[Serles Nimraith] Hojas de otoño [1 de Octubre]

— Yo iré — dijo Eldannar de pronto.

La mirada de Althärien se clavó en su hermano, en una muda suplica para que callase. Si tenia que proteger a Nïriel no podría acompañarlo a él.

— Yo iré a Mithlond — repitió el joven elfo — Le contaré a Cirdan lo que has interpretado, padre, y buscaré su sabiduría. Tal vez el sepa algo del pueblo de Durin.

Althärien se dispuso a contestar a su hermano, cuando el guardia anunció a Belegril. Saludó al elfo del Bosque Negro con un cabeceo.

— Encontrar un enano en una montaña puede ser tan complicado como encontrar a un elfo en un bosque… Encontrar un asentamiento enano con las puertas cerradas es casi imposible — miró entonces a Nïriel — Sin embargo, si los Valar han mandado ese mensaje, puede que también guíen nuestros pasos.

Quedó a la expectativa entonces. Si Belegril necesitaba ayuda, se presentaría voluntario. Si Nïriel iba con él, la escolta seria mayor. Respecto a Eldannar, esperaba que su padre no le dejase ir, no solo al menos.

- Eldannar, acabas de oír mi opinión respecto al viaje a Mithlond. Y no me parece menos peligroso en el caso de que seas tú quien realice ese viaje. No. No aconsejaba a mi amigo mandar a su hija por ese camino y no permitiré que sea mi hijo quien lo ande.

Lithien miró a Thoronnir en busca de apoyo. Al final, por supuesto, él era quien tenía la última palabra. Cuando habló, sin embargo, Thoronnir no miraba a Eldannar sino a su hija.

- Los temblores de la tierra... venían de las montañas. De eso estoy seguro. No habríamos podido notarlos de no ser así -dijo pensativo. Las palabras de su hija habían hecho encajar las piezas en su cabeza.- Tienes razón. Puede que Aulë se haya puesto en contacto con ellos, como Elbereth con nosotros y nos hayan querido señalar que están dispuestos a recibirnos. Los enanos... nunca han sido un pueblo amigo de los elfos, pero no sería la primera vez que se unen a nosotros por una misma causa, ¿no es así? -preguntó dirigiendo su mirada a Belegril.- Si estás seguro de poder encontrar su rastro, vuestro objetivo será rastrear las montañas. Éstas -dijo señalando a su alrededor.- Si es cierto que moran en ellas y nos han enviado una señal, los encontraréis. Les explicaréis lo que sabemos y escucharéis lo que os digan sin mostraros hostiles aunque ellos lo sean -especificó.- Si no están o no los encontráis significará que no somos dignos de la tarea que Varda nos encomienda. En ese caso -el elfo miró por fin a Eldannar- deberemos buscar el consejo de Cirdan. Mientras ellos buscan a los enanos quiero que te encargues de liderar a los exploradores. Hay que encontrar la manera más segura de dejar el bosque sin entrar en batalla. Y comprobar si los caminos que antaño usábamos para ir a los Puertos siguen siendo seguros.

Eldannar se adelantó hasta quedar delante de Thoronnir e hincó una rodilla sobre la superficie del flet.

— Así lo haré, hir nin — aseguró el joven elfo — Comprobaremos los caminos y, en caso de ser transitables, buscaré el consejo del sabio Círdan.

Althärien que había permanecido con la mirada clavada en su hermano mientras hablaba, la dirigió entonces hacia su padre. Pudo ver que aquello le disgustaba, probablemente tanto como a él, pero el señor de los Galadhrim había hablado. Probablemente Lithien le recriminaría su decisión, pero jamás lo haría delante de sus hijos y, todavía menos, de Belegril del Bosque Negro.

Althärien miró a Nïriel de reojo. Por un segundo pensó en pedirle a Thoronnir que dejara a Nïriel allí, a salvo, pero sabía que si lo hacía, la elfa no se lo perdonaría.

— Haré que Velephin te acompañe, hermano — dijo Althärien entonces, esperando que su padre comprendiera — Conoce el bosque y los caminos que llevan a Mithlond, te será de utilidad — miró a Lithien y después a Thoronnir — Si no ordenáis nada más, señor Thoronnir, mi hermano y yo nos dispondremos a preparar ambas partidas — concluyó con una leve reverencia.