[Hobbiton] Parterres y enredaderas (4 Octubre, hora de la merienda)

Friadoc tenía un séquito de hobbits que atendía sus exigencias. Estos ciudadanos de La Comarca se consideraban a sí mismos muy afortunados, pues estaban exentos del trabajo en las plantaciones y Maggot no era un jefe duro, aunque sí exigente.

Podía levantarse en medio de la noche y decidir que las alfombrillas de la entrada de los agujeros de Hobbiton debían ser cambiadas y pasar a ser de enea en lugar de esparto y sus asistentes debían recorrer las calles de inmediato de puerta en puerta. Aunque claro está que en Hobbiton no había calles como en otros lugares, sino caminos donde los agujeros aprovechaban la naturaleza misma para integrarse en el paisaje, con lo que tenías uno aquí y otro allí, lo que no simplificaba el proceso. Pero esto era sólo un ejemplo, y otros muchos caprichos se le ocurrían cada día al que se llamaba a si mismo Señor de Hobbiton. Debía hacerlo por el bien de la comunidad y para calmar sus nervios, decía. Los felpudos eran muy importantes. ¿Y si el Sr. Zarquino decidía hacer una inspección? El hobbit vivía en un permanente estado de ansiedad, lo que según decían sus vecinos, era el causante de su delgadez. Era lógico, ningún hobbit que sirviera a Saruman podría ser un hobbit feliz, ahí estaba la prueba para el que quisiera mirar.

Esa tarde, una nueva idea asaltó de golpe a Friadoc Maggot, que se alzó súbitamente del diván donde había estado durmiendo una agitada siesta. ¡Sólo quedaban 13 años para el Tricentenario de la Victoria del Señor Sauron!

- ¡Debemos celebrar una fiesta en su honor e invitar a Sauron! - gritó el hobbit con los ojos iluminados de alegría. -¡Toma ya, Merum! ¿Quién va a ser el mejor Alcalde ahora?