De vuelta al redil [Discos Residenciales - Residencia de los Danel / S14 N2]

Salió del Palacio de Cristal dándole vueltas a todo ese asunto. En estos momentos tenía las manos atadas, pues no sabía qué le iban a proporcionar a la mañana siguiente. Diagramas del edificio, disfraces, acreditaciones...todo ello iba de parte de Darío. Por lo que a él respetaba tan solo podía seguir con su planing, que pasaba por cenar esa noche en casa de sus padres.
Tras un paseito en su tribike por la Ciudad acabó de nuevo encerrado en su cubil de los Suburbios. Miró el intercom, por si acaso el doctor Sahidi había contestado a su mensaje. Nada, el aparato llevaba horas mudo. No era agradable estar pendiente de si uno es portador o no de una enfermedad umbría, sobre todo cuando sabes sus efectos. Optó por relajarse terminando algunos encargos que yacían esparcidos por la mesa de su apartamento. Una vieja hidratadora de alimentos que la señora Stein, dos pisos más abajo, se empeñaba en conservar, un transistor que sólo recibía la señal horaria...últimamente no le llegaban encargos interesantes, pero había que ganarse la vida de alguna manera. En la Liga de Exploradores no le proporcionaban más que lo que tenían que llevar a las misiones. Y para colmo se le estaban acabando los componentes con los que hacía las reparaciones; dentro de poco debería vsitar a Tania. Puso la HTV de fondo, canal noticias, por si acaso dijesen algo interesante. Se tiró así toda la tarde hasta que llegó la hora de salir a cenar con sus progenitores.

La casa de sus padres se encontraba en los Discos Residenciales, en una torre con infinidad de viviendas, pero que nada tenían que ver con las que había en los Suburbios. Aquello era lujo comparado con lo que el duro suelo de los Discos ocultaba. El portero le miró sorprendido cuando entró en el hall del edificio. Reconoció a Aries, pero hacía mucho tiempo que no le veía. Tras un escueto saludo consultó su logcom y le confirmó que sus padres se encontraban en casa.
Piso 34, buenas vistas. Llamó al timbre y tuvo la decencia de quitarse las gafas y guardárselas en un bolsillo. A su madre no le agradaba que ocultase sus preciosos ojos violeta. Para la ocasión se había vestido con una camisa, chaqueta y pantalones de vestir. Sólo iba así cuando...bueno, nunca iba así, pero no quería tener que soportar la charla de sus padres sobre su forma de vestir. Ni que decir tenía que se había esmerado en quitarse el olor a Suburbios. Hasta le había pedido a Wadsworth que le frotase la espalda.

La puerta tardó un tiempo en abrirse pero, finalmente, terminó por ceder ante la insistencia de Aries. Para su sorpresa, cuando la puerta se abrió no era su madre quien lo esperaba con una sonrisa. Una gran cruz roja sobre sus cascos fue lo único que necesitó ver para saber que estaba en problemas. El SCAR se quedó pensativo unos instantes.

-Esta área está restringida. Continúe caminando.- el hombre pareció hablar sin pensar demasiado. Entonces apareció una segunda agente, también ataviada con el uniforme de los protectores de Isoka y miró de arriba a abajo al chico.

-Es Danel. Acompáñenos, por favor.- la mujer caminó hacia él y, disimuladamente, le ayudó a entrar.

La casa parecía como siempre, sin cambios apreciables excepto la presencia de la policía, claro está. El pasillo se extendía durante unos metros pasando por la cocina. El baño de luz no le sentó nada bien a sus nuevos ojos pero, aún así, entre el borroso espectáculo pudo vislumbrar un pequeño montículo de cadáveres de gato apilados en el suelo de la cocina, y varios SCAR examinándolos con un equipo adecuado. La mujer lo llevó hasta el salón donde un rostro que le era desconocido lo esperaba.


-Bienvenido a la residencia Danel.- el tono de voz del hombre era tajante e inquisitivo. No parecía de la SCAR a juzgar por su uniforme que constaba de un traje sin chaqueta relativamente anticuado.

-Supongo que usted es Aries, el hijo de la familia. ¿Qué hace aquí?

Aries se encontraba perplejo ante todo aquello. Y quizás un poco asustado. Desde luego no esperaba encontrarse con eso en casa de sus padres, los cuales por cierto...

- ¿Se puede saber dónde demonios están mis padres y qué hacen ustedes aquí?¿Quién es usted?¡Aquí las preguntas las debería hacer yo!

Tras el pasmo inicial, la ira comenzó a fluir. ¿La Scar, en casa de sus padres? Si las cruces rojas en los uniformes de los cicatrizados no fuera suficiente, el detalle de la pila de gatos en medio de la cocina no podía sino avisarle de que algo malo pasaba.

Antes de que Aries continuara alterándose, dos fuertes manos lo agarraron y lo obligaron a sentarse en una silla. Los SCAR nunca habían tenido muy clara la línea que separaba proteger al ciudadano de la extorsión, pero ¿quién iba a quejarse? El enigmático hombre lo observaba sin gesticular demasiado, apestaba a V por supuesto.

-Me temo que está equivocado, señor Danel. Aquí yo soy la autoridad. Aquí yo hago las preguntas.- el hombre dejó caer sobre la mesa frente a Aries su identificación.

"Inspector Jefe Axel Poulantzas"
Cuerpo de Inteligencia
Security Corp of Aliens and Residents

-Sus padres están a buen recaudo, a salvo ahora de la amenaza que parecía cernirse sobre ellos. No obstante, me gustaría hacerle una serie de preguntas.- el hombre se levantó y caminó hacia un sofá contiguo, pensativo. Finalmente se apoyó sobre el mismo y se cruzó de brazos con gesto serio.

-Si nuestras fuentes son fidedignas, se le ha relacionado con el incidente ocurrido en el local O2 hace unos días en los Suburbios. ¿Es eso cierto?

Miró a los dos hombres que le habían obligado a sentarse tan sutilmente para después clavar una violeta mirada en el Inspector. Cuerpo de Inteligencia,,,¡fascistas todos si esta era su idea de cómo había que actuar! Metiendo miedo y acosando...pero no, debía tranquilizarse. Su propio padre era un ex agente y no era la visión que desde pequeño le había dado de la SCAR. No obstante no pudo evitar establecer cierta relación entre los agentes de la ciudad y los brutales estados policiales del pasado. Maldecía a los V por cómo intentaban, cada vez con más éxito, hacerse con el control absoluto de la humanidad. Le venía a la cabeza cierto libro cuyo título hacía referencia a una fecha del pasado que ahora no alcanzaba a recordar. Pero el hombre al menos parecía sincero en cuanto a sus padres se referia. Además no creía que fueran a tratar mal a un excompañero; al menos esas cosas aún se respetaban en esta sociedad.
Con una aún poca amistosa mirada contestó.
- Admito que estuve en ese local. Esa noche se celebraba un concierto sinestésico de cierta V bastante conocida. Pero si lo que insinúa es que yo pudiera tener algo que ver en el ataque que se produjo, debo decirle que sus suposiciones son erróneas. Yo sólo fui allí a divertirme.
Intentó callarse y dejar que el SCAR hiciese su interrogatorio a su manera, pero no pudo evitar saltar.
- ¿¡Qué coño hacen esos gatos muertos en al cocina!?

Los hombres se miraron los unos a los otros. Aries no sabía si intentaban recordar el guión que su títere les había escrito, si había dicho algo que les llamó la atención o si, simplemente, no tenían ni puta idea de cómo seguir el interrogatorio. Antes de que Aries pudiera subirse aún más, Axel levantó un único dedo frente a él, haciéndolo callar. Sólo cuando Danel se hubo calmado el hombre comenzó a hablar.

-Imagino que se refiere al concierto de Iuliana Sahidi. Está bien, señor Danel, nadie pretende inculparlo de lo sucedido. Sólo somos investigadores.- se levantó de su asiento y entonces Aries fue consciente de su gran envergadura y espléndida constitución. Axel caminó hacia la mesa y apoyó las manos sobre la misma, mirando fijamente a Danel.

-Su madre dio una serie de avisos alertándonos de una posible amenaza sobre sus vidas. Al parecer desde hace unos días han estado recibiendo cadáveres de gato embolsados . No sé si ésto le dice algo, señor Danel. ¿Es consciente de algún enemigo de la familia? ¿Un enemigo personal suyo quizás?- Poulantzas miró a su alrededor y habló con mayor gravedad.

-¿Zith Sabra quizás?

- ¿Sabra?
Eso si que le había pillado por sorpresa. No tenía ni idea de qué podría tener que ver ese gusano de los Suburbios con sus padres. Ni siquiera sabía qué podía tener que ver con él.
- No, yo...ni siquiera le he visto en persona, y mis padres no bajan a los Suburbios, que yo sepa. Aunque... - dijo mientras miraba de nuevo a los gatos - La noche antes de lo del O2 yo también recibí un gato muerto en mi casa de los Suburbios. Con esta nota.
Enseñó el tatuaje que se había hecho en el brazo justo antes de salir al O2 y que todavía no había tenido ocasión de quitarse. Se lo había tatuado para demostrarse a sí mismo que no tenía miedo de una nota dejada por algún loco macabro a la puerta de su casa.
- ¿Qué cojones tiene que ver Sabra con todo esto?
Era muy fácil canalza los sentimientos de Aries. Su ira había pasado de la SCAR a Sabra. Hasta empezaba a ver al inspector Axel como a un amigo.

Aún no está todo claro, pero le garantizo que lo sabremos.- se irguió de nuevo y extendió su mano para estrechársela a Aries. -Soy consciente de la impresión que pueden causar nuestras cruces rojas, le pido disculpas desde la Jefatura Central. Lo mantendremos informado de todos nuestros avances en la investigación y, si no le importa, guardaremos esa nota.- hizo un par de señas a sus hombres y éstos se pusieron manos a la obra.

-Si, sea quien sea el responsable de todo ésto, ya conoce la dirección de su domicilio le recomiendo que se aleje de allí durante unos días. Si quiere puede ingresar en el programa de protección de testigos de nuestro cuerpo y se le reasignará un hogar aislado del núcleo cívico. No obstante, si regresa a su domicilio o a los suburbios no puedo garantizarle su seguridad.- el hombre hablaba de una forma tajante. Daba la sensación de que llevaba muchos años de servicio a cuestas y, por lo que su cuerpo sugería, no era precisamente trabajo de oficina lo que le habían estado encomendando.

-Antes de que se marche, me gustaría hacerle una última pregunta señor Danel.- su voz entonces sonó más dura. -¿Reconoce a este hombre?

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Miró la pantalla y dió gracias a Amanda por no estar siendo interrogado con un equipo Voight-Kampff delante. En sus manos estaba el decir la verdad o no. Por supuesto, él nada sabía de la búsqueda por asesinato que pendía sobre Urian Sahidi ni de las consecuencias que tendría el dar su paradero. Además, la última vez que vió a ese tipo estaba medio descuartizado en el Workshop. Quizás a Mihail no le interesaba que la SCAR bajase por su tienda. Pero había tardado demasiado en pensar todo esto, tenía que decir algo afrmativo o si no parecería que mentía.
- Me parece que este tipo estaba la otra noche en el O2. Si le sirve de algo me parece que salió de allí con vida.
La SCAR parecía que hacía bien su trabajo. Se pregutó cuánto tiempo pasaría hasta que finalmente le retuviesen por ocultar información, por su relación con el tema de la plaga o quién asbe qué más. Pero ahora no podía hablar de ello, no si quería entrar mañana en la Catedral del Pensamiento. No obstante indagar algo más no le haría daño.
- Sus cruces rojas, estos gatos...¿tiene que ver algo con la infección esa de la que hablan en la HTV?

-Mucho me temo que eso es información confidencial. De todas formas no debería obedecer a todo lo que se escucha en la HTV o se publica en la Red.- Axel se separó y extendió la mano para estrechársela a Aries. Una vez estrechada la mano, carraspeó unos instantes y se colocó el cuello de la camisa.

-La conversación ha terminado, señor Danel. Le recomiendo que se aleje de los alrededores hasta que la situación se relaje. No queremos más bajas innecesarias.- hizo entonces un saludo militar. -¡Isoka Prevalece!- dicho esto regresó a sus indagaciones ignorando la presencia de Aries.

Desde luego las primeras impresiones no son siempre las acertadas. Ahora Aries hasta se sentía agradecido con el Inspector y la SCAR por el trabajo que estaban realiazndo.
Como no parecía que tuviesen intención de echarle, pasó unos momentos más en la casa, revisando mentalmente que no hubiese cosas fuera de su sitio a parte de la pila de gatos y los agentes de la SCAR, claro.
Sentado aún en la butaca del salón, sacó su intercom y escribió a su madre. Algo escueto y sin dar muchos detalles, por si acaso Sabra o quien fuera que les acechaba estuviese vigilando sus comunicaciones.

Sentado ahí, sin hacer nada, empezó a asentirse incómodo por las fortuitas miradas de los agentes del orden. Intentaba pensar el siguiente paso, pero el ir y venir, el sonido de los comunicadores de radio de los agentes, el olor a gato muerto...Todo eso no conseguía si no molestarle, mucho. Se levantó y salió de la casa. Necesitaba ahora mismo un lugar relajado para pensar y descansar. y en el breve descenso en el ascensor ya había llegado a una conclusión. Estaba claro que Sabra o quien sea que le mandaba gatos muertos conocía su casa en el Happy. Lo más sensato sería probar suerte en su apartamento de los Discos. Pero antes debía dejar de llamar la atención. La ropa que llevaba era acertada, muy sencilla, no como sus pantalones y chaleco llenos de bolsillos de siempre. Lo que fallaba era su medio de trasnporte: su querida tribike era potente, tenía presencia, era primorosa y no pasaba desapercibida. Además de nada servía intentar no destacar si provocaba a su paso un estampido de 100 decibelios. Muy a su pesar debería volver al Happy y dejarla aparcada en el garaje.
Y quizás de paso comprarse un gorro. ¿Una peluca?