El buen pirata [D3 S16 /Estación de Servicios Shuttle]

Me bajo del CAG justo en la última parada sobre el pilar de depteros a unos metros de la entrada del túnel que permite el acceso a la torre de la Lux Corp. Por ese pilar de la ciudad suben todos los transportes de alto tonelaje que traen mercancías tanto del interior de la montaña como del exterior de la ciudad, más allá del Hades. La Estación de Servicios Shuttle es un lugar de reunión de todos los convoy que se disponen a ir en una dirección u otra, es el último lugar de descanso antes del descenso de casi una hora que supone la carretera en espiral que lleva hasta los suburbios. Los transportes más pequeños pueden permitirse usar los elevadores que realizan el recorrido en apenas cinco minutos, pero no es plato de buen gusto para muchos los atascos de acceso que suponen más tiempo de lo que se tarda en descender la espiral. Aún así mucha gente prefiere la cola al mareante descenso.

Por esa razón para muchos transportista ir a visitar a Gabriella Zetkins, desayunar sus combinado alimenticios contra el mareo, escuchar un poco de música de manos del viejo Homero, el electrofonista ciego, es parte de su rutina diaria, un buen momento para el descanso antes del duro trabajo que supone para esos hombres bajar a los suburbios.

El trabajo de los transportistas en el Happy Town es de lo más complicado, hay una media de dos ataques por cada convoy con un media de tres bajas por ataque, eso convierte a los transportistas en agentes de seguridad con cierto entrenamiento militar, ya que aquellos que no lo poseen acaban siendo uno de esos números en las estadísticas. Las armas están prohibidas en Isoka, pero todo transportista tiene en algún compartimento secreto alguna pistola con la que defenderse, los que no, saben usar sus propios vehículos como armas. Nadie transporta mercancías caras y valiosas por los suburbios sin poner en riesgo su vida.

Para todos ellos, Shuttle es un baluarte de paz y descanso donde pueden sentirse satisfechos, incluso aquellos que tienen algunas necesidades más allá de la alimentación saben que los cuatros primeros días de la semana hay varios chicos y chicas de los suburbios buscando dinero fácil en el aparcamiento.

Normalmente la semana de trabajo del transportista de exterior no está definida, uno sale pero no sabe cuando vuelve, en cambio la del interior de las montañas dura tres días empezando por el tercero de la semana. El primer día se inicia recogiendo el deslizador de cargas pesadas de madrugada, saliendo entre la segunda hora del día y la cuarta, la siguiente hora la pasan deslizando túnel abajo y el resto del día se dedican a atravesar los peligrosos caminos de los suburbios hasta llegar de noche al interior de la montaña. Esa noche se toman un descanso normalmente en la posada conocida como La Fontana di Anguilo, uno de los lugares favoritos de la Lux Corp para reclutar hombres. El cuarto día lo dedican a llegar al nivel subterráneo pertinente, a cargar las mercancías y a volver a la posada, aunque en un principio podría parecer mucho tiempo hay que entender que ese mismo día acaban de terminar de procesar los últimos productos y que el tamaño del convoy incluye normalmente unos veinticinco transportes de gran tonelaje, además que salir de las montañas les obligaría a deambular por los suburbios en medio de la noche lo que supondría una locura. Al amanecer del quinto día se inicia el camino de vuelta bajo la lluvia llegando al pilar antes del anochecer, ascendiendo y haciendo noche en el Shuttle para a la mañana siguiente tener todas las mercancías en las respectivas fábricas o empresas. El primer y segundo día de la semana sirve para reparar los vehículos, buscar nuevos encargos y descansar.

Al entrar en el local veo a Gabriella yendo de mesa en mesa saludando a los clientes, mientras sus chicos y chicas se encargan de atenderlos con diligencia tanto delante como detrás de las barras. El local tiene una planta triangular con dos niveles, uno en el vértice superior donde se encuentra el escenario y el otro en la franja inferior. Cada uno tiene una barra, la de arriba está especializada en bebidas, la otra especializada en comida. En la parte de abajo donde se encuentra la entrada y la puerta que van a parar a la recepción, hay un total de veintidós mesas de seis plazas cada una, cuando el local está muy abarrotado es costumbre que los parroquianos las compartan incluso con desconocidos.

El edificio anexo es el motel, es un edificio de tres plantas lleno de habitaciones sobre todo individuales. Las habitaciones no son las más lujosas del Isoka, algunas incluso se encuentran muy deterioradas, pero son un lugar barato y privado, la SCAR no suele entrar en esta zona, la vigilancia oficial más cercana son las duanas de Lux Corp a quienes los chanchullos que pudiera haber en ese lugar suele darles igual.

Hago un gesto a Gabriella indicándole que me dirijo hacia el almacén del subterráneo. Hace muchísimos años que nos conocemos. Su marido Hairama, era un in vitro, que tras vivir sus correrías de juventud siendo transportista, se cansó del trabajo y decidió coger el dinero de su familia para montar ese local. Ya con sesenta y cuatro años, después de llevar treinta con el negocio y casado con la guapísima Gabri de apenas treinta y tres, el bar sufrió el ataque de un replicante perseguido por la SCAR. Durante la persecución la maquina les cogió de rehenes, pero desde los órganos superiores de la SCAR se decidió que capturar al replicante era prioritario frente a la vida de los ocupantes del lugar. Entraron en el Shuttle abriendo fuego, muchos de sus ocupantes murieron, entre ellos Hairama que fue ejecutado por el replicante. Gabriella perdió un ojo y un brazo, desde entonces lleva ambas prótesis mecánicas, que le han hecho perder gran parte de su belleza junto a los años que lleva encima.

Una vez enterada de los sucedido decidí ir a verla, el replicante había escapaoa y nadie había pagado por su crímenes. Gabriella no nos conocía, ni a mi ni a Durkheim, pero cuando le hablamos de nuestras ideas, sus deseos de justicia la invitaron a ayudarnos. Ella no estaba dispuestas a sobrepasar algunos límites, pero si estaba dispuesta a darnos apoyo logístico. Desde entonces nuestra célula se reúne en su almacén subterráneo y allí es donde ocultamos todos nuestros materiales. Nosotros, por lo demás, echamos una mano en todo lo que podemos a Gabri, Nalmesh se encarga de la seguridad del local y todos los demás hacemos todo lo posible por mantenerla. La considero una persona importante en mi vida y siempre haré todo lo posible por mantener su estabilidad.

Me introduzco en la barra de abajo y saludo al personal, me meto en la cocina cogiendo por el camino un compuesto cremoso con un sabor dulzón delicioso. Bajo las escaleras metiéndome cucharadas en la boca hasta llegar a la planta inferior, allí empiezo a moverme por las pasillos de estanterías hasta llegar al tercero y girar a la derecha, veo la puerta de nuestro zulo abierta, Attila ya ha llegado. Hago que mis tacones resuenen para advertirle de mi llegada, normalmente suele estar muy abstraído y no me gusta asustarle, prefiero pillarle prevenido para evitar su incomodidad. Al llegar a la sala miro alrededor, es una sala de unos sesenta metros cuadrado con una pared entera llena de cajones y taquillas usadas para almacenar todo nuestro material, hay una gran mesa central con hueco para doce y al fondo un gran escritorio que sirve de taller, mesa de laboratorio y lugar de trabajo, con un total de tres ordenadores. En la pared se encuentra colgada una gran bandera con un simbolo:


- Buenas, chico listo. ¿Qué tienes para mi? - le digo con una sonrisa.

-¿Chico listo? ¡AH! ¡Yo!- Attila parecía adormecido, si su rostro era fidedigno daba la sensación de haberse pasado veinte horas seguidas mirando el millar de pantallitas que lo acompañaban fuera donde fuera. Hizo un arco con la mano frente al comlog y éste desplegó un millar de documentos y fotografías diferentes.

-He encontrado unas cuantas cosas; te recomiendo que te sientes...- su pierna comenzó repiquetear con el talón sobre el suelo, con el nerviosismo que le caracterizaba.

-En cuanto a la identificación de los luchadores... veamos. La chica rubia parece responder al sobrenombre de Doll, es una de las mercenarias del Wolf, lideradas por Vera Ushkowitz. No sé si estará muy interesada en la causa, ya que las lobas tienen sus propios objetivos.

El siguiente, el rubio excéntrico, se llama Apéllon. Es un fantasma dentro de la red, no hay indicios de quién fue o de dónde viene. Hay ciertos informantes que lo relacionan con el Wolf, así que todo parece converger sobre un mismo punto.- Attila descartó ambas fotografías para ir allanando el camino y las envió al comlog de Iuliana.

-El hombre moreno es David Jay Valentine, miembro del Cuerpo de Contención de la SCAR. Es un humano V, abandonado en los Discos y acogido por la asociación Nona Argul. Un huérfano. Al parecer no cuenta con muchos fondos y actualmente se le considera muerto o desaparecido. Nadie ha vuelto a saber nada más de él tras el atentado al O2.- descartó también la fotografía de DJ y se centró en el último.

-Este ha sido complicado, había un firewall muy potente bloqueando sus datos, pero lo he conseguido descifrar. Su nombre es Aries Danel, al parecer es un mecánico de poca monta. Es extraño porque tiene permiso azul, es decir, puede viajar a la Umbra y regresar, por lo que sólo puede significar dos cosas; o forma parte de las expediciones de Lux Corp, o es uno de esos bohemios de la Liga de Exploradores. Sólo consta una vivienda, aquí en los suburbios, pero la he comprobado y está abandonada. Seguiré buscando.- apagó todas las pantallas y después se giró hacia Iuliana, había hablado mucho.

-El equipo de Rollerball es el de los Isoka Rangers, de Big Dick. Al parecer desaparecieron equipamientos de sus vestuarios y muchos de sus corredores de apuestas hablan de que era todo una estratagema para enemistar definitivamente a Sabra con Dick. Por suerte, o por desgracia, Sabra es más listo que todo eso y supo deducir que no se trataba de un ataque directo.- volvió a girarse y puso varias grabaciones simultáneas del interior y el exterior del local.

-Llegan en todas esas motos y se meten directamente al local, sin hablar ni nada por el estilo. Una vez dentro, sí que parecen más meditabundos, hablan los unos con los otros y entonces una de las mujeres abandona el lugar. Comienza el caos y el que parece el líder apresa a unas chicas mientras los demás comienzan a luchar. Para tu sorpresa, el que parecía más sanguinario de todos luchó contra Exergia, y ella le dio bastantes problemas. No son novatos, pero tampoco soldados.- miró de reojo a Iuliana y se giró hacia ella.

-Octopus ha caído intentando ayudarnos, un informante opina que pude ser obra de un replicante de aspecto asiático. Aquí tienes su ID. Su nick es Wasp y es una chavala un poco excéntrica, pero sabe guardarse muy bien las espaldas y ... con la ayuda de mi juguete...- sacó lo que parecía un intercom normal. -pude leer los mensajes superficiales que contenía su comlog, el de Octopus realmente. ¿A que no sabes qué?- sonrió mientras mostraba una fotografía que hablaba por sí misma.


-Contacto directo.

No me cuesta memorizar los datos que me da, sin lugar a dudas todo apunta hacia el WOLF. Nunca pensé que tendría que ir a ese antro de mala muerte, pero esta situación requiere de unos recursos que van más allá de lo que dispongo en la actualidad. Pero bueno aunque tengan sus propios asuntos estoy segura que a Ushkowitz le tocará tanto los ovarios el nuevo barón como a cualquier otro. De toda formas todo será negociar para obtener la información.

La cara de Valentine hace que rebobine mi memoria hasta esa noche. Es el mismo chico que acompañaba a Urian, el mismo por el que le pregunté. Es extraño que ande desaparecido, deberé hablar con mi hermano para ver de que se trata, no quiero que se meta en líos.

Danel es otro objetivo interesante, si conoce la Umbra puede que conozca a alguno de los mutantes, es posible incluso que tenga algo que ver con el Convoy, hay que descubrir qué relación posee con todo este asunto.

El comportamiento es más anárquico de lo que en un principio me planteaba, tiene una organización muy primitiva, incapaz de poder enfrentarse a una fuerza militarmente más preparada. Si Rosamund había conseguido defenderse es más que probable que no sea difícil exterminarlos una vez los encontremos. Con el equipo y la preparación adecuada será fácil purgarlos.

Lo último sí que me ha impresionado, si esa chica tenía contacto directo con Schopenhauer podría ser tan útil como peligrosa. Me levanto de la silla y me dirijo hacia Attila.

- Puede ser una buena baza para este trabajo. Pero debemos tener cuidado para que no averigüe más de la cuenta, el problema de llamar la atención de un informante es que siempre intentará investigar, habrá que asegurarse de parecer lo más normales posible. Yo me haré pasar por alguien deseosa de venganza. Habrá que activar el protocolo de seguridad C, nada de venir aquí sin asegurarnos de que alguien nos vigila, nada de contactos extraoficiales, ni nada parecido. Las reuniones tendrán lugar en las oficinas de Nalmesh, nunca aquí, y desde luego que nadie cometa una estupidez.

-Lo de la estupidez comentáselo a todos los demás en lugar de a mí... Y en cuanto al resto, estoy muy de acuerdo contigo. De hecho, ya había comenzado a fortalecer nuestros archivos más peliagudos. De todas formas, he leído aberraciones de esa chica y sé que mi software no la parará.- miró a Iuliana y después hacia las pantallas.

-Nuestra ventaja es su inocencia y su actual estado de shock, debemos procurar que busque donde nosotros queramos y no se dedique a indagar libremente, o de lo contrario, podría convertirse en un arma de doble filo. Es una tipa brillante y ni tan siquiera yo soy capaz de frenarla. No deja señales en el mapeado de la Red e, incluso, he observado que irrumpía en la jodida Intranet... La necesitamos de nuestro lado.- Attila parecía embelesado y aterrado a un mismo tiempo. Parecía que la tal Dania Zvaigzne era todo lo que él había deseado poseer durante toda su vida. Un verdadero fantasma.

-Por cierto, Nalmesh y los demás estaban buscándote. Quieren saber si tienes algo para ellos.