabeza ante la anciana — … conocidos.
Se colocó entonces detrás del carro, hundiendo los pies en el fango mientras miraba sus botas con gesto de fastidio. Al menos llevaba unas botas de media caña, de otro modo se había manchado hasta los pantalones. Apoyó ambas manos contra los maderos de la parte trasera del carro y esperó las instrucciones de Gurtrun. Escuchó la cuenta atrás y se dispuso a empujar… pero las palabras de la vieja hicieron que asomase la cabeza por el lado del carro y la contemplase completamente perplejo. Aquella anciana no se parecía absolutamente en nada a su abuela.
En cuanto pasó la sorpresa comenzó a empujar. Al principio notó como los pies se le hundían todavía más en el barro y se deslizaba ligeramente hacia atrás, pero de pronto, el carro comenzó a ceder y las ruedas comenzaron a girar muy lentamente con un húmedo y desagradable sonido.
Pasada la resistencia inicial, el carro avanzó recuperando poco a poco la normalidad hasta que lo detuvieron en una zona menos embarrada. Éothain se acercó a una enorme roca que había a un lado del camino y comenzó a darle patadas para que el barro de sus botas comenzara a desprenderse. Asintió ante los animos de la vieja, aunque sus animos estaban igual de machados que sus botas. Cuando la anciana nombro el “último favor”, Éothain la miró con curiosidad, cuando habló de la recompensa, arqueó una ceja algo confuso.
— ¿De qué se trata, Gurtrun? — preguntó acercándose a Hassen para retirarle las correas.
Su mirada se centró entonces en la lona, observando un detalle que habia pasado inadvertido debido a la humedad de la tela. Observó un momento la desgastada mano que decoraba el lateral del carro y su mirada se clavó de nuevo en la vieja, llena de desconfianza.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
- Veo que te has fijado, Éothain. - dijo tranquilamente la anciana. - Quiero que me ayudes a cambiarla. En el carro tengo otra que prefiero usar para Tharbad.
Se sentó entonces en la parte trasera de la carreta para cambiarse las botas por otras aún más viejas pero no enlodadas. Dejando las otras cuidadosamente aparte para que no ensuciaran nada, entró bajo la lona. Era una mujer pequeña y enjuta, por lo que cabía sin agacharse en el centro que era la parte más alta. Empezó a tirar entonces de un rollo de lona. La vieja se sentía de buen humor, el chico parecía dispuesto a echar una mano y era demasiado práctica para decir que no debido a un falso sentimiento de culpa. No la sentía en absoluto. Era vieja y se merecía sacar provecho de aquellos que la vida le pusiera en bandeja. Chicos voluntariosos incluidos.
- Éothain, estira de aquí. - dijo señalando el extremo del rollo de lona. Era de color púrpura intenso. - Es una suerte tener un mozo como tu ayudándome, mis pobres huesos se hubieran resentido durante días de tener que hacerlo sola. Saca el rollo y déjalo a un lado mientras yo desato esta. Mejor no subas, me desordenarías algo. - añadió secamente con su voz cascada mientras con los brazos hacía un gesto abarcando el caos del interior de la carreta.
Trabajó entonces con dedos diestros desatando los nudos hechos en la cuerda que unía la lona al carro.
- Entonces has llegado a encontrarte conmigo por joven y estúpido, ¿no? - preguntó jocosamente Gurtrun, su voz amortiguada por encontrarse dentro del carro. - Por desgracia una cosa lleva a la otra, pero es un mal que el tiempo cura. Normalmente. Aún así no temas, joven amigo, no voy a robarte ¡y mucho menos a forzarte! - añadió entre escandalosas carcajadas.
Cayó entonces la lona con la mano blanca a un lado de la carreta.
- Muy bien, ahora enrollamos una, colgamos la otra y tendrás tu recompensa. Un almuerzo y tu buenaventura. - dio una palmada jovial, satisfecha por su generosa oferta. - ¿Qué te parece? Normalmente cobro una moneda por leer el futuro pero te has ganado mi agradecimiento con tu duro trabajo.
Se sentó entonces en la parte trasera de la carreta para cambiarse las botas por otras aún más viejas pero no enlodadas. Dejando las otras cuidadosamente aparte para que no ensuciaran nada, entró bajo la lona. Era una mujer pequeña y enjuta, por lo que cabía sin agacharse en el centro que era la parte más alta. Empezó a tirar entonces de un rollo de lona. La vieja se sentía de buen humor, el chico parecía dispuesto a echar una mano y era demasiado práctica para decir que no debido a un falso sentimiento de culpa. No la sentía en absoluto. Era vieja y se merecía sacar provecho de aquellos que la vida le pusiera en bandeja. Chicos voluntariosos incluidos.
- Éothain, estira de aquí. - dijo señalando el extremo del rollo de lona. Era de color púrpura intenso. - Es una suerte tener un mozo como tu ayudándome, mis pobres huesos se hubieran resentido durante días de tener que hacerlo sola. Saca el rollo y déjalo a un lado mientras yo desato esta. Mejor no subas, me desordenarías algo. - añadió secamente con su voz cascada mientras con los brazos hacía un gesto abarcando el caos del interior de la carreta.
Trabajó entonces con dedos diestros desatando los nudos hechos en la cuerda que unía la lona al carro.
- Entonces has llegado a encontrarte conmigo por joven y estúpido, ¿no? - preguntó jocosamente Gurtrun, su voz amortiguada por encontrarse dentro del carro. - Por desgracia una cosa lleva a la otra, pero es un mal que el tiempo cura. Normalmente. Aún así no temas, joven amigo, no voy a robarte ¡y mucho menos a forzarte! - añadió entre escandalosas carcajadas.
Cayó entonces la lona con la mano blanca a un lado de la carreta.
- Muy bien, ahora enrollamos una, colgamos la otra y tendrás tu recompensa. Un almuerzo y tu buenaventura. - dio una palmada jovial, satisfecha por su generosa oferta. - ¿Qué te parece? Normalmente cobro una moneda por leer el futuro pero te has ganado mi agradecimiento con tu duro trabajo.
Gurtrun- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : Itinerante
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Éothain entrecerró los ojos, desconfiado, sin apartar la mirada del rostro de la anciana.
— ¿Sois...? — su pie izquierdo retrocedió ligeramente, casi inconscientemente — ¿Trabajáis para el mago de Isengard?
La anciana siguió danzareando de un lado a otro y habló despreocupadamente, como si acabara de preguntarle por lo que comía su poney. A decir verdad, no le parecía en absoluto amenazadora, aunque, según decían, tampoco lo parecía el mago. “Solo es un anciano con un ejercito de orcos” se dijo Éothain “Cualquiera con tal ejercito también podría hacer correr el rumor de que es un hechicero y hacer que le temieran”. Sin saber bien por qué, obedeció las palabras de Gurtrun y cargó el rollo de lona sobre su hombro.
Escuchó a la vieja, sin entender del todo sus palabras, menos aún sus intenciones. Dejó la lona enrollada sobre el pescante y se agachó a recoger la de la mano blanca.
— ¿Mi futuro? — preguntó el joven volviendo a mirarla con los ojos entrecerrado — ¿Es que acaso sois algún tipo de bruja?
Sus pensamientos habían vuelto a ser ocupados por la desconfianza, pero de pronto notó un destello en su interior, un destello de simple e inamovible curiosidad.
— ¿Sois...? — su pie izquierdo retrocedió ligeramente, casi inconscientemente — ¿Trabajáis para el mago de Isengard?
La anciana siguió danzareando de un lado a otro y habló despreocupadamente, como si acabara de preguntarle por lo que comía su poney. A decir verdad, no le parecía en absoluto amenazadora, aunque, según decían, tampoco lo parecía el mago. “Solo es un anciano con un ejercito de orcos” se dijo Éothain “Cualquiera con tal ejercito también podría hacer correr el rumor de que es un hechicero y hacer que le temieran”. Sin saber bien por qué, obedeció las palabras de Gurtrun y cargó el rollo de lona sobre su hombro.
Escuchó a la vieja, sin entender del todo sus palabras, menos aún sus intenciones. Dejó la lona enrollada sobre el pescante y se agachó a recoger la de la mano blanca.
— ¿Mi futuro? — preguntó el joven volviendo a mirarla con los ojos entrecerrado — ¿Es que acaso sois algún tipo de bruja?
Sus pensamientos habían vuelto a ser ocupados por la desconfianza, pero de pronto notó un destello en su interior, un destello de simple e inamovible curiosidad.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Una vez retirada la lona, Gurtrun apareció bajo el armazón de madera que daba forma al techo redondeado de la carreta. Allí quedaron expuestos su trastos, tesoros para ella. No respondió a la primera pregunta del muchacho, pero la segunda la hizo reír quedamente.
En un esfuerzo conjunto, echaron la nueva lona por encima y la vieja terminó de asegurarla con movimientos diestros. Después salió por delante y se sentó en el pescante de la carreta, dejando una cesta a su lado.
La anciana ahora llevaba una túnica púrpura con lunas y estrellas plateadas estampadas en la tela. Un pañuelo verde ceñía su cintura mientras otro del mismo color recogía sus cabellos blancos y grises. Terminó de añadir un par de zarcillos vistosos a sus orejas mientras varias pulseras de latón tintineaban alegres en cada una de sus muñecas.
- ¿Una bruja? - preguntó suavemente con risa en sus ojos. - Eso dicen muchos, pero yo me considero a mi misma una artista, una privilegiada que puede ver más allá que el resto de los mortales. Queda bajo tu criterio decidir qué soy o qué no soy. Comamos ahora, muchacho.
Palmeó el hueco a su lado sobre el pescante, invitando a Éothain a sentarse. Colocó la cesta en su regazo y de ella extrajo una manzana roja y tersa, que ofreció con gesto reverente al chico.
- ¿Te gustan las manzanas? - preguntó sonriente.
En un esfuerzo conjunto, echaron la nueva lona por encima y la vieja terminó de asegurarla con movimientos diestros. Después salió por delante y se sentó en el pescante de la carreta, dejando una cesta a su lado.
La anciana ahora llevaba una túnica púrpura con lunas y estrellas plateadas estampadas en la tela. Un pañuelo verde ceñía su cintura mientras otro del mismo color recogía sus cabellos blancos y grises. Terminó de añadir un par de zarcillos vistosos a sus orejas mientras varias pulseras de latón tintineaban alegres en cada una de sus muñecas.
- ¿Una bruja? - preguntó suavemente con risa en sus ojos. - Eso dicen muchos, pero yo me considero a mi misma una artista, una privilegiada que puede ver más allá que el resto de los mortales. Queda bajo tu criterio decidir qué soy o qué no soy. Comamos ahora, muchacho.
Palmeó el hueco a su lado sobre el pescante, invitando a Éothain a sentarse. Colocó la cesta en su regazo y de ella extrajo una manzana roja y tersa, que ofreció con gesto reverente al chico.
- ¿Te gustan las manzanas? - preguntó sonriente.
Gurtrun- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : Itinerante
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Arqueó una ceja y la miró fijamente con la boca entreabierta. Realmente no entendía lo más mínimo a aquella extraña vieja. Se preguntó si realmente aquella vieja tendría algún tipo de poder. De pronto abrió un poco más los ojos y alzó ligeramente la cabeza, sin dejar de mirarla, preguntándose si estaría leyendo cada uno de sus pensamientos.
— Prefiero… — señaló a Hassen — ir en mi caballo — alargó la mano entonces y tomó la manzana que le ofrecía.
Dudó un momento, pero por fin le dio un bocado. Antes de que sus oídos se inundaran con el crujido de la fruta, su boca lo hizo con el jugo dulce y un poco acido de la manzana.
— Habéis dicho que sois capaz de ver mi buenav… — dudó un momento — mi futuro — dijo en su lugar — ¿Cómo podéis hacer eso?
— Prefiero… — señaló a Hassen — ir en mi caballo — alargó la mano entonces y tomó la manzana que le ofrecía.
Dudó un momento, pero por fin le dio un bocado. Antes de que sus oídos se inundaran con el crujido de la fruta, su boca lo hizo con el jugo dulce y un poco acido de la manzana.
— Habéis dicho que sois capaz de ver mi buenav… — dudó un momento — mi futuro — dijo en su lugar — ¿Cómo podéis hacer eso?
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
- Como prefieras muchacho. ¡Atento, Afortunado!- dijo Gurtrun, lanzándole otra manzana a su poney, que la cogió al vuelo. - ¡Ja! ¿Has visto qué truco? Toma, dale una a tu caballo, se ha portado bien.
No era muy partidaria de confraternizar con el género humano, pues opinaba que los animales eran bastante menos estúpidos, sabían mantener la boca cerrada y agradecían lo que se hacía por ellos. Debido a ello siempre había sentido más lealtad hacia los segundos que hacia los primeros, y trataba a las bestias con mucho más cariño del que hacía años que dedicaba a nadie. Por otro lado, la compañía amena se agradecía de vez en cuando, más cuando esa compañía resultaba ser un corazón voluntarioso y crédulo. O un bolsillo lleno.
Arreó entonces a la bestia, que con un resoplido echó a andar tirando del carro que avanzó traqueteando.
- ¡Arre Afortunado! ¿Quién es un buen chico? ¡Tú eres un buen chico! Camina con garbo, que si nos sonríe la suerte, esta noche tendrás grano sabroso y quizá hasta un buen establo donde descansar. - arrullaba la anciana al pobre poney, que pareció comprender lo que su dueña le decía pues alzó el morro en una postura más elegante.
Sin embargo, mientras le dedicaba arrullos y mimos al animal no había perdido de vista a Éothain. Se estaba preparando. A simple vista estaba claro que el chico era guapo, acostumbrado a llamar la atención de las muchachas, sin duda. Eso significaba problemas de amoríos. Puede que los celos del algún otro muchacho menos apuesto. Sucedía a veces. También estaba bien alimentado y había mencionado el nombre de su padre. No era bastardo pues, y aunque sus ropas no eran ostentosas indicaban cierta comodidad. Y el caballo era una bestia magnífica. Quizá demasiado. Por otro lado, el chico se había lanzado a una loca carrera sin rumbo, según él mismo llevado por la estupidez. ¿Problemas en casa? Siempre, los chicos a esa edad eran una fuente de problemas. Solían pensar que eran hombres hechos y derechos y se enojaban como bebés cuando consideraban que no se les tomaba en serio. Después del análisis, asintió satisfecha. Estaba preparada.
Miró entonces directamente al muchacho y le sonrió.
- ¿Que cómo puedo conocer tu futuro? - dijo sacando e un pliegue de su túnica el mazo de pergaminos coloreados y ofreciéndoselo para que lo examinara. - Los Valar y las Valie me hablan cuando les consulto. Baraja las cartas y saca tres. La primera hablará de tu pasado. La segunda de tu presente. La última de tu futuro. ¿Preparado?
Las riendas de la carreta colgaban sueltas sobre las rodillas de Gurtrun. Afortunado era un poney perfectamente capaz de no salirse del camino.
No era muy partidaria de confraternizar con el género humano, pues opinaba que los animales eran bastante menos estúpidos, sabían mantener la boca cerrada y agradecían lo que se hacía por ellos. Debido a ello siempre había sentido más lealtad hacia los segundos que hacia los primeros, y trataba a las bestias con mucho más cariño del que hacía años que dedicaba a nadie. Por otro lado, la compañía amena se agradecía de vez en cuando, más cuando esa compañía resultaba ser un corazón voluntarioso y crédulo. O un bolsillo lleno.
Arreó entonces a la bestia, que con un resoplido echó a andar tirando del carro que avanzó traqueteando.
- ¡Arre Afortunado! ¿Quién es un buen chico? ¡Tú eres un buen chico! Camina con garbo, que si nos sonríe la suerte, esta noche tendrás grano sabroso y quizá hasta un buen establo donde descansar. - arrullaba la anciana al pobre poney, que pareció comprender lo que su dueña le decía pues alzó el morro en una postura más elegante.
Sin embargo, mientras le dedicaba arrullos y mimos al animal no había perdido de vista a Éothain. Se estaba preparando. A simple vista estaba claro que el chico era guapo, acostumbrado a llamar la atención de las muchachas, sin duda. Eso significaba problemas de amoríos. Puede que los celos del algún otro muchacho menos apuesto. Sucedía a veces. También estaba bien alimentado y había mencionado el nombre de su padre. No era bastardo pues, y aunque sus ropas no eran ostentosas indicaban cierta comodidad. Y el caballo era una bestia magnífica. Quizá demasiado. Por otro lado, el chico se había lanzado a una loca carrera sin rumbo, según él mismo llevado por la estupidez. ¿Problemas en casa? Siempre, los chicos a esa edad eran una fuente de problemas. Solían pensar que eran hombres hechos y derechos y se enojaban como bebés cuando consideraban que no se les tomaba en serio. Después del análisis, asintió satisfecha. Estaba preparada.
Miró entonces directamente al muchacho y le sonrió.
- ¿Que cómo puedo conocer tu futuro? - dijo sacando e un pliegue de su túnica el mazo de pergaminos coloreados y ofreciéndoselo para que lo examinara. - Los Valar y las Valie me hablan cuando les consulto. Baraja las cartas y saca tres. La primera hablará de tu pasado. La segunda de tu presente. La última de tu futuro. ¿Preparado?
Las riendas de la carreta colgaban sueltas sobre las rodillas de Gurtrun. Afortunado era un poney perfectamente capaz de no salirse del camino.
Gurtrun- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Localización : Itinerante
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
El joven cogió tres cartas y las fue pasando una a una a la anciana, que las puso sobre su regazo.
La primera, el pasado, mostraba a Vána, la siempre joven. La segunda era Estë, la sanadora. Y el futuro lo representó Tulkas, el luchador. Extrañamente las tres cartas habían salido cabeza abajo, como cuando Gurtun había leído la buenaventura a Athela. Y, como entonces, parecían mirar molestas a la anciana. De nuevo también, el presente escapó de su regazo como por arte de una oportuna brisa y habría salido del carro hasta caer sobre las plantas que había fuera del camino si la anciana no hubiera tenido más reflejos de los que se habrían esperado de ella y no la hubiera cogido al vuelo.
La primera, el pasado, mostraba a Vána, la siempre joven. La segunda era Estë, la sanadora. Y el futuro lo representó Tulkas, el luchador. Extrañamente las tres cartas habían salido cabeza abajo, como cuando Gurtun había leído la buenaventura a Athela. Y, como entonces, parecían mirar molestas a la anciana. De nuevo también, el presente escapó de su regazo como por arte de una oportuna brisa y habría salido del carro hasta caer sobre las plantas que había fuera del camino si la anciana no hubiera tenido más reflejos de los que se habrían esperado de ella y no la hubiera cogido al vuelo.
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Cerca de Tharbad] El camino, la verdad y la vida. [6 de Octubre]
Cogió la manzana que la vieja le tendía y se la dio a Hassen, que la masticó agradecido. Éothain montó y con un suave golpe en los flancos del caballo le indicó que empezara a caminar. Se mantuvo junto al pescante del carro y observó con curiosidad el mazo de pergaminos que le tendía Gurtrun. Cogió tres tal y como le indicó y se las entregó a la vieja.
Observó atentamente los dibujos de las cartas y alzó la mirada despues para ver la reacción de Gurtrun, en ese momento una ráfaga de viento que él no sintió se llevó la carta Estë, solo la rápida reacción de la vieja evitó que cayese al suelo.
— ¿Qué significa? — preguntó arqueando una ceja.
Observó atentamente los dibujos de las cartas y alzó la mirada despues para ver la reacción de Gurtrun, en ese momento una ráfaga de viento que él no sintió se llevó la carta Estë, solo la rápida reacción de la vieja evitó que cayese al suelo.
— ¿Qué significa? — preguntó arqueando una ceja.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
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