Noche de Ballet [N2, S14 // Edificio Ópera Suma]

Aquella iba a ser una gran noche. El edificio Ópera Suma brillaba en toda la ciudad por su iluminación exterior. El acabado en mármol blanco reflectaba la luz de los focos, pareciendo que radiase luz propia. Casi se podía apreciar desde cualquier punto de la ciudadela. El gentío se acercaba de forma correcta y ordenada hacía el interior del recinto, adornado con rosas rojas. La sala se fue llenando de trajes, vestidos elegantes, llamativas joyas, sutiles perfumes, y altos tacones que resonaban en la perfecta acústica de la sala, como pequeños repiqueteos que hacían la espera aún más impaciente.

La multitud tomó asiento, las luces se atenuaron y el silencio simplemente se hizo hueco en la sala. Tres golpes de batuta sonaron, haciendo comenzar la música. No había duda que los mejores músicos de todo Isoka se concentraban allí, para acompañar al Ballet Imperial Isoka, en su estreno más esperado: Romeo y Julieta.


Bailarines ataviados con ropas clásicas se abrieron paso en el escenario, entre luces que emanaban desde diferentes puntos del auditorio, haciéndoles visibles entre la oscuridad de la sala. La coordinación era perfecta, los movimientos medidos, un espectáculo digno de ver. Como si de una cámara lenta se tratase, la música se fue pausando y los bailarines adormilando sus movimientos hacia un lado del escenario. De entre las sombras apareció Julieta. Ataviada con un vestido de seda blanca, volátil, que dibujaba su delicada figura en cada giro. Su rostro mostraba la dulzura e inocencia de Julieta, su interpretación era sublime. Parecía que años de trabajo daban su fruto, colocándola en lo más alto.


La expectación se palpaba en la sala. Romeo se dio paso en el escenario, la tan esperada escena en el balcón no dejó indiferente a nadie. El espectáculo continuaba, la música cambiaba su ritmo acompañando el sentimiento que el baile transmitía, angustia, odio, temor, venganza, tristeza... y por último, amor. La historia de trágico final conmovió al público.

Las luces se apagaron, dejando en total oscuridad la sala. Los enamorados tendidos sobre el escenario fue la última imagen que ofrecía en Ballet. Una oleada de aplausos se alzó de pronto, la gente en pié aplaudía emocionada. Las luces volvieron a encenderse, esta vez en toda la sala. Los bailarines, todos, estaban en fila en el escenario haciendo una leve reverencia hacia su entusiasmado público.

- Maravillosa... - Murmuró Romeo a Julieta entre aplausos, agarrandole la mano. Ella, se limitó a sonreír haciendo de nuevo una reverencia hacia su público.

Los bailarines se retiraron hacia sus camerinos. Llegar hasta ellos era difícil entre las felicitaciones y la emoción entre bambalinas. Sin duda había sido un éxito. Por fin Julieta llegó hasta él. Un camerino amplio, bien iluminado ahora desordenado entre ropa y maquillaje. Se sentó frente al espejo y suspiró, miró sus ojos, con orgullo.

- Cómo me hubiera gustado tenerte aquí...- Susurró

-Has estado espléndida, cariño.- Mimi entró dando fuertes aplausos a la artista que ahora descansaba en su camerino, escudriñando su propio rostro como si se tratara de un hermoso cuadro. -Sé que siempre te digo esto cuando terminas la actuación pero... estoy muy orgullosa de poder llamarte mi Primaballerina. Eres la Anna Pavlova de esta generación, cielo, y ya va siendo hora de que te traten como tal.- la mujer agarró una silla y la puso de medio lado, para poder sentarse y charlas con la artista.

-Ha estado aquí Percival Fenn, el famoso compositor, y quiere escribir una pieza únicamente para ti. Estamos hablando de revolucionar el mundo de la danza de manera definitiva, cariño. Una pieza para ti, igual que la que escribió Michel Fokine para Pavlova. ¿Te imaginas? Mi Primaballerina con su propia "muerte del cisne"... ¡AHHHHHH!- gritó de repente. -¡Creo que me va a dar un ataque!

La mujer parecía al borde de la histeria pero no sólo ella se encontraba en ese estado de nerviosismo. El pasillo tras la puerta parecía igual de agitado que una carretera en plena hora punta. ¿Qué estaría pasando?

La escandalosa entrada de Mimi la sacaron de sus pensamientos. Sonrió al verla, siempre tan euforica y alegre. Comenzó a quitarse los adornos del pelo y las horquillas, dejando caer su melena despeinada mientras Mimi hablaba.

- Gracias gracias.. Siempre logras sacarme los colores. Eres una exagerada, ¿lo sabes? - sonreia ante la situación, estaba orgullosa por el trabajo, y en parte que se viera reconocido era una sensación muy agradable. - Creo que aun estoy muy lejos de Anna...

Comenzó a desmaquillarse a la par que Mimi se sentaba en la silla y continuaba hablandole. Le hacía reir con sus gestos, era tremendamente divertida. Su grito final la hizo reir a carcajadas. - ¡¡ Primero habrá que verlo!! ¡¡No adelantemos acontecimientos!!

Se giró hacia la puerta al oir cierto revuelo fuera. La gente debia estar nerviosa y emocionada por la actuación. Miró a Mimi y agarró sus manos. - Nos tomaremos esto con calma. No quiero precipitarme demasiado. ¿si?.. Quiero cambiarme rápido y salir de aquí. Tengo un hambre voraz! ¿Qué te parece si nos vamos a cenar a aquel restaurante de la ultima vez?

-Nada de eso, cariño. Ahora mismo te vas a vestir...- Mimi se acercó a ella y empezó a quitarle las zapatillas, las medias y demás. -Vas a desmaquillarte y soltarte el pelo porque, ¿sabes qué? ¡EL AYUDANTE DE IONE NAMORI ME HA DICHO QUE LA PRIMERA CIUDADANA QUIERE CENAR HOY CON EL ELENCO! ¡AHHHHHHHHHH!- Mimi dio unos cuantos saltitos emocionada y entrelazó los dedos de sus manos.

-Se ha quedado impresionada con tu actuación cariño y vamos a cenar hoy con ella en el restaurante "Delicatessen" el mítico origen de la cadena "Sarah's" ¿Podría ir mejor la noche? - sonrió mientras la gente continuaba chillando y correteando de un lado para otro, evidentemente todos habrían recibido ya la noticia.

Mimi empezó a deshacer el enrevesado peinado de Katie y cepilló su cabello perfecto para la ocasión. Mientras tarareaba lo último de las 2NE1 sus ojos se posaron sobre una pila de ramos de rosas y otras flores; la sonrisa picarona de Mimi quedó eclipsada por la imagen de Katie frente al espejo, pero aún así el tono de su voz era suficiente para imaginar su gesto.

-¿Y esas flores, cariño? ¡No me digas que Desmond sigue intentando cortejarte... ¡qué mono! Es la primera vez que veo a un actor de la gran Holoesfera encariñarse tanto de alguien ajeno al mundillo; te gusta eh...- Mimi sonreía mientras daba golpecitos incesantes en la espalda de la chica. Desmond Leroy era un actor muy conocido en la Ciudadela. Solía interpretar papeles de tipos duros y de algún que otro tipo de los suburbios debido a su aspecto. Sin embargo, desde que vio a Katie actuar estuvo persiguiéndola con flores e invitaciones para salir juntos. Tanto es así que incluso hizo una entrevista con la Cuore Deluxe para declararle su amor, romanticista y puro, públicamente.

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Para la musa que da ritmo a los latidos de mi corazón. Venga Katie, déjame verte.

La voz se desvaneció tras presionar el botón de la tarjetita, Mimi reprimió una carcajada. Realmente el chico le daba pena, porque seguía intentándolo sin que Katie ni se pronunciara aún.

-Tu chico es un poeta.- rió.

Su cara cambió por completo al oir el nombre de Ione Namori... Un gesto de inexpresividad inundó su rostro. Su cabeza maquinaba a 200 por hora, imagenes, voces, recuerdos que le saturaban en cuestión de segundos. Tan solo duró unos instantes, para volver a sonreir a Mimi, mostrando cierta sorpresa y sobre todo, ilusión por el hecho.

" Estamos más cerca, un paso más cerca... "

- ¿Delicatessen? Wow!! - La veia de un lado a otro, nerviosa, mientras ella sentada frente al espejo, ahora girada hacia ella, la miraba. - ¿Y crees que podré sentarme cerca de ella?... Sería increible poder conocerla... - Se levantó hacia un pequeño armario, sacando de él un vestido largo, elegante. Se lo puso por encima con la percha. - ¿Crees que estará bien? Es un poco tarde para ir de compras.. Quiero impresionar Mimi... - Se miraba el vestido en el espejo ladeando la cabeza, pensando si sería adecuado.

Miró a Mimi y al ramo de rosas. Temiendose lo peor. - No, no me gusta ... Pero él parece no cansarse... ey! Deja eso! - Intentó sin exito arrebatarle la tarjeta a Mimi antes de que la pulsara. Sin duda, era demasiado cursi hasta para Mimi. - No es mi chico... ni es poeta... Desmond es un caprichoso, y yo soy su nuevo capricho... ¿Has leido el Cuore?.. Ahora la gente no deja de hacerme preguntas y preguntas... Y no por el Ballet!! Sino por él!!! Quizá deba verle, para que se le pase la tonteria antes de que haga algo aún peor... Olvidemos este tema. Lo importante ahora es esa cena...

-Estoy de acuerdo, cariño, lo importante es esa cena ahora. Espero que no haga falta mencionar que es una gran oportunidad, ¿verdad? Podríamos lanzar al estrellato tu carrera y actuar por todo lo alto, lejos de teatros que, aunque bien considerados, siguen estando en los Discos Residenciales.

-Menuda gilipollez... te estás superando, Mimi.


El bailarín había aparecido con sigilo y se encontraba apoyado en el marco de la puerta. Dobroslav siempre se había considerado el rival artístico de Katie y el rollo de Desmond le parecía especialmente divertido. Sonrió con los brazos cruzados, ya cambiado tras la actuación.

-Genial...- Mimi miró a Kate a través del espejo y se giró hacia el intruso. -Oye Stefan, ¿no tienes ningún otro sitio al que ir? No sé... peluquería, lavabo, centro de desintoxicación...- la risa histriónica del tipo rompió el ataque y el bailarín comenzó a aplaudir con desgana, a una velocidad que rozaba la de un perezoso que tan de moda se habían puesto en la Ciudadela.

-Perdona que no me eche a llorar, estoy demasiado colocado.- miró a Kate. -Dicen por ahí que la Primera Ciudadana os ha invitado a una cena en el Delicatessen. Veo que tus jueguecitos de furcia con Leroy están dando sus frutos.- su sonrisa repugnó a Mimi que empezó a cabrearse. Agarró el primer objeto que pilló y se lo lanzó a la cabeza. Dobroslav, acostumbrado a esos ataques de furia, salió por la puerta y cerró, impactando el tacón contra la misma.

-¡Anda, cállate!

-¡Tened cuidado por ahí! ¡Nunca se sabe si podría pasar algo!- se escuchaba a través de la puerta.

-Uy... me pone enferma. Cualquier día me inventaré que es un replicante y lo colaré en una fiesta de las Damas V.- suspiró y volvió al tema. -Ignórale, debemos concentrarnos en...

"Toc toc toc"

-¿QUIERES DEJARNOS EN PAZ?

-El coche ya está listo...


-¡Ay! Ramsey, cariño, lo siento... Stefan ha estado por aquí alterándonos un poco. - miró a Katie. -Vamos, cariño, la fama nos espera.- y sonrió mientras tiraba de su mano.

Mientras escuchaba a Mimi se metió detrás de un pequeño biombo del camerino, cambiandose el vestido. La voz de Dobroslav siempre era tan crispante. Terminó de cambiarse, dirigiendose al espejo, haciendose un moño frente a él. Intentando no hacer demasiado caso al tipo en cuestión. Para ella, no existia.

- Jueguecitos de furcia... - murmuró repitiendo las palabras del tipo, que más que un bailarin parecia un actor fracasado e infeliz. - Qué mala es al envidia.. Quizá seas tu quien quisiera recivir flores de él ... - murmuraba mientras terminaba de maquillarse para la cena. Escuchó el portazo y la amenaza que lanzó tras la puerta.


- Esta frustrado.. no le hagas ni caso. - Se giró a Mimi, ya arreglada. La puerta sonó de nuevo, la miró de reojo pensando que era otra vez el tipo. Respiró aliviada al ver a Ramsey. No le conocía demasiado, pero siempre le pareció un hombre correcto. Se dejó arrastrar por Mimi, salió del camerino, mirando de reojo la pequeña pantalla de la puerta que en letras luminosas ponia su nombre.... Katie Render.

La salida de la Ópera Suma fue, cuanto menos, complicada. Los fans no paraban de gritar y de entorpecer el paso de las estrellas, de tal forma que cuando llegaron al exterior ya estaban las limusinas esperando frente al edificio. El camino hacia los vehículos fue lento y tedioso, Mimi no paraba de agarrarse a la mano de Katie y señalar a los carteles luminosos que reproducían el apoteósico final de la obra. Se veía cómo de fondo la gente se alzaba a aplaudir, muchos de ellos llenos de lágrimas, por la magnífica interpretación de la bailarina. No obstante, no todo el mundo estaba tan efusivo.

En la distancia, Katie pudo ver a Dobroslav apoyado contra una columna con los brazos cruzados y una sonrisa en aquellos labios que parecían gusanos en plena reproducción. Mimi, quien conocía muy bien a su amiga, le pegó un tirón del brazo.

-No te hagas eso, cariño. Deja de pensar en él y comienza a pensar en tu glorioso futuro.

La limusina se abrió automáticamente y todo el elenco se dividió en tres vehículos. Junto a Katie viajaban los inseparables Mimi y Ramsey junto a unas cuantas bailarinas que hacían el fondo de la obra. En menos de lo que se replica un gen, los vehículos comenzaron a moverse y el servicio automático de bebidas, se abrió para ofrecer a los viajeros todo tipo de comodidades.

Mimi y Ramsey tomaron ambos un mistela de melocotón mientras las chicas, que tenían que cuidar la figura, prefirieron una Coca-cola Subzero, de la nueva gama de granizados dietéticos.

-¡Un brindis por la Compañía Zesanros!- todos alzaron sus copas y brindaron con felicidad.

Los segundos hasta la limusina parecían eternos. La gente aclamaba y entorpecía la salida buscando a Katie y al elenco de bailarines. Mantuvo la mano de Mimi agarrada con fuerza, dejándose guiar por ella. Una mano salió de pronto de entre la multitud enganchando su brazo. Katie se giró de forma brusca tirando de él para soltarse, perdiéndole entre la multitud de personas a su alrededor.

Él la mantenía agarrada del brazo, fuerte, marcando los dedos en su piel. No tenía intención de soltarla. Allí se encontraba, sola, en ese nauseabundo callejón, cansada de correr. Su mirada cayó al suelo derrotada, este era el fin, qué poco había durado su intento de huir.

- No irás a ninguna parte... Vuelves a ser mía... - El hombre acercó la mano que tenia libre hacia el interior de su traje, un traje negro de corte elegante. Sacó una arma con la que sin dudar le apuntó primero a la sien, bajándola hacia el pecho apuntándole al corazón. - No dudaré en disparar si no colaboras...

- ....¡¡¡Corre!!!....- Una voz grave sonó desde las sombras en el callejón, y acto seguido, un disparo.

El sonido de los fuegos artificiales retumbó a la par que salía de sus pensamientos. Ya casi estaban llegando. Miró atrás de nuevo con recelo, fue entonces cuando vio a Dobroslav como observaba cual buitre esperando a su presa, tan soberbio... Era una persona dañina, de eso no tenia duda. Escuchó a Mimi y sintió a sus palabras.

- Mi glorioso futuro... - Sin duda lo sería, tarde o temprano, lo sería.

Subió a la limusina acomodándose entre las risas de las bailarinas nerviosas, tomó la copa que Mimi le ofrecía, la alzó y sonrió al brindis. - Por la compañía! .. - Acercó la copa a sus labios bebiendo un sorbo. Desvió la mirada hacia uno de los cristales oscurecidos. Las luces del exterior parecían estrellas fugaces reflejadas en el cristal. El momento se acercaba, debería estar nerviosa, pero no lo estaba. Mantenía la tranquilidad y la calma. Miró a Mimi fingiendo nerviosismo, comentando si estarían a la altura de la primera ciudadana, bromeando de los demás de los que deberían hablar o no delante de ella. Los coches pararon, las puertas automáticas se abrieron de nuevo... el viaje pareció realmente corto.

"... No bajes la guardia ni un segundo..."

Lástima que no hubiera terminado. Sólo las puertas de los dos primeros vehículos se abrieron y, sin más, continuaron su viaje. Mimi estaba extasiada, quizás demasiado, tamborileaba con los dedos sobre su copa y sus ojos se movían de uno a otro lado a través de las ventanas.
Volvió a beber de su copa y la recargó en el servicio automático. Ramsey también bebía y las dos bailarinas compartían una misma bebida. Poco a poco, la euforia fue convirtiéndose en una sensación pesada de sopor muy denso.

Antes de que pudiera darse cuenta, Ramsey se desplomó sobre el suelo de la limusina con la boca abierta y humedeciendo el tapizado. Mimi se giró con lentitud y esbozó un gesto de terror que no tardó también de desvanecerse cuando se desplomó dejando caer la copa y su contenido sobre la cabeza del hombre. Las dos bailarinas comenzaron a gritar, aunque no durante mucho tiempo. Acabaron, finalmente, una sobre la otra totalmente fuera de combate. De nuevo los coches se pararon y Katie vio cómo unos hombres salían de las cabinas de conducción y se dirigían hacia los distintos compartimentos de pasajeros. Lo mismo ocurrió con el suyo.

En cuestión de segundos la vida de Katie pendería de un hilo, ¿qué debía hacer?

Sus ojos se entornaron al ver que pasaban de largo del restaurante. Algo no iba bien... en qué dirección iban? Se extrañó durante unos segundos, miró a Mimi y frunció el ceño.

- Mimi... Tenemos que parar en algún otro lugar?... - Ramsey cayó al suelo en ese momento, por instinto fue hacia él. Antes de articular palabra Mimi caía después. Los gritos de las bailarinas acompañaban la escena, aunque durarían poco antes de caer al igual que el resto. Todo pasaba demasiado rápido. Miró a los lados, los edificios que veía a través de los oscuros cristales no parecían serle familiares. ¿Donde estaban? ... ¿Qué estaba pasando?. El coche paró, sea lo que sea aquello no pintaba bien.

El tiempo pareció pararse. Su mente pensaba a su máxima velocidad. Calculaba las probabilidades de que aquello fuese un robo, algo fortuito... quizá aquella amenaza de Dobroslav .. no no el no tendría tantos recursos...En ese caso, ¿Un secuestro?... No tenía sentido.. Pero… Y si… No… Era imposible que alguien la hubiera reconocido, que alguien supiera que era "ella"...¿O quizá si?... El concilio de la máquina se acercaba... La situación era peligrosa. En cualquier caso los hombres se acercaban, no tenía armas ni defensa, sería inútil pelear o huir, no ahora. Si algo había aprendido con el paso de los años es a llevar tu mentira hasta las últimas consecuencias. Se dejó caer al suelo al igual que el resto, sus constates bajaron aparentando los mismos síntomas que el resto.

Un hombre embozado abrió la puerta y Katie sintió que, por unos segundos, se quedaba quieto, observando el panorama. Entonces un segundo hombre pareció acercarse, a juzgar por su aliento, debía haber pasado una tarde espléndida en algún bar.

-¿A qué estás esperando? Agarra a la que te parezca más guapa y empieza a cargarla.- la voz se acercó más y volvió a restallar junto a su oído. -Aunque según tu historial podrías coger al tío. JAJAJA

-Que te jodan.- la voz de un hombre aparentemente más joven que el primero resonó en el interior del vehículo. Katie fue alzada en vilo y, de nuevo fiándose únicamente de su olfato, era el hombre joven quien la había "escogido". Fue llevada de esa forma durante unos instantes y, finalmente la dejaron sobre un suelo frío de láminas metálicas. Durante largos minutos los hombres continuaron con su labor hasta que, finalmente, un gran golpe hizo temblar el vehículo en el que parecían haberla cargado. La oscuridad fue más densa entonces y las voces sonaban amortiguadas por una pared.


Sam... ¿Sam?... ¡Samantha! ¿Qué te pasa? Tengo que hablar contigo...

La puerta se abrió. Las voces de los dos hombres resonaban sobre ella. Katie se mantenia espectante a lo que pudieran hablar y a lo que iba a pasar, " ... agarra a la que te aprezca más guapa..." Despues de todo, la situación no era tan peligrosa como ella esperaba. Al menos no la habian reconocido, no parecia ser un objetivo para ellos. No debía fiarse, aún no conocía nada más, porque sin duda, habian burlado la seguridad de los coches para sedarles.

Su preocupación ahora se centró en Mimi y en el resto. ¿Qué pasaría con ellos?. Con suerte, mucha suerte, les dejarian allí... Intentó agudizar sus sentidos para saber qué les ocurriria sin demasiado exito. Uno de los tipos la llevó hasta otro lugar, Katie aprovechó que los pasos se alejaban para entornar los ojos y reconocer algo de su entorno.

La puerta se cerró. Katie abrió los ojos, todo estaba oscuro. Sea como sea, tenia que salir de alli. Pero las voces sonaban cerca... Se acercó a la puerta que habian cerrado, escuchó con atención si aun seguian allí, en caso negativo, seria buen momento para salir de allí.

Justo cuando Katie pudo pegar el oído en la puerta, el vehículo empezó a moverse. Su movimiento no parecía preciso y la superficie bamboleaba constantemente indicando que era un vehículo con ruedas. Fueran quienes fueran aquellos hombres no parecían tener grandes recursos. La oscuridad se hermanó con la chica durante bastante tiempo, casi dos horas. Las voces se habían apagado totalmente y ni tan siquiera el más tenue murmullo emergía de ninguna parte. Si alguien despertaba en esas circunstancias sin duda alguna el pánico le haría enloquecer. La oscuridad más absoluta, un suelo en movimiento y encontrarse rodeado de lo que parecían cadáveres aún tibios era más que suficiente para desalentar a cualquiera.

Katie tuvo mucho tiempo para pensar y planificar posibles rutas de escape, no obstante, tras intentar abrir la puerta varias veces, decidió que no sería posible salir hasta que alguien desde fuera la abriese y todo apuntaba a que serían aquellos hombres de nuevo. El vehículo, finalmente, se paró y los hombres bajaron reanudando su conversación.

-No sigas tocando los cojones, chico. Hice lo que se me pidió y punto. Lo único que te jode es que tú no tienes la hombría necesaria para hacer determinadas cosas. JAJAJA- la voz sonó estruendosa y, repentinamente, mitigada y casi lasciva. -¿Sabes qué fue lo que más me gustó? Sentir la sangre de aquel poli derramarse sobre mis manos. ¡Qué calentito!

-Eres un jodido enfermo. Cállate de una vez y vamos a terminar con todo esto.- justo en el momento en el que la voz del chico joven sonó, la puerta comenzó a abrirse.

Katie pegó su espalda a lo que parecía la pared fría del vehículo.Tanteó con las manos el lugar, percatandose de lo que había a su alrededor. La oscuridad parecía eterna al igual que el viaje. Sin ver nada ni saber nada más, cerró los ojos pensando en cualquier opción para salir de allí. Demasiadas preguntas sin respuesta, salvo una: ellos no sabian quien era.


Trás varios intentos por salir de allí sin exito, el vehículo pareció parar. Las voces de nuevo se aproximaban a la puerta, las mismas voces de los tipos de antes. La puerta se abrió, Katie estaba consciente, acurrucada en un rincón con las rodillas abrazadas contra el pecho. La luz deslumbró despues de tanta oscuridad, llevando la mano hacía los ojos. Les miró, procurando mostrar un falso nerviosismo.

- No... no se quienes sois, pero si se trata de dinero, podemos llegar a un acuerdo... no me hagais daño.. - Su voz temblaba como la de una niña asustada. Miró hacia fuera, para saber donde se encontraban y al instante hacia dentro del vehículo para ver qué la habia acompañado durante todo el viaje.

Apenas dió tiempo para que terminase de suplicar por su vida cuando literalmente voló fuera del vehículo. La caída fué aparatosa, y Katie gritó de dolor encogiendose en el suelo. Los dos hombres estaban ahí, ahora con rostro... rostros que Katie grabaría a fuego en su memoria. De nuevo se acercó, llegando a besarla, el asco era monumental y su cara lo reflejaba. Sin tiempo de reacción recibió una fuerte bofetada que la tiró de nuevo al suelo. Sus ojos se clavaron en el suelo mientras apoyaba sus manos en él. Escuchaba al tipo gritar... Mamori?... ¿Todo esto era por Ione?.. M-amori?... La ironia de la situación y la estupidez que en ese momento le causó hizo que esbozara una media sonrisa de lado justo antes de que de nuevo la tomara del pelo.

Con el pelo tirante miró al tipo, durante una milesima de segundo su mirada reflejó un segundo apocalipsis mundial. Estaba segura de que ese puño no volvería a impactar en su cara, la situación ya no le causaba problema alguno. Estos tipos no eran más que aficionados que no sabían ni a quien buscaban. Ambos tenian el mismo objetivo, distintos metodos, y sin duda, ellos un coeficiente intelectual en valor negativo.

El segundo hombre detuvo el impacto por suerte para todos. Katie volvió a mostrar su gesto temeroso, al menos, algunos minutos más. Escuchó la conversación de ambos, hasta que el asqueroso entró de nuevo al vehículo sacando a Mimi, ella si que le preocupaba.

El chaval parecía al menos más calmado. Le miró atentamente, sus gestos y su forma de hablar, el tono y el volumen, detalles que Katie apreciaba en los humanos con interés. Asintió a sus palabras, tomando su bolso de nuevo sin la intercom, total, no era especialmente util para ella.

Bajó el volumen y respondió con voz temblorosa. - No sabemos nada.. Jamás hemos visto a esa mujer... os habeis equivocado. - Busco la mirada del chico con la suya esperando al menos que la respondiera. - Katie.. - Miró hacía Mimi.- Ella no tiene nada que ver con esto... no se quienes sois ni qué quereis.. pero esto no es una buena idea..


Una vez conocida la situación, no estaba dispuesta a correr ni un riesgo más. Ahora solo había una pregunta sin respuesta, solo una por lo que seguir con la farsa : ¿Para quien trabajan estos tipos?...

El chico suspiró y se llevó las manos a la cintura.

-Estamos buscando a esa mujer, no tienes por qué protegerla. Simplemente dinos dónde podemos encontrarla y podréis marcharos sin ningún daño.

-¿Pero es que no te das cuenta? ¡Esta zorra se está riendo de nosotros! - el tipo sin media oreja se acercó de nuevo y le dijo con su apestosa boca babeante:
-¿Así que nunca has visto a la Primera Ciudadana? ¿Qué eres una especie de puta recluída?

-Está asustada, dale más tiempo...- el chico intentaba dialogar pero el otro hombre reaccionó de una forma inesperada.

-¿Asustada? Yo le daré motivos para estarlo...- sin mediar más palabras agarró su arma y apuntó directamente a la cabeza de una de las bailarinas del reparto. La sangre salpicó sobre el suelo mientras la vida se apagaba tras el certero disparo.

-¡YIIIHAA! Ahora sí que hablamos con claridad... ¿Dónde está Mamori?

El chico se quedó estupefacto. Katie, a través de los ojos pudo notar la duda en su mirada. Las pulsaciones del joven se dispararon y sus niveles de adrenalina empezaron a aumentar. Parecía sufrir algún tipo de arritmia según sugería su particular ritmo cardíaco y eso era un dato interesante. Mark ya estaba cerca.

Miró al chaval con gesto más tranquilo a raíz de sus palabras conciliadoras, pero la interrupción del tipo inestable la sobresaltó. Ese tipo estaba loco, sin duda, además de no ser demasiado listo por lo que parecía. Razón de más para ser doblemente peligroso.

Katie hizo amago de hablar cuando el zumbado preguntó si conocía a la Primera Ciudadana, callando despues de oir lo de puta recluida. La intervención del muchacho desvió su atención hacia él. Todo despues de eso, pasó muy rápido. Apenas dio tiempo de reacción cuando el arma disparó a la mujer. Era Jane, una de las bailarinas.. Podría haber sido Mimi... Tan solo el azar intervino en su elección.

La sangre en el suelo avanzaba lentamente aumentando el charco rojo bajo la chica. Percibió la reación del muchacho, mirandole de reojo. Aquello no podia ir más lejos, aún necesitaba ganar algo de tiempo, solo un poco más.

- Basta!! - Gritó asustada. - La primera ciudadana nos esperaba en el restaurante.. ella debería estar allí... No sabemos nada más! No la conocemos... - Se levantó agarrando la falda de su vestido largo, mirando al tipo zumbado de frente. - Tan solo somos bailarines!! No tenemos nada que ver con ella!! ¿Quieres encontrarla? Vuelve al restaurante... - Observó su reacción, parecer demasiado atrevida con alguien como él, podría terminar con un disparo para ella tambien. Esta gente debía ser el ultimo eslabón de una gran cadena, apuntar a la primera ciudadana no podría ser cosa de unos tipos como ellos.

-¿Restaurante?- el tipo miró al joven que bajó la mirada y gesticuló como si hiciera un gran esfuerzo para recordar.

-El Huérfano no mencionó nada acerca de ningún restaurante...- el chico negó ligeramente con la cabeza mientras las palabras caían como grandes losas sobre un estanque. Tal fue la fuerza de aquellas palabras que, en pocos instantes, el estanque en sí se desbordó.

-¡DEJA DE JUGAR CON NOSOTROS, ZORRA!- el tipo perdió los estribos y se lanzó hacia Katie. A pesar de que ella trató de arrastrarse hacia atrás , el hombre fue evidentemente más rápido que ella. Sin dificultad la agarró del pelo y la alzó ligeramente hasta tener sus ojos frente a los suyos.

-Si tú no hablas, otra hablará...- el cañón aún estaba caliente cuando se posó sobre la sien de la chica. Katie pudo sentir parte de su piel quemarse al contacto con el arma y pudo también escuchar el minucioso trabajo que decenas de láseres obraban en la recámara plasmática del arma, generando aquel proyectil que pondría fin a su existencia.

-¡NO!- el chico golpeó directamente la boca del hombre y la bala impactó contra el techo. El veterano comenzó a sangrar abundantemente por el labio mientras el chico se interpuso entre él y Kate. -¡Deja de matar sin sentido! ¡Has perdido tu puta cabeza!

El hombre se tambaleaba presa de la sorpresa y el dolor. Finalmente comenzó a reír con nerviosismo y se pasó la mano por la boca, despojándose de la sangre que emergía.

-¡Acabaré contigo, hijo de puta!- el hombre apuntó hacia el chico y, de repente hubo una gran explosión.

¡BOOMM!

La humareda se levantó súbitamente y, poco después, Mark apareció disparando a los malhechores. El chico frunció el ceño confuso y agarró a Katie con fuerza. Echó a correr hacia el lado opuesto tirando fuertemente de ella mientras el hombre herido intercambiaba disparos con su salvador.

-¿Qué cojones? ¿Quién coño eres tú?- el tipo hablaba hacia Mark apoyado en una pared que le serviría de parapeto. Parecía sorprendido pero, desde luego, no parecía entorpecido por la emboscada.

-Vamos, Korki... déjalo...- el chico susurraba mientras miraba hacia el hombre. No había ni rastro de Mark. El chico se giró y miró hacia ella.

-Vámonos de aquí...- abrió una puerta lateral cuyo revestimiento metálico parecía bastante reciente y, en ese instante, se escuchó una nueva voz.

-¡Os habéis metido con quien no debíais! Dejad a la chica y os dejaré ir.

El Huérfano?.. Nunca había oído hablar de ese tipo, pero debía ser el jefe si era quien había ordenado a estos buscar a Ione. En un parpadeo recorrió su base de datos en busca de información, sin éxito aparente. Barón o no, su objetivo era demasiado ambicioso para ser un don nadie.

De pronto, sus ojos miraban a los del zumbado directamente, el arma le apuntaba a la sien, y pese al calor que desprendía después del tiro anterior Katie no se movió ni un ápice. Si el zumbado disparaba se terminaría todo. Qué Irónico, morir a manos de un tipo como él trás años de supervivencia.

El chico sin nombre de nuevo se interpuso, por segunda vez. El disparo resonó sobre ella, pero ya nada más importaba, la mirada de Katie se perdió detrás del tipo, Mark estaba aquí. .. ¡Boom! .. El estruendo y la humareda confundían a todos, pero no a ella. Sin pensarlo dos veces, como un resorte saltó hacia el lado de Mark, pero alguien agarró su brazo antes de poder ni tan siquiera dar un paso más cerca de su libertad. El chico sin nombre la arrastró.

- Nonononono!!!!!... - Ni de coña estaba dispuesta a quedarse en el bando del zumbado, más ahora que ni su propio compañero era capaz de frenarle. - ¡Sueltame! - Bajó el tono de voz a modo de súplica hacia el muchacho mientras la arrastraba hacia el lado contrario a Mark. - Porfavorporvafor.... dejame ir... Porfavorporvafor... - El chico había demostrado no tener mal fondo, quizá lloriquear un poco sería útil. Miraba de reojo el cruce de disparos, Mark sabía defenderse solo, ella misma se encargó de su entrenamiento, pero con estos tipos era difícil dar algo por sentado.

La voz del guardián se abrió paso entre el tiroteo. Ya no estaba sola, él la sacaría de allí. Más adelante tendría tiempo de saber qué ocurría con el Huérfano y esta banda de inútiles, pero a salvo.

-¡YIIIHAAAA! ¿Te está gustando esto, mamonazo?- Korki disparaba sin descanso dejando todo el sitio cubierto de agujeros. El estruendoso enfrentamiento entre los dos hombres hizo que, poco a poco, las víctimas comenzaran a despertar. Las primeras chicas abrieron los ojos y, totalmente aterradas, comenzaron a gritar y a taparse la cabeza y los oídos.

-¡Korki! ¡Vámonos!- pero el lunático no respondía. El chico miró de nuevo a Katie y negó ligeramente con la cabeza. -No puedo dejarte ir. Pero no temas, no te haré daño.- acto seguido hizo a Katie atravesar el umbral de la puerta y después pasó él también.

Al otro lado de la pared continuaban resonando los disparos. Se encontraban ahora en una especie de túnel poco iluminado que se adentraba más en las entrañas de la tierra. El sonido de los disparos quedó cada vez más apagado hasta que, finalmente, fue sólo un murmullo. Las esperanzas de Katie se habían desvanecido casi por completo, Mark no podía atravesar un campo de tiro así como así, él tenía mucho más que perder.

-No sé quién es ese tío, ni por qué te persigue, pero conmigo estarás a salvo. Lo que no entiendo...- el chico hablaba sólo. Caminaba con Katie de la mano con un rumbo fijo aunque desconocido para la chica. -... es cómo demonios logró encontrarnos. Parecía como si pudiera rastrearnos. - entonces miró a Katie y frunció el ceño. Cerró su paso y la apoyó contra la pared de una forma ligeramente agresiva.

-No tendrás algo ahí dentro que funcione como emisor... ¿verdad?- señaló hacia su bolso. El cuello del hombre pareció hincharse y, con la mano derecha, agarró una de sus muñecas y la apretó contra la pared. -¡Habla!

Atrevesó el umbral de la puerta de mala gana. Miró hacia atrás por ultima vez para intentar divisar a Mark. Visto lo visto, era demasiado riesgo para todos. El zumbado disparaba a diestro y siniestro, y sus disparos cada vez se oían menos a medida que avanzaba en el tunel.


El cambio de luz a oscuridad provocó que durante unos instantes Katie no viera apenas nada. Se resignó a avanzar por el tunel, arrastrada por el muchacho sin nombre, aunque ahora ella seguia el paso de cerca. Le escuchaba murmurar aunque no le escuchaba con demasiada atención. Sus pensamientos nublaban toda conversación.


El chico se alteró de pronto. Y Katie le miró con estupor. Se vió arrinconada contra la pared mientras el muchacho le acusaba de llevar rastreador. Sus ojos brillantes le miraron entre la penumbra. Negó con la cabeza mientras sus gestos reflejaban miedo. Sus manos temblaban al igual que su voz.

- Mimi... siempre lleva un rastreador... - Ella ya estaba a salvo, o eso esperaba. Ya solo tenia que defenderse ella. - Es por seguridad.. por... por su trabajo. - Una lagrima rodó por su mejilla. Tiró de su mano para que la soltase. - No se quien eres... ni que quieres de nosotros, o de mi. Pero no creo que te sea de ayuda. ¿Sabes? .. -Miró al lado del tunel del que venian. - No eres como él... ¿Porqué haces esto?

El chico guardó silencio y miró hacia el túnel del que habían llegado instantes atrás. Una sombra de duda crecía en su mirada y, cuando la dirigió hacia Kate, casi pareció suplicante. Negó con la cabeza pausadamente y después se apartó de ella.

-Ya no lo sé... Creía que sí... pero ya no lo sé.- el chico se cruzó de brazos mirando al infinito mar de oscuridad que se abría paso ante ellos. Dirigió entonces la mirada a la cautiva mujer y su voz se tornó cálida.

-Necesito encontrar a Ione Namori y hacerle pagar por sus crímenes. Por tantos centenares de vidas sacrificadas para perpetuar su ciudad de cristal. Mi nombre es Kash.- el chico se irguió y sacó pecho con orgullo. Tras la pausa inspiró profundamente antes de pronunciar las tan temidas palabras. -Nací allá fuera... A mí y a mi gente nos llamáis "ajenos".

Se hizo el silencio tras la revelación de Kash quien escudriñaba a Kate en busca de una reacción. A ciencia cierta daba la sensación de que ni él mismo sabía qué iba a ocurrir, que no sabía ni tan siquiera qué quería conseguir con aquella información.

-¡KASH! Ese jodido hijo de perra... ¡KASH! ¿Dónde coño te has metido?

Kash dio un respingo y miró hacia la tenue luz de linterna que, fugazmente, aparecía y desaparecía escaleras arriba. La mirada del chico pareció dudar durante unos instantes, buscando la solución a sus problemas por el suelo o en algún rincón.

-Ese cabrón se ha hecho fuerte tras el furgón y va mejor armado que nosotros.- la voz del desquiciado se acercaba cada vez más. En ese momento Kash se llevó la mano al trasero y sacó un arma. Se acercó a Katie hasta que su respiración se mezcló con la de ella.

No tienes mucho tiempo...- comenzó a susurrar. -Al final del túnel hay una serie de intersecciones, toma siempre la de la derecha y saldrás a la superficie.- agarró la cara de Kate para que ésta lo mirara fijamente. -No sé por qué estoy haciendo esto, pero no quiero cargar con más muertes sin sentido en mi conciencia...- depositó su arma sobre la fina mano de la bailarina y cerró sus dedos sobre el gatillo. -No dudes, Kat... - el cañón se disparó y Kash cayó contra la pared que tenía a su espalda. Una serie de tubos de aspecto cuproso amortiguaron su caída mientras su pecho, unos centímetros por encima de su corazón, comenzaba a sangrar abundantemente.

-¡AHHHG! ¡HIJA DE PUTA! ¡TE CAZARÉ, ZORRA!- la mirada del chico se volvió furiosa mientras miraba hacia las escaleras, Korki llegaría pronto. -Márchate... rápido...- los gestos del chico se volvieron agitados, indicando a Katie que se marchara de allí.

-¡KORKI! ¡ESA ZORRA TIENE MI ARMA! ¡AAAGHH!- el chico comenzó a golpear el suelo con el puño señal quizás de dolor o de una mayor teatralidad. Finalmente sus ojos, suplicantes, se cruzaron con los de ella. Le tocaba actuar.

La pared contra la que apoyaba la espalda estaba fría, pero no se apartó cuando el muchacho la soltó. Le miraba atenta, definitivamente el chaval no valía para esto. Ladeó la cabeza mientras le escuchaba, por un momento dejó su papel de bailarina para ser ella misma. La inexpresividad volvió a su rostro mientras su mente analizaba cada detalle. Ni tan siquiera la confesión del muchacho la sacó de su ensimismamiento. Alzó su mano hasta el hombro de Kash a modo de comprensión.

La voz del zumbado le hizo girar la cabeza hacía el fondo del túnel. Ese bastardo pagaría tarde o temprano haberle puesto una mano encima. Mark estaba a salvo, y los demás también. Una pincelada de orgullo hacia su guardián surgió al oír al patán que se acercaba. Kash se acercó de nuevo, esta vez no era agresivo como antes, sino todo lo contrario. Era la 3º vez que intercedia por ella, y esta, era muy grande.

El arma se disparó hiriendo a Kash, Katie no dudó ni un segundo ante lo que ocurría. A diferencia de su actitud anterior, ahora parecía una persona diferente. Apuntó con el arma y el pulso fijo hacia el fondo del túnel por el que se acercaba el zumbado. No tenía intención de matarle, no así, aquel tipo merecía algo más elaborado. Disparó varias veces, al menos, serviría para frenarle un poco más, con suerte incluso le heriría. Miró al muchacho que se retorcía en el suelo.

- Suburbios. Sector 13. Busca a Sam, ella te ayudará... Ve solo. - Su voz sonaba serena. - Gracias.. - Murmuró justo antes de salir a correr pasillo adelante. Estaba en deuda con el muchacho, y quizá él sabía más del tal Huerfano. Resultaría interesante al menos tenerle de su parte.

Derecha... Derecha... siempre a la derecha. El tiempo parecía no pasar y el laberinto de túneles eterno. Las voces quedaban muy atrás ya. Por fín una puerta. La atravesó encontrándose en una calle ya en la superficie. Desierta y no muy iluminada. Tomó aire y lo exhaló despacio. Mark no debería tardar en llegar. Parecía que todo se había terminado al fín, o quizá, no había hecho más que comenzar.