Kendra Rosenberg

Kendra es una niña bonita y dulce. Tiene formas delicadas y es bastante enjuta para su edad siendo confundida constantemente con niñas más pequeñas. Sus pechos no se han desarrollado del todo, o al menos eso dice ella, ya que es algo que le acompleja bastante. Tiene una mirada noble y una sonrisa agradable. Sus manos y pies son bastante pequeños lo que le hace parecer una muñequita. Odia sus orejas, demasiado prominentes para su gusto, por lo que se peina siempre ocultándolas a los ojos ajenos.

Kenny es una balsa de aceite. Serena, tímida y dulce, comportamientos más propios de una princesa que de un tributo. Su entrenamiento, en algunos puntos, hizo que se replanteara el sentido propio de su existencia. Sin embargo, ha racionalizado todo lo que le ocurre y ha comprendido que sólo hay una vía.
Si pudiera, intentaría entablar amistad con el resto de los tributos. Siempre intenta tener una sonrisa y ayudar a los que la necesitan por lo que muchos opinan que no está preparada para los Juegos. Pero hay mucho más en juego que su vida.

► Defecto de Clase:
Cada vez que realiza tiradas de lucha y de armas cuerpo a cuerpo, 1 de sus éxitos es anulado.

HABILIDAD

► Ansias de Sangre

La habilidad de luchar no le cuenta como tirada de hambre, es decir, no le cuesta hambre.

El mundo es duro y cruel, pero si algo nos enseñan en el Distrito 2 es que, de alguna forma, nos merecemos este mundo. Cuando una crece rodeada de fábricas de armas, minas y frías rocas, no puede evitar aislarse a veces de su propia humanidad. Mi nombre es Kendra y, a pesar de que vaya a matarte, quiero que sepas que no quiero hacerlo.
En el Distrito 2 a los tributos se nos llama "profesionales". Chicos y chicas entrenados para matar desde que tienen uso de razón. Puede sonar cruel, pero casi todos debemos pasar por esto tarde o temprano, el Capitolio así lo quiere y desobedecerlo no nos ha dado muy buenos resultados. Ahora mismo... me gustaría poder liberar ese cepo, curarte las heridas de la pierna y acompañarte a casa... pero no tenemos un hogar. Somos tributos y, créeme, has tenido suerte de que el "2" que te has encontrado haya sido yo. Intentaré que esto no te duela, al menos no tanto... como me duele a mí.