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El décimo tercer sacramento (8 de Mayo)

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El décimo tercer sacramento (8 de Mayo) Empty El décimo tercer sacramento (8 de Mayo)

Mensaje por Maladie Jue Jul 02, 2015 1:11 pm

860 HORAS


¡NOOOOOOO!- escuchó el Juez. La voz emergía de la garganta de la mujer que huía sin sentido hacia el interior del parque Pennypack. La visible cojera y el inconfundible rastro de sangre que manaba de su abdomen hacían absurda tal persecución.
Nadie podía escapar del Juicio Divino, y nosotros se lo recordamos al Juez.

¿Qué quieres de mí? ¡Por favor, déjame!- volvió a decir la mujer inútilmente. Aquel era el pan de cada día. Era curioso cómo el Corruptor era capaz de cubrir al más ignominioso de sus esbirros con un espeso velo de inocencia. No obstante, no estábamos solos. El Juez era sabio entre sabios y sólo él era capaz de escudriñar la verdadera naturaleza de las personas; sólo él era capaz de discernir con precisión divina entre bien y mal; inocencia y perversión. Preparamos el garfio...

¡Ayuda! ¡Ayuda por favor!- la mujer corría tanto como sus pesados años le permitían hasta llegar a la orilla de un riachuelo. Un gesto de futilidad. El Juez era más joven, más rápido y más fuerte. ¿Y su determinación? Inquebrantable.

El bosque entero enmudeció...deseoso del clímax. El garfio penetró sin resistencia en la tierna carne del cuello de la criatura. La portentosa fuerza del Juez obligó a caer a la mujer contra el suelo y la arrastró unos instantes para después lanzarla sobre la pasarela de madera medio carcomida que se adentraba en las poco profundas aguas del riachuelo. Tierra y esquirlas de roca penetraron en las heridas de la Bestia, provocándole un dolor atroz.
Los ángeles de los altos cielos revolotearon sobre las nubes, extasiados con la idea de la culminación.

Los pasos del Juez lo llevaron hasta la mujer cuyos ojos vidriosos se alzaban al cielo. Pudimos ver la resignación en su mirada, pudimos sentir el falso arrepentimiento en su corazón. Entonces alzó las manos hacia el cielo... El Juez dudó.

-Oye, Oh Señor, una causa justa;- el hilo de voz de la alimaña era apenas audible.
-Atiende a mi clamor;
presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos.
Que mi vindicación venga de tu presencia;
que tus ojos vean con rectitud .
Tú has probado mi corazón,
me has visitado de noche;
me has puesto a prueba y...


El abdomen de la Bestia cedió ante el frío metal. La sangre fue abundante y las convulsiones molestas. Evisceró el Juez a la pecadora y sintió la cálida sangre, elemento de vida, manar de las entrañas de la mujer. Las tripas y los intestinos decoraban ya el suelo, mas la criatura se resistía a abandonar este mundo. Se irguió entonces el Juez y la miró desde lo alto, así como el Señor contemplaba la Creación y se compadecía de ella. Los ángeles se abrazaron los unos a los otros pues sabían el sublime gesto de amor que estaba por venir.

La mirada de la mujer se cruzó con la del Juez, sintiendo éste la resignación, la purificación de todos sus pecados. Alzó entonces su poderosa pierna y hundió la bota de montaña sobre el tórax de la criatura. Los huesos se quebraron como astillas de la cruz y se clavaron profundos en los vulnerables órganos de la Bestia. El férreo olor de la sangre impregnó todo el lugar. Y fue la dicha en los cielos...

Tu determinación es inquebrantable, y el más puro tu corazón.- comenzamos a susurrarle mientras labraba la carne. -Es tu mirada la del Mesías y tu brazo el del Sumo Ejecutor, que es San Miguel y su espada. Tú eres el Verbo y sólo tú sobre la Tierra conoces los designios del Señor, pues eres tú y no otro, el vehículo de su Obra.- la frente de la mujer quedó señalada y el Juez se irguió para abandonar el lugar sin mirar una sola vez atrás.
-Has erradicado la mácula de corrupción sobre esta tierra, pues era éste el último de los sacrificios. Mas Dios, en su misericordia, tiene preservada para ti una misión aún más importante.- el Juez nos escuchó. -Has de servir a tu rebaño, has de guiar como Pastor a aquellos cuya indecisión pueda costarles el Cielo. No abandones a tu pueblo, oh Verbo, ahora que más te necesitan. Pues precisan de tu voz... pues precisan de tu Cayado.

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Maladie
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