Escena A: Pasillo del piso 3

Tras salir de los vestuarios la única forma de llegar al aula acordada es subir las escaleras, el ascensor esta prohibido usarlo excepto en caso de que haya minusválidos o ancianos que lo necesiten. El conserje, Ramiro, que da igual quien entre o que haga cada cual en el centro cultural, siempre se encuentra sentado tras la barra de la recepción, se niega a poner en funcionamiento el ascensor exceptuando esas circunstancias.

- La última vez que lo hice casi pierdo mi trabajo, si vas a pagarme ochocientos euros al mes yo te activo el ascensor, si no seguiré haciendo caso al señor presidente. – le dice a todo el mundo que le pregunta.

De ahí que al llegar al piso tercero, algunos de los primeros en dirigirse al aula se encuentren a un chico en la planta tercera observando a través de una ventana al grupo de ancianas haciendo tai-chi. Es un chico moreno de pelo lacio en una melena corta recogida tras las orejas con una nariz prominente y unas gafas de pasta reposadas sobre ellas. Tiene la mano sobre la entrepierna de su mono y parece estar concentrado en masajearse mientras mira fijamente a través del cristal.

Sólo era el primer día y ya estaba hasta el coño de subir y bajar escaleras. Primero la mierda de baño aquel que olía a una mezcla de tampón usado y picadero y después las notitas por todo el centro diciéndome dónde cojones tenía que ir. ¿Pero quién coño se creen que son?
Bufé como la gata callejera que soy y me puse a subir escaleras como una cabrona.
El sitio estaba vacío aunque de fondo se podía escuchar algún que otro coche y una música como de restaurante chino. Llegué al tercer piso, más cansada que en toda mi vida, y vi a un pavo asomándose por una de las puertas.
Me acerqué "d'estrangis" para ver qué miraba y ...

-¡JODER! ¡Qué puto asco, tronco! ¿Qué coño haces cascándotela con esas viejas?- el jodido friki se la estaba pelando mirando dentro de la clase. Estaba claro que era un puto enfermo, así que dejé una distancia entre los dos, por si tenía que patearle la boca y salir corriendo como una puta.

El tipo se gira de golpe y aparta la mano del pantalon, mira a Lady:

- Mierda, mierda... Joder, tía, no flipes. No me la estaba cascando. Mira. - abre las piernas arqueandolas ligeramente, obviamente estaba empalmado - Ves, no tengo esto abierto, es que me picaba la polla y me estaba rascando. A los tíos nos pasa a menudo. A mi... a mi... No me ponen las viejas. No, joder. Bueno, Madonna si, pero joder, eso es una excepción, joder, esta buenísima. No, no, tía, no pienses mal. Solo me picaba, eso es todo.

- ¿Que sólo te picaba? ¡Pero si estás empalmado, desgraciao! - me fui para atrás pendiente de pegarle la patada de su vida si se ponía tonto. ¿Y tenía que convivir con ese cerdo?
Una vez estaba lejos, me crucé de brazos y miré hacia las escaleras, más oscuras que como las recordaba. Hacía un calor brutal aquella mañana y el mono, aparte de feo, me hacía sentir como dentro de un horno de plástico maloliente.

-Espero que no tenga que verte el jeto todos los días, porque no me voy a quitar la "fotito" de la cabeza... ¿En qué cojones estabas pensado, friki?- siempre me habían dado un asco brutal los gilipollas así... si por lo menos estuviera bueno, se lo podría perdonar, pero no, era una mierda como una casa. El gilipollas parecía a punto de empezar a rajar, así que levanté el dedo y negué en el aire con chulería...

-Mira, no me cuentes tu vida, ¿vale? Estoy buscando el aula 4-14... ¿Sabes dónde está o sólo te aprendes las tetitas de tu abuela?- toma palo, payaso.

El chico intentó justificarse pero Lady le paró en seco. Ante su pregunta asintió mientras se colocaba el pantalón para simular su pequeña y molesta acumulación de sangre. Se pasó la lengua por los labios y se colocó la melena tras las orejas.

- No, no. Quiero decir, si sé. Está en la planta cuarta al fondo del pasillo. Te acompaño... si quieres. – se limpió la mano en la pata del mono y se acercoo a Lady con la mano extendida. – Soy Rob.

Che, che, che, che ... la mano quietecita, Rob. Yo soy la Lady y a mí tú no me tocas después de estar pajeándote, ¿me entiendes?- ¿no te jode? El tal Rob, había empezado con muy mal pie y, desde luego, eso sería algo que le costaría mazo arreglar. La Lady sabe muy bien diferenciar las buenas de las malas personas, ¿sabes? Gracias a eso he podido sobrevivir desde que mi madre me abandonó... Pero ya vuelvo a enrollarme, hablábamos del cabroncete salido que me iba a llevar hasta el aula.

-Pues mira sí, vas a llevarme hasta el aula, Bob. Y será mejor que no intentes violarme o tocarte mientras me miras porque te soplo dos hostias y haces noche en el aire, ¿entendido? Soy la diosa negra y a mí nadie me torea, moreno.- estaba claro que estaba por encima de él. El tipo había empezado a mirarme de una forma mazo de lasciva y se le notaba que, incluso metida en el mono, mis formas le habían hecho olvidarse de las viejas. "Un punto para la Lady"

-Andando, Ron... Sé que es por aquí.- le señalé hacia las escaleras que, si hubiera sabido lo que hacía, habría seguido subiendo. El pavo parecía sumiso, y eso molaba. -¿Y de dónde viene tu nombre? ¿Eres guiri o algo de eso?- para triunfar en la vida, había que saber de todo; la calle te obliga a ello. Pero tú eres una pijita, así que tendrás que creértelo.

Cuando estos dos estaban ahí hablando de a saber qué, comenzaron a escuchar por el pasillo una vocecilla que cantaba lo que parecía... ¿Flamenquito?

- Y yo que soy - de - lo' malooooo'... Quisiera vorverme güeeenoooo... - Cerca suya cruzó un chaval también vestido con el mismo mono que ellos, con las manos en los bolsillos, una amplia sonrisa y que entonaba alguna que otra notilla con la cara hacia el techo. Su voz no es que fuese la más apropiada, resultaba incluso ligeramente molesta, pero los tonos y los "gorgoteos" flamencos los manejaba bastante bien... se podía notar además por su acento andaluz. - ¡QUISIERA VORVERME GÜENOOOOOOOO, PERO TÚUUUU! Tiene' er - miedooo...

No parecía tener ningún tipo de vergüenza a la hora de canturrearla, aunque tampoco lo hacía en voz demasiado alta. Salvo la última parte, en la que parece que se arrancó algo más. Pasó por al lado del friki ese y de la tipa que era para echarle de comer aparte.

- ¡Illo qué dise! - Fue lo único que dijo, antes de girarse y subir las escalerillas al trote. Eso sí, no tenía ni puta idea de si era por ahí o no.

Lo único que escuchaban ya era su vocecilla, ya de lejos, tatareando la misma canción.

- Eh... - intentó interrumpir cuando Lady dijo su nombre.

- Rrr... – intentó por segunda vez cuando le llamó Ron.

Pero finalmente la chica le pidió que le guiara así que fue junto a ella.

- Es Rob, me llamo Roberto, pero mis colegas me llaman Rob con dos B por un tipo de una serie que mola un montón. Un tipo con un lobo gigante que gana todas las batallas. Mola un montón es Robb Stark y su lobo Viento Gris.

Entonces se empezó a escuchar un cántico en una lengua desconocida para él. Dijo algo y subió las escaleras.

- Deberíamos ir con él.

¡Joder! Y tanto que deberíamos ir con él. Cuando vi a Juaniyo por primera vez, sentí cómo el chocho me hacía ventosa. Subió con ese aire de macarrilla sureño que rompe a todas las chicas y, joder, hasta con el mono amarillo me daban ganas de restregar el culo contra su entrepierna. Además, era un crack del flamenquito y reconocí perfectamente la canción "De los malos" de "El Bicho". Eso cambiaba mucho las cosas, no todo iba a ser aguantar al friki deforme este.

-Claro que deberíamos seguirle... - aparté de un golpetazo al payaso de Wok y fui casi corriendo detrás de aquel máquina. Me quedé al comienzo de las escaleras, donde todavía podía oler su colonia, si es que la usaba. Estaba emocionadísima cuando el gilipollas de Ross llegó hasta a mí y se me puso a hablar de no se qué pavo que tenía un lobo llamado Viento Gris.

-¡Ay, mira, olvídame friki! A los perros se les pone nombre de perro, como Káiser, Zeus o Pepe. ¿Viento Gris? JA, eso no tiene ningún sentido. - empecé a subir las escaleras, tratando de volver a escuchar la musiquita guapa de Juaniyo. - O, ¿qué pasa? ¿Justamente ese perro se tira pedos de colores? - empecé a carcajearme por mi gracia natural y traté de llegar, cuanto antes, al cuarto piso.

- Bueno, Viento Gris no es precisamente un perro, es un lobo huargo. Es mucho más grande que cualquier perro o cualquier lobo. Sabe como asustar a los más temibles caballos de guerra y puede matar a un hombre de un solo mordisco. – asegura el chico con cierto entusiasmo. – Además es rápido y tiene el pelaje gris. De ahí su nombre.

Finalmente llegaron al final de la escalera y el chico giroo a la derecha. Al hacerlo Lady vio como Juaniyo entraba por un aula al fondo.

- Es allí. - dijo Rob señalando esa misma puerta.

El tipo estaba pesadísimo con el puto perro gris así que decidí ignorarlo hasta llegar arriba, fue entonces cuando vi al misterioso chico cantante entrar por una puerta. El del nombre raro señaló hacia allí y me lo confirmó.

-Pues muy bien, chavalito, ya puedes volver abajo para seguir tocándote.- dicho esto, me tiré para allá con los dedos cruzados para que aún no hubiera llegado nadie al aula. Vi que el friki dudaba y se quedaba unos segundos ahí. Me giré de nuevo y pegué un pisotón hacia delante, para hace ruido e intimidar un poco al mierdecilla.

-¡VAMOS! ¡PÍRATE!

Llegué hasta la habitación y abrí la puerta con gozo.

El chico se paró asustado y dio un paso atrás cruzando los brazos delante de su cara. Intentó decir algo pero ella se dio la vuelta dejándolo solo. Suspiró y esperó un par de segundos hasta que ella se internó en el aula, entonces empezó a caminar.