Cuentos para soñar [S20-D1]

El gato Misifú vivía con sus amigos en el zoo. Todos juntos jugaban durante el día y dormían en la misma casa cuando llegaba la noche. Los amigos del gato Misifú eran Reginald el león, Marty el mono y Susanne la araña. El mejor amigo del gato Misifú era Pipo, el lobo.

Aunque el gató Misifú lo pasaba muy bien jugando con su amigo Pipo, no era feliz viviendo en el zoo. Un día, sin decir nada a sus amigos, el gato Misifú se escapó del zoo.  Todos en el zoo estaban preocupados por Misifú.
- ¿has visto a Misifú, Susanne? - le preguntó Reginald el león a Susanne la araña.
- no le he visto, es muy rápido para mí - le respondió Susanne
- siempre ha sido rápido para ti - rió Marty el mono

Reginald el león rugió fuerte para ver si así Misifú le oía y volvía al zoo. Pero con su rugido un montón de ratones salieron de todas partes y corretearon asustados. Reginald decidió reunir a todos los animales del zoo.
- Estoy preocupado - les dijo Reginald a todos - Hay ratones correteando por el zoo y no encuentro a Misifú.
- ¡No os preocupeis por un gato tonto! - respondió Tato, una cacatúa muy presumida. - preocúpate por seguir siendo el rey en el zoo, Reginald.  A lo mejor los ratones no saben que eres el rey aquí como lo eras en la selva.

Reginald se enfadó y volvió a rugir, tanto, que asustó a Tato la cacatua. Tato y los otros animales se fueron, dejando solo a Reginald con Susanne la araña, Marty el mono y Pipo el lobo.
- Tenemos que hablar con esos ratones para que sepan que eres el rey, Reginald - dijo Pipo el lobo
- Oh! es buena idea, pipo - rió Marty el mono
- No se, no me gustan los ratones - dijo Susanne la araña.

Reginald lo pensó un poco y luego dijo:
- De acuerdo, Pipo, ve a buscar a esos ratones y habla con ellos. Marty te ayudará.

Pipo se sentía un poco triste por que de pronto, todos se habían olvidado de su amigo Misifú, por que estaban preocupados por los ratones. Así que antes de ir a hablar con ellos, salió del zoo y estuvo andando y andando un buen rato, hasta encontrar a  su amigo Misifú.
- Misifú, se que no quieres vivir en el zoo, pero yo soy tu amigo y quiero ayudarte a encontrar un hogar. Si me ayudas con los ratones, podremos buscarte una bonita casa entre los dos.

La Ratita Presumida siempre estaba mirándose al espejo. Una y otra vez se miraba y se miraba para estar segura de que seguía siendo joven y bonita. Un buen día, vinieron unos amigos a visitarla.

-¡Abre la puerta, miau! - dijo el gatito Misifú. -¡Ratita somos nosotros!

Pero nadie contestó. El gatito Misifú agachó las orejas apenado y se apartó ligeramente de la puerta para que así, su buen amigo Pipo el Lobo, pudiera acercarse y probar suerte.

-¡Ratita, somos tus amigos! ¿Por qué no abres la puerta y nos dejas entrar? Traemos dulces pastas y queso. - pero, a pesar de sus esfuerzos, la Ratita tampoco se decidió a abrir preocupada como estaba por su belleza.

Entonces Reginald el León se acercó a la puerta y colocó sus patas firmemente sobre el suelo. Cerró los ojos y soltó un fuerte rugido que tiró la puerta abajo. El estruendo fue tan grande que la Ratita se asustó mucho y dejó caer el espejo en el que tanto se miraba. Rápidamente, todos los animales entraron en la casa de la Ratita, preocupados por sus gritos. Ella, al descubrirlos en su casa, se llevó la patita al corazón y respiró aliviada.

-Amigos, qué susto me habéis dado. ¿Por qué no llamasteis a la puerta?- preguntó algo indignada.

-¡Llamamos tres veces!- respondieron todos al unísono.

-¡Está bien, pero dejad de gritar!- respondió la Ratita Presumida. Envuelta en su kimono de fina seda, la Ratita caminó hacia sus amigos y los saludó con la patita. Reginald el León era el rey del zoo y aún no se había acostumbrado a que la Ratita no se inclinara ante él.

-Ratita, soy el rey del zoo, ¿cuándo empezarás a inclinarte ante mí?- preguntó Reginald resentido.

-Nunca lo haré, majestad, puesto que yo soy la más hermosa de todo el zoológico. ¿No debería ser al revés?

Misifú rápidamente se dio cuenta de que iba a comenzar una discusión así que, sin saber a quién darle la razón, salió de la casa. Pipo el Lobo lo siguió y le preguntó intrigado.

-Misifú, ¿adónde vas?

-Lejos del rey y la Ratita; no sabría cuál de ellos tiene razón. La Ratita es la más hermosa, pero Reginald es el verdadero y único rey del zoo. ¿Cómo decidir? - se quedó parado en medio del camino, cavilando la solución. - ¡Ya sé! Iré a mi casita en el bosque, a pensar con más tiempo.

-¿Tan lejos? ¿Y cuándo volveremos a vernos? - preguntó preocupado Pipo.

-¡Podrás visitarme cuando quieras, amigo Pipo!- replicó Misifú. -En el centro del bosque hay un montón de ríos. Todos ellos confluyen en un río muuucho más grande. Mi casita está bajo la cascada. Lo recordarás, ¿verdad Pipo?

-Claro que sí, Misifú.

Entonces el gatito se alejó de allí mientras aún se escuchaban las fuertes voces de los dos animales que discutían. Y es que discutir airadamente no es solución para los problemas, puesto que sólo hará que tus amigos se alejen más y más de ti.