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(Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
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(Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Era de madrugada en la zona entre Bree y las Quebradas del sur. El rebelde patrullaba el familiar camino que llevaba hasta la guarida secreta donde se escondía su grupo de rebeldes. La noche era clara aunque fría y el curtido montañés se acuclilló a descansar en el borde del camino, semi oculto entre la maleza. En un árbol cercano ululó una lechuza, pero el hombre la ignoró. Sacó su pipa del morral y la encendió con la habilidad del fumador experto, y el pequeño resplandor de hierba ardiendo iluminó sus mejillas sin afeitar y unos labios que hacía tiempo que no sonreían. Inhaló satisfecho la primera bocanada. La hierba era difícil de conseguir, pero había formas de obtenerla si conocías a las personas adecuadas. Alden sintió una punzada de inquietud, se suponía que no debían fumar durante las guardias, pero la noche era aburrida y se permitía saltarse las normas. Reflexionó, allí oculto al borde del camino, sobre los acontecimientos del día. Había dedicado la jornada a tareas de exploración con su grupo cerca del Camino Verde. Habían observado el trasiego habitual de carros de hierba hacia Isengard. Llevaba tiempo dándole vueltas a la idea de que uno de esos carros se perdiera. Aunque no fuera un acto noble, a su grupo le vendría muy bien ganar algunas monedas que usar para conseguir víveres, monturas y armas. Estaba perdido en ese pensamiento cuando un crujido lo alertó y se apresuró a apagar su pipa. Alguien se acercaba.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Aldebrán había hecho una de las vueltas absurdas que solía hacer para llegar a su destino, y fue dejando pistas falsas, tal y como había aprendido, para despistar a cualquier perseguidor. Un tramo que podía hacerlo en poco menos de tres horas le tomaba cerca de cinco, pero valía la pena: nunca lo habían atrapado.
El cielo a medio nublar mostraba un pálido firmamento estrellado, y una fría brisa otoñal surcaba los aires de norte a sur. "Parece que va a despejar", pensaba mientras caminaba, "pero las temperaturas seguirán descendiendo". Cuando se fue acercando hacia uno de los puntos de guardia, sintió un aroma conocido y que no solía oler a estas horas. Antes de dejar a su mente divagar sobre qué podía ser, prefirió tomar su espada y acelerar el paso. Antes de poder estar realmente cerca, tomó tres piedras del suelo y las lanzo a diferentes arbustos cercanos, una tras otra, para luego acercarse por el lado opuesto y sorprender a la persona que estuviese fumando... fuese quien fuese.
No tardó mucho en poner su daga en el cuello de Alden, para sorprenderlo y darle un escarmiento.
- La próxima vez no tendrás tanta suerte, Alden. No es momento de confiarse en la calma del lugar para fumar -dijo Aldebrán en tono severo-. ¿Qué habrías hecho si era un enemigo?
Dejó su daga de vuelta en su bolsillo de cuero, y se sentó silenciosamente junto a su compañero. Quería descansar, y no tenía compañía desde hacía varias horas.
- ¿Cómo ha ido todo por acá? ¿A qué se debe tanta calma?
El cielo a medio nublar mostraba un pálido firmamento estrellado, y una fría brisa otoñal surcaba los aires de norte a sur. "Parece que va a despejar", pensaba mientras caminaba, "pero las temperaturas seguirán descendiendo". Cuando se fue acercando hacia uno de los puntos de guardia, sintió un aroma conocido y que no solía oler a estas horas. Antes de dejar a su mente divagar sobre qué podía ser, prefirió tomar su espada y acelerar el paso. Antes de poder estar realmente cerca, tomó tres piedras del suelo y las lanzo a diferentes arbustos cercanos, una tras otra, para luego acercarse por el lado opuesto y sorprender a la persona que estuviese fumando... fuese quien fuese.
No tardó mucho en poner su daga en el cuello de Alden, para sorprenderlo y darle un escarmiento.
- La próxima vez no tendrás tanta suerte, Alden. No es momento de confiarse en la calma del lugar para fumar -dijo Aldebrán en tono severo-. ¿Qué habrías hecho si era un enemigo?
Dejó su daga de vuelta en su bolsillo de cuero, y se sentó silenciosamente junto a su compañero. Quería descansar, y no tenía compañía desde hacía varias horas.
- ¿Cómo ha ido todo por acá? ¿A qué se debe tanta calma?
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Si bien Alden estaba alerta y oyó a la perfección el sonido de las piedras lanzadas por Aldebrán no descubrió el engaño a tiempo antes de encontrarse con el filo de una daga en su garganta.
- Matalobos...- murmuró aliviado al reconocer a su compañero. Avergonzado por su insensatez, no puso excusas pues tenía el susto bien merecido. Si hubiera sido otro, ya estaría muerto.
Ya más calmado, guardó la pipa que casi le cuesta la vida en un bolsillo de la capa y sin mirar a su interlocutor jugueteó con la hierba rala a los pies del arbusto que le servía de escondite.
- El grupo de Haleth salió esta mañana a inspeccionar el camino entre Moscagua y el Bosque de Chez. Deben estar al caer. Nos habían llegado rumores de una patrulla de orcos de Isengard en los alrededores. Si son numerosos, volverán para planear un ataque mañana y acabar con esas alimañas. No me vendría mal un poco de acción, para ser sincero. ¿Cómo están las cosas por Bree, amigo?
- Matalobos...- murmuró aliviado al reconocer a su compañero. Avergonzado por su insensatez, no puso excusas pues tenía el susto bien merecido. Si hubiera sido otro, ya estaría muerto.
Ya más calmado, guardó la pipa que casi le cuesta la vida en un bolsillo de la capa y sin mirar a su interlocutor jugueteó con la hierba rala a los pies del arbusto que le servía de escondite.
- El grupo de Haleth salió esta mañana a inspeccionar el camino entre Moscagua y el Bosque de Chez. Deben estar al caer. Nos habían llegado rumores de una patrulla de orcos de Isengard en los alrededores. Si son numerosos, volverán para planear un ataque mañana y acabar con esas alimañas. No me vendría mal un poco de acción, para ser sincero. ¿Cómo están las cosas por Bree, amigo?
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Aldebrán se mantuvo en silencio oyendo a su compañero, y tardó en responder al creer haber oído un sonido más abajo en la ladera. Hizo un gesto a Alden para que se mantuviera en silencio, y se dirigió unos pasos hacia el noreste para dar con el causante. Afortunadamente, resultó ser no más que una liebre. Aldebrán pensó que pudo haber sido una excelente cena, pero no quería arriesgarse a cazar en este momento.
Al volver junto a Alden, se arropó en su larga capa y respondió: - Bree está... como siempre. La guardia ha aumentado en número, y me siento cada vez más inseguro bajando hasta allá. La gente sufre y al Gran Cerdo no le importa, y continúa sus abusos. Y... -e hizo una pausa, le daba asco e impotencia sólo pensar en esto-... las ejecuciones no se han detenido. La gente hasta teme hablar de ello -y recordó la palidez del rostro de una señora a la que Aldebrán preguntó en su camino de salida.
Sus pensamientos entonces se dirigieron hacia el grupo de Haleth y los orcos a los que debían enfrentar. Esperaba que volvieran con bien.
Al volver junto a Alden, se arropó en su larga capa y respondió: - Bree está... como siempre. La guardia ha aumentado en número, y me siento cada vez más inseguro bajando hasta allá. La gente sufre y al Gran Cerdo no le importa, y continúa sus abusos. Y... -e hizo una pausa, le daba asco e impotencia sólo pensar en esto-... las ejecuciones no se han detenido. La gente hasta teme hablar de ello -y recordó la palidez del rostro de una señora a la que Aldebrán preguntó en su camino de salida.
Sus pensamientos entonces se dirigieron hacia el grupo de Haleth y los orcos a los que debían enfrentar. Esperaba que volvieran con bien.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Cuando su compañero le hizo una seña y se alejó unos metros, esperó pacientemente. La lechuza ululó de nuevo y alzó el vuelo hacia el noroeste, en busca quizá de la liebre que había alertado a Aldrebrán. El destino parecía querer que el pobre animal fuera la cena de alguien.
Alden sacudió la cabeza ante las noticias de la ciudad. Se sentía impotente, no eran pocos los amigos o conocidos que habían sido ejecutados por Helechal.
- Ese malnacido... ojalá pudiéramos darle su merecido. -expresó su ira en el tono con que dijo las palabras. -Deberíamos hacer algo, Matalobos. Eso se supone que hace la resistencia. Mañana hablaré ante todos, no podemos permitir que esto continúe. ¿Me apoyarás?
Esperaba que lo hiciera, todos en el grupo sabían del odio del rebelde hacia el señor de Bree.
Antes de que pudiera responder a la propuesta, ambos oyeron con claridad el sonido de un hombre que se acercaba.
Alden sacudió la cabeza ante las noticias de la ciudad. Se sentía impotente, no eran pocos los amigos o conocidos que habían sido ejecutados por Helechal.
- Ese malnacido... ojalá pudiéramos darle su merecido. -expresó su ira en el tono con que dijo las palabras. -Deberíamos hacer algo, Matalobos. Eso se supone que hace la resistencia. Mañana hablaré ante todos, no podemos permitir que esto continúe. ¿Me apoyarás?
Esperaba que lo hiciera, todos en el grupo sabían del odio del rebelde hacia el señor de Bree.
Antes de que pudiera responder a la propuesta, ambos oyeron con claridad el sonido de un hombre que se acercaba.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
"¿Hacer algo? Claro que sí, tenemos que hacer algo", pensó Aldebrán. Su pecho ardía de emoción por la idea, pero ya no era tan joven e impulsivo. "Lamentablemente, el riesgo es inmensamente alto si fallamos, y más que para nosotros es para quienes aún residan en Bree."
La situación de verdad que era complicada. La simple idea de acabar con la tiranía en las tierras de Bree emocionaba a Aldebrán, y sabía que no era el único, pero también era consciente de las consecuencias que ello traería. Si lograban vencer esta batalla, nada impedía que las tropas del Señor Oscuro cayeran sobre ellos como hormigas sobre un terrón de azúcar.
- ¿Sabes, Alden? Tal vez sea-- -pero se interrumpió. Algo se acercaba, y esta vez no era un animal. Se puso alerta, separándose de Alden un poco, empuñó su espada y esperó.
La situación de verdad que era complicada. La simple idea de acabar con la tiranía en las tierras de Bree emocionaba a Aldebrán, y sabía que no era el único, pero también era consciente de las consecuencias que ello traería. Si lograban vencer esta batalla, nada impedía que las tropas del Señor Oscuro cayeran sobre ellos como hormigas sobre un terrón de azúcar.
- ¿Sabes, Alden? Tal vez sea-- -pero se interrumpió. Algo se acercaba, y esta vez no era un animal. Se puso alerta, separándose de Alden un poco, empuñó su espada y esperó.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Por el camino que ascendía la loma se acercaba un hombre de cabellos a la altura de los hombros. Lo reconocieron pronto como un miembro del grupo de Haleth y avanzaba sin ningún disimulo, arrastrando su espada y ligeramente encorvado, trastabillando y parando a cada poco. Apenas a 200 metros de la posición donde los dos rebeldes se encontraban cayó de rodillas. Intentó levantarse ayudado por las manos, y la luz de la luna les permitió ver el esfuerzo que suponía en su rostro.
Alden se colgó de nuevo el arco y echó a correr colina abajo hasta llegar a su compañero. Se arrodilló y lo sostuvo. Era Roderick, un guerrero curtido de sienes plateadas que llevaba en el grupo desde sus inicios. No eran pocas las escaramuzas luchadas juntos y los ojos de Alden se llenaron de tristeza.
- El Roddy, amigo. ¿Me oyes? - dijo con voz grave aunque temía que fuera muy tarde.
Alden se colgó de nuevo el arco y echó a correr colina abajo hasta llegar a su compañero. Se arrodilló y lo sostuvo. Era Roderick, un guerrero curtido de sienes plateadas que llevaba en el grupo desde sus inicios. No eran pocas las escaramuzas luchadas juntos y los ojos de Alden se llenaron de tristeza.
- El Roddy, amigo. ¿Me oyes? - dijo con voz grave aunque temía que fuera muy tarde.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Al ver Aldebrán a Roderick caer de rodillas, sólo pudo pensar en una cosa: "Mierda...". No tardó en correr colina abajo tras de Alden, y se arrodilló junto a él.
- Maldición, Roderick. No desistas, sigue con nosotros.
"Si tan solo mi hermana estuviese aquí...", pensó con impotencia.
- Alden, tenemos que hacer algo. ¿Ves alguna herida? -y se dedicó a revisar por alguna marca de sangre-. Roderick, cuéntame, ¿qué pasó? -. El rebelde empezaba a impacientarse, no quería perderlo.
Buscó entre sus cosas si aún le quedaba agua para darle, mientras pensaba en lo que podía haber pasado con las tropas de Haleth. Después de darle algunos sorbos de agua, Aldebrán notó que ya era demasiado tarde. Murmuró unas palabras de consuelo en voz baja y se alejó unos pasos de sus camaradas y miró colina abajo.
"Alguien debe seguirlo. De ser así, pagará ahora mismo."
- Maldición, Roderick. No desistas, sigue con nosotros.
"Si tan solo mi hermana estuviese aquí...", pensó con impotencia.
- Alden, tenemos que hacer algo. ¿Ves alguna herida? -y se dedicó a revisar por alguna marca de sangre-. Roderick, cuéntame, ¿qué pasó? -. El rebelde empezaba a impacientarse, no quería perderlo.
Buscó entre sus cosas si aún le quedaba agua para darle, mientras pensaba en lo que podía haber pasado con las tropas de Haleth. Después de darle algunos sorbos de agua, Aldebrán notó que ya era demasiado tarde. Murmuró unas palabras de consuelo en voz baja y se alejó unos pasos de sus camaradas y miró colina abajo.
"Alguien debe seguirlo. De ser así, pagará ahora mismo."
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Los que se hacían llamar rebeldes en esos tiempos estaban acostumbrados a perder a sus amigos, su familia, sus compañeros, pero eso no quería decir que cada muerte gratuita e injusta no les doliera. Alden, que sostenía a Roderick, cerró los ojos con fuerza como conteniendo unas lágrimas que ya no era capaz de llorar. Su amigo ya estaba de camino a las estancias de Mandos, donde seguramente lo esperarían sus seres queridos para llevarlo al lugar del eterno descanso. Con una delicadeza impropia de un hombre tan rudo, dejó el cuerpo inerte sobre la hierba.
- Aldebrán.-llamó.- Llevémoslo al refugio. Allí decidiremos qué hacer.
- Aldebrán.-llamó.- Llevémoslo al refugio. Allí decidiremos qué hacer.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Aldebrán y Alden se pusieron sus capuchas y cargaron el cuerpo de Roderick colina arriba, a través de los matorrales y rocas que adornaban el lugar. Se estaban adentrando en el otoño, y la hierba ya empezaba a notarse algo más pálida. Desafortunadamente, el cielo estaba oscuro y nublado, lo que hacía difícil ver de noche y complicaba el avance de los rebeldes.
El andar duró casi una hora, con descansos intermitentes debido a la pesada carga. A medida que se acercaban a su destino, los dos hombres pensaban en lo injusto que era la situación, en lo difícil que era esa época, y que, sin duda alguna y a pesar de todo, alguien debía de pagar por lo que acababa de ocurrir.
Al llegar frente a unas grandes rocas que protegían -pero no impedían- el paso hacia un desfiladero, los dos hombres dejaron el cuerpo en el suelo y se miraron. Aldebrán emitió un sonido un tanto peculiar, que le había costado mucho aprender, pero que ya ahora conocía sin problemas: era el anuncio de llegada. Sonaba como el ulular de un búho, pero con un extraño gorgoteo que daba la impresión que se encontraba bajo el agua. El sonido no era muy largo, porque era difícil de emitir y el aire se agotaba rápido.
No pasó mucho para que una de las varias rocas se moviera a un costado del desfiladero, y de él salieran dos figuras encapuchadas a recibir a Alden y Aldebrán, que ya estaban muy cansados. Sin intercambiar muchas palabras, hicieron cambios en la carga del cuerpo y las antorchas, y se adentraron en la cueva.
Al final de la misma se abría un paraje bastante particular: un pequeño claro rodeado de rocas y árboles, que servía actualmente de refugio para los cerca de doce rebeldes a las fuerzas de Sauron en las Tierras de Bree. El claro se coronaba por una capa de nubes, esta vez sin estrellas; para algunos un mal augurio.
Debido a lo ocurrido con el grupo de Haleth, los rebeldes eran sólo seis en ese momento. No sabían del destino de sus compañeros, pero esperaban lo peor.
- Tenemos que hacer algo, comenzando por un funeral como es debido para Roderick -dijo Blad, uno de los más altos del grupo, cuyo corazón solía ser más rápido y fuerte que su razón.
- ¿Qué pasará con el grupo de Haleth? ¿Vamos a abandonarles a su suerte? -preguntó algo ofuscado Estian, un tipo bajo y delgado, el más joven y ágil del grupo.
Dalrod, líder del grupo, observaba silente la escena, sin perder ningún detalle. Aldebrán no podía sacar los ojos de encima al cuerpo de Roderick, y de cuando en cuando imaginaba a su hermana allí, y sentía cómo un ardor le recocrría la nuca.
- Dalrod -interrumpió Aldebrán, alzando la voz-, esto ya no puede continuar. Si Roderick fue el único que escapó, habremos perdido ya más casi dos tercios de nuestras fuerzas en menos de un mes.
Inmediatamente, murmullos llenaron el lugar. Aldebrán tenía razón, pero eso no solucionaba la situación. Pacientemente, Aldebrán cesó su intento por incentivar al grupo y esperó a que Dalrod diese su veredicto.
El andar duró casi una hora, con descansos intermitentes debido a la pesada carga. A medida que se acercaban a su destino, los dos hombres pensaban en lo injusto que era la situación, en lo difícil que era esa época, y que, sin duda alguna y a pesar de todo, alguien debía de pagar por lo que acababa de ocurrir.
Al llegar frente a unas grandes rocas que protegían -pero no impedían- el paso hacia un desfiladero, los dos hombres dejaron el cuerpo en el suelo y se miraron. Aldebrán emitió un sonido un tanto peculiar, que le había costado mucho aprender, pero que ya ahora conocía sin problemas: era el anuncio de llegada. Sonaba como el ulular de un búho, pero con un extraño gorgoteo que daba la impresión que se encontraba bajo el agua. El sonido no era muy largo, porque era difícil de emitir y el aire se agotaba rápido.
No pasó mucho para que una de las varias rocas se moviera a un costado del desfiladero, y de él salieran dos figuras encapuchadas a recibir a Alden y Aldebrán, que ya estaban muy cansados. Sin intercambiar muchas palabras, hicieron cambios en la carga del cuerpo y las antorchas, y se adentraron en la cueva.
Al final de la misma se abría un paraje bastante particular: un pequeño claro rodeado de rocas y árboles, que servía actualmente de refugio para los cerca de doce rebeldes a las fuerzas de Sauron en las Tierras de Bree. El claro se coronaba por una capa de nubes, esta vez sin estrellas; para algunos un mal augurio.
Debido a lo ocurrido con el grupo de Haleth, los rebeldes eran sólo seis en ese momento. No sabían del destino de sus compañeros, pero esperaban lo peor.
- Tenemos que hacer algo, comenzando por un funeral como es debido para Roderick -dijo Blad, uno de los más altos del grupo, cuyo corazón solía ser más rápido y fuerte que su razón.
- ¿Qué pasará con el grupo de Haleth? ¿Vamos a abandonarles a su suerte? -preguntó algo ofuscado Estian, un tipo bajo y delgado, el más joven y ágil del grupo.
Dalrod, líder del grupo, observaba silente la escena, sin perder ningún detalle. Aldebrán no podía sacar los ojos de encima al cuerpo de Roderick, y de cuando en cuando imaginaba a su hermana allí, y sentía cómo un ardor le recocrría la nuca.
- Dalrod -interrumpió Aldebrán, alzando la voz-, esto ya no puede continuar. Si Roderick fue el único que escapó, habremos perdido ya más casi dos tercios de nuestras fuerzas en menos de un mes.
Inmediatamente, murmullos llenaron el lugar. Aldebrán tenía razón, pero eso no solucionaba la situación. Pacientemente, Aldebrán cesó su intento por incentivar al grupo y esperó a que Dalrod diese su veredicto.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Dalrod eran un líder firme y austero. Aunque no le costaba dar órdenes sabía escuchar, y eso hizo al contemplar el cuerpo de su fiel compañero Roderick y la posibilidad que el resto del grupo de Haleth hubiera corrido la misma suerte. Estaban débiles, y cada día de lucha acechaba con ser el último para los rebeldes. La pérdida de sus hombres era una desgracia, pero los que quedaban tenían razón al instarlo a tomar medidas. Después de varios minutos de reflexión silenciosa pareció tomar un resolución, pues su ojos claros parecieron más fríos y sus rasgos adoptaron una expresión determinada.
- Compañeros.- dijo situándose a los pies del caído.- Aquí tenéis a un valiente que pudo rendirse y no lo hizo. Con un esfuerzo que pocos de nosotros sería capaz de hacer vino hasta aquí para avisarnos. Le daremos sepultura esta noche y al alba partiremos. Dos de nosotros buscarán nuevos aliados, pues no podemos sobrevivir siento apenas media docena y nuestra causa debe prevalecer. Los demás rastrearemos las huellas que Roderick nos ha dejado hasta el lugar de la lucha, para averiguar lo que podamos. Yo lideraré el rastreo. Estian, te ocuparás del reclutamiento. ¿Quién me acompañará?
Esperó paciente la respuesta, pues sabía que un hombre que asumía su tarea libremente la cumpliría con mayor fervor. Estian aceptó la noticia de que lideraría uno de los grupos con orgullo. Se había demostrado que Dalrod confiaba en él y no lo decepcionaría. Sin perderse nada de lo que sus compañeros dirían se alejó hasta la pared, donde en el suelo había un cuenco con agua. Humedeció un paño y con el lavó el noble rostro del caído, que aunque ensangrentado, parecía estar en paz.
- Compañeros.- dijo situándose a los pies del caído.- Aquí tenéis a un valiente que pudo rendirse y no lo hizo. Con un esfuerzo que pocos de nosotros sería capaz de hacer vino hasta aquí para avisarnos. Le daremos sepultura esta noche y al alba partiremos. Dos de nosotros buscarán nuevos aliados, pues no podemos sobrevivir siento apenas media docena y nuestra causa debe prevalecer. Los demás rastrearemos las huellas que Roderick nos ha dejado hasta el lugar de la lucha, para averiguar lo que podamos. Yo lideraré el rastreo. Estian, te ocuparás del reclutamiento. ¿Quién me acompañará?
Esperó paciente la respuesta, pues sabía que un hombre que asumía su tarea libremente la cumpliría con mayor fervor. Estian aceptó la noticia de que lideraría uno de los grupos con orgullo. Se había demostrado que Dalrod confiaba en él y no lo decepcionaría. Sin perderse nada de lo que sus compañeros dirían se alejó hasta la pared, donde en el suelo había un cuenco con agua. Humedeció un paño y con el lavó el noble rostro del caído, que aunque ensangrentado, parecía estar en paz.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Aldebrán dio un paso al frente, hacia su líder.
- Yo iré vos, Dalrod -dijo Aldebrán solemne y serio. Estaba decidido y no necesitaba decir más.
- Yo iré vos, Dalrod -dijo Aldebrán solemne y serio. Estaba decidido y no necesitaba decir más.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Cuando Aldebrán fue el primero en expresar su deseo de acompañar al líder, éste manifestó su acuerdo con un gesto de la cabeza. Alden se ofreció a viajar con Estian y todo estuvo decidido pronto. Comenzaron entonces a preparar el sepelio de Roderick, turnándose para abrir un cobijo en la tierra que contendría al guerrero. Trabajaron duro esa noche y al alba se despidieron del compañero caído. Después se movieron rápido y en silencio, preparando sus armas y víveres.
Estian y Alden marcharon primero con los mejores deseos de sus compañeros en dirección a Fornost, donde esperaban encontrar hombres deseosos de unirse a su causa. Después el grupo de Dalrod se puso en marcha. No sabían si volverían a ese lugar y fueron muchos los objetos útiles que tuvieron que dejar atrás. Pero el líder no volvió la vista atrás.
Llegaron al cabo de más de media hora al punto donde la noche anterior Alden y Aldebrán habían encontrado a Roderick e inspeccionaron el terreno. El rastro dejado por el herido era claro para unos ojos que sabían lo que buscaban. El caminar pesado y errático del compañero caído hacía sencillo el rastreo, pues las hierbas aplastadas o las gotas de sangre dejadas por el camino eran pistas inconfundibles. Siguieron de manera inversa el camino marcado por la agonía del guerrero y según avanzaban éste se hacía menos claro. Pasaron las horas y el sol se alzaba en el cielo indicando el medio día, aunque parecía no calentar.
Dejaban a la derecha Moscagua cuando el rastro desapareció, apareciendo de nuevo a unos metros. Continuaba de forma intermitente hasta el borde del Bosque de Chez. A lo lejos vieron una bandada de cuervos revolotear en torno a un punto en la linde del bosque.
Con una seña Dalrod indicó a sus hombres que se acercarían allí con sigilo y precaución, pues el rastro era ya muy débil e indicaba esa dirección. No tardaron mucho en llegar y Dalrod contempló en silencio el horror que allí se les presentaba. Las cabezas de sus compañeros, el grupo de Haleth, miraban con las cuencas vacías desde las picas orcas en las que habían sido ensartadas. Aunque los cuervos habían hecho su trabajo, aún era posible reconocerlos. Faltaba uno. Haleth no estaba.
Estian y Alden marcharon primero con los mejores deseos de sus compañeros en dirección a Fornost, donde esperaban encontrar hombres deseosos de unirse a su causa. Después el grupo de Dalrod se puso en marcha. No sabían si volverían a ese lugar y fueron muchos los objetos útiles que tuvieron que dejar atrás. Pero el líder no volvió la vista atrás.
Llegaron al cabo de más de media hora al punto donde la noche anterior Alden y Aldebrán habían encontrado a Roderick e inspeccionaron el terreno. El rastro dejado por el herido era claro para unos ojos que sabían lo que buscaban. El caminar pesado y errático del compañero caído hacía sencillo el rastreo, pues las hierbas aplastadas o las gotas de sangre dejadas por el camino eran pistas inconfundibles. Siguieron de manera inversa el camino marcado por la agonía del guerrero y según avanzaban éste se hacía menos claro. Pasaron las horas y el sol se alzaba en el cielo indicando el medio día, aunque parecía no calentar.
Dejaban a la derecha Moscagua cuando el rastro desapareció, apareciendo de nuevo a unos metros. Continuaba de forma intermitente hasta el borde del Bosque de Chez. A lo lejos vieron una bandada de cuervos revolotear en torno a un punto en la linde del bosque.
Con una seña Dalrod indicó a sus hombres que se acercarían allí con sigilo y precaución, pues el rastro era ya muy débil e indicaba esa dirección. No tardaron mucho en llegar y Dalrod contempló en silencio el horror que allí se les presentaba. Las cabezas de sus compañeros, el grupo de Haleth, miraban con las cuencas vacías desde las picas orcas en las que habían sido ensartadas. Aunque los cuervos habían hecho su trabajo, aún era posible reconocerlos. Faltaba uno. Haleth no estaba.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Una vez que Dalrod hizo la señal de alerta y les pidió que se acercaran, el corazón de Aldebrán empezo a palpitar a cada paso con más velocidad, y varias veces sintió ganas de emprender una carrera de desenfrenada furia hacia el enemigo que pensó que encontraría. Pero la escena que se presentaba frente a ellos era lo peor que podrían haber encontrado. Era la muerte.
Vio con disgusto como al menos uno de sus compañeros se puso a vomitar, y Aldebrán se vio obligado a cerrar los ojos y concentrarse para no sufrir el mismo destino. Era terrible, muy terrible, y no servía para otra cosa más que quitar cualquier atisbo de esperanza que quedara en el reducido grupo de rebeldes. Ya sus huestes no eran suficientes, y las del enemigo se hacían cada vez más grandes y poderosas. Aldebrán, aún con los ojos cerrados, visualizó un muro infinito de impedimentos que le imposibilitaban dar con una solución. No había más que hacer.
- Según como lo veo -dijo hablando lentamente, abriendo también de forma paulatina sus ojos, como si cualquier acción descontrolada fuese a gatillar una trampa enemiga-, tenemos dos opciones: o nos rendimos, o buscamos aliados en otra parte.
Mantuvo la calma y no continuó, viendo si había comentarios o reacciones. Al no haberlas, miró a Dalrod y luego a los demás, y replicó: - No creo posible que seamos los únicos haciendo esto. Tenemos que alejarnos de Bree y buscar. Tenemos... necesitamos un rayito de esperanza -con esto último redujo su voz casi a un murmullo, como si le diera vergüenza, a pesar que, por la cercanía del grupo, de seguro fue oído de todas maneras.
Aldebrán se sentía vacío por dentro, como si acabara de perder gran parte de si. Pero no sentía al furia que hervía su sangre como cuando pensaba en sus padres. Esto era más como un río de impotencia que lo empujaba lejos de ahí, como si no viera otra solución más que huir, más que dejarse llevar. Tal vez eso debían hacer.
Vio con disgusto como al menos uno de sus compañeros se puso a vomitar, y Aldebrán se vio obligado a cerrar los ojos y concentrarse para no sufrir el mismo destino. Era terrible, muy terrible, y no servía para otra cosa más que quitar cualquier atisbo de esperanza que quedara en el reducido grupo de rebeldes. Ya sus huestes no eran suficientes, y las del enemigo se hacían cada vez más grandes y poderosas. Aldebrán, aún con los ojos cerrados, visualizó un muro infinito de impedimentos que le imposibilitaban dar con una solución. No había más que hacer.
- Según como lo veo -dijo hablando lentamente, abriendo también de forma paulatina sus ojos, como si cualquier acción descontrolada fuese a gatillar una trampa enemiga-, tenemos dos opciones: o nos rendimos, o buscamos aliados en otra parte.
Mantuvo la calma y no continuó, viendo si había comentarios o reacciones. Al no haberlas, miró a Dalrod y luego a los demás, y replicó: - No creo posible que seamos los únicos haciendo esto. Tenemos que alejarnos de Bree y buscar. Tenemos... necesitamos un rayito de esperanza -con esto último redujo su voz casi a un murmullo, como si le diera vergüenza, a pesar que, por la cercanía del grupo, de seguro fue oído de todas maneras.
Aldebrán se sentía vacío por dentro, como si acabara de perder gran parte de si. Pero no sentía al furia que hervía su sangre como cuando pensaba en sus padres. Esto era más como un río de impotencia que lo empujaba lejos de ahí, como si no viera otra solución más que huir, más que dejarse llevar. Tal vez eso debían hacer.
Última edición por Aldebrán el Vie Ene 25, 2013 3:21 am, editado 1 vez (Razón : Para corregir la redacción)
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Dalrod se sintió completamente descorazonado. La visión le provocó tristeza, una gran tristeza. Sus hombres habían caído y sufrido a manos de los orcos. Recordó con pesar los momentos buenos que había pasado junto a esos hombres, las bromas de uno y el coraje de otro. Ya nunca volverían a reír ni a alzar su espada o tensar su arco. No había esperanza para ellos, ni parecía haberla para el grupo. Quería rendirse, ir a casa si es que aún tenía hogar, pero cuando oyó en boca de uno de sus compañeros la palabra "rendición" se inflamó con furia. No habían perdido y arriesgado tanto para irse a casa. Todavía no estaban derrotados, pues seguían con vida. Eran pocos sí, pero llenos de coraje y de justa rabia.
Con las palabras de Aldebrán en los oídos se dirigió a su compañeros.
- No me rendiré mientras tenga manos que puedan empuñar una espada. No me rendiré mientras mis piernas sean capaces de llevarme frente al enemigo. No me rendiré hasta vengar a los hombres valientes que han caído aquí ni hasta liberar a la Tierra Media de su mal. Quizá solo sea un hombre, pero tengo fe. - dijo, con los ojos inundados de orgullo y determinación.
En la linde de aquel bosque, frente a la matanza, soplaba el viento del este desordenando los cabellos del guerrero. Sin ser del todo consciente, creyó que le llegaba tenue aroma a jazmín que durante un segundo borró el olor de la muerte.
- Es imposible que seamos los únicos que luchan. Aldebrán habla con sabiduría. - miro al hombre a los ojos y apoyó una mano en su hombro. -Por eso serás tú quién nos guíe, pues yo solo os he llevado a la muerte. Pero tú, hermano, tú nos llevarás a la victoria.
Y entonces esperó a oír la reacción del grupo ante sus palabras. Debían partir y buscar a los otros guerreros que luchaban en su mismo bando, quizá desperdigados y solos como ellos.
Con las palabras de Aldebrán en los oídos se dirigió a su compañeros.
- No me rendiré mientras tenga manos que puedan empuñar una espada. No me rendiré mientras mis piernas sean capaces de llevarme frente al enemigo. No me rendiré hasta vengar a los hombres valientes que han caído aquí ni hasta liberar a la Tierra Media de su mal. Quizá solo sea un hombre, pero tengo fe. - dijo, con los ojos inundados de orgullo y determinación.
En la linde de aquel bosque, frente a la matanza, soplaba el viento del este desordenando los cabellos del guerrero. Sin ser del todo consciente, creyó que le llegaba tenue aroma a jazmín que durante un segundo borró el olor de la muerte.
- Es imposible que seamos los únicos que luchan. Aldebrán habla con sabiduría. - miro al hombre a los ojos y apoyó una mano en su hombro. -Por eso serás tú quién nos guíe, pues yo solo os he llevado a la muerte. Pero tú, hermano, tú nos llevarás a la victoria.
Y entonces esperó a oír la reacción del grupo ante sus palabras. Debían partir y buscar a los otros guerreros que luchaban en su mismo bando, quizá desperdigados y solos como ellos.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Por un momento se sostuvo en el aire un silencio de muerte, que en parte se debía a la triste escena de la que formaban parte, y en otra parte a las palabras de Dalrod. Un cuervo reclamó su comida en lo alto, y sobresaltó a varios en el grupo de rebeldes.
- Estúpidos... -se dijo en voz baja Aldebrán, esperando que nadie fuese capaz de oírle.
Un viento frío recorrió por entre los sombríos árboles del bosque, sacudiendo el claro cabello de Matalobos que miraba con odio hacia el cielo, siguiendo las oscuras siluetas de los cuervos que revoloteaban por sobre ellos esperando darse un festín.
- Estúpidos -repitió, esta vez más alto.
Cerró los ojos y dejó que el viento bañase su cuerpo, que agitase su gruesa capa de cuero y que enfriase su rostro rígido por la dureza de la vida que había llevado. Su quijada estaba tiesa y firme, como si quisiese evitar que algo escapase por su boca, y sus músculos parecían tensarse por voluntad propia ante el estímulo del viento que los rodeaba.
- Bien, que así sea entonces. Hermanos, si tenéis seres queridos en estas tierras, más os vale despediros de ellos por un tiempo: iremos a buscar nuestro destino donde otros busquen el suyo como lo hacemos. Dejaremos que el cerdo de Helechal gobierne estas tierras un tiempo más, pues cuando volvamos acá será para derrocarlo, y dejar que los cuervos se coman la mierda que quede de sus hombres y bestias.
Las palabras de Aldebrán eran serias y su tono cortante. No esperaba una réplica, así es que se dirigió hacia el interior del bosque asumiendo que los demás los seguirían. - Iremos por alimento, y luego haremos turnos para visitar Bree antes de partir. De seguro querremos ver a algunas personas una vez más.
- Estúpidos... -se dijo en voz baja Aldebrán, esperando que nadie fuese capaz de oírle.
Un viento frío recorrió por entre los sombríos árboles del bosque, sacudiendo el claro cabello de Matalobos que miraba con odio hacia el cielo, siguiendo las oscuras siluetas de los cuervos que revoloteaban por sobre ellos esperando darse un festín.
- Estúpidos -repitió, esta vez más alto.
Cerró los ojos y dejó que el viento bañase su cuerpo, que agitase su gruesa capa de cuero y que enfriase su rostro rígido por la dureza de la vida que había llevado. Su quijada estaba tiesa y firme, como si quisiese evitar que algo escapase por su boca, y sus músculos parecían tensarse por voluntad propia ante el estímulo del viento que los rodeaba.
- Bien, que así sea entonces. Hermanos, si tenéis seres queridos en estas tierras, más os vale despediros de ellos por un tiempo: iremos a buscar nuestro destino donde otros busquen el suyo como lo hacemos. Dejaremos que el cerdo de Helechal gobierne estas tierras un tiempo más, pues cuando volvamos acá será para derrocarlo, y dejar que los cuervos se coman la mierda que quede de sus hombres y bestias.
Las palabras de Aldebrán eran serias y su tono cortante. No esperaba una réplica, así es que se dirigió hacia el interior del bosque asumiendo que los demás los seguirían. - Iremos por alimento, y luego haremos turnos para visitar Bree antes de partir. De seguro querremos ver a algunas personas una vez más.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
El silencio tenso que se impuso sobre el grupo tras las palabras de Dalrod se vio roto por el grito del cuervo. Brad se sobresaltó, pues las palabras de Dalrod lo sorprendieron y por un momento olvidó donde estaba. Se relajó un poco después tras la reacción de Aldebrán y su aceptación posterior, una vez el traspaso de poder hubo concluido. Estuvo de acuerdo y eso mismo vio en los ojos del resto de hombres. Una especie de alivio recorrió al grupo, como una nueva fuerza que habían perdido.
"Ahora todo cambiará" - pensó el guerrero y siguió a Aldebrán para demostrarle su apoyo. También palmeó toscamente el hombro de Dalrod para demostrar su aprobación al pasar por su lado.
- Yo no tengo a nadie a quien valga la pena visitar.- dijo llanamente para que lo oyeran todos una vez el grupo estuvo en el bosque. - Iré a por algo de caza para el viaje. ¿Vienes Dalrod?
El otro hombre asintió, aún reflexivo por lo sucedido.
- No nos alejaremos, y volveremos en dos horas como máximo. -informó a Aldebrán.
Quizá una práctica con el arco y el silencio del bosque le haría bien. Se alejaron juntos, sintiéndose algo más ligeros.
- Me gustaría visitar a mi madre antes de irnos.- informó Theo, uno de los más jóvenes junto con Estian. - ¿Puedo partir el primero? Traeré provisiones.
El joven Theobald estaba pálido por la reacción física que le había provocado la visión de la masacre y deseaba alejarse por unas horas. Quedaron pues Hamar y Aldebrán.
- Te seguiré, hermano.- expresó el hombre de cabellos cobrizos y ojos verdes. Su mirada siempre denotaba cierta melancolía, pero nunca compartió con sus compañeros el motivo. Sin embargo, era un guerrero cauto y sensato, parco en palabras. - Si se me permite, asumiré la tarea de dar sepultura a los restos de los compañeros caídos. ¿Qué camino tomaremos después? Me gustaría alcanzar a Estian y Alden, no debemos desaparecer sin darles la oportunidad de unirse a esta nueva empresa. Partiría en cuanto los demás volvieran. Buscaré la manera de hacerme con una montura para poder alcanzarlos.
"Ahora todo cambiará" - pensó el guerrero y siguió a Aldebrán para demostrarle su apoyo. También palmeó toscamente el hombro de Dalrod para demostrar su aprobación al pasar por su lado.
- Yo no tengo a nadie a quien valga la pena visitar.- dijo llanamente para que lo oyeran todos una vez el grupo estuvo en el bosque. - Iré a por algo de caza para el viaje. ¿Vienes Dalrod?
El otro hombre asintió, aún reflexivo por lo sucedido.
- No nos alejaremos, y volveremos en dos horas como máximo. -informó a Aldebrán.
Quizá una práctica con el arco y el silencio del bosque le haría bien. Se alejaron juntos, sintiéndose algo más ligeros.
- Me gustaría visitar a mi madre antes de irnos.- informó Theo, uno de los más jóvenes junto con Estian. - ¿Puedo partir el primero? Traeré provisiones.
El joven Theobald estaba pálido por la reacción física que le había provocado la visión de la masacre y deseaba alejarse por unas horas. Quedaron pues Hamar y Aldebrán.
- Te seguiré, hermano.- expresó el hombre de cabellos cobrizos y ojos verdes. Su mirada siempre denotaba cierta melancolía, pero nunca compartió con sus compañeros el motivo. Sin embargo, era un guerrero cauto y sensato, parco en palabras. - Si se me permite, asumiré la tarea de dar sepultura a los restos de los compañeros caídos. ¿Qué camino tomaremos después? Me gustaría alcanzar a Estian y Alden, no debemos desaparecer sin darles la oportunidad de unirse a esta nueva empresa. Partiría en cuanto los demás volvieran. Buscaré la manera de hacerme con una montura para poder alcanzarlos.
- Spoiler:
- Los que quedaban del grupo eran 6: Dalrod (líder) Alden y Estian (reclutando) Brad, Theobald (Theo) y Hamar. Otros compañeros: Haleth y Roderick
Última edición por Varda el Sáb Ene 26, 2013 4:24 pm, editado 1 vez (Razón : Revisión ortográfica)
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Aldebrán sabía que esto significaba mucho. Había aceptado una labor que no sabía cómo cumplir, pero intuía que si hacía lo que su corazón le dictaba, iría bien.
Después de escuchar atentamente lo que sus compañeros tenían que decir, y de intentar infructuosamente de empatizar con las emociones que sus rostros denotaban, indicó:
- Bien Theo, ve, pero con cuidado. Tu seguridad es lo primero, no lo olvides. Tienes una hora para volver pues luego iré yo -ordenó, y luego se dirigió a los demás-. Nos reuniremos en dos horas tras esa roca junto al roble grande aquél -apuntó con un dedo hacia el este, donde una roca se asomaba impetuosamente tras el grueso tronco.
Una vez se separara el grupo, Aldebrán ayudó a Hamar con los entierros. Aprovechó esa oportunidad para explicar a Hamar su plan: -Iremos por Alden y Estian, sin duda alguna, pero por el Bosque de Chet. Luego, según cómo les haya ido a ellos, buscaremos un rumbo.
Sus pensamientos no tardaron en volar hacia Bree, hacia su hermana Sialar, y el silencio volvió a reinar en ese gris paraje. Aldebrán quería ver a su hermana antes de partir, y no sabía cómo le explicaría que no la vería en un buen tiempo. Quizás convencerla de ir con ellos podía ser una buena opción, pero si se negaba...
Después de escuchar atentamente lo que sus compañeros tenían que decir, y de intentar infructuosamente de empatizar con las emociones que sus rostros denotaban, indicó:
- Bien Theo, ve, pero con cuidado. Tu seguridad es lo primero, no lo olvides. Tienes una hora para volver pues luego iré yo -ordenó, y luego se dirigió a los demás-. Nos reuniremos en dos horas tras esa roca junto al roble grande aquél -apuntó con un dedo hacia el este, donde una roca se asomaba impetuosamente tras el grueso tronco.
Una vez se separara el grupo, Aldebrán ayudó a Hamar con los entierros. Aprovechó esa oportunidad para explicar a Hamar su plan: -Iremos por Alden y Estian, sin duda alguna, pero por el Bosque de Chet. Luego, según cómo les haya ido a ellos, buscaremos un rumbo.
Sus pensamientos no tardaron en volar hacia Bree, hacia su hermana Sialar, y el silencio volvió a reinar en ese gris paraje. Aldebrán quería ver a su hermana antes de partir, y no sabía cómo le explicaría que no la vería en un buen tiempo. Quizás convencerla de ir con ellos podía ser una buena opción, pero si se negaba...
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Theobald partió sin entretenerse, a buen paso, pues era joven y la perspectiva de tener un plan contra el enemigo le daba fuerzas. Sentía cierta pena por su madre, pero ella lo comprendería. La mujer no estaba sola y saldría adelante. Se entretuvo imaginando batallas gloriosas que librarían cuando se unieran al resto de rebeldes, pues así evitaba pensar en la situación tan penosa que vivían. En las cercanías de Bree tomó las precauciones habituales para colarse en la ciudad sin ser visto. El ambiente de las calles se le antojó extraño, cargado de tristeza. Una vez llegó a la casa de su madre, ambos se abrazaron.
- ¡Hijo! ¿Qué haces aquí? Debes irte, es peligroso que estés en Bree.- dijo la anciana señora, sorprendida por la llegada de su hijo mientras tejía una cesta.
- No te preocupes, madre. No me han visto, aunque no puedo quedarme más de unos minutos. - intentó tranquilizarla Theo, pues la vio alterada.
- No es por los guardias, Theobald. Es porque en Bree estamos malditos. Todos enferman, uno tras otro y no hay cura. ¡Y Mantecona dice que la sanadora, esa chica de pelo blanco, nos ha abandonado! Nos han dejado al capricho de la suerte. Por eso tienes que irte, pronto. -urgió la dama tomando a su hijo de las manos.
- Madre, viajaré algún tiempo ahora, en busca de amigos. ¿Lo entiendes? No podré venir en mucho tiempo.-explicó el guerrero.
La mujer, que solo deseaba lo mejor para su hijo, lo abrazó fuerte, inhalando el aroma a sudor y cuero del muchacho.
- Ve en paz hijo mío, tienes mis bendiciones. - dijo con los ojos anegados en lágrimas. Comprendía que quizá no volvería a ver a su hijo, pero que se alejara era lo mejor.
Tras conversar unos minutos más y hacer acopio de provisiones de la despensa familiar, Theo se escabulló de vuelta. Ahora comprendía el humor extraño de Bree. En poco más del tiempo estipulado por Aldebrán estuvo de vuelta. Los cazadores no habían regresado y era el turno del guerrero más veterano de visitar a su familia, aunque Theo traía noticias. En el viaje de regreso estuvo sopesando las palabras de su madre, y la sanadora de cabellos blancos solo podía ser la hermana de su nuevo jefe. Debía decirle que había abandonado la ciudad.
Localizó el punto de encuentro, y allí esperaban Hamar y Aldebrán. Dejó la bolsa de provisiones junto a sus pies y se dirigió a los dos hombres.
- En Bree se ha desatado una enfermedad, algo que llevaba semanas en marcha pero que ahora ha empeorado. Es mejor no ir, pues se rumorea que cerrarán la ciudad. - dijo, frunciendo el ceño al intentar no olvidar ningún dato importante. - Aldebrán, ¿tu hermana tiene los cabellos blancos, verdad? Creo que ha abandonado la ciudad. Según Mantecona y mi madre, ha huido al no poder hacer frente a la enfermedad. -dudó, pues acusar de cobardía a un familiar de un amigo le parecía asunto serio.-Pensé que debías saber qué se decía... aunque no creo que haya huído. Bueno... al menos no por eso... - decidió que lo mejor era cerrar ya la boca.
Mientras el joven hablaba, se acercaron al grupo Dalrod y Blad, con un par de liebres y varias ardillas en total. Aguardaron en silencio.
- ¡Hijo! ¿Qué haces aquí? Debes irte, es peligroso que estés en Bree.- dijo la anciana señora, sorprendida por la llegada de su hijo mientras tejía una cesta.
- No te preocupes, madre. No me han visto, aunque no puedo quedarme más de unos minutos. - intentó tranquilizarla Theo, pues la vio alterada.
- No es por los guardias, Theobald. Es porque en Bree estamos malditos. Todos enferman, uno tras otro y no hay cura. ¡Y Mantecona dice que la sanadora, esa chica de pelo blanco, nos ha abandonado! Nos han dejado al capricho de la suerte. Por eso tienes que irte, pronto. -urgió la dama tomando a su hijo de las manos.
- Madre, viajaré algún tiempo ahora, en busca de amigos. ¿Lo entiendes? No podré venir en mucho tiempo.-explicó el guerrero.
La mujer, que solo deseaba lo mejor para su hijo, lo abrazó fuerte, inhalando el aroma a sudor y cuero del muchacho.
- Ve en paz hijo mío, tienes mis bendiciones. - dijo con los ojos anegados en lágrimas. Comprendía que quizá no volvería a ver a su hijo, pero que se alejara era lo mejor.
Tras conversar unos minutos más y hacer acopio de provisiones de la despensa familiar, Theo se escabulló de vuelta. Ahora comprendía el humor extraño de Bree. En poco más del tiempo estipulado por Aldebrán estuvo de vuelta. Los cazadores no habían regresado y era el turno del guerrero más veterano de visitar a su familia, aunque Theo traía noticias. En el viaje de regreso estuvo sopesando las palabras de su madre, y la sanadora de cabellos blancos solo podía ser la hermana de su nuevo jefe. Debía decirle que había abandonado la ciudad.
Localizó el punto de encuentro, y allí esperaban Hamar y Aldebrán. Dejó la bolsa de provisiones junto a sus pies y se dirigió a los dos hombres.
- En Bree se ha desatado una enfermedad, algo que llevaba semanas en marcha pero que ahora ha empeorado. Es mejor no ir, pues se rumorea que cerrarán la ciudad. - dijo, frunciendo el ceño al intentar no olvidar ningún dato importante. - Aldebrán, ¿tu hermana tiene los cabellos blancos, verdad? Creo que ha abandonado la ciudad. Según Mantecona y mi madre, ha huido al no poder hacer frente a la enfermedad. -dudó, pues acusar de cobardía a un familiar de un amigo le parecía asunto serio.-Pensé que debías saber qué se decía... aunque no creo que haya huído. Bueno... al menos no por eso... - decidió que lo mejor era cerrar ya la boca.
Mientras el joven hablaba, se acercaron al grupo Dalrod y Blad, con un par de liebres y varias ardillas en total. Aguardaron en silencio.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
La espera se hizo larga. Aldebrán aprovechó el tiempo para reposar su espalda contra un árbol y descansar, pues no había cedido al sueño desde ya más de una jornada. No pasó mucho para que Hamar le despertase porque alguien se acercaba. Era Theobald.
Aldebrán escuchó atento las palabras de su compañero, y frunció el ceño tan pronto escuchó la preocupante noticia.
- ¿Que mi hermana no está en Bree? Maldición -dijo Aldebrán, notoriamente afectado por la noticia.
"¿Una enfermedad contagiosa? Mi hermana no huiría", reflexionó para sí, intentando contener el impulso de correr hacia la ciudad a buscarla. "Ella buscaría una cura... a menos que esté arrancando de alguien..."
- Ya sé -agregó de pronto, como si hubiera resuelto un enigma-. Iré al lugar donde solemos encontrarnos ella y yo. De seguro fue por mí. Vosotros quedaos acá y reuniros con los demás. Nos veremos en la Loma del Lobo antes del ocaso -indicó, recordando el lugar al norte del Bosque de Chet que habían denominado así después de ser atacados por una jauría de lobos, años atrás.
"Si no la encuentro allá al sur del camino, en la roca más grande del otro lado del Moscagua, no sé dónde podrá estar..."
Después de mucho buscar, esperar y seguir rastros fuera del camino, Aldebrán no dio con su hermana. Por ello, su ánimo no era el mejor. Conociendo a su hermana, pensó que tal vez ella había tomado otro camino, y que no esperaba juntarse con él. Eso le tranquilizaba, pues posiblemente la situación en Bree no era tan grave y ella iba a regresar pronto. Eso quiso pensar, y evitó dar cabida a ideas oscuras y tristes.
Ya iba tarde al encuentro con sus compañeros rebeldes, así es que desistió en sus ganas de ir a Bree por Sialar y se embarcó en una carrera hacia el norte. La loma estaba lejos, pero sus responsabilidades como nuevo líder le daban energías para seguir adelante.
"Sialar estará bien, sabe cuidarse", trataba de convencerse Aldebrán mientras su pesados pies dejaban apresuradas huellas en el fango de Moscagua. "Sialar estará bien".
Al fin llegó a la loma, un poco más tarde de lo esperado, y bastante cansado por lo demás. Afortunadamente, las emociones de las últimas horas -para bien o para mal- le habían dado bastante adrenalina para someterse a estos viajes de un lado a otro sin descanso. "De seguro caeré rendido ante el sueño tan pronto nos detengamos", pensó.
- Amigos -dijo a todos una vez recuperó el aire. Afortunadamente todos estaban ahí, todos exceptuando Estian y Alden-, lamento la tardanza. El tiempo apremia, debemos encontrar a los nuestros antes que el enemigo. Será una marcha larga hacia el norte. Nos desviaremos un poco hacia el noreste para descansar esta noche, lejos de los caminos que frecuentan las tropas enemigas, y al despuntar el alba nos moveremos como sombras en busca de nuestros camaradas, hacia Fornost en el noroeste, a paso veloz.
Aldebrán no era el mejor rastreador del grupo, pero sí había aprendido bien cómo borrar huellas, dejar pistas falsas, y ocultar mensajes para que sus compañeros pudieran descifrarlos. Esa era su herramienta más poderosa en estos momentos, y debían ocuparla con cautela.
Aldebrán escuchó atento las palabras de su compañero, y frunció el ceño tan pronto escuchó la preocupante noticia.
- ¿Que mi hermana no está en Bree? Maldición -dijo Aldebrán, notoriamente afectado por la noticia.
"¿Una enfermedad contagiosa? Mi hermana no huiría", reflexionó para sí, intentando contener el impulso de correr hacia la ciudad a buscarla. "Ella buscaría una cura... a menos que esté arrancando de alguien..."
- Ya sé -agregó de pronto, como si hubiera resuelto un enigma-. Iré al lugar donde solemos encontrarnos ella y yo. De seguro fue por mí. Vosotros quedaos acá y reuniros con los demás. Nos veremos en la Loma del Lobo antes del ocaso -indicó, recordando el lugar al norte del Bosque de Chet que habían denominado así después de ser atacados por una jauría de lobos, años atrás.
"Si no la encuentro allá al sur del camino, en la roca más grande del otro lado del Moscagua, no sé dónde podrá estar..."
- Spoiler:
- Edito: ya "conversé" con Varda esta situación. Dejo el spoiler para aclararlo. Continuaré el post acá mismo, abajito.
Después de mucho buscar, esperar y seguir rastros fuera del camino, Aldebrán no dio con su hermana. Por ello, su ánimo no era el mejor. Conociendo a su hermana, pensó que tal vez ella había tomado otro camino, y que no esperaba juntarse con él. Eso le tranquilizaba, pues posiblemente la situación en Bree no era tan grave y ella iba a regresar pronto. Eso quiso pensar, y evitó dar cabida a ideas oscuras y tristes.
Ya iba tarde al encuentro con sus compañeros rebeldes, así es que desistió en sus ganas de ir a Bree por Sialar y se embarcó en una carrera hacia el norte. La loma estaba lejos, pero sus responsabilidades como nuevo líder le daban energías para seguir adelante.
"Sialar estará bien, sabe cuidarse", trataba de convencerse Aldebrán mientras su pesados pies dejaban apresuradas huellas en el fango de Moscagua. "Sialar estará bien".
Al fin llegó a la loma, un poco más tarde de lo esperado, y bastante cansado por lo demás. Afortunadamente, las emociones de las últimas horas -para bien o para mal- le habían dado bastante adrenalina para someterse a estos viajes de un lado a otro sin descanso. "De seguro caeré rendido ante el sueño tan pronto nos detengamos", pensó.
- Amigos -dijo a todos una vez recuperó el aire. Afortunadamente todos estaban ahí, todos exceptuando Estian y Alden-, lamento la tardanza. El tiempo apremia, debemos encontrar a los nuestros antes que el enemigo. Será una marcha larga hacia el norte. Nos desviaremos un poco hacia el noreste para descansar esta noche, lejos de los caminos que frecuentan las tropas enemigas, y al despuntar el alba nos moveremos como sombras en busca de nuestros camaradas, hacia Fornost en el noroeste, a paso veloz.
Aldebrán no era el mejor rastreador del grupo, pero sí había aprendido bien cómo borrar huellas, dejar pistas falsas, y ocultar mensajes para que sus compañeros pudieran descifrarlos. Esa era su herramienta más poderosa en estos momentos, y debían ocuparla con cautela.
Re: (Alrededores de Bree) La ejecución número 7 (2 de Octubre) Aldebrán
Cierro aquí, pues ya hay un nuevo tema donde continuar.
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