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[Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
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[Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Sus ojos se abrieron lentamente y, tras un par de somnolientos parpadeos, quedaron clavados en el techo de madera oscura. No reconocía aquel techo. Notó la cómoda cama bajo su peso y la mullida almohada de plumas en su cabeza, todavía un poco embotada por el alcohol. Por el balcón ya se colaban los rayos del sol, que debía haber salido hacia más de una hora.
Fue entonces cuando empezó a recordar. Giró la cabeza y observó la brillante cascada de tirabuzones rojizos que caían sobre la desnuda espalda de la mujer. Nara, la hija de Livéo uno de los hombres de confianza de Berhael, señor de Tharbad. No era la primera noche que compartía con ella y sabia el peligro que conllevaba si su padre llegaba a enterarse, pero el riego valía la pena, incluso lo hacía más placentero. Sabía que no sería la última noche que compartía con ella.
Se mantuvo inmóvil un momento, observando como el menudo cuerpo de Nara se movía suavemente con cada respiración, se incorporó ligeramente entonces, cosa que hizo que la copa de bronce que yacía sobre la sabana y cayera al suelo con un ruido metálico. Esto despertó un leve gemido en Nara que, un instante después se giró para mirarle con una sonrisa.
— Buenos días — dijo.
— Buenos días, preciosa — replicó Éothain devolviéndole la sonrisa — ¿Cuándo crees que tu padre se dará cuenta de que su bodega está menguando? — añadió mirando la botella vacía que reposaba en una mesa cercana.
— Trae tú la botella la próxima vez — bromeó Nara divertida — Aunque dudo que consigas algo de tanta calidad por ahí…
— Mientras la compañía siga siendo así de buena — se inclinó hacia ella y la besó lenta y dulcemente — el licor es lo de menos. Tengo que irme — dijo poniéndose en pie.
La sabana le acarició la piel, dejando a la vista su completa desnudez.
— Que lástima — replicó la joven mirándolo desde la cama — Podría bajar y decirle a todos que estas aquí y que vas a seguir en mi cama todo el día, que no se les ocurra molestarnos — ensanchó la sonrisa.
— No bromees con eso — replicó Éothain mientras se ponía los calzones de gruesa tela de algodón — Solo los Valar saben lo que me haría tu padre si se enterase.
Nara se incorporo usando la sabana para cubrir su cuerpo desnudo y miró a Éothain con el ceño fruncido.
— Así que te avergüenzas de mi — replicó con el tono cargado de ofensa — ¿Es eso?
— No, no, en absoluto… es solo que… — se volvió para mirarla y la joven no pudo contener la sonrisa.
Soltó una carcajada y lo observó con sus hermosos ojos.
— Ya lo sé, idiota, solo estaba bromeando — añadió sonriente — Vete, vete antes de que mi padre vuelva y te encuentre aquí. Sus asuntos en Bree no le habrán llevado mucho, según mi madre debería regresar hoy.
Éothain la miró con los ojos entrecerrados pero sin ocultar su sonrisa. Se puso la camisola de lino y se anudó el pantalón. Se sentó entonces al borde de la cama para ponerse las botas, cosa que Nara aprovechó para acercarse y abrazarlo desde atrás. Éothain sonrió al sentir el cálido cuerpo de la joven contra su espalda.
— ¿Cuándo volveremos a vernos? — preguntó Nara en apenas un triste susurro cerca de su oreja.
— Pronto — replicó Éothain — Te lo prometo.
La joven lo liberó de su abrazo, Éothain se puso en pie y se inclinó para darle un último beso. Se despidió con una sonrisa y, tras colgarse el carcaj y el arco a la espalda, se encaminó hacia el balcón.
— Hasta pronto, preciosa — dijo antes de salir al balcón.
Una vez fuera, se asomó cuidadosamente para asegurarse que en ninguna de las ventanas había nadie que pudiera verle salir. Tomó un poco de carrerilla al no ver a nadie y, apoyando un pie en la barandilla, saltó al tejado que había al otro lado del callejón. Cayó ágilmente sobre el tejado, pero tuvo que apoyar las manos contra las tejas cuando estas se deslizaron ligeramente hacia abajo. Permaneció un momento inmóvil, temiendo seguir deslizándose si no lo hacía y, finalmente se puso en pie. Echó un último vistazo al balcón y echó a caminar por el tejado hacia el enrejado que le permitiría bajar hasta la calle.
Caminó sin prisa, caminando por las calles sumergido en sus propios pensamientos. Abandonó el barrio de los burgueses y cruzó el puente de Iast Harmen en dirección al distrito sur. Las puertas del puente ya habían sido abiertas y los guardias apenas reparaban en los que salían de la isla, por lo que nadie trató de cortarle el paso en ningún momento.
Poco después sus pasos lo llevaron hasta su casa, un edificio de dos plantas junto a un almacén y un gran establo, el más importante de Tharbad después del establo del castillo de Berhael.
Éothain entró por el patio trasero. Aquella parte de la casa no era para los clientes, por lo que era mucho más tranquila que la parte delantera. Éothain agradeció no encontrarse a nadie en el patio y se encaminó hacia la puerta, pero antes de poder abrirla, la voz de su madre sonó a su espalda.
— Por fin decides aparecer — dijo Mairwyn — ¿Se puede saber dónde has estado?
Éothain se encaró a su madre y le dedicó la mejor de las sonrisas.
— Cazando — mintió señalando el arco que llevaba a la espalda — Con Gared, él se quedó las piezas.
— Cazando… — repitió Mairwyn arqueando una ceja — ¿Toda la noche?
— Nos despistamos y la noche se nos echó encima — replicó asintiendo con la cabeza — tuvimos que acampar.
La madre de Éothain negó con la cabeza y soltó un largo suspiro.
— Gared ha estado aquí esta mañana — informó.
La sonrisa de Éothain desapareció, siendo sustituida por una mueca que dejaba claro que no sabía que decir a continuación.
— Gared es un buen chico, Éothain — siguió Mairwyn — Ha venido para saber si querías ir con él a los pantanos de Nîn-in-Eilph para estudiar las aves y los peces que los habitan. ¿Sabes que está escribiendo un tratado sobre todos esos animales y plantas?
Éothain asintió con la cabeza.
— Y me ha enseñado sus dibujos — continuó — Era como estar viendo a esos pequeños pájaros, incluso a algunos les había dado color. Deberías hacer como él, hijo, deberías buscarte alguna afición.
— Ya tengo aficiones — replicó Éothain.
— Yo no hablo de vaginas — respondió Mairwyn.
— ¡Madre!
— Déjate de madres y ve a hablar con tu padre — empujó a su hijo suavemente hacia la puerta mientras la señalaba con la otra mano — Me ha dicho que si te veía, te mandara con él.
Éothain asintió con un suspiro y se adentró en la casa. No vio allí a su hermano ni a su abuela, así que se encaminó directamente a la parte delantera y, al no encontrar allí a su padre, se dirigió al almacén.
— Dice madre que queríais verme, padre — dijo con un tono de voz más sumiso.
Fue entonces cuando empezó a recordar. Giró la cabeza y observó la brillante cascada de tirabuzones rojizos que caían sobre la desnuda espalda de la mujer. Nara, la hija de Livéo uno de los hombres de confianza de Berhael, señor de Tharbad. No era la primera noche que compartía con ella y sabia el peligro que conllevaba si su padre llegaba a enterarse, pero el riego valía la pena, incluso lo hacía más placentero. Sabía que no sería la última noche que compartía con ella.
Se mantuvo inmóvil un momento, observando como el menudo cuerpo de Nara se movía suavemente con cada respiración, se incorporó ligeramente entonces, cosa que hizo que la copa de bronce que yacía sobre la sabana y cayera al suelo con un ruido metálico. Esto despertó un leve gemido en Nara que, un instante después se giró para mirarle con una sonrisa.
— Buenos días — dijo.
— Buenos días, preciosa — replicó Éothain devolviéndole la sonrisa — ¿Cuándo crees que tu padre se dará cuenta de que su bodega está menguando? — añadió mirando la botella vacía que reposaba en una mesa cercana.
— Trae tú la botella la próxima vez — bromeó Nara divertida — Aunque dudo que consigas algo de tanta calidad por ahí…
— Mientras la compañía siga siendo así de buena — se inclinó hacia ella y la besó lenta y dulcemente — el licor es lo de menos. Tengo que irme — dijo poniéndose en pie.
La sabana le acarició la piel, dejando a la vista su completa desnudez.
— Que lástima — replicó la joven mirándolo desde la cama — Podría bajar y decirle a todos que estas aquí y que vas a seguir en mi cama todo el día, que no se les ocurra molestarnos — ensanchó la sonrisa.
— No bromees con eso — replicó Éothain mientras se ponía los calzones de gruesa tela de algodón — Solo los Valar saben lo que me haría tu padre si se enterase.
Nara se incorporo usando la sabana para cubrir su cuerpo desnudo y miró a Éothain con el ceño fruncido.
— Así que te avergüenzas de mi — replicó con el tono cargado de ofensa — ¿Es eso?
— No, no, en absoluto… es solo que… — se volvió para mirarla y la joven no pudo contener la sonrisa.
Soltó una carcajada y lo observó con sus hermosos ojos.
— Ya lo sé, idiota, solo estaba bromeando — añadió sonriente — Vete, vete antes de que mi padre vuelva y te encuentre aquí. Sus asuntos en Bree no le habrán llevado mucho, según mi madre debería regresar hoy.
Éothain la miró con los ojos entrecerrados pero sin ocultar su sonrisa. Se puso la camisola de lino y se anudó el pantalón. Se sentó entonces al borde de la cama para ponerse las botas, cosa que Nara aprovechó para acercarse y abrazarlo desde atrás. Éothain sonrió al sentir el cálido cuerpo de la joven contra su espalda.
— ¿Cuándo volveremos a vernos? — preguntó Nara en apenas un triste susurro cerca de su oreja.
— Pronto — replicó Éothain — Te lo prometo.
La joven lo liberó de su abrazo, Éothain se puso en pie y se inclinó para darle un último beso. Se despidió con una sonrisa y, tras colgarse el carcaj y el arco a la espalda, se encaminó hacia el balcón.
— Hasta pronto, preciosa — dijo antes de salir al balcón.
Una vez fuera, se asomó cuidadosamente para asegurarse que en ninguna de las ventanas había nadie que pudiera verle salir. Tomó un poco de carrerilla al no ver a nadie y, apoyando un pie en la barandilla, saltó al tejado que había al otro lado del callejón. Cayó ágilmente sobre el tejado, pero tuvo que apoyar las manos contra las tejas cuando estas se deslizaron ligeramente hacia abajo. Permaneció un momento inmóvil, temiendo seguir deslizándose si no lo hacía y, finalmente se puso en pie. Echó un último vistazo al balcón y echó a caminar por el tejado hacia el enrejado que le permitiría bajar hasta la calle.
Caminó sin prisa, caminando por las calles sumergido en sus propios pensamientos. Abandonó el barrio de los burgueses y cruzó el puente de Iast Harmen en dirección al distrito sur. Las puertas del puente ya habían sido abiertas y los guardias apenas reparaban en los que salían de la isla, por lo que nadie trató de cortarle el paso en ningún momento.
Poco después sus pasos lo llevaron hasta su casa, un edificio de dos plantas junto a un almacén y un gran establo, el más importante de Tharbad después del establo del castillo de Berhael.
Éothain entró por el patio trasero. Aquella parte de la casa no era para los clientes, por lo que era mucho más tranquila que la parte delantera. Éothain agradeció no encontrarse a nadie en el patio y se encaminó hacia la puerta, pero antes de poder abrirla, la voz de su madre sonó a su espalda.
— Por fin decides aparecer — dijo Mairwyn — ¿Se puede saber dónde has estado?
Éothain se encaró a su madre y le dedicó la mejor de las sonrisas.
— Cazando — mintió señalando el arco que llevaba a la espalda — Con Gared, él se quedó las piezas.
— Cazando… — repitió Mairwyn arqueando una ceja — ¿Toda la noche?
— Nos despistamos y la noche se nos echó encima — replicó asintiendo con la cabeza — tuvimos que acampar.
La madre de Éothain negó con la cabeza y soltó un largo suspiro.
— Gared ha estado aquí esta mañana — informó.
La sonrisa de Éothain desapareció, siendo sustituida por una mueca que dejaba claro que no sabía que decir a continuación.
— Gared es un buen chico, Éothain — siguió Mairwyn — Ha venido para saber si querías ir con él a los pantanos de Nîn-in-Eilph para estudiar las aves y los peces que los habitan. ¿Sabes que está escribiendo un tratado sobre todos esos animales y plantas?
Éothain asintió con la cabeza.
— Y me ha enseñado sus dibujos — continuó — Era como estar viendo a esos pequeños pájaros, incluso a algunos les había dado color. Deberías hacer como él, hijo, deberías buscarte alguna afición.
— Ya tengo aficiones — replicó Éothain.
— Yo no hablo de vaginas — respondió Mairwyn.
— ¡Madre!
— Déjate de madres y ve a hablar con tu padre — empujó a su hijo suavemente hacia la puerta mientras la señalaba con la otra mano — Me ha dicho que si te veía, te mandara con él.
Éothain asintió con un suspiro y se adentró en la casa. No vio allí a su hermano ni a su abuela, así que se encaminó directamente a la parte delantera y, al no encontrar allí a su padre, se dirigió al almacén.
— Dice madre que queríais verme, padre — dijo con un tono de voz más sumiso.
Última edición por Eothain el Miér Ene 30, 2013 7:54 pm, editado 1 vez
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Phioden se encontraba mirando sacos de víveres. Leía lo que ponía en cada uno, aseguraba su contenido y, tras cerrarlos, lo apuntaba todo en una libreta.
Tardó un rato en darse cuenta de que su hijo había llegado. Cuando lo hizo no saludó, hizo una señal al chico para que se acercara y señaló unos sacos que había por el suelo.
- Esto es para mañana. Vendrá a recogerlo tu hermano. Quiero que lo prepares para el viaje. Ealdred estará muy poco tiempo con nosotros y quiero que tu madre pueda disfrutar de su compañía. Luego llevarás el heno a los caballos, que ayer se te olvidó. Y, por último, volverás aquí y me explicarás por qué has pasado la noche fuera. Tu madre no ha podido pegar ojo, y eso significa que tampoco me ha dejado dormir a mí. Con lo cual deberás tener preparada una excusa mucho mejor que la que le hayas dado a tu madre si no quieres encargarte de mi trabajo además del tuyo.
Lo había dicho todo sin mirar a Éothain. De hecho, apenas había apartado la mirada de los saquitos de especias que estaba inventariando. Dando por hecho que su hijo haría lo que había mandado, dio por zanjada la conversación y continuó con su trabajo.
Tardó un rato en darse cuenta de que su hijo había llegado. Cuando lo hizo no saludó, hizo una señal al chico para que se acercara y señaló unos sacos que había por el suelo.
- Esto es para mañana. Vendrá a recogerlo tu hermano. Quiero que lo prepares para el viaje. Ealdred estará muy poco tiempo con nosotros y quiero que tu madre pueda disfrutar de su compañía. Luego llevarás el heno a los caballos, que ayer se te olvidó. Y, por último, volverás aquí y me explicarás por qué has pasado la noche fuera. Tu madre no ha podido pegar ojo, y eso significa que tampoco me ha dejado dormir a mí. Con lo cual deberás tener preparada una excusa mucho mejor que la que le hayas dado a tu madre si no quieres encargarte de mi trabajo además del tuyo.
Lo había dicho todo sin mirar a Éothain. De hecho, apenas había apartado la mirada de los saquitos de especias que estaba inventariando. Dando por hecho que su hijo haría lo que había mandado, dio por zanjada la conversación y continuó con su trabajo.
Última edición por Yavanna el Miér Ene 30, 2013 6:49 pm, editado 1 vez
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Éothain se acercó con paso lento a donde su padre estaba preparando los sacos. No le extrañó, de hecho podría decir la cantidad de sacos de cada producto sin equivocarse demasiado, todos los meses se hacia un pedido similar. Lo que si le sorprendió fue la mención de su hermano.
— ¿Ealdred va a venir? — una sonrisa surcó su rostro, una sonrisa que desapareció en cuanto su padre continuó hablando — Ya no soy un niño, padre — replicó sin mirarlo directamente — Siento que madre se preocupara, pero ya soy responsable de mis actos…
Se acercó a uno de los carros y tiró de él con esfuerzo hasta colocarlo en el pasillo central que se había formado con todas las mercancías acumuladas en el almacén.
— No salí de la ciudad, si es eso lo que os preocupa — añadió con un tono más dócil mientras cargaba los sacos — Estuve con los chicos en el Yunque de Oro con los muchachos tomando una pinta y después… — dudó un momento, sopesó la posibilidad de mentirle a su padre, de inventar una nueva excusa, pero algo en su interior le dijo que sería peor — Estuve con una muchacha, padre.
Phíoden por fin lo miró a la cara y Éothain notó que estaba a punto de soltarle un buen sermón.
— No es como las otras, padre — dijo antes de que Phíoden pudiese hablar — Esta es diferente.
Mantuvo la mirada un momento en los ojos de su padre y después volvió a concentrarse en los sacos, esperando la ira de su padre.
— ¿Ealdred va a venir? — una sonrisa surcó su rostro, una sonrisa que desapareció en cuanto su padre continuó hablando — Ya no soy un niño, padre — replicó sin mirarlo directamente — Siento que madre se preocupara, pero ya soy responsable de mis actos…
Se acercó a uno de los carros y tiró de él con esfuerzo hasta colocarlo en el pasillo central que se había formado con todas las mercancías acumuladas en el almacén.
— No salí de la ciudad, si es eso lo que os preocupa — añadió con un tono más dócil mientras cargaba los sacos — Estuve con los chicos en el Yunque de Oro con los muchachos tomando una pinta y después… — dudó un momento, sopesó la posibilidad de mentirle a su padre, de inventar una nueva excusa, pero algo en su interior le dijo que sería peor — Estuve con una muchacha, padre.
Phíoden por fin lo miró a la cara y Éothain notó que estaba a punto de soltarle un buen sermón.
— No es como las otras, padre — dijo antes de que Phíoden pudiese hablar — Esta es diferente.
Mantuvo la mirada un momento en los ojos de su padre y después volvió a concentrarse en los sacos, esperando la ira de su padre.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Phíoden miró a su hijo durante lo que parecieron horas antes de contestar.
- Tienes razón, no eres un niño. Pero te comportas como tal -sentenció.- Eres responsable de tus actos, Éothain. Tanto de los que cometes como de los que no. No vives solo. Y los que vivimos contigo nos preocupamos por ti. No eres un niño. De acuerdo. Pero sigues viviendo con nosotros. Sé que no voy a poder evitar que esto se repita, pero no quiero que tu madre vuelva a pasarse la noche en vela. ¿Quieres que confiemos en ti? De acuerdo, confía tú en nosotros. Y avísanos cuando tengas intención de pasar la noche fuera. Después de todo, es lo menos que puedes hacer.
Phíoden estaba preocupado, pero se cuidó mucho de no mostrarlo. Sabía que la situación que acababa de vivir se repetiría una vez tras otra. Lo había sentido desde que su hijo había tenido uso de razón. Y no le faltaban ganas de desatar su ira y gritarle lo mucho que estaba equivocado, lo mucho que le faltaba por aprender. Pero si a alguien conocía el comerciante era a sus hijos y sabía que aquella no era la manera.
Me consuela que te encontraras con una muchacha y no envuelto en una reyerta de taberna, habría querido añadir. Pero se contuvo. No podía hablar de confianza y faltar a la suya de ese modo. En lugar de eso, optó por interesarse por la compañera de su hijo.
- Entonces... una muchacha distinta, ¿no? -dijo escéptico. Sospechaba que para su hijo todas eran distintas al principio.- ¿Y puedo saber de quién se trata? ¿La conozco?
- Tienes razón, no eres un niño. Pero te comportas como tal -sentenció.- Eres responsable de tus actos, Éothain. Tanto de los que cometes como de los que no. No vives solo. Y los que vivimos contigo nos preocupamos por ti. No eres un niño. De acuerdo. Pero sigues viviendo con nosotros. Sé que no voy a poder evitar que esto se repita, pero no quiero que tu madre vuelva a pasarse la noche en vela. ¿Quieres que confiemos en ti? De acuerdo, confía tú en nosotros. Y avísanos cuando tengas intención de pasar la noche fuera. Después de todo, es lo menos que puedes hacer.
Phíoden estaba preocupado, pero se cuidó mucho de no mostrarlo. Sabía que la situación que acababa de vivir se repetiría una vez tras otra. Lo había sentido desde que su hijo había tenido uso de razón. Y no le faltaban ganas de desatar su ira y gritarle lo mucho que estaba equivocado, lo mucho que le faltaba por aprender. Pero si a alguien conocía el comerciante era a sus hijos y sabía que aquella no era la manera.
Me consuela que te encontraras con una muchacha y no envuelto en una reyerta de taberna, habría querido añadir. Pero se contuvo. No podía hablar de confianza y faltar a la suya de ese modo. En lugar de eso, optó por interesarse por la compañera de su hijo.
- Entonces... una muchacha distinta, ¿no? -dijo escéptico. Sospechaba que para su hijo todas eran distintas al principio.- ¿Y puedo saber de quién se trata? ¿La conozco?
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Éothain siguió cargando sacos con el ceño fruncido. Sabía que su padre tenía razón pero su orgullo, pronunciado por su juventud, le impedía admitirlo.
— Ya he dicho que lo siento, padre… — dijo con un tono mucho más dócil del que realmente deseaba hablar — Yo… confió en vosotros… La próxima vez os lo diré.
Echó un par de miradas furtivas hacia su padre mientras seguía cargando el carro. Notaba que estaba enfadado, pero siempre había sido un padre justo y rara vez usaba los gritos contra sus hijos, aunque a decir verdad, Éothain era el que más había hecho para escucharlos de los tres hijos de Phioden.
— Si, es distinta… — el tono de su padre había hecho que su orgullo saliera a flote y se ofendiera ligeramente — No es como las demás… Es… es… No sé, diferente…
Cuando su padre le preguntó quién era, Éothain alzó la mirada de los sacos y lo miró. Sabía que su padre conocía a Livéo y suponía que compartiría su opinión sobre él, de modo que prefirió evitar aquel dato sin mentir.
— Es una prima lejana de Rossberd — dijo — la conocí hace poco más de dos meses.
— Ya he dicho que lo siento, padre… — dijo con un tono mucho más dócil del que realmente deseaba hablar — Yo… confió en vosotros… La próxima vez os lo diré.
Echó un par de miradas furtivas hacia su padre mientras seguía cargando el carro. Notaba que estaba enfadado, pero siempre había sido un padre justo y rara vez usaba los gritos contra sus hijos, aunque a decir verdad, Éothain era el que más había hecho para escucharlos de los tres hijos de Phioden.
— Si, es distinta… — el tono de su padre había hecho que su orgullo saliera a flote y se ofendiera ligeramente — No es como las demás… Es… es… No sé, diferente…
Cuando su padre le preguntó quién era, Éothain alzó la mirada de los sacos y lo miró. Sabía que su padre conocía a Livéo y suponía que compartiría su opinión sobre él, de modo que prefirió evitar aquel dato sin mentir.
— Es una prima lejana de Rossberd — dijo — la conocí hace poco más de dos meses.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
- Ah... entiendo -contestó Phioden por inercia mientras seguía contando sacos. Un instante después, había comprendido lo que había dicho su hijo.- Espera. ¿Rossberd no es el que es pariente de...? Espera... ¿No será la hija de Livéo?
Phioden acabó de contar e hizo una señal en la libreta. Mientras esperaba la respuesta de su hijo se dedicó a ordenar todo lo que había inventariado.
- No temas decírmelo si es ella. No me voy a enfadar. Y... no debería juzgar tus gustos pero lo cierto, hijo, es que es bastante guapa... -dijo en tono cómplice. Esperaba que aquéllo hiciera hablar a su hijo. Después de todo, lo mejor para ganarse su confianza era darle la oportunidad de hablar libremente.
Phioden acabó de contar e hizo una señal en la libreta. Mientras esperaba la respuesta de su hijo se dedicó a ordenar todo lo que había inventariado.
- No temas decírmelo si es ella. No me voy a enfadar. Y... no debería juzgar tus gustos pero lo cierto, hijo, es que es bastante guapa... -dijo en tono cómplice. Esperaba que aquéllo hiciera hablar a su hijo. Después de todo, lo mejor para ganarse su confianza era darle la oportunidad de hablar libremente.
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Dejó el saco que tenía en las manos en el carro y se agachó para coger otro, lo alzó para cargarlo, pero las palabras de su padre le hicieron pararse completamente. No tenía ni idea de que su padre conociera tan bien a sus amigos.
— Eeeeh… — se maldijo por su propia estupidez y dejó el saco para volverse a mirar a su padre — Si, es ella…
Éothain de pronto cayó en la cuenta de que la reacción de su padre no era en absoluto la que esperaba.
— Creí que os enfadaríais… — dijo entrecerrando los ojos algo confuso — Pensaba que no os gustaría que me juntara con esa gente… Ya sabéis, Livéo es un hombre de Berhael…
— Eeeeh… — se maldijo por su propia estupidez y dejó el saco para volverse a mirar a su padre — Si, es ella…
Éothain de pronto cayó en la cuenta de que la reacción de su padre no era en absoluto la que esperaba.
— Creí que os enfadaríais… — dijo entrecerrando los ojos algo confuso — Pensaba que no os gustaría que me juntara con esa gente… Ya sabéis, Livéo es un hombre de Berhael…
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Ante el último comentario de su hijo, Phioden dudó. Entraba en aguas pantanosas. No quería confundir a su hijo, pero al mismo tiempo la verdad podía ser tan peligrosa...
- Bueno, las cosas no siempre son lo que parecen -dijo al final.- Y, en cualquier caso, con quien tú has pasado la noche es con ella y no con su padre. Estoy seguro de que tienes buen criterio para elegir con quien te juntas, hijo. Y si tú crees que esa chica... ¿cómo se llamaba, por cierto? merece tu confianza... Entonces todo está bien -dijo, mirando a su hijo para que notara que hablaba con sinceridad y no se tomaba la conversación a la ligera.- Aún así, agradeceré que no invites a su padre a cenar a casa... al menos de momento -añadió, bromeando.
- Bueno, las cosas no siempre son lo que parecen -dijo al final.- Y, en cualquier caso, con quien tú has pasado la noche es con ella y no con su padre. Estoy seguro de que tienes buen criterio para elegir con quien te juntas, hijo. Y si tú crees que esa chica... ¿cómo se llamaba, por cierto? merece tu confianza... Entonces todo está bien -dijo, mirando a su hijo para que notara que hablaba con sinceridad y no se tomaba la conversación a la ligera.- Aún así, agradeceré que no invites a su padre a cenar a casa... al menos de momento -añadió, bromeando.
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
— Nara — dijo Éothain — Se llama Nara.
Había dejado de cargar para observar a su padre. Realmente le sorprendía que se lo tomase tan bien. El último comentario de su padre, incluso le despertó una sonrisa.
— No os preocupéis, padre — respondió — No lo haré.
Volvió a su tarea con los sacos, pero de pronto se detuvo de nuevo al recordar las primeras palabras de su padre.
— Has dicho que mañana vuelve Ealdred — se acercó un poco más a Phíoden — ¿Va a quedarse unos días? Nunca está demasiado tiempo. La última vez Eorl me preguntó que donde iba y no supe responderle… — el ceño de Éothain se contrajo y su mandibula se tensó ligeramente — No supe responderle porque no tengo ni idea de dónde va. Ni sé porque no me lo decís…
Éothain echaba de menos a su hermano, aunque se había acostumbrado a su ausencia, en el último año lo había visto tan solo seis veces y rara vez permanecía en Tharbad más de una semana.
Había dejado de cargar para observar a su padre. Realmente le sorprendía que se lo tomase tan bien. El último comentario de su padre, incluso le despertó una sonrisa.
— No os preocupéis, padre — respondió — No lo haré.
Volvió a su tarea con los sacos, pero de pronto se detuvo de nuevo al recordar las primeras palabras de su padre.
— Has dicho que mañana vuelve Ealdred — se acercó un poco más a Phíoden — ¿Va a quedarse unos días? Nunca está demasiado tiempo. La última vez Eorl me preguntó que donde iba y no supe responderle… — el ceño de Éothain se contrajo y su mandibula se tensó ligeramente — No supe responderle porque no tengo ni idea de dónde va. Ni sé porque no me lo decís…
Éothain echaba de menos a su hermano, aunque se había acostumbrado a su ausencia, en el último año lo había visto tan solo seis veces y rara vez permanecía en Tharbad más de una semana.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
- Sí. Si todo va bien llegará mañana... -contestó Phíoden, aunque su tono más bien quería decir "ojalá todo vaya bien y llegue mañana". El mercader también echaba de menos a su primogénito.- Y no sé cuánto tiempo se quedará, hijo. ¿Cuatro, cinco días...? Todo depende del tiempo que le ocupen sus asuntos aquí y del tiempo que tenga para descansar... Y eso solo él lo sabe -dijo con pesar.
Le habría gustado dar más datos a Éothain sobre las ocupaciones de su hermano, pero era tan joven y despreocupado que a Phíoden le costaba horrores convertirse en el responsable de abrirle los ojos a su propia realidad. Cada vez que se planteaba hacerlo una voz en su cabeza le decía que no era el momento, que no era necesario despertarlo todavía. Deja que disfrute, le había dicho su mujer una vez que habían hablado del tema, es Ealdred quien tendrá que ocuparse de todo cuando tú no puedas. A Éothain y Eorl podemos mantenerlos alejados de todo eso más tiempo. Déjalos vivir. A ti y a mí nos habría gustado tener la oportunidad.
Y veía tanta razón en las palabras de Mairwyn y tanto de sí mismo en la actitud de su segundo hijo que siempre callaba. Esta vez no fue una excepción.
- Cuando acabes con el carro podrías ir con tu madre y preparar a tu hermano una bienvenida en condiciones. A tu madre le encantará que hagáis algo juntos después de lo de anoche y Ealdred seguro que agradece el gesto -dijo al final, evadiendo la pregunta de su hijo. Con un poco de suerte, no preguntaría más.- Podéis decirle a Eorl que os ayude tambien. Por cierto, ¿sabes dónde se ha metido? No lo he visto en todo el día...
Le habría gustado dar más datos a Éothain sobre las ocupaciones de su hermano, pero era tan joven y despreocupado que a Phíoden le costaba horrores convertirse en el responsable de abrirle los ojos a su propia realidad. Cada vez que se planteaba hacerlo una voz en su cabeza le decía que no era el momento, que no era necesario despertarlo todavía. Deja que disfrute, le había dicho su mujer una vez que habían hablado del tema, es Ealdred quien tendrá que ocuparse de todo cuando tú no puedas. A Éothain y Eorl podemos mantenerlos alejados de todo eso más tiempo. Déjalos vivir. A ti y a mí nos habría gustado tener la oportunidad.
Y veía tanta razón en las palabras de Mairwyn y tanto de sí mismo en la actitud de su segundo hijo que siempre callaba. Esta vez no fue una excepción.
- Cuando acabes con el carro podrías ir con tu madre y preparar a tu hermano una bienvenida en condiciones. A tu madre le encantará que hagáis algo juntos después de lo de anoche y Ealdred seguro que agradece el gesto -dijo al final, evadiendo la pregunta de su hijo. Con un poco de suerte, no preguntaría más.- Podéis decirle a Eorl que os ayude tambien. Por cierto, ¿sabes dónde se ha metido? No lo he visto en todo el día...
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Éothain frunció aun más el ceño y regresó al trabajo, ya eran pocos los sacos que quedaban por cargar. A decir verdad, no le sorprendió que su padre no le contase nada en absoluto, en ocasiones anteriores no había sido diferente, ¿por qué había de serlo esta?
— No lo he visto — replicó con tono seco, sin mirar a su padre — debe de andar por ahí con Erick y Bailey. Siempre va con esos dos monstruos.
Poco después cogió el último saco y lo cargó sobre el carro.
— Voy a llevarles el heno a los caballos — concluyó, dándole la espalda a su padre para marcharse.
— No lo he visto — replicó con tono seco, sin mirar a su padre — debe de andar por ahí con Erick y Bailey. Siempre va con esos dos monstruos.
Poco después cogió el último saco y lo cargó sobre el carro.
— Voy a llevarles el heno a los caballos — concluyó, dándole la espalda a su padre para marcharse.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Phíoden vio marcharse a su hijo apesadumbrado. Sabía que se marchaba enfadado, o quizás decepcionado. Era el precio a pagar y si con ello conseguía que siguiera tan desentendido lo pagaba con gusto. El hombre acabó por fin de ordenar los sacos y salió del almacén, cerrando la puerta tras él. Realmente esperaba que su hijo mayor llegara al día siguiente. Todo acostumbraba a complicarse cuando no seguían el horario acordado al pie de la letra. Al final, se había convertido en un signo de mal augurio.
Cuando Éothain llegó a los establos se encontró a su abuela cepillando su yegua preferida. La anciana ya no podía montarla, y a decir verdad el animal estaba casi tan cansado de la vida como ella y parecía que fuera a caerse al suelo al sentir el peso de una hoja en su grupa. Aún así, su abuela la adoraba y cada día iba un rato a cepillar a su pequeña, como ella la llamaba, aunque de pequeña no le quedaba nada. Y siempre pedía a sus nietos que la acompañaran cuando salía a pasearla, temerosa de que le fallaran las piernas pero decidida a no dejar de hacerlo ella misma.
La mujer, con el rostro surcado de tantas arrugas como años tenía, tarareaba mientras pasaba el cepillo por el pelaje blanco de la yegua. Así era la abuela, dispuesta a llenar de música cada sala que pisara.
***
Cuando Éothain llegó a los establos se encontró a su abuela cepillando su yegua preferida. La anciana ya no podía montarla, y a decir verdad el animal estaba casi tan cansado de la vida como ella y parecía que fuera a caerse al suelo al sentir el peso de una hoja en su grupa. Aún así, su abuela la adoraba y cada día iba un rato a cepillar a su pequeña, como ella la llamaba, aunque de pequeña no le quedaba nada. Y siempre pedía a sus nietos que la acompañaran cuando salía a pasearla, temerosa de que le fallaran las piernas pero decidida a no dejar de hacerlo ella misma.
La mujer, con el rostro surcado de tantas arrugas como años tenía, tarareaba mientras pasaba el cepillo por el pelaje blanco de la yegua. Así era la abuela, dispuesta a llenar de música cada sala que pisara.
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Éothain caminó con paso desganado hasta el gran establo y se adentró en el por la puerta medio abierta. Cuando vió a su abuela cepillando a su vieja yegua, sonrió y se acercó a ella.
— Buen día, abuela — saludó inclinándose para darle un beso en la arrugada mejilla — Buen día para ti también, ancianita — añadió acariciando la crin de la yegua que respondió con un cabeceo.
Se descolgó el arco y el carcaj y los dejó apoyados cerca de la escalera de mano que ascendía hasta el altillo donde estaba almacenado el heno.
— Dice padre que mañana viene Ealdred — dijo sin saber bien si la vieja Thinyen ya tendría noticia de ello — Espero que esta vez se quede más tiempo y no se marche en seguida como de costumbre… donde sea que vaya — supuso que su abuela sabría tan poco como él, por lo que no insistió en el tema.
Se acercó a la puerta y tomó dos pequeñas manzanas de la cesta. Su madre solía llevar allí las que estaban demasiado maduras para comer, parecía que a los caballos no les importaba demasiado esto. Volvió junto a su abuela y le ofreció una a la esquelética yegua.
— Padre me ha preguntado por Eorl — dijo mirando a la anciana — ¿Le habéis visto, abuela?
Se acercó entonces a uno de los recintos, donde estaba su caballo. El gran caballo castaño se acercó a la puerta y soltó un corto relincho mientras cabeceaba tratando de alcanzar a Éothain.
— No, no. Ahora no vamos a salir, Hasenn — dijo el joven acariciándole la cabeza — ¿Qué tal estas peludo? — preguntó dándole la segunda manzana.
Se mantuvo un momento con el caballo y, despidiéndose de él con unas suaves palmadas en el cuello, se dirigió a la escalera y subió para preparar la cuerda de la polea. Dio un empujón al enorme ventano de madera y se asomó hacia abajo para comprobar que los numerosos sacos de heno le esperaban allí abajo, en el patio trasero, donde todavía su madre se ocupaba de alimentar a las gallinas y conejos.
— Buen día, abuela — saludó inclinándose para darle un beso en la arrugada mejilla — Buen día para ti también, ancianita — añadió acariciando la crin de la yegua que respondió con un cabeceo.
Se descolgó el arco y el carcaj y los dejó apoyados cerca de la escalera de mano que ascendía hasta el altillo donde estaba almacenado el heno.
— Dice padre que mañana viene Ealdred — dijo sin saber bien si la vieja Thinyen ya tendría noticia de ello — Espero que esta vez se quede más tiempo y no se marche en seguida como de costumbre… donde sea que vaya — supuso que su abuela sabría tan poco como él, por lo que no insistió en el tema.
Se acercó a la puerta y tomó dos pequeñas manzanas de la cesta. Su madre solía llevar allí las que estaban demasiado maduras para comer, parecía que a los caballos no les importaba demasiado esto. Volvió junto a su abuela y le ofreció una a la esquelética yegua.
— Padre me ha preguntado por Eorl — dijo mirando a la anciana — ¿Le habéis visto, abuela?
Se acercó entonces a uno de los recintos, donde estaba su caballo. El gran caballo castaño se acercó a la puerta y soltó un corto relincho mientras cabeceaba tratando de alcanzar a Éothain.
— No, no. Ahora no vamos a salir, Hasenn — dijo el joven acariciándole la cabeza — ¿Qué tal estas peludo? — preguntó dándole la segunda manzana.
Se mantuvo un momento con el caballo y, despidiéndose de él con unas suaves palmadas en el cuello, se dirigió a la escalera y subió para preparar la cuerda de la polea. Dio un empujón al enorme ventano de madera y se asomó hacia abajo para comprobar que los numerosos sacos de heno le esperaban allí abajo, en el patio trasero, donde todavía su madre se ocupaba de alimentar a las gallinas y conejos.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
- Buenos días, hijo -dijo la abuela dirigiéndole una sonrisa afable que desapareció al oír hablar de su nieto mayor.- Si Ealdred vuelve mañana -dijo- más le valdrá quedarse poco tiempo o no podrá irse más -dijo en un tono ambiguo que Éothain no supo interpretar. La abuela parecía algo molesta pero pareció darse cuenta de que su reacción estaba fuera de lugar, porque corrigió al instante.- Hablaré con tu madre para que me preparar una buena comilona. Seguro que viene cansado -sonrió, aunque esta vez era una sonrisa algo forzada.
La abuela siguió cepillando hasta que el nieto preguntó por el más pequeño.
- Sí, sé donde está. O dónde se supone que debe estar -contestó.- Sus amigos han venido a buscarlo de buena mañana. Ese par de... -calló antes de decir algo desagradable, los amigos de su nieto no le gustaban- críos -dijo al final.- Querían ir a las puertas de la ciudad a ver quién entraba y salía de ella. Ya sabes, a su edad lo encuentran divertido... -dijo como si la acción necesitara ser justificada.- Aunque tu hermano ya tiene edad de ir pensando en cosas más serias... -completó. En el tono podía leerse claramente un y tú también.
La abuela calló por fin mientras miraba de reojo como Éothain se encargaba de sus quehaceres.
La abuela siguió cepillando hasta que el nieto preguntó por el más pequeño.
- Sí, sé donde está. O dónde se supone que debe estar -contestó.- Sus amigos han venido a buscarlo de buena mañana. Ese par de... -calló antes de decir algo desagradable, los amigos de su nieto no le gustaban- críos -dijo al final.- Querían ir a las puertas de la ciudad a ver quién entraba y salía de ella. Ya sabes, a su edad lo encuentran divertido... -dijo como si la acción necesitara ser justificada.- Aunque tu hermano ya tiene edad de ir pensando en cosas más serias... -completó. En el tono podía leerse claramente un y tú también.
La abuela calló por fin mientras miraba de reojo como Éothain se encargaba de sus quehaceres.
Yavanna- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Tharbad] La buena vida [1 de Octubre]
Éothain miró hacia abajo y por un momento se sintió tentado de saltar sobre los sacos de heno o usar la cuerda de la polea para descolgarse hasta el suelo, pero con su abuela en el establo y su madre en el patio, prefería no tener que soportar sermones sobre su integridad física. Dejó caer la cuerda y se encaminó a la escalera para bajar con agilidad.
— ¿A qué os referís con eso, abuela? — preguntó sin detenerse, tratando de aparentar que no le daba importancia — ¿Por qué no podría volver a marcharse Ealdred?
Pensó que aquello no era malo del todo, tener allí a su hermano sería algo que realmente le agradaría. Salió por la puerta trasera y cogió la cuerda para prepararla sobre el suelo. Colocó uno a uno cuatro grandes sacos de heno sobre la cuerda y utilizó el gancho de hierro para engancharla sobre sí misma, de modo que los sacos quedaran en el interior del pliegue de la cuerda. Se aseguró con un par de tirones de que estaba bien enganchada y comenzó a elevar el gran fardo con ayuda de la polea. A pesar del volumen que ocupaban los sacos, Éothain calculó que no había más de veinte o veintidós kilogramos, por lo que sin demasiado esfuerzo logró elevarlos hasta el ventano. Ató la cuerda para evitar que los sacos cayeran cuando soltara la cuerda y se adentró de nuevo en el establo.
— ¿A las puertas? — preguntó cuando pasó cerca de su abuela en dirección a la escalera — Espero que no se les ocurra salir de la ciudad — se detuvo un momento y miró a la anciana — A la puerta sur, espero, Eorl sabe que a padre no le gusta que cruce el rio.
Habia captado perfectamente el tono de su abuela y comprendía el significado, pero decidió ignorarlo. Cumplia sus obligaciones en el almacén y el establo, el resto del tiempo le pertenecía y, ya que su familia había decidido no compartir ciertas cosas con él, no veía necesario pensar en “cosas más serias”.
Subió la escalera y se asomó hasta alcanzar el fardo, tiró de él hasta que estuvo sobre la superficie de madera y soltó el gancho. Dejó dos de los sacos apoyados contra un lateral y vació los otros dos en el centro del altillo para gastarlo pronto. Con aquellos cuatro sacos tendrían suficiente para, al menos, dos días, aún así, decidió repetir la operación. De aquel modo, no tendría que volver a hacerlo dos días después.
— ¿A qué os referís con eso, abuela? — preguntó sin detenerse, tratando de aparentar que no le daba importancia — ¿Por qué no podría volver a marcharse Ealdred?
Pensó que aquello no era malo del todo, tener allí a su hermano sería algo que realmente le agradaría. Salió por la puerta trasera y cogió la cuerda para prepararla sobre el suelo. Colocó uno a uno cuatro grandes sacos de heno sobre la cuerda y utilizó el gancho de hierro para engancharla sobre sí misma, de modo que los sacos quedaran en el interior del pliegue de la cuerda. Se aseguró con un par de tirones de que estaba bien enganchada y comenzó a elevar el gran fardo con ayuda de la polea. A pesar del volumen que ocupaban los sacos, Éothain calculó que no había más de veinte o veintidós kilogramos, por lo que sin demasiado esfuerzo logró elevarlos hasta el ventano. Ató la cuerda para evitar que los sacos cayeran cuando soltara la cuerda y se adentró de nuevo en el establo.
— ¿A las puertas? — preguntó cuando pasó cerca de su abuela en dirección a la escalera — Espero que no se les ocurra salir de la ciudad — se detuvo un momento y miró a la anciana — A la puerta sur, espero, Eorl sabe que a padre no le gusta que cruce el rio.
Habia captado perfectamente el tono de su abuela y comprendía el significado, pero decidió ignorarlo. Cumplia sus obligaciones en el almacén y el establo, el resto del tiempo le pertenecía y, ya que su familia había decidido no compartir ciertas cosas con él, no veía necesario pensar en “cosas más serias”.
Subió la escalera y se asomó hasta alcanzar el fardo, tiró de él hasta que estuvo sobre la superficie de madera y soltó el gancho. Dejó dos de los sacos apoyados contra un lateral y vació los otros dos en el centro del altillo para gastarlo pronto. Con aquellos cuatro sacos tendrían suficiente para, al menos, dos días, aún así, decidió repetir la operación. De aquel modo, no tendría que volver a hacerlo dos días después.
Eothain- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 27/01/2013
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