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Almas Gemelas (2 de Mayo)
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Almas Gemelas (2 de Mayo)
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El chasqueo de los dedos a escasos centímetros de sus ojos comenzó a despertarle del ensimismamiento.
- ¿Me estás escuchando o no?- la voz de Goodwin era una de aquellas voces graves que uno apenas conseguía escuchar cuando se estaba rodeado de gente. El Costa era un lugar donde muchos viajeros paraban a tomarse un café mientras esperaban a que saliera su tren, por lo que solía estar siempre lleno de gente. Era por eso por lo que solían quedar allí, al menos cuando tenían que hablar de "sus cosas".
-Creo que no duermes lo suficiente, McLyon.- Goodwin negaba con la cabeza mientras derramaba el azúcar del sobre en su café irlandés; en general Goodwin trataba que casi todo en su vida fuera irlandés. Excepto las chicas, claro... -Si sigues estando así de aletargado, creo que no vas a poder apreciar la magnificencia de esto...
Tras una pausa dramática, sacó un sobre y lo dejó sobre la mesa. Ésa era la forma de proceder de Lund. Goodwin Lund, el único amigo que McLyon conservaba de su antiguo trabajo como policía. Paradójicamente, nunca se conocieron mientras Phillip trabajaba allí, sino que fue varios meses después, a través de un foro, donde se descubrieron el uno al otro gracias a determinados "gustos" que tenían en común.
En su perfil, Goodwin se describía como un hombre masculino con una gran pasión por el blues, el whisky y las bellezas exóticas. Era más joven que Phill pero también mejor parecido y más corpulento. Juntos habían configurado una pareja peculiar que, al fin y al cabo, se comprendía bastante bien.
-Pensé en llevar a Natalie, pero esa zorra es historia.- dijo de forma contundente y dió un largo sorbo a su café. -Sólo quería mi dinero y yo que me la comiera... Es lo que siempre te digo, las británicas son unas zorras estiradas. "Para pezones rosas los de mi madre".- rió.
Última edición por Maladie el Sáb Jul 25, 2015 12:57 pm, editado 1 vez
Maladie- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 26/12/2012
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
Philip pestañeó varias veces, no solo mirando si no viendo por fin a quién le hablaba, y se limitó a soltar un gruñido mientras asentía con la cabeza para darle a conocer su opinión en lo que fuera que le hubiera estado contando. Aún cuando Goodwin intentó hacerse el interesante él se limitó a ignorarlo, con los párpados caídos y el café irlandés intacto delante suya. Recordó que él solía tomar siempre un café doble por las mañanas, y casi pudo verse a sí mismo con la taza en una mano y un cigarrillo en el otro. Philip había dejado de fumar por petición de Ellie cuando nació Jessica, para que después dijera que nunca había hecho nada por sus hijas, y desde entonces no se había fumado ni un triste pitillo. Era algo que en realidad le gustaría volver a hacer, pero tendría que elegir entre costearse un vicio del que escapaba por ahora por uno en el que estaba ya totalmente hundido, como era la bebida. Bien sabía él que algo tenía que dejar para comer y pagar la factura del agua, la luz... y de Internet.
- ¿Qué es? - Preguntó finalmente, animándose a beber un trago del café al recordar que llevaría un buen lingotazo de whisky. Posiblemente era lo que necesitaba para despejarse. Agarró el sobre y lo observó detenidamente, desde todos los ángulos posibles, antes de coger y guardárselo en el interior de la chaqueta.
Soltó un ligero bufido, riendo entre dientes. Cualquier que los observara vería a dos hombres muy altos, uno gordo y el otro mas en forma, charlando de sus cosas y disfrutando de un descanso posiblemente después de salir del trabajo. Pocos podrían imaginar lo que había en realidad detrás de todo aquel encuentro.
- ¿Y qué va a saber de británicas un puto irlandés? - Philip sonrió, dando un nuevo sorbo de su taza. - Pero mira por donde, hasta un leprechaun como tú puede acertar a veces, aunque sea de chiripa. Natalie aún es joven, pero ya apuntaba maneras. Dale cinco años y la estudiante comerabos se convertirá en toda una zorra manipuladora que desde su despacho en Mayfair ignorará que aún, por la red, se distribuyen las fotos de cuando se la follaron de uniforme o del día en que te la chupó en la parte de atrás de tu Chrysler.
- ¿Qué es? - Preguntó finalmente, animándose a beber un trago del café al recordar que llevaría un buen lingotazo de whisky. Posiblemente era lo que necesitaba para despejarse. Agarró el sobre y lo observó detenidamente, desde todos los ángulos posibles, antes de coger y guardárselo en el interior de la chaqueta.
Soltó un ligero bufido, riendo entre dientes. Cualquier que los observara vería a dos hombres muy altos, uno gordo y el otro mas en forma, charlando de sus cosas y disfrutando de un descanso posiblemente después de salir del trabajo. Pocos podrían imaginar lo que había en realidad detrás de todo aquel encuentro.
- ¿Y qué va a saber de británicas un puto irlandés? - Philip sonrió, dando un nuevo sorbo de su taza. - Pero mira por donde, hasta un leprechaun como tú puede acertar a veces, aunque sea de chiripa. Natalie aún es joven, pero ya apuntaba maneras. Dale cinco años y la estudiante comerabos se convertirá en toda una zorra manipuladora que desde su despacho en Mayfair ignorará que aún, por la red, se distribuyen las fotos de cuando se la follaron de uniforme o del día en que te la chupó en la parte de atrás de tu Chrysler.
Philip McLyon- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 10/06/2015
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
-JHmpf...- gruñió Goodwin ante el comentario sobre su origen irlandés. Lund no solía hablar de aquellos años, especialmente de la relación con sus padres. Al parecer había algo turbulento detrás de todo aquello y McLyon no pretendía ser su novia, así que en general se la traía bastante floja.
-Son unas cuantas fotos del nuevo material que han subido en "Exotika"- aquella era la web en la que se habían conocido. Era un rincón oscuro de internet donde hombres de todo el mundo podían compartir su admiración por la anatomía femenina en los diferentes estadíos de la vida de una fémina. Allí es donde Phill conoció a Martina y tantas otras. -Necesito que escojas a una o dos de ellas. Será mi particular regalo de despedida.- Goodwin se sonrió. Se trataba de una sonrisa inquietante.
Sacó entonces un nuevo sobre, pero esta vez estaba abierto y sólo lo mostró, no lo dejó sobre la mesa. En el sobre podían verse dos billetes de avión de una compañía que Phill desconocía y un folio plegado de un blanco impoluto.
-¿Adivina qué cabrón con suerte ha ganado un viaje para dos por todo el Caribe?- la voz de Lund se agravó en ese momento. Acto seguido olisqueó el interior del sobre y lo besó. -Es como si pudiera sentir el culo de una mulatita sobre mi cara.- rió entonces enérgicamente y volvió a guardar el sobre. -Iba a llevarme a Natalie, pero al final me di cuenta de que un chocho no es el mejor compañero para el lugar al que voy. Quiero decir... si fuera Europa tendría que llevarme algo para picar. ¿Pero el Caribe?- Goodwin se retrepó y su mano derecha se perdió bajo la mesa. Phill sabía perfectamente que se estaba rascando.
-Esas zorritas latinas están como locas por que un semental como yo las monte y las humille.- se encogió de hombros. -Te llevaría si no fueras un pichafloja.
-Son unas cuantas fotos del nuevo material que han subido en "Exotika"- aquella era la web en la que se habían conocido. Era un rincón oscuro de internet donde hombres de todo el mundo podían compartir su admiración por la anatomía femenina en los diferentes estadíos de la vida de una fémina. Allí es donde Phill conoció a Martina y tantas otras. -Necesito que escojas a una o dos de ellas. Será mi particular regalo de despedida.- Goodwin se sonrió. Se trataba de una sonrisa inquietante.
Sacó entonces un nuevo sobre, pero esta vez estaba abierto y sólo lo mostró, no lo dejó sobre la mesa. En el sobre podían verse dos billetes de avión de una compañía que Phill desconocía y un folio plegado de un blanco impoluto.
-¿Adivina qué cabrón con suerte ha ganado un viaje para dos por todo el Caribe?- la voz de Lund se agravó en ese momento. Acto seguido olisqueó el interior del sobre y lo besó. -Es como si pudiera sentir el culo de una mulatita sobre mi cara.- rió entonces enérgicamente y volvió a guardar el sobre. -Iba a llevarme a Natalie, pero al final me di cuenta de que un chocho no es el mejor compañero para el lugar al que voy. Quiero decir... si fuera Europa tendría que llevarme algo para picar. ¿Pero el Caribe?- Goodwin se retrepó y su mano derecha se perdió bajo la mesa. Phill sabía perfectamente que se estaba rascando.
-Esas zorritas latinas están como locas por que un semental como yo las monte y las humille.- se encogió de hombros. -Te llevaría si no fueras un pichafloja.
Maladie- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 26/12/2012
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
- Hhm, sabes que no me gusta tenerlas en formato físico. Es más fácil deshacerse de ellas, pero más difíciles de esconder. - Se pasó la mano por la chaqueta, donde se encontraba ya oculto el sobre. Cuando el irlandés le dijo que tenía que escoger, creyó estar de nuevo delante de la pantalla del ordenador, observando perfiles. Una vez más. - Pero lo hecho, hecho está. No sé exactamente qué te traes entre manos, pero cuando les eche una ojeada te diré.
A medida que Goodwin hablaba, Philip se fue encontrando cada vez más inquieto. Por varias razoens. La primera era que, aunque estuviera con su camarada, no se encontraba cómodo en lugares públicos y con tanta gente. Si algo era ahora el ex-policía era inseguro, y su falta de higiene personal sumada a la reclusión a la que prácticamente se autocondenaba no hacían más que agravar esa inseguridad. Algo que no supo explicar se había adueñado de su vientre, como un vacío que le carcomía por dentro, solo de la idea de poder viajar hasta tan lejos, donde podría incluso conocer a Martina y a muchas otras. Y algo más que conocerlas, si realmente estaban dispuestas a hacer la mitad de las cosas que ellas mismas ponían en sus "Sobre mí" y "Lo que busco".
- Bueno, no sé. El Caribe está lejos. - Soltó una queda risilla, nerviosa. Sus dedos toquetearon la taza de café, tamborileando también sobre la mesa. - Me gustaría ir, pero los de la baja se me tirarían al cuello y me costaría el dejar de vivir del cuento. Tal vez si el matasanos que me diagnosticó la depresión formulase una solicitud... he oído que hay terapias y otras boberías que recomiendan viajes, sobre todo a lugares como aquel. No sé.
A medida que Goodwin hablaba, Philip se fue encontrando cada vez más inquieto. Por varias razoens. La primera era que, aunque estuviera con su camarada, no se encontraba cómodo en lugares públicos y con tanta gente. Si algo era ahora el ex-policía era inseguro, y su falta de higiene personal sumada a la reclusión a la que prácticamente se autocondenaba no hacían más que agravar esa inseguridad. Algo que no supo explicar se había adueñado de su vientre, como un vacío que le carcomía por dentro, solo de la idea de poder viajar hasta tan lejos, donde podría incluso conocer a Martina y a muchas otras. Y algo más que conocerlas, si realmente estaban dispuestas a hacer la mitad de las cosas que ellas mismas ponían en sus "Sobre mí" y "Lo que busco".
- Bueno, no sé. El Caribe está lejos. - Soltó una queda risilla, nerviosa. Sus dedos toquetearon la taza de café, tamborileando también sobre la mesa. - Me gustaría ir, pero los de la baja se me tirarían al cuello y me costaría el dejar de vivir del cuento. Tal vez si el matasanos que me diagnosticó la depresión formulase una solicitud... he oído que hay terapias y otras boberías que recomiendan viajes, sobre todo a lugares como aquel. No sé.
Philip McLyon- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 10/06/2015
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
-Joder... sabía que la tenías pequeña pero ponerle trabas a esto ya es el colmo de la cobardía...- Goodwin pareció reaccionar mal ante las ínfimas reticencias de Phill. Tanto fue así que, mientras hablaba, fue levantándose de la mesa.
-Mira, las cartas están sobre la mesa. Quizás tú seas escoria que chupa de los impuestos pero yo sigo trabajando, sigo teniendo hilos de los que tirar y anormales a los que extorsionar.- se limpió las comisuras de los labios con una de aquellas servilletas de restaurante con mayor impermeabilidad que una bolsa de plástico. -Si quieres venir conmigo tienes hasta esta noche para decidirlo, el vuelo sale de madrugada. - recogió su chaqueta de encima de la silla y carraspeó.
-Hagas lo que hagas me seguirás cayendo bien, princesa. Aunque te sugiero que le eches un vistazo a mi material antes de abrir la boca.- agitó el aire frente a su nariz. -Y si te duchas tampoco protestaré.
Goodwin actuaba siempre con socarronería. Estaba acostumbrado a obtener lo que quería, ya fueran mujeres, dinero o drogas. Era una actitud peligrosa para el resto del planeta, interponerse entre él y sus deseos no solía ser beneficioso y había pocas personas que conocieran mejor el oscuro submundo callejero que un poli corrupto. Era de esa clase de personas con las que era mejor llevarse bien.
-Mira, las cartas están sobre la mesa. Quizás tú seas escoria que chupa de los impuestos pero yo sigo trabajando, sigo teniendo hilos de los que tirar y anormales a los que extorsionar.- se limpió las comisuras de los labios con una de aquellas servilletas de restaurante con mayor impermeabilidad que una bolsa de plástico. -Si quieres venir conmigo tienes hasta esta noche para decidirlo, el vuelo sale de madrugada. - recogió su chaqueta de encima de la silla y carraspeó.
-Hagas lo que hagas me seguirás cayendo bien, princesa. Aunque te sugiero que le eches un vistazo a mi material antes de abrir la boca.- agitó el aire frente a su nariz. -Y si te duchas tampoco protestaré.
Goodwin actuaba siempre con socarronería. Estaba acostumbrado a obtener lo que quería, ya fueran mujeres, dinero o drogas. Era una actitud peligrosa para el resto del planeta, interponerse entre él y sus deseos no solía ser beneficioso y había pocas personas que conocieran mejor el oscuro submundo callejero que un poli corrupto. Era de esa clase de personas con las que era mejor llevarse bien.
Maladie- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 26/12/2012
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
Philip se encogió un poco ante las palabras de Goodwin y bajó los ojos hacia el café irlandés que tenía entre sus manos. Nunca había sido demasiado valiente, era cierto, y su poca iniciativa había sido algo que su ex-mujer siempre le había echado en cara. Claro que no todos trabajaban en un despacho de lujo del Regional y con un puesto asegurado mientras no separara sus labios de la polla de su jefe. Así cualquiera podía tener confianza en uno mismo.
- Sí, claro. Lo que tú digas. - No alzó demasiado la voz, así que ni siquiera estaba seguro de si su amigo lo había oído responderle. Hizo un gesto con la mano, quitándole importancia tanto a lo que decía Goodwin como a lo que pudiera conseguir mediante insultos. Si algo no iba a joder a Philip a estas alturas de la vida serían insultos que había tenido que soportar ya. - Ya te diré.
Cuando Goodwin ya se había marchado y él se terminó su café, cayó en que el hijo de puta se había ido sin pagar. Con un suspiro, y ante la imposibilidad de marcharse de allí teniendo a una de las camareras delante suya, observándole fijamente mientras sujetaba su cartera en la mano. Dejó un billete de cinco libras y esperó al cambio, del que agarró todo, dejando a aquella amargada con cara de imbécil mientras se levantaba pesadamente y salía del club. Fuera, la música repetitiva dejó paso al ir y venir de la gente, y encogiéndose en su chaqueta se perdió entre la multitud.
Había dejado el ordenador encendido, y la luz azulada que provenía de la pantalla era lo único que iluminaba el apartamento para cuando llegó. Dejó un par de bolsas de plástico en la encimera de la cocina, que estaba justo en la entrada del reducido y minúsculo piso, con la poca compra que se había dignado a hacer. Lo que más espacio ocupaba era el pack de cervezas.
Colgó la chaqueta en la puerta de entrada, y recordó recoger del bolsillo interior el sobre que le había entregado Goodwin. Lo tanteó por unos momentos, entre sus grandes dedos, y se decidió finalmente a abrirlo.
- Sí, claro. Lo que tú digas. - No alzó demasiado la voz, así que ni siquiera estaba seguro de si su amigo lo había oído responderle. Hizo un gesto con la mano, quitándole importancia tanto a lo que decía Goodwin como a lo que pudiera conseguir mediante insultos. Si algo no iba a joder a Philip a estas alturas de la vida serían insultos que había tenido que soportar ya. - Ya te diré.
Cuando Goodwin ya se había marchado y él se terminó su café, cayó en que el hijo de puta se había ido sin pagar. Con un suspiro, y ante la imposibilidad de marcharse de allí teniendo a una de las camareras delante suya, observándole fijamente mientras sujetaba su cartera en la mano. Dejó un billete de cinco libras y esperó al cambio, del que agarró todo, dejando a aquella amargada con cara de imbécil mientras se levantaba pesadamente y salía del club. Fuera, la música repetitiva dejó paso al ir y venir de la gente, y encogiéndose en su chaqueta se perdió entre la multitud.
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Había dejado el ordenador encendido, y la luz azulada que provenía de la pantalla era lo único que iluminaba el apartamento para cuando llegó. Dejó un par de bolsas de plástico en la encimera de la cocina, que estaba justo en la entrada del reducido y minúsculo piso, con la poca compra que se había dignado a hacer. Lo que más espacio ocupaba era el pack de cervezas.
Colgó la chaqueta en la puerta de entrada, y recordó recoger del bolsillo interior el sobre que le había entregado Goodwin. Lo tanteó por unos momentos, entre sus grandes dedos, y se decidió finalmente a abrirlo.
Philip McLyon- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 10/06/2015
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
Cuando abrió el sobre, Phillip encontró un dossier completo con un discreto mapa de varias regiones del Caribe. El mapa tenía varios números marcados con un rotulador rojo y una letra gruesa y descuidada; a Goodwin le encantaba hacer cosas así.
Tras el mapa había una serie de imágenes. Imágenes mucho más suculentas de lo que a Phill le habría gustado admitir. Ninfas menores semidesnudas, mostrando sus hermosos cuerpos ante la cámara sin ningún pudor... como deseándolo. Y sin embargo de una forma virginal, pura. Los ojos y los dedos de Phill se deslizaban por las imágenes deleitándose en aquellas obras de arte labradas en carne y hueso. Hasta que sus ojos se toparon con la número 7. Una "G" mayúscula indicaba que ésa ya estaba reservada para su camarada Goodwin. Ella era diferente a todas las demás; su pelo era castaño y liso, caía sobre sus pechos desnudos aún sin desarrollarse por completo y su mirada era azul como un mar de hielo.
El corazón de Phil se paró durante unos instantes mientras aquella imagen y sus recuerdos se entremezclaban a la velocidad de la luz. Sólo cuando fue consciente de lo que estaba viendo, atinó a leer el nombre que ponía bajo la foto.
Su hija de 14 años.
Tras el mapa había una serie de imágenes. Imágenes mucho más suculentas de lo que a Phill le habría gustado admitir. Ninfas menores semidesnudas, mostrando sus hermosos cuerpos ante la cámara sin ningún pudor... como deseándolo. Y sin embargo de una forma virginal, pura. Los ojos y los dedos de Phill se deslizaban por las imágenes deleitándose en aquellas obras de arte labradas en carne y hueso. Hasta que sus ojos se toparon con la número 7. Una "G" mayúscula indicaba que ésa ya estaba reservada para su camarada Goodwin. Ella era diferente a todas las demás; su pelo era castaño y liso, caía sobre sus pechos desnudos aún sin desarrollarse por completo y su mirada era azul como un mar de hielo.
El corazón de Phil se paró durante unos instantes mientras aquella imagen y sus recuerdos se entremezclaban a la velocidad de la luz. Sólo cuando fue consciente de lo que estaba viendo, atinó a leer el nombre que ponía bajo la foto.
"Claire"
Su hija de 14 años.
Maladie- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 26/12/2012
Re: Almas Gemelas (2 de Mayo)
El piso parecía girar vertiginosamente a su alrededor. Perdió por unos instantes el equilibrio, y una sensación de ingravidez le asaltó el estómago. Sus manos temblaron y las fotografías cayeron al suelo, aunque la de su pequeña seguía boca arriba, visible desde allí. Su pequeña Claire. Se apoyó con una mano en la pared y se encogió, cuando el ansia subió desde su panza y se extendió por su pecho. Casi notaba como le costaba respirar. Se abrió paso como pudo a través del desordenado apartamento y apenas tuvo tiempo de levantar la tapadera. Vomitó todo lo que había tomado aquella tarde, llenándose la mano derecha y los mechones de pelo que le caían a ambos lados de la cara en el proceso. Tendría que darse una ducha. Se escurrió el pelo con la mano y se limpió en el propio pantalón, importándole ya poco que tuviera que pasar también por la lavandería, y se sentó entre el lavabo y el plato de ducha. Sus manos aún temblaban, ¿o era realmente todo él quién lo hacía? Estaba paralizado por la sorpresa, y por el miedo. Pero sobre todo por el asco. Él era lo que era, pero aquello... ¿Cuántas personas más habrían visto aquellas imágenes de su pequeña? ¿Cuánto tiempo llevarían circulando por aquellas redes? Bien sabía él que ya no había manera de detener aquello. Y tampoco podía enfrentarse a Goodwin.
La policía, claro. Llamar a la policía sería lo normal en estos casos. Él conocía perfectamente toda la red de pederastas que existía, Goodwin no era el único en activo implicado. Podría dar tal golpe que, por mucho que aquellas imágenes se quedasen en la red, su pequeña estaría a salvo. Pero... él también pertenecía a todo aquello. Si destapaba a Goodwin, se destapaba también a él. Tendría que hacerlo por su pequeña, pero... ¿Podía? ¿Era lo suficientemente valiente? No, él era un cobarde. No podía denunciar aquello o acabaría en prisión, acusado de lo que se le acusaba, y todo el mundo sabía que ocurría con los de su calaña allí; no era ningún mito. No sobreviviría a aquello. Tenía el teléfono móvil en la mano, aún temblorosa, pero lo dejó sobre el inodoro. No, no se atrevía.
Se levantó como pudo, pisoteando algo del vómito que había en los azulejos y extendiéndolo, y se empapó la cara con el agua helada que salía del lavabo. Se observó en el espejo, una parodia de lo que había sido iluminado por aquella tétrica bombilla de bajo consumo, que parpadeaba jadeante cada pocos segundos. Su rostro se contrajo en una fea mueca, y su vista se nubló con las lágrimas que inundaron sus ojos. Ahora casi podía verse a sí mismo en el reflejo, lo que una vez había sido, afeitado y con gomina. Con camisa. Y sonriendo, confiado de que la vida no podía irle mejor con aquella esposa y sus dos perfectas hijas. Oh, su pequeña Claire. Qué cojones estaba haciendo Ellie en su casa para permitir aquello...
Claro, Ellie. Tenía que contactar con Ellie. Solo ella podía cortarle el grifo a la niña y atacar de raíz el problema. Vigilarla. Claro que bien sabía él que, cuando unos padres se inmiscuían en el asunto y forzaban su final, más rebeldía afluía en las jóvenes. Tendrían que abordar el tema con delicadeza, y posiblemente hiciera falta uso de psicólogos. Los adolescentes eran así. ¿Pero podría contarle también todo a Ellie? No tenía por qué. Tal vez pudiera hacérselo saber sin tener que contar toda la verdad. Lo que no sabía era como hacerlo. No, tampoco podía. Si no podía vigilar a su hija, solo le quedaba una opción.
Agarró el teléfono móvil de encima del inodoro, y tecleó algo con sus enormes dedos. Se lo llevó a la oreja, y aguardó con impaciencia los tonos de llamada. Escuchó la voz al otro lado del aparato.
- Goodwin, sí, eh... si si, he visto las fotos. Si... mira, quería decírtelo antes de que...
Si no podía vigilar a Claire, lo vigilaría a él.
- ...que acepto. Me voy contigo al Caribe.
La policía, claro. Llamar a la policía sería lo normal en estos casos. Él conocía perfectamente toda la red de pederastas que existía, Goodwin no era el único en activo implicado. Podría dar tal golpe que, por mucho que aquellas imágenes se quedasen en la red, su pequeña estaría a salvo. Pero... él también pertenecía a todo aquello. Si destapaba a Goodwin, se destapaba también a él. Tendría que hacerlo por su pequeña, pero... ¿Podía? ¿Era lo suficientemente valiente? No, él era un cobarde. No podía denunciar aquello o acabaría en prisión, acusado de lo que se le acusaba, y todo el mundo sabía que ocurría con los de su calaña allí; no era ningún mito. No sobreviviría a aquello. Tenía el teléfono móvil en la mano, aún temblorosa, pero lo dejó sobre el inodoro. No, no se atrevía.
Se levantó como pudo, pisoteando algo del vómito que había en los azulejos y extendiéndolo, y se empapó la cara con el agua helada que salía del lavabo. Se observó en el espejo, una parodia de lo que había sido iluminado por aquella tétrica bombilla de bajo consumo, que parpadeaba jadeante cada pocos segundos. Su rostro se contrajo en una fea mueca, y su vista se nubló con las lágrimas que inundaron sus ojos. Ahora casi podía verse a sí mismo en el reflejo, lo que una vez había sido, afeitado y con gomina. Con camisa. Y sonriendo, confiado de que la vida no podía irle mejor con aquella esposa y sus dos perfectas hijas. Oh, su pequeña Claire. Qué cojones estaba haciendo Ellie en su casa para permitir aquello...
Claro, Ellie. Tenía que contactar con Ellie. Solo ella podía cortarle el grifo a la niña y atacar de raíz el problema. Vigilarla. Claro que bien sabía él que, cuando unos padres se inmiscuían en el asunto y forzaban su final, más rebeldía afluía en las jóvenes. Tendrían que abordar el tema con delicadeza, y posiblemente hiciera falta uso de psicólogos. Los adolescentes eran así. ¿Pero podría contarle también todo a Ellie? No tenía por qué. Tal vez pudiera hacérselo saber sin tener que contar toda la verdad. Lo que no sabía era como hacerlo. No, tampoco podía. Si no podía vigilar a su hija, solo le quedaba una opción.
Agarró el teléfono móvil de encima del inodoro, y tecleó algo con sus enormes dedos. Se lo llevó a la oreja, y aguardó con impaciencia los tonos de llamada. Escuchó la voz al otro lado del aparato.
- Goodwin, sí, eh... si si, he visto las fotos. Si... mira, quería decírtelo antes de que...
Si no podía vigilar a Claire, lo vigilaría a él.
- ...que acepto. Me voy contigo al Caribe.
Philip McLyon- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 10/06/2015
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