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Pensamiento y religión
¿De dónde venimos?
Durante la mayor parte de la Edad Media, la grandeza de las antiguas culturas e imperios ha sido olvidada. Solo el Imperio carolingio francés o el Sacro Imperio Romano-Germánico han tratado de mantener la grandeza de la antigua Roma, que por otro lado, hace muchos siglos ya que perdió la riqueza de sus ciudades.
Aislados en villas, los señores feudales se han aislado, y poco a poco, todos los textos se han ido olvidando. El legado romano fue barbarizado, y el mapa de Europa se construyó en el declive de la riqueza literaria y el pensamiento abstracto. El espacio reducido y el tiempo reducidos provocan que se carezca de visión histórica, por lo que el tiempo es siempre un ciclo que se repite. El lenguaje se ha vuelto más rudimentario, perdiendo riqueza textual y argumentativa (se pierde la base filosófica, el corpus jurídico, los textos artísticos…). El pueblo llano solo entiende las leyendas y la religión, que sí ha sabido adaptarse al analfabetismo, la tendencia dominante. El centro de gravedad de la vida medieval ha sido, desde hace siglos, lo concreto y lo natural. El tiempo no lo crea el hombre con horas y segundos, sino la naturaleza con días y estaciones.
Debido a esto, el plebeyo actual no piensa, actúa: las artes, el conocimiento y la escasa ciencia han sido durante años más abstractas y primitivas, menos figuradas y reflexionadas: leyendas y cuentos, pintura en las iglesias, esculturas de madera… Incluso la alquimia, el conocimiento de lo natural, está más asociado a la brujería que a la filosofía.
A estos dos ingredientes fundamentales les acompaña un último: la sacralización de la vida. La Edad Media es una época oscura, de miedo y violencia, y así es como la sienten sus gentes. Lo salvaje de la vida y la muerte, de los asaltos en los caminos, de la ley del señor, solo encuentra una solución en Dios. El libro más usado y que mejor ejemplifica la manera de pensar de las gentes humildes es el Apocalipsis. Dios castiga el pecado (explicación de la inseguridad) y sólo la virtud y la religiosidad pueden salvar al ser humano (solución a ella).
En el tiempo que vivimos esta visión del mundo está más o menos superada entre los habitantes de Venecia, aunque la decadencia de la nobleza y el clero italianos y su caída en el pecado están haciéndola resurgir, especialmente entre clérigos radicales como Savonarola y aquellos ciudadanos con menos seguridad en sus vainas y arcas.
Las ciudades: una nueva esperanza
Aquellos que por fortuna, virtud o riqueza no han vivido las penurias de la época, ven la vida con algo más de luz. La relativa paz de las ciudades y sus ingresos debidos al comercio han traído cierta comodidad a algunas familias burguesas, que fuerzan a las antiguas familias nobles a compartir su visión del mundo. Para estos últimos, la filosofía escolástica ha producido una explicación de los órdenes humano y divino que fundamenta su vida y guía cada uno de sus actos.
La escolástica es el desarrollo del pensamiento religioso en los centros de saber medievales. Autores como santo Tomás de Aquino, maestro citado por la mayoría de seminaristas italianos, resumen este método que se basa en estudiar la Biblia y discutir sus textos, pero siempre respetando la autoridad del Magister, un religioso que dirige los debates y los estudios.
La escolástica busca fundamentar la fe divina en la razón, demostrando que Dios puede conocerse a través del pensamiento y los sentidos. Estas facultades humanas, sin embargo, participan de Dios y se dirigen a él a través del ejercicio de la fe. El ser humano debe buscar siempre el Bien Supremo, y ese Bien lo integran las virtudes cristianas, que son asimismo una forma de acercarse a Dios.
Asimismo, Dios ordena el mundo a través de una Ley Eterna conocida como ley natural o Providencia. Esta es la ley que el clero trata de conocer a través de su ejercicio, y la misma que los gobernantes civiles deben tratar de respetar a través del gobierno terrenal. El Estado y el Gobierno son queridos por Dios, dirá santo Tomás, pero toda moral o ley deben tratar de acercarse a la ley eterna de Dios, y para eso la Iglesia ofrece una ayuda inestimable interpretando las Sagradas Escrituras.
La escolástica acepta el libre albedrío, pero lo sanciona con gravedad si se desvía hacia la senda del mal. El mal es falta de bien, es falta de Dios, y por tanto constituye un acto impío, un pecado. El pecado (o culpa) es el acto de escoger deliberadamente el mal, y solo Dios puede perdonarlo, ya sea después de la muerte o gracias a la voluntad de sus sacerdotes.
El Renacimiento
A pesar de todo, vivimos una época de cambio y Venecia se encuentra en el ojo del huracán. Las rutas comerciales de Flandes, Francia e Italia comienzan a conectarse entre sí formando un eje entre Roma y Londres, lo cual ayuda a conectar el pensamiento y arte de vanguardia. El crecimiento de las ciudades y el surgimiento de la burguesía son el nacimiento del nuevo modelo de hombre, el artista burgués, que inspira a sus conciudadanos con sus revolucionarias ideas.
Para este tipo de nuevas corrientes, nacidas en la comidad, el hombre es reivindicado como centro del universo. El dinero, las armas, el poder político… Muchos de los elementos de la burguesía le han permitido crear una nueva visión del mundo, según la cual no resulta tan necesario utilizar un milagro divino para explicar cómo funcionan las cosas, sino descubrir las leyes que permitan entenderlas, dominarlas, y representarlas para la posteridad (desarrollo de la cultura científica).
Este nuevo pensamiento es llamado Humanismo y encontrará su justificación en las culturas griega y romana, que comienzan a reaparecer como un polo opuesto al opresor dogma cristiano. Los textos latinos eran conocidos desde la época de Carlo Magno, y más aún desde algunos poetas como Dante y Petrarca, pero es el Renacimiento quien con su riqueza y su comercio aporta los medios necesarios como para difundirlos, así como realizar las primeras excavaciones en las ruinas que conservan sus secretos. Italia es un país repleto de restos romanos, y la mayoría de sus paisajes se encuentran repletos de edificios o esculturas semidestruidas. Las escuelas de traducción y las universidades harán el resto.
Esta explosión de mitos clásicos, nuevas teorías y poder burgués provocarán que los mercaderes deseen encontrar un vehículo para propagar sus ideas: el arte. En un mundo donde la política está ligada a la economía o la guerra se compra en contratos de condotta, la cultura será una mercancía más regida por las leyes de la oferta y la demanda.
Así, el artista deja de estar protegido por la logia y se convierte en una especie de empresario, dueño de un taller y ligado a un mecenas que le garantiza la seguridad en los encargos. La obra de arte ya no es solo un objeto religioso, sino también un arma diplomática y política, un elemento de prestigio y de rango. En la República de Venecia y otros Estados Italianos, la alta burguesía, e imitándola, la nobleza y el clero, competirán entre sí creando círculos literarios y artísticos en su entorno y protegiendo a los artistas (mecenazgo). Estos gozan de prestigio y son conscientes de su “valor”, aunque la relación con las clases en el poder les mantenga siempre en términos de dependencia.
¿De dónde venimos?
Durante la mayor parte de la Edad Media, la grandeza de las antiguas culturas e imperios ha sido olvidada. Solo el Imperio carolingio francés o el Sacro Imperio Romano-Germánico han tratado de mantener la grandeza de la antigua Roma, que por otro lado, hace muchos siglos ya que perdió la riqueza de sus ciudades.
Aislados en villas, los señores feudales se han aislado, y poco a poco, todos los textos se han ido olvidando. El legado romano fue barbarizado, y el mapa de Europa se construyó en el declive de la riqueza literaria y el pensamiento abstracto. El espacio reducido y el tiempo reducidos provocan que se carezca de visión histórica, por lo que el tiempo es siempre un ciclo que se repite. El lenguaje se ha vuelto más rudimentario, perdiendo riqueza textual y argumentativa (se pierde la base filosófica, el corpus jurídico, los textos artísticos…). El pueblo llano solo entiende las leyendas y la religión, que sí ha sabido adaptarse al analfabetismo, la tendencia dominante. El centro de gravedad de la vida medieval ha sido, desde hace siglos, lo concreto y lo natural. El tiempo no lo crea el hombre con horas y segundos, sino la naturaleza con días y estaciones.
- Spoiler:
Tiempo y estaciones
Mes Signo Faenas agrarias
Enero Capricornio Caza de la liebre
Febrero Acuario Recogida de la leña
Marzo Piscis Pesca en el río
Abril Aries Injertos en los árboles
Mayo Tauro Época de los nidos. Limpia de malas hierbas
Junio Géminis Preparación de los aperos de labranza
Julio Cáncer se afila la guadaña
Agosto Leo se siega
Septiembre Virgo se siembra
Octubre libra La vendimia
Noviembre Escorpio Matanza del ganado para provisiones del invierno.
Diciembre Sagitario Matanza del cerdo.
Debido a esto, el plebeyo actual no piensa, actúa: las artes, el conocimiento y la escasa ciencia han sido durante años más abstractas y primitivas, menos figuradas y reflexionadas: leyendas y cuentos, pintura en las iglesias, esculturas de madera… Incluso la alquimia, el conocimiento de lo natural, está más asociado a la brujería que a la filosofía.
A estos dos ingredientes fundamentales les acompaña un último: la sacralización de la vida. La Edad Media es una época oscura, de miedo y violencia, y así es como la sienten sus gentes. Lo salvaje de la vida y la muerte, de los asaltos en los caminos, de la ley del señor, solo encuentra una solución en Dios. El libro más usado y que mejor ejemplifica la manera de pensar de las gentes humildes es el Apocalipsis. Dios castiga el pecado (explicación de la inseguridad) y sólo la virtud y la religiosidad pueden salvar al ser humano (solución a ella).
En el tiempo que vivimos esta visión del mundo está más o menos superada entre los habitantes de Venecia, aunque la decadencia de la nobleza y el clero italianos y su caída en el pecado están haciéndola resurgir, especialmente entre clérigos radicales como Savonarola y aquellos ciudadanos con menos seguridad en sus vainas y arcas.
Las ciudades: una nueva esperanza
Aquellos que por fortuna, virtud o riqueza no han vivido las penurias de la época, ven la vida con algo más de luz. La relativa paz de las ciudades y sus ingresos debidos al comercio han traído cierta comodidad a algunas familias burguesas, que fuerzan a las antiguas familias nobles a compartir su visión del mundo. Para estos últimos, la filosofía escolástica ha producido una explicación de los órdenes humano y divino que fundamenta su vida y guía cada uno de sus actos.
La escolástica es el desarrollo del pensamiento religioso en los centros de saber medievales. Autores como santo Tomás de Aquino, maestro citado por la mayoría de seminaristas italianos, resumen este método que se basa en estudiar la Biblia y discutir sus textos, pero siempre respetando la autoridad del Magister, un religioso que dirige los debates y los estudios.
La escolástica busca fundamentar la fe divina en la razón, demostrando que Dios puede conocerse a través del pensamiento y los sentidos. Estas facultades humanas, sin embargo, participan de Dios y se dirigen a él a través del ejercicio de la fe. El ser humano debe buscar siempre el Bien Supremo, y ese Bien lo integran las virtudes cristianas, que son asimismo una forma de acercarse a Dios.
Asimismo, Dios ordena el mundo a través de una Ley Eterna conocida como ley natural o Providencia. Esta es la ley que el clero trata de conocer a través de su ejercicio, y la misma que los gobernantes civiles deben tratar de respetar a través del gobierno terrenal. El Estado y el Gobierno son queridos por Dios, dirá santo Tomás, pero toda moral o ley deben tratar de acercarse a la ley eterna de Dios, y para eso la Iglesia ofrece una ayuda inestimable interpretando las Sagradas Escrituras.
La escolástica acepta el libre albedrío, pero lo sanciona con gravedad si se desvía hacia la senda del mal. El mal es falta de bien, es falta de Dios, y por tanto constituye un acto impío, un pecado. El pecado (o culpa) es el acto de escoger deliberadamente el mal, y solo Dios puede perdonarlo, ya sea después de la muerte o gracias a la voluntad de sus sacerdotes.
El Renacimiento
A pesar de todo, vivimos una época de cambio y Venecia se encuentra en el ojo del huracán. Las rutas comerciales de Flandes, Francia e Italia comienzan a conectarse entre sí formando un eje entre Roma y Londres, lo cual ayuda a conectar el pensamiento y arte de vanguardia. El crecimiento de las ciudades y el surgimiento de la burguesía son el nacimiento del nuevo modelo de hombre, el artista burgués, que inspira a sus conciudadanos con sus revolucionarias ideas.
Para este tipo de nuevas corrientes, nacidas en la comidad, el hombre es reivindicado como centro del universo. El dinero, las armas, el poder político… Muchos de los elementos de la burguesía le han permitido crear una nueva visión del mundo, según la cual no resulta tan necesario utilizar un milagro divino para explicar cómo funcionan las cosas, sino descubrir las leyes que permitan entenderlas, dominarlas, y representarlas para la posteridad (desarrollo de la cultura científica).
Este nuevo pensamiento es llamado Humanismo y encontrará su justificación en las culturas griega y romana, que comienzan a reaparecer como un polo opuesto al opresor dogma cristiano. Los textos latinos eran conocidos desde la época de Carlo Magno, y más aún desde algunos poetas como Dante y Petrarca, pero es el Renacimiento quien con su riqueza y su comercio aporta los medios necesarios como para difundirlos, así como realizar las primeras excavaciones en las ruinas que conservan sus secretos. Italia es un país repleto de restos romanos, y la mayoría de sus paisajes se encuentran repletos de edificios o esculturas semidestruidas. Las escuelas de traducción y las universidades harán el resto.
Esta explosión de mitos clásicos, nuevas teorías y poder burgués provocarán que los mercaderes deseen encontrar un vehículo para propagar sus ideas: el arte. En un mundo donde la política está ligada a la economía o la guerra se compra en contratos de condotta, la cultura será una mercancía más regida por las leyes de la oferta y la demanda.
Así, el artista deja de estar protegido por la logia y se convierte en una especie de empresario, dueño de un taller y ligado a un mecenas que le garantiza la seguridad en los encargos. La obra de arte ya no es solo un objeto religioso, sino también un arma diplomática y política, un elemento de prestigio y de rango. En la República de Venecia y otros Estados Italianos, la alta burguesía, e imitándola, la nobleza y el clero, competirán entre sí creando círculos literarios y artísticos en su entorno y protegiendo a los artistas (mecenazgo). Estos gozan de prestigio y son conscientes de su “valor”, aunque la relación con las clases en el poder les mantenga siempre en términos de dependencia.
Fortuna- Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 27/03/2013
Re: Ambientación
AVISO: No todos los burgueses o nobles tienen acceso a este tipo de ideas, y no todos los artistas tienen por qué seguir esta corriente que inicia el humanismo. Siempre están los valores tradicionales, la Iglesia y el arte puramente religioso.
Arte y artista
El renacimiento ha provocado, desde el punto de vista de los artistas, una ruptura con la tradición de la Edad Media, que a sus ojos es bárbara y despreciable. En realidad, la vuelta a la antigüedad clásica no ha significado una ruptura, sino un cambio lento en el tiempo, que sin embargo estos hombres no son capaces de ver.
Los antiguos escultores y arquitectos medievales son vistos como artesanos, carentes de la personalidad del verdadero artista. Esta nueva cultura se asocia, como hemos visto, con una clase burguesa enriquecida que la utiliza para romper con la cultura dominante y su visión divina del mundo.
El arte
Roma había hecho un arte público, práctico y propagandístico, destinado a las masas de un imperio (aparte, claro, del arte privado). La Italia de nuestro tiempo es diferente, pues no es un imperio, sino pequeños estados independientes, lo que no se presta a un arte monumental. Esto provoca que el arte se vincule al humanismo, al hombre como medida de todas las cosas, y por tanto sea proporcional a sus tamaños. Será en Grecia donde se encontrarán los conceptos de belleza oportunos, asociados a la razón y a las matemáticas, un lenguaje perfecto.
Escultura
En la República de Venecia, uno de los motivos más habituales es el retrato, pagado por ricos clientes que desean un arte privado para su regocijo personal.
El retrato ecuestre ejemplifica el prestigio, esculpiendo al difunto como un modelo ideal o como realmente fue. Gattamelatta de Padua fue retratado con gran sentido ético por el maestro Donatello, mientras que Colleone de Venecia fue utilizado por el maestro Verrocchio para exaltar el triunfo y la voluntad humana.
Incluso la tumba, no concebida ya desde una perspectiva puramente religiosa sino como conmemoración del difunto, se convierte también en símbolo del prestigio, exaltación de su virtù, de los valores como militar, gobernante, y en definitiva, modelo para la posteridad.
Pintura
La pintura, como la escultura, se basa en esta época en una mezcla de observación y construcción mental. Se observa mucho la naturaleza, pero se compone el cuadro desde la mente. El paisaje, por ejemplo, comienza a reflejar la emoción del que observa, pero mantiene el equilibrio y siempre respeta las leyes de la naturaleza, nunca se deforma.
La perspectiva reproduce la visión del ojo humano y es también resultado de la geometría Se trata de imitar los ojos del espectador, como quien mira un escenario de teatro. Da Vinci dirá “[…] La gran distancia encierra en sí mucho aire y por la gran cantidad de aire que hay entre el ojo y las montañas, estas parecen azules, casi del color del aire […] El azul es más claro cuanto más alto está en el horizonte y más oscuro cuanto más bajo. El sol da tonalidad rojiza alas nubles y a las cosas.”
Eso provoca que la belleza se asocie a la proporción y el ritmo a la armonía entre las partes y el conjunto. Se estudia el canon y el ritmo.
Para experimentar con estas ideas, se crea un paisaje ideal, una situación mítica, la naturaleza del ser humano. Esto provoca incluso que a veces la escena se deforme porque el artista desea experimentar con la perspectiva o la geometría. Solo el retrato, como en la escultura, se mantiene puramente realista.
Temas
En cuanto a la religiosidad, hay aún temas religiosos, pero tratados con nuevos lenguajes. Se mezclan las escenas con fondos de ruinas romanas o arquitecturas ideales renacentistas.
La mitología y la alegoría también aparecen, y el arte en algunos artistas se seculariza. Atenea representando la sabiduría, la belleza de Venus y Apolo... Esto ocurre sobre todo en centros de mecenazgo.
Por el contrario, y al igual que en la escultura, el retrato es resultado del espíritu individualista. Es una representación laica, asociada a la idea de vencer al tiempo y permanecer en la historia, ya sea por vanidad o por servir como ejemplo, como ya hemos visto.
El artista
El artista se considera un estudioso, un científico. Estudia apasionadamente los tratados teóricos clásicos y elabora otros. Trata de reunir los conocimientos necesarios para alcanzar la perfección en su trabajo.
El maestro Ghiberti dice que el pintor debe conocer la geometría, la filosofía, la medicina, la astrología, la perspectiva, la historia, la teoría del color, el dibujo, y la aritmética. La variedad de conocimientos del artista del Renacimiento se manifiesta en personalidades como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel. El artista se libera de su condición de simple artesano. Procede de una clase social burguesa y su cultura es profunda, aunque su valoración está lastrada por la no consideración de la arquitectura, la escultura y la pintura como artes liberales. El arte no es solo ejecución, es investigación y reflexión.
Arte y artista
El renacimiento ha provocado, desde el punto de vista de los artistas, una ruptura con la tradición de la Edad Media, que a sus ojos es bárbara y despreciable. En realidad, la vuelta a la antigüedad clásica no ha significado una ruptura, sino un cambio lento en el tiempo, que sin embargo estos hombres no son capaces de ver.
Los antiguos escultores y arquitectos medievales son vistos como artesanos, carentes de la personalidad del verdadero artista. Esta nueva cultura se asocia, como hemos visto, con una clase burguesa enriquecida que la utiliza para romper con la cultura dominante y su visión divina del mundo.
El arte
Roma había hecho un arte público, práctico y propagandístico, destinado a las masas de un imperio (aparte, claro, del arte privado). La Italia de nuestro tiempo es diferente, pues no es un imperio, sino pequeños estados independientes, lo que no se presta a un arte monumental. Esto provoca que el arte se vincule al humanismo, al hombre como medida de todas las cosas, y por tanto sea proporcional a sus tamaños. Será en Grecia donde se encontrarán los conceptos de belleza oportunos, asociados a la razón y a las matemáticas, un lenguaje perfecto.
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Escultura
En la República de Venecia, uno de los motivos más habituales es el retrato, pagado por ricos clientes que desean un arte privado para su regocijo personal.
El retrato ecuestre ejemplifica el prestigio, esculpiendo al difunto como un modelo ideal o como realmente fue. Gattamelatta de Padua fue retratado con gran sentido ético por el maestro Donatello, mientras que Colleone de Venecia fue utilizado por el maestro Verrocchio para exaltar el triunfo y la voluntad humana.
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Incluso la tumba, no concebida ya desde una perspectiva puramente religiosa sino como conmemoración del difunto, se convierte también en símbolo del prestigio, exaltación de su virtù, de los valores como militar, gobernante, y en definitiva, modelo para la posteridad.
Pintura
La pintura, como la escultura, se basa en esta época en una mezcla de observación y construcción mental. Se observa mucho la naturaleza, pero se compone el cuadro desde la mente. El paisaje, por ejemplo, comienza a reflejar la emoción del que observa, pero mantiene el equilibrio y siempre respeta las leyes de la naturaleza, nunca se deforma.
La perspectiva reproduce la visión del ojo humano y es también resultado de la geometría Se trata de imitar los ojos del espectador, como quien mira un escenario de teatro. Da Vinci dirá “[…] La gran distancia encierra en sí mucho aire y por la gran cantidad de aire que hay entre el ojo y las montañas, estas parecen azules, casi del color del aire […] El azul es más claro cuanto más alto está en el horizonte y más oscuro cuanto más bajo. El sol da tonalidad rojiza alas nubles y a las cosas.”
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Eso provoca que la belleza se asocie a la proporción y el ritmo a la armonía entre las partes y el conjunto. Se estudia el canon y el ritmo.
Para experimentar con estas ideas, se crea un paisaje ideal, una situación mítica, la naturaleza del ser humano. Esto provoca incluso que a veces la escena se deforme porque el artista desea experimentar con la perspectiva o la geometría. Solo el retrato, como en la escultura, se mantiene puramente realista.
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Temas
En cuanto a la religiosidad, hay aún temas religiosos, pero tratados con nuevos lenguajes. Se mezclan las escenas con fondos de ruinas romanas o arquitecturas ideales renacentistas.
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La mitología y la alegoría también aparecen, y el arte en algunos artistas se seculariza. Atenea representando la sabiduría, la belleza de Venus y Apolo... Esto ocurre sobre todo en centros de mecenazgo.
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Por el contrario, y al igual que en la escultura, el retrato es resultado del espíritu individualista. Es una representación laica, asociada a la idea de vencer al tiempo y permanecer en la historia, ya sea por vanidad o por servir como ejemplo, como ya hemos visto.
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El artista
El artista se considera un estudioso, un científico. Estudia apasionadamente los tratados teóricos clásicos y elabora otros. Trata de reunir los conocimientos necesarios para alcanzar la perfección en su trabajo.
El maestro Ghiberti dice que el pintor debe conocer la geometría, la filosofía, la medicina, la astrología, la perspectiva, la historia, la teoría del color, el dibujo, y la aritmética. La variedad de conocimientos del artista del Renacimiento se manifiesta en personalidades como Leonardo da Vinci o Miguel Ángel. El artista se libera de su condición de simple artesano. Procede de una clase social burguesa y su cultura es profunda, aunque su valoración está lastrada por la no consideración de la arquitectura, la escultura y la pintura como artes liberales. El arte no es solo ejecución, es investigación y reflexión.
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Fortuna- Mensajes : 44
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