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Miserias de un despojado [S20-N3]

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Miserias de un despojado [S20-N3] Empty Miserias de un despojado [S20-N3]

Mensaje por Artema Mar Nov 12, 2013 2:40 pm


La música del violín le acompañaba día y noche. Aquella chiquilla lo seguía allá donde lo llevaran en aquellas instalaciones subterráneas. Llevaba ya un par de noches con aquellos chiquillos y la rehabilitación estaba resultando más dolorosa de lo que pensaba, aunque también más rápida. Su pierna parecía estar asentándose muy bien y sus movimientos, aunque aún eran lentos, ganaban precisión con cada intentona.

El ángel sonreía a Hank a pesar del sudor que recorría su frente y a pesar de las maldiciones que los pinchazos sobre su muslo le provocaban. Se encontraba en una habitación bien iluminada, parecía estar justo bajo la propia Amanda. La chiquilla tocaba el violín haciéndolo compañía mientras la siempre apática Krystyna esperaba junto a la puerta del improvisado gimnasio con el rifle en las manos. Hank había visto lo que esa chavala era capaz de hacer con él y desde luego se merecía su respeto.

Allí comía bien, mejor que en todos esos días que había pasado en los Discos. Pero la impotencia y el no saber qué ocurría a su alrededor, le mantenían en una posición de tensión constante.

-¿Cómo te va despojado?- Allan apareció por una de los infinitos conductos que había en esas instalaciones. Los críos se movían como ratas por un laberinto, nunca sabías dónde podía aparecer uno. -¿Puedes mover mejor la pierna?- el chico se apoyó en la barandilla de la pasarela y se levantó a pulso para sentarse sobre la misma.

A juzgar por el aspecto de Allan, parecía haber salido de una pelea reciente. Tenía varios cortes y magulladuras a la altura de la mejilla aunque, como siempre, su sonrisa pícara y sus ojos maliciosos resaltaban en su rostro mucho más que la sangre.

-Creo que el Mesías quiere verte, ¿no has vuelto a hablar con él desde que te recibió?
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Mensaje por Hank Mar Nov 12, 2013 5:44 pm

No sabía exactamente cuántos días llevaba allí encerrado, pues no veía en ningún momento la luz exterior y le era imposible contabilizar los días con el horario tan abrupto que mantenía, despertándose cada pocas horas debido al dolor de la pierna y el mono. Recibía su medicación pero no el resto de "compuestos", por lo que los temblores aparecían de vez en cuando en su mano y le impedían por un buen rato cualquier actividad. El sudor frío no era tan solo fruto del dolor y el esfuerzo físico, también provenían del esfuerzo mental y de voluntad al que le estaban sometiendo. Y eso conllevaba ciertos ataques de ira que, sin llegar a ser erradicados, eran en su mayor parte controlados por una simple y llana indiferencia ante los gritos y amenazas del mutante, sobre todo por parte de la inmutable Krystyna. El en ocasiones estridente sonido del violín no hacía más que enfurecerlo aún más, y no habían sido pocas las veces que había volcado sus gritos en al inocente y angelical chica, que huía con los ojos llorosos para volver poco después, como si nada hubiera ocurrido, con su violín en la mano.

Aquella ocasión no era una excepción. Hacía varias horas que le había soltado algún improperio, fruto de la impotencia que sufrió por unos instantes al no poder prácticamente moverse del lugar en el que estaba, y ya se encontraba de nuevo cerca de él tocando una de sus canciones. Nunca se repetían, o solo había ocurrido un par de veces; siempre parecía tener un tema nuevo que tocar.

El mutante se encontraba entre dos barras a la altura de la cadera, agarraba ambas con las manos y, con ambas piernas alzadas, prótesis incluída, subía y bajaba tan solo usando los músculos de sus brazos. Era un proceso lento, y siempre le precisaba un pequeño respiro entre sesión y sesión. Cuando Allan apareció con sus preguntas, se encontraba terminando una de ellas, por lo que dejó escapar el aire de sus pulmones lentamente mientras se pasaba el sudoroso brazo por la frente y se sentaba.

- Preferiría haber perdido la capacidad auditiva que la pierna, pero aparte de eso, bien. - Le dedicó de lejos una mirada de pocos amigos al ángel violinista, y abrió una pequeña botella de agua de la que no tardó en beber la mitad de un solo trago. - La movilidad mejora, y también el equilibrio y el apoyo.

No era la primera vez que Allan venía a ver cómo estaba, y aunque no apreciaba ni muchísimo menos el gesto del chico, era el único con el que intercambiaba unas pocas palabras. No pensaba ser amistoso ni ganarse la amistad de sus captores, por mucho que estuvieran ahora "aliados".

- No he vuelto a hablar con él desde que desperté. Si quiere hablar conmigo solo tiene que venir, sabe perfectamente dónde me tiene encerrado.
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Mensaje por Artema Vie Nov 15, 2013 11:44 am

-¿Encerrado? Pensé que estabas recuperándote.- el chico volvió a bajar de la barra a la que tanto esfuerzo le había costado encaramarse y se alisó las arrugas del pantalón con un par de manotazos. -Si tantas ganas tienes de irte, hazlo.- el chico sonrió con malicia. -Dudo mucho que duraras mucho ahí fuera.

Allan escudriñó el rostro de Hank, tratando de hallar el rastro que la Umbra había dejado en el mutante. Era la primera vez que estaba con un ajeno desde que sus padres murieron... pero sus padres eran muy diferentes a ese hombre. Caminó en torno a Hank, observando sus movimientos, su palidez y la dureza de su mirada.

-¿Es cierto que vienes del Vacío?- preguntó finalmente armándose de valor. -Mis padres y yo llegamos hace cinco años, un hombre de los discos nos dejó entrar... aunque después los SCAR se enteraron y le quitaron todo lo que tenía.- el chico miró hacia un lado cargado de rencor.

-Hank, ¿tú sabes por qué nos odian tanto los gusanos?

La música del violín cesó bruscamente y el ángel se quedó con los ojos muy abiertos observando a la particular pareja. Desde su posición, Hank y Allan parecían el propio paso del tiempo personificado. Ambos compartían origen, compartían dolor, dureza y, por si fuera poco, calvicie. Era infame lo que la radiación podía provocar en un cuerpo humano... El ángel se preguntó por qué nadie intentaba tratar esa enfermedad.

Krystyna mantenía la mirada fija al frente. Hank sabía que, a pesar de que no mirara, escuchaba absolutamente todo en su particular mundo. Aún no la había oído hablar, ni a ella ni a la violinista, pero no podía confiar en lo deslenguada que fuera detrás de esa puerta.
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Mensaje por Hank Vie Nov 15, 2013 4:33 pm

- Claro... - Se limitó a responder ante la maliciosa sonrisa de chico, mostrada tras sus primeras palabras. Aunque quisiera hacerlo, no podía. Ellos tenían sus cosas y sin su equipo no iría a ninguna parte. Cuando lo recuperase absolutamente todo, incluído todo lo recopilado acerca del Huérfano, entonces sí podría marcharse, aún poniendo en riesgo su vida.

Cuando escuchó las preguntas del chico, su ya de por sí gesto serio se tornó casi lúgubre. Sus ojos, parecían brillar de un color diferente ante semejante pregunta.

- Si me parase a preguntármelo, no sería capaz de hacer lo que estoy haciendo. - Sus ojos celestes atravesaron a Allan. Su voz, sonó roncosa. - ¿Cómo pretendes encontrar la respuesta en las mentes tan prostituidas y herméticas de los "ciudadanos" de Isoka? ¿Acaso necesitaron una razón para odiar a los replicantes? Se cagaron encima al ver que lo que habían sido capaces de crear era mejor que ellos. Y tuvieron miedo. ¿Y qué hacer ante esa sensación? Marginarlos, perseguirlos, hacerlos desaparecer. Con los mutantes les ocurre lo mismo. ¿Gente que emana radiación, que ha sido capaz de sobrevivir en el Vacío, entre monstruos? Solo ha podido hacerlo convirtiéndose en otro monstruo. Nuestra desgracia es lo que les hace a ellos sentirse vivos, dar gracias por lo que tienen. ¿Qué mejor manera de mantenerlos contentos, ordenados? El odio, fruto del miedo a lo que desconocen, a lo que no entienden. - Sus ojos se entrecerraron ligeramente. - Ese odio no sirve para absolutamente nada, no les llevará a ningún sitio, no les ayudará a cumplir ningún propósito. No es el mismo odio que el mío. Yo no les tengo miedo, no me son desconocidos, ni siquiera pretendo entenderlos. No quiero entenderlos. No necesito entenderlos. Solo quiero verlos pagar, y vivir en sus propias carnes lo que gente como tú y yo ha tenido que soportar durante toda su maldita vida. ¿Quién decide que ellos puedan vivir a salvo, y que nosotros tengamos que morir congelados o devorados? ¿O vomitando nuestros pulmones por la radiación? Se acabó que sean ellos los que lo deciden. Lo vamos a decidir nosotros.

Sus palabras no habían salido de sus labios como un gran discurso inspirador, si no más bien como el que le comenta a un vecino que la película que vio anoche le gustó mucho. Se encogió de hombros por unos instantes, volviendo a beber agua del botellín. Ese simple gesto, beber de una botella de plástico. Se acordó de las veces que habían encontrado agua embotellada allí fuera, y cómo se reunían todos para beberla, tan solo un trago cada uno, pues no daba para más. Ese tipo de cosas que eran tan preciadísimas, y que una vez aquí dentro, se convertían en mera rutina. Algo normal, absolutamente lejos de ser especial. La pregunta era... ¿Y por qué? ¿Cómo podía cambiar tanto una simple acción dentro y fuera de aquel lugar?

- Si, claro que es cierto. Solo que tu llevas aquí cinco años, y yo llevo mes y medio. Te acabarás acomodando, aún siendo un mutante y un marginado por los de aquí, y te cegaras con las comodidades que te ofrece este lugar, por el "camino alternativo". La segunda oportunidad. Eh, no te culpo. Tres de los que entraron conmigo no han tardado tanto como tú en darnos la espalda por esa razón. Y el resto parece que seguirá el mismo camino. De mí depende que no ocurra, que no olviden el por qué estamos aquí. No puedo asegurar que sea el que más odio tenga dentro, de hecho, estoy casi seguro de que no es así. Pero sí que podría asegurar que, de ellos, soy el que mejor sabe utilizarlo. - Señaló con un dedo al chico, al tiempo que apoyaba sus codos en sus propias rodillas. - Utiliza ese odio que tienes dentro. No te pares a preguntarte las razones de la gente que vive aquí, no serás capaz de encontrar una respuesta. Y desde luego no me veas como algún tipo de justiciero, de héroe idealista, alzando en su puño causas justas e igualdad. Oh no, no te equivoques, no caigas en ese terrible error. Mi causa no es justa, ni está justificada. Es algo mucho más visceral, más egoísta. Lo hago porque quiero, porque me sale de los huevos y, lo más importante, porque sé que puede hacerse. Que puedo hacerlo.

Una breve sonrisa apareció en los pálidos labios del mutante, pero desapareció instantes después al tiempo que se levantaba. Lo había hecho rápido, cómodamente, mejor de lo que lo había estado haciendo estos días atrás. La pierna comenzaba a responder de buena manera. Se echó la toalla por encima de la rapada cabeza, y luego sobre los hombros.

- En fin, vamos a ver qué tiene que decirme ese Mesías vuestro. Si hacer ese tipo de preguntas hace que esa chiquilla tenga las manos quietas y me de unos minutos de paz, te invito a que no dejes de hacerlas.

Dicho eso, echó a andar en dirección a la puerta, consciente de que tanto Allan como el ángel lo seguirían de cerca y Krystyna se encargaría de escoltarlo con su rifle al hombro. Para aquello había quedado.

Hank, el amigo de los niños.
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Mensaje por Artema Jue Nov 21, 2013 12:22 am

El caminar de Hank era torpe al principio, pero como si su cuerpo se hubiera percatado de que el tiempo se le echaba encima, poco a poco comenzó a adquirir cierta precisión en sus movimientos.
Sentía la mirada del ángel sobre la suya, de la misma forma que se sabía escuchado y analizado por Krystyna a pesar de que ésta pareciera más ausente que un cadáver. Allan, por su parte, lo siguió pensativo y cabizbajo.

La puerta del gimnasio se abrió con un simple movimiento y el pequeño grupo se encontró en un pasillo mal iluminado. Sabía que aquel sitio era un laberinto para alguien de su tamaño, la mayoría de las veces aquellos criajos se introducían por pequeños huecos en las paredes y acababan quién sabe dónde. Tal y como había deseado, el ángel dejó de tocar mientras caminaban y el silencio le permitió escuchar las entrañas de la propia tierra.

De vez en cuando, desde su propia habitación, había escuchado alaridos en la distancia. No tenía ni idea de qué era lo que el tal Mesías hacía allí abajo, pero estaba seguro de que no se lo contaba a los demás. Eran niños, y sin embargo, estaban muy bien organizados. Había diferentes castas dentro de "la familia" y la división en pequeñas compañías se hacía de forma vitalicia. Cada "hermano mayor" cuidaba de 4 "menores" y entre todos se encargaban de protegerse y cumplir los encargos del Mesías. Aquellos que perdían a los suyos eran "huérfanos" y quedaban entonces bajo la tutela del propio Aaron: Krystyna, el ángel y Allan eran huérfanos.

Las puertas del despacho central estaban protegidas por dos figuras ataviadas con túnicas. Aquellos eran los Custodios, nadie podía verles la cara ni hablar de forma directa con ellos. Se suponía que se trataba de soldados experimentados y vinculados, el uno al otro, por algún tipo de ritual religioso que el chiquillo se había inventado. Sabían, desde luego, crear atmósfera y portaban una especie de asta bastante intimidante. Las hojas se encontraban cruzadas hasta que Hank se acercó lo suficiente. Entonces, con un mismo movimiento perfectamente sincronizado, las hojas se deslizaron y las puertas se abrieron permitiéndole el paso. Sólo a él.

-Bienvenido, Hank.- el chiquillo se encontraba sentado sobre una pequeña silla de madera. Parecía muy ocupado escribiendo una serie de documentos a mano a la luz de una lámpara de cátodo hueco. Vestía una túnica de color blanco con el cuello bordado en cordones dorados. El cuello tenía forma de V al igual que las mangas que caían vaporosas sobre las delicadas muñecas del niño. Éste señaló una mesa con algo de fruta, dispuesta en el centro de la mesa, y resopló por la nariz.

-Enseguida estoy contigo.
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Mensaje por Hank Jue Nov 21, 2013 3:56 am

Atravesó la puerta y lanzó una mirada de pocos amigos hacia atrás, cuando aquellos vigilantes bajaron las armas y lo dejaron aislado del trío que le acompañaba. No sabía por qué no podían pasar, pero tampoco iba a discutirlo. Siguió el camino y sus pasos le llevaron hasta el despacho, y una ve allí, aguardó de pie. Ignoró la invitación a comer, sabía que dentro de poco su estómago reclamaría comida tras el ejercicio al que se había sometido, pero en aquellos instantes no le apetecía en absoluto.

El silencio que precedió se le hizo eterno, por lo que decidió hacerlo desaparecer.

- ¿Te has decidido ya a devolverme mis cosas?
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Mensaje por Artema Vie Nov 29, 2013 12:35 am

-¿Devolverte tus cosas?- la voz del chiquillo resonaba contra el papel sobre el que se encontraba tumbado. Ni tan siquiera hizo un esfuerzo por mirarle, continuó su tarea con la mayor de las parsimonias.

-¿Qué cosas quieres que te sean devueltas? - continuó escribiendo, mientras Hank comprobaba cómo sus ojos no se apartaban del papel. Se encontraba totalmente ensimismado en aquel documento, al menos eso parecía si pudiera juzgar sólo con su mirada. - ¿Tu pierna? ¿Tu vida en la Umbra? ¿Tus tres o cuatro compañeros de armas?- finalmente giró la cabeza para sonreír. -Mucho me temo que tus recuerdos son las únicas cosas que te acompañaron hasta aquí.- continuó escribiendo.

Aaron podía sentir el estupor de Hank simplemente por las largas pausas que hacía con su respiración. El chiquillo suponía que era algún tipo de costumbre allá afuera, ya que Allan también tenía ese extraño proceder.

-Te escoltarán al lugar donde te encontramos para que recuperes cuanto puedas, si es que queda algo. Pero yo no meto objetos ajenos en mi casa, solo algún invitado de vez en cuando.- se bajó de la silla entonces y giró sobre sus talones con solemnidad. Caminó hacia Hank y miró desde abajo contemplando desde su pequeña estatura cuán alto era el mutante. No obstante, no parecía estar impresionado, o intimidado por la diferencia de tamaño, más bien aquello parecía hacerle mucha gracia.

-A saber dónde habrán estado...- sonrió.
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Mensaje por Hank Sáb Nov 30, 2013 2:05 am

Su ceño se frunció seguidamente a las palabras del chico.

- ¿Qué? - No es que hubiese dejado allí todo el trabajo e información recopilada, sino también sus armas y utensilios. Incluso la ropa. La que estaba usando, los extraños monos que le traían, no las había visto nunca y apostaría la pierna que le quedaba a que era nueva. - ¿No habéis traído absolutamente nada? ¿Armas, ropa, o el comlog? ¿Y dónde está esto? - Le mostró la palma de la mano derecha, donde le habían realizado el implante. Toda una serie de tubos y cables le cruzaban el brazo hasta el hombro, entrando y saliendo de su piel, pero no tenía el artilugio que le permitía hacer que aquello valiera para algo. Todo aquello se lo tenían que haber arrebatado y haberlo metido en algún sitio. No podían haberlo simplemente tirado por el retrete. - ¿Es que te estás burlando de mí?

Notaba como la mano comenzaba a vibrar debido a las convulsiones, se estaba alterando y su inhabituado cuerpo no estaba preparado para asimilar picos tan altos de estrés. Intentó controlarse, pero sus mejillas ya se enrojecían de ira y evitó los temblores cerrando con fuerza el puño. Cerró los ojos y cogió aire lentamente, expulsándolo después.

- Dime entonces para qué querías verme. Como comprenderás, ahora lo que más me preocupa es hacerme a este maldito cacharro y recuperar todas mis cosas. - Golpeó con su puño cerrado la pierna metálica, haciendo que resonare el ruido metálico. - ¿Te has encargado ya de hacer llegar el recado a los sectores que te indiqué?
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Mensaje por Artema Sáb Nov 30, 2013 1:12 pm

El chiquillo observó impertérrito cómo Hank hablaba airadamente. Sus ojos analizaban cada aspaviento y cada crujido de sus maltratados huesos como si se tratara de uno de aquellos juegos de memoria visual en los que, tras unos instantes, debías encontrar las 7 diferencias. Pero Hank sabía que a aquel crío no le hacía falta alguna agilizar la mente, encontraría 10 diferencias y el nombre del autor antes de que terminara la grabación.

-Esa es una de las razones por las que te he llamado.- puso las manos a su espalda y se giró, haciendo que Hank pudiera observar su cogote desde la altura. El chiquillo caminó hacia la mesa lentamente, mientras hablaba con su característica parsimonia.

-Me temo que no puedo cumplir lo que me pides.- el chiquillo daba aún la espalda a Hank mientras éste sentía cómo la furia crecía más y más en su interior. Ese niño se estaba riendo de él.

-Envié a varios de los míos a los sectores que me pediste, pero las cosas no eran como me informaste.- la mirada del chiquillo se clavó entonces en la de Hank y éste pudo comprobar que la sensación de engaño y el rencor estaban igual de presentes en él. -Para empezar, el primer sector de todos, ese gobernado por el tal Rourk es mucho más grande de lo que afirmaste. Para hacer una contribución relevante a un territorio tan extendido debería sacrificar demasiadas cosas, así que le daré a ese tal Rourk todo lo que iba a repartir entre los diferentes sectores.- encaró entonces a Hank, manteniendo ahora ocultas sus manos tras la espalda e hinchando el pecho en señal de desafío.

-Pero las coordenadas del segundo sector... ¿Eres estúpido?- su ceño se frunció. -El sector C-5 está bajo el poder de Zith Sabra, no de una mujer llamada Nenneke.- aquel dato cayó como un jarro de agua fría sobre Hank. La voz del chico continuó sonando, aunque esta vez parecía más música de fondo que otra cosa.

-... y es por eso por lo que no colaboraré con dicho sector. Sabra es uno de mis enemigos, aunque él mismo no lo sepa. No le daré recursos a ningún despojado.
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Mensaje por Hank Sáb Nov 30, 2013 2:57 pm

El mutante se encogió de hombros, visiblemente incómodo y airado. No había mantenido contacto alguno con nadie de los suyos ni recibido muchas noticias del Happy Town durante su incursión en los Discos, había cosas simplemente que se le escapaban.

- ¿Y cómo iba a saberlo? No termino de entender muy bien cómo os repartís aquí los sectores. Fuera es todo mucho más sencillo, en ese aspecto. Además, no se cómo de grande es un sector normalmente para compararlo con lo que controla Rourk. - No imaginaba que hubiera acumulado tanto poder; sabía que era considerable y, desde luego, muy a tener en cuenta. Pero no tanto. Seguro que el resto de barones no se esperaban el surgimiento de semejante poder, sobre todo con lo poco llamativos que resultaban.

Aquello en cierto modo lo aliviaba, pero su cuerpo volvió a tensarse como si de un latigo se tratara cuando escuchó las últimas palabras. Su ceño se frunció y, de nuevo, notaba aquel conquislleo que a punto estuvo de controlarle hacía unos momentos.

- ¿Qué? - Su mirada afilada podía cortar y su voz salió de su garganta ronca, venenosa. - Ese sector está bajo el control de Rourk y liderado por una mutante llamada Nenneke. También tiene relación con la baronesa Lust. Es imposible que... - Se detuvo por unos instantes, consciente de lo que pasaba. No entendía bien las guerras entre barones, pero al parecer, no dictaban demasiado de las guerras abiertas que había en el Vacío. - A no ser que Sabra la haya tomado por la fuerza. - Su puño se estaba cerrando con fuerza de nuevo, y en un intento de liberar tensiones, comenzó a dar rodeos por la habitación, como si de un animal enjaulado se tratara. Si algo le había pasado a Nenneke... aquello podía salirle muy caro a ese hijo de puta. - Tiene razones para hacerlo. Créeme, también es nuestro enemigo. ¿Recuerdas el atentado en el O2, hace unos meses? Fuimos nosotros, cuando entramos aquí. Pero a ese hijo de puta voy a destrozarle algo más que un simple local, voy a destrozarle la puta cabeza. Sácame de este puto sitio y tendrás si quieres a Sabra muerto, también. Considéralo un regalo.
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Mensaje por Artema Lun Dic 09, 2013 1:01 am

-No son necesarios los exabruptos.- sentenció el muchacho. - En cuanto estés listo para marcharte, hazlo, nadie te lo impedirá. Sólo espero que recuerdes nuestro trato.- durante unos instantes, Aaron escudriñó el rostro del hombre lentamente. Sus incoloros ojos se deslizaban por las angulosas facciones del mutante como si, de alguna forma, estuviera memorizando cada vértice de su cuerpo.

-Hemos reducido la lista a tres.- giró sobre sí mismo y caminó hacia la cama sobre la que reposaba una discreta carpeta de color negro. El muchacho la agarró y se la tendió a Hank. En su interior, éste encontró documentos e imágenes sobre el que parecía ser su primer objetivo.
-Se trata de un importante terrateniente de las Tríadas. Oficialmente tiene su puesto de control asentado en la Ciudadela y no se mueve de allí... nada más lejos de la realidad.- el chico comenzó a caminar hacia su escritorio mientras hablaba sin mirar a Hank, intuía que estaría mirando las imágenes.

-Se sirve del dinero de su organización para llevar a cabo escaramuzas crueles y proyectos de desarrollo inmorales de todo punto. Hasta ahí la cosa va bien, a mí me es indiferente, pero...- el niño tomó asiento entonces y miró fijamente a Hank.
-Ha comenzado a utilizar niños en sus entrenamientos y a adiestrarlos para el combate con adultos. Secuestra, maltrata, viola y ejecuta a cuantos le place. Debes exterminarlo.- se recostó entonces sobre su escritorio y dijo en voz alta y sentenciosa.
- Su nombre es Masaru Nobunaga. Descanse en paz.
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Mensaje por Hank Lun Dic 09, 2013 2:01 am

Cuando observó la carpeta negra que le tendía el chico, se detuvo y alargó el brazo para echarle un vistazo. Echó una ojeada al tipo que aparecía en las imágenes, un nipón de aspecto peligroso y tan condenadamente parecido a todos los demás. Observó por unos instantes una de ellas, en la que aparecía vestido con un ridículo traje y gritando lo que parecían órdenes, mientras escuchaba las instrucciones que le daba el niño, como si de algún tipo de líder tribal se tratase. En el resto de imágenes lo había visto siempre sonriendo, por eso eligió observar con más detenimiento aquella. Nobunaga. Había oído ese apellido antes de los labios de los matones que había matado. Masaru Nobunaga.


Miserias de un despojado [S20-N3] J3nXOyD

Dejó caer la carpeta negra de nuevo sobre la mesa, abierta y casi desparramando en ella las fotografías. Sorbió por la nariz, mientras hacia una mueca de disgusto, y apoyó la cadera de la mesa, sentándose prácticamente en ella, sin que la prótesis pareciera molestarle demasiado.

- Así que voy a meter los hocicos en las Tríadas. Una cosa es segura, no saben quién soy, y a no ser que tomen en cuenta las palabras de uno de sus soldados rasos, dudo que se molesten en siquiera investigar algo relacionado conmigo. - Sabía que Tyroh podía advertirles del foco de peligro que representaba Hank en la zona de los Discos, pero seguramente les bastaría con saber que había sido él quien había estado detrás de los asesinatos de muchas de sus patrullas. Él no tenía la culpa, las peleas siempre las empezaban ellos. Salvo en un par de ocasiones. - Y en caso de hacerlo, para ellos no soy más que un mutante anónimo que no tiene absolutamente nada que ver con ellos. Si dices que ese tal Masaru suele salir de la Ciudadela, ¿a dónde se dirije? ¿A los Discos? ¿Al Happy Town?

Se mantenía cruzado de brazos, observando todavía algunas de las fotografías. No es que le importase demasiado que aquel hombre matase a niños, no iba a juzgarle por eso después de las cosas que él mismo había hecho. Pero si de verdad era considerado un monstruo en la ciudad, tendría a muchos hombres sometidos gracias al miedo. Era curioso, encontrarse a gente así dentro de este agujero de podredumbre.

- En cuánto me largue de aquí iré a los Discos para recoger todo mi equipo, y luego partiré de inmediato a los Suburbios, para saber qué ha pasado con el sector C-5. Tengo que hablar con Rourk de lo sucedido, ahora se muchas cosas más de las que sabía cuando me largué de allí. - Alzó una mano, a sabiendas de por dónde saldría aquel mocoso sabelotodo. - Sabes de sobra que no estoy olvidando para nada nuestro pacto. Y, si te sirve de algo aún siendo un "despojado", tienes mi palabra de que me encargaré de ello en cuánto termine allí. No me llevará más de dos días. Aunque en realidad no sé muy bien por qué cojones tengo que prometerte nada, pero seguro que te hará dormir mejor.

Seguía aún observando las fotografías del nipón, sin poder dejar de pensar cada vez que observaba a uno de ellos en Tyroh disparándole casi a quemarropa, a traición.
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Mensaje por Artema Mar Dic 10, 2013 11:23 am

-Está bien.- fue todo lo que el niño dijo.

Hank se mantuvo de pie en la misma posición esperando a que el crío comenzara alguno de sus discursos adoctrinantes o que empleara de nuevo su estúpida retórica para hacerle ver lo equivocado que estaba. Pero nada. Absolutamente nada.
Tras casi un minuto en el que Hank sólo escuchaba el bolígrafo del niño deslizándose sobre el papel, el mutante comprendió que podía marcharse de allí.

Atravesó las puertas y se topó de nuevo con aquellos dos guardianes en miniatura. Lo cierto es que tenían cierto aura de autoridad, pero Hank estaba seguro de que sin toda esa mitología que existía a su alrededor y, sobretodo, desnudos como animales salvajes, no serían más que un par de críos indefensos a los que degollar sin problemas. Las cosas parecían tomar su rumbo y, a pesar de todos los contratiempos, el día en que vería todo aquello explotar por los aires se acercaba cada vez más.

Hank caminó a través del oscuro pasillo y fue topándose, uno a uno, con los niños y niñas que lo habían acompañado durante su estancia allí. El dichoso ángel con su violín, la gélida Krystyna y el pesado de Allan. Todos ellos guardaban un silencio sepulcral mientras lo veían alejarse. Los chicos fueron guiándole hacia el exterior de su guarida y se topó entonces con una discreta puerta de metal cuya superficie estaba oxidada. La atravesó y se encontró a sí mismo en algún tipo de túnel subterráneo surcado únicamente por vías. Frente a él, un cartel holográfico parpadeaba con los últimos reductos de energía que le quedaban. Lo que pudo leer en él prácticamente le hizo carcajearse.

"Isoka Prevalece"
Artema
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