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[Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
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[Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
La celda era pequeña y estaba llena. Los soldados de Fornost habían considerado que las mujeres eran menos proclives a desafiar la ley, por lo que solo habían destinado una celda para recluir a las infractoras. Gracias a esta línea de pensamiento, las reclusas estaban apiñadas en el espacio pestilente. Eran 6 las detenidas, incluida Sigrid.
En un rincón, una rubia flaca y una mujer más joven de caderas generosas parecían conocerse, puesto que llevaban varias horas poniéndose al día de lo sucedido desde su último encuentro. Ambas estaban sentadas cómodamente en la sucia paja del suelo, ignorando la inmundicia del lugar, como si estuvieran acostumbradas. Una mujer de median edad y mirara fiera permanecía acuclillada en un obstinado silencio desde que la trajeran la tarde anterior. No hablaba a nadie y no miraba a nadie, salvo a la chiquilla de apenas 15 años que llevaba toda la noche sollozando contra su delantal.
La luz del amanecer comenzaba a filtrarse por los barrotes del ventanuco de la celda, lo suficientemente algo para que ninguna de las mujeres pudiera asomarse. El día anterior Sigrid, una vez despojada de su armadura, había sido invitada a unirse al resto de reclusas.
Las primeras luces no mejoraban el aspecto ni el olor del lugar, pero si traían a algunos solados curiosos, que a través de los barrotes de la gruesa puerta de madera echaban un vistazo a las nuevas, ganándose los insultos de las chicas del rincón.
Ya era completamente de día cuando se oyó como unas pesadas botas se paraban ante la puerta y una llave trasteaba en la cerradura. La quinceañera, que se había dormido agotada de llorar, despertó con un sobresalto y palideció. Se abrió la puerta y un soldado raso, acompañado del carcelero y tres hombres más señaló a Sigrid.
- El capitán quiere hablar contigo. - dijo
En un rincón, una rubia flaca y una mujer más joven de caderas generosas parecían conocerse, puesto que llevaban varias horas poniéndose al día de lo sucedido desde su último encuentro. Ambas estaban sentadas cómodamente en la sucia paja del suelo, ignorando la inmundicia del lugar, como si estuvieran acostumbradas. Una mujer de median edad y mirara fiera permanecía acuclillada en un obstinado silencio desde que la trajeran la tarde anterior. No hablaba a nadie y no miraba a nadie, salvo a la chiquilla de apenas 15 años que llevaba toda la noche sollozando contra su delantal.
La luz del amanecer comenzaba a filtrarse por los barrotes del ventanuco de la celda, lo suficientemente algo para que ninguna de las mujeres pudiera asomarse. El día anterior Sigrid, una vez despojada de su armadura, había sido invitada a unirse al resto de reclusas.
Las primeras luces no mejoraban el aspecto ni el olor del lugar, pero si traían a algunos solados curiosos, que a través de los barrotes de la gruesa puerta de madera echaban un vistazo a las nuevas, ganándose los insultos de las chicas del rincón.
Ya era completamente de día cuando se oyó como unas pesadas botas se paraban ante la puerta y una llave trasteaba en la cerradura. La quinceañera, que se había dormido agotada de llorar, despertó con un sobresalto y palideció. Se abrió la puerta y un soldado raso, acompañado del carcelero y tres hombres más señaló a Sigrid.
- El capitán quiere hablar contigo. - dijo
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
El calabozo le recordaba a una pocilga, y sin duda, olía como tal. Solo una habitación llena de paja, decorada con desperdicios y suciedad. Por supuesto, frecuentada por cerdos. En ese momento se encontraba con algunos de ellos, aunque desconocía la cantidad que podía llegar a haber en días complicados. Solo la reja que daba al exterior mostraba algo precioso en comparación a lo indigno de ese lugar, pero se encontraba fuera de su alcance.
Sentada en la paja con las rodillas flexionadas y los brazos apoyados en ellas, observaba a las mujeres que se encontraban alrededor, analizando su situación para haber acabado en aquel lugar. Primero las dos que hablaban entre ellas y que sin lugar a dudas se conocían. ¿Qué hacían allí? Posiblemente fueran simples ladronas o embaucadoras, se las veía lo suficientemente atractivas para seducir a cualquier hombre y robar sus pertenencias. No era de extrañar que hubieran acabado en el calabozo con frecuencia. La mujer mayor en cambio tenía un aire mucho más duro y agresivo. Algo no le gustaba, como si supiera que había asesinado a una persona por el gusto de ello. Sabía que apartarse era lo más racional en ese momento. No deseaba ponerse en su camino y mucho menos entablar algún tipo de conversación con ella.
Cuando centró sus ojos en la joven chica, sintió como el corazón se le detenía por un segundo y un pinchazo en el vientre aparecía con un dolor conocido. No tendría más edad que ella cuando ocurrió, y por alguna razón, sentía como si ambas hubieran sufrido el mismo destino. La miró con dulzura y tristeza, sabiendo que nada podía hacer por aquella chica.
El sonido de unas botas la hicieron viajar a la cruda realidad, donde aun desconocía su destino. Su rostro cambió al instante, volviendo a aparecer la frialdad que tanto conocía. La frialdad que siempre mostraba a extraños como una máscara, como una defensa ante cualquier situación o hacia cualquier persona de quien desconfiara. No esperó ni un instante desde que aquel guardia hablara para dirigirse a él con renovada ansiedad.
- ¿Donde está mi hermano? - Se levantó con agilidad, sintiéndose desnuda, completamente indefensa sin su armadura. Aun así no iba a darles el placer de mostrar su impotencia. - ¿Qué habéis hecho con él? ¿donde lo habéis llevado? - Aunque estaba ansiosa por conocer la respuesta, su voz sonaba monótona y sin vida. - ¡Mostrádmelo! - Se dirigió con paso rápido y seguro hacia el soldado que la había señalado.
Sentada en la paja con las rodillas flexionadas y los brazos apoyados en ellas, observaba a las mujeres que se encontraban alrededor, analizando su situación para haber acabado en aquel lugar. Primero las dos que hablaban entre ellas y que sin lugar a dudas se conocían. ¿Qué hacían allí? Posiblemente fueran simples ladronas o embaucadoras, se las veía lo suficientemente atractivas para seducir a cualquier hombre y robar sus pertenencias. No era de extrañar que hubieran acabado en el calabozo con frecuencia. La mujer mayor en cambio tenía un aire mucho más duro y agresivo. Algo no le gustaba, como si supiera que había asesinado a una persona por el gusto de ello. Sabía que apartarse era lo más racional en ese momento. No deseaba ponerse en su camino y mucho menos entablar algún tipo de conversación con ella.
Cuando centró sus ojos en la joven chica, sintió como el corazón se le detenía por un segundo y un pinchazo en el vientre aparecía con un dolor conocido. No tendría más edad que ella cuando ocurrió, y por alguna razón, sentía como si ambas hubieran sufrido el mismo destino. La miró con dulzura y tristeza, sabiendo que nada podía hacer por aquella chica.
El sonido de unas botas la hicieron viajar a la cruda realidad, donde aun desconocía su destino. Su rostro cambió al instante, volviendo a aparecer la frialdad que tanto conocía. La frialdad que siempre mostraba a extraños como una máscara, como una defensa ante cualquier situación o hacia cualquier persona de quien desconfiara. No esperó ni un instante desde que aquel guardia hablara para dirigirse a él con renovada ansiedad.
- ¿Donde está mi hermano? - Se levantó con agilidad, sintiéndose desnuda, completamente indefensa sin su armadura. Aun así no iba a darles el placer de mostrar su impotencia. - ¿Qué habéis hecho con él? ¿donde lo habéis llevado? - Aunque estaba ansiosa por conocer la respuesta, su voz sonaba monótona y sin vida. - ¡Mostrádmelo! - Se dirigió con paso rápido y seguro hacia el soldado que la había señalado.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Los tres soldados de la retaguardia dirigieron sus lanzas a la mujer que avanzaba rápidamente.
- El bruto que se parece a ti está en un calabozo. Ahora voy a maniatarte y a llevarte ante el Capitán. Hazle a él las preguntas. -dijo con paciencia el guardia, como si estuviera harto de oír las mismas quejas y preguntas día tras día, cumpliendo con su promesa.
Con la escolta armada vigilando llevaron a la detenida por pasillos y corredores y escaleras que subían hasta un despacho. La sala era austera pues había sido reformada a partir de una de las celdas del piso superior. El suelo de piedra estaba cubierto de una alfombra y ahí terminaban todos los lujos. Solo una mesa y varias sillas llenaban en espacio. No había chimenea ni nada sobre la pesa aparte de papeles, una pluma y un tintero, que estaba utilizando en ese momento el Capitán.
- Señor. Traemos a la prisionera. - informó el carcelero, agitando su manojo de llaves antes de retirarse.
Quedaban entonces 4 soldados que se apostaron una parejas a ambos lados de la puerta y otra pareja cubriendo los flancos del capitán. Era el protocolo.
Éste se incorporó en la silla dejando la pluma a un lado y movió los anchos hombros como para estirar la espalda.
- Siéntate. -ordenó observando serio a la mujer. Parecía cansada pero se mantenía orgullosa, quizá hasta indiferente.
- ¿Qué explicación vas a darme? -preguntó sin preámbulos.
- El bruto que se parece a ti está en un calabozo. Ahora voy a maniatarte y a llevarte ante el Capitán. Hazle a él las preguntas. -dijo con paciencia el guardia, como si estuviera harto de oír las mismas quejas y preguntas día tras día, cumpliendo con su promesa.
Con la escolta armada vigilando llevaron a la detenida por pasillos y corredores y escaleras que subían hasta un despacho. La sala era austera pues había sido reformada a partir de una de las celdas del piso superior. El suelo de piedra estaba cubierto de una alfombra y ahí terminaban todos los lujos. Solo una mesa y varias sillas llenaban en espacio. No había chimenea ni nada sobre la pesa aparte de papeles, una pluma y un tintero, que estaba utilizando en ese momento el Capitán.
- Señor. Traemos a la prisionera. - informó el carcelero, agitando su manojo de llaves antes de retirarse.
Quedaban entonces 4 soldados que se apostaron una parejas a ambos lados de la puerta y otra pareja cubriendo los flancos del capitán. Era el protocolo.
Éste se incorporó en la silla dejando la pluma a un lado y movió los anchos hombros como para estirar la espalda.
- Siéntate. -ordenó observando serio a la mujer. Parecía cansada pero se mantenía orgullosa, quizá hasta indiferente.
- ¿Qué explicación vas a darme? -preguntó sin preámbulos.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Se dejó caer pesadamente en la silla, abriendo las piernas y cruzando los brazos sobre su pecho. Tras apoyar la espalda contra el respaldo, se dirigió al capitán de la guardia sin enmascarar su rostro. Sin ningún gesto con el que engañar a aquel hombre, solo su cara fría y sus ojos sin vida.
- ¿Qué explicación desea? Somos mercenarios de paso por vuestra ciudad, por lo que pongo en tela de juicio la confianza que nos ofreceréis. - El tono de su voz era igual de frío que el de su rostro, solo diferenciado por la monotonía de las frases que aparecían por entre sus labios heridos con anterioridad. - Aun así, puedo daros mi relato de los hechos, pero no puedo prometer que os agrade. - Pasó su mano izquierda por su cabello suelto. Estaba incómoda ante el pelo que rodeaba su cara, igual que la vestimenta que llevaba. Era todo demasiado ligero a lo que estaba acostumbrada. Los movimientos parecían descontrolados por la falta de peso en sus extremidades. - ¿Tenéis algún cordón para prestarme? - Soltó su pelo sucio y desaliñado de nuevo, esperando que le ofreciera algo para hacerse una coleta.
- Bueno, el relato será breve, pues no veo la necesidad de entrar en detalles. - Inspiró sonóramente por la nariz. - Venimos de un largo viaje, aunque por nuestra indumentaria, no os sorprenderá. Entramos en la taberna buscando trabajo, pues es el lugar de encuentro para conseguir trabajos de... ya sabes, de mercenarios. Es que llegamos el mismo día y ya nos sentíamos como si estuviésemos pisando mierdas en esta hedionda ciudad, si me permite el habla soez. - Hizo una pausa con una sonrisa, como si esperara su aprobación, pero siguió hablando casi al instante. - Y allí encontramos a Norc, el hombre que adornaba el suelo cuando entrasteis. Imagino que no os pasó desapercibido. - Se rascó la nuca con la mano derecha mientras seguía con su relato. - Poco más puedo decir. Un insulto llevó a otro y la escena acabó como presenciasteis. No había otra salida, si me entendéis. - Abrió los brazos en un gesto de comprensión, dejando claro que no podría haber acabado de otra manera. Su cara seguía igual de fría a pesar del gesto. - Como ya os dije, no puedo prometeros que acabe bien, pues no lo ha hecho. Lo que sí puedo prometer, maese... como sea, es que no volveremos a pisar esta ciudad. ¿Qué mejor forma de libraros de los problemas? - Afirmó con la cabeza como si hubiera dicho la verdad más absoluta y estuviera orgullosa de ello.
Miró la pluma y el tintero que se encontraban encima de la mesa y una pregunta surgió del fondo de su ser, ¿cuanto pagarían por aquello? Estaba segura de que si iba al sitio adecuado se podría llevar unas cuantas monedas. Además, algo como eso no lo echaría en falta la persona que se sentaba frente a ella.
- ¿Qué explicación desea? Somos mercenarios de paso por vuestra ciudad, por lo que pongo en tela de juicio la confianza que nos ofreceréis. - El tono de su voz era igual de frío que el de su rostro, solo diferenciado por la monotonía de las frases que aparecían por entre sus labios heridos con anterioridad. - Aun así, puedo daros mi relato de los hechos, pero no puedo prometer que os agrade. - Pasó su mano izquierda por su cabello suelto. Estaba incómoda ante el pelo que rodeaba su cara, igual que la vestimenta que llevaba. Era todo demasiado ligero a lo que estaba acostumbrada. Los movimientos parecían descontrolados por la falta de peso en sus extremidades. - ¿Tenéis algún cordón para prestarme? - Soltó su pelo sucio y desaliñado de nuevo, esperando que le ofreciera algo para hacerse una coleta.
- Bueno, el relato será breve, pues no veo la necesidad de entrar en detalles. - Inspiró sonóramente por la nariz. - Venimos de un largo viaje, aunque por nuestra indumentaria, no os sorprenderá. Entramos en la taberna buscando trabajo, pues es el lugar de encuentro para conseguir trabajos de... ya sabes, de mercenarios. Es que llegamos el mismo día y ya nos sentíamos como si estuviésemos pisando mierdas en esta hedionda ciudad, si me permite el habla soez. - Hizo una pausa con una sonrisa, como si esperara su aprobación, pero siguió hablando casi al instante. - Y allí encontramos a Norc, el hombre que adornaba el suelo cuando entrasteis. Imagino que no os pasó desapercibido. - Se rascó la nuca con la mano derecha mientras seguía con su relato. - Poco más puedo decir. Un insulto llevó a otro y la escena acabó como presenciasteis. No había otra salida, si me entendéis. - Abrió los brazos en un gesto de comprensión, dejando claro que no podría haber acabado de otra manera. Su cara seguía igual de fría a pesar del gesto. - Como ya os dije, no puedo prometeros que acabe bien, pues no lo ha hecho. Lo que sí puedo prometer, maese... como sea, es que no volveremos a pisar esta ciudad. ¿Qué mejor forma de libraros de los problemas? - Afirmó con la cabeza como si hubiera dicho la verdad más absoluta y estuviera orgullosa de ello.
Miró la pluma y el tintero que se encontraban encima de la mesa y una pregunta surgió del fondo de su ser, ¿cuanto pagarían por aquello? Estaba segura de que si iba al sitio adecuado se podría llevar unas cuantas monedas. Además, algo como eso no lo echaría en falta la persona que se sentaba frente a ella.
- Spoiler:
- Cambio el color de la letra, pues el anterior no se ve apenas
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
El Capitán de la guardia de Fornost escuchó atentamente el relato de Sigrid, sin apartar la vista de los ojos de la mujer pero sin responder a sus peticiones. No movió un músculo mas que para pestañear ocasionalmente o alzar una ceja con incredulidad. Parecía algo aburrido. Cuándo ésta terminó de hablar permaneció un rato más en silencio como evaluando a la prisionera y luego otro tomando notas en un pedazo de pergamino.
Levantó finalmente la vista dirigiendo sus ojos claros al rostro impasible de la mercenaria.
-El asesinato es un acto deplorable que no puede quedar impune en una ciudad como esta. -dijo como si hubiera repetido la cantinela miles de veces. -Por lo tanto, irónicamente en mi opinión, te condeno a colgar de una soga por el cuello hasta morir. Sin embargo, siguiendo la costumbre de la ciudad, tu pena puede ser conmutada por un servicio especial a la comunidad. - miró ahora sí con interés a la mujer. -Más concretamente a mi. Estas son las condiciones. Tu hermano permanece aquí como nuestra garantía de que durante las jornadas que dure el servicio no escaparás, no nos traicionarás, no fallarás y en general mantendrás un comportamiento adecuado y correcto. - sonrió por primera vez. -¿Tenemos un trato?
No esperó a oír la respuesta y extrajo un pergamino del montón de su derecha. Lo miró por encima y se lo entregó al guardia que permanecía a su lado.
- Bien, viajando una jornada al este llegarás a la orilla del lago Evendim. Allí tendrá lugar un intercambio pasado mañana por la noche. Debes traerme el objeto intercambiado. Esperarás allí emboscada y seguirás al portador del objeto. Se lo robarás y me lo traerás. ¿Está claro? A tu vuelta, tu hermano será liberado y podréis marcharos o permanecer en Fornost como viajeros sin deudas con la ley.
Ahora sí, se preparó para lo que la prisionera tuviera que decir.
Levantó finalmente la vista dirigiendo sus ojos claros al rostro impasible de la mercenaria.
-El asesinato es un acto deplorable que no puede quedar impune en una ciudad como esta. -dijo como si hubiera repetido la cantinela miles de veces. -Por lo tanto, irónicamente en mi opinión, te condeno a colgar de una soga por el cuello hasta morir. Sin embargo, siguiendo la costumbre de la ciudad, tu pena puede ser conmutada por un servicio especial a la comunidad. - miró ahora sí con interés a la mujer. -Más concretamente a mi. Estas son las condiciones. Tu hermano permanece aquí como nuestra garantía de que durante las jornadas que dure el servicio no escaparás, no nos traicionarás, no fallarás y en general mantendrás un comportamiento adecuado y correcto. - sonrió por primera vez. -¿Tenemos un trato?
No esperó a oír la respuesta y extrajo un pergamino del montón de su derecha. Lo miró por encima y se lo entregó al guardia que permanecía a su lado.
- Bien, viajando una jornada al este llegarás a la orilla del lago Evendim. Allí tendrá lugar un intercambio pasado mañana por la noche. Debes traerme el objeto intercambiado. Esperarás allí emboscada y seguirás al portador del objeto. Se lo robarás y me lo traerás. ¿Está claro? A tu vuelta, tu hermano será liberado y podréis marcharos o permanecer en Fornost como viajeros sin deudas con la ley.
Ahora sí, se preparó para lo que la prisionera tuviera que decir.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Poseía una ligera esperanza de que aquel capitán fuera tan corrupto como los que se había cruzado anteriormente. Esperaba que con unas monedas y su palabra de no volver a pisar aquella ciudad, escapara como si nada hubiera ocurrido. Pero que no ocurriera precisamente esa situación la sorprendió, incluso dejándola sin respuesta durante unos instantes que parecieron eternos. Desconocía incluso que responder, aunque parecía que la respuesta ya la había escogido a ella. Solo había una opción. La segunda era la muerte segura de su hermano, y no existía posibilidad de evitarla.
- Al segundo ocaso en el lago Evendim. - Afirmó seriamente con la cabeza y se incorporó de la silla. - Desconozco el aspecto del portador del objeto, incluida la dirección del lago nombrado. Verás, no hemos nunca viajado hasta estas tierras, más es nuestro primer encuentro con esta ciudad. - Se colocó delante de la mesa. - ¿Podría alguno de sus guardias indicarme al menos el sendero correcto? Cumpliré con la oferta que me habéis ofrecido. - Con una inclinación hacia el capitán, ofreció la mano derecha para estrechársela como pacto acordado, mientras con la otra mano cogía el bote de tinta y lo escondía entre sus ropas. - Con una descripción que me den sus hombres me servirá. -
Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la salida, pero se detuvo para volverse de nuevo. - ¿Donde podría encontrar mis objetos? Me sentiría más cómoda portando mi armadura y mis armas. Una nunca sabe con lo que puede encontrarse allá afuera. - Mostró los dientes en una sonrisa inocente, pero sin llegar la alegría del gesto a los ojos, que aun seguían con la misma frialdad. Caminó de espaldas esperando la respuesta y sobre todo, esperando que no se percatara en ese momento de la desaparición de su bote de tinta.
- Al segundo ocaso en el lago Evendim. - Afirmó seriamente con la cabeza y se incorporó de la silla. - Desconozco el aspecto del portador del objeto, incluida la dirección del lago nombrado. Verás, no hemos nunca viajado hasta estas tierras, más es nuestro primer encuentro con esta ciudad. - Se colocó delante de la mesa. - ¿Podría alguno de sus guardias indicarme al menos el sendero correcto? Cumpliré con la oferta que me habéis ofrecido. - Con una inclinación hacia el capitán, ofreció la mano derecha para estrechársela como pacto acordado, mientras con la otra mano cogía el bote de tinta y lo escondía entre sus ropas. - Con una descripción que me den sus hombres me servirá. -
Se dio la vuelta y comenzó a andar hacia la salida, pero se detuvo para volverse de nuevo. - ¿Donde podría encontrar mis objetos? Me sentiría más cómoda portando mi armadura y mis armas. Una nunca sabe con lo que puede encontrarse allá afuera. - Mostró los dientes en una sonrisa inocente, pero sin llegar la alegría del gesto a los ojos, que aun seguían con la misma frialdad. Caminó de espaldas esperando la respuesta y sobre todo, esperando que no se percatara en ese momento de la desaparición de su bote de tinta.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
La reacción de Sigrid satisfizo al Capitán, que estrechó su mano en un apretón firme. No confiaba en la mujer pero contaba con un buen seguro de que cumpliría con su parte del trato. Tampoco quería saber el nombre de la prisionera o su procedencia. Cuanto menos supiera de ella mejor. Era suficiente con recordar su rostro. Nunca olvidaba una cara y este caso no sería una excepción.
- Dale el mapa y acompáñala a la salida. Devuélvele sus cosas.- ordenó al guardia que momentos antes había aceptado el pergamino.
El guardia, junto a los dos de la puerta, formó una escolta para la mercenaria que se dirigía a la salida.
- No falles. -advirtió el Capitán, haciendo una señal que les daba permiso para retirarse. - Retiraos.
Los guardias cumplieron sin dilación las órdenes dadas. Le dieron el mapa y le devolvieron sus armas y armadura, dejándole unos minutos para vestirse y adecentarse, aunque sin perderla de vista una vez estuvo armada. La escoltaron hasta la puerta trasera del cuartel y Sigrid se vio de nuevo en las calles de Fornost.
- Dale el mapa y acompáñala a la salida. Devuélvele sus cosas.- ordenó al guardia que momentos antes había aceptado el pergamino.
El guardia, junto a los dos de la puerta, formó una escolta para la mercenaria que se dirigía a la salida.
- No falles. -advirtió el Capitán, haciendo una señal que les daba permiso para retirarse. - Retiraos.
Los guardias cumplieron sin dilación las órdenes dadas. Le dieron el mapa y le devolvieron sus armas y armadura, dejándole unos minutos para vestirse y adecentarse, aunque sin perderla de vista una vez estuvo armada. La escoltaron hasta la puerta trasera del cuartel y Sigrid se vio de nuevo en las calles de Fornost.
- Spoiler:
- Tu respuesta y a otra cosa, ¿ok?
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Entró a la habitación, viendo su armadura colgada y sintiéndose más segura, como si su sola presencia infundiera valor. Se acercó y buscó entre todo lo que poseía. Un zurrón con sus objetos de viaje, de los que tras tantos años de experiencia siempre llevaba consigo. Asió el amuleto que colgaba plácido y se lo colocó con extremo cuidado, sonriendo tristemente mientras lo hacía. Por último se colocó toda la armadura, envainando la espada en su cadera izquierda y sintiéndose de nuevo completa.
Salió de la habitación con paso firme, mirando a los guardias y esperando que la condujeran hacia la salida. Mientras los seguía, observó con todo detalle la estructura de la prisión. Hacia donde dirigían las puertas que iba dejando atrás, el camino que seguía hacia la salida, y sobre todo, las patrullas y los guardias apostados en cada sala. No iba a perder detalle de nada, con extrema importancia, pues todo le iba a servir. Todos los planes que pasaban por su mente en ese momento eran en dirección a aquel plan. Necesitaba conocer los pasillos sin patrulla, donde encontrar la llave y sobre todo, el calabozo.
Cuando la dejaron fuera, miró hacia la calle y vuelta a la prisión. Un plan se había ido formando mientras caminaba hacia la salida. No pensaba dejar a su hermano ni un momento más en aquel lugar, mucho menos varios días seguidos. El capitán estaba loco si de verdad pensaba que la había convencido. Sabía que la posibilidad de que todo saliera mal y acabara muerta era increíblemente grande, pero también la de que en ese caso fuera a su hermano a quien le pidiera el favor. En ambos casos, sabía que su hermano estaría libre de allí, y solo esa idea la empujaba hacia aquel objetivo. Iba a sacar a su hermano de ese infesto lugar fuera como fuese, aunque acabara bañando el suelo de rojo.
Miró las paredes de la prisión y se acercó a la puerta, dispuesta a entrar sin ser vista, e incluso matar si fuera necesario.
Salió de la habitación con paso firme, mirando a los guardias y esperando que la condujeran hacia la salida. Mientras los seguía, observó con todo detalle la estructura de la prisión. Hacia donde dirigían las puertas que iba dejando atrás, el camino que seguía hacia la salida, y sobre todo, las patrullas y los guardias apostados en cada sala. No iba a perder detalle de nada, con extrema importancia, pues todo le iba a servir. Todos los planes que pasaban por su mente en ese momento eran en dirección a aquel plan. Necesitaba conocer los pasillos sin patrulla, donde encontrar la llave y sobre todo, el calabozo.
Cuando la dejaron fuera, miró hacia la calle y vuelta a la prisión. Un plan se había ido formando mientras caminaba hacia la salida. No pensaba dejar a su hermano ni un momento más en aquel lugar, mucho menos varios días seguidos. El capitán estaba loco si de verdad pensaba que la había convencido. Sabía que la posibilidad de que todo saliera mal y acabara muerta era increíblemente grande, pero también la de que en ese caso fuera a su hermano a quien le pidiera el favor. En ambos casos, sabía que su hermano estaría libre de allí, y solo esa idea la empujaba hacia aquel objetivo. Iba a sacar a su hermano de ese infesto lugar fuera como fuese, aunque acabara bañando el suelo de rojo.
Miró las paredes de la prisión y se acercó a la puerta, dispuesta a entrar sin ser vista, e incluso matar si fuera necesario.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Uno de los guardias que la habían escoltado permanecía en las inmediaciones de la puerta a la espera de sus compañeros de patrulla que debían presentarse para informar en breves instantes. Intentó cruzarse de brazos pero la armadura se lo impedía, así que finalmente los dejó caer a los lados. Impaciente, salió a la calle y al mirar a los lados se topó con la mercenaria.
-El Capitán Duinhir no es paciente, chica. Deberías ponerte ya en marcha. - le advirtió, sus rasgos ocultos bajo el yelmo.
En los pasillos, los soldados iban y venían, intercambiando saludos y órdenes.
-El Capitán Duinhir no es paciente, chica. Deberías ponerte ya en marcha. - le advirtió, sus rasgos ocultos bajo el yelmo.
En los pasillos, los soldados iban y venían, intercambiando saludos y órdenes.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Se acercó al guardia lentamente y con desinterés. - Vuestro capitán me dijo adonde ir, pero no el camino a tomar. ¿Podría indicarme por donde marchar hacia el lago... Evedin era el nombre? - Detuvo su marcha frente a él, ladeándose para que le señalara el camino, aunque ese no era el que realmente pensaba tomar. Sigrid meditaba en otra opción mucho más imprevisible y precaria. Incluso sentía pena por el hombre que la había acompañado hasta la puerta. Lamentaba que fuera a acabar de esa forma, pero se interponía en su camino y era necesario.
Mientras esperaba la señal del guardia, sacó la daga con la mano oculta por su cuerpo. Necesitaba que fuera un golpe limpio y rápido. Cualquier error podría significar su muerte antes siquiera de empezar. En cuanto hablara y bajara la guardia aprovecharía la situación. No había lugar para dudas.
Se preparó para clavarle la daga por debajo del yelmo, justo en la garganta, y así hacerle callar para siempre. Claro que también tenía que estar preparada para cualquier contratiempo, incluso sujetar su cuerpo para evitar el ruido de su caída. Estaba completamente absorta en lo que iba a hacer. Ni siquiera tenía la intención de escuchar lo que aquel guardia tenía que decir.
Mientras esperaba la señal del guardia, sacó la daga con la mano oculta por su cuerpo. Necesitaba que fuera un golpe limpio y rápido. Cualquier error podría significar su muerte antes siquiera de empezar. En cuanto hablara y bajara la guardia aprovecharía la situación. No había lugar para dudas.
Se preparó para clavarle la daga por debajo del yelmo, justo en la garganta, y así hacerle callar para siempre. Claro que también tenía que estar preparada para cualquier contratiempo, incluso sujetar su cuerpo para evitar el ruido de su caída. Estaba completamente absorta en lo que iba a hacer. Ni siquiera tenía la intención de escuchar lo que aquel guardia tenía que decir.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
- Spoiler:
- La tirada: Para que el soldado viera venir el ataque debía sacar menos de 6. Ha sacado 1 por lo que se da cuenta. Para que el ataque de Sigrid tuviera éxito la tirada debía ser de 9 o menos y el resultado ha sido 5. Para que el soldado esquivara el ataque debía sacar 6 o 7 y ha salido 9, con lo que no lo esquiva.
Sigrid tenía poco tiempo para dar el siguiente paso, la patrulla estaba a punto de llegar y el pasillo no estaba vacío. Dos soldados armados con lanzas y espadas acompañaban a una de las prisioneras a la salida, la rubia flaca que compartió celda con la mercenaria. Más adelante en el pasillo, otros guardias se ocupaban de sus quehaceres, dando o cumpliendo órdenes.
De momento la calle estaba desierta pero no parecía haber ningún buen lugar donde deshacerse del que pronto sería un cadáver.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Agarró el cuerpo inerte del hombre del que había dado muerte y lo arrastró a la velocidad que pudo sin hacer ruido, deteniéndose en una pared alejada de aquel edificio. Siempre olvidaba lo que llegaba a pesar un cadáver. El peso de aquel guardia parecía haberse duplicado tras perder la vida de forma tan miserable. Cuando llegó a aquel lugar, desprovisto temporalmente de vigilancia, comenzó a quitarle el yelmo y los distintivos de la guardia, incluso la armadura que llevaba y que se encontraba llena en ese momento de un líquido carmesí.
Cuando terminó de quitársela, se propuso colocársela encima, no sin antes limpiarla contra la camiseta del hombre que ahora se encontraba con la espalda apoyada en la pared, la cabeza agachada y las piernas estiradas, como un simple vagabundo borracho que se hubiera quedado durmiendo en aquel lugar. Desconocía si algo así funcionaría, pero esperaba que cualquier persona lo evitara lo suficiente para que tuviera tiempo en cumplir su objetivo. La mancha roja era lo único que desencajaba en aquella escena, aunque solo podía desear que pasara como una simple mancha de vino. Entonces llegó a una idea, quizás después de todo le había servido haber cogido aquello. Aunque le pesaba deshacerse del bote de tinta, no tenía duda alguna en que era necesario. Abrió el bote y se lo echó encima, por la camiseta hasta la garganta, ocultando la mancha de sangre que impregnaba su ropa.
Siguió colocándose una a una las piezas de la armadura del guardia, siguiendo por los distintivos para acabar con el yelmo. Ignoraba el tiempo que tenía o si alguna patrulla vigilaría aquella zona con frecuencia, por lo que intentó hacerlo con la máxima rapidez con la que pudo. Solo le quedaba remover la arena salpicada y colocarse en la posición en la que debería de estar el hombre que había matado.
Cuando terminó de quitársela, se propuso colocársela encima, no sin antes limpiarla contra la camiseta del hombre que ahora se encontraba con la espalda apoyada en la pared, la cabeza agachada y las piernas estiradas, como un simple vagabundo borracho que se hubiera quedado durmiendo en aquel lugar. Desconocía si algo así funcionaría, pero esperaba que cualquier persona lo evitara lo suficiente para que tuviera tiempo en cumplir su objetivo. La mancha roja era lo único que desencajaba en aquella escena, aunque solo podía desear que pasara como una simple mancha de vino. Entonces llegó a una idea, quizás después de todo le había servido haber cogido aquello. Aunque le pesaba deshacerse del bote de tinta, no tenía duda alguna en que era necesario. Abrió el bote y se lo echó encima, por la camiseta hasta la garganta, ocultando la mancha de sangre que impregnaba su ropa.
Siguió colocándose una a una las piezas de la armadura del guardia, siguiendo por los distintivos para acabar con el yelmo. Ignoraba el tiempo que tenía o si alguna patrulla vigilaría aquella zona con frecuencia, por lo que intentó hacerlo con la máxima rapidez con la que pudo. Solo le quedaba remover la arena salpicada y colocarse en la posición en la que debería de estar el hombre que había matado.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
- Y que no te volvamos a ver por aquí, vete a Lond Daer o dónde te de la gana pero no necesitamos más escoria como tú, mujer. - dijo uno de los soldados dando un empujón a la rubia.
- ¡Malditos soldados! ¡Os arrepentiréis! - les gritó ella ya alejándose y agitando un puño.
Los guardias intercambiaron una mirada. "Mujeres, siempre dan problemas." parecía decir.
La mercenaria pudo oír cómo los guardias despachaban a la mujer y ésta les lanzaba insultos antes de irse a paso rápido en dirección contraria a donde se encontraba Sigrid. En ese momento apareció la patrulla, formada por cinco hombres armados y un detenido, que pisotearon la mancha de sangre sin darse cuenta.
- Nos hemos encontrado a éste metiendo la mano dónde no debía. - dijo uno palmeando al detenido en la cabeza. - Parece que quería llevarse algo que no era suyo, ¿eh, chico?
- Menuda pieza está hecho. - comentó jocosamente otro. - Bernie lo detuvo el mes pasado. ¿Te acuerdas? Por cierto, debería estar aquí esperándonos.
El soldado se giró mirando alrededor.
- ¡Bernie, malnacido! ¿Qué haces ahí? Mueve el culo y haz tu trabajo. - increpó al soldado cuya identidad Sigrid suplantaba.
- ¡Malditos soldados! ¡Os arrepentiréis! - les gritó ella ya alejándose y agitando un puño.
Los guardias intercambiaron una mirada. "Mujeres, siempre dan problemas." parecía decir.
La mercenaria pudo oír cómo los guardias despachaban a la mujer y ésta les lanzaba insultos antes de irse a paso rápido en dirección contraria a donde se encontraba Sigrid. En ese momento apareció la patrulla, formada por cinco hombres armados y un detenido, que pisotearon la mancha de sangre sin darse cuenta.
- Nos hemos encontrado a éste metiendo la mano dónde no debía. - dijo uno palmeando al detenido en la cabeza. - Parece que quería llevarse algo que no era suyo, ¿eh, chico?
- Menuda pieza está hecho. - comentó jocosamente otro. - Bernie lo detuvo el mes pasado. ¿Te acuerdas? Por cierto, debería estar aquí esperándonos.
El soldado se giró mirando alrededor.
- ¡Bernie, malnacido! ¿Qué haces ahí? Mueve el culo y haz tu trabajo. - increpó al soldado cuya identidad Sigrid suplantaba.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Observó la patrulla con desdén tras un yelmo que no le pertenecía. Se habían adelantado a sus planes, pero para su agradable sorpresa, no habían percibido la mancha del suelo. Aun así, no todo había ocurrido según sus intenciones, pues la respuesta a lo que aquellos hombres esperaban, la desconocía. Ignoraba cual era el trabajo del tal Bernie, del que estaba segura que era el cadáver que adornaba la pared del edificio. Lo único que podía hacer en esa situación era improvisar y desear que todo ocurriera como hasta ese momento.
Se acercó con un paso varonil que no desencajaba con su carácter, por lo que estaba acostumbrada a ello. Cuando llegó a la patrulla, golpeó con su mano derecha la cabeza del prisionero, cogiéndolo después de la nuca y empujándolo hacia adelante. Esperaba que el trabajo de Bernie fuera el de escoltar hasta el calabozo, porque si no, no tenía la más leve idea de qué hacer en aquella situación.
Siguió al prisionero por detrás, ofreciendo un desconsiderado y leve empujón cada poco tiempo. Solo tenía que no abrir la boca y recordar el camino hasta los calabozos, pues aquella era la mejor oportunidad que el destino le había brindado para llegar hasta su hermano sin ser detectada.
Se acercó con un paso varonil que no desencajaba con su carácter, por lo que estaba acostumbrada a ello. Cuando llegó a la patrulla, golpeó con su mano derecha la cabeza del prisionero, cogiéndolo después de la nuca y empujándolo hacia adelante. Esperaba que el trabajo de Bernie fuera el de escoltar hasta el calabozo, porque si no, no tenía la más leve idea de qué hacer en aquella situación.
Siguió al prisionero por detrás, ofreciendo un desconsiderado y leve empujón cada poco tiempo. Solo tenía que no abrir la boca y recordar el camino hasta los calabozos, pues aquella era la mejor oportunidad que el destino le había brindado para llegar hasta su hermano sin ser detectada.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
- Oye Bernie... - comenzó el soldado cuando su supuesto compañero tomó al prisionero. - ¡Bernie! ¿Qué te pasa hoy? - preguntó extrañado. -¿Has estado bebiendo o qué? ¿Y nuestras órdenes?
El soldado esperó un par de segundos y después miró a sus compañeros encogiendo los hombros. Pestañeó una vez, desconcertado.
- ¿Qué demonios le pasa? - inquirió encogiéndose de hombros.
Su compañero, que parecía ser algo más listo dio entonces una pista de vital importancia.
- No lo se, pero ¿por qué le viene grande la armadura? - señaló el guardia
Entonces todos se miraron unos a otros mientras la posibilidad calaba en sus estrechas mentes.
- ¡Es un impostor! ¡A él! - gritó uno de ellos desenvainando su espada.
- ¡Esperad un momento! ¿Y si es él y le pasa algo? - preguntó otro que parecía tener buen corazón. - ¡No lo matéis, solo reducidlo!
Se lanzaron entonces los siete guardias en pos de aquel tipo de armadura que no ajustaba bien y lengua silenciosa, pero aquél tenía ventaja pues había logrado avanzar varios metros. Espada en mano unos y lanza en ristre otros, quedaba poco para que lo alcanzaran. El ladrón, asustado, trató de escabullirse pero estaba bien sujeto.
- Por favor, señor. Solo robo para dar de comer a mis hijos. -suplicó mintiendo descaradamente.
El soldado esperó un par de segundos y después miró a sus compañeros encogiendo los hombros. Pestañeó una vez, desconcertado.
- ¿Qué demonios le pasa? - inquirió encogiéndose de hombros.
Su compañero, que parecía ser algo más listo dio entonces una pista de vital importancia.
- No lo se, pero ¿por qué le viene grande la armadura? - señaló el guardia
Entonces todos se miraron unos a otros mientras la posibilidad calaba en sus estrechas mentes.
- ¡Es un impostor! ¡A él! - gritó uno de ellos desenvainando su espada.
- ¡Esperad un momento! ¿Y si es él y le pasa algo? - preguntó otro que parecía tener buen corazón. - ¡No lo matéis, solo reducidlo!
Se lanzaron entonces los siete guardias en pos de aquel tipo de armadura que no ajustaba bien y lengua silenciosa, pero aquél tenía ventaja pues había logrado avanzar varios metros. Espada en mano unos y lanza en ristre otros, quedaba poco para que lo alcanzaran. El ladrón, asustado, trató de escabullirse pero estaba bien sujeto.
- Por favor, señor. Solo robo para dar de comer a mis hijos. -suplicó mintiendo descaradamente.
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
Actuó instintivamente, colocando el cuerpo del prisionero entre la patrulla que la seguía y empujándolo hacia ellos. Si hubiera tenido tiempo para pensar, habría hecho algo totalmente diferente, pero esa acción había acabado con cualquier posibilidad. Se había delatado con toda seguridad, y todo por un instinto de protección ante algo inseguro. Solo le quedaba una opción, y esa era la de huir.
Con un movimiento rápido se dio la vuelta para salir corriendo por el pasillo. Iba a llegar hasta su hermano, fuera como fuese, aunque tuviera que enfrentarse a todos los guardias de la prisión. Desenfundó la espada mientras avanzaba por un recorrido que creía evocar. Estaba casi segura de como llegar a los calabozos, lo que ignoraba era lo que encontraría por el camino.
Con un movimiento rápido se dio la vuelta para salir corriendo por el pasillo. Iba a llegar hasta su hermano, fuera como fuese, aunque tuviera que enfrentarse a todos los guardias de la prisión. Desenfundó la espada mientras avanzaba por un recorrido que creía evocar. Estaba casi segura de como llegar a los calabozos, lo que ignoraba era lo que encontraría por el camino.
Eurydice Diomedes- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Re: [Fornost] En compañía de damas (2 Octubre) Sigrid
La suerte del ladrón no dejaba de empeorar, pues se vio empujado hacia atrás para caer sobre una jauría de guardias con las espadas desenvainadas. Antes de poder detener su avance la espada que sostenía el primero de los soldados se insertó en el vientre del ladrón con un sonido húmedo.
Pareció que el tiempo se detenía para ambos. El soldado miró sorprendido al hombre que agonizaba y en un gesto automático sacó la espada manchada de sangre. El ladrón, con los ojos desorbitados, se llevó las manos a la herida para tratar de contener sus tripas que ya se vertían por el agujero. Cayó al suelo durante lo que parecía una eternidad y allí se quedó, derramando su sangre sobre el suelo de piedra. El soldado permaneció allí espada en mano con una expresión horrorizada, pues ya se daba cuenta del error cometido.
El resto de guardias apenas se dieron cuenta y sortearon a su compañero y al caído para lanzarse en persecución de Sigrid, que les llevaba cierta ventaja. Los gritos de "Detenedlo" y "A él, muchachos" resonaban ya por los corredores del cuartel, extendiendo la alarma.
Lo que sucedió entonces era inevitable, pues pese a que la mercenaria tenía arrojo y coraje la superaban en número. Otros guardias dejaron sus tareas y empuñaron las armas para unirse a la persecución. Aparecieron dos hombres por un recodo del pasillo y chocaron con la rohir, cayendo al suelo en un estruendo de armaduras y arrastrándola con ellos.
- ¡Prendedlo! ¡Es un impostor! - gritaron los que la perseguían.
Uno de los dos hombres, cuyo aliento pudo notar la mercenaria que apestaba a cebolla, trató de quitársela de encima para recuperar su lanza, empujándola sobre el otro, que la agarró de un brazo mientras intentaba inmovilizarla.
El resto de guardias los alcanzaron por fin, con las respiraciones agitadas. Sus miradas eran fieras bajo los yelmos cuando rodearon a los que forcejeaban en el suelo, con sus aceros en la mano.
- ¡Ríndete! - exigió uno de ellos.
Pareció que el tiempo se detenía para ambos. El soldado miró sorprendido al hombre que agonizaba y en un gesto automático sacó la espada manchada de sangre. El ladrón, con los ojos desorbitados, se llevó las manos a la herida para tratar de contener sus tripas que ya se vertían por el agujero. Cayó al suelo durante lo que parecía una eternidad y allí se quedó, derramando su sangre sobre el suelo de piedra. El soldado permaneció allí espada en mano con una expresión horrorizada, pues ya se daba cuenta del error cometido.
El resto de guardias apenas se dieron cuenta y sortearon a su compañero y al caído para lanzarse en persecución de Sigrid, que les llevaba cierta ventaja. Los gritos de "Detenedlo" y "A él, muchachos" resonaban ya por los corredores del cuartel, extendiendo la alarma.
Lo que sucedió entonces era inevitable, pues pese a que la mercenaria tenía arrojo y coraje la superaban en número. Otros guardias dejaron sus tareas y empuñaron las armas para unirse a la persecución. Aparecieron dos hombres por un recodo del pasillo y chocaron con la rohir, cayendo al suelo en un estruendo de armaduras y arrastrándola con ellos.
- ¡Prendedlo! ¡Es un impostor! - gritaron los que la perseguían.
Uno de los dos hombres, cuyo aliento pudo notar la mercenaria que apestaba a cebolla, trató de quitársela de encima para recuperar su lanza, empujándola sobre el otro, que la agarró de un brazo mientras intentaba inmovilizarla.
El resto de guardias los alcanzaron por fin, con las respiraciones agitadas. Sus miradas eran fieras bajo los yelmos cuando rodearon a los que forcejeaban en el suelo, con sus aceros en la mano.
- ¡Ríndete! - exigió uno de ellos.
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