Al fin juntos [D3 S14]

La llegada al "cubil" que el grupo había establecido fue bastante discreta. Daga y Hank llegaron sin pena ni gloria, evitando un encuentro directo con ninguno de los compañeros que a esas horas estarían comatosos en sus camas. Las horas pasaron y Hank tardó bastante en despertar. Mihail se ocupó de sus heridas igual que hiciera en su momento con Daga y, por culpa de dicho tratamiento, su sueño se prolongó bastante.

La soldadura de su hueso parecía relativamente firme y le habían augurado que el gel regeneraría por completo la movilidad de su articulación, no obstante, aquello no era lo que más interesaba a Hank aquella mañana. Cuando sus ojos se abrieron, en lugar de un techo oscuro y una penumbra acogedora unos ojos muy familiares se encontraban frente a él, dándole la bienvenida al mundo de los vivos.

-Por fin te despiertas, si esto te hubiera pasado ahí fuera ya serías carnaza para los lobos.- Kash sonrió mientras se cruzaba de brazos satisfecho de que, finalmente, su buen amigo despertara. Al otro lado de la puerta Korki y Nenneke se gritaban improperios el uno al otro debido a alguna cuchillada por aquí y por allá que la chica había propinado como bienvenida a los recién llegados. La cavernosa voz de Rourk se carcajeaba mientras la particular pareja representaba la obra de todos los días.

-Estos cabrones siguen igual que siempre... al final tendremos que pegarles un tiro para que no nos revienten los tímpanos.- miró hacia la puerta y después hacia Hank. -
¿Cómo te encuentras? Los chicos dicen que ayer estuviste pasándotelo bien.

Los ojos de Hank se entrecerraron para acostumbrarse a la claridad, y poco a poco se incorporó sobre la cama, apoyando los pies en el suelo. Parecía que el dolor de su brazo comenzaba a desaparecer, así como recobraba prácticamente toda la movilidad.

- Así que has sobrevivido, perro, y por lo que escucho ese gilipollas también... - Con la voz aún ronca, se pasó la mano por la cara para desvelarse un poco. Se alegraba de verlo, pero hacía mucho tiempo que Hank había perdido algún tipo de efusividad emocional, si podía llamársele así. Se levantó como pudo y le dio una palmada en el hombro al pasar a su lado, mientras caminaba hacia un asiento, donde estaba colgada de mala manera parte de su ropa. - No ha sido nada, ya estoy como nuevo. Lo que venimos, ya sabes. Unos cuántos tiros por aquí, un par de explosiones por allá.

Se sentó y se puso las botas, aclarándose poco a poco la garganta provocándose una ligera tos. Notó como la mano izquierda presentaba síntomas de comenzar a temblar ligeramente de un momento a otro: era buena señal, en realidad, pues significaba que todo volvía a la normalidad y no había daños graves. Pero no dejaba de resultar molesto. Se tragó rápidamente dos pastillas.

- ¿Dónde cojones habéis estado?

-Es algo largo de explicar.- Kash siguió con la mirada al hombre y terminó sentándose en la cama que éste acababa de abandonar. -Después de atravesar las puertas y tener que separarnos para evitar todos esos ojos volantes...- el chico gesticulaba con las manos haciendo que éstas fingieran ser hélices como las que los centinelas del Hades utilizaban para autopropulsarse. -... Tyroh, Harvi y yo tuvimos algunos problemas. Unos hijos de puta más locos que el viejo Jeremiah montados en unas motos empezaron a perseguirnos. Por suerte para nosotros, conseguimos escondernos en unos pantanos que hay al oeste de allí. Harvi no tuvo esa suerte...- Kash miró durante unos instantes el suelo y negó con la cabeza.

Pasaron unos instantes en los que Hank pudo darse cuenta de que algo había cambiado en él, parecía como si su forma de actuar, su forma de explicarse y de sentir lo que le rodeaba fuera ligeramente diferente. Kash suspiró y volvió a mirar a Hank con seriedad.

-Un tipo contactó con nosotros. Decía que venía de parte del "Huérfano" y que él era nuestro salvoconducto en la ciudad. Nos explicó que nos habíamos separado en tres grupos y que deberíamos llevar a cabo una serie de recados antes de poder unirnos. ¿Has oído la masacre de los gatos allá en la Ciudadela? Tyroh y yo dimos buena cuenta de ellos...- de nuevo aquella sombra en su rostro. Kash se levantó y caminó hacia una de las ventanas holográficas que representaban una noche sin luna, lo más parecido a la oscuridad de la Umbra y lo único que permitía a Hank dormir con tranquilidad. Kash apoyó la mano sobre la pared y dio la espalda a Hank.

-Eso fue fácil pero después empezó a pedirnos otras cosas...- negó ligeramente con la cabeza y volvió a sonreír. -Pero ya da igual. ¿Cómo os ha ido a vosotros?

Notaba como el ligero temblor pasaba, y se ató los cordones de ambas botas. Su ceño se frunció y observó a Kash por unos instantes, mientras se incorporaba.

- ¿Harvi está muerto? Joder. - Hizo un gesto de desagrado con la cara, al tiempo que daba un par de pasos. - Pues estamos jodidos. Si antes dabamos muchos palos de ciego con él, ahora a ver como nos las ingeniamos para los números. Vamos a tener que pedir más ayuda de los tipos de aquí... y eso no me gusta.

Cruzándose de brazos, se quedó ahora donde estaba. No parecía querer hablar de ello, y no es que no quisiera saberlo, pero no estaba como para insistirle a nadie. Acabaría contándoselo, o él mismo le obligaría a hacerlo.

- No nos ha ido mal. ¿Has escuchado acerca de lo que ocurrió en el O2? Fuimos nosotros. También somos los responsables de la muerte del barón de este distrito, y seguramente no sea el último. - Se crujió los dedos, al tiempo que se dirigía a la puerta. - Ven conmigo, quiero ver al resto. ¿No sabrás por casualidad de qué distrito son esos moteros, no? Ya sabes. Sangre por sangre. Solo que de ellos no van a quedar ni los huesos.

Abrió la puerta que lo conduciría al "salón común" y la atravesó.

Kash no respondió, se limitó a meter las manos en los bolsillos y seguir a Hank hasta la sala principal. Allí Rourk y Wobb se encontraban sentados en la mesa, apoyados sobre un par de platos de comida mientras veían el espectáculo que Korki y Nenneke les ofrecían de forma gratuita. Apartada, como siempre, Daga parecía meditar mientras apoyaba su espalda contra uno de los paneles holográficos.
Para sorpresa de Hank, Sherp también estaba sentado a la mesa con una pila de platos cerca de él y exterminando uno nuevo. El constante jadeo de su dificultosa respiración era muy característico.

-¡Mirad! ¡Hanky ha regresado de entre los muertos!- Rourk comenzó a carcajearse mientras todos prestaban atención a los recién llegados. -Vamos, chaval, cuéntanos cómo os fue por aquel subterráneo...

-¡Sí! La zorra de Daga no suelta prenda...

-¡Que no la llames zorra, cabronazo! ¿Quieres que te corte la otra oreja y se la dé de comer a los perros?- Nenneke, como siempre, cuidando su vínculo con la otra chica.

-Hay partes de mi anatomía que tú misma puedes comerte, nena.- Korki dio un par de pasos con gesto lascivo mientras se agarraba sus partes con sorna.

-¡Te voy a matar hijo de puta!- Nenneke agarró un cuchillo y se levantó de la mesa para abalanzarse sobre él. Sherp, que ya se lo esperaba, alzó la mano y agarró a la chica sin dificultades mientras continuaba comiendo. Se formó un revuelo tremendo en el que los estridentes gritos de Nenneke y las carcajadas de Korki destacaban por encima.

-¡Callaos ya, joder!- Rourk se levantó y pegó un golpe a la mesa para imponer su fuerza.

-Hogar, dulce hogar.- masculló Kash mientras se sentaba.

-Necesitamos saber cuáles han sido todos nuestros movimientos para decidir por dónde continuar. Así que, si a su majestad le place...- Rourk invitó a Hank a sentarse mientras él mismo lo hacía para continuar comiendo. Wobb observaba la escena desde el otro lado de sus oscuras gafas y Daga parecía ajena al resto. Hank sabía que no era así.

- Pues no entiendo por qué, no hay demasiado que contar.

Cruzó la distancia que le separaba de la puerta a la mesa, echando un vistazo y siendo consciente de lo que había a su alrededor. Las discusiones y las carcajadas, los gritos, los insultos. No es que le preocupara en exceso, pero no pudo preguntárselo durante unos instantes: ¿tenía aquello futuro? Él mismo se había odiado a sí mismo cuando se lo preguntó, pues Daga le había hecho prácticamente la misma pregunta días atrás y bien podría haberla matado. Los tipos con los que se había enfrentado eran unos ineptos y unos lunáticos, pero... mantenían cierto orden. Cierta disciplina. Su grupo solo era disciplinado cuando se trataba de acabar con la vida de alguien o de seguir los... "planes". Si es que se les podía llamar así. Solo colaboraban cuando se trataba de matar y de sobrevivir. La hermandad era una farsa, una cortina de humo. Dadles un objetivo común y darán sus vidas... pero manténlos aburridos y no tardarán en matarse entre ellos.

Ya les había ocurrido en la Umbra.

- Kash me ha contado lo de Harvi. - Pasó por detrás de Sherp y le dio una palmada en su enorme espalda, y llegó hasta su asiento. - ¿Dónde están Tyroh y Katy? No me jodáis diciéndome que también están muertos.

Se sentó y se apoyó por completo en el respaldo, cogiendo aire por la nariz y cerrando los ojos por unos instantes. Él nunca tenía dudas. Y este no era un buen momento para tenerlas. Rourk estaba al mando, para bien o para mal, y sus vidas en realidad no valían una mierda. Harvi había sido el primero en caer... y estaba convencido de que no tardaría en unírsele alguno más.

- Bueno, podría decirse que este sector ya nos pertenece... - Hank les contó como fueron las cosas en los subterráneos, sin entrar en demasiados detalles. Movía de vez en cuando el brazo, que notaba a veces entumecido, y agarró uno de los platos. Delicioso. - Hemos acabado con esos tipos, pero esto es solo un termitero de los muchos que hay en la ciudad. Cada sector es controlado por un grupo como este, tan lunático o más. Si los tipos que acabaron con Harvi son los dueños de su sector, ya tenemos localizados un posible nuevo objetivo. - Notó como alguien detrás de él estaba a punto de decir algo, posiblemente Korki, pero levantó la mano al tiempo que con la otra daba unos leves golpes en la mesa. - PERO con cabeza. No podemos atacarles a lo loco, ni siquiera hemos asegurado nuestra posición en este sector. Soy el que más ganas tiene de meterles sus motocicletas por el culo, pero me niego a que perdamos a un miembro por día.

Se detuvo, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Sabía bien que a Rourk no le gustaba eso; que tomase una iniciativa que le pertenecía a él. No sería la primera vez que Hank desafiaba al líder del grupo, y más teniendo a Wobb como su mano derecha comiéndole la puta oreja, pero aquello era innecesario. Rourk había tomado buenas decisiones en el pasado, y seguiría haciéndolo.

O eso esperaba Hank.

No voy a engañaros, la cosa no pinta tan bien como creíamos...- miró a Wobb y éste encendió un aparato que proyectó una figura holográfica en el centro de la mesa. Al parecer se trataba de un informativo.

Tal y como se sospechaba en un principio la amenaza biológica que se ha descubierto en los Discos Residenciales parece proceder de una extraña cepa ajena a la ciudad. Las autoridades piden cautela y el Gran Consejo está barajando la posibilidad de una cuarentena preventiva de los Suburbios y los barrios más afectados por la epidemia en los Discos Residenciales. Ya son 24 las víctimas que esta nueva enfermedad se ha cobrado en nuestra ciudad, al menos que se conozcan. Extremen las precauciones, no salgan de sus casas.

La mujer hizo una pausa y carraspeó ligeramente antes de continuar.

Cambiando de tema, ayer por la noche fue secuestrada la estrella de danza Kat...

Wobb apagó el aparato y Rourk negó ligeramente con la cabeza, gruñendo.

-Esto es malo... por culpa de la cuarentena tendremos muy jodido movernos por la ciudad. Nos será prácticamente imposible salir de los suburbios y aquí no podemos hacer gran cosa.

-¿Por qué no recurrimos al pez gordo? ¡Joder, alguna vez tendrá que dar la cara!

-El Huérfano no se expondrá a que se conozca públicamente su identidad. Según hemos oído Tyroh y yo, es alguien que está pegando duro por aquí abajo. Tendremos que conformarnos con el médico y su pipiolo.- Kash se cruzó de brazos y se recostó en el asiento.

-Pero no podemos seguir aquí de brazos cruzados... ¡Debe de haber algo que podamos hacer!

-¡El problema lo puso el puto Harvi! ¡Él fue quien ha contagiado a los jodidos gusanos y quien los ha puesto en guardia! Y para colmo Tyroh ha desaparecido después de liquidar a los gatitos. ¿En serio? ¿Matar gatos? ¿Para eso nos utilizan?- Korki daba vueltas increpando al aire. -Maldito montón de mierda...

-Los gatos eran sólo un símbolo, Korki. No entiendes la forma de pensar de esta gente. El Huérfano quiere golpear en lo más profundo de la raíz de este árbol y para eso necesita amedrentar lo moral de los dirigentes. La muerte de los gatos era una denuncia social, era una queja sin formalizar acerca de la diferencia de vidas entre las personas de arriba y las que están aquí.

-¿Y a mí qué cojones me importan las denuncias sociales o lo que le salga de los cojones al lunático ese? ¡Estamos aquí para hacer caboom con todo este montón de mierda.- Korki empezaba a perder los nervios con el chico. No obstante, Kash se levantó, desafiante, y le gritó abiertamente.

-¿Y para qué quieres cargarte el único sitio en todo el puto planeta en donde aún se puede vivir bien? ¿Eres gilipollas acaso?- Kash también se estaba enfureciendo.

-Repíteme eso, mariconcete, y te daré placer con el cañón por el culo.- el aire podía cortarse debido a la tensión. Rourk fue consciente de que aquello se estaba desmadrando y se levantó.

-¡SENTAOS!- ambos reaccionaron y, poco a poco, dejaron su lucha para más tarde. -Estoy harto de vuestra falta de disciplina.- se permitió el tranquilizarse y, cuando iba a continuar, la tenue voz de Nenneke surgió desde su asiento.

-Odio decir esto, pero Korki tiene razón. ¿No estábamos aquí para acabar con todos los asquerosos gusanos? ¿Desde cuando tenemos que tener ahora miramientos?

-Lo único que digo es que no nos sirve de nada destruir la ciudad si con ellos nos condenamos a todos. No solo a nosotros, a la propia humanidad... ¿No lo entendéis?

-Lo que yo entiendo es que te han comido el coco, chico. Dime qué te ha pasado.- la grave voz de Wobb se dirigió hacia Kash, directa y perforante, como una bala recién fundida en la recámara. -No te habrás enamorado de alguna alimaña de por aquí o algo así, ¿verdad?- el silencio fue sepulcral.

-¿Enamorarme?- el chico puso cara de total confusión. Miró entonces a Hank, como buscando una excusa y después al resto. -¡Ni de coña!- de nuevo se hizo el silencio.

-¡Bah! A la mierda...- dijo mientras salía de allí. Nenneke hizo ademán de levantarse pero un gesto de Rourk le indicó que no debía hacerlo.

Pasaron largos instantes en silencio hasta que Daga decidió hablar.

-Contemos o no con Kash, tenemos que reaccionar ante tanta represión. Deberíamos buscar aliados, aclararnos con el tal Huérfano y buscar a Tyroh. Dejemos el drama para otro día.

Observó el holograma con el ceño fruncido, sin decir nada, su rostro era iluminado y sumido en las sombras según las imágenes que aparecieran. Una vez terminó y comenzaron a hablar, Hank asintió a las palabras de Nenneke, no podían quedarse de brazos cruzados. De hacerlo, en tres días Korki habría matado a Nenneke, Kash habría matado a Korki y él mismo habría matado a Kash. Actividad, necesitaban obcecarse con algo. Una carnada.

Korki había dado en el clavo, ¿para eso nos utilizan? Era consciente de ello, en realidad todos lo eran. Peones en una partida donde no se sabe quién es exactamente el rey. Era una de las razones por las que Hank preocupó tanto a Rourk los primeros días, esa misma reflexión. Aquí, en Isoka, ellos no marcaban su propio camino, su propio destino. Sus objetivos provenían de algún lugar por encima de sus cabezas. Y no seguir esos objetivos significaba ser descubiertos y morir. Era el precio a pagar por la dulce venganza, por el placer del tormento de aquellos gusanos.

- Callaos de una vez. - Dijo, cuando comenzó la discusión, pero aún en demasiado voz baja. Le dolía ligeramente la cabeza y no estaba dispuseto a soportar más gritos e improperios. Observó a Rourk, a sabiendas de que de un momento a otro haría acto de presencia. Una vez lo hizo, asintió y tomó la palabra tras terminar de hablar Daga, aportando como siempre sentido común al debate.

- No podemos quedarnos parados. - Apoyó una de las manos en la mesa y desvió su vista hacia la mujer. - Lo de buscar aliados... no es precisamente fácil. - Sonreía, casi le parecía divertida la idea. - Se que hay grupos terroristas en la ciudad, pero cada uno busca una cosa diferente. Nosotros queremos que Isoka explote. Y si la ciudad se va a la mierda, ellos se van con ella. Ninguno nos apoyará en ese sentido.

Era otro de los dilemas a los que había llegado y que, aún, no había hablado con nadie. Y si lo hacía, sería con Daga. Ese tal mecenas que les estaba permitiendo hacer todo aquello... ¿Qué pretendía? No podía ser alguien ajeno a Isoka, pero sin embargo, parecía querer su destrucción. ¿Y si lo que realmente quiere es no destruirla, sino hacerse con el poder? ¿Significaba eso que estaban siendo simplemente utilizados, y que llegado el momento, serían retirados de la partida con una bala en la cabeza?

Maldijo el maldito tiempo libre que tuvo durante la rehabilitación, y el estúpido aire filosófico que le inflaba la mente cuando se drogaba hasta las trancas y que le hacía plantearse todo aquello. Era más feliz en su ignorancia.

- Propongo buscar a Tyroh, necesitamos a ese niñato. Si el Huérfano se niega a a ayudarnos, entonces limitaremos nuestra presencia a los suburbios hasta que se tranquilice todo esto y la cuarentena pase a mejor vida. - Dio un ligero golpe en la mesa, dando a entender que ya había terminado de hablar, pero cuando otro tomó la palabra aprovechó para sujetar al brazo de Nenneke, a su lado, y acercarse para hablar con ella con algo más de intimidad. - Cuando termine esto ve y habla con Kash, entérate de qué cojones va todo esto. Convéncelo, amenázalo, emborráchalo... - Fóllatelo si hace falta, le habría dicho de no conocer bien la reacción que tendría la muchacha. - Como empiece con sus gilipolleces y se niegue a colaborar, juro que yo mismo voy a matarlo.

El ambiente general de la discusión se enfrió bastante, todos sabían lo cercano que Kash era a Hank y daba la sensación de que, repentinamente, un muro había crecido entre el chico y el resto. Nenneke escuchó a Hank con la mirada fija en el infinito. No era la primera vez que le pedían hacer algo así, Hanky sabía a quién pedírselo... no obstante, Kash no era un objetivo que le agradara demasiado.

-Según Korki, Kash dice que perdió de vista a Tyroh justo después de terminar con el trabajo de los gatos allá en la parte alta de la ciudad. No tenemos forma física de subir ahora mismo, así que lo del mariconcete amarillo tendrá que esperar.- Rourk gruñó un par de veces y después se rascó la nuca, tratando de poner en orden sus ideas.

-Daga, se te ve bastante bien desenvuelta por aquí, así que tú te encargarás de buscar esos "aliados" que mencionabas. No voy a exigirte resultados porque no tengo ni puta idea del panorama, está en tus manos.- Rourk hablaba casi de forma solemne. Korki dio un par de pasos hacia delante, tratando de llamar la atención del líder.

-No me he olvidado de ti... ya hablaré contigo.- Korki se dio por satisfecho y, poco a poco, todos los presentes fueron abandonando la habitación.

-Hank, quiero hablar contigo... en privado.

Al igual que todos, Hank estaba preparándose para levantarse y dejar la sala, pero el aviso de Rourk hizo que interrumpiera el acto y volviera a tomar asiento, con la vista fija en su mano, que daba ligeros golpes en la mesa. Cuando ya les habían dejado solos, alzó la vista y observó al líder del grupo.

- Parece que todo vuelve a la normalidad... - Dijo, cualquiera podría haber dicho que era una broma pero por la forma de hablar y la actitud de ambos, el mensaje era bien distinto. - Esta puta ciudad cambia a las personas, Kash es una muestra de ello. - Y Daga, aunque esta al ser nativa de allí, era comodín. - No puedes permitir que olviden la razón por la que estamos aquí.

Había seguido con la mirada a Korki mientras este se marchaba, preguntándose qué sería lo que tenía que habar con Rourk. Si quería convertirse en el ojito derecho del jefe la llevaba clara, pues Wobb presidía y desde el principio de los tiempos ese puesto. Aquel asesino sería siempre el perro rabioso del grupo, el que babea y ladra más que nadie y al que no le hace falta estar acorralado para atacar... y tendría que conformarse. Hank maldijo una vez más, pensando lo mucho que necesitaban a ese hijo de puta.

Deja el tema de Kash en mis manos, chico. No voy a dejar que ningún niñato venga a joder nuestro plan.- miró al desquiciado Korki marcharse de allí. Kash había hecho mucho más daño del que se había dicho en la reunión pero Rourk era consciente de la importancia del chico para el equipo. Además no quería que Hank se andara con remordimientos y mierdas similares si tenía que acabar estrangulándolo con sus propias manos.

-Contigo quiero hablar de cosas más importantes.- Wobb se levantó y sirvió tres vasos de un líquido pardo que olía deliciosamente y reposaba en una botella. -El Huérfano...- Rourk bebió del vaso. Fue un gran lingotazo, al parecer aquel brebaje pegaba fuerte ya que terminó agitando la cabeza. -No me gusta ser la marioneta de ningún señorito de la ciudad... cuando hablamos con Dave sobre nuestro contacto aquí no nos dijo nada sobre hacerle recados a cualquier despojo con ínfulas de misterioso.- Rourk entrelazó los dedos.

Dave... su nombre parecía muy lejano y cercano a la vez. Aún era fácil recordar su repugnante cara desfigurada emerger bajo aquel pretencioso casco de la Lux Corp.

"El Guapo lo llaman... A mí me parece un cabrón más."

A Kash no le gustó desde un principio. Apareció un día, como por arte de magia, y comenzó a hablar con Rourk y con Wobb. Decían que lo tenían todo preparado, que sería muy fácil entrar en la ciudad con su ayuda y que, una vez dentro, el resto sería coser y cantar. Daga, desde un principio, sintió bastante recelo de él pero no había tanta hostilidad entre ambos después de todo. Incluso algo más, una tensión que nadie más parecía constatar...

-Quiero que investigues un poco sobre él... Que averigües dónde coño está y, ya que estás, encuentres al doctor Sahidi.

Rourk volvió a beber del vaso mientras Wobb se sentaba. Aquellos dos siempre estaban juntos y todos eran conscientes de lo enfermiza que resultaba a veces aquella relación. Wobb susurraba al líder en momentos insospechados, su voz parecía ejercer una gran fuerza sobre el hombre. Nadie, ni tan siquiera Korki, bromeaba sobre ello.

-Hemos descubierto que Sahidi se mueve bastante por los suburbios y que, incluso, tiene una clínica por aquí. No quiero que líes ninguna, no antes de saber de qué pie cojea. ¿Entendido?

Bebió del vaso, notando como le ardía primero la boca y luego todo el pecho. Dave... recordaba a ese bastardo. Una masa de músculos con media cara desfigurada que si había algo que odiara más que la Umbra, era a los que la habitaban. Su valía y al mismo tiempo su gran miedo, pensaba Hank; la mutación. Más bien parecia ya más mutante que muchos, con aquella cara derretida como goma recalentada.

Estaba a punto de replicar al respecto de encontrar a Sahidi cuando Rourk dijo que tenía una clínica en los Suburbios... ¿Aquel tipo estaba loco? A él le habían bastado días para saber que allí nadie era bien recibido, pero un V... era como una provocación en toda regla.

- Déjalo en mis manos. - Dijo, rozándose los dientes con el labio inferior, mientras sopesaba por dónde podría empezar. - Algo me dice que encontrar al Huérfano no va a ser cosa fácil, y que antes me tendría que ver las caras con el Guapo. Pero Sahidi será fácil de encontrar. ¿Quieres que le de algún mensaje de tu parte? Algo tendrás en mente para querer contactar con él ahora.

-Ya has escuchado a Daga, necesitamos aliados en nuestra particular guerra. Sahidi puede no estar de acuerdo con nosotros pero él no tiene por qué saber qué es lo que estamos haciendo aquí. Nos vendría bien contar con su ayuda médica para así poder prescindir del chatarrero que el Huérfano nos manda. Quiero romper vínculos con ese cabrón o al final le deberemos más de lo que nos podemos permitir.

Rourk dejó que hubiera un silencio en el que ambos pudieran poner en orden sus ideas. El viento en aquellos paneles holográficos pareció agitarse como si, de alguna manera, pudiera empatizar con lo que allí ocurría y adquirir un carácter tempestuoso como el que se estaba cocinando.

-Gánate su confianza y averigua qué es lo que sabe. Él ya estaba aquí cuando llegamos, nos será muy útil saber todo lo que pueda decirnos.- se recostó sobre la silla y terminó su vaso. Dejó caer el cristal sobre la mesa provocando un ligero estruendo y después respiró profundamente.

-Y ahora largo. Todos tenemos cosas que hacer.

Gesticuló al tiempo que asentía.

- No se si la mejor opción es enviarme a mí a hacer migas con alguien, pero yo me encargo. - Seguía teniendo sus dudas acerca de ser capaces de encontrar aliados, pero si Rourk estaba dispuesto a encontrarlos sería por algo. Dando por cerrada aquella conversación, arrastró tras de sí el asiento y se levantó. - Mantenedme informado.

Desapareció de la sala común, ordenando como podía algunas de las ideas de su cabeza. No eran pocos los sitios que tenía que visitar, y algo le decía que lo peor aún estaba por llegar. Y era mejor así, mantener la mente ocupada; o llegaría incluso a pensar que la ciudad comenzaba a afectarle incluso a él.