Buenas noches [S 13 N 4-Casa de Jack]

La voz de Ricco resonaba a través del auricular. El equipo se encontraba dividido por completo. Una de las explosiones secundarias había provocado la escisión en tres grupos. Por un lado Val y XIII se encontraban abajo con los civiles, desde allí Valerya podía controlar las cámaras y los micrófonos dispuestos por todo el edificio por el equipo de seguridad. Junto a ella, XIII se había encargado de una serie de replicantes cuyos chips de conducta se habían freído con la primera explosión y habían comenzado a atacar al personal.

Por otro lado, Ishi y el Teniente Pliskin habían tenido que acudir a la torre de alimentación central para reactivar el suministro energético y poder accionar de nuevo el ascensor que mantenía atrapada la pierna de Ricco. No obstante, una vez devuelta la energía, el ascensor continuó su viaje hacia arriba en lugar de devolver al compañero sano y salvo a la planta baja.


Ishimura escuchaba atenta todo lo que Ricco iba narrando y, sin poder remediarlo, fue acercándose más y más al brazo de Jack. Juntos, en la penumbra, sus cuerpos estaban en total tensión mientras escuchaban a su particular cuenta-cuentos.


Y repentinamente se escuchó la explosión. Ishimura pegó un salto descomunal dando con el hombro de lleno contra la pared. El alarido de dolor que emergió de su garganta jamás podría compararse con nada igual. El intercom de Ricco dejó de emitir sonido alguno mientras la mirada de Jack se perdía en el vacío de la culpabilidad.

¡Algo se está moviendo! ¡Está en la planta 64!

La voz de XIII despertó a los abotargados soldados que, tras mirarse durante unos instantes, corrieron hacia los cristales del mirador. Desde allí, con angustia, buscaron con la mirada la planta 64... Allí estaba él. Ricco corría despavorido, saltando por encima de escritorios. ¿Pero por qué? De repente su intercom comenzó a sonar de nuevo. El sonido de la respiración entrecortada del hombre hacía que fuera muy difícil la comunicación, pero aún así, Jack escuchó perfectamente aquellas palabras.

-¡Joder, joder! Sabía que había algo ... - se vio cómo el hombre saltó una silla volcada mientras echaba una rápida mirada hacia atrás.

-¿Qué coño te está persiguiendo?- Ishi comenzó a ponerse muy nerviosa, miraba a todas partes tratando de encontrar un enemigo que abatir con su rifle. Pero no se veía nada.

-Ishi... Esto va a reventar, no me ha dado tiempo a cortar el cable... Mar...

-1Ni de coña! ¿Me has oído, Ricco? Vas a correr, vas a salir de ahí y vas a volver sano y salvo.

El silencio se hizo al otro lado del intercom. Nadie se atrevía a hablar, sólo la respiración acelerada de Ricco rompía el silencio de una forma turbadora. De repente, el hombre dejó de correr y comenzó a, simplemente caminar. Parecía extenuado, terminó doblándose y llevándose las manos a las rodillas tratando de coger aliento.

-No debería comer tanta mierda... Jejeje ... - el hombre se giró y encañonó con el arma hacia la dirección opuesta a la corría. Empezó a descargar una tras otra todas las salvas de titanio que conservaba. Fueron los segundos más intensos de la vida de aquellos cinco amigos. Cuando Ricco descansó y dejó de escucharse su grito desgarrador acompañado del incesante tiroteo. Un ligero gorjeo se escuchó al otro lado del intercom. Ricco se giró hacia otra dirección y se escuchó...


Repentinamente, Ricco salió volando, embestido por algo que no parecía verse con claridad. El cuerpo del hombre cayó sobre uno de los escritorios y, con dificultad, rodó hasta debajo de la mesa.

¡Ricco! ¡Vete de ahí, por Amanda! ¡Deja de hacerte el héroe!

Nadie respondió al otro lado del intercom. Ricco salió de la trayectoria visual del equipo y la tensión se acrecentó en los corazones de sus compañeros. El jadeo incesante en la red de comunicaciones ya era totalmente confuso. Un extraño pitido resonó en el auricular, dejando sordos a aquellos que prestaban más atención.


La explosión fue una brutalidad. La deflagración hizo que la planta entera reventase, provocando una lluvia de cristales descomunal sobre los que observaban desde abajo.

¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!


¡Nooo! ¿Cómo has podido pensar eso, Alfred? Yo te amo, como siempre te amé, pero sabes que nuestro amor es imposible. Yo soy una Ciudadana y tú... has salido de un agujero del Happy Town, ¿cómo pretendes que mis padres lo vean bien?

La dulce voz de Venus Jensen despertó a Jack. Como de costumbre, se había quedado dormido en el salón con la HTV encendida en uno de los canales más melosos que la Red había creado. La réplica del galán paupérrimo fue bastante torpe, lo suficiente para que el teniente pudiera apagar el aparato con desdén y algo de rabia.

Los sueños sobre aquel día se repetían una y otra vez desde hacía dos meses. Había repasado lo ocurrido una y otra vez pero no le habían permitido investigarlo a conciencia y, los miembros del C.I aseguraban que nada persiguió a Ricco y así lo confirman las grabaciones. Pero ... él sabía que no fue así.


¿Quién sería a esas horas?

Jack despertó cubierto de una fina y pegajosa capa de sudor frío. Tardó varios segundos en asimilar dónde se encontraba, finalmente prestó algo de atención al HTV que brillaba frente a él, lo suficiente como para decidir que aquello no le interesaba lo más mínimo.

Apagó el aparato, quedándose a oscuras en el modesto salón, y se dejó caer de nuevo contra el respaldo del sofá. Cerró los ojos, decidiendo si levantarse para ir a la cama o para salir a que le diera un poco el aire.

El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Jack observó un momento el aparato y finalmente se acercó para descolgar.

Rozó una de las paredes capacitivas, haciendo que las luces indirectas del techo se encendieran para darle algo de luz, y cogió el telefono.

– ¿Diga? – dijo simplemente tras colocarse el auricular en la oreja y carraspear para tratar de que la voz no saliera demasiado ronca tras despertarse.

-Aún no lo has superado, ¿verdad?- la grave voz de un hombre sonó al otro lado del auricular. Era tan grave, que Jack tenía que hacer un esfuerzo para no confundirla con el ruido de fondo. Antes de esperar una réplica, el hombre volvió a hablar.

-El tipo no era un lumbreras pero por lo menos tenía arrojo. Lástima que las cámaras no grabasen nada... ¿O sí? ¿No estaba Valerya a cargo de eso?

El interlocutor colgó y abandonó a Jack con la única compañía del pitido intermitente que indicaba el fin de la conexión. La noche en los Discos era particularmente tranquila, el sonido de los motores arrullaba a los residentes y eran muy pocos los lugares en los que algún bar o discoteca se mantenía con las puertas abiertas a altas horas de la noche. No obstante, y con todas las consideraciones anteriores, algo raro comenzó a sonar en el exterior.

Un golpetazo contra un cubo, o algo similar, resonó por todo el vecindario. De repente, el grito de una chica emergió aunque rápidamente quedó ahogado. Jack, que se encontraba cerca de la ventana, pudo ver cómo un hombre de aspecto extraño se encontraba sobre la chica, besando su cuello y tapándole la boca con la mano. La otra mano del tipo se encontraba explorando las zonas genitales de ella y el tipo tenía una sonrisa lasciva que resultaba del todo grotesca.

Jack frunció el ceño de pura incredulidad. ¿Quien era aquel tipo y como podía saberlo? Dejó escapar el aire en un sordo soplido y notó como se le erizaba el pelo de la nuca ante las palabras que surgían del auricular.

– ¿Quien demonios... ? – se interrumpió al escuchar el tono intermitente que indicaba que aquel tipo, fuese quien fuese.

Jack tecleó el terminal para tratar de averiguar el origen de aquella llamada, pero un sonido afuera llamó su atención. El grito terminó hizo que se lanzara hacia la ventana para observar lo que pasaba.

– ¡Eh! – exclamó al ver lo que aquel tipo le hacia a la chica.

Jack echó a correr entonces hacia la puerta, cogiendo su pistola de camino y bajando las escaleras de tres en tres, tenia que llegar antes de que fuese demasiado tarde. Salió a la calle y, rapidamente, se dirigió al callejón.

Cuando Jack llegó al callejón, le recibió un culo lampiño endurecido por las contracciones. Con una mano, el hombre tapaba la boca de la mujer mientras con la otra trataba de despojar a la chica de suficiente ropa como para consumar la violación. El ruido que Jack hizo fue suficiente para que el hombre se distrajera unos instantes, suficientes para que la chica le diera un rodillazo en la entrepierna y saliera corriendo.

-¡Joder, colega! ¡Eres jodidamente oportuno!- el hombre se giró y Jack no pudo evitar sentir asco por la estampa. El hombre de pelo rizado y largas patillas tenía aún una mueca lasciva dentro del dolor que sentía. Le faltaba la oreja derecha y tenía una laceración muy grande en la mejilla del mismo lado. Se comenzó a subir el pantalón, tapando el oscilante pene que perdía rigidez por la situación. No parecía armado, salvo por un cuchillo que agarraba ahora con la boca.

-¿Qué coño se te ha perdido aquí, colega? ¡Pírate a tu casa y deja a los demás con sus problemas!- instintivamente el hombre comenzó a buscar a la chica.

Jack no pudo evitar una mueca de desagrado al ver al hombre que tenia frente a él.

– Suelta el cuchillo y túmbate en el suelo – dijo amartillando la pistola para activar el sistema de corte y disparo del arma.

Jack apuntó al hombre mientras con la mirada buscaba algo con que atarle las manos cuando hiciera lo que le había ordenado, sin que aquel bastardo llegase a salir de su campo de visión, lo ultimo que quería es que se echara sobre él pillandolo desprevenido.

-Oye, oye, oye ... tranquilo, picha brava... No tenéis ningún humor por aquí arriba, colega.- antes de que pudiera reaccionar, Jack salía por los aires debido a un fuerte golpe propinado por el tipo más grande y corpulento que jamás había visto. Le parecía que medía más de dos metros y sus brazos, henchidos de venas vibrantes, estaban endurecidos y cubiertos por una fina capa de pelusa grisácea.

Cuando Jack abrió los ojos, se encontró un rifle apuntándole en la sien. Una mujer con media cabeza rapada, de cabello rubio y nariz aguileña lo miraba con cara de ausencia, un gesto que sólo había visto en las películas de terror, cuando la superviviente de los atroces actos no podía resistir tanta crueldad. El primer hombre se acercó haciendo malabares con el cuchillo y una sonrisa socarrona.

-Me parece a mí que la única forma de quitarme el cuchillo va a ser llevándotelo puesto, bujarrilla.- le propinó una fuerte patada en el estómago que le hizo retorcerse de dolor. -Ahora, dinos, ¿eres de la S.C.A.R?- el tipo se inclinó para agarrar la pistola y se la lanzó al gorila que empezó a examinarla como si fuera la primera que veía en toda su vida.

La tipa jadeaba y oscilaba de una manera siniestra y ciertamente desagradable, no obstante, el rifle parecía muy firme apretado contra su sien. Las primeras luces comenzaron a encenderse en lo alto de los edificios urbanos, al parecer la escenita no podría durar mucho.
Los tipos se acercaron a Pliskin cada vez más, hasta que un coche apareció por la esquina. Los tres individuos miraron hacia allí y el coche encendió y apagó los faros varias veces. Como llevados por el diablo, aquellos cerdos salieron corriendo en dirección contraria. Fuera quien fuera aquel conductor, le había salvado la vida al teniente.