Escena B (Leo, Juaniyo, Lola y Marcos)

La barca avanzaba con las tres personas aún dentro de ella. A Marcos le dolían un poco las manos, los remos eran cuadrados y la madera era muy áspera, las durezas que tenía de las ampollas que una vez tuvo se despertarían.

Estaba a cierta distancia y así iba a mantenerla.

— ¡Ey, creo que tengo un mensajito vuestro! — dijo gritando Marcos desde la barca al trío calavera de las escaleras.

El hecho de una cerveza gratis pareció mejorar un poco el día, hasta el estirado de Marcos había accedido a ir así que, con el calor que hacía y el hedor que despedía el agua, Lola sólo podía pensar en esa cerveza helada... Su mente prefirió no imaginar el antro, claro.

Estribor, derecha repitió para si misma como intentado recordar. La verdad es que le importaba una mierda aquello pero si se iba a pasar todo el verano en esa barca tampoco le apetecía que el del yate le diera clase cada día, mejor aprendérselo rápido y punto.

Mientras ella cogía la botella Aixa, a la que aún no había visto recoger nada, señaló con el dedo a algún sitio "pero qué cabrones" gritó, y eso hizo que Lola inmediatamente mirara hacía donde señalaba.

- ¡Hostia! ¡Es verdad! - ¿pero cómo podían ser tan cabrones?, no es que fueran amigos como para tratarse bien pero lo que estaban haciendo era una capullada. Antes de poder decir nada más la barca empezó a moverse deprisa, a zarandearse, por lo visto el tal Marcos se había despertado un poco viendo cómo los puteaban.
- Hey, ten cuidado... - dijo mientras se sentaba despacio en el bote, aún tenía la botella de cerveza que acababa de recoger en una mano.

Cuando llegaron más cerca el remero habló ¿un mensajito?, ¿qué coño estaría diciendo?... ¡Ah vale! igual lo decía por los mensajes dentro de las botellas ¿o qué?. En fin, Lola levantó la botella de cerveza en la mano haciendo ademán de lanzarla hacia la orilla, pero no lo hizo, tenía dos dedos de frente.

- ¿Qué estáis haciendo? - miró enfadada a los tres pero sus ojos se fijaron sobre todo en la especie de cani, que eran al que habían visto tirando las cosas, aunque también repasó la cara de la chica y el chaval de gafillas. - Cuando terminemos de limpiar con la barca ya nos encargaremos nosotros de vaciar toda la mierda en vuestra zona -

Soltó un bufido seguido de una risilla que no podría haber escuchado nadie salvo él, y es giró a los recién llegado en la barca.

- ¡Mira a mí no m'emparanoyei', en?! ¿Po' no ve' que lo estamo' tirando ar fondo? Ahí no tenéi' que limpiá' na' a no se' que os pongái' uno' trae' de buso, así que dearse d'empoaranoyá. - Habló rápido, muy muy rápido, pero por los gestos que hacía al hablar quedaba bien claro lo que quería decir. Señaló detrás de ellos. - Mira, allí hay una botella que flota que habrá tirao' argún tonto de lo' otro', asín que limpia' esa que la' der fondo no hase falta, que se hunden.

Tiró delante de ellos un montón de cristales al agua mientras se intuía, porque con la mierda que tenía el agua no se veía, que se hundían poco a poco. Miró a los de la barca.

- ¡Tú, shanquete! - Llamó al chaval de la barca. - ¡Capitán pescanova! Déate de mensajito' y cuando limpiéi' la mierda que flota desirle ar Yaki este que se vaya con ustede'. - Señaló a Leo, que seguía enfurruñado. - Que se la roto la Gueimboy esa y sa'enfadao'. ¡Cusha, y si véi' ar gordo desirle que e' un gordo y que no se lava.

Era tan jodidamente aleatorio que daba hasta miedo.

Levantó la vista cuando vio que se acercaba aquella barca que portaba tanta indignación, pero le dedicó una mirada bastante vacía, como si los gritos que les llegaban se produjesen en otra dimensión. Había pasado de su dudoso intento de sociabilidad a sumergirse en su propia capa de hermetismo y sólo la pantalla de su smartphone parecía suscitarle algún tipo de interés. Estaba a punto de tuitear algo que descargaría su conciencia cuando de nuevo se pronunció Juaniyo para echar balones fuera. Entre otras tonterías difícilmente inteligibles, parecía instarle a que se marchase con los otros en la barca, una idea que en un primer momento gustó bastante a Leo y que le hizo levantarse para salir de su voluntario aislamiento. Sin embargo, tras comprobar cómo Juaniyo adoptaba su habitual pose chulesca e indolente, después se fijó en Yolanda, que permanecía callada, sin hacer gran caso de las quejas de Marcos y Lola. Se acercó a ella y tomó de nuevo el pincho que había dejado caer tras la rabieta. Se había contagiado de su espíritu conciliador.

- ¡Lo sentimos! – gritó Leo a los de la barca – ¡No queremos problemas! ¡Sólo queríamos quitarnos algo de esta mierda de encima, pero de verdad… creednos… no la queríamos dejar flotando! ¡La botella que habéis encontrado es producto de la escasez de conocimientos sobre física de este pinta-pizarras! – dijo acusando sin remordimientos a Juaniyo.

Tras las palabras de Leo un trueno retumbó en todo el parque con tanta potencia que se forman varias ondas de agua en su superficie haciendo que la barca se bambolee. Entonces por encima de la cabeza de todos ellos en la masa de nubes empiezan a surgir unos rayos de electricidad con un tono morado mientras se escucha un sonido similar a la estática de la televisión. Entonces sin previo aviso un rayo baja a toda velocidad y estalla contra la barca lanzando a todos sus tripulantes. Apenas unos segundos después otro rayo cae a la espalda de Leo y Yolanda y al frente de Juaniyo lanzándolos a los dos primeros de boca al suelo y al otro hacia atrás. Un tercer rayo cayó a unos metros de ellos y rodando por el suelo apareció la Lady.

Durante unos segundos todos se encontraron retorciéndose por el suelo o chapoteando en el agua, hasta que finalmente Aixa salió arrastrándose hasta los escalones y tendio la mano a Lola para ayudarla a salir del agua verde asquerosa.

Entonces Yolanda soltó una chillido agudo y al mirar todos veis como a su lado hay varios fragmentos de hielo. De repente otro trozo de hielo del tamaño de un sofá para tres personas cae a unos metros de ellos. Medio segundo después cae otro y casi al instante otro más.

Aixa se incorpora y grita alterada:

- Al escenario chino, al escenario chino. – dijo mientras corría escalones arriba.


Al llegar arriba del todo tropieza con el último escalón y cae de boca al suelo.

¿Eing?, le costaba traducir en su mente lo que le estaba diciendo el cani, aunque según parecía se estaba riendo en su puta cara ¿qué coño decía de limpiar el fondo? ¡sí hombre! traje de buzo, será cabrón...

Para más inri tiró un montón de cristales al agua mientras ellos estaban allí ¿Ah sí? pensó mientras movía el brazo para tirar la botella a su zona, lejos de donde ellos estaban; no quería hacerles daño, obviamente, sólo quería devolverles los cristales.... Pero en ese momento el de gafas les dijo que lo sentía, de hecho parecía decirlo de verdad porque se lo gritó con cara de circunstancias mientras la chica que iba con ellos estaba en silencio. Aunque a Leo se le entendían las palabras que decía por la boca, no como a Juaniyo, resultó ser un poco rollero el chaval "escasez de conocimientos sobre física" ¿por qué no decía que su compañero era gilipollas y ya está?.
Justo cuando iba a contestarle escuchó un enorme petardazo, como si fuera un trueno, que la hizo mirar hacia arriba en seguida. Quizá fuera una tormenta de verano, aquello debía ser lo más probable, pero nunca había escuchado un trueno de aquella manera, realmente parecía que la tormenta estaba sobre sus cabezas. La barca comenzó a moverse y Lola soltó la botella, que cayó al agua, para mantener mejor el equilibrio.
El cielo estaba de un color extraño, las nubes no eran grises como cuando vienen cargadas de lluvia, eran más bien violetas Qué raro... Nunca había visto nada parecido y el sonido que podía escuchar ahora que el eco del rayo había desaparecido le puso los pelos de punta.
No le dio tiempo a asustarse más porque algo hizo que saliera disparada violentamente de la barca ¿había sido otro rayo?. Lola no podía pensar bien en ese momento, el agua no era muy profunda y al caer se había dado un buen golpe en el brazo izquierdo, el hombro le dolía muchísimo.
Durante unos segundos no vio nada, la mierda del agua no lo permitía, pero cuando por fin logró ordenarle a su cuerpo que se levantara vio a algunos de sus compañeros tirados por el suelo. ¿Qué coño estaba pasando?, no lo sabía ni le importaba, sólo quería salir rápido de allí porque lo primero que pensaba era que agua y electricidad nunca habían sido una buena mezcla. Como si le estuviera leyendo la mente la mano de Aixa apareció milagrosamente para ayudarla a salir del agua. Lola se puso la mano en el hombro izquierdo con expresión de dolor cuando el grito de una chica la asustó, cuando la miró abrió los ojos como platos al ver unos trozacos de hielo enormes que parecían haber caído a su lado.

No sabía qué hacer, tenían que salir de allí pero los pies no le respondían mientras miraba los trozos de hielo y el cielo morado. ¡Zas! otro enorme trozo de hielo gigante cayó junto a ellos, mientras Lola daba un pequeño bote involuntario hacia atrás cayó otro y de repente ¡otro más!. Ahora sí que estaba preparada para correr, eso podría matar a cualquiera si le cayera encima.
Oyó gritar a Aixa "¡Al escenario chino!" y la vio subiendo los escalones a toda prisa. El primer impulso que tuvo fue seguirla, corrió desesperadamente detrás de ella. Consiguieron llegar al escenario que estaba a cubierto y entonces vio como la pobre chica se comía el suelo al tropezar con el último escalón. Lola casi se tropieza con su amiga pero consigue subir también el último y ahora es ella la que la ayuda a levantarse - ¿Estás bien?... ¿Estás bien? - Estaba atacada, la pregunta era más por los rayos y el hielo que por la caída. - ¿Qué coño está pasando?, ¿has visto eso?.

Entonces miró hacia donde estaban sus compañeros, en aquél momento de confusión se había olvidado de todo pero ahora estaba muy atenta a que todos volvieran. Lo bueno de la mierda de los monos es que eran fáciles de ver. Se colocó cerca del primer escalón que bajaba del escenario y se puso a gritar, mientras hacia gestos con la diestra - ¡Venga, vamos! - su mirada bailaba con rapidez de sus compañeros al cielo, del morado al amarillo. Por favor, por favor pensaba mientras pedía con todas sus fuerzas que los rayos y el hielo pararan al menos durante unos segundos.

El chaval de la otra orilla hablaba y hablaba y se movía que daba gusto.

Marcos frunció el entrecejo, si la distancia espacial entre ellos era lo suficiente amplia para como no entender lo que decía, la barrera cultural ayudó: No entendía ni una mierda de lo que le salía por la boca. Estaba claro que estaban en dos escalafones distintos de la sociedad, y se veía también reflejado en el habla, aquello era una involución del lenguaje.

Ante tal situación Marcos optó por la mejor opción; pasar. Con una sonrisa abierta y aún con el entrecejo fruncido bajó lentamente hasta sentarse.

— Algunos necesitan un logopeda — dijo a sus compañeras de barca entre risas.

El otro chico, el hipster pareció pedirles perdón lastimosamente. Era algo patético.

- ¡Jod..! - exclamó apenas cuando vio precipitar el rayo encima de la barca en la que ellos mismos estaban.

Todo lo que pasó después fue muy rápido y confuso de recordar. Se vio a sí mismo saliendo disparado de la barca, retorciéndose en el agua, saliendo a duras penas pisando todo el cieno del suelo del estanque hacia la superficie y seguir una voz primero a rastras, y luego corriendo. Sabía hacia dónde ir pero no el por qué corría.

Cuando una vez sintió estabilidad en todos sus miembros respiró aliviado al ver que su poya seguía en su sitio.

- No ve' tú como truena. - Dijo Juaniyo, alzando la cabeza hacia el cielo y haciendo visera con su mano. Era verdad que el cielo estaba raro, más aún teniendo en cuenta que cuando se ponía de ese color, ya de por sí raro, tenía que ser anocheciendo. Y estaban en plena mañana, si no recordaba mal. - Por la cara t...

El rayo cruzó el cielo, e impactó de lleno en la barca, tirando a todos los tripulantes al agua. Juaniyo pegó un brinco desde donde estaba, protegiéndose la cara con los brazos instintivamente, mientras daba ligeros trotecillos hacia atrás.

- Ea, to' lo' móvile' de esa 'ente ar carajo. - De todas las cosas que podría haber dicho, "¿Qué coño ha sido eso?", "¿Estáis bien?"... lo primero que se le pasó por la cabeza fue eso. Vio a lso demás corretear mientras gritaban algo, al parecer buscando refugio. - ¡¿'Illo, ande vai'?! Que lo' rayo' no caen do' vese' en er mismo sitio, que eso e' der Discove...

Su mezcla de sorpresa y cachondeo desapareció en el momento en que un segundo rayo cayó delante de él, lanzándolo por los aires y haciendo que cayese de espaldas sobre el suelo. El palopincho salió disparado de su mano y cayó lejos de él, y se mantuvo en el suelo mirando el cielo, sin otra cosa que hacer que gemir por el dolor en la espalda y la parte de atrás de la cabeza. No había sido para tanto, pero desde luego nada le había impulsado con esa fuerza antes... y menos un rayo. Un jodido rayo morado.

- ¡¡Illo, esperarse!! - Fue lo que gritó, mientras se incorporaba a duras penas y echaba a corre a toda velocidad detrás del resto del grupo.

A Leo nunca le había sucedido que un trueno enfatizase dramáticamente sus palabras, pero aquel momento de disculpa tampoco lo requería. El aire se volvió raro de repente y las nubes que rodeaban el lugar parecían rezumar electricidad. Aquello sólo podía significar una tormenta de las gordas y se dispuso a acabar su conciliador y patético discurso advirtiendo a los de la barca sobre lo que estaba por llegar. Antes de que tuviese tiempo de abrir la boca un rayo fulminó con saña la barca, mandando a sus tripulantes al agua. Leo se quedó paralizado de terror y pasó unos segundos sin reaccionar y con la boca abierta. Sólo el comentario inoportuno de Juaniyo pareció sacarle del trance.

- ¿Tío, tú estás mal o qué? – dijo girando la cabeza hacia el risueño andaluz - ¡Hay que ayudarles a…!

Pero sin acabar la frase sintió un resplandor cegador acompañado de un impacto impresionante, que le hizo estrellarse en el suelo con más violencia que cuando había caído por el pinchazo de Juaniyo. No, si al final los trabajos sociales iban a ser lo de menos.

Aturdido contempló una maravillosa panorámica del suelo, donde varios pares de zapatillas comenzaron a desfilar. Tras el grito de Yolanda una bola congelada se estrelló a pocos metros delante de sus narices, lo cual le hizo levantarse al instante y unirse al resto de la compañía del mono amarillo camino hacia… ¿dónde? Aixa señaló el escenario chino. Mientras corría tuvo tiempo de colocarse bien las gafas, pues este segundo golpe parecía haberlas dejado algo maltrechas. También quiso comprobar si el móvil no había seguido los pasos del i-pod.

Todos corrieron a toda velocidad hacia el escenario, los granizos estallaban a su alrededor, la gran mayoría de ellas estallaban de tal manera que se convertían en escarcha que salía proyectada hacia el grupo. Por suerte los monos amortiguaba el escozor que debía producir. Poco a poco todos se refugiaron bajo el escenario, el metal impedía que los granizos le dañaran.

Leo pudo comprobar que su móvil seguía intacto y por suerte todos estaban de una pieza exceptuando por algún raspón. La tormenta duro solo un par de minutos más en los que las dos chicas solo miraban con estupefacción lo que estaba ocurriendo. Luego todo se calmó y el único rastro de lo ocurrido era la escarcha y algún granizo mas grande en el suelo.

- Joder tío, joder... - fue lo único que alcanzó a decir una vez estaban todos debajo de aquél techo, protegidos del granizo; aunque si eso seguía así mucho tiempo no estaba muy segura de que aquello resistiera y, si lo hacía, igual era un rayo lo que los freía ahí abajo...

Se tocaba el hombro mientras seguía mirando espantada lo que estaba pasando. Nada de eso era normal: el color del cielo, aquellos rayos morados, los trozacos de hielo que caían. Puta mierda de efecto invernadero o lo que cojones fuera la causa de todo eso.

Tras un par de minutos, aunque al menos a Lola se le hicieron bastante largos, la extraña tormenta pareció amainar... Caminó despacio hacia el borde del escenario y asomó un poco la cabeza para mirar hacia arriba, aún no quería salir del todo...
Miró a sus compañeros, todos se habían dado seguramente algún golpe pero parecían estar bien, al menos no se veía sangre por ningún lado, lo cual significaba que tenían que irse de ahí cuanto antes

- No sé qué cojones era eso pero no quiero estar aquí si se repite... Para mi se han acabado los Servicios Comunitarios - lo dijo decidida, no pensaba volver en al menos un par de días si seguían habiendo tormentas como aquellas... De hecho si aquello volvía a repetirse no sabía dónde iba a meterse, aquél granizo también podría destrozar edificios ¿no?.

- Bueno, primero salir de aquí... - dijo en voz baja mientras comenzaba a bajar las escaleras. Despacio iba mirando a los escalones y al suelo alternativamente, si el cielo volvía a cambiar de color correría como una loca a refugiarse donde pudiera.

-¡Ey, chavalitooos!- y ¡catapum! De repente cayó un rayo encima de la barca del pijo y las otras dos. Me quedé a cuadros, ¿sabes? No tenía ni idea de lo que había pasado. Me puse a correr hacia los árboles de los escalones, por si acaso me caía algo a mí. -¿Qué cojones? ¡¿Están muertos?!- pero nadie me respondió. Juaniyo y el cuatro ojos fueron los siguientes en salir por los aires. Me quedé acojonada, clavada junto al árbol y de repente, ¡ZAS! otro rayo. Cayó justo en el árbol al que me estaba abrazando. Me quedé totalmente pegada y sentí cómo se me iba la cabeza.

Cuando abrí los ojos, no podía escuchar nah. Intenté levantarme, apoyando las manos en el suelo. Fue entonces cuando me di cuenta de que mis oídos estaban sangrando. -¿Qué cojones?- no entendía nada.
Veía a todos estos correr hacia el Chino. Yo intenté correr también, pero estaba como colocada. Me ponía de pie y volvía a caerme, como uno de esos borrachuzos a los que para la pasma para conseguir pasta fácil.
Me intenté levantar tres veces, pero no conseguí nada.

Entonces empezó lo peor, atenta Lombarte. Empezaron a caer unos chuzos del tamaño de melones. ¡Como lo oyes! Unas pedracas de hielo que se empezaron a estrellar contra todo. Yo trataba de levantarme, pero no era capaz. Sólo veía el cielo de un color mazo de raro y todas esas piedras cayendo alrededor.

-¡Socorro! ¡Ayudadme! ¡Cabrones!- gritaba pero los truenos hicieron que ni Dios me hiciera caso. Empecé a llorar de la mala hostia que tenía en el cuerpo y me arrastré, como pude hacia los árboles.

-¡AGH!- no quise mirar, pero al final lo hice. - No... no... ¡AHH, dios! NOOOO...- una de las piedras cayó de lleno sobre mi pierna derecha. No veía nada debajo del chándal, sólo un montón de sangre. Parecía como si la puta piedra me hubiera separado la pierna en dos. Seguí arrastrándome, pero el dolor era tremendo. Comenzaron a caer más y más piedras, hasta que conseguí refugiarme más o menos debajo de un escalón, pero otro pedrazo me alcanzó. Ya no vi nada más.

A Leo le latía el corazón como un solo de batería mientras, refugiado junto a los demás, observaba cómo la devastadora tormenta seguía provocando la precipitación de aquellas enormes bolas de hielo. Su expresión de pánico sólo se atenuó un poco cuando comprobó la buena salud de su smartphone, pero sus dedos temblaban demasiado como para escribir cualquier mensaje sobre la pantalla táctil. Sin decir nada miraba similares caras de terror y confusión en los demás. A excepción de Juaniyo, claro, que a pesar de las circunstancias no parecía demasiado afectado. “Para él esto debe ser como cuando te bajas de los autos de choque”, pensó. Cuando el anómalo fenómeno meteorológico paró, comenzaron a oírse los gritos de la Lady, que parecía no haber tenido tanta suerte en la búsqueda de un parapeto.

- ¡Mirad, es la…! – trató de recordar su nombre, pero sólo el vocablo “choni” le venía a la mente - ¡Es la… la tía esa de las peras enormes! ¡Parece que está herida! Hay que ayudarla… - miró a Juaniyo - … o algo.

Juaniyo había brincado al llegar al sitio aquel en el que estaban a cubierto y se había colocado detrás de lo primero que pilló, en este caso detrás de una de las columnitas que soportaban aquella estructura. Aixa, que había caído de boca delante de él, seguía ahí tirada y tirando de debajo de sus axilas tiró de ella hacia dentro, arrastrandola por el suelo... si lo hacía, era porque no tenía que salir de debajo de aquel techado. En el momento en que Leo empezó a gritar y a señalar a aquella... vaya.

- ¿S'a muerto? - Preguntó, al aire, mientras miraba la pierna y cómo caía inconsciente. - Illo, no veah. S'a muerto... no, ¿no? No. - Miró a su alrededor, al resto de sus compañeros. En realidad, más que nada buscando a Leo y a Yolanda, que eran los que estaban con él... no los estúpidos de la barca, que bien merecido tenían aquello. Le dio una palmadita en el hombro a Leo y otra a Yolanda. - Uf, no vea', por la cara tu... ¿So' qué a sío'? Yo he visto de granizá pero no de cae' icebere' de eso'...

Su vista pasó de la chica pelirroja y el chaval de las gafas al resto de los presentes, y después, a la chica que había fuera.

- ¡No ve', tú! ¡La de la' teta' gorda'!

Marcos aún intentaba recuperar el control de su cuerpo sin echar muchas cuentas a los demás.
Estaba muy ocupado comprobando que todo estaba en su sitio, tanto que incluso se miró en la pantalla apagada de su móvil para comprobar que no le hubiera pasado nada a su rostro.

No fue hasta un rato después que comprobó que estaban casi todos en la pagoda aquella. Sólo faltaban unos pocos, entre ellos la negra exuberante. La cual estaba tirada fuera del lugar.

<<Yo no pienso ir a recogerla >> pensó nada más verla tendida en los escalones. Él era fuerte, pero no idiota, no iba a cargar él solito con un peso muerto.

- ¿Qué cojones ha sido eso? - dijo confuso ignorado completamente a su compañera herida.

Lola no se había dado cuenta de nada, tenía la cabeza en otras cosas, pero los gritos de sus compañeros hicieron que se diera la vuelta y mirara en la misma dirección a la que miraban ellos, sobre todo los gritos sobre las tetas enormes; obviamente debían hablar de Lady Boobies.

Y así era porque la pobre estaba tirada en el suelo no muy lejos de donde ellos se habían refugiado. No se movía ni se quejaba de dolor lo que hizo que a Lola le recorriera la espalda un escalofrío, que a su vez fue como una patada en el culo que la obligó a acercarse hasta donde estaba Lady.
Estaba rodeada de pedruscos enormes, una de las piernas le sangraba y, lo que más asustó a Lola, era que también le salía sangre por los oídos.

Mierda, mierda, mierda...

Los subnormales de sus compañeros seguían debajo de aquel techo, mucho gritar "la de las tetas gordas" pero nadie salía a ayudar, al final iba a resultar que sí era verdad que todos los de servicios sociales eran gentuza.

Se colocó de rodillas al lado de Lady pero no sabía qué hacer, en los accidentes de tráfico y todo eso se suponía que no había que mover a la gente ¿sería esto parecido?, tampoco es que te enseñaran mucho de primeros auxilios cuando te sacabas el carnet de la moto... Lo que sí tenía claro es que la sangre en los oídos era mala, muy mala señal.
- ¿Lady? - se oyó preguntar como una idiota mientras la zarandeaba un poco, como si pensara que estaba durmiendo y así pudiera despertarla - ¿Lady? - preguntó más fuerte mientras la movía también con más fuerza.

Spoiler:

A pesar de su llamamiento, que hacía alusión a los gigantescos pechos de la herida, ninguno de los tíos que se habían refugiado bajo aquel parapeto movía un dedo por ella. A Juaniyo debía parecerle que estaba jugando a hacerse la muerta y el chaval con pinta de pijo redomado no hizo ademán alguno de interesarse por Lady. Sólo Lola parecía tener la compasión suficiente como para no dejar tirada a su compañera de atuendo amarillo. Aunque le desagradaba la sangre, Leo decidió seguir a la única que parecía preocuparse. Quizá intentaba demostrar que era mejor que los otros, sobre todo que el indolente andaluz.

- ¡E… espera! – dijo a Lola, dándose cuenta de que tampoco recordaba su nombre, y corría con paso atropellado hasta dónde había caído la choni.

Lady parecía sin sentido, con la rodilla herida e hilillos de sangre que resbalaban desde su oído. Aquel patético aspecto puso muy nervioso a alguien que carecía de cualquier tipo de conocimiento médico que no proviniese de la wikipedia. Mientras Lola zarandeaba el cuerpo de su compañera, produciendo un similar y acompasado rebote de sus pechos, Leo se movía frenético a su alrededor, sacudiendo las manos mientras gritaba alternativamente “¡Madre mía!” o “¡Está muerta, joder!” “¿Qué vamos a hacer?” No era consciente de que, más que ayudar, estaba seguramente desquiciando a Lola, que trataba de reanimarla de alguna manera.

- ¿Lady? – dijo al cabo de un rato sin recibir respuesta - ¡Oh, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda!

De tanta desesperación, pateó uno de los enormes trozos de granizo que había en el suelo y éste se fue disparado contra la cara de Lady. Leo gritó de nuevo, se llevó las manos a la cabeza y susurró “Ups, yo… no quería” Un nuevo triunfo para el pardillo de las gafas de pasta.

Juaniyo observó todo desde lejos, sin salir del improvisado "refugio", agarrado prácticamente a una de las columnas como si fuera un koala. Estaban intentando algún tipo de reanimación con aquella, pero vaya... no parecía tener mucho éxito. Y menos aún hundiéndole la cara a base de patadones a los bloques de hielo.

- ¡Buena, ere' un fiera! - Dijo desde lejos Juaniyo, levantando un brazo, pero sin dejar de ocultarse tras la columna.

Aquello parecía haberse calmado pero él seguía con la inseguridad en el cuerpo: decían que los rayos nunca caían dos veces en el mismo sitio y por creerlo casi le mata uno. No se fiaría de eso de que "después de la tormenta llega la calma", oh no, esta vez no colaría. Él se quedaba ahí debajo a esperar a que le recogieran con un coche blindado, o algo: o un tanque, eso si que soportaría bien los cascazos de hielo.

- ¿Habéis probao' a haserle un torniquete d'eso? - Preguntó, viendo el poco resultado que tenía la intervención de Flippy y la otra. - En la' película' siempre lo hasen y to' er mundo se cura. Argo de verdá tendrá. O ar meno' será má' efectivo que meterle la narí' pa' dentro con er cubito de hielo ese.

Yolanda se acercó corriendo junto a todos los demás mientras Aixa observaba desde la lejanía sin poder moverse a causa del dolor provocado por la caída. Yolanda os observa sorprendida porque ninguno haga nada y cuando Juaniyo propone lo del torniquete se acerca a toda velocidad poniéndose de rodillas junto a Lady. El pantalón estaa cubierto de sangre. Ella con extremo cuidado empieza a levantar las perneras y hasta por encima de la rodilla. Durante un par de segundos se queda mirando la pierna cubierta de sangre y dice brevemente...

- No... No hay herida. – señala la pierna y se ve claramente que aunque sangre alrededor de un punto parece haber salido de la nada.

De repente empiezan a sonar todos los móviles a la vez, incluido el de Leo que parece intacto. A todos os ha llegado un mensaje de texto.

Código:

 Tras esta mañana tan movidita podéis iros a casa, yo me voy a la mía. No os molestéis en venir a buscar vuestras cosas, la entrada al sótano está bloqueada.  Nos vemos mañana a la 10. Vuestro monitor. Si, tengo vuestros móviles y se donde vivís.

Mientras los demás atendían a la lisiada Marcos sacó su blackberry, la cual milagrosamente se había salvado del agua (y del rayo) y empezó a mandar whatsapps a sus amigos contando lo que le acababa de pasar. Fue entonces cuando recibió un mensaje de un móvil que no tenía registrado, no sólo el, sino todos los demás.

Era el monitor.

- De puta madre - dijo Marcos levantándose. Le costó un poco pero se puso en pie.- Ahí os quedáis. - bajó las escaleras y esquivó a los que estaban tumbados en el suelo.

No es que fuera un mal cristiano... simplemente era un gilipollas egocéntrico al cual lo único que le importaba era él.

Spoiler:

Una actriz? Con un viejo en un callejón. Joder, la niña lo tenía todo. Pero a Ibai aquella serie de la TV solo le sonaba muy lejanamente.

El joven sonrió y sin terminar el cigarro abrió la cremallera de su mono y sacando una pequeña china empezó a liar un porro mientras caminaba hacia el escenario chino. Cuando se lo encendía vio al pijo que se alejaba del resto en dirección hacia ellos, con toda la pinta de largarse de allí. No tenía pinta de buscar conversación, así que Ibai se limitó a saludarlo con un leve gesto con la cabeza y siguió hacia el grupo. "Capullo..."

Ibai se acercó donde estaba el grupo al lado de Lady, que seguía tumbada.

- Qué pasa gente? Las habéis pasado putas eh? Y esta sigue seca? Pero de donde coño sangra, si no tiene heridas... - la Lady llamando la atención, para variar. Intentó sonreír a todos, acercándose a Yolanda que examinaba la pierna de Lady, aunque todos parecían concentrados en sus móviles en aquel momento, así que Ibai dio una larga calada al porro y se lo ofreció a Rob.

Leo se sintió avergonzado por la fatal consecuencia de su patada al trozo de granizo, sensación que se agravaba al oír los bramidos casi ininteligibles de Juaniyo, que se permitía el lujo de dar consejos desde su despreocupada lejanía. Por el contrario, la concienciada Yolanda se aproximó con intención de echar una mano y quiso ver las heridas de la pierna de Lady. Desde luego, a Leo le extrañaba cada vez más que alguien tan atento como aquella chica estuviese cumpliendo servicios comunitarios. Para sorpresa de todos, no había herida que curar, a pesar de la enorme mancha de sangre que cubría la pernera del mono amarillo de la voluptuosa choni.

- A… a lo mejor se ha caído sobre una mancha de kétchup… o… yo que sé – admitió Leo todavía abochornado.

En ese momento distintos tonos de móvil hicieron su presencia en el ambiente. En el mensaje que les llegó el monitor escurría el bulto como el gran irresponsable que parecía ser, pero por lo menos les concedía una libertad provisional hasta el próximo día. El primero que se largó fue Marcos, al que todo aquello debía importarle un carajo. Aixa fue la siguiente, quedando solo en el escenario chino el impresentable Juaniyo. En cambio aparecía por fin Ibai, al cual no habían visto desde antes del festival de rayos y chuzos de punta. Le acompañaba el otro extraño chaval de aspecto raquítico con cuya pinta de friki empatizaba Leo de alguna manera.

- Ibai… Esto… esto ha sido una pesadilla… - le temblaba todavía la voz – Caían rayos, y trozos de hielo y… Ha sido como una especie de apocalipsis abreviado. Y Lady no despierta… ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? – preguntaba mientras hacía ridículos aspavientos con los brazos.

Spoiler: