La mejor noche de tu vida (N5 / ¿?¿?¿?¿?)

La habitación se encontraba en total oscuridad y, a juzgar por la reverberación de sus sonidos prácticamente vacía. Olía a humedad, pero no a la humedad de un día de fina lluvia programada, sino a una humedad infecta que sugería a la mujer que se encontraba en algún lugar de los suburbios. No obstante, y a pesar de que la mente de Iulianna pudiera abstraerse tanto como para analizar todo su entorno, lo que ocurría con ella tenía mayor relevancia objetiva.

Se encontraba sobre un montón de desechos de origen variado, desde orgánicos hasta principalmente productos de celulosa, con las piernas abiertas de par en par y un hombre embistiéndola con frenesí. Podía sentir su aliento ponzoñoso junto a la cara pero no podía hacer mucho más , ya que el hombre agarraba sus manos por encima de la cabeza con una sola mano mientras con la otra se deleitaba en su anatomía con violencia y repugnancia.

-¿Te está gustando todo esto, zorra?- el hombre continuó jadeando mientras la envergadura de su sexo hacía un daño que Iulianna desconocía hasta el momento. -Claro que te está gustando...- pareció reírse de manera húmeda y babosa. Iulianna sintió un hilillo de ese putrefacto líquido caer sobre su pecho. -Pero no te sientas elegida, zorra. Todos teníamos que elegir a alguna para follárnosla y embarazar a unas cuantas putas de por aquí... OHhh... - Iulianna sintió la semilla de aquel hombre derramándose en su interior sin remedio. Era caliente y densa y, a diferencia de la piel de aquel tipo, blanca como la luna.

-Has tenido suerte de que te tocara conmigo, zorra que embisto, zorra que preño. Así que imagino que funcionará igual con los gusanos como tú.- el hombre pareció perder firmeza y rigidez en sus músculos después de la descarga. El olor de la humedad y la ponzoña pareció hacerse más notable en ese momento. En ese instante, sin previo aviso, el tipo se separó de ella y se guardó aquel falo que perdía rigidez por momentos, bajo unos pantalones ajustados. El hombre era negro e iba vestido de negro. Se había arrancado la camiseta en un arrebato de pasión onanista y Iulianna podía ver cicatrices y símbolos extraños en su piel. Pero lo que más le había intrigado durante todo el encuentro era que él, incluso en aquella situación, mantuvo las gafas de sol puestas.

El tipo se limpió el abdomen ligeramente con los restos de su camiseta y después se los tiró a Iulianna a la cara con una carcajada.

Duele. Duele. Duele. Lo más lógico seria que pensara en algo que me excitara, con suerte eso ayudaría a que dejara de doler. Pero no puedo hacerlo. La sensación de dolor solo va acompañada por la de asco. Me da asco este sitio, me da asco este hombre, pero sobre todo, me da asco esta situación. Su pene entra y sale de mi vagina, noto las fisuras como un dolor intenso que se expande hasta mis ingles. Pero lo peor es sentir sus manos recorriendo mi cuerpo. ¿Quién le da derecho? ¿Por qué a mi? Iuliana Sahidi no le ha hecho daño a nadie. No lo merezco, no he hecho nada. ¿Por qué? ¿Por qué soy tan débil? Me sujeta con una sola mano mientras me penetra. ¿Cómo puede humillarme así? He sido siempre fuerte y resistente, con una voluntad inquebrantable, pero ahora no puedo evitar que de mi garganta salgan ridículas exhalaciones que le excitan aun más regodeándose en mi debilidad. El calvario de mi entrepierna solo por la humillación es mas fuerte que el que siento en el hombro.

El dolor me arrebata las fuerzas para pedir ayuda, solo puedo gruñir. Soy consciente de que mi aspecto debe ser realmente inquietante, no tengo fuerzas para ponerme ninguna de mis mascaras, así que lo que estará viendo ese hombre es mi cuerpo desnudo y una cara de sorpresa con el ceño ligeramente fruncido que no hace sino emitir gruñidos sordos con cada embestida. Pero esta claro que eso solo le hace más patente mi debilidad. Habla y me insulta dejándomelo claro. Si estoy aquí es solo culpa mía, si estoy aquí es porque he fallado en algo. Él solo ha cogido a una al azar y estoy aquí porque no he sido capaz de controlar lo que me rodea. Me expuse sin prevención, ya había visto la debilidad de la seguridad de Sabra y aun así me confié. Podía haberme cogido a mi como podía haber cogida a otra. Lo que me esta pasando no es culpa sino de mi debilidad, no solo física, sino mental. Si hubiera actuado con más inteligencia esto no hubiera pasado.

Noto como eyacula en mi interior y sin mas se aparta, la sensación es aun más desagradable si cabe, el escozor es agudo y noto como la humedad externa lo invade todo. Le miro tumbada desde donde estoy hasta que finalmente me lanza la camiseta a la cara. Noto el desagradable olor de su cuerpo invadiéndome hasta el alma y la rabia haciéndose paso a través del dolor. Ya basta de humillaciones. Ya basta de que esa escoria se ría de mi debilidad. Tras casi un minuto con la camiseta en la cara la agarro con la mano del brazo sano y huelo con intensidad, guardaré su olor hasta el día en el que pueda arrancarle sus podridas entrañas con mis propias manos. Tras eso me limpio con ella la saliva que tengo sobre los pechos mientras con una voz débil pregunto.

- ¿Quie..? – tomo aire para ganar fuerzas – ¿Quiénes sois? ¿Por... por qué...? – noto temblar todo mi cuerpo y las fuerzas flaquear. – ¿hijos? – me concentro y voy paso a paso - ¿Por qué... queréis... .hijos... de mi?

El hombre se acercó y la agarró por el pelo. Sus caras volvían a estar muy cerca cuando él sonrió y dejó que su fétido aliento, que recordaba la podredumbre de sus encías, embadurnara la cara de la mujer.

-Si nosotros fallamos, otros nos sustituirán, así de simple. Iremos escalando este Yggdrasill artificial que habías construido y quemaremos cada una de sus hojas con el fuego del odio. Tú sólo eres una herramienta más y bastante frígida además.- la soltó de nuevo mientras continuaba carcajeándose.

En ese momento, el hombre se giró, parecía escuchar algo. Fue directamente hacia la mujer y le tapó la boca, buscando entre la paja la cinta adhesiva que usó para amordazarla.

-No he llegado hasta aquí para que ahora me capturen así de fácil, ¿verdad? No, no lo harán...- en ese momento, sus gafas se apartaron ligeramente de su rostro y un haz de luz amarilla se deslizó bajo los cristales tintados. La luz era intensa y salía directamente de sus iris. Cuando el tipo fue consciente de ello, volvió a colocarse las gafas y dejó sobre la paja a la ya amordazada mujer. En ese instante se acercó hacia la puerta de lo que parecía ser un cobertizo de la periferia suburbial. Miró al exterior y entonces se filtró un intenso sonido de motores acompañados de un desquiciante: "YIHAAA"

Parecían cuatro moteros, por lo que Iuliana pudo observar a través del umbral de la puerta. Comenzó a sentir frío y la humedad del ambiente se pegaba en su cuerpo como si fuera un insecto.

-Aún tardarán en venir...- afirmó severamente. Volteó hacia Iuliana y se acercó a ella desenfundando un cuchillo. La agarró de nuevo por la cabellera y olisqueó su aroma, deslizando el cuchillo a la altura del cráneo y dejando una visible calva en el lugar donde el gran mechón de pelo se había desprendido.

-Me quedaré esto...- volvió a reír y guardó la mata de pelo en un bolsillo del pantalón. Agarró de nuevo su camiseta y se dispuso a vestirse.

Ya no puedo sentir más dolor, ya no puedo sentirme más débil y más vulnerable, sé que una persona normal lloraría, gritaría, pero yo no soy capaz. Miro al frente pero ya no veo nada. Mi mente no para de recordar los detalles de sus ojos dorados, soy consciente de algo que posiblemente me cambiará la vida.

Entonces arranca mis cabellos y siento que los limites del dolor me superan, me desplomo con la boca amordazada, see que gritar podia ser un error, pero tampoco tengo fuerzas para exhalar un grito, lo que hace inútil la cinta adhesiva. Desde el suelo lo observo ponerse la camisa rota y el resto de la ropa, noto como las lagrimas se acumulan en mis ojos deslizándose tras unos segundos por mi nariz y mi mejilla. Desearía arrancarle su monstruoso falo y hacérselo comer, arrancarle sus malditos ojos y usarlos para decorar la mascara de entropía, desearía hacerle tanto daño que se arrepintiera de haberme elegido, pero soy débil.

Te odio pero me odio más a mi misma. Vete, vete de una maldita vez, y déjame con mi humillación.

Gritos en el exterior alertaron a la particular pareja. El hombre volvió a acercarse a la puerta completamente vestido. Se asomó y tardó unos instantes en reaccionar. Después se giró y volvió hacia ella.

-Tengo que irme, muñeca. Me gustaría decir que volveremos a vernos, pero he tenido polvos mucho mejores así que no cuentes con ello.- volvió a reír y le tiró un poco de barro a la cara. Metió sus manos en los bolsillos y empezó a silbar una cancioncilla.


En poco tiempo el silbido fue haciéndose más y más lejano. La soledad en aquel lugar era prácticamente peor que compartirla con el hombre. Iulianna fue consciente de las ratas y el resto de deplorable fauna que habitaba el lugar. El olor de agua pútrida y estancada hacía horrible la estancia y, justo cuando pensaba abandonar toda esperanza, la puerta se abrió y un hombre la apuntó con su arma.
Tras el susto inicial, el tipo guardó su arma y agitó la cabeza, haciendo pasar a su amado hermano bajo el umbral de la puerta.