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Las amistades peligrosas [ S19 D4]

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Mensaje por Myshella Scheider Mar Oct 29, 2013 11:29 pm

Hora 23.
Aún faltaban un par de horas para que las calles de los suburbios, del mismo modo que las de la ciudadela (y quizás con más razón, puesto que la luz aquí es mucho menor y el peligro sustancialmente mayor) se llenaran de gente y otro día empezara.

Myshella ya estaba despierta.

A su regreso del distrito 13, había optado por refugiarse en su enclave preferido, en viejo edificio estrecho y alto, que había conservado una sala de cine.
El interior del edificio cambiaba totalmente su aspecto de la primera  a la segunda planta, aquella en que sus negocios giraban entorno a algo tan etéreo y…poco "violento" como es el tráfico de antigüedades, todas ellas provenientes de la Umbra.
Se recibía aquí a muy pocos clientes, y nunca ella directamente; El poder adquisitivo de los compradores en potencia era el principal argumento para dar por sentado que estos no residían en el Happy Town, y el cabello blanco de la baronesa era difícilmente confundible. No había vuelto a pisar los discos residenciales, ni mucho menos la ciudadela, ni por descuido, en aquellos seis años.
Esta era, de sus ocupaciones, la que más tranquila se le antojaba.
Sin tener en cuenta como llegaban esos pequeños tesoros hasta sus manos, claro...
Más evidente resultaba el cambio en el interior del viejo cine al ascender a la tercera planta, donde ella y sus hombres de mayor confianza se encontraban ahora mismo.
Un desconcertante pasillo de luz cegadora le dirigía a uno hasta las instalaciones privadas de la "familia".
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Se encontraba particularmente bien aquí.
Su abuelo sentía una tremenda afición por las curiosidades que sobre cinematografía anterior a su era se contaban, y  ese particular gusto era uno de los más vivos recuerdos que quedaban de él en ella.
Y le encantaban esos artefactos arcaicos, rudimentarios, y en su mayoría de dudosa utilidad.
Su propio padre había adquirido en el Happy Town alguna reliquia, que exhibía con orgullo entre sus más allegados. Myshella había reservado para sí misma alguna que otra, también.

En el dormitorio de la baronesa, a su diestra, en lo que hubiera sido su cabecera, de encontrarse la cama (esa pequeña extravagancia suya) apoyada en la pared, y no en el centro, un pedazo de papel viejo y machado, cuidadosamente enmarcado, reproducía un fragmento de alguna antigua obra que no había tenido el placer de leer y entender; sobre todo, porque se encontraba en una lengua ya más que muerta.

Or superbite, e via col viso altero,
Figliuoli d’Eva, e non chinate il volto
sí che veggiate il vostro mal sendero

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Se vistió con eficiencia militar, como si se encontrara en los vestuarios de antaño y el tiempo apremiara igual…para sentarse luego con una calma totalmente opuesta ante una taza de café y su cromlog. Encendió también la pantalla en el otro extremo de la habitación; Iba a resultar más cómodo que verle en aquella minúscula pantalla.
E inició la llamada, sin comprobar de nuevo el reloj, accediendo al registro de contactos de viva voz:

Zith Sabra

Mientras aguardaba respuesta, pensó por un momento en el tiempo que había transcurrido desde la última vez que le vió;  poco más de medio año.
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Mensaje por Artema Miér Nov 06, 2013 11:24 pm

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

La imagen apareció nítida en la pantalla. Los labios del hombre se entrecerraban sobre el cigarrillo y lo sostenían firmemente mientras éste daba una profunda calada. Las ascuas se encendían e iluminaban parcialmente del rostro de quien, probablemente, fuera el hombre más poderoso del Happy Town. Los dedos sujetaron el filtro y apartaron el cigarrillo de sus labios. Myshella reconoció el despacho de Sabra tras la figura; las paredes rematadas en madera encerada y el estridente tapizado de leopardo de su sillón.

Hubo un largo silencio antes de que ninguno de los dos abriera la boca; como si, de alguna forma, estuvieran calibrando el estado del ánimo del otro. Ambos sabían que aquello era particularmente importante en sus conversaciones.

-Myshella Scheider...- su nombre sonó familiar en sus labios, como si lo hubiera repetido hasta la extenuación en la soledad de su cuarto. -¿A qué debo este honor? Suponía que estarías muy ocupada con... tus cosas.- dio de nuevo una profunda calada y una humareda emergió de sus labios y nariz, haciendo que su imagen se difuminara en la pantalla y otorgándole aún más misterio del que ya le rodeaba.
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Mensaje por Myshella Scheider Jue Nov 07, 2013 1:33 am

Myshella sonrió, enigmática. Una sonrisa ámplia y cuidadosa, que acompañaba habitualmente del particular gesto de bajar la barbilla y alzar la mirada azul hielo hacia su interlocutor.
Recorrió a conciencia el cuadro plástico que ofrecía el despacho de Zith tras él, deteniéndose en la estridente butaca de leopardo, tan familiar; y la centró segundos más tarde en los labios de Zith, tornando la sonrisa más espontánea cuando el humo envolvió al excéntrico barón.
Podía percibir con total exactitud el olor de esos molestos cigarrillos.
Aguantó el silencio, sin apartar la mirada ni por un segundo.
Se habia convertido en uno de esos protocolos preliminares que les acompañaban siempre.
Finalmente, él rompió el silencio, y al oír su nombre, tuvo que reconcer que le echaba de menos.
-Zith-sonó en un susurro, contenido y significativo, a modo de respuesta; demasiado habia permitido que la conociera, como para que los leves cambios de su expresión le pasaran desapercibidos.
Echó la cabeza atrás, apartando del blanco rostro los níveos mechones que se habían escurrido, antes de dar inicio a la conversación.
-No más ocupada que tú con tus prósperos negocios, Sabra. Estos chismes funcionan en dos direcciones, no se si te habías dado cuenta de ello.
¿Aún despierto, Zith?. -echó un ojo al reloj- Conociéndote, supuse que no te molestaria retrasar unos minutos tu desayuno, antes de meterte en la cama.
Se acomodó en su butaca, echando la espalda atrás, para provocar una segunda pero brevísima pausa.
-¿Qué tal va el Jade? ¿Siguen tus chicas cosechando el mismo éxito?.-seguía el tanteo de ánimos, desplazándo la conversacion sutilmente, acercándose al motivo de la llamada- Y ya que estamos...¿Cómo ve el señor Sabra este..ligerísimo...cambio en nuestra querida y perfecta Isoka? ¿No te parece que merece una pequeña reunión, una...llamémosle valoración detallada de beneficios y posibles pérdidas?. Es la excusa perfecta para una visita.
Bromeaba, claro. O puede que no tanto.
Apretó un poco los labios, dejando ahora de lado toda banal floritura.
-Las tríadas nos van a perjudicar a los dos, Zith; necesito tu ayuda.
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Mensaje por Artema Vie Nov 08, 2013 12:33 pm

Zith guardó silencio mientras Myshella tanteaba el terreno realizando preguntas al aire que ambos sabían que eran irrelevantes. El Jade iba perfectamente, al igual que el resto de sus locales. Su imperio no hacía más que crecer y cada centímetro de tierra de la que se apoderaba, se impregnaba al instante del característico olor de su tabaco. Las cosas le iban muy bien.

Cuando Myshella terminó de rodear con cautela el principal propósito de su llamada, Zith aspiró de nuevo el cigarrillo con fuerza y retuvo el humo en sus pulmones unos instantes para después desprenderse de él con placer.

-Supongo que algo de razón tienes, pero de momento las Tríadas han sabido respetar mi autoridad. Del mismo modo que han sabido respetar a Dick y a las putas de las lobas. ¿Cómo quieres que uno de los peces gordos empiece a nadar en tu diminuta pecera?- sonrió y dejó caer la ceniza sobre un cenicero de cristal tallado. -Shan Shei no es estúpido y sabe a quién puede morder y a quién no. ¿No estarás, quizás, más resentida por lo que le han hecho a tu SCAR que por lo que puedan hacer una panda de lunáticos motorizados alrededor de tu baronía?- Sabra se inclinó hacia delante haciendo que la única fuente de luz de la habitación lo iluminara desde lo alto, confiriéndole a su rostro ángulos más rectos y un gesto más duro.

-Creo que ahí empieza a escocer.
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Mensaje por Myshella Scheider Sáb Nov 09, 2013 1:17 am

-Eres simplemente irritante; eso es justamente lo que más me gusta de ti-hablaba con total sinceridad, imperturbable. Era una afirmación tan cierta como la presencia de la propia Amanda.
-Pues claro que me molesta que arremetan contra la Scar, pero no exactamente por lo que estás pensando. Obviemos por ahora esa parte. Oh vamos, Zith, sabes que TENGO razón.Eres tan consciente de ello como de que Kun me preferiría muerta, so cabrón…- Soy una mujer previsora. Cuando tus prósperos negocios empiecen a retroceder, en pos de los sectores de las tríadas, gracias a los apoyos bajo mano de la nueva élite en nuestra queridísima Isoka, será tarde para prevenir.

Se echó hacia atrás, pendiente del efecto teatral que confería la luz sobre el rostro de Sabra, consciente de cuanto le encantaba dejar clara su posición de capo, y fue endureciendo también su propio gesto.

-De Big Dick y de Vera Ushkowitz quería hablarte; la unión hace la fuerza, Zith. Y adelantarse a los acontecimientos, da una ventaja nada despreciable. Yo veo esto como una operación preventiva, en común-y no me salgas con que mi baronía o mi poder no es comparable a la tuya...peces más gordos han caído-permíteme una pregunta, Zith…¿desde cuándo mi instinto te parece tan poco acertado, tan desafortunado?. Si tienes razón  tú, y Shan Shei es una víbora cuidadosa, que sabe donde morder y donde no, no pierdes nada. A lo sumo, una tarde conmigo-sonrió, con algo de cinismo y un tanto de malicia- si mis paranoias de soldado tienen base, habrás preparado tu defensa de antemano. Es un negocio seguro. ¿Qué puedes perder?.
Podría optar, quizás, aún, por regalarle los oídos, reconociendo que no llegaría hasta los otros dos sin él...pero le apreciaba lo suficiente para no insultar su inteligencia de un modo tan profano.
Se frotó los ojos, llevando las manos hasta las sienes un instante, e inclinando el cuerpo adelante, hacia la pantalla.
Otros segundos de reflexión produjeron un nuevo silencio.
Cuando lo rompió, el tono de su voz se había vuelto más suave, más familiar.
- Algunos...pocos, han llegado aquí; si aparecen más, obviamente les… reconduciré. –Se refería a los Scar- Estoy buscando a Reira, ha desaparecido, con los demás. Mes estoy ocupando ya de ello.-Eso sí escuece.-
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Mensaje por Artema Dom Nov 10, 2013 12:35 am

Sabra se echó entonces hacia atrás sobre su asiento. La luz se derramaba sobre su pecho, ocultando su rostro en la sombra y haciendo que su imagen fuera una silueta negra con un cigarrillo encendido y humeante. El silencio acompañó a la pareja durante algunos instantes en los que la mirada de Myshella se enfrentaba con la oscuridad de aquel hombre. No obstante, ambos sabían que se estaban mirando directamente a los ojos.

-Dick y Vera ¿eh?- rompió el silencio con un hilo de voz apenas audible. -Y yo que pensaba que era el "especial".- carraspeó al final de la frase y, por primera vez en la mañana, dejó el cigarrillo sobre el cenicero.
-Está bien, no tengo inconveniente ninguno en tener una charla más profunda contigo, además estoy seguro de que será provechoso...- sus dedos acariciaron los brazos del sillón y luego se aferraron a él con una fiereza que Myshella conocía. -... para ambos.- su rostro volvió a aparecer bajo la luz.

-Shan Shei y los suyos se están preparando para el contraataque que, sin duda, le van a mandar los supervivientes. Así que te recomiendo que no pierdas el tiempo en ir de compras o probarte zapatos.- sonrió de medio lado. -El tiempo vuela, igual que las balas, y por suerte o por desgracia os tienen enfilados a vosotros. ¿Sabes que Degarmo está aquí abajo?- sonrió.

Daniel Degarmo... un viejo conocido de los Scheider. El hombre por el que, probablemente, Myshella perdió tanto. El hombre que la puso en evidencia frente a Dallas y, sin duda alguna, quien influyó en el C.I para que se recomendara su cese como agente. ¿Quién sabe lo que haría con Reira cuando Mysh ya no estaba allí para vigilarle?
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Mensaje por Myshella Scheider Lun Nov 11, 2013 12:39 am

Mantuvo la postura erguida y la mirada dirigida a la oscuridad, a los ojos de Zith, que adivinaba en la penumbra de la imagen proyectada en la pantalla. Tan pronto como empezó a hablar, apretó los dientes y frució el ceño.
Se sentía ofendida, simple y llanamente. El hombre que tenía delante era justamente la única persona capaz de perturbarla, de provocar en ella sentimientos encontrados, que acababan convergiendo en el deseo, y desde luego ambos lo sabían.
Los ojos de Mysh brillaban con ese punto de ira contenida, cuando la luz del despacho volvió a iluminar el rostro de él.
Su respiración se detuvo un instante, y cerró las manos sobre los reposabrazos de su butaca, con una fuerza equiparable a la de él, por pura empatía.
Las siguientes frases no ayudaron a mejorar su creciente malhumor.
Dergamo.
Hubiera querido interrumpirle en más de una ocasión, pero para algo servia la educación de Úrsula y la autodisciplina adquirida en la academia. Contó hasta diez, y se dispuso a responder únicamente cuando él  hubo terminado de hablar, en el mismo tono, apenas aludible.
-La edad te ablanda; antes no necesitabas que te recordara obviedades como esta; eres tú.- El leve temblor de su voz era más que significativo. Nada provocaba cambios inesperados en el tono de voz de la baronesa albina. Pero la de Myshella, en ese preciso instante, temblaba.
Luego abordó los asuntos de trabajo.
-Así que Dergamo; No. Si lo hubiera sabido, ya le habría matado. No me digas que es quien organiza a esa panda de novatos. Yo que me disponía a ser magnánime y, simplemente, modificar sus ID…-sonrió con cierto cinismo, eso no era cierto y no sería él quien se lo tragara; prosiguió, controlando mejor ahora el tono de su voz, manteniéndola en la misma frecuencia de susurro, del mismo modo que si realmente le tuviera al lado y la situación fuera otra, muy distinta pero para nada extraña-Dergamo…-el nombre se le atragantaba-¿Ese es nuestro punto común?. ¿Te interesa…por algo en especial?-que supiera, Daniel sólo la había perjudicado a ella, aunque el detonante hubiera sido Zith.- Y sobre todo…¿dónde está, exactamente?. O dónde están…-si sabía que esa cucaracha estaba en el Happy Town, y que los supervivientes se organizaban…seguro que sabía también dónde encontrarles; a Sabra estas cosas no se le escapaban.-No…a ti no debe interesarte esto-quizás Shan Shei le molestara más de lo que quería reconocer.-Ya sabes que es lo que quiero yo: a ti, te necesito-era una realidad, y al fin y al cabo…¿para qué negarlo, si quería oírlo?- respecto a los otros dos, e incluso la princesa mecánica…si es que responde, mi instinto me dice que será provechoso para todos un acuerdo; los cambios siempre desestabilizan, sobre todo los que toman el cáliz de este. Puede que ahora mismo sea yo la que más…moleste…¿pero quién será el siguiente?. ¿Vais a esperar sentados a ver qué orden ocupais en su lista?.
Finalmente, esbozó una sonrisa. Los dedos de la baronesa se posaron sobre el cromlog, iniciando una secuencia de música; bajó el volumen al mínimo. La canción, posiblemente recuperada de la era anterior a ellos, parecia escrita en la lengua perdida que con toda probabilidad hablaban sus antepasados. Habia sonado, años atrás, en una particular fiesta a la que él habia tenido la ocurrencia de acudir con alas de ángel. No era la primera vez que se habian visto; pero sí la primera ocasión en que la ex-inspectora no vestía uniforme.



-Te escucho, Zith; pon tú las condiciones. ¿Cómo quieres hacer esto?. Tu reunión, claro…

*¿qué juego era aquel en que la pelota va del campo de uno, al campo del otro?*
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Mensaje por Artema Mar Nov 12, 2013 2:17 pm

-Me ofendes, Mysh. Sabes de sobra que somos amigos ¿no? Y Zith Sabra cuida de sus amigos.- sonrió de medio lado y encendió un nuevo cigarrillo que se llevó rápidamente a los labios. Las primeras bocanadas eran mucho más espesas que las demás, a Zith le gustaba mucho empezar fuerte.

-Degarmo llegó hace unas semanas al Happy Town, pero por azares del destino ha terminado sus pasos muy cerquita de las Tierras Blancas.- así era como el resto de personas habían decidido llamar a la baronía de Myshella, no desentonaba demasiado, así que tampoco se había preocupado mucho por intentar rebautizarlo. -Degarmo se ha proclamado uno de los principales centros de la resistencia SCAR... en el Refugio.- volvió a sonreír. El Refugio era el sector más cercano a las Tierras Blancas, hacia el norte de la plataforma. Una autopista comunicaba los dos territorios y ambos tenían el mismo problema de incursiones de las Tríadas.

-Pero bueno, tampoco quiero aburrirte. Pásate por el Jade mañana, a cualquier hora, y te contaré todo lo que sé.- regresó a la oscuridad de la que procedía. Myshella conocía muy bien el modus operandi de Sabra. Él no solía hacer favores sin esperar nada a cambio, ¿cuál sería su reclamo? Difícil de decir, pero no sería poca cosa, eso seguro.
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Mensaje por Myshella Scheider Miér Nov 13, 2013 1:07 am

Por azares del destino...el azar no existe.
Si esta precisamente ahí, al alcance de mi mano...por algo será.

Justo sobre las Tierras Blancas. Conocía el sobrenombre que se aplicaba a su baronía; no le disgustaba en absoluto; de hecho, le parecía de lo más adecuado.

La llevaba a evocar la voz de su abuelo, en la oscuridad de su dormitorio, cuando velaba el sueño de la niña, procurando que con sus historias llegará a conciliar el sueño.

Es un enjambre de abejas blancas

-¿Tienen también una reina?  

-¡Claro que sí! Vuela en el centro del enjambre, con las más grandes, y nunca se posa en el suelo, sino que se vuelve volando a la negra nube. Algunas noches de invierno vuela por las calles de la ciudad y mira al interior de las ventanas, y entonces éstas se hielan de una manera extraña, cubriéndose como de flores.


El cuento de la Reina de las Nieves.El dulce sabor de la niñez.

Encima el soberbio hijo de su madre había tenido la brillante idea de ir a meterlos en el Refugio,
en pleno "patio del colegio" de las tríadas...los hay hábiles de nacimiento

Myshella forzó una sonrisa, escuchando las últimas palabras de Zith.
-Por supuesto que somos amigos. Te veo mañana, Sabra. Felices sueños.
Dió por concluida la llamada; de hecho, él ya la había dado por finalizada. Apagó la pantalla, y se quedó ahí, pensativa, observando el negro vacío que ocupaba ahora el lugar de Zith hacia escasos segundos.

Del precio...ya se preocuparía después; fuera el que fuera, prefería pagárselo a él que a cualquier otro.
Fuera el que fuera.
A saber que magnífica idea estaba teniendo, y cuanto le apetecia joderla.
Con un resoplido, se puso en pie, y se dirigió a la puerta de la habitación.
El tiempo no se detiene por nadie, y había mucho que hacer.
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