Escena B (Lady e Ibai)

Los alrededores del lago es un paseo muy tranquilo donde tanto Lady como Ibai pueden hablar tranquilamente. Los árboles no son muy altos, pero cuando hace sol deben dar sombra. El camino tiene algunos baches del suelo levantado por las raices, pero está en estado aceptable. Eso si, en algunas ha debido haber botellón anoche porque hay litronas enterradas en el suelo, casi un centenar de vasos y botellas de todo tipo desperdigadas. Hay mucho trabajo que hacer.

Sin saber muy bien por donde empezar, Ibai arrastraba su pìncho recogedor por el camino de tierra. Si aquel puto gordo iba a dejarles a su aire por él perfecto. Los grotescos monigotes de Juaniyo lo habían retratado bien después de todo: un personaje ridículo, y que por lo visto había perdido la ilusión por su trabajo hacía tiempo. Además, siempre había pensado que la gente que trata a los animales como (o mejor que) a las personas sufren algún tipo de depravación, algo no podía funcionar bien en alguien así. Y todo ese cariño...mejor no imaginarse al gordo en esa actitud con aquel perro-rata, sino tendría que llamar a la protectora de animales, y darle una paliza mientras llegaban.

Ahora solo era cuestión de alargar la mañana recogiendo cuatro mierdas. Buscó un banco al borde del camino y se sentó con los pies en el asiento y el culo sobre el respaldo. Luego lanzó el recogedor, intentando clavar la punta en la hierba, de modo que quedase vertical, pero por lo visto el suelo estaba demasiado duro, así que rebotó y quedó medio oculto por la vegetación algo crecida.

No tenía ganas de hablar con nadie, mucho menos con aquella chica con pinta de retrasada. Sabía que antes o después le iba a montar alguna, así que retrasar el problema no iba a servir de mucho. Le miró, intentando adivinar donde tendría escondida la navaja. ¿Porqué había sido tan idiota de dejarse los canutos en el vestuario?

- Oye, Lady - joder, Lady. Tiene que ser una puta broma -A ver...o sea...hacemos como que limpiamos un rato o le dan por culo directamente?

Y allí estaba yo, con el puto mono aquel en el Pradolongo. Si nos hubieran mandado un par de horas antes a buscar desperdicios por el estanque habría habido peligro de encontrar el cadáver de otra payasa sin mucha idea, pero en fin, eso a mí me la picaba. Ibai estaba mazo de callado, me miraba sólo de reojo y, bueno, yo sabía dónde miraba, ¿entiendes? Se sentó con aire chulesco en uno de los bancos y, mientras me hablaba, empecé a observar el alrededor. Desde aquí se podía ver el campanario abandonado que daba al final del parque, donde habían construido la nueva comisaría hacía cinco años.

-Eso mismo te iba a preguntar yo, Ibai...- me acerqué a mi "compi" y me senté a su lado, de una forma más correcta. Dejé el gancho de los cojones en el suelo y me apoyé en el reposa-brazos para mirarle desde abajo. Estaba jodidamente bueno y, con ese aire de "chico problemático" apenas podía andar dos pasos sin arrodillarme delante de él. ¡Qué maromo!

-Yo soy de aquí del barrio, ¿sabes?- señalé con el dedo los edificios naranjas del Cristo de la Victoria, que podían verse a lo lejos. -En la parte alta del "Cristo". Por aquí hay una comisaría pero los pitufos no entran en su puta vida en el parque.- reí y después apoyé la cabeza en mi mano derecha, insinuándome ligeramente y dando señales a mi querido vasco de lo bien que podía hacerle sentir esa mañanita.

-¿Y tú de dónde eres ninio? - parpadeé mientras me llevaba un dedo a los labios.

Espero que estés flipando pero mucho mucho Ibai, y eso que te acaba de parecer solo sea eso: tu cabecita jugándote malas pasadas. Esa es una alternativa cojonuda comparada con la otra opción: que este elemento se esté insinuando en medio del parque. Lo del parque tiene un pase, pero ella...Bueno, bueno, calma. Seguirle la corriente siempre es una buena idea, para empezar. Y ha dejado el pincho, que tampoco es mala señal.

En algo se parecían Madrid y Pamplona, eso ya lo había notado sin que la Lady viniera a decírselo: las dos estaban plagadas de maderos hijos de puta, aunque en cada sitio tenían sus prioridades, claro. Y se dejaban ver más o menos dependiendo de sus propias necesidades. Pero que no entraban en el parque? Aquello no era una zona lujosa, pero tampoco era una puta favela. Hostia, intentaba impresionarle haciéndose la macarra o qué? Impresionado estaba, eso seguro.

- No conozco mucho todo esto, pero el parque mola -y lo decía en serio. Desde que llegó a Madrid le habían gustado los parques que se había ido encontrando. - Yo soy de Pamplona. Llevo un par de años por aquí.

Ibai la miró unos segundos, fijamente. - Y para qué cojones iban a entrar al parque? - Como si les importase que en un barrio como aquel los críos se pasaran las tardes fumando petas. Un breve escalofrío le recorre la espalda, al ver la pose seductora de Lady y al recordar su entrada triunfal en el aula, enseñando teta. Por lo que había podido ver, tenía dos, y no estaban mal...pero ahora sí que está empezando a desvariar, así que se levanta de un salto.

- Hacemos una cosa: limpiamos un rato, y luego me enseñas el barrio, que tiene pinta de tener mucho que ver - definitivamente, eres idiota Ibai. Antes de seguir diciendo tonterías, recoge su pincho y saca una bolsa de basura, dispuesto a recoger los restos de la borrachera de algún grupo de niñatos. Empieza por la zona más cercana al banco donde se habían sentado, aunque sabe que la idea de poner tierra de por medio sería la acertada. Y no mirar atrás.

Como caído del cielo... Ibai se levantó con sus aires de tipo chungo y agarró con fuerza el pincho para empezar a limpiar. Las vistas desde mi sitio eran to' buenas. Sólo de imaginarme esos bóxer petados dentro del pantalón, me entraba un hambre canina. Grrroar. Después de gozarlo mazo un rato, me levanté y cogí con tirria el pinchito. Seguí los pasos de Ibai muy de cerca y fui contestando sus preguntas.
-Buah, porque este parque de noche es mazo de peligroso, ¿sabes? Sobreto' la parte de Orcasitas, la que da al polideportivo. Madre mía, ahí han aparecido ya cuatro chavalas degollás, pero es que hay que ser gilipollas macho pa' meterte en el Pradolongo estando sola y por esa parte.- pinché un botecito de BiFrutas y cuando lo fui a meter en la bolsa, apareció un liquidillo amarillento que me salpicó. Tiré las cosas al suelo mazo de cabreada.

-¡JODER! ¡QUé PUTO ASCO, COÑO!- me empecé a frotar la manga, no pensaba continuar con ese tufo tol día. -¡Me cago en los muertos del subnormal que ha dejao esto así!- seguí frotando, pero no salía. -¡Ayyyy...!- pataleé un par de veces, hasta que recordé que tenía colonia en el bolsillo. Saqué el frasco y me eché un par de veces. Volví a guardarlo y vi cómo el Ibai me miraba. Sonreí.

--Ej que me infla los cojones mazo ensuciarme, ¿sabes?- no sabía cuánto tiempo había pasado, pero estaba mazo de cansada. Me dolían ya los brazos de tanto pinchar el puto suelo, así que me senté un poco en el borde del lago. El olorcillo que salía del agua verde me daba un asco tremendo, pero bueno, por lo menos podía descansar. Por debajo del mono me sentía toda sudada. ¿Cómo estaría Ibai por debajo del mono? Pfff... calla morenah, calla...

-Bueno, pues hemos trabajao mazo, eh Ibai. Cuando quieras te enseño mi kelly.

Definitivamente la Lady flipa. Cuatro chavalas degolladas dice, en el mismo parque. Ibai desde luego no ha oído nada de eso, y no le hubieran dado publicidad ni nada los periodistas a algo así. Se le ocurre más de una presentadora que debe mojar las bragas solo de imaginarse un caso parecido. Horas y horas de entrevistas por el vecindario, amigos, familia, policía, forenses con detalles escabrosos y recreaciones de los hechos, presentación de un entorno social marginal, que siempre da pena, y, en definitiva, drama humano, mucho drama humano que es lo que gusta. Pero de eso ni una palabra, y la Lady flipa.

Flipa tanto que se monta su propio drama por mancharse el buzo. Para qué se cree que se lo han dado? De alguna parte sacó un frasco de colonia y el aplicársela la calmó un poco. En cambio a Ibai no le pareció que el nuevo perfume hubiera mejorado nada, con aquel olor dulzón que se extendió pronto por el ambiente, pese a la pestilencia del lago y la mierda que los rodeaba, en general. Muy fina ella, quedaba claro.

- Tranquila joder, que casi ni se nota - le dijo señalando la pequeña mancha. La tía apenas había recogido cuatro putos papeles y ya estaba resoplando, echa polvo. No es que Ibai se estuviese dejando la piel en el curro, solo era una excusa por mantener cierta distancia con la chica, pero debía quedar un buen rato todavía para terminar el turno de aquella mañana, así que siguió recogiendo con calma, mientras sentía la mirada de la Martínez. Ir a su kelly dice??

- Por mi esto ya está mejor que bien. Tienes algo que fumar en esa kelly tuya? -preguntar eso no comprometía a nada. ¿O sí? - Ay Ibai, que tonto eres.

-Hombre pues claro, chaval. La Lady tiene de tó pa alegrar a sus invitados.- sonreí juguetona. Estaba claro que Ibai había pillado la indirecta, si todo marchaba bien, en un par de horas me estarían rebotando un par de pelotas vascas en el culo.
Agarré el pincho y me lo puse sobre las piernas, recorriendo con el dedo el perfil. Después sonreí a Ibai y me quedé quieta un momento, haciéndole vibrar con mi mirada.

-Pues cuando quieras podemos ir a darnos un garbeo, que por aquí todo está un poco muerto. - me levanté, realmente hacía mucho calor. -Pfff, ¿no tienes calor, ninio?- me bajé un poco la cremallera del mono, dejando ver el chocolatito rico que Ibai podría catar y empecé a abanicarme un poco, resoplando. "Chavalito, soy tu diosa negra, lo que yo te puedo hacer no te lo va a hacer ninguna". Evidentemente, Ibai leía mi mirada y mis labios húmedos que lo buscaban.

-¿Qué estarán haciendo los demás?- me acerqué disimuladamente a él y apoyé mi mano sobre su pecho, en la cremallera más concretamente. La agarré y le miré a los ojos con carita de glotona. - ¿Tú no tienes calor, pamploneño?

Si, qué estarían haciendo los demás? si Ibai hubiera querido discrección seguro que ya hubieran aparecido todos por allí, por joder. Pero no, claro. ¿Y a esta qué le pasa? Hostias, que calentón que lleva la tía. No me jodas, que no llevo ni dos horas aquí, a ver quién cojones aguanta a esta todo el verano. Claro que como pases de ella te amarga la vida igual. ¡Su puta madre! No podía haberme tocado en el grupo no sé...con el friki. Ese parecía inofensivo al menos. ¿Pero qué digo? Si Aixa tenía porros, y al lado de esta... Ni siquiera parecía deficiente, y eso ahora mismo, Ibai, es mucho más de lo que puedes soñar. Por no hablar de la que ha aparecido en el último momento, que esa sí tenía un polvo.

Ibai levantó la mirada, con la esperanza de ver algún mono amarillo en los alrededores. El único a la vista era el de Lady, con la cremallera peligrosamente bajada y con el pincho colocado entre las piernas mientras lo acariciaba. Ahora el escalofrío es mucho más intenso, y los ojos de Ibai se abren con horror (que Lady, en su mente retorcida parece confundir con algún tipo de lujuria compatible con la suya) al verla acercarse y buscar la cremallera de su mono. ¡Pero di algo ya, capullo! O esta te folla en medio del parque.

- Sí hace calor sí...si hemos terminado igual es mejor volver no? No se ve a nadie más, ha debido terminar lo suyo todo el mundo - e Ibai no necesita aparentar cuando se pasa una mano por la frente y se seca una gota de sudor. El día está plomizo, el parque está vacío y el chico clava la vista en Lady, buscando la aprobación a su idea, y rogando a quien tenga el poder de decisión en estos casos para que, por favor por favor, la chica no se de cuenta de que una erección ha aparecido bajo el mono amarillo del joven. La idea que le había cruzado por la cabeza de follar en el parque había surtido su efecto. Incluso con Lady.

Sonreí al saber que él estaba tan "acalorado" como yo. Eché una mirada a los alrededores por si acaso alguna de las putongas estaban por ahí. Como odio a esas cerdas que se creen que por vomitar por las noches para estar raquíticas se merecen más que yo a hombretones como Ibai. Yo soy la Lady, ¿sabes? La diosa negra. Podrán invitarme, pero jamás igualarme. Nadie puede.

-Por lo del calor no te preocupes, que yo vivo a tiro piedra de aquí y en mi casa tengo aire acondicionado. Y si quieres te puedes ... - me acerqué y puse las manos sobre sus hombros. Me acerqué más a él y levanté ligeramente la rodilla. Él dio un respingo , pero fue tiempo suficiente pa darme cuenta de que mi seducción ya lo tenía to' roto. Sonreí. -Te puedes duchar o algo ... mi madre pasa mazo de ir a casa, y trabaja hasta las diez de la noche. Tenemos...- me metí un dedo en la boca. -Toooodo el día. Jijiji.

Así que ... ¿qué?

¿Por qué niegas con la cabeza? Yo soy la Lady, la diosa negra, ¿me oyes? Y yo elijo quién y cuándo entra por la puerta grande. ¿Clarito? Yo no soy como esas mojigatas gilipollas que ven una polla y se llevan las manos a la cara. Yo sé apreciar a un buen hombre, como mi padre... Pero vamos, que eso son otras cosas. Así que, Ibai y yo íbamos a pasarlo mazo de bien, porque era un ninio tremendo, el moreno más calentorro que me había echao a la cara y, si para tirármelo, tenía que zorrear un poco, pues zorreaba.
Así que, sí cometarros de tres al cuarto, le agarré el rabo y sonreí dejando ver mis piercings de la lengua, que eso sí que le mola a los chavales.

-Podemos irnos los tres, moreno.

Ya está. El verano jodido. Eso si sobrevives a esta mañana. Lo de la ducha es una buena idea. De hecho, Ibai tiene ganas de lanzarse al estanque hediondo y cruzarlo a nado. Se le bajaría la trempera inoportuna y dudaba que la Lady fuera a seguirle, tan tiquismiquis ella a la hora de mancharse el buzo.

Oye, pero no todas las mañanas una tía (no deja de ser una tía, creo) te agarra la polla así. Y siempre puedes cerrar los ojos y pensar en tiempos mejores. O mejor, un último intento sin resultar totalmente patético? Veamos.

- Lady...yo me refería más bien a volver al centro. Además, allí hay cuartos vacíos pa elegir. Y nos evitamos que el puto gordo nos toque los cojones - una vez más, Ibai parece empeñado en elegir las peores comparaciones en los mejores momentos, mientras la mano de Lady se aprieta peligrosamente alrededor de su pene. - Además, no sé tú, pero no llevo condones - hostia, como si esta hubiera oído hablar del sexo seguro. Razón de más para ni soñar en meterla a pelo. Ni pensar en qué ha podido entrar por ahí. Podía también intentar correrse así, a toda hostia, y que la tía se desilusionara. Mejor todavía, y más fácil con el nivel de estrés que empieza a acumular: un gatillazo. Con la mentalidad que debe tener la Lady, lo toma por maricón seguro. ¡Perfecto! Se libra de ella para todo el verano. Un puto genio. Un puto genio que sigue empalmado, eso sí.

Con mucha suavidad, Ibai intenta avanzar en dirección al centro, intentando orientarse correctamente y buscando a la vez algún mono amarillo salvador. Consigue soltar la presión de su polla, y respira aliviado durante un par de segundos, a la espera del contraataque. Mientras tanto, avanza, despacio pero decidido.

Bueno, por eso no te preocupes morenito, que la Lady lo tiene siempre todo preparado.- dije mientras sacaba mi cartera repleta de condones, con o sin sabor. Parpadeé ligeramente y le agarré del brazo, haciendo que mis tetas abrazaran sus deliciosos bíceps. -Pero no seas tonto, es mejor ir a mi casa que ahí ni Dios nos molesta.- corregí la dirección y empezamos a caminar hacia mi casa. Queda a nah del lago, ¿sabes? El Cristo de la Victoria es la primera calle que te encuentras al salir del Pradolongo.

Más contenta que unas castañuelas me llevé a mi maromo hacia casa, deseosa de llegar y echarle el polvazo de su vida. Y en ese momento ... lo pensé.

"Mierda, mierda, mierda... todavía no me ha bajado la regla... Como me baje hoy me muero... No, no será tan hija de puta de joderme el polvo de mi vida"

Le estrujé más el brazo contra las tetas para mantener calentito el pastel y empecé a meterle prisa.

-Te va a molar mazo mi casa.

Iba a soltarle la mano. Se iba a mosquear y a dejarle claro que estaba intentando decirle que "no", que cómo cojones tenía que decírselo para que se enterara. Y lo hizo, soltó su mano y la miró, y se quedó callado.

La Lady no tenía pinta de que fuera a entender. Pero no porque fuera más o menos garrula, sino porque Ibai la vio de otro modo por primera vez. Él estaba allí de paso, y no tenía intenciones de volver por aquel centro, y probablemente tampoco por aquel barrio. Estar allí casi era, sobre todo lo demás, una forma aburrida de reafirmar sus propias convicciones. Pero para la chica el barrio era su mundo y el centro parte de él. Llevaba el buzo amarillo con la misma naturalidad con la que llevaría esa misma tarde algún traje estrafalario y hortera, creyendo ser la envidia del vecindario. Volvería a entrar allí, pronto, hasta que el siguiente viaje fuera un poco más largo, hasta pasar la primera temporada en el talego. Eso era lo que había visto escrito en su frente cuando había entrado en el aula: "problemas". Pero problemas para ella misma.

Viéndole nadie lo diría, y aquella cartera llena de preservativos no apoyaba la idea precisamente, pero Ibai hubiera apostado porque Lady, en algún momento, hubiera querido aprender a decir que no. Algún momento lejano. Ahora se debía parecer más a un tío salido, intentándolo con todo lo que se moviese a su alrededor. Qué tía llevaba un arsenal como ese en una cartera?

La erección había pasado, y también el enfado. Se apartó, todo lo delicadamente que pudo.

- A ver, para un momento, escúchame. Eh! Para y escucha, por favor - ¿como le dices a alguien: no voy a follar contigo porque me das pena? No porque seas un esperpento, sino porque me parece que te has llevado más hostias en la vida de las que a mí se me pueden ocurrir, y las que te quedan. Acabo de dejar de pensar con la polla, y, ahora mismo, no puedo. O no quiero. O lo que sea.

- Hoy no voy a ir a tu casa, vale? Y tampoco vamos a follar en el parque. No vamos a follar en ningún lado joder! Sácame de este puto parque, vamos a un bar que esté cerca del centro y te invito a una caña. Y tú me cuentas qué has hecho esta vez para que te pongan ese mono, te parece? - aquello servía? Ni puta idea. La tía podía decirle que eso se lo podía contar igualmente fumando un canuto después de echar un polvo, y no le faltaría razón...Tampoco tenía un euro encima para invitar a nada, pero la idea general había quedado clara - Y súbete la cremallera, hostia puta!

Está decidido: si Lady razona y le hace caso la acompañará encantado, pero si insiste no va a dejar que vuelva a agarrarlo. Se zafará, volverá a por las bolsas de basura que han dejado tiradas buscando un contenedor donde lanzarlas y se marchará hacia el centro. Está casi seguro de que no ha hecho nada malo, pero por alguna razón se siente fatal.

Y todo se acabó. Me quedé con una cara de gilipollas tremenda cuando vi que toda la diversión se ahogaba en el lago de mierda que teníamos delante. Me le quedé mirando con la cabeza un poco baja, fijamente, escuchando todo lo que me estaba diciendo. Mira, voy a dejarme de gilipolleces, Lombarte... No era la primera vez que me pasaba.Yo voy de fuerte por la vida, ¿sabes? Pero hay cosas que no se superan, sobretodo cuando tu madre te abandona con dos años en casa de tu padre drogadicto. Y sí, lo diré en alto, yo quiero a mi papá pero, por culpa de la putonga, acabó metido en un montón de mierda tremenda: drogas, alcohol, putas, cárcel...

Pero mira, no te voy a contar mi vida a estas alturas de la peli, ¿entiendes? Sigo con aquella mierda de día y punto.

Los repentinos gritos del macarra me dejaron un poco machacada, ¿sabes? Me empecé a subir la cremallera y saqué la niña buena.
-Pero... pero, ¿qué pasa? ¿No te gusto?- "Seguro que es eso. Claro, habrá visto a la putonga bizca de la Lola y ya le ha molado su cara de chupa-pollas. Pues yo puedo ser la mejor chupa-pollas del planeta" -¿Tienes novia o argo de eso?- "Quizás es eso... mierda, si ej que ... "

Me quedé tan jodida que me separé de él como si fuera un pitufo. Ya no sabía si quería estar ahí.

- Que no que no, que no es eso - se apresuró a responder ante las dudas de la chica. Estaba claro que no esperaba esa reacción de Ibai y se había quedado algo bloqueada e insegura, así que Ibai esbozó una sonrisa amistosa, o al menos lo intentó.

Caminó despacio en dirección a la zona que habían limpiado con desgana poco antes. Recogió una de las bolsas que habían dejado tiradas y se la hechó al hombro, siguiendo el camino hacia la salida, despacio, invitando a la Lady a que lo acompañara. La chica seguía cortada. El estaba bien en silencio, de hecho no quería decir nada, pero ella no tenía pinta de estar acostumbrada a pasar callada más de cinco minutos, así que Ibai pensó que le tocaba decir algo, cualquier cosa.

- Cuando tiremos esto pasamos por el centro. Necesito un canuto pero ya - tal vez el comentario elegido no era muy novedoso viniendo de él, pero estaba seguro de que era más cierto que cualquiera de las otras veces que podía haber dicho la misma frase en el último mes.

- Por cierto...no tengo novia ni nada de eso, solo que... - se calló un segundo. Normalmente si no hablas no la cagas. - Tú conoces al gordo? No es la primera vez que te pones esto eh? - formó una pinza con los dedos pulgar e índice y agarró la tela del buzo amarillo a la altura del hombro de Lady.

-No, la verdad es que no.- no entendía una puta mierda.

El Ibai estaba ralladísimo y no entendía por qué se le había cortado el rollo así. De todas formas, tenía tal vergüenza en ese momento que preferiría estar limpiando el puto parque entero con la lengua. No sabía qué responderle. Me guardé la mercancía discretamente y le seguí los pasos más o menos.

-He estado un par de veces en centros de este estilo.- estaba mazo borde pero ¿qué esperaba? En ese momento me estaba pisoteando. Me alejé de él un poco y me metí las manos en los bolsillos. Busqué con la mirada a los compañeros y vi, al otro lado del lago, al Juaniyo liándosela parda al cuatro-ojos. Sonreí y me acerqué a la orilla descojona' perdía.

-¡Mira la hostia que se ha dado el Leo...! ¡Macho qué bueno!- me agarré a uno de los arbustos por si acaso me caía y vi cómo terminaba la escena. Después, me giré y ahí seguía el Ibai.

-Bueno, pues vamos tirando, ¿no?- aunque en ese momento no sabía si prefería tirarse al lago en vez de mirarme. ¡Menudo coñazo!

Solo llevaban unas horas allí y ya cada uno iba escogiendo su rol dentro del grupito que iban a formar ese verano. O te tocaba un papel, a tu pesar. Por el momento, Leo había estado a punto de liarla en el aula con Juaniyo, y ahora este parecía vengarse del friki haciéndole caer por las escaleras. Hasta Ibai rió, avisado por la Lady.Sí, menuda hostia. Parecía que volvía a recriminar algo al andaluz, pero este le ayudó a levantarse.

En lugar de limpiar parecía que se estaban dedicando a romper cristales. El viento llevaba el leve chasquido del vidrio al golpear el suelo, y se podía ver claramente a Aixa lanzando botellas contra el cemento y barriendo después los cristales en dirección al agua. Qué cabrones.

Como Lady Wendolyn no parecía dispuesta a dar mucha más información y lo miraba con cara de susto aunque había intentado ser bastante amable con ella al decirle lo que había, pensó que podía ser buena idea acercarse con el resto del grupo, ya que los de la barca no aparecían por ningún lado. No es que tuviese ni puta gana de hacer amigos, pero si iban a aguantarse todo el verano, llevarse bien podía ser una buena idea.

- Tiramos hacia ellos, a ver qué se cuentan? - señaló hacia los monos amarillos al otro lado del lago - Aunque debe de costar un rato rodear todo esto. Como prefieras, vamos con ellos o nos echamos un canuto en el centro. Tú fumas o qué?

Para juntarse con aquel grupo sería mucho mejor una buena raya de farlopa. Hasta podría demostrar interés en lo que le contasen. Era una de las cosas que más le gustaban de ponerse de coca, que durante ciertos momentos todas las distracciones desaparecían y podías concentrarte al cien por cien incluso en la tarea más simple o la conversación más absurda. Pero no tenía farlopa, y no había querido llevar el speed hasta ver de qué iba la gente por allí. No quería hablar de más antes de tiempo. Habría que pasar con lo que había.

-Pues claro, chavalito. Yo hago todo lo que anime el cuerpo, ¿sabes?- me crucé de brazos. Quizás no me lo tirara ese día pero, si le había puesto tan cachondo en tan poco tiempo, caería a mis encantos sí o sí.

-Venga va, vamos con éstos a ver qué se cuentan. ¡Hostia! Un mensaje.- saqué mi móvil con su peazo funda nueva y toqué la pantalla para que se callara el bacalao. -Ve tirando.- flipaba, osea, flipaba.

La Jessi me acababa de mandar un mensaje diciéndome que el Richi estaba en mi portal liándose con una. Pero ¡qué fuerte!¿no? El Richi era un golfo de mierda, uno de estos gitanicos que roneaba a todas y que te pedía una chupadita de vez en cuando a cambio de un par de gramos o de protección en el barrio. Yo fui su yegua un par de meses, ¿sabes? Por eso a mí en el barrio se me respeta.

"Jder trnca q furt pus vy a m ksa n 1 rto y s ba nterar la zorra esa T bienes sta noxe a la Joy n? Lueg s la liams Bss"

Cuando volví a mirar Ibai ya estaba un poco lejos así que me metí las manos en los bolsillos y continué andando fijándome en el culo que se le marcaba a mi chulazo con el mono ese. "Ya tengo fantasía pa' esta noche con mi pingüino"

Ibai sonrió ante la respuesta de la chica. Cuando ya parecían decididos a juntarse con el otro grupo (los del lago seguían sin aparecer) la Lady se sacó del mono un móvil que ofendía a la vista mientras berreaba un politono cani hasta la muerte. Como la tía se tomó la libertad de mandarlo seguir caminando, Ibai aprovechó para tomar unos metros de ventaja.

Pronto se olvidó del mal ratillo pasado con la chica y de todo, hasta de que llevaba aquella mierda de mono y que tenía que pasarse todo el verano con aquellos colgaos por culpa de aquel perro de mierda que se la lió. Hostia puta, no iba a poder ni pasarse por los sanfermines, menuda mierda. Pero pese a todo, esos segundos de soledad junto al estanque le pusieron de buen humor, y dispuesto a mantenerlo durante un rato, siguió su camino hacia el centro, sin volverse hacia Lady ni avisarla de su cambio de planes. Si quería acompañarlo no era difícil seguir el rastro del buzo fosforito.

Entró en el centro y saludó a Ramiro con un "¿qué pasa?" alzando la mano mientras pasaba junto a la recepción, después de tirar la bolsa llena de basura en un contenedor cercano. Luego entró hacia la zona de vestuarios, donde debía haber sido el primero en llegar aquella mañana. Abrió su taquilla y se lió un porro allí mismo, pero lo guardó en el mono junto con el mechero, pensando que cualquier sitio sería más apañado que aquel para fumar un rato tranquilo. Así que cogió también el libro que había llevado en la mochila, aunque era un puto tocho y pesaba de cojones. Dispuesto a terminarlo de una vez acompañado de su canuto, salió hacia la planta baja de nuevo, para buscar un rincón en el patio o en una sala vacía que le gustase. Lástima que seguro que las viejas ya habían terminado de hacer el chorra, sino se hubiera divertido un rato viéndolas.

Estuve siguiendo a Ibai un buen trecho pero al final me di cuenta de que el lerdo estaba yendo hacia el centro. Esa mañana estaba mosca con él, ¿sabes? Así que pasé de decirle nah. Me senté en el césped que estaba cerca del lago y me puse a cotillear qué hacían los demás. Había un chico nuevo remando en una barca del lago. ¡Ay omá! ¿Pero qué gozo de hombres han metido en esta mierda? Ni famosos ni pollas, lo mejor son los macarrillas que se parten el culo en el gimnasio para después poderte partir a ti el culo.

Me llegaron un par de mensajes más de la Coral y la Jessi, estuve charlando con ellas y entonces miré el lado del parque que habíamos "limpiado" nosotros. Uno de los limpiadores del parque estaba dando vueltas por ahí, recogiendo algún que otro desperdicio, así que hasta eso nos saldría bien esa mañana.
No como al Juaniyo y la puta cerda de la Aixa. Había visto cómo rompían botellas de cristal contra el suelo y después barrían los restos al interior del lago. ¡Menos mal que ahí ya ni Dios se bañaba, porque sino se la liarían parda a más de uno!

Aburrida como estaba, me fui pa' donde Juaniyo.