Nacer libres [D3 S14 / Edificio Meredith]

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Fred se incorporó sobre la mesa de la caseta de portero. Trabajaba en los residenciales Meredith desde hacía unos años, y últimamente había tomado la mala costumbre de beber unas copas con la limpiadora justo antes de que se marchara. El dolor de cabeza se apoderaba lentamente de él, mientras un sonido lejano, como de sirenas, le martilleaba. Tonterías, pocas sirenas se oían en la Ciudadela. Había vuelto a emborracharse con Jeannette. A sus 35 años, Fred estaba casi seguro de que ella era lo mejor a lo que podía aspirar siendo un D del Happy Town. Una limpiadora con un culo respingón y el pelo bonito.

Le dolía de verdad. Fred se levantó de la silla y se desperezó buscando un analgésico. Tenía la boca un poco seca. Por las mañanas siempre le parecía un poco triste su estrategia. Emborracharla para acabar haciéndolo en la fría butaca de la caseta. ¿Pero qué iba a hacer? Los hombres V del Meredith estaban a otro nivel a la hora de ligar. Ellos podían ofrecerle dinero, unas neoflores diseñadas exclusivamente para ella, una copa del mejor champagne en el ático, un cuerpo esculpido. Un futuro entre algodones.

Él no. Él no había nacido libre.

Abrió la ventana de la caseta cuando empezó a oír otros ruidos. O eso era una sirena o él seguía borracho


El frío de la mañana no entumecía los músculos del Tercer Comando de Operaciones especiales de la SCAR, dividido en cuatro furgones, de los cuales dos se acercaban por la frontal del edificio Meredith. Mientras tanto, el resto de hombres ya habían subido por las escaleras de emergencia traseras al tejado. Habían utilizado tarjetas de vacío, entrando desde la puerta al garaje que venía directamente desde los túneles subterráneos. Estaban preparados. Informaron.

Olaf era hoy el jefe de operaciones. Su cargo se notaba en la sonrisa divertida bajo su enorme y poblado bigote rubio. Seguía dando instrucciones precisas con el comunicador mientras sus hombres bajaban a tropel de los camiones. Corriendo rodearon la puerta del hall del edificio, tras la que se encontraba la caseta de Fred.

Olaf también era un D. Un D con buenas notas al que por fin habían dado una misión en la puta Ciudadela. Lo iba a celebrar por todo lo grande. Había preparado una buena.

Sus hombres echaron hacia atrás el ariete de impacto. Olaf sonreía. Empezaba la fiesta. Dio la orden a todas sus unidades.

- PUUU

La puerta se derribó de golpe mientras Fred caía hacia atrás con las llaves en la mano y una cara de no esperarse nada. El primer grupo del Comando subió a la carrera por las escaleras principales. Olaf ya estaba en la caseta de Fred y trasteó en la placa de mandos, conectando un dispositivo de audio que comenzó a reproducir una canción por el intercomunicador de todas las plantas. Los vecinos tardarían en despertarse molestados, y cuando salieran a protestar, sus chicos ya habrían terminado la misión. Todo quedaría en un fallo musical que el pobre Fred tendría tiempo de enmendar.

Uno de los grupos del tejado entró en una de las residencias del ático discretamente. Las puertas estaban abiertas y los muchachos agradecieron no tener que hacer ruido. Edmond, el jefe de grupo, dio instrucciones precisas. Envío a dos chicos a abrir la puerta principal; así el segundo grupo del tejado bajaría hacia los pisos inferiores. Mientras tanto, el resto de agentes se colocaban alrededor de la habitación principal. Una pareja de Vs hacía el amor de madrugada antes de que los muchachos les interrumpieran. Golpearon la puerta echándola atrás - ¡Esto es una misión oficial del Consejo! ¡Colaboren! – les levantaron y les pusieron contra la pared.
- ¡AAAHH! ¡Socorro! – gritaba una mujer rubia que parecía pudiente.
- ¡¡SILENCIO!! ¿Son ustedes conocidos de Jhon Grant? ¡¡CONTESTEN!! – Desmond llevaba una máscara antigas. - ¡¡ CONTESTEN, JODER!!

Otros dos grupos ya rodeaban el piso de Edith. Eran el que había subido desde el hall y el segundo del tejado al que habían abierto la puerta los chicos de Edmond. Colocaron el ariete contra la puerta mientras activaban los mecanismos de autopropulsión y lo colocaban a fuerza contra la puerta.

Para los ojos de la familia Grant, el resto pasó demasiado rápido.

Los pequeños dormían en sus habitaciones cuando el golpe de su puerta reventada les hizo despertar. No hicieron más que bajar de la cama cuando una decena de hombres entraba por su pasillo armados con cascos, escudos y armas que no acertaban a entender. Nunca las habían visto.

Edith ya se había despertado sobresaltada segundos antes de que entraran. Tenía un presentimiento y justo después empezó a oír voces en el pasillo. Había terminado de vestirse con un camisón cuando entraron en su cuarto y la obligaron a colocarse contra la pared, tapando su boca con un guante que le impidió proferir ninguna protesta.

Su marido también se había despertado avisado por Edith y miraba desolado la escena. Más de diez policías habían entrado en su casa sin prevenir, llamar o avisar de ninguna manera. Él era un respetable ciudadano de los estratos más altos de la ciudad, casada con una mujer responsable e incluso influyente. Él había nacido libre y había tomado cada una de sus decisiones de manera correcta. Él era un habitante de la Ciudadela, y ahora, veía como una panda de energúmenos sacaban a sus hijos hacia el salón mientras dos pateaban la puerta de la azotea para vigilar el jardín e impedir cualquier forma de huida.

Todas esas cosas en cierto modo le paralizaban, pero no pudo dejar de protestar contra los uniformados que se atrevían a humillarle en su casa.- ¿Pero qué es esto? ¡EH! – dos hombres le sacaron a rastras de la cama y le arrodillaron contra el suelo mientras la bota militar de un SCAR echaba atrás la puerta de su despacho. - ¿PERO QUÉ HACEN? ¡HIJOS DE PUTA!

Los policías empezaron a rebuscar en sus cajones. Una bota militar silenció al Grant mientras su mujer sollozaba sin poder hacer nada. Alguien encontró algo. – ¡Está aquí! – el aparente jefe de grupo se acercó a quien hablaba y revisó unos papeles que habían encontrado en la cajonera de un escritorio. – Sí, estos son, sin duda.

Se giró hacia Grant mientras recitaba tranquilamente. – Queda usted detenido por delitos contra la ciudad y colaboración con la organización terrorista H.E.R.O. Tiene usted derecho a un abogado. Todo lo que diga ahora podrá ser utilizado en su contra.

Los hombres de Olaf salieron del residencial ordenadamente. Tres de los cuatro grupos habían reducido a Grant, al tipo del ático y a Fred, mientras el cuarto se encargaba de ir cerrando puertas y recogiendo el operativo.

Entraron en los furgones.

El último sonido que oyó Fred fue la verja para prisioneros cerrándose de golpe.

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En la mente de Edith existe un espacio, un espacio de desconexión, "El espacio de Edith". En ese lugar sólo puede entrar ella, es un lugar de relax, tranquilidad, seguridad y desconexión total de lo que sucede a su alrededor. Una sala de paredes blanca y lirios rosas que la evaden de los problemas.
Edith entraba en su lugar siempre que no quería escuchar cómo su hija sacaba un 95 sobre 100, cuando alguien rompía algo… o cuando veía cosas que prefería no ver. Sí, su área de confort y seguridad le había servido muchas veces como vía de escape al horror de ciertas cosas… pero, por primera vez, Edith encontró un enorme candado en su puerta de escape.

- Mamá- dijo el pequeño.

¿Qué acababa de pasar?. ¿El qué? Edith estaba soñando con Alberta. El sueño era maravilloso, estaba en la calle, y Edith la veía desde arriba, en la Ciudadela, Alberta iba echa un trapo y la miraba con envidia, estaba en la miseria, ahora se encontraba en el Happy Town, junto al resto de la escoria.

- ¿Mamá?

No, no había pasado nada. No era real.

- ¿Qué ha pasado?¿A dónde se llevan a papá esos señores?
- A la cárcel - repuso su hermana.
- ¡Pero si papá no es malo! ¡Papá no ha hecho nada!
- ¿Y cómo lo sabes?

Edith se sentía violada, habían irrumpido en su casa. Su estado de asimilación dio paso a un grado más alto, al estadio del enfado. Edith no podría entrar en su habitación, pero sí podía tragar, podía tragar con todo y cargarlo en su espalda.

- Vuestro padre no ha echo nada ni es cómplice de nada. - Aquello era un agravio una mancha que marcaría de por vida a los Grant. Aquello era claramente una trampa… ¿De quién?, eso habría que verlo, y cuando lo averiguase… desearía no haber vivido. A la familia de Edith no se la toca - No quiero oír ninguna sandez por parte vuestra, debe de tratarse de un error… - Un grave error del cual pagarían los responsables. Su honor estaba en entre dicho. - Glinda, vigila lo que dices, estás hablando de tu padre, no de un criminal.- Edith acabó de ponerse el tacón.- Ahora quiero que os vayáis a la cama, ahora vendrá la abuela.

- Pero ¿Qué va a pasar con papá?

- He dicho a la cama, no me lo hagáis repetirlo dos veces.- Los niños estaban más confusos que la madre, la cual lo disimulaba muy bien. En estos casos tenía que aparentar tranquilidad y calma, era la losa de la familia y tenía que permanecer firme, sobre todo en los momentos como esos.

No tenía mucho tiempo. Los niños se fueron a sus cuartos, lógicamente no podrían dormir ya con lo que había sucedido, y tenían un millar de preguntas que la propia Edith se estaba haciendo. ¿HERO? ¿Jhon Terrorista, su Jhon? ¿Aquello era el mundo al revés? o ¿Era una cámara oculta de aquel programa basura del Cuore TV?. Su marido entendía y hacía armas, pero jamás las disparaba, y mucho menos mataba nada. Lo que verdaderamente le molestaba e indignaba fue la forma de procedimiento del SCAR…. ¡Habiendo trabajado con ellos mano a mano! ¡Siendo su marido trabajador! Aquellas formas no fueron las apropiadas y cualquiera lo podía saber. Irrumpiendo en una casa de esa forma de noche, De un V, tratándolo así a todos… Edith se ponía enferma e impotente. Tenía ganas de matar a alguien, aunque se convirtiera en una Terrorista.

Edith salió de la casa y cogió el coche familiar para ir hacia la comisaría. Ella había llamado a los refuerzos.
.....

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Paso firme, contundente.
El tacón de aguja choca contra el suelo haciéndose notar: "Aquí estoy" dice, su hermano gemelo izquierdo le acompasa siguiendo el ritmo.
Falda diplomática de rayas de tubo, blusa perlada, chaqueta marinera en la que prendida va un broche, una V rosa sobre un triángulo blanco.
Cola de caballo larga, gafas de sol que prácticamente cubren todo.

Los pasos se detienen, ha llegado a su destino. Lentamente, como si a cámara lenta pasase todo, esta se lleva la mano a la patilla de las gafas y activa un botón. El botón compacta las gafas y estas se esconden detrás de la oreja, apenas perceptibles.

- Miss Kya Maya, abogada del señor Jhonathan April, Grant.- La señorita Maya enseñó su identificación.

Hoy era el primer día de trabajo de Joe. No tenía mucha seguridad en sí mismo cuando supo el destino que le habían encomendado. ¿Trabajar directamente en la jefatura central? Los pequeños puestos de policía eran suficiente para él y había cientos... ¿Por qué justamente en la jefatura central? Las dos mujeres habían aparecido como por arte de magia, ¿se suponía que tenía que saber quién era ese hombre? ¿Cuál era el botón para llamar a la comisaria? ¿Era orina lo que sentía en sus pantalones?

-Yo me encargaré, Joe.


El sub-comisario Nollaig se acercó a las dos mujeres y estrechó sus manos. Su forma de caminar y su gesto decían que se trataba de un hombre importante, de aquellos cuya actitud a veces resultaba pomposa y molesta. No obstante, su jefa directa era Ariadna Dallas, la dueña de todo el cotarro y quien se había ganado a pulso el sobrenombre de "La dulce perra", Giacobbe no iba a ser menos.

-Acompáñenme por aquí, por favor.- el hombre echó a caminar por el entramado de pasillos que conformaban la jefatura, guiando con breves indicaciones a las dos mujeres. Finalmente llegaron a su despacho, una habitación bastante amplia en la que el color azul predominaba sobre el resto. La mesa de cristal tintado sostenía únicamente un ordenador de alta potencia y el expediente del caso.

-Siéntense, las esperábamos desde hacía unas horas. Espero que no hayan tenido problemas con el tráfico.- no había sonrisas en su gesto, pero los tres sabían que aquello sólo era la cortesía que su estatus les exigía.

- No es fácil encontrar abogados abiertos 24 horas.- repuso Edith, la cual, a diferencia de aquel agente sonrió.- Pero si usted quiere achacar nuestro retraso al tráfico, bienvenido sea.

Kya miró entonces a Edith. No todos los abogados, (sobretodo Vs) se levantarían de sus camas a esas horas nocturnas tan malas y tan de improvisto.

- De cualquier manera estamos aquí ¿no?- Kya continuó- Me gustaría saber varias cosas antes de hablar con mi cliente; entre ellas están los cargos, la orden judicial de arresto y la "redada" que tuvo lugar en el domicilio de mi cliente. - La actuación de la S.C.A.R no fue correcta, y eso estaba más que claro. De momento no iba a sacar el tema de la fianza. La presunción de inocencia no se podía vulnerar.

Edith estaba haciendo especial hincapié en controlarse, en calmar su ser, mostrarse apacible y tranquila en vez de mostrar sus instintos justicieros y clavarle un tacón en la cara como hicieron impunemente con su marido.

El hombre sonrió con los brazos cruzados y, acto seguido, acercó un informe holográfico hacia la abogada. Kya Maya no era alguien desconocido para él; la abogada de la Liga de Damas V había sido entrenada por grandes peces gordos y abogados legendarios dentro de Isoka. Ahora ella ostentaba uno de aquellos podios, por lo que había que ir con cuidado.

-Encontrará toda la información necesaria sobre nombres y números de ID en ese informe, señorita Maya. Ahora, les ruego que se sienten ya que las predicciones indican que pasaremos aquí mucho tiempo.- esperó a que las mujeres obedecieran sus indicaciones para continuar hablando.

-La pertenencia a H.E.R.O. igual que a cualquier otra organización terrorista es algo que prevalece por encima del resto de cargos de Isoka. Las pruebas contra su marido, Mrs Grant, son sólidas y contundentes. Lamento que haya tenido que enterarse así, pero son demasiadas las evidencias que apuntan en su contra.- caminó hacia una peculiar pizarra holográfica y seleccionó con el dedo una serie de carpetas y archivos.

-Desde, aproximadamente, el tertatos de la semana 13, el comlog de estudio de su hijo ha estado siendo utilizado como un vínculo de transferencias de información. Información que, muchas veces, era de carácter confidencial. Al comlog llegan mensajes y el comlog, de forma automática, los redirige a diferentes direcciones IP que aún desconocemos.- señaló los mensajes rescatados de la memoria del comlog, todos ellos extraños para Edith.

-Conozco bien a John, Mrs. Grant. A todos nos ha pillado de improviso esta noticia.

- Por supuesto, prevalece. - Kya sonrió- Aunque había tres civiles, dos de ellos menores V en la casa y mi cliente, del cual todavía no se ha emitido un juicio y ya está tildando de terrorista.- El protocolo no fue el adecuado, y Maya no tenía que remarcarlo mucho más e insistir en ello.

Ambas se sentaron.

- Si conociera bien a mi marido no tendría duda alguna de que es inocente.- Edith miró al D.- Me niego a creerlo.- Aquello era confabulación en su contra - Espero que los implicados de este complot se preparen. ¡Ahora está más claro que nunca que nos están usando de chivo espiatorio! -

Kya estaba de acuerdo, en parte con Edith.

- ¿Han hablado con el menor?. Cualquiera puede manipular un comlog y re-enviar información. De hecho, esto no quiere decir nada, sería absurdo utilizar un comlog de tu propia familia para enviar información si lo que quieres precisamente es desviar la atención de tus actividades terroristas. Teniendo la posibilidad de usar miles de comlogs anónimos para dividir los mensajes, camuflar información ¿Para qué usar uno tan cercano a ti?, sin tan siquiera fraccionar los mensajes. - Kya abrió la pregunta para todos.

El hombre guardó silencio durante unos segundos, lo cierto es que no estaba allí para juzgar a nadie ni mucho menos para ser él o su departamento el juzgado. Aquello era algo que tenía muy visto. Hombres de bien echados a perder por culpa de unos ideales podridos. Lo cierto es que John Grant siempre había sabido ser un clavo que no resaltara pero las pruebas que había contra él eran demasiado claras.

-Encontramos ésto en una de las chaquetas del señor Grant.- el hombre acercó una pequeña bolsa de plástico en el que se encontraba un dispositivo holográfico. Al presionar el botón de reproducción un holograma nítido se proyectó frente a ellos. Una especie de diseño mecánico estaba representado por los rayos luminosos. Giaccobe comenzó a pasar las páginas y el diseño comenzó a complicarse progresivamente. Finalmente un informe escrito detallaba las utilidades de aquella arma "anti-positrónica" en aglomeraciones tales como centros comerciales o puestos de entretenimiento.

-Como pueden comprobar... éste es el sello de HERO, aquel que sus activistas imprimen en todos sus documentos. Las acusaciones se complementan con escuchas, dispositivos de destrucción y declaraciones filtradas por un anónimo.- el hombre suspiró. -Sé que es duro aceptarlo pero es vital para nosotros que nos diga cualquier tipo de información relevante acerca del modus vivendi de su marido.- sus ojos se pasearon por la mesa. -De lo contrario podría ser acusada de encubrimiento.

¿Filtradas por un anónimo?

- ¿Y ese anónimo reunió toda esa información por sí solo?. ¿Quiere decir que no se estaba llevando previamente una investigación a cabo ya que no se tenían sospechas sobre mi cliente y que las pruebas que tienen vienen de una fuente anónima y no gubernamental?. ¿Las acusaciones son internas o también son externas?.- Manipular pruebas era muchísimo más fácil que piratear un comlog. Y aún más que meter cosas en bolsillos que no son los tuyos. - La Señora Grant no está aquí para que la tomen declaración.

Era cierto

- No pasa nada.- Dijo Edith restando importancia al asunto.- Lo que pasa, es que si le digo cosas ahora también para ustedes estaría encubriendo a mi marido.- Edith sonrió amablemente.- A la primera hora del día se levanta todas las mañanas y toma su desayuno recién preparado por una servidora, a y 15 ya ha acabado sus estiramientos y flexiones y está duchado, limpio y preparado para la jornada laboral. A la sexta hora del día toma el almuerzo en el trabajo, usualmente preparado de casa. Normalmente suele estar de vuelta a la hora de la cena, la 11 hora del día. Cenamos, mantenemos una tranquila charla familiar y a las 13 nos vamos todos a dormir. Este es día a día de mi marido y de mi familia. Entre estos están algunas comidas, fiestas de la Liga de las Damas, y por supuesto "El Día de Descanso", que yo lo llamo "El Día de Descanso de la Ignorancia", ya que solemos ponernos toda la familia a leer libros y a escribir sobre lo que leemos. - Para Edith no era duro aceptar que su marido era un terrorista porque tenía claro que no lo era.- Llevamos con estos horarios toda la vida, y antes de que me lo pregunte, no, últimamente no ha variado su conducta ni se ha mostrado más extraño en ningún aspecto.

Kya miraba a Edith, no tenía por qué hablar ahora de eso, estaban allí para hablar con Jhon.

- De todas formas, siéntase libre de preguntar lo que quiera, yo le responderé en la medida que pueda. - Edith no sabía nada sobre las supuestas actividades ilegales de su marido, y de lo que no se sabe, no se puede hablar.

- Edith... no tienes...

- Ya lo sé, querida.- "Ya lo sé." Ni aquel D, ni nadie le iba a hacer sentir vergüenza de haberse casado con Jhon Grant. Aquellos que dudaban de su inocencia pagarían por su ignorancia y catecismo.

Conocía a Jhon más que nadie, eran un mismo ser, una misma entidad. Muchos hombres y mujeres no hubieran aguantado a Edith Grant, pese a los genes V tan excelentes de los Pitby, Edith era muy extrema muchas veces, inhumana otras cuantas, pero esa era la esencia de un V, y no el individuo, Eddie.

No era mentira afirmar que con una mirada Edith y Jhon sabían lo que estaba pasando por la cabeza del otro, pese a que a Edith le costase reconocerlo, Jhon era su punto débil, más que enfrentarse a una horda de Replicantes con mutantes como grupa. Todo razonamiento racional era fulminado por Jhon, a Edith le costaba controlar aquellos impulsos que un perfecto "V" no debía tener, aquellas cosas que no debía hacer, Jhon era para Edith, irremplazable, y el sentimiento era mutuo.

Aunque a Edith le doliese, era imperfecta, era la "V" más imperfecta de todas, ya que ella había cometido el delito de amar a Jhon Grant.

Comprendemos su situación, señora Grant, pero debe usted comprender la nuestra. La pertenencia a un cuerpo terrorista, incluso aunque sea presunta, debe tratarse con los mejores métodos que dispongamos...- Giaccobe cruzó los dedos de las manos y, justo en ese momento, irrumpieron en la habitación dos agentes escoltando a un hombre. Sin duda era un V y a juzgar por su aspecto debía rondar los cincuenta y tantos. El hombre sonrió e hizo una ligera reverencia, había algo extraño en él... en su serenidad.


-Les presento al Sr. Yehiel Hasenkamp.- dijo Carter mientras se levantaba para estrechar la mano del recién llegado.

-El placer es mío, Inspector Carter.- el hombre hablaba con una gran tranquilidad, quizás fuera exceso de confianza o quizás, simplemente, la tranquilidad que tiene el cazador cuando su presa ya está en el cepo. Ambos hombres se sentaron de nuevo y, antes de que comenzara el histriónico espectáculo de las dos mujeres ardiendo de furia, Giaccobe habló.

-El Sr. Hasenkamp es el director de una importante institución de rehabilitación espiritual en las montañas. - como si no lo supieran. Todos sabían lo que era el Santuario. Ese lugar de paz, tranquilidad y suicidios... Los que eran invitados a ir allí sufrían un gran escarnio público en caso de negarse. El Santuario era un lugar donde reparar las mentes corruptas que no habían transgredido de forma grave las leyes de Isoka. Por desgracia para John el estaría destinado a un lugar mucho peor.

-Espero que encuentre cómodas nuestras instalaciones, Señora Grant. Comprobará cómo cada uno de los días que pase allí será una reafirmación en sus creencias y una prueba de fuego en el catonismo. Tenemos un 100 % de clientes satisfechos. Gastos pagados.- su sonrisa fue amplia y sincera. ¿O no?

La tranquilidad se respiraba en el aire.

- Seguramente encontraré cómodas sus instalaciones, Señor Hasenkamp. Quizás compruebe cómo cada día de los que pase allí será para mi una reafirmación en mis creencias y será, a su vez, una gran prueba de fuego en el cantonismo. Pero están muy equivocados si piensan que me voy a ir a ningún sitio sin mi marido. Mi sitio está aquí, con él. - Luchando a su lado por su libertad.-Espero que no tengan la bana ilusión de que me van a apartar de él, de que lo deje... de que ni tan siquiera pueda defenderle - Aquello le olía mal, muy mal. Y si el olfato de Edith no fallaba todo estaba relacionado con su acusación, con la trampa. Querían apartarla por algo... Edith podía ser clave en la liberación de su marido y por eso querían llevársela.

También estaba el hecho implícito de que si el señor Hasenkamp se la quería llevar estaba, indiscutiblemente formando parte de aquella trama en contra de su familia.

- Si van a ignorar lo que digo sobre lo que hace mi marido a diario, si van a ignorar mis preguntas, si tan solo van a limitarse a apartarme de él, creo señores, que hemos acabado.- Edith se levantó lentamente- No se crean que la investigación va a quedar solo en sus manos.- Edith iba a hacer los deberes... ¡Y cómo! - Pienso apelar señores - le dijo directamente al sub-comisario Nollaig- y no se crean que no voy a hablar de esto en el juicio. - le dijo directamente al señor Hasenkamp.- Ahora si son tan amables...- Le hizo un gesto a Kya para que la siguiera.

-Creo que no es usted consciente de la gravedad de su situación, señora Grant...- Giaccobe presionó un botón y, acto seguido, un hombre y una mujer irrumpieron en la habitación y bloquearon el paso.

-El señor Grant ha sido declarado enemigo público de categoría Alfa, por lo que será trasladado al Foso de inmediato. Usted, por suerte o por desgracia, no tiene encima los mismos cargos por lo que su lugar está en el Santuario. La rehabilitación social es el único camino y el gobierno de Isoka se podrá hacer cargo de sus hijos si nadie más está dispuesto a hacerlo.- el hombre no sonreía, pero tampoco flaqueaba en su discurso.

-Así es, señora Grant. Nuestras instalaciones la están esperando con los brazos abiertos y estoy seguro de que en ellas podrá disfrutar de la paz que últimamente le ha sido arrebatada. Su compañera de la Liga de Damas V, la señora Alberta Hilly, ha confirmado su colaboración y asegura poder encubrir todo lo sucedido por su propio bien. Tiene usted muy buenas amigas.- Yehiel sí que sonrió de una forma plácida y serena.

-No haga ninguna tontería, señora Grant... tiene todo en su contra.

"Puta" pensó cuando escuchó su nombre... ¡Todo era por su culpa! Edith se volvió en el acto cuando pronunciaron el nombre de esa zorra.

- Por lo menos acaban de romper ya dos leyes en contra de mi persona y mi libertad.- Coacción y secuestro, sí, secuestro.- Si no tienen una orden para esto, más les vale que me dejen ir en paz- El rostro de Edith estaba impertérrito- si no, sintiéndolo mucho me tomaré esto como un ataque directo a mi integridad y tendré que hacer uso de mi defensa personal, y no quiero llegar a ese punto. No hagan ninguna tontería, señores, me tienen en su contra.- La paciencia y educación de Edith Grant se estaba acabando.

Ni aún teniendo la orden podrían hacer nada. Para empezar no había habido juicio de ninguna clase. Aquello estaba totalmente organizado, aquello era una trampa, pero Edith no se iba a dejar atrapar así como así.

¿Alguien se acordaba de Kya? Estaba siendo testigo de todo. Si querían encerrar a la señora Grant, bien por ellos... sin embargo ahora mismo estaba ella "encerrada", siendo testigo muda de todo aquello.

-¡Suficiente! Señora Grant no...- Giaccobe se levantaba exaltado para continuar en otro tono la conversación cuando, repentinamente, la mano de Yehiel se alzó en señal de silencio hacia el subcomisario. Acto seguido se levantó y extendió la mano hacia Edith.

-Tiene usted toda la razón, señora Grant. Deseábamos hacerlo por la vía discreta para evitar cualquier tipo de reverberación pública, pero está visto y comprobado que usted no desea hacerlo así.- se acercó ligeramente y Edith pudo ver la oscuridad de su rostro, la alegría que le producía hacer infeliz a alguien.

-Esto sólo retrasará lo inevitable... ya está su nombre en mi lista y cuando eso sucede no hay vuelta atrás.- acto seguido sonrió como si nada e hizo una reverencia, no tenía nada más que hacer allí. -Si me disculpan, tengo otros asuntos que atender...

Carter despidió con la mano a Hasenkamp mientras se sentaba sobre el sillón reclinable. La estancia quedó en silencio durante unos segundos hasta que, finalmente, Carter negó con la cabeza y presionó otro botón de su escritorio.

-Sadie, la señorita Kya Maya y su cliente abandonan la jefatura, pídalas un cab.- miró con indignación a Edith y negó ligeramente con la cabeza, soltó el botón y habló lenta pero firmemente. John es un buen amigo, pero en esto tengo las manos atadas. Si nos hubiera hecho caso se ahorraría dinero, bochorno y habría tenido alguna oportunidad de evitar una pena mayor. - daba la sensación que, en cualquier momento, cualquiera de las dos mujeres saltaría a replicarle. -No tengo nada más que decir. Buen viaje, señoras.- dijo mientras giraba sobre sí mismo y reanudaba su trabajo.