En tierra de nadie [M3 S14 // Desconocido]

Sam entró en una de las salas de su “pequeño castillo”. Completamente vacía, salvo por un diván tapizado en blanco en el centro, en el que se tumbó con movimientos delicados. Su lugar de descanso, donde nadie más solía entrar. Cerró los ojos y tras un pequeño temblor su cuerpo bajó sus constantes vitales. Las luces se atenuaron hasta dejar la sala prácticamente sumida en la oscuridad. El cuerpo de Sam parecía inerte salvo porque sus párpados temblaban en pequeños espasmos.

Miró a su alrededor. Un pequeño jardín cuidado al mínimo detalle la rodeaba. Flores de colores agradables daban color al verde intenso de los arbustos, enredándose en arcos que atravesaban uno de los pasajes del jardín. Todo parecía tener una estética zen, un lugar tranquilo y agradable. Solo el sonido del agua rompía el silencio. Ataviada con un yukata clásico, hacía más patente el guiño irónico hacia los humanos V. Se giró sobre si misma, sonriendo dulce.

- Hacía tiempo que no sabía de ti. Me alegro de verte... - Inclinó la cabeza a modo de saludo. Alzó las manos a la altura de los codos con las palmas hacia arriba, indicando el entorno - Espero que sea de tu agrado. Como bien sabes, tenemos asuntos que tratar.

Todo su entorno se encontraba en armonía hasta que, poco a poco, comenzó a sentir que la segunda entidad hacía acto de presencia. La mitad del escenario se modificó totalmente y frente a ella apareció una discreta habitación de color blanco en penumbra sólo amueblada por un sillón.


-Lo sé, pero no estaba familiarizado con tu computación de datos, así que opté por una propia.- Mars siempre aparecía dando el espectáculo. Según decían sus seguidores eran resquicios de su programación como replicante de placer. Otros, sin embargo, opinaban que el tipo era, simplemente, narcisista. Ambos tenían razón.

-No voy a disculparme por dar tu localización y la del resto a Apéllon, si es lo que buscas. No es alguien desconocido para mí y teníamos asuntos que saldar.- tras una pausa alzó la mirada por primera vez y miró a Sam a los ojos. -Partiendo de estas premisas, te escucho SAM.

Admiró la presencia de Marx y su triunfal entrada. Demasiados años conociendole como para sorprenderse de algo en él. La escasez de sentimientos en su rostro era notorio, tan solo alzó una ceja al oír sus primeras palabras, acto reflejo su costumbre de aparentar entre los humanos.

Marx era, a ojos de un humano, un ejemplar casi perfecto... a ojos de Sam, lo era en otros sentidos. Una máquina de potencial inigualable, quizá el más temido de los cinco líderes. Su peculiar comportamiento le hacían especialmente peligroso, en ocasiones, inestable.

- No espero tus disculpas, desde luego, tus motivos tendrás para poner en conocimiento de un humano las localizaciones de tus "hermanos" y ponernos en peligro a todos. - palabras dulces enfiladas de veneno acompañadas de una enigmática sonrisa -Lo que realmente me interesa, es saber qué sabes tu de todo este asunto. El pobre infeliz de Apellón va buscando apoyos por todo Isoka, incluso alardea de contar con tu apoyo para espionaje e inteligencia. - Varios segundos de silencio dieron a entender que la mente de Sam reproducía la conversación con Apellón, grabada en su mente como si de un video de seguridad se tratase.

- Permiteme, que dude acerca de esto. Tus intereses siempre han distado bastante de los míos, digamos... que tu tendencia ha sido bastante más, propia. Asi que, cuentame... ¿Qué hay realmente detrás de todo esto?..

Mars escudriñó el rostro de Sam durante unos segundos. Ambos sabían que, realmente, no estaba pensando cuál sería su réplica sino que, simplemente, aquel pequeño retardo era una mala costumbre adquirida en su objetivo por mimetizarse con el mundo de los hombres.

-A pesar de su extravagancia, el objetivo de Apéllon nos es bastante provechoso. Por supuesto no le confiaría nuestros códigos de reinicio ni nuestros sistemas de autentificación.- Mars se levantó del sillón y caminó hacia un lugar en el que la pixelación se hizo algo densa y, en poco tiempo, un pequeño dispensador de agua apareció. Sus pies descalzos se deslizaron sobre el marmóleo suelo hasta alcanzar su destino y, con parsimonia se sirvió un vaso de agua y lo bebió.

Absolutamente todo en su forma de proceder estaba pensado para resultar embriagador a un ser humano, para hacer que ,aún sin quererlo, desearan poseer su cuerpo. Los hombres eran muy primitivos.

-De todas formas no era consciente de que informar de la localización a un único y simple humano era poner en peligro tu enclave.- Mars observó a Sam mientras bebía el agua dejando que, accidentalmente, algunas gotas cayeran sobre su pecho y recorrieran la sinuosa curva de su abdomen hasta extinguirse en sus pantalones vaqueros. -Tendré más cuidado la próxima vez ahora que soy consciente de la disposición de tus piezas en el tablero, no querría que un jaque prematuro te apartara de la carrera al éxito que ambos nos disputamos.- sonrió y dejó caer el vaso en el suelo, rompiéndose en mil pedazos. Sus pies descalzos giraron sobre sus propios talones hacia Sam atravesando entonces la línea que los separaba hasta estar el uno muy cerca del otro. La realidad impuesta por Sam parecía imponerse ya que, poco a poco, la habitación blanca desaparecía.

-Seamos francos, ninguno de los otros tres líderes ha demostrado tener materia prima para construir nuestro futuro. Candy está demasiado interesada en sus aspiraciones, digamos, artísticas...- su respiración alcanzaba a Sam y su mirada recorría su rostro parándose largo tiempo sobre sus labios y sus ojos. Se permitió el lujo incluso de apartar un mechón de su pelo con el dorso de su mano.

-Artemisia es una fanática belicista tal y como su amiguito Apéllon demuestra y Kematian...- rió para después colocar sus manos en su cintura apartando su camisa abierta con indiferencia. -... es un lunático más interesado en reconfigurarnos y construir a un "pura sangre" que un verdadero líder. ¿Qué otra opción me quedaba? Quizás, en el camino, Apéllon me quitara de en medio algún obstáculo...- sonrió.

Bajó la cabeza, sin dejar de mirar a Mars. Sus ojos se acercaron a sus cejas, sin parpadear, como en aquellas películas del mundo antiguo en las que las miradas se hacían eternas en un primer plano en blanco y negro. Ladeó la cabeza levemente a un lado, típico gesto en ella, tic que delataba que procesaba toda la información que Mars escupía.

Durante cuatro segundos, solo cuatro, su mente desconectó por completo de la conversación. Sus Oídos dejaron de captar señal creando un silencio absoluto. Las gotas de agua se deslizaban por el torso de Mars a diferentes velocidades a medida que encontraban obstáculos en la orografía de su cuerpo, un cuerpo perfecto. Cada gesto, cada movimiento desprendía feromonas de mensaje explícito. Pero... ¿Qué debía sentir? ¿Qué Sentían los humanos respecto a él? ¿Qué sensación despertaba en ellos? La imagen sugerente evadía a Sam a pensamientos propios que trás años, no terminaba de entender. Cuatro segundos de confrontación neuronal a alta velocidad, cuatro segundos que para Sam significaban posiblemente horas reales, dando por terminado con una única pregunta. ¿Llegaría ella a sentirlo algún día?

Parpadeó. El sonido volvió a sus sentidos con el crujir del vaso de cristal en el suelo. Sam continuaba quieta, con las manos apoyadas en el ohashori ocre que rodeaba su cintura. El aliento de Mars no logró que su rostro se moviera un ápice.

- Ninguno de los tres líderes ha demostrado nunca nada, seamos realistas. A pesar de ello, son necesarios por su apoyo conceptual, mejor que sigan pensando que tienen algo de decisión. Sin embargo, tu.. eres diferente. - Mars tenía la peculiaridad de ser un replicante con el amor propío de todos los demás juntos, y Sam lo sabía.- Juntos podremos hacer grandes cosas Mars. - Las manos de Sam pasaron sutilmente de su ohashori hasta los bordes abotonados de la camisa de Mars. Un guiño perfecto a la propia estrategia del replicante.

- Llevaremos al concilio la propuesta de Apellón, no será difícil convencer al resto si tu y yo damos nuestra aprobación. Con ese humano.. ese que tu amigo quiere que represente a su raza, conseguiremos el apoyo de los humanos... y después... puede que deje de ser necesario. - Miró a los ojos de Mars con determinación. - Quiero liderar esta batalla, quiero el puesto de Ione. La ciudad no tiene porqué ser así, puede mejorar. ...¿Estas conmigo?...

Mars sonrió ante la declaración de intenciones de Sam. Si algo sabían ambos era que, por mucho que los demás sollozaran y se retorcieran en sus asientos, ellos eran el futuro; ellos eran la representación de la nueva era.

Mars dejó que las manos de Sam se deslizaran por la suave camisa de seda mientras él trataba de atisbar los significados implícitos a su discurso. Era posible que, tras tanto dialogar, hubieran llegado a un mismo punto; pero Sam no era el estereotipo de criatura obediente, así que decidió tantear el terreno.

-Por supuesto, quédate con la Ciudadanía, tengo mis propios trofeos y, por suerte, veo que no son los mismos que los tuyos. Trato hecho entonces, alzaremos pues la propuesta de Apéllon a nuevos niveles de aceptación entre los nuestros. Según tengo entendido Candy seguirá tus indicaciones y Diana es buena amiga del humano. Sólo Kematian podría oponerse pero las matemáticas hablan, el Concilio de la Máquina será únicamente simbólico.- se inclinó en una profunda reverencia y sus cálidos labios besaron la mano de Sam.

-Espero que, juntos, podramos labrar un futuro mejor para todos...- se irguió de nuevo. -Sino para todos, para nosotros al menos.- sonrió. -Un placer volver a verte, Sam. Saluda a Mark de mi parte.- giró sobre sus talones haciendo que el aire agitara su camisa descubriendo sus riñones bajo la fina capa de ropa. Sus pies descalzos se alejaban con parsimonia y silencio hacia la habitación. Quizás ya estuviera todo hablado...

-A propósito... - su voz quebró el aire. -Espero que encuentres pronto lo que buscas...- habló sin girarse.

"Módulo de datos dañado. Palabra en clave: Autor"