Epics Isoka

Urian Sahidi escribió:Escuchó pacientemente todo lo que Hank tenía que decirle. Sonriendo, se puso de pie y se acercó a un panel de control. Pulsó un par de botones e inmediatamente las cámaras de seguridad dejaron de grabar. En el mismo momento en que lo hicieron, desapareció su sonrisa.

-Si crees que viniendo hasta aquí has salido del infierno, lo siento de veras, pero ahora solo estás un paso más cerca del demonio.

Ciudadela, Edificio Meredith

Una tarta de cuatro pisos empaquetada esperaba a ser abierta y entregada delante de la casa de su destinataria: Alberta Hilly. Adjúntese una nota de agradecimiento "Puta"… no, no eso no era propio de Edith, ella era refinada. "Gracias por todo querida amiga", sí eso estaba mejor. Añádese un posdata: "Como notarás por su sabor inconfundible, no es apta para ti". Aquella tarta pesaba un quintal para tratarse de eso, de una tarta. ¿Había una bomba dentro? No, aquello acabaría con la diversión muy pronto… ¿De qué servía matar a tu enemigo? ¿Como se enteraría entonces de que había perdido?. Dentro de la tarta, tuercas y engranajes y todo tipo de líquidos engrasantes.

Yo solo sé que ahora ni siquiera aquí ya estamos tan seguros como antes.-

- ¿Por qué dice eso?

- ¿En qué jodido mundo vivís los de arriba chica? - inquirió la vieja.- ¿Noslasudatodoelmundolandia?

- ¿Lo dice por los asesinatos de las personas?

- No, lo digo por los asesinatos de los gatos.- La anciana se irritó - Como coja a ese joputa le despellejo de cojones para arriba.- A Edith le hubiera escandalizado, a Kya ya no tanto.- Le hacen algo a la señora Thomson y no tienen Isoka para correr.

Como si no pudiera creerse que alguien como David acabara de matar con esa furia a alguien.

Era normal ¿no? Era un miembro de la S.C.A.R. Tenía que estar preparado para hacer cualquier cosa. Porque Urian lo hubiera visto hasta ahora como un hombre apacible, amable y algo tímido no significaba que fuera así.

De repente la armadura no desentonaba tanto.

Hank escribió:- Información... todo el mundo en esta puta ciudad parece querer información. - Él necesitaba información, Rourk necesitaba información, Daga necesitaba información, la SCAR necesitaba información, Urian necesitaba información, y ahora la persona que tenía delante, también necesitaba información. Parecía que nadie necesitaba oxígeno, nadie necesitaba luz. Agua. Comer. El sustento de los ciudadanos de la gran mentira llamada Isoka era la información

Inanis el Malvado escribió:

Érase una vez una niña muy guapa y muy buena a quien siempre se podía ver vestida con una capa de color rojo...

El vacío parecía reclamarla como su trofeo más preciado. Erin intentó desplazarse alrededor de la brecha, aferrándose a los salientes que la profunda herida había dejado en la estructura. Desde allí podía sentir cómo la Colmena se tambaleaba sobre las frías aguas del Lago Infecto. La luz de Amanda se derramaba sobre las aguas, reflejándose después hacia ella, como si alguien deseara que fuera capaz de ver todo lo que estaba ocurriéndole.

... Caperucita se puso su capa y, tomando el cesto que Madre le ofrecía, se encaminó hacia el bosque. Hacía una tarde maravillosa y ella se sentía feliz porque iba a ver a su abuelita...

Con dificultades fue avanzando por la accidentada pared y, a medio camino, escuchó un nuevo estallido. No obstante, no se trataba de una explosión, más bien de un derrumbamiento, una colisión a gran velocidad. El enjambre de aquellas criaturas comenzó a moverse a gran velocidad, zumbando tan rápida e intensamente que Erin apenas podía escuchar su propia respiración. Podía sentir que algo examinaba la habitación en la que se encontraba hacía unos segundos.

... a mitad de camino, Caperucita se encontró con un lobo. Por suerte para ella se trataba de un lobo bueno que, amablemente, le indicó el camino más rápido para llegar a casa de la abuelita sin temor a perderse...

Cerró los ojos y pudo sentir las lágrimas manando de los mismos. Aquello era superior a todos los entrenamientos... aquello era algo a lo que no podía hacer frente. Continuó avanzando, al parecer sin ser detectada, en parte por el estruendoso ruido que las abejas provocaban, y en parte porque no había sentido el menor movimiento durante varios segundos.

... la niña dejó la cesta encima de la mesa y se acercó a su abuelita quien estaba aún muy enferma. Caperucita, pronto se dio cuenta de lo aquejada que estaba su abuela y, una a una, fue enumerando las diferencias que encontraba en ella...

Su pie pisó entonces un hierro suelto y la pared pareció ceder bajo su peso. A toda velocidad comenzó a moverse, desprendiendo en el camino amasijos de hierro que sobresalían de la estructura. Se dio un fuerte golpe en una de las rodillas mientras uno de aquellos hierros caía al vacío. El recién llegado pareció escuchar el estruendo...

- Abuelita... ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para escucharte mejor- respondió...

Erin se movió todo lo rápido que podía intentando huir de aquella cosa y, de paso, no caer al vacío. La próxima cornisa estaba cerca... sólo un poco más.
Su mano se dirigió directamente hacia el punzante saliente y el hierro atravesó de lado a lado la palma de su mano. El dolor y el terror que sintió en ese momento no hizo más que acrecentarse cuando, con total facilidad, la pared de la habitación a la que deseaba llegar cedió ante la fuerza del cazador. Las fuerzas la abandonaron y, sin poder remediarlo, Erin cayó al vacío...

... pero...

... alguien la agarró...

- Abuelita... qué brazos más grandes tienes...
- Son para abrazarte mejor- respondió.

El tacto de aquella garra estremeció a Erin. Su cuerpo pendía de aquel brazo como la espada de Damocles. La diferencia era que ésta vez, era la espada quien parecía la víctima. Aquel brazo la alzó con total facilidad y Erin se encaró, frente a frente, con el mayor horror de todos... El enjambre de abejas cubría su cuerpo impidiendo ver qué forma tenía hasta que, poco a poco, los insectos fueron apartándose de su trayectoria visual...

-Abuelita... ¡qué dientes más grandes tienes!
¡Para comerte mejor!- respondió el lobo. Se abalanzó entonces sobre la chiquilla quien, asustada, nada pudo hacer para evitar ser capturada.

Los colmillos del lobo se clavaron en la tierna carne de Caperucita y el rojo de su sangre se mezcló con el de su capa. Los ojos vidriosos de la chiquilla se dirigieron entonces hacia el armario del cual emanaba un denso líquido rojo. Las puertas cedieron y el cuerpo a medio devorar de su abuela cayó con todo su peso. Las dentelladas eran severas y, en pocos instantes, el lobo devoró sus entrañas...

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-Buenos días, bella durmiente...- el hombre sonrió.

Módulo de datos: Liberado.
Palabra en clave: S.A.M.

Inanis\" escribió:

Solicitud de auxilio y rescate para la humana Erin Blake rechazada. Estado actual: fallecida.  ¿Alguna otra consulta?

Dana Grishenka escribió:¡Así que era eso! Lo que yo pensaba que era un capricho de mi padre no era sino un gran proyecto de Isoka. Una parte de mi se sentía aliviada al entender por fin, y sobre todo al saber que su lucha tenía sentido y que provenía de algo muy anterior a su propio uso de razón. Pero, como siempre, me agobiaba sentir el peso de la responsabilidad, y no saber muy bien por dónde empezar.
Miré a mi alrededor. Estaba sola. Todos habían desaparecido y me habían dejado en esta oscuridad y sin embargo, ya no me sentía a oscuras.

Humana Z. Sonaba especial…si…pero… ¿Habría más como yo? “La carne y la sangre más pura que conocemos”…pero ¿La única también? Alguien debía saberlo y ese alguien no era el Primarca: era Grigorov. Ese hombre misterioso, ese hombre que me incomodaba, me asustaba y me hacía sentir una niña indefensa. Ese hombre que quizás era el único verdadero aliado que iba a tener.
Saqué mi comlog y me quedé mirándolo fijamente.

- Llamame, llamame, llamame llamame … - susurraba casi a modo de una oración. No importaba, le encontraría igual.

Me levanté. Quizás no solo Grigorov. Demian debía saberlo, y por qué no, Urian y Iuliana podían ser también “Z”….  Quizás mis padres no fueran los únicos locos que hubieran tenido aquella idea. Quizás mis padres no fueran los únicos insensatos que me hubieran dejado tan indefensa.

Empecé a caminar en círculos por aquella estancia. Había dejado el comlog sobre el banco y sentía como mi cabeza estuviera a punto de echar humo. Ya no tenía nada que hacer aquí, o sí…los de las túnicas eran quizás mis mejores aliados, o, los replicantes…no. Ellos no tenían nada que ver en esto. Se trataba de la humanidad, de salvar a la humanidad….Yo, Dana Grishenka. Esa era mi misión.

Me quité la túnica, no la necesitaba para saber quién era. Miré de nuevo la pantalla observando a aquella niña que ahora me parecía tan lejana, tan feliz y me prometí no olvidar las risas de mis padres. Ellos creían en esto, yo también lo creería.

En unos meses, ni él mismo se reconocería; lástima que no era este el mejor momento para disponer de esos meses...
El término aplicable a la baronesa albina en aquel instante era "benevolencia".