Escena A: Vestuarios femeninos

Los vestuarios femeninos se encuentran en el sótano, en un pasillo que comparte con los vestuarios masculino, la cancha y el gimnasio. El vestuario tiene cinco docenas de taquillas con bancos entre medias, unas ducha compartidas, varios baños y una serie de lavamanos en un encimera sobre la cual hay un enorme espejo. Esta iluminado por fluorescentes y hay varios ventanucos traslucidos a unos siete metros del suelo, que permiten que entre algo de luz y aire del exterior.

Al llegar la primera se dará cuenta que por allí ha pasado un grupo de personas, pues hay una compresa que sobresale de la papelera, el ambiente esta cargado de vapor de agua y el suelo esta mojado lleno de pisadas. A pesar de ello está completamente vacío y lo único que se escucha al entrar son sus pasos y un goteo de alguna de las duchas. Pero por lo demás está todo vacío

No quería llegar tarde el primer día, a pesar de dónde estaba metida intentaría dar una buena impresión, así que a las 9:40 Lola atravesaba el recibidor del centro cultural. Por lo visto había llegado con demasiada antelación porque allí no había nadie, bueno, un grupo de ancianas con ropa deportiva esperaba fuera de un aula, quizá esperando que el encargado les abriera la puerta.

El sitio no era como lo había previsto: era bastante luminoso,estaba limpio y cuidado y no había jóvenes yonkis tirados por el suelo; como ella había imaginado, exageradamente, el día anterior. Decidió acercarse a las viejecillas para preguntarle por los vestuarios Espero que la ropa este allí, porque a mi no me han dado nada... Su psicóloga le había dicho lo que debía llevar puesto el primer día pero nadie se había preocupado por facilitárselo, así que esperaba que la ropa estuviera en los vestuarios.

- Buenos días - Una auténtica calavera andante se volvió hacia ella: era una vieja arrugada sin apenas carne. Le sonrió amablemente mientras sus amigas cuchicheaban, probablemente sobre algún medicamento o la pensión, y eso animó a la chica a preguntarle
- Sí, hola... Estoy buscando los vestuarios ¿sabe dónde están? - Lola esperaba que sí, no sólo por el hecho de que le venía bien, también porque esperaba que esas mujeres no fueran por la calle vestidas con esa ropa.
La anciana asintió - Claro, nena, claro, mira - señaló con un huesudo índice al fondo del pasillo - Los vestuarios están abajo del todo, sigue esas escaleras y no te perderás -
Lola sonrió mientras la mujer parecía bajar con esfuerzo el brazo - Muchas gracias señora - y se encaminó hacia las escaleras.

Una vez abajo no le fue difícil encontrar los vestuarios de las chicas, justo al lado de una pista de baloncesto y el gimnasio. Cuando abrió la puerta pudo ver que estaba vacío, aunque se podía notar en la sala que hacía poco alguien había usado las duchas.
Se dio una vuelta entre los bancos mientras lo miraba todo bien, no sería muy difícil encontrar allí los monos amarillos. Había bastantes taquillas, aquello le vendría bien porque teniendo en cuenta lo que debía ponerse para trabajar probablemente le hiciera falta una ducha cuando terminara el día.

Nada, la ropa de trabajo no estaba allí así que quizá estuviera dentro de las taquillas. Empezó a comprobar una por una por si daba con alguna abierta.

Spoiler:

Mi vida de nuevo había dado un giro brutal. Apenas llevaba unos meses fuera del correccional y ya me habían vuelto a dar problemas mi madre y sus mierda de ideas. La última había sido meterme, a traición, en el "Hermano Mayor"... ¿Quién se cree que es? En fin, después de eso, el tipejo y los cámaras se me pegaron en el culo como si fuera una braga cutre de mercadillo, no sé por qué se extrañó cuando le enganché con el cenicero en la cabeza... ¡Pero si le estuve avisando!
Bah...
De todas formas, ya había protestado y pataleado demasiado, ¿entiendes? Así que, para evitar volver al centro, dejé que me pusieran a limpiar chicles de debajo de las mesas.

Aquella noche había dormido como el culo. Mis colegas decidieron irse de botellón y acabamos quemando unos contenedores en Lavapiés. ¿Qué? No me mires así, joder, las viejas de ese barrio son las más pesadas de todo Madrid, se merecen una lección y era eso, o quemarles el portal. De todas formas, me estoy yendo por las ramas, y tengo algo interesante que contarte.

Estaba yo con cara de zombie delante de los vestuarios cuando escuché que había alguien dentro. Resoplé y entré decidida a dejar clara mi fuerza. Había dentro una chica con pinta de putonga al lado de las taquillas, abriéndolas quizás. Mi primera impresión fue una mierda pero bueno, necesitaría amigas allí así que preferí sonreír.

-Hola.- me dirigí directamente hacia los bancos que estaban frente a las taquillas. Había un pestazo a duchas públicas que te pasas y parecía que un equipo de fútbol entero había pasado por ahí. Encontré hasta dos támpax con el rabillo del ojo pero preferí ignorarlos para no morirme del ascazo. Miré a la pava esa y continué hablando.
-Yo soy la Lady, ¿tú estás también por los servicios comunitarios? ¡Qué puta mierda, ¿verdad?!- tanteé el terreno, soy muy lista, ¿sabes?
Empecé a urgar en mi mochila y, cuando vi mi pedazo de móvil con su funda rosa llena de estrellas estuve a punto de hacerme una foto sexy con mi nuevo sujetador. El look rebelde siempre rompía a los maromos. Pero con la putonga allí no me fiaba mucho. Esas zorras siempre quieren para ellas la atención. Mientras esperaba a que la tipa me respondiera intenté buscar mi nombre en alguna de las taquillas, no estaba dispuesta a compartir armario con cualquier moja-bragas.

Todas las putas taquillas estaban cerradas ¿pero dónde coño estarían los monos amarillos?, a lo mejor tendría que haber ido a recepción o algo así, si es que ese sitio tenía.
Mientras intentaba abrir, sin éxito, la última taquilla oyó la puerta de los vestuarios y luego un "Hola" hizo que se diera la vuelta hacia la recién llegada.
Joder... El Chato, uno de sus amigos, le había intentado meter miedo diciéndole que sus compañeros de los servicios serían todos unos asesinos en potencia, si es que no lo eran ya, pero ella sabía que ese tipo de gente con delitos tan graves no estaría allí... Aunque ahora viendo a aquella tipa se lo planteó de nuevo. La chica con pinta de pandillera se sentó en uno de los bancos frente a las taquillas, no muy lejos de ella, por lo que dijo iba a ser su compañera en los servicios comunitarios aunque sólo con verla eso estaba claro...
Ojo, Lola nunca ha sido una chica racista, a excepción de los putos gitanos a los que ha aprendido a odiar a fuerza de que le robaran más de una vez.

- Hola, yo soy Lola - odiaba presentarse así, odiaba esa maldita rima pero era lo que le había salido - Pues sí - apoyó la espalda en las taquillas para seguir hablando con ella - estoy aquí por los servicios comunitarios y la verdad es que estaba buscando los monos amarillos pero aquí no están... - Estuvo a punto de preguntarle si los había visto pero le interesaban más otras cosas - ¿Tú también has tenido que ir a ver a la psicóloga y todas esas mierdas? -

Suponía que todos habrían pasado por los mismos "rituales" pero como nunca había estado en un sitio así prefirió asegurarse, además igual la tal Lady ya era toda una experta en eso de los servicios comunitarios.

Si es que ya lo sabía yo. ¿No te lo había dicho, lista? La Lady sabe lo que es la calle y es normal que, incluso la putonga de Lola quisiera hablar conmigo desde el principio. Yo sonreí ante la pregunta y me apoyé en el banco, hacia atrás, dejando salir mi enorme par de tetas a la luz para comparar con los pechitos de niñata de Lola.

-Sí, tía, que jodido asco. Además la psicóloga es una rallada de mierda, pero yo ya estoy muy hecha a estas cosas, ¿sabes? - me levanté y me dirigí hacia las taquillas. No debía ser muy difícil forzarlas así que eché mano de la mochila y saqué el juguete que mi colega, el Agus, me había prestado para agujerearle las ruedas al hijo de puta del Pedro Aguado. La navaja resplandecía bajo la débil luz de las lámparas del vestuario, con ella en la mano me sentía mucho más poderosa.
Saqué el filo fino que había visto usar a Agus para forzar candados de bicis y cosas así y me puse a trastear en una de las taquillas.

-Lo que te iba diciendo, Lola, soy una chica criada en la calle, ¿sabes? Y por eso he tenido que pegarme mazo de veces con los servicios sociales y la panda de payasos con traje. En concreto la Lombarte, bah, esa es una princesita de barrio, como la cerda de mi madre. ¡JODER! - pegué un hostión a la taquilla que se movió, junto con el resto. -Esto no se abre, coño.- miré a Lola y la señalé con el punzón. -¿Tú no sabrás usar esto, verdad?- ¿eh? ¿Lola?
Fue entonces cuando, detrás de ella pude ver un armarito pequeño. Me levanté y caminé hacia el armario, apartando un poco a la chica. Lo abrí y...

-Amos, no me jodas... - me giré y le tiré una llavecita con el número 6 a Lola. - Están aquí las llaves de las taquillas... - cogí el número 2 y me fui para la mía. La abrí y allí estaba aquel horrendo mono amarillo pollo. Saqué el disfraz, cerré la taquilla y me metí la llave entre las tetas.

-Habrá que vestirse.

Aún sonriendo su cara no parecía amable, y después de repanchigarse en los bancos con los dos globos negros sobresaliendo de esa manera aquél era el perfecto escenario para una peli porno barata:morena tetona en el vestuario de las chicas; Lola prefirió no pensar en cuál sería su papel...

Sí, no me sorprende, seguro que te has tirado aquí la vida... Al principio pensó que sería mejor no decirle que era su primera vez allí pero ¿por qué no?, seguramente se acabaría enterando antes o después y estaba segura de que no le convenía que Lady Boobies la odiara

- Pues sí que es una rallada de mierda, sobre todo para mi que no me entero de mucho aún porque es la primera vez que estoy aquí... -

La chica se levantó y sacó una navaja con la misma naturalidad con la que se saca un cuchillo de mantequilla Me cago en la puta... Dónde me han metido... No, dónde se había metido, aunque no lo quisiera aceptar aquello era culpa suya y solamente suya. Mientras veía a aquella tía intentando abrir las taquillas con la navaja y hablándole de que se había criado en la calle, como si hiciera falta decirlo, Lola tuvo un momento revelador; quizá el primero en toda su vida:
No volvería a delinquir, nunca más. Y no sólo por su hermano o su madre, sobre todo por ella ¿quién querría acabar como Lady Tetas?, joder, se veía a si misma abriendo coches con navajas para irse después de carreras ilegales...

El ruido del golpe la sacó de sus pensamientos y la despertó, estaba claro que cuando alguien sabe usar una navaja es mejor ser amigo suyo que enemigo
- Pues algo sé pero las que yo uso no son tan grandes. - para robar motos no se necesitaba tanto, la verdad.
La chica se acercó a ella y Lola, extrañamente, se dio cuenta de que no se puso nerviosa, igual era bueno que le hubiera robado tanto gitano porque ahora si alguien se le acercaba con una navaja no era tan grave como hacía unos años. Ella se apartó cuando Lady "la ayudó" a que lo hiciera y entonces, al darse la vuelta, vio un armarito, la chunga le tiró unas llaves.

- Joder, no lo había visto... Gracias - dijo mientras zarandeaba un poco las llaves y buscaba con la mirada la taquilla 6. - ¿Te han dicho lo que tenemos que hacer?, porque con estos trajes parece que nos vayan a meter en una central nuclear. -


Lola abrió la taquilla y sacó el traje amarillo quema-retinas, se quitó la sudadera y se puso el traje sobre la camiseta negra de manga corta que llevaba debajo. Se sentó en el banco para ponerse los protectores y se levantó para ponerse el del abdomen. Guardó la ropa en la taquilla y cerró, en un sitio así debían tener mejores candados, eso estaba claro; luego se la metió en el bolsillo y esperó a su compañera de penurias.

Me quité la camiseta para no morirme de calor después y me puse el mono, dejando que Lola supiera que allí era yo la de las tetas grandes. Justo antes de terminar de vestirme, mi móvil comenzó a sonar con mi último politono "I'm sexy and i know it". Lo cogí deprisa, esperando escuchar a alguien que me salvara de aquel coñazo.

-¿Jessi? ¿Qué tal tronca? Sí, yo estoy en la mierda esta de Orcasitas, pero por la tarde creo que ya estoy fuera. Vale... sí...- fue en ese momento cuando vi a Lola cambiarse y , mirarme así de estrangis. - Espera un momento.
- cogí mis cosas y tapé el móvil un par de segundos. -Nos vemos en el aula, Lolita. - sonreí, tratando de hacerme la simpática. Al fin y al cabo, con esas tetitas Lola "Gayola" no iba a ser competencia, ¿no? Salí del vestuario rápidamente, todavía con el entreteto al aire ya que no me había subido la cremallera.

Seguí charlando con la Jessi un rato, pero eso no te lo pienso contar, ¿entiendes? Son cosas suyas y la amistad es lo primero. Cuando colgué, empecé a subir las escaleras que llevaban al piso cuarto. Había cartelitos gilipollas por todas partes señalizándolo todo como si fuéramos retrasados. Pero bueno, al fin y al cabo, el día no había comenzado demasiado mal.

Lady ni le contestó, estaba demasiado ocupada hablando con si amiga Jessi, la pandillera poligonera, como para prestarle atención. Cogió sus cosas y le dijo que ya se verían en el aula, aunque la verdad es que lo de "Lolita" sí que le jodió pero sería mejor pasar del asunto; de hecho eso se había planteado entrando por la puerta del edificio: pasar de todo como hacia siempre. Cumpliría las horas que tuviera que hacer y se volvería a casa cada día, hasta terminar con esa mierda.

Su compañera se dio prisa en subir hacia el aula, obviamente se sabría el camino mejor que el de su casa, pero ella sólo sabía que estaba en la cuarta planta. Bah, no sería tan difícil si gente como Lady había sido capaz de encontrarlo...
Se dio la vuelta para asegurarse de que su taquilla estaba cerrada y justo antes de cruzar el umbral de la puerta se detuvo delante del espejo. La verdad es que ese mono amarillo le hacía parecer una tabla de planchar... Nunca se había preocupado demasiado por sus tetas, eso era verdad, había llegado a la conclusión de que eran directamente heredadas de su madre: no eran grandes pero ahí estaban, no era una tabla rígida ¡eso estaba claro!... Pero obviamente después de que la navajera le restregara las suyas por la cara Lola no pudo hacer otra cosa que pensar que un poco más grandes tampoco estarían mal...

- En fin... - Suspiró mientras salía de los vestuarios camino de las escaleras, aunque la verdad es que le extrañaba haber encontrado sólo una chica más ¿o es que todos los demás serían tíos?, por su parte mejor, solía llevarse mucho mejor con los hombres que con las mujeres porque solían ser como los coches: una vez has conducido alguno ya sabes cómo se conducen todos, y además ella era capaz hasta de montar y desmontar el motor...