Verdad susurrada [S14 / N3]

La sala era lo más parecido a una enfermería. Estanterías con material médico cubiertas por puertas acristaladas cubrían prácticamente la totalidad de las paredes de la estancia salvo por un par de butacas situadas junto a la puerta. En el centro, una camilla iluminada con dos grandes focos de luz. Era la única sala de todo su castillo dedicada íntegramente a los cuidados médicos de un humano, el único humano que allí habitaba. Sam no escatimaba en el mantenimiento que Mark requería, al igual que los replicantes, no podía olvidarse de que él necesitaba rigurosos tratamientos para su perfecto funcionamiento.

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Mark se encontraba entonces tumbado en aquella camilla, desnudo de cintura para arriba. Una melodía relajante sonaba tenue en la sala mientras Laiah, retiraba poco a poco y con sumo cuidado las finas agujas que Mark tenía clavadas en su espalda de forma estratégica. La acupuntura era un método bastante de moda entre los V, y parecía ser efectivo para aliviar la tensión muscular que los humanos acumulaban tras grandes esfuerzos físicos. Las pequeñas manos danzaban sobre su espalda bajo aquel foco que resaltaba la perfecta musculatura del joven.


La puerta de la sala se deslizó hacia un lado al denotar movimiento al otro lado. El suave sonido que producía precedió a la figura de Sam, que entró pensativa a la sala. Laiah continuó con su trabajo, retirando las últimas agujas de los hombros del guardián.

- Mark, tenemos que hablar acerca de lo que ha ocurrido esta noche. Conozco las opiniones de cada terminal, pero necesito oir la tuya. Necesito saber qué ha fallado. - Hablaba de forma pausada. Miró el cuerpo de Mark y se acomodó frente a ellos en una de las butacas junto a la puerta. - Hay aspectos de los humanos que mi razonamiento lógico no alcanza a entender. - Escudriñó la mirada en él esperando una respuesta convincente.

Laiah continuó con su trabajo, sin mediar palabra. Una vez su espalda quedó libre de punzadas, se dispuso a embadurnar sus manos posandolas sobre sus lumbares, procediendo al siguiente paso en el tratamiento.

-¿Mi opinión?- sonrió divertido mientras se permitía abandonarse al confort que Laiah sabía proporcionarle. -Pensaba que alguien como tú no necesitaría la opinión de un simple humano como yo. Quizás sí que te haya afectado lo que ha pasado con Katie.- sonrió. Sam sabía perfectamente que aquellas sesiones eran como un alimento para Mark.

A pesar de que no se lo había confesado, Sam había empezado a sospechar de las verdaderas necesidades de Mark. Supuestamente aquello era para aliviar cierta contractura y problema muscular que Mark desarrolló desde muy pequeño. Sin embargo, en algunas ocasiones, Mark pidió su tratamiento aún a pesar de que los escáneres no indicaban ningún trombo ni sobrepresión en su cuerpo.

-Pienso que ese tal Kash no tiene muy claro lo que quiere. Si está con esos tipos tan inestables, quizás deberíamos protegernos más. Aunque no parece muy peligroso después de todo.¿Es a eso a lo que te refieres?- el chico dejó caer su cabeza sobre la delicada almohada, restando importancia a la conversación.

Escuchó las palabras del guardián con la mirada perdida en las manos de Laiah sobre su espalda. Quizá no había formulado bien su pregunta, o quizá, Mark estaba demasiado disperso para responder. De cualquier forma, aquel era el mejor momento para oir su opinión sin verle encorsetado en su papel de guardaespaldas sobreprotector.

- No eres un simple humano, eso ya lo sabes. - No era una replica a modo de halago, simplemente era una verdad para ella. - Necesito saber porqué ha fallado. ¿Porqué no ha actuado de forma lógica?. El interés mostrado por Katie debía ser suficiente para tenerle de nuestro lado, pero no ha sido así. ¿Porqué? - Frunció el ceño y ladeo la cabeza como el que no entiende lo que le explican. El interés de Sam por entender el razonamiento humano no era nuevo.

- Sus constantes vitales estaban alteradas, su mirada esquiva, su actitud. He pasado años observando vuestra raza y aún hoy no alcanzo a entender ciertos aspectos de vuestro comportamiento. Demostrais interés por otras personas sin un razonamiento lógico previo, y eso os hace perder la objetividad. - Paró varios segundos quedando en silencio. Las manos de Laiah recorrían la espalda de Mark desde los hombros hasta donde la espalda pierde su nombre. Retomó la conversación con una pregunta directa. - ¿Qué se siente en ese caso?

Mark no respondió. De hecho, su cabeza ni tan siquiera se movió tras emitir la pregunta. Sam se quedó extrañada, quizás no había oído sus palabras, aunque aquello parecía poco probable debido a la intimidad y buena acústica con la que contaban. Justo cuando iba a enunciar de nuevo su pregunta, Mark suspiró.

-Da la sensación de que el chico estaba hecho un lío y Katie le pareció una buena persona, alguien con la que podía contar.- alzó la mirada y la dirigió directamente hacia su dueña. -¿Me preguntas que qué se siente en esos casos? Ansiedad.- sentenció. Dejó unos segundos de espacio para que Sam buscara en sus registros empáticos aquella sensación y, entonces, retomó su discurso.

-El ser humano suele regirse por la lógica cuando no hay ninguna fuerza superior a ésta afectándoles. Ejemplos de estas fuerzas son el miedo, el deseo ... - parpadeó y bajó la mirada antes de pronunciar la palabra. -... amor.- dejó caer su cabeza, como si hubiera sido derrotado por un tirador invisible y, en ese momento, sus dedos comenzaron a dibujar un círculo sobre las blancas sábanas. Los escáneres de Laiah comenzaron a alterarse y a detectar un aumento en el ritmo cardíaco de Mark. Un comportamiento ilógico.

-El chico está asustado, porque no quiere continuar con sus planes de destrucción. Pero, por otro lado, esa gente es su familia, alguien importante para él... a quien les debe lealtad.- miró de nuevo a Sam, esta vez con la cabeza apoyada sobre la almohada. -No es fácil romper vínculos, eso sí que lo sabes. Aunque tú eres especialista en destrozarlos, ¿por qué sino iba a estar yo aquí?- se quedó con su mirada fija sobre ella. El ritmo cardíaco sufrió un pequeño pico de intensidad en ese momento. Algo parecía estar ocurriendo de forma paralela en el cerebro de Mark.

Ansiedad. La palabra se hizo hueco en su base de datos. Estado de agitación o inquietud del ánimo, uno de los muchos estados de ánimo que un humano podía sentir. Pensó entonces que los síntomas coincidian con los de Kash, en ese caso, Mark parecía tener razón.

Sam se acomodó en la butaca mientras escuchaba el razonamiento de Mark. Miedo, deseo, amor, eran palabras ajenas a ella, todas esas palabras por las que envidiaba al ser humano. Se cruzó de brazos, ellos actuaban de forma ilógica cuando uno o varios de estos factores afectaban al individuo, entonces era matemáticamente imposible poder prever cualquier tipo de reacción. La complejidad del ser humano era algo que indudablemente se salía de su entendimiento programado.

- Estás aquí porque sobre una infinidad de opciones ésta era la más conveniente para ti. Eras muy pequeño para darte cuenta de donde estabas metido, yo solo abrí tus ojos. - Sostuvo la mirada del muchacho. Los datos que Laiah recababa llegaban directos al módulo de información de Sam. ¿Ansiedad?. Desvió su mirada a Laiah y de nuevo a él. ¿Qué significaba aquello? Quizá era motivado por el tratamiento al que estaba siendo sometido.

- ¿Estas bien? - Las manos de Laiah suavizaron el masaje con la voz de Sam. Mark era todo un enigma. A pesar de comportarse como un replicante, como en el ambiente en el que había crecido, no dejaba de ser un humano del que era imposible saber qué pensaba en cada momento.

- Te envidio, envidio a todos los de tu raza. Vosotros teneis lo unico que probablemente ninguno de nosotros no podrá tener jamás. - Las manos de Laiah pararon como si la pausa de Sam afectara también a su propia consciencia. Descruzó sus brazos posandolos sobre el propio sofá a cada lado de sus rodillas inclinándose hacia delante. - Enséñame. - Más que una orden, era una súplica.

-¿Que te enseñe?- Mark prácticamente se carcajeó. Volvió a alzar la mirada hacia Sam y frunció ligeramente el ceño.

-Todo lo que sé sobre el ser humano lo he aprendido de ti y de tus bases de datos. Yo... sólo soy humano de nombre, pero pienso y actúo como uno de vosotros.- había duda en sus ojos. La penetrante mirada de Sam le hizo trastabillar.

-Bueno, es cierto que siento cosas, cada vez más. Pensé que se pasaría con el tiempo, pero rodearme de vosotros no parece mitigar las sensaciones.- suspiró y apoyó las manos sobre el colchón, levantándose poco a poco e indicando a Laiah que debía aplazar el resto del tratamiento. Su musculatura brillaba bajo la luz debido a los aceites que utilizaban para lubricar y transmitir el calor. Apoyó las manos sobre sus rodillas, casi imitando a Sam y, entonces, se cruzó de brazos.

-Haré lo que pueda...- carraspeó, aclarando su garganta y tomando algo de tiempo para saber qué iba a decir a continuación. -Los sentimientos... son una sensación muy extraña de la que uno no puede desprenderse. Ese tal Kash, por ejemplo, tuvo miedo cuando se encontró al Verdugo y ese miedo le hizo quedarse paralizado. La reacción lógica ante algo así es correr en dirección contraria, pero el ser humano es imperfecto y puede reaccionar de formas muy disparatadas ante estímulos exteriores adversos.- Mark se había acostumbrado a hablar con terminología técnica. Le era mucho más cómodo comunicarse con Sam de esa forma.

-No obstante, llegar aquí de una pieza y tu promesa de no agresión le dieron esperanza y seguridad para poder hablar de lo que realmente quería. ¿Por qué no ha funcionado? Está claro, Kash no siente nada por nosotros. Su parte lógica le dice que continuar con el terrorismo es un error... al fin y al cabo somos el último resquicio de civilización de la historia conocida. Pero, su parte sentimental, le dice que tiene que estar con sus amigos, con su familia.- bajó de la camilla y se arrodilló ante Sam, clavando su mirada sobre ella.

-Si a mí me obligaran a luchar contra ti, me suicidaría antes de levantar cualquier arma. A eso se le llama am...- la palabra se le atragantó. -Lealtad.- volvió a levantarse y dio la espalda a Sam, consternado por los lapsus que su cerebro le enviaba.

Sam no pudo sino erguir su espalda ante el carcajeo de Mark y mirarle con semblante serio. No encontró lógica en aquel gesto ante su petición. Frunció el ceño, escuchando cada palabra que el humano explicaba. El acercamiento del guardián a ella no provocó movimiento alguno salvo el de bajar la mirada hasta sus ojos.

Era cierto que desde que Mark abandonó a los hijos de la profecía sólo había conocido replicantes, criado y educado entre ellos. Pero su naturaleza era humana, al igual que la de Sam pese a estar junto a humanos, era positrónica. Con el paso del tiempo se puede imitar conductas, se aprende el camuflaje en un entorno diferente, pero el patrón lógico pese a todo, era muy diferente.

El muchacho le dió la espalda. ¿Era posiblemente esa reacción a la que hacía referencia? . Sam se incorporó del sillón quedando de pie mirándole con su habitual inexpresión. Laiah salió de la sala con la mirada baja, tan solo el sonido de la puerta automática sirvió a Mark para saber que ya no estaba allí.

- "La reacción lógica ante algo así es correr en dirección contraria, pero el ser humano es imperfecto y puede reaccionar de formas muy disparatadas ante estímulos exteriores adversos." - Repitió sus palabras exactamente igual a las que él pronunció segundos atrás, dejando un silencio para que el muchacho pudiera reconocer su comentario. - ¿Cuál es tu estímulo Mark? - Ladeó entonces la cabeza a un lado. - Tu comportamiento tampoco es lógico, pero no logro entender qué ocurre. No en tí.

La altura de Mark hacía que los focos de la camilla iluminasen desde su nuca hacia el suelo, dejando el resto en una suave penumbra. Su piel brillaba al igual que la de un replicante, pero en aquel instante poco tenía que ver con cualquiera de ellos.

- Si a mi me obligaran a luchar contra ti... - Pensó cuál sería su reacción en ese caso. Era un ejemplo claro de cómo actuaría él como ser humano. Pero, ¿y ella? La diferencia en esa respuesta era precisamente la diferencia entre ambas naturalezas. Ningún replicante cambiaría su existencia imperecedera por la de un humano efímero. Un análisis de la situación y un baremo de posibilidades resolverían el conflicto del modo menos dañino posible hacía su entidad. Sin embargo, un cúmulo de contradicciones impidieron a Sam articular palabra.

Mark se giró en silencio y la miró directamente a los ojos. Sam podía escuchar los latidos de su corazón bombeando la sangre a una velocidad mucho más alta de lo normal. En el interior de su cerebro había chispazos casi literales de energía que provocaban en él problemas de ventilación. Alzó la mano, aún en silencio, y la acercó al rostro de Sam, apartando un mechón de su pelo.

-No puedes terminar la frase...- su cuerpo se acercó al de ella y sus manos alzaron su rostro hacia el de él. -Ése es mi estímulo...- antes de que pudiera reaccionar, los labios de Mark se fundieron con los de ella. A pesar de todas las veces que Sam había simulado, a través de Alex, las acciones propias del coito, nunca antes se había visto en tal tesitura. Los labios de él, del mismo modo que sus manos, parecían querer desnudarla, querer dominarla de alguna forma y hacerse fuertes bajo su piel. No obstante, en un nuevo achaque de aleatoriedad, Mark se apartó de ella. Su mirada parecía confusa, miraba de un lado para otro sin atreverse a alzar los ojos hacia ella. Se llevó la mano a los labios y volvió a darle la espalda.

-Lo siento... no volverá a ocurrir.- caminó hasta el otro extremo de la habitación y agarró unas toallas. Comenzó a secar el lubricante de su cuerpo con cierta prisa, no tenía tiempo que perder.

- ¡Ey tu! Dame lo que es mio. - Enganchó al niño por el brazo tras una larga carrera, zarandeandole con fuerza. Miró directamente a sus cristalinos e inocentes ojos, después a escasos pasos vió una alcantarilla abierta. - No se de qué me hablas. - Intentó zafarse de la mujer tirando del brazo que le mantenía sujeto. - ¡Mi comlog! - Volvió a zarandear al crio. Del interior de su chaqueta cayó el comlog de Sam al suelo. Ambas miradas vieron caer el aparato a cámara lenta al suelo antes de partirse en varios pedazos. De la alcantarilla asomó otro niño más también rubio, antes de que se pudiera dar cuenta el ladrón se le había escapado de las manos colándose por la apertura del suelo. Recogió los pedazos del suelo percatándose de que algo más faltaba: Su intercom.

Los brazos de Mark la rodeaban aun sin saber cómo habían llegado hasta ahí, el espacio entre ambos era nulo. Sus labios cálidos se separaron aumentando el ritmo cardiaco del guardián al igual que su respiración. Sam le miró en silencio, la situación era posiblemente la más improbable de todas las que su módulo lógico podría haber calculado al entrar en aquella sala. Se bloqueó durante varios segundos, sin saber cómo reaccionar.

Se llevó de igual modo una mano hasta sus labios. Por primera vez en mucho tiempo vió el lado más humano de su guardián.

- No tienes por qué sentirlo.. - Se limitó a decir mientras el muchacho le daba la espalda. Por alguna extraña razón esa situación era muy diferente a cualquiera vivida con Alex o con cualquiera de sus niñas.

- Quizá lo necesitaba para entender, que no soy humana, y que no puedo pretender ser lo que no soy por naturaleza. - Su mirada se clavó en el suelo, a mitad de la distancia que ahora les separaba, distancia que parecía mucho más grande que la propia habitación. Ya no mostraba un gesto inexpresivo. Sus ojos se volvieron brillantes, y de nuevo alzó la vista a Mark. Una vez más, algo iba realmente mal en su funcionamiento.

Mark se quedó quieto durante unos segundos. Giró ligeramente la cabeza para indicar que estaba escuchando y, tras asentir levemente, agachó la cabeza. Desde ese mismo momento su actitud de ser sintético se recuperó al cien por cien. Se puso la camiseta de tela gris y agitó los brazos que, por azares del destino, parecían haberse agarrotado de nuevo.

-Tengo... muchas cosas que hacer.- alzó la mirada para enfrentarse a la de ella de nuevo y suspiró hinchando su pecho para resistir la acometida. -No deberías pasar tiempo cavilando sobre eso. Los seres humanos necesitan confianza para poder actuar sin dudar. Ese tal Kash posee de todo menos confianza. Dale confianza, ya sea en ti o en tu propósito, y lo tendrás a tu lado.- colocó los brazos tras la espalda y miró hacia el suelo respetuosamente, marcando las distancias que era recomendable respetar.

-¿Puedo retirarme?

Sam podía comprobar la gran algarabía de sensaciones que el cuerpo de Mark estaba experimentando. A su mente llegaban un sinfín de informes que diagnosticaban al chico severos problemas de corazón debido al desorbitado ritmo cardíaco que había padecido instantes atrás. Mark, por su parte, sólo luchaba por vaciar su mente de sensaciones vacuas. Le gustaría ser de nuevo un niño para no comprender el daño que un rostro hermoso puede llegar a hacer.

Una infinidad de algoritmos antagónicos se cruzaron en su mente. De pie frente a Mark mantuvo un silencio prolongado más allá a la última pregunta realizada por el guardián. Un largo silencio incómodo, agravado con la mirada fija de Sam y acompañado paradójicamente por la música ambiental de la sala.

Pese a no dar respuesta, él no se movió del lugar. Su posición tantas veces vista por Sam difería ahora de la habitual en pequeños matices. Sus constantes vitales lejos de calmarse se mantenían a niveles elevados. Había dedicado años al estudio del ser humano, no era difícil saber qué ocurría, pero sí lo era asimilar una idea que por defecto estaba descartada.

La idea de que Mark pudiera sufrir por aquella situación causó en Sam un profundo malestar traducido en cruces de datos sin sentido que no llegaban a ninguna parte. Frunció el ceño como si de un gesto de dolor se tratase y giró sobre si misma saliendo de la sala mientras la puerta automática se abría a su paso. Paró bajo el umbral acariciando el marco de la puerta con la mano a la altura de su hombro y habló sin mirar atrás, tan solo girando levemente la cabeza a un lado.

- Debes descansar, mañana será el Concilio y el dia se presenta complicado. Respecto a lo de hoy... debo pensar. - Su mano se aferró con fuerza al marco de la puerta justo antes de soltarlo y disponerse a salir de la sala.