Las cinco cualidades del general [ S 19 D4, ocaso]

Tom se quedó de pie de brazos cruzados mientras escuchaba las palabras de Myshella, clavó la mirada en los azulados ojos de ella, fijamente parecía ser la primera vez que le aguantaba la mirada de forma descarada. Era evidente que la idea de que lo echara de aquella habitación le desagradaba por completo y se encaminó hacia el mini bar para dejar el vaso sin hacer ningún tipo de movimiento que pudiera sospechar que tramara algo.

Los ojos de Tom se abrieron de par en par al escuchar las últimas palabras de Myshella.

Pensamiento:

Desvió la mirada hacia Lucy, no hace falta decir que Tom estaba algo tenso en esos momentos, estaba esperando su respuesta fijándose en la mano de la S.C.A.R que tenía apoyada en el mango de dicho artilugio que sujetaba. El señor Smith se percató de la mirada, esta vez el hombre ni sonreía, la mirada era seria ya no era momento para hacer bromas.

Se cruzó de brazos escuchando las palabras de Ishimura con suma atención, apoyó su trasero en el canto de la mesa del minibar observándola fijamente.

Con el rostro serio desvió la mirada de Lucy hacia Myshella, esta vez no iba a opinar quería oír cual sería la respuesta de la baronesa, ella conocía sus propios límites.

Tom se sentía algo impactado al escuchar lo del Foso, aquellos delincuentes más peligrosos libres por Isoka. Entrelazó las manos y acomodó la yema de los pulgares en los índices, una de las manías que tiene cuando tiene que pensar en algo. La idea de que hayan aquellos delincuentes libres le inquieta un poco pero lo tiene bien claro, esta vez si se encuentra alguno de ellos no iba a detenerlos, simplemente a matarlos. James tenía en la cabeza una cosa ya dejaba de ser un S.C.A.R se iba a convertir en un superviviente.

Más que escuhar a Ishimura, prestaba atención a lo que le decía Oren.

-Envíala de vuelta a las Tierras Blancas con alguno de los nuestros. ¿qué hay del tipo en el bar?
Se giró un momento hacia Lucy alzando el dedo, en señal  de atención.

Por orden. Ahora, las cosas iban a ir por orden.

-Lucy, ¿Qué has hecho con el collar de Natasha?

-Un momento, Oren…

Ahora sí prestó atención.

Dergamo.

Otra estupenda noticia. Pero, desgraciadamente, esta también entraba en el plano personal, justo de la mano del paradero de Reira.

Así que iba en segundo lugar, tras la de carácter “profesional”.

-Y ¿Exactamente qué es lo que te sorprende, Ishimura? Una fuga…obviamente, ha habido una fuga. Cuando eres suficientemente gilipollas como para cargarte al único cuerpo de élite adecuadamente adoctrinado, fiel y ciego como para proteger esta ciudad y a sus habitantes… ¿Qué crees tú que puede pasar? Pues que se te vaya de las manos, claro. Y te estalle en la cara.La cuestión es otra. Muy distinta.

No lo sabía, pero no veía la necesidad de reconocerlo.

La cuestión es…más allá de la ética profesional, con respecto a sus antiguos subordinados y compañeros, ¿qué podía importarle a ella la burocracia de aquel nido de arpías al que se había visto reducida la humanidad? Más allá del puro interés, de su propio sector. El gobierno de Namori había sido lo mismo, con distinto rostro. A lo mejor una limpieza a fondo no venía mal, pensándolo con frialdad. El único inconveniente era en manos de quien iba a quedar ese “saneamiento”.

Se giró, y se acercó unos pasos hasta ella.

-En primer lugar, aclárame esto de que a diferencia de mí no tienes a nadie a tu cargo. Dime, Ishimura, ¿te has autoproclamado líder de este grupito que tan bien te protege, o eres una simple embajadora mal adiestrada?

Porque si la ex-Scar era una simple subordinada, estaban perdiendo el tiempo las dos.

Todo se movía en los suburbios.




Era lógico…des de abajo, consolidarían el nuevo régimen.

Apretó los dientes.

Y Ishimura se perdía en sus “puntos” y sus demostraciones de bravuconería. Y Smith las miraba con cara de pocker.

Niños. Ts. Aprenden tarde.




Ellos, aun contando con los Scar con que se habían topado, si es que eran medianamente razonables, no estaban preparados. La visita al Jade del día siguiente cada vez  se tornaba más necesaria.

Por tanto, lo lógico era replegarse; no hacían más que facilitar el trabajo del enemigo fuera de las Tierras Blancas.

-Ah sí, los puntos. No sé en qué agujero os habéis estado escondiendo hasta ahora, ni me importa. Llama a tus chicos, Lucy. Sois mis invitados. Nos vamos. Y no te preocupes, que tenemos tiempo de sobras de hablar de lo que quieras. Tom, espabila, que tenemos trabajo.

Recuperó la comunicación con Oren

-Volvemos a casa.

Cinco segundos antes de abrir la puerta.