Escaleras pisos 1-2

Intentando olvidar el tema de sus tetas se dio cuenta de que era bastante incómodo caminar con ese mono, más que nada por las protecciones ¿de verdad necesitaban todo eso?. Entendía lo del mono, seguramente para hacerles sentir como en una pequeña Guantánamo, aunque menos mal que no era naranja, pero le preocupada que necesitaran protecciones para el trabajo... Aunque visto lo visto le vendrían bien si Lady Boobies le quisiera dar un navajazo en la barriga.

Llegó al primer piso y se asomó hacia la salida, no había nadie. Se oía una música relajante de fondo y las viejecillas que había encontrado antes en esa planta ya no estaban, probablemente estarían haciendo sus ejercicios de relajación-preparación ante-mortem. Así que arrastrando los pies, como si cada uno de ellos pesara una tonelada, siguió subiendo hasta el segundo piso.
Afortunadamente había un cartel en los vestuarios y otro en la escalera que indicada donde estaba el aula destinada a los Servicios Comunitarios; su pequeña Guantánamo estaba apunto de empezar.

Spoiler:

Marcos no había visto a nadie excepto al chaval que casi ni prestó atención y el gordo con el perro que no le habló en los vestuarios, y casi que mejor. Era ya bastante molesto sentirse en un sitio desplazado y ajeno, tanto como para trazar una conversación con alguien intentando que sea lo menos incómoda posible.
Estaba en ese sitio por ser un gilipollas, no una mala persona, y no se sentía a gusto con la idea de rodearse de calaña de la peor clase, él era mejor que eso.

Aún así intentaba no cerrarse de mente, iba a pasar una temporadita por allí, y como decía su padre: "Hay que tener amigos hasta en el infierno", a lo que siempre añadía "y si no, enemigos, que para el caso es lo mismo".

Lo que Marcos no sabía era que iba a tomar contacto con sus compañeros antes de lo esperado. El joven subía las escaleras del primer piso cuando vio el reflejo de un lateral del precioso mono que les hacían vestir.

<<Genial, una "compañera">> se dijo a sí mismo ante tal evidencia. <<Eso, o es una barrendera>>.

Cuando volvió a fijarse en las escaleras se topó con un chaval que llevaba el mismo mono que ella, se sorprendió de no haberlo visto antes teniendo en cuenta el color tan llamativo.

- Hola... ¿Tú también vienes a lo de los servicios comunitarios? - Estaba claro que sí por el atuendo que llevaba - Creo que tenemos que subir a la cuarta planta -

Bueeeeeno, la cosa iba mejorando, al menos este chico no tenía esa cara de mala hostiaja de la que hacía gala Lady Boobies... Claro que igual era un asesino en potencia, vete tú a saber con qué tipo de gente se iba a juntar...
Claro que ¿no pensarían los demás lo mismo sobre ella?. Me la suda... Pues sí, se la sudaba bastante lo que pensaran los demás, ella no había venido aquí por gusto así que haría las horas que tuviera que hacer y en paz. Aunque en general era una persona agradable no había ido hasta allí a hacer amigos así que le importaba una mierda lo que pensaran sobre ella.

Marcos la miró con todo el descaro del mundo. El mono no es que diese mucha ayuda para imaginar su figura, ya que pocas curvas había con él puesto.

Ella intentaba establecer una conversación normal y cordial, lo sabía porque claramente se veía que estaban en el mismo barco, aunque uno era un capitán, con categoría y clase, y ella no llegaba ni a grumete de pacotilla.

— Hola — No era su tipo, eso estaba más que claro. Igual para royo de una noche, y estando borracho caía, pero no, no era ni mucho menos la clase de chica con la que él saldría. — ¿Obviamente, no? — dijo Marcos con una sonrisa de esas que le encantaba echar. — Entonces nos queda un buen trecho. — Obviedad tras obviedad, él no iba a parar, era divertido, obviamente.

Con suerte había alguna mujer más atrayente para él allí, aunque lo dudaba, seguramente eran de lo peorcito de la sociedad, y si algo está relacionado con la delincuencia, era la fealdad. Ni decir tiene que él no se declaraba delincuente juvenil ¿No? a lo sumo, podía reconocer que tenía un problema, pero que jamás ser como esa gente que estaba allí.

Por eso se consideraba guapo, atractivo, y no un delincuente.

Marcos se encaminó, subiendo escalón tras escalón.

Aquella frase le había sonado un tanto asquerosa, estaba claro que era obvio, coño, ella sólo quería poder subir las escaleras sin un silencio incómodo...
El muchacho no estaba mal, si no fuera porque se había metido en todo este lío por la culpa de un tío quizá hasta le interesara... Pero no, no iba a salir de un lío para meterse en algo peor, lo último que necesitaba era liarse con alguien de los servicios comunitarios.

Soltó una risa suave - Pues vas a tener que ir acostumbrándote porque ni siquiera hemos empezado... Dijo refiriéndose a las escalera y también a la mierda que habían ido a hacer allí
- Empezó a subir a su lado - Me llamo Lola... Oye, ¿sabes por qué nos han puesto estos monos?, no me gusta demasiado eso de que tengamos que llevar protecciones... -

No había parado de darle vueltas a aquél tema, le daba mala espina ¿de qué se tenían que proteger?. Se supone que iban a limpiar calles, jardines, parques ¡todas esas mierdas! ¿para qué tanta protección?.

La chica quería hablar, al menos le había quedado claro que no sufría una deficiencia mental....

— Dudo que pueda hacerlo — aquello iba a ser un suplicio aún mayor que el campamento del opus dei que le metió su madre un año. Marcos era cristiano, pero lo de ese campamento era ya pasarse. — Igual les gusta vernos vestidos de barrenderos... aunque si te digo la verdad prefiero llevar esto — dijo mirando su mono con cara de asco. — que mi ropa, así, al menos no se mancha.

Si algo odiaba, era mancharse, al comer tenía mucho cuidado, su ropa era su imagen, si daba mala imagen, se sentiría muy incómodo.

Joder, le había tocado un flojeras ¿tanto suponía subir cuatro pisos?. Lo miró de reojo, no estaba escuchimizado ni tampoco estaba gordo, de hecho parecía estar en forma... Vamos, que era un vago redomado, de los que no mola tener como compañero de trabajo, eso estaba claro.
Al menos en el tema de la ropa llevaba razón, fuera lo que fuera lo que iban a hacer mejor llevar ese mono; porque desde luego tenía mala pinta.

- Bah, el primer día será una mierda subir, igual que todo lo que vamos a hacer aquí, pero supongo que tendremos que acostumbrarnos... En cuanto a la ropa, pues viéndolo así tienes razón, mejor llevar esto que la nuestra. -

No le había dicho su nombre, quizá se le hubiera pasado o quizá no quisiera decírselo pero si iba a estar todo el verano con él, entre otros, al menos necesitaría saber sus nombres; además comparado con Lady Tetas este chico era agradable, sobre todo porque no parecía capaz de darle un puñetazo en cualquier momento.

- ¿Y tú cómo te llamas? - soltó con naturalidad mientras llegaban ya al segundo piso.

Marcos sonrió satisfecho, rara vez no tenía razón de algo.

No es que no le apeteciera decirle su nombre, la verdad es que no se había dado cuenta ni tan siquiera que ella le había dicho el suyo. Mal asunto, porque casi ni lo escuchó.

— Em, sí, Marcos — dijo al mismo tiempo que subía el último escalón.— Encantado. — <<O no, ya veremos>> Marcos iba a darle la mano pero notó como vibraba algo dentro de su mono. — No es que esté contento de verte — dijo enseguida.— es que me llaman.. — genial, se tendría que quitar todo para poder coger el teléfono.— ¿Sabes dónde están los baños?. — preguntó, lo más seguro es que no lo supiera, como le pasaba a él.

Marcos, ok, de momento Lady y Marcos.
Asintió con la cabeza con algo que parecía una sonrisa en los labios cuando le dijo lo de "encantado" mientras parecía que iba a darle la mano.

De repente escuchó el sonido característico de algo que vibraba dentro del mono de su compañero. La broma era la típica, no le hizo mucha gracia pero Lola sonrió y movió la mano para quitarle importancia.

- Creo que si llegas al final de la planta, a la izquierda, los encontrarás.- Suponía que estarían en el mismo sitio, más o menos, que donde estaban en la primera planta -Yo sigo para arriba que no quiero llegar tarde el primer día -

Se despidió con la mano y aceleró el ritmo para subir los dos pisos que le quedaban hasta el aula A no sé qué.
El tal Marcos parecía más o menos normal, a lo mejor no eran todos asesinos en potencia allí arriba.

Marcos frunció el ceño. ¿Sabía dónde estaban los baños?. Pronto dejó de preguntarse eso, para pasar a; <<¿Quién coño me estará llamando?>>

El móvil seguía vibrando, y parecía que no iba a parar, hasta que lo hizo.

— Nos vemos — dijo levantando el pulgar en signo de "bien". — Aunque no llegas tarde, nuestro monitor sigue abajo, y no hay ascensor. — como diciéndolo para él mismo.

Bueno, el móvil le había salvado de una posible conversación, aún así no parecía tan desagradable.