Homo Homini Lupus (1 de Mayo)

Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. Es otro amanecer doloroso en el Barrio de El Cerezo.  No lo es tanto por la cegadora luz que parece querer encandilar cualquier par de ojos que estuviesen abiertos a las 6 am. Tampoco por el frío tardío que se adhiere aún rebelde en su agonía. Sin dudas cualquier dolor sentimentaloide por tener que salir a trabajar precisamente en esa fecha no es el caso para una persona que no conoce domingos o festivos.  No, el dolor es absolutamente físico.

Juan Bautista Abogo intentó hundir el cuello para protegerlo en la raida chaqueta mientras salía de su portal, cosa que aún le fué mas molesto para su magullada osamenta y los irregulares escalones. Debía vivir en un piso habitado por 13 personas, 5 de las cuales compartían habitación con el, obligando al hombre de Guinea Ecuatorial a dormir en un reducido y limitado espacio situado en uno de los rincones de la, ya de por sí, pequeña habitación.

Pero esto no era algo que rondase en la cabeza de "JB". Tal era el mote que sus compañeros de piso habían impuesto a Juan Bautista y que, incluso, empezaba a gustarle.. De hecho estaba contento. La noche anterior había ganado en los naipes, el derecho a dormir en ese preciado rincón bajo la ventana, que le hacía mas llevadero el sueño amparado por la límpida corriente de aire libre aún de la carga de hacinamiento de la que era víctima en el resto de la casa.

El hombre de Guinea Ecuatorial, nacido en Bata y criado casi la totalidad de su vida en un clima que el mismo nombre de su país se encarga de advertir, echó a andar metiendo las manos en los bolsillos como quien sale a dar un paseo matinal. Para ese gesto, el frio quizás no era excusa, sinó el asegurarse que aún mantenía a salvo las 4 monedas que representaban su posible almuerzo. Su cuenta de ahorro de 1,40 Euros, los cuales podrían parecer poco pero bien daban para una barra de pan y algo para meterle en medio.

El caminar por las calles del problemático barrio era lento, no por serenidad o seguridad, sinó por la cercanía a su destino (El cual ya vislumbraba sin apenas levantar la cabeza). No era muy dificil, una vez llegado a Sevilla, el identificar el el sitio en donde decenas de hombres se agrupaban, en espera de que algún coche parase y una mano emergiese de la ventanilla del conductor indicando un número con los dedos y frases del estilo "4 Para hacer zanjas! Tú, tú, tú y... venga tú,  venga vamos". El negocio del contrato, una vez dentro del coche, era algo así como "Doy 15 euros la jornada eh, chavales?" Ese era todo el mecanismo laboral simple, primitivo y miserable al que JB podía acceder, sin papeles, con una beca de estudios ya vencida, y su color de piel. Por que ese ultimo detalle simple y determinante era primordial. El hombretón guineano podía reirse para sus adentros, disimuladamente, de quien negase esa realidad.

- Hola chavales! Como está hoy la cosa! - Es un saludo banal que repite todos los días. Como siempre. Como va a estar la cosa de diferente? Como siempre. Pero eso no quitaba la cordialidad que existe entre luchadores de la vida. El saludo con las manos haciendo diferentes movimientos, y las frases y guturales sonidos de bienvenida en diferentes idiomas, son el siguiente paso. El ultimo es apoyarse en un poste con las manos cruzadas en una farola para leeer entre varios el mismo periódico - Que pone hoy del Betis? Jugaba con el Saragosa anoche no? Le aposté un pavo a Manu el ecuatoriano a que perd...

Un coche, o al menos el sonido de un coche parando justo en la acera en la que se encontraba el heterogeneo grupo, interrumpió su frase y la respiración de varios. JB intentó cabecear hacia los costados para inutilmente ver de qué se trataba, sin preocuparse demasiado. Con solo dos pasos podría tener una visión privilegiada.  Otro de los recien descubiertos beneficios de su altura. Uno de ellos, era que su talla daba imagen de fortaleza, ideal para que los "Jefes" que llegaban, le señalasen sinó el primero, muy prontamente.

JB apartó a un Nigeriano de forma instintiva y logró acceder a las primeras filas tratando de aguzar el oido y listo para ver de que se trataba.

El viaje de vuelta fue en silencio. Llevaban más de trece horas trabajando bajo el infernal sol primaveral de Sevilla. La última cosecha de patatas. Juan había estado todo el día llevando sacos, arrastrando carretillas, en general cargando pesos, por su tamaño era una de las principales funciones que le correspondían.

Al llegar cerca de la plazuela donde le habían recogido, el tipo les dijo:

El patrón está contento con vosotros tres. Mañana nos veremos aquí mismo en vez de la plaza, a las seis, las patatas deben estar recogidas antes del anochecer.

Sin más ceremonia los tres se bajaron, únicamente gastaron sus fuerzas en hacer un gesto con la cabeza a modo de despedida y siguieron su camino. Cada paso que daba era terriblemente doloroso para el guineano, nunca había estado tan cansado, el ritmo en aquella finca era frenético. Le dolía la espalda, los hombros, los brazos, y según se iban enfriando se sentía peor. Pero sin lugar a dudas lo que más dolía era la inflamación de su tobillo, un saco de treinta kilos había caído como un peso muerto sobre su pie. Estaba literalmente machacado.

Fue entonces cuando en aquella esquina del barrio de El Cerezo, un tipo le agarró violentamente y le empujó contra la pared.

¡Buenas noches, moreno! ¡Por fin te eché el chucho! – dijo el agresor con efusividad.


Entonces pudo verle la cara, se trataba se Ginés Machado, conocido entre los jornaleros ilegales por ser el tipo más conflictivo de todos ellos. Cinco o seis patrones habían decidido no contratarle nunca, pero él era de esos hombres que sabía ganarse la vida de forma legal e ilegal. Había pertenecido a una mara en su país.

Me alegra poder hablar con vos, negrón.  Mirá, esto es sencillo. Esta mañana vos jodiste a mi pana Manuel. - dijo señalando a su izquierda, allí estaba el ecuatoriano cortándole la salida por un lateral del coche, al mirar al otro lado comprobó que había otro tipo. Ginés mantenía un tono con bastante cercanía que incluía cierta mofa.– Sos un guasero, cabronazo. ¿Alguien puede creerse que todos los días consigás montarte en un carro? El pobre Manuel lleva tres días sin montar, y Matías una semana. – señaló al otro tipo con la cabeza. - Los dos tienen unas hijitas bien chileras a las que cuidar y hoy ninguno de los papás ha podido darle de comer porque vos les estás quitando el trabajo. Así que he decidido que lo mejor era hablar con vos, negrón, que parecés razonable y pedirte que me entregués toda la plata que llevés encima para que esas dos patojitas no pasen hambre. – según decía esto, algo con punta hizo presión a la altura del riñón de J.B. sin llegar a dañarlo. - ¿Qué me decís? ¿Vamos a llevarnos bien?

J B tenía el espíritu en los tobillos. Al menos, a la altura del mas hinchado. Miraba con los ojos abiertos como platos al hijoputa que estaba asaltándole en plena calle. Su reacción, luego de un primer titubeo, no demoró en llegar. Pero para entenderla, cualquiera necesitaría un poco mas de conocimiento de sus causas:

En Guinea Ecuatorial, el español hablado difería con el ibérico, en pocas cosas. Quizás había un deje en su entonación gutural, que le hacía un simil al "Petit Negre" de los francófonos africanos, o incluso al "Creolle" de los americanos. Pese a la inexistencia de la pronunciación de la "Z" o la "C", podríamos decir que no difería en gran cantidad para el entendimiento. Ahora bien; el tipo que tenía amenazándole como un león, casi sin hacerlo notar, hablaba muy raro y a él le costaba entenderle dos palabras seguidas. Algunas palabras se parecían a las que usaban algunos jugadores de futbol, pero la entonación y otros términos le eran por completo desconocidos. Pillaba la idea general....Pero poco más.

- Eh! Eh! Tranquilo. Que dices? Como? Yo....Yo no he hecho nada. Que dices? No tengo dinero encima...

Su primera reacción por la mañana, mas fresco y descansado, habría sido retorcerle la muñeca y meterle la navaja por el culo al cabrón, y luego apalear a los otros dos enanos que estaban de cómplices...

La segunda, habría sido la de empujar y echar a correr,  pasar por encima a alguno de los que le cortaban el paso y ganarles distancia en tres zancadas.. Estas cosas no le eran extraás, ni siquiera extraordinarias. Quizás en GE, le habrían apuñalado primero y quitado el dinero después.

La tercera opción, de la que nunca dudó desde el primer segundo, era la mas lógica. Exhausto como estaba, y caminando en una pierna, no tenía otra opción mas que buscar una salida "diplomática"

- Espera, espera! Vamos colegas! No nos la juguemos entre nosotros, no? Me he ganado la pasta chavales...No me la quiteis que me muero de hambre...- Retrocedió un paso o lo que pudo, levantando las manos en gesto poco amenazante- Si es que el patrón de hoy me ha citado para mañana! Manu y el colega...O los tres! Podeis venir conmigo y hablo con el para que montemos todos...Venga, por favor colegas...No me hagais esto por favor..Nos llevaremos bien, si. Solo hablemos y arreglemos esto...

No le quedaba otra que jugársela por ese lado. De lo que estaba seguro, era que soltar la pasta que se había ganado, sería su última opción. Ergo, tampoco tenía muchas. Si le agujereaban, ya si que no podría ganar más para comer.

La respuesta del guatemalteco fue clara y directa, un pisotón en el pie dañado y un puñal en el riñón.

- ¿Pero qué te creés? ¿Me confundís con chiclero, negrón? – el puñal salió mientras el pandillero se apartaba tirando del hombro Juan para lanzarlo contra el suelo.

- ¡Ándate a la verga, cabrón! ¿Qué le has hecho al negro? ¡Había que asustarlo, no matarlo!

El mara pegó una patada al dolorido J.B. y apuntó con su navaja ensangrentada en dirección a donde estaba Manuel, que posiblemente había sido el último en hablar.

- ¡Callate, chillón! ¡Esto no es un chance! Hemos venido a hueviarle, no a convertirlo en nuestro pana. ¡Agarrá la onda! Muerto no molestará a uno nuestros hermanos para encontrar brete. Debés pensar, Manuel, - gritó golpeándose con dos dedos en la sien de manera muy violenta  - debés pensar en los nuestros.  Debemos ser alguien en este barrio, es la única manera de salir de esta vaina, los pobres no valen nada en este mundo y si querés que vuestra vida se respete debés ser el primero en arrebatar una.   – dio un paso hacia atrás y observó al africano en el suelo mientras se retorcía. - Mirá a este cerote, Manuel, esta noche morirá y a nadie le importa. ¿Vos querés acabar como él?  - miró fijamente a su compañero. Se hizo entonces el silencio y Manuel pareció dudar durante largo tiempo. Un tiempo que a Juan no le sobraba y que, a cada instante, se le hacía más insoportable. - Entonces, cogé el pisto y salgamos hechos balas de aquí.

El pobre guineano apenas pudo hacer nada mientras le despojaban de todo el dinero por el cual había luchado con sangre, sudor y lágrimas. La certeza de estar muerto, de saber que iba a quedar desangrado y que su vida había acabado, martilleaba la mente de Bautista. Poco a poco la oscuridad fue haciéndose a su alrededor hasta que ni tan siquiera fue capaz de ver si Machado y su compinche estaban observándolo morir; como el buitre espera al último aliento para darse un festín.

- Espera, espera! No...No!!! No m..- Zas. Una limpia puñalada que en un principio venía camuflada de golpe- Pero que haces! Agh!!

El dolor tardaría aún unos minutos en llegar, pero llega inevitablemente. La situación se había desarrollado violentamente como más temía, y el resultado se cebaba en su propio cuerpo punzando cada vez mas.

Al principio, se había sentido como el primero de los golpes. Nada más que un leve puñetazo que había punzado un poco a la altura de su cintura. El pisotón, la caida al suelo y la posterior patada habían dolido mas inicialmente, pero JB no tardó en sentir los efectos. El miedo, y sobretodo, verse apuñalado, golpeado y arrojado como a un perro, se apoderaron de el poco a poco, mientras los efectos de la adrenalina pasaban y el dolor y debilitamiento se hacían sentir cada vez más.

La oscuridad gobernaba. Quizás sería mejor al fin descansar...




Su cabeza, en sus últimos destellos de lucidéz, sacudieron su interior. La oscura humedad que le rodeaba y volvían a ser reales por momentos. El miedo, terror, aprensión,  espanto, encogimiento, horror y el acojone mas puro por saberse muerto, dejaron paso a algo mucho mas inverosÍmil.



Sin estar seguro por completo de en qué situación se encontraba, si estaba solo o si alguien era testigo del hecho, JB intentó arrastrarse hacia donde su percepción espacial le indicaba...más o menos. Su mente, profundamente arraigada en la cultura cristiana católica, solo atinaba a recitar estúpidamente frases grabadas a fuego.



Sintió. mientras se arrastraba en la humedad de lo que debía ser su propia sangre, el bordillo de la acera. Calculaba que ahora estaría en un lugar mas visible para cualquier transeunte.

- AYUDA!!! POR FAVOR AYUDA!!! UNA AMBULANCIA PORFAVOR! SOCORRO! ALGUIEN!!! POR F....AUXILIO!! AGHHH! AYUDAAAAAA!!!

No pudo mas, ni el aire ni las energías que la rabia le habían dado pudieron hacer mas cosa. Sus reservas estaban agotadas. JB apoyó la frante contra el suelo y apretó los ojos en un vano intento por centrase en soportar el dolor. Se encorvó y golpeó el suelo apenas levemente en un poético intento de canalizar el enfado que le poseía, para finalmente caer vencido de costado, en posición fetal.



La oscuridad que le rodeaba finalmente se cerraba a su alrededor. Ya todo estaba en manos de la divina providencia. Aunque el miedo limitara y en enfado movilizase, JB estaba a merced de su destino.

El tiempo pasó lentamente en la oscuridad. Vio entonces un gran brillo y una figura oscura a causa del contraluz se acercó a él con presteza. Decía algo, pero sus palabras eran inteligibles en la mente de J.B. Entonces la luz se hizo, como la poderosa luz divina que muchos decían ver al otro lado del túnel. Ante él vio una figura llena de amor y bondad. Vio a su ángel de la guarda que le susurraba mientras lo estrechaba entre sus brazos…

- Quédate conmigo...


...él...

...nunca fue de obedecer...