Personalidades de la Tierra Media

Personalidades Élficas:

Círdan es un elfo de lo más inusual para cualquiera que no pertenezca a los Primeros Nacidos. Círdan, llamado Nowë por los teleri, es probablemente el elfo más anciano de la Tierra Media y eso se deja ver en su viejo rostro surcado de arrugas y por el rasgo que más sorprende a los extraños, su larga y blanca barba.

Círdan prometió no partir de los Puertos Grises hasta que el último elfo de la Tierra Media hubiese partido hacia Valinor y parece dispuesto a cumplir su palabra.

Círdan es un elfo callado y reflexivo, siempre dispuesto a escuchar y observar tranquilamente antes de mostrar su juicio. Su mirada refleja la sabiduría de los años y aquellos que están cerca de él pueden percibir el aura de conocimiento que desprende.




Thoronnir, hijo de Thorondruil, fue un leal servidor de Celeborn y la dama Galadriel de Lorien.

Cuando Celeborn murió y Galadriel guió a los supervivientes de Lothlorien hasta Mithlond, muchos se negaron a dejar la Tierra Media mientras Sauron la gobernara, Thoronnir fue la cabeza visible de dicho movimiento.

Tras años de búsqueda, los galadhrim se asentaron en la antigua Serles Nimraith y Thoronnir se erigió como señor y guardián del pueblo del bosque.

El elfo alegre y risueño que fue en su juventud se transformó por culpa de la guerra en un ser suspicaz y desconfiado con los extraños. Su confianza es únicamente para su pueblo, incluso se ha vuelto receloso con los elfos de fuera del bosque de Lindon. Solo suele mostrarse como antaño con su querida hija y con su amigo y consejero Lithien, con quienes se siente completamente a salvo.




En su niñez fue uno de los mejores amigos de Thoronnir y mas tarde se convirtió en uno de los capitanes de mayor valía en la defensa de Lothlorien.

Cuando Thoronnir se negó a marcharse, decidió quedarse para defender la causa de su amigo y se convirtió en el líder de sus exploradores. Más tarde pasó a ser su consejero de mayor confianza y se mostró como un elfo cauto y sabio.

Personalidades Enanas:


Tras la muerte de su padre, Zhor tomó el mando de los enanos exiliados de Erebor y los guió hacia el oeste. Cuando localizaron Gabilgathol, todos estuvieron de acuerdo en que era el mejor para ser nombrado señor de la fortaleza y desde entonces ha demostrado lo acertada que estuvo aquella decisión.

Descendiente de la sangre de Durin y sobrino de Thrain Pie de Hierro, Zhor es un enano justo y fiero, tanto en combate como en el gobierno de su pueblo. Como la mayoría de enanos, es testarudo y orgulloso, pero también tiene una mente mas abierta que muchos de los hijos de Durin. A pesar que no gusta relacionarse con elfos o gentes de parecida calaña, nunca ha negado que estaría dispuesto a colaborar con ellos si eso aseguraba la supervivencia de su pueblo o si suponía un duro golpe contra el Señor Oscuro.




Thrannor siempre admiró a su hermano Zhor y, con la muerte de su padre, se convirtió en su más leal defensor.

Siempre fue más guerrero que señor, por lo que cuando su hermano lo mandó en busca de Nogrod, no imaginó que sus intenciones fueran nombrarlo señor. Zhor lo recompensó haciéndolo señor de Gundubaraz cuando, casi por casualidad, Thrannor y sus exploradores dieron con aquel enorme yacimiento de rubíes.

Al principio no supo que hacer, pero con el paso de los años, se ha ido convirtiendo en un señor digno de la nueva fortaleza.

Thrannor no es tan abierto de miras como su hermano Zhor y guarda un especial rencor por los elfos, a quienes considera unos cobardes por abandonar la Tierra Media en su momento de mayor necesidad. Es sumamente leal a su pueblo y a su familia y tiene especial debilidad por su querida sobrina Zhura.



Dwannor se gano ese sobre nombre por su afición a la lectura, de hecho es difícil verlo sin un libro en la mano.

Primo lejano de Zhror, siempre se ha esforzado por dar los mejores consejos a sus jóvenes sobrinos y Zhor supo ver la utilidad de Dwannor y le otorgó el cargo de consejero y escriba.

Raras son las decisiones que Zhor toma sin consultar a su sabio y venerable tio y Dwannor siempre se esmera por buscar la mejor solución.

Su hijo Baphord es el capitán de los exploradores de Belegost y no es raro el viaje en que regresa con un nuevo libro para su padre.

Personalidades de los Hombres:

Digno descendiente de la sangre de Númenor y sumamente orgulloso de serlo. Defiende a ultranza que su sangre no ha sido mezclada desde que sus antepasados dejaran atrás la isla, por lo que se considera superior a todos los que le rodean.

Hijo de Edeltar el Cruel, uno de los más sanguinarios lugartenientes de Sauron, ha demostrado ser incluso más merecedor de ese sobrenombre que su padre.

Desde niño, Obegorn ha sido educado para gobernar y heredar el señorío que el Señor Oscuro le otorgó a su padre y, desde niño, ha ansiado el puesto para el que ha sido entrenado. La guerra acabó hace años y Edeltar era un hombre longevo y sano… por lo que Obegorn tuvo que ayudarle a dejar el puesto. Nadie duda en Fornost que Obegorn fue el artífice de la muerte de su padre, pero todo aquel que se atreve a insinuarlo en su presencia es invitado de inmediato a una audiencia con el difunto Edeltar.

La lealtad de Obegorn hacia Sauron está fuera de toda duda, como lo estuvo la de su padre. Tan solo responde ante el Señor Oscuro y su emisario, el nazgûl de Amon Sûl. Ni siquiera ante Saruman se arrodilla, a no ser que el propio Sauron se lo ordene, y los servidores del mago multicolor que pretendan sobrevivir a su estancia en Fornost deberán jurar también su lealtad a Sauron o será ajusticiado por traición y herejía.




Berhael, señor de Tharbad, es un hombre joven. Apenas con 25 años ha tenido que demostrar su valía para ser señor de Tharbad en más de una ocasión.
Educado por su tío, anterior señor de Tharbad, desde los 16 años, cuando éste lo nombró su heredero, demostró pronto que su tío había elegido bien.

Heredó el señorío de Tharbad a los 21 años. Su tío había muerto en extrañas circunstancias y Berhael fue quien más lloró su muerte. Esto sirvió para descubrir a los traidores que querían apartarlo del cargo y que usaron esta debilidad para hacerlo. Incluso con 21 años, Berhael fue implacable con ellos. A aquéllos que demostraron ser traidores a su persona se les ofreció la opción de irse de la ciudad o ser ajusticiados.

Desde entonces, se conoció a Berhael como el "señor justo", porque siempre ofrecía a todos la opción de defenderse antes de ser ajusticiados. Y, aunque en la mayoría de ocasiones esta defensa no servía para nada, esta extraña forma de justicia hizo creer a los lugareños que su nuevo señor no sería el tirano que había sido el anterior.



La Señora de Lond Daer desciende de Umbar y posee un amplio conocimiento en materia náutica, el motivo por el que se ha asignado esta ciudad. Es una dama de aspecto tranquilo que rara vez levanta la voz o expresa sus emociones en público, más allá de una pequeña sonrisa irónica cuando algo la complace. Espera que sus órdenes se cumplan de inmediato y a la perfección y no le tiembla el pulso al aplicar los castigos que considera adecuados. Se oyen oscuros rumores sobre sus actividades más privadas, sobre si es una hechicera que se baña en la sangre de niños y vírgenes pero jamás nadie se atrevería a decir una sola palabra en su presencia. Seguramente no sea más que una leyenda inspirada por la impasibilidad con la que autoriza las actividades más crueles. Su lealtad a Sauron jamás ha sido cuestionada y dirige la ciudad bajo una regla muy sencilla. Obedecer o morir.




Camrus Helechal, su actual señor, es un hombre mezquino y egoísta. Su debilidad son la bebida y el placer, y gracias a su poder obtiene ambas cosas, y no le importa si le es entregado libremente o bajo coacción. Los habitantes de Bree se lo deben porque él es su señor. Sin embargo, no explota a su pueblo en exceso, pero si quiere algo no dudará en pasar por encima de sus conciudadanos para obtenerlo. Está dispuesto a hacer favores a aquellos que le ofrezcan el trato adecuado.
También es un cobarde que obedece las ordenes de los emisarios de Sauron y Saruman sin rechistar, temeroso de perder la vida o, peor aún, su posición de poder. Prefiere dejar en manos de sus subalternos el trabajo sucio y disfrutar de los placeres que su puesto le proporciona.