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Segundo post para zen
Ethos :: :: Cuna de la Maldad
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Segundo post para zen
La respuesta del guatemalteco fue clara y directa, un pisotón en el pie dañado y un puñal en el riñón.
- ¿Pero qué te creés? ¿Me confundís con chiclero, negrón? – el puñal salió mientras el pandillero se apartaba tirando del hombro Juan para lanzarlo contra el suelo.
- ¡Ándate a la verga, cabrón! ¿Qué le has hecho al negro? ¡Había que asustarlo, no matarlo!
El mara pegó una patada al dolorido J.B. y apuntó con su navaja ensangrentada en dirección a donde estaba Manuel, que posiblemente había sido el último en hablar.
- ¡Callate, chillón! ¡Esto no es un chance! Hemos venido a hueviarle, no a convertirlo en nuestro pana. ¡Agarrá la onda! Muerto no molestará a uno nuestros hermanos para encontrar brete. Debés pensar, Manuel, - gritó golpeándose con dos dedos en la sien de manera muy violenta - debés pensar en los nuestros. Debemos ser alguien en este barrio, es la única manera de salir de esta vaina, los pobres no valen nada en este mundo y si querés que vuestra vida se respete debés ser el primero en arrebatar una. – dio un paso hacia atrás y observó al africano en el suelo mientras se retorcía. - Mirá a este cerote, Manuel, esta noche morirá y a nadie le importa. ¿Vos querés acabar como él? - miró fijamente a su compañero. Se hizo entonces el silencio y Manuel pareció dudar durante largo tiempo. Un tiempo que a Juan no le sobraba y que, a cada instante, se le hacía más insoportable. - Entonces, cogé el pisto y salgamos hechos balas de aquí.
El pobre guineano apenas pudo hacer nada mientras le despojaban de todo el dinero por el cual había luchado con sangre, sudor y lágrimas. La certeza de estar muerto, de saber que iba a quedar desangrado y que su vida había acabado, martilleaba la mente de Bautista. Poco a poco la oscuridad fue haciéndose a su alrededor hasta que ni tan siquiera fue capaz de ver si Machado y su compinche estaban observándolo morir; como el buitre espera al último aliento para darse un festín.
El tiempo pasó lentamente en la oscuridad. Vio entonces un gran brillo y una figura oscura a causa del contraluz se acercó a él con presteza. Decía algo, pero sus palabras eran inteligibles en la mente de J.B. Entonces la luz se hizo y ante él vio una figura llena de amor y bondad. Vio a su ángel que le susurraba mientras lo estrechaba entre sus brazos…
- Quédate conmigo.
- ¿Pero qué te creés? ¿Me confundís con chiclero, negrón? – el puñal salió mientras el pandillero se apartaba tirando del hombro Juan para lanzarlo contra el suelo.
- ¡Ándate a la verga, cabrón! ¿Qué le has hecho al negro? ¡Había que asustarlo, no matarlo!
El mara pegó una patada al dolorido J.B. y apuntó con su navaja ensangrentada en dirección a donde estaba Manuel, que posiblemente había sido el último en hablar.
- ¡Callate, chillón! ¡Esto no es un chance! Hemos venido a hueviarle, no a convertirlo en nuestro pana. ¡Agarrá la onda! Muerto no molestará a uno nuestros hermanos para encontrar brete. Debés pensar, Manuel, - gritó golpeándose con dos dedos en la sien de manera muy violenta - debés pensar en los nuestros. Debemos ser alguien en este barrio, es la única manera de salir de esta vaina, los pobres no valen nada en este mundo y si querés que vuestra vida se respete debés ser el primero en arrebatar una. – dio un paso hacia atrás y observó al africano en el suelo mientras se retorcía. - Mirá a este cerote, Manuel, esta noche morirá y a nadie le importa. ¿Vos querés acabar como él? - miró fijamente a su compañero. Se hizo entonces el silencio y Manuel pareció dudar durante largo tiempo. Un tiempo que a Juan no le sobraba y que, a cada instante, se le hacía más insoportable. - Entonces, cogé el pisto y salgamos hechos balas de aquí.
El pobre guineano apenas pudo hacer nada mientras le despojaban de todo el dinero por el cual había luchado con sangre, sudor y lágrimas. La certeza de estar muerto, de saber que iba a quedar desangrado y que su vida había acabado, martilleaba la mente de Bautista. Poco a poco la oscuridad fue haciéndose a su alrededor hasta que ni tan siquiera fue capaz de ver si Machado y su compinche estaban observándolo morir; como el buitre espera al último aliento para darse un festín.
El tiempo pasó lentamente en la oscuridad. Vio entonces un gran brillo y una figura oscura a causa del contraluz se acercó a él con presteza. Decía algo, pero sus palabras eran inteligibles en la mente de J.B. Entonces la luz se hizo y ante él vio una figura llena de amor y bondad. Vio a su ángel que le susurraba mientras lo estrechaba entre sus brazos…
- Quédate conmigo.
Re: Segundo post para zen
Reposaba sobre una camilla de sábanas blancas, una gran ventana parecía dar al interior de un hermoso y ajardinado patio andaluz a través del cual entraba una fresca brisa primaveral bastante agradable y el sonido de una fuente. El sabor de su boca era el de la mascarilla que le insuflaba oxígeno. Rápidamente sus ojos y sus manos se dirigieron al abdomen, a donde el puñal de Machado le había atravesado el riñón. Pero en ese momento sintió un fuerte tirón de su mano derecha. Al mirar se percató de que estaba esposado al riel de la cama. Intentó aflojarlo pero entonces un sonido le despisto. Era como un dulce gemido. Entonces se percató de que dos delicadas manos sobresalían por encima del respaldo de un sillón que se encaraba a la ventana. Un segundo después una cabecita somnolienta asomó por el borde del sillón con una dulce sonrisa cubierta.
- Buenos días… - miró hacia fuera de reojo y sus labios se curvaron ligeramente para que su expresivo rostro mostraran cierta travesura – o tardes. ¡Creo que nos hemos dormido! – tras decir esto se incorporó de un salto. Encarándose al guineano. – Mi nombre es Alba. He intentando encontrar alguna forma de indentificarte pero no llevabas nada encima. – comentó señalando hacia un pequeño armarito que ocupaba una esquina de habitación. Entonces pareció acordarse de algo y lo miró con preocupación – Siento lo de las esposas, pero cuando te traje al hospital el doctor insistió en llamar a la policía. Supongo que podremos resolverlo cuando llegue el agente.
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